CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-02 |
Cuando hubo nacido Jesús en Belén de Judá en tiempo de Herodes el Rey, he aquí unos Magos vinieron del Oriente a Jerusalén diciendo: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? porque vimos su estrella en el oriente, y venimos a adorarle". (vv. 1-2)
San
Agustín, in sermone 5 de Epiphania
Consumado el milagro del parto virginal,
en que el útero lleno de la divinidad dio a luz al Dios-Hombre sin
perder el sello de su integridad, entre los tenebrosos escondrijos
de un establo y la estrechez de un pesebre, en los que la Majestad
infinita, reduciéndose en las cortas dimensiones de un tierno
cuerpecito, mora suspendido del pecho materno, y todo un Dios
permite ser envuelto en viles pañales, un nuevo astro aparece de
repente en el cielo iluminando la tierra. Y disipada la niebla que
cubría todo el mundo, convierte la noche en día para que el día no
quedase oculto entre la noche. Por eso dice el evangelista: "Pues
cuando hubo nacido".
Remigio
Al principio de esta lección evangélica
se precisan tres cosas: la persona, "Habiendo nacido Jesús"; el
lugar, "en Belén de Judá"; el tiempo, "En los días de Herodes el
Rey"; circunstancias que aduce en confirmación del hecho que va a
referir.
San
Jerónimo, in Matthaeum, 1
Es de creer que el evangelista puso
primeramente, como leemos en el hebreo Judá,
no Judea. Porque no habiendo en las demás
naciones ninguna ciudad llamada Belén, no podía poner aquí, con
objeto de distinguirla, Belén de Judea; y por eso escribe
Judá. Pues en el libro de Josu, hijo de
Nave, leemos otra ciudad de Belén en la Judea.
La
glosa
Hay dos ciudades con el nombre de
"Belén": una en la tribu de Zabulón y otra en la de Judá, que antes
se llamó "Efratá".
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,15
San Mateo y San Lucas están de acuerdo
sobre la ciudad de Belén, pero San Lucas nos dice cómo y por qué
vinieron a esta ciudad José y María, mientras San Mateo lo pasa por
alto. Por el contrario, San Lucas omite la venida de los magos de
Oriente y San Mateo la refiere.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Pero veamos por qué el evangelista
designa el tiempo en que nace Cristo, diciendo: "En los días de
Herodes el Rey". Lo designa para demostrar que la profecía de
Daniel, vaticinando que Cristo había de nacer después de terminadas
las setenta semanas de años, acababa de cumplirse, pues desde aquel
tiempo hasta el reinado de Herodes transcurre exactamente ese
tiempo. O porque mientras la nación judaica era gobernada por reyes
judíos, aunque pecadores, se le enviaban profetas para su remedio.
Mas ahora, cuando la ley de Dios se encontraba pisoteada bajo el
cetro de un rey intruso y la justicia de Dios oprimida por la
dominación romana, nace Cristo; porque habiéndose hecho la
enfermedad ya casi incurable, requería un médico más hábil.
Rábano
O también hizo mención del rey
extranjero, para que se cumpliese la profecía: "No será quitado de
Judá el cetro, y de su muslo el caudillo, hasta que venga el que ha
de ser enviado" ( Gén 49,10).
San
Ambrosio, in Lucam, 3,41
Se cuenta que habiendo entrado en
Ascalón unos salteadores idumeos, se llevaron cautivo, entre otros a
Antípater. Iniciado éste en los misterios de los idumeos, se une en
estrecha amistad con Hircano, rey de Judea. Este le envió a Pompeyo
para que hablase en su favor. Y habiendo prosperado la embajada,
pretendió como recompensa una parte del reino. Muerto Antípater, un
decreto del senado concede, bajo Antonio, el reino de los judíos a
su hijo Herodes; resultando que éste, sin afinidad ninguna con la
raza judía
1, se
alzó con el reino por la falsía y las intrigas.
San
Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 6
Dijo: "de Herodes el rey" marcando la
dignidad, porque hubo otro Herodes, el que mandó dar muerte a Juan.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Habiendo pues, nacido en este tiempo,
"he aquí unos Magos vinieron" -es decir, apenas nació-, mostrando al
Dios grande en un pequeño niño.
Rábano
Magos son los que filosofan sobre todo,
pero el lenguaje común toma esta palabra en la acepción de
hechiceros. Estos magos, sin embargo, son
considerados de otra manera en su país, puesto que son los filósofos
de los caldeos, y sus reyes y príncipes ajustan siempre todos sus
actos a la ciencia de estos hombres. Así es que fueron los primeros
que conocieron el nacimiento del Señor.
San
Agustín, in sermone 4 de Epiphania
Estos magos, ¿qué otra cosa fueron sino
las primicias de las naciones? Los pastores eran israelitas, los
magos
2,
gentiles; éstos vinieron de tierras lejanas, aquéllos de cerca. Sin
embargo, unos y otros acudieron con presteza a la piedra angular.
San
Agustín, in sermone 2 de Epiphania
No se manifestó Jesús ni a los sabios ni
tampoco a los justos, sino que prevaleció la ignorancia en la
rusticidad de los pastores y la impiedad en los magos sacrílegos de
la Caldea. A unos y a otros se ofrece aquella piedra angular, porque
había venido a elegir la ignorancia para confundir a los sabios, y
no a llamar a los justos, sino a los pecadores, a fin de que ningún
poderoso se ensoberbeciese y ningún débil desesperase.
La
glosa
Estos magos eran reyes, y si se dice que
ofrecieron tres dones, no se significa con esto que ellos no fueran
más que tres, sino que en ellos estaban representadas todas las
naciones descendientes de los tres hijos de Noé que habían de ser
llamadas a la fe. Si los príncipes fueron tres, podemos creer que el
número de los que les acompañaban era mucho mayor. No vinieron
después de un año, porque entonces habrían encontrado al niño en
Egipto y no en el pesebre, sino a los trece días de su nacimiento.
Se dice "de Oriente" para manifestar el lugar de donde venían.
Remigio
Debemos tener presente que hay varias
opiniones acerca de los magos. Unos dicen que eran caldeos porque
los caldeos adoraban las estrellas. Por esto dijeron que el falso
dios a quien ellos habían adorado como tal, les había manifestado
cuál era el verdadero Dios. Otros afirman que los magos eran persas.
Otros, que vinieron de los últimos confines de la tierra. Otros, en
fin, que eran descendientes de Balaam, lo cual es más creíble, pues
Balaam entre otras cosas profetizó que "nacería una estrella de
Jacob" ( Núm 24,17). Sus descendientes que
conservaban esta profecía, la vieron cumplida al aparecer esta
estrella.
San
Jerónimo, in Matthaeum, 2
De este modo los descendientes de Balaam
sabían por su profecía que esta estrella había de aparecer. Pero se
preguntará: ¿cómo, siendo caldeos o persas o de las más apartadas
regiones de la tierra, pudieron llegar a Jerusalén en tan poco
tiempo?
Remigio
Algunos contestaban a esto que el niño
que acababa de nacer tenía poder para hacerlos llegar en tan pocos
días desde los confines de la tierra.
La
glosa
No es de extrañar que en trece días
pudieran venir a Belén viajando sobre caballos árabes y dromedarios
que son tan veloces para caminar.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Tal vez emprendieron el camino dos años
antes del nacimiento de Jesucristo, guiados por la estrella,
llevando todas las provisiones necesarias para el camino.
Remigio
Si estos reyes eran descendientes de
Balaam, pudieron venir en tan poco tiempo a Jerusalén porque no
distaban mucho de la tierra prometida. Pero entonces se podrá
preguntar ¿por qué el evangelista dice que vinieron de Oriente?
Porque su país estaba situado en la frontera oriental de Judea. Por
otra parte, las palabras "vinieron del Oriente" nos ofrecen el
magnífico pensamiento de que, siendo Jesucristo llamado "el Oriente"
según aquellas palabras de Zacarías: "He aquí un hombre, el Oriente
es su nombre" ( Zac 6,12), todos los que
vienen al Señor, vienen de El y por El.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
De donde nace la luz, allí tuvo la fe su
origen, porque la fe es la luz de las almas. Vinieron, pues, de
Oriente, pero a Jerusalén.
Remigio
Aunque el Señor no había nacido allí,
porque aunque supieron la época del nacimiento, no conocían el lugar
donde había de nacer. Pero siendo Jerusalén la ciudad real, creyeron
ellos que un niño de tal condición no debía nacer sino en una ciudad
de reyes. O vinieron a Jerusalén para que se cumpliese lo que estaba
escrito: "De Sión saldrá la Ley, y la palabra del Señor de
Jerusalén" ( Is 2,3). O tal vez para que la
diligencia de los magos sirviese de condenación a la indiferencia de
los judíos.
"Vinieron, pues, a
Jerusalén diciendo: ¿Dónde está el que ha nacido Rey de los
judíos?".
San
Agustín, in sermone 2 de Epiphania
Eran muchos los reyes que habían nacido
y habían muerto en Israel; ¿era por ventura alguno de éstos a quien
los magos buscaban para prestarle adoración? Ciertamente no, porque
de ninguno de ellos les había hablado el cielo. Estos reyes,
extranjeros y de un país tan remoto, no se juzgaban obligados a
prestar un homenaje tan grande a un rey de la clase y condición que
lo eran ellos en su país; sino que habían aprendido que debía ser
tal la condición del que había nacido, que, adorándolo, no podía
ofrecerles duda alguna el conseguir la salvación, que consiste en el
mismo Dios. Por otra parte, tampoco la edad se prestaba a la
adulación humana, no estaban cubiertos de púrpura los miembros del
recién nacido, ni brillaba una diadema en su cabeza; ni pudo ser la
pompa de los servidores, ni el terror de los ejércitos, ni la fama
de gloriosos combates lo que atrajese a estos varones de tan remotas
tierras con fe tan grande y tan ardientes votos. Un niño recién
nacido, pequeñito, menospreciado por la
pobreza se manifiesta recostado en un pesebre. Pero se oculta bajo
estas apariencias alguna cosa grande que aquellos hombres, primicias
de los gentiles, habían comprendido, no por testimonio de la tierra,
sino del cielo. Por eso decían: "Hemos visto su estrella en el
Oriente". Anuncian y preguntan, creen y buscan, a imagen de aquéllos
que caminan en la fe y desean ver.
San
Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 6
Es preciso saber que los herejes
priscilianistas que creen que las diferentes constelaciones presiden
los destinos de los hombres, se han servido de este pasaje para
apoyar su error, y han hablado de esta estrella que aparece al nacer
el Salvador, como si fuera la estrella de su destino.
San
Agustín, contra Faustum, 2,1
Esta estrella, según Fausto, es
mencionada aquí como confirmando el nacimiento del Salvador, sacando
por conclusión que el libro que refiere este acontecimiento debe
llamarse mejor Genesidium, esto es, libro
de la estrella del nacimiento.
San
Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 10
Pero nosotros estamos lejos de admitir
lo que ellos llaman el destino.
San
Agustín, de civitate Dei, 5,1
Por la palabra destino,
además del sentido ordinario en que la usan los hombres, se entiende
la influencia de ciertas posiciones de los astros correspondientes a
la concepción o al nacimiento de los hombres, y en los cuales
algunos ven un poder independiente de la voluntad de Dios. Este
error, que es el de algunos paganos, debe ser rechazado por todos.
Otros dicen que Dios ha dado a los astros esta influencia, grave
injuria a la majestad divina que nos muestra a la corte celestial
decretando crímenes por los cuales una ciudad de la tierra debería
ser destruida por la indignación de todo el género humano, si ésa
fuera su estrella.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom
Si un hombre se hace homicida o adúltero
por la influencia de una estrella, grande es la iniquidad de esa
estrella, pero mucho mayor es la de aquel que la creó; porque Dios,
en su sabiduría infinita, sabiendo el porvenir y viendo todo el mal
que ha de producir esa estrella, no sería bueno si, pudiendo, no ha
querido impedirlo, o no es Todopoderoso si no ha podido impedirlo.
Además, si es una estrella la que nos hace buenos o malos, nuestras
virtudes no merecen premio ni nuestros vicios merecen castigos,
porque nuestros actos no dependerían de nuestra voluntad. ¿Por qué
he de ser yo castigado por un mal que no he hecho por mi propia
voluntad sino obligado por la fatalidad? En fin, los mandamientos de
Dios prohibiendo el mal y aconsejando el bien, ¿no se destruyen por
esta doctrina insensata? ¿Quién puede mandar a un hombre, evitar el
mal que no puede evitar y exhortarle al bien que no puede hacer?
San
Gregorio Niseno,
Inútiles son las exhortaciones cuando se
dirigen a aquel que vive bajo la fatalidad. La bondad divina y su
providencia quedan desterradas del mundo por esta doctrina, según la
cual el hombre no es otra cosa que un instrumento movido por el
influjo o la acción de las estrellas. Estos movimientos celestes,
dicen sus secuaces, determinan no solamente los de nuestros cuerpos,
sino también los pensamientos de nuestra alma, destruyendo así, los
que tal cosa afirman, no solamente la realidad de todo lo que existe
en nosotros, sino la naturaleza del ser contingente. Esto no es más
que destruir todas las cosas, y lo que es más, el libre albedrío. Es
preciso, no obstante, que nosotros existamos en libertad.
San
Agustín, de civitate Dei, 5,6
No puede decirse, sin embargo, que sea
absurdo atribuir algunas modificaciones corporales a la influencia
de los astros. Así, es indudable que los adelantos y los retrasos
del sol influyen en la variedad de las estaciones; y las diversas
fases de la luna en sus crecientes o menguantes influyen
indudablemente en el crecimiento o decrecimiento de ciertas cosas en
la naturaleza, como por ejemplo, el maravilloso flujo y reflujo del
océano. Pero las voliciones del alma no deben someterse a la
influencia de los astros.
San
Agustín, de civitate Dei, 5,1
Y si se dice que los astros son signos y
no autores de las operaciones de los
hombres, ¿qué podrán contestar a lo que se observa en la vida de los
gemelos? A saber que en sus acciones, en sus sucesos, en sus
profesiones, en su conducta, honores y otras cosas de la vida, en la
muerte misma se encuentra casi siempre más diferencia que la que
existe entre ciertas personas completamente extrañas las unas a las
otras. Menos diferencia se encuentra aun en la vida de estos últimos
que en la de los gemelos, cuyo nacimiento no ha sido separado más
que por un instante y cuya concepción ha sido simultánea.
San
Agustín, de civitate Dei, 5,2
Los pocos instantes que separan el
nacimiento de dos gemelos no bastan para explicar la gran diversidad
que existe entre sus voluntades, sus actos, su conducta y todos los
acontecimientos de su vida.
San
Agustín, de civitate Dei, 5,7 y 5,9
Añade: algunos dan el nombre de destino
no a las diferentes posiciones de los astros, sino a la conexión y
serie de causas que ellos someten o atribuyen al poder de Dios y a
su voluntad soberana. Si alguno dice que las cosas humanas dependen
del destino y entiende por destino a la voluntad de Dios, conserve
su manera de sentir, pero corrija su modo de hablar. Porque
comúnmente se llama destino a la influencia que los astros tienen
sobre la tierra, y no a la voluntad de Dios, a menos que no hagamos
venir la palabra de la latina fatum y ésta
de favi, hablar; pues está escrito: "Una
vez habló Dios, estas dos cosas he oído" ( Sal
61,12). Así no debemos discutir con ellos sobre la significación de
la palabra.
San
Agustín, contra Faustum, 2,5
Si nosotros no ponemos el nacimiento de
ningún hombre bajo la acción fatal de los astros, para librar de
toda determinación del destino el albedrío de la voluntad, con mucha
más razón no debemos admitir que el nacimiento temporal del Creador
de todas las cosas haya estado sujeto a esta influencia. Esta
estrella que vieron los magos a la entrada de la cuna del Salvador,
no significaba, pues, la fatalidad y la dominación, sino que se
manifestaba como a su servicio y para dar testimonio. No era, por lo
tanto, del número de aquellos astros que desde el principio del
mundo siguen bajo la voluntad del Creador el orden prescrito de sus
caminos, sino que era un nuevo astro creado para el parto de la
Virgen y para ofrecer su ministerio, marchando delante de ellos, a
los magos que buscaban a Cristo y conducirles al lugar donde estaba
el Verbo, Niño Dios. ¿Quiénes son, pues, los astrólogos que se hayan
atrevido a creer en una fatalidad de los astros tal que afirmen que
una estrella abandone su curso para ir al lugar en que se encuentra
el recién nacido? Lejos de probar que las estrellas abandonen su
camino y alteren el orden establecido por un niño que nace entre los
hombres, enseñan, al contrario, que la suerte del niño es la que
está ligada al orden de las estrellas. Por lo cual, si esta estrella
era de las que en el cielo cumplen sus destinos, ¿cómo podía juzgar
lo que Cristo había de hacer, aquel astro que, al nacer Cristo,
había sido obligado a abandonar sus caminos? Si, por el contrario, y
lo que es más probable, la estrella nació para dar a conocer a
Cristo, no podemos decir que Cristo nació porque ella existía, sino
que ella existía porque Cristo nació. De suerte que podría decirse
con razón que no fue la estrella el destino de Cristo, sino que
Cristo fue el destino de la estrella, porque El fue la causa de la
existencia de ella, y no ella de la de El.
San
Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 6
No es propio de la astrología averiguar
mediante los astros quienes son los que nacen, sino conjeturar el
destino del hombre por la hora de su nacimiento. Ahora bien, los
magos no conocieron el tiempo del nacimiento para adivinar por la
posición de las estrellas el porvenir del recién nacido, sino al
contrario, puesto que dijeron: "Hemos visto su estrella"
.
La
glosa
Esto es, su propia estrella, la que El
ha creado para anunciarse.
San
Agustín, sermones, 204,1
Los ángeles anuncian a los pastores que
ha nacido Cristo; a los magos, una estrella. El cielo con su
lenguaje habla a unos y a otros, porque el de los profetas había
cesado. Los ángeles habitan los cielos que embellecen los astros;
los cielos, pues, cantan a unos y a otros las glorias del Señor.
San
Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 10
Con razón un ser racional, esto es, un
ángel, fue enviado a predicar a los judíos, como a gentes que usaban
de la razón, mientras que los gentiles, indóciles a la razón, son
conducidos a la cuna de Jesucristo, no por la palabra humana, sino
por la aparición de un signo. Las profecías habían sido dadas a los
primeros, porque eran fieles; las maravillas a los segundos, a causa
de su infidelidad. Los apóstoles predicaron a las naciones a
Jesucristo cuando había llegado a la plenitud de su edad, mientras
que una estrella se los había anunciado cuando era pequeño y no
podía articular palabra.
San
León Magno, in sermone 3 de Epiphania
Era el mismo Cristo, esperanza de las
naciones, cuya innumerable descendencia había sido prometida un día
al justo Abraham, multiplicada no por la sangre, sino por la fe, y
comparada a la multitud de estrellas que tachonan la bóveda celeste,
a fin de que el patriarca, a quien la promesa se había hecho, la
comprendiera como una generación del cielo y no de la tierra. Con el
nacimiento de una nueva estrella es como los herederos figurados por
las estrellas son llamados a formar esta nueva generación, con el
fin de que lo mismo que había servido de testimonio que el cielo
daba a la tierra, sirviese de homenaje que la tierra prestaba al
cielo.
San
Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 6
Es evidente que aquélla no debió ser una
estrella ordinaria, dado el camino que recorría, que nunca fue el de
una estrella ordinaria, del norte al sur, que tal es la posición de
Palestina con respecto a Persia. En segundo lugar, esto se puede
deducir también del tiempo en que apareció, porque no era visible
solamente de noche, sino en la mitad del día, lo cual no acontece
con ninguna estrella, ni aun con la misma luna. En tercer lugar,
porque unas veces aparecía y otras desaparecía, ocultándose cuando
los magos entraron en Jerusalén y apareciendo de nuevo cuando
dejaron a Herodes, no teniendo tampoco un andar fijo ni marcha
determinada, sino que cuando a los magos convenía caminar, ella
caminaba, y cuando les convenía detenerse, ella se detenía, de la
misma manera que acontecía con la columna de nube en el desierto. Y
no anunciaba el parto de la Virgen permaneciendo en las alturas,
sino descendiendo de ellas, lo cual no es propio de una estrella
ordinaria, sino de una voluntad inteligente, de donde podemos
deducir que no era simplemente una
estrella, sino más bien una virtud invisible que había tomado esta
forma.
Remigio
Algunos creen que esta estrella era el
Espíritu Santo, apareciéndose a los magos bajo esta forma, el mismo
que había de descender más tarde en forma de paloma sobre el Señor
en su bautismo. Otros creen que fue un ángel, y que el mismo que se
apareció a los pastores se apareció también a los magos.
La
glosa
Prosigue el evangelista: "En Oriente".
Es dudoso si la estrella apareció en oriente, o si esta expresión
indica solamente que ellos desde el oriente, en donde estaban, la
vieron hacia el occidente. Ella pudo muy bien aparecer en oriente y
conducirlos a Jerusalén.
San
Agustín, sermones, 374,1
Pero dirás: ¿Quién les había dicho que
esta estrella significaba el nacimiento del Salvador? Sin duda por
revelación de los ángeles. ¿Pero ángeles buenos o malos? Ciertamente
que hasta los ángeles malos, los demonios mismos, han confesado que
El era hijo de Dios. Pero, ¿por qué no había de ser por revelación
de los ángeles buenos, toda vez que, adorando a Cristo encontraban
su salvación y no su ruina? Los ángeles pudieron decirles: "La
estrella que habéis visto es la de Cristo: id, adoradle en el lugar
en que ha nacido y ved a la vez quién es y cuán grande es".
San
León Magno, in sermone 4 de Epiphania
Además de esta aparición de la estrella
que hirió su vista corporal, el rayo más resplandeciente de la
verdad instruyó sus corazones, lo cual correspondía a la iluminación
de la fe.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti,
q. 63
O comprendieron que el Rey de los judíos
había nacido, porque la estrella solía ser signo de un rey temporal.
Estos magos caldeos no estudiaban el curso de los astros con
intención torcida, sino por curiosidad científica; porque, como
puede entenderse, ellos seguían las tradiciones de Balaam, que había
dicho: "Una estrella nacerá de Jacob" ( Núm
24,17). Así, viendo ellos una estrella que no era de las
constelaciones ordinarias, juzgaron que ésta era la que Balaam había
anunciado como señal del nacimiento del Rey de los judíos.
San
León Magno, in sermone 4 de Epiphania
Esto que ellos habían creído y habían
comprendido, les debía haber bastado para no tener necesidad de
examinar con los ojos del cuerpo, lo que habían visto plenamente con
los ojos del alma. Pero aquel mismo celo, aquella perseverancia que
tuvieron hasta ver al Niño Jesús, debía servir a los hombres de
nuestros tiempos; porque así como el examen de las llagas del
Salvador, después de su resurrección, por el apóstol Santo Tomás fue
útil para nosotros, también lo fue el que los magos vieran con sus
propios ojos la infancia del Salvador. Por esto dijeron: "Hemos
venido a adorarle".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
¿Pero acaso no sabían que en Jerusalén
reinaba Herodes? ¿No sabían que cualquiera que, estando vivo un rey,
proclama a otro o lo adora es castigado con la pena de muerte? Era
que mientras tenían su vista fija en el Rey futuro no temían al rey
presente, era que aun cuando todavía no habían visto a Cristo,
estaban, sin embargo, dispuestos a morir por El. ¡Oh,
bienaventurados magos! que antes de conocer a Cristo fueron
confesores de Cristo en presencia del rey más cruel.
Notas
1.
Herodes era hijo del idumeo Antipatro, mayordomo en la corte de Juan
Hircano II, y de Cipro, hija de un príncipe árabe.
2. El
p. Reboli comenta. El nombre de mago se
deriva, según algunos, de la palabra súmera emgu
o de la asiríaca mahhu. Para otros es voz
indoeuropea: en sánscrito maha; en persa
mogh, en griego megaV;
y significa grande, ilustre. Nabucodonosor confirió a Daniel
el título de Rab-Magh o gran mago (Dan 2,48). Después de Cristo se
tomó la palabra en sentido peyorativo. San Mateo la usa en su mejor
acepción.
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03-06 |
Y el Rey Herodes,
cuando lo oyó, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocando todos
los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, les
preguntaba dónde había de nacer Cristo. Y ellos le dijeron: "En Belén
de Judá: porque así está escrito por el Profeta. Y tú, Belén, tierra
de Judá, no eres la menor entre las principales de Judá; porque de ti
saldrá el caudillo que gobernará a mi pueblo Israel". (vv. 3-6)
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Así como los magos desean un Redentor,
Herodes teme un sucesor. Esto es lo que significan aquellas palabras:
"Y el Rey Herodes, cuando lo oyó, se turbó".
La glosa
Se dice rey, para que de la comparación de
aquel que se busca resulte que éste es extraño.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Siendo él mismo idumeo, tiembla cuando oye
hablar de un rey de los judíos. Teme que el cetro, volviendo a manos
de los judíos, le sea arrancado, y que su raza caiga para siempre del
trono. Cuanto más grande es el poder, mayores son los peligros y
temores que lo cercan. Así como en los árboles las ramas más elevadas
son agitadas por el viento más ligero, de la misma manera los hombres,
cuanto más elevado es el puesto que ocupen, son más fácilmente
agitados por el leve anuncio del más pequeño suceso; a diferencia de
aquéllos de condición humilde, que viven casi siempre en paz, como en
el fondo de un apacible valle.
San
Agustín, sermones, 200,2
¿Qué será el tribunal del juez cuando la
cuna del Niño hace temblar a los reyes soberbios? Teman éstos, pues,
al que está sentado a la diestra del Padre, a aquél que mientras era
amamantado por los pechos de su Madre fue temido por un rey impío.
San León
Magno, in sermone 4 de Epiphania
Sin embargo, son vanos tus temores, oh
Herodes; tus reinos son pequeños para Cristo. El soberano del mundo no
puede contentarse con los estrechos límites a donde alcanza tu
dominio. Aquél que tú no quieres que reine en Judea, reina en todas
partes.
La glosa
Pero Herodes no teme solamente por él,
sino también por los romanos, que habían decretado que ninguno fuese
proclamado rey o dios sin su consentimiento.
San
Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 10
Al acercarse el Rey del cielo se turba
pues, el rey de la tierra; porque cuando las alturas del cielo se
descubren queda confundida la grandeza de la tierra.
San León
Magno, in sermone 6 de Epiphania
Herodes en esta circunstancia hace el
papel del mismo Satanás, del cual había sido instigador antes y se
muestra ahora imitador, el más resuelto y decidido, atormentado por la
vocación de los gentiles y por la destrucción de su imperio.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Cada uno es atormentado por un cuidado
diferente, y ambos temen un sucesor; Herodes, un rey de la tierra;
Satanás, al Rey del cielo. Y he aquí que el mismo pueblo judío se
turba, aquel pueblo que debía más bien alegrarse al oír la nueva de
que un rey judío acababa de nacer. Y se turba porque los impíos no
pueden alegrarse con la venida del Justo; o quizá por temor de que el
rey se enojase contra ellos. Esto significan aquellas palabras: "Y
toda Jerusalén con él".
La glosa
El pueblo participaba, tal vez por miedo,
de las angustias de Herodes. Y es que sucede con frecuencia que el
pueblo favorece más de lo que debía a los tiranos cuya opresión sufre
y tolera. "Y convocando todos los príncipes de los sacerdotes y los
escribas del pueblo". Es de notar aquí la diligencia con que busca a
Cristo, lo cual hace con el fin de, si lo encuentra, realizar los
planes que más tarde pone en práctica, y si no, excusarse para con los
romanos.
Remigio
Son llamados escribas, no solamente por el
cargo u oficio de escribir los libros de la Ley, sino principalmente
porque interpretan las Sagradas Escrituras. Eran los doctores de la
Ley. El Evangelio prosigue: "Les preguntaba dónde había de nacer el
Cristo". Debemos aquí notar que no dice: "dónde ha nacido el Cristo",
sino "dónde había de nacer". El les pregunta con astucia para poder
conocer si ellos se alegraban del nacimiento del nuevo rey. Lo llama
Cristo porque sabía que el rey de los judíos debía ser ungido.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
¿Por qué preguntaba Herodes si no creía en
las Escrituras? Y si creía en ellas, ¿cómo podía jactarse de hacer
desaparecer a Aquél que decían había de ser rey? Estaba instigado por
el diablo que creía que las Escrituras no mienten, así son todos los
pecadores: ellos no creen totalmente incluso aquello que creen, y si
creen es por el brillo invencible de la verdad que no puede estar
oculto, y si no creen es porque les ciega el enemigo. Si su fe fuese
perfecta, ellos vivirían no como si hubieran de permanecer en este
mundo, sino como viajeros y peregrinos que muy pronto lo han de
abandonar.
"Y ellos dijeron: En
Belén de Judá".
San León
Magno, in sermone 1 de Epiphania
Los magos, que habían tenido una señal
humana del nacimiento del rey, creyeron que debían buscarle en la
ciudad; pero aquél que había tomado la forma de siervo y había venido
para ser juzgado y no para juzgar, escogió a Belén para su nacimiento,
a Jerusalén para su pasión.
Teodoreto, homilia 1 in concilio Ephesino
Si hubiera elegido la gran ciudad de Roma,
se habría creído que el cambio verificado en el mundo era resultado
del poder de sus habitantes; si hubiera nacido hijo de un emperador,
se hubiera atribuido este resultado a su poder. ¿Qué hizo, pues?
Elegir todo lo humilde, todo lo pobre y vil para que no hubiera la
menor duda de que era el poder divino el que hacía la transformación
del universo. He ahí por qué eligió una Madre pobre y una patria más
pobre aún; y he ahí también por qué carece de lo más necesario para
vivir. Esto es lo que nos enseña el pesebre.
San
Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 8
Con razón nace en Belén, pues Belén
significa Casa de pan: porque El mismo es
quien dijo: "Yo soy el pan vivo que descendí del cielo".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Como ellos debieran ocultar el misterio
del rey designado por Dios, sobre todo delante de un rey extranjero,
se hacen no ya predicadores de las obras de Dios, sino divulgadores de
su misterio. No solamente hacen patente el misterio, sino que alegan
el testimonio profético. Por eso añaden: "Porque así está escrito por
el profeta", es decir Miqueas, "Y tú, Belén, tierra de Judá" (
Miq 5,2).
La glosa
Esta profecía la pone así, tal como fue
dicha, por aquellos escribas que si bien no citaron literalmente, al
menos expresaron el auténtico sentido.
San
Jerónimo, epistulae, 57
En este lugar se puede acusar a los judíos
de ignorantes, porque la profecía dice: "Y tú, Belén Efratá", y no
como ellos dijeron: "Y tú, Belén tierra de Judá".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Y más aun, truncando ellos la profecía,
llegaron a ser la causa del martirio de los inocentes; porque las
palabras del profeta son éstas: "De ti me saldrá aquel que ha de
reinar en Israel: su salida desde el principio, desde los días de la
eternidad" ( Miq 5,2). Y si ellos hubiesen
expuesto la profecía íntegra, considerando Herodes que un rey que
existía "desde los días de la eternidad" no podía ser un rey terreno,
no hubiera caído en semejante extremo de furor.
San
Jerónimo, in Michaeam, 5,2
El sentido de la profecía es el siguiente:
tú, Belén, tierra de Judá o Efratá -y se designa así, porque hay otro
Belén en Galilea-, aunque seas una pequeña aldea entre las mil
ciudades de Judá, sin embargo, de ti nacerá el Cristo que reinará
sobre Israel y que será de la familia de David. El ha nacido de mí
antes que fueran los siglos. Por eso el profeta añade: "su salida
desde el principio, desde los días de la eternidad"; porque "en el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios" (
Jn 1,1).
La glosa
Pero los judíos omitieron -como se ha
dicho- estas palabras, y cambiaron otras; ya por ignorancia, ya para
hacer más claro el sentido de la profecía a Herodes que era un
extranjero. Así, en lugar de la palabra Efratá, que era palabra
anticuada y tal vez desconocida de Herodes, pusieron
Tierra de Judá; y en vez de aquello que había dicho el profeta:
"eres la menor entre las mil ciudades de Judá" -queriendo dar a
entender su pequeñez o poca importancia en cuanto al número de sus
habitantes- dijeron: "No eres la menor entre las principales de Judá"
para hacer resaltar más la dignidad que había de tener con el
nacimiento de tal príncipe. Es decir, tú eres la más grande entre las
ciudades que han producido reyes.
Remigio
O bien: Aunque parezcas la más pequeña de
entre las ciudades principales de la tierra, no lo eres en realidad
porque de tu seno nacerá un soberano que regirá a mi pueblo Israel.
Este soberano es Cristo que rige y gobierna al pueblo fiel.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 7
Notad la exactitud de la profecía que no
dice: "en Belén estará" sino "de Belén saldrá", manifestando así que
allí solamente nacería. ¿Cómo han de referirse estas palabras a
Zorobabel
1 según
algunos creen? Su nacimiento no fue desde el principio de los siglos:
no nació en Belén, sino en Babilonia, y no en la Judea. Otro nuevo
testimonio nos dan las palabras: "No eres la menor, porque de ti
saldrá", porque entre los judíos ninguno ha dado tanta celebridad a la
aldea en que naciera, como Cristo, cuyo pesebre y cuya choza son
continuamente visitados por peregrinos de todas partes del mundo
después de su nacimiento. Y si el profeta no dijo: "De ti saldrá el
hijo de Dios", sino: "De ti saldrá un soberano que regirá mi pueblo de
Israel", fue porque convenía condescender al principio con los judíos
a fin de que no se escandalizasen y predicar lo que era concerniente a
la salvación del linaje humano para conducirlos mejor a este fin. Las
palabras: "Que rija mi pueblo de Israel" tienen aquí un sentido
figurado, porque Israel quiere decir todos aquellos judíos que
creyeron. Si a todos no rigió Cristo, fue culpa de ellos. Si no dijo
nada de los gentiles, fue para no escandalizar a los judíos. ¡Ved cuán
admirable providencia! Los judíos y los magos se instruyen los unos a
los otros. Los judíos oyen decir a los magos que una estrella ha
anunciado a Cristo en oriente, y los magos oyen decir a los judíos que
las antiguas profecías lo habían anunciado para que, apoyados en este
doble testimonio, buscasen con fe más ardiente a aquél que habían
anunciado la aparición de una nueva estrella y la autoridad de los
profetas.
San
Agustín, sermones, 374,2 y 373,4
La estrella que condujo a los magos al
lugar en que se encontraban el Salvador y su Madre Virgen hubiera
podido conducirlos a Jerusalén. Sin embargo, se ocultó a su vista y no
volvió a aparecer sino después que preguntaron a los judíos, y éstos
les contestaron: "En Belén de Judá". En esto, los judíos fueron
semejantes a los artífices que construyeron el arca de Noé y que
perecieron en el diluvio, después de haber preparado a otros los
medios de salvarse. O a aquellas piedras que en los caminos marcan las
millas, pues mientras sirven de guía a los caminantes, ellas se quedan
quietas. Oyeron y partieron al punto los que preguntaban, mientras que
los doctores hablaron y se quedaron en Jerusalén. En nuestros días los
judíos nos ofrecen un ejemplo semejante, pues hay muchos paganos que
cuando les presentamos testimonios irrecusables para probarles que
Jesucristo fue anunciado antes de su nacimiento, prefieren acudir a
los códices de los judíos, teniendo los nuestros por sospechosos y
como invenciones de los cristianos, y a la manera que los magos en
otro tiempo dejan a los judíos en sus vanas lecturas y ellos caminan
por adorar en la fe.
Notas
1.
Zorobabel fue gobernador de Judá bajo la soberanía persa hacia el año
520 a.c. Probablemente nacido en Babilonia durante la cautividad.
|
07-09 |
Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se informó de ellos cuidadosamente del tiempo en que les apareció la estrella: y encaminándolos a Belén, les dijo: "Id, e informaos bien del niño, y cuando le hubiereis hallado, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarle". Ellos, luego que esto oyeron del rey, se fueron. (vv. 7-9)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Aunque Herodes oyó una respuesta que
merecía entero crédito por dos motivos -por el testimonio de los
sacerdotes y por las palabras del profeta- sin embargo no se doblega
en su soberbia a rendir homenaje al rey que va a nacer. Antes, por el
contrario, se deja llevar de su culpable deseo de deshacerse de él con
astucia. Y como comprendió que no podía conquistar a los magos con
halagos, ni aterrorizarlos con amenazas, ni sobornarlos con oro para
que consintieran en la muerte del futuro rey, por eso trató de
engañarlos. Esto es lo que quieren decir estas palabras: "Entonces
Herodes, llamando en secreto a los magos". El los llama en secreto
para que no se dieran cuenta los judíos, de quienes desconfiaba,
temiendo que entrasen en el deseo de tener un rey de su nación y
frustrasen sus planes. Con gran cuidado les pregunta en qué tiempo
habían visto la estrella.
Remigio
Y les pregunta con maña porque era muy
astuto y temía que los magos, no regresando donde él, le dejaran sin
saber qué hacer para matar al niño.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Quizá esta estrella había sido observada
por los magos dos años antes, mas en este caso es preciso admitir que
la revelación de lo que significaba no les fue hecha sino después del
nacimiento de aquél que anunciaba. Pero después de la revelación del
nacimiento de Cristo fue cuando ellos vinieron del oriente, y a los
trece días adoraron a aquél cuyo nacimiento les había sido revelado
pocos días antes.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 7
O tal vez esta estrella se les había
aparecido mucho tiempo antes a fin de que, a pesar del tiempo que
habían de emplear en el camino, pudieran llegar inmediatamente después
del nacimiento y adorasen al niño envuelto en pañales, para que
apareciese más admirable.
La glosa
Según otros, esta estrella no apareció
hasta el día del nacimiento del Salvador y desapareció luego que
cumplió su ministerio. San Fulgencio nos dice: "El recién nacido creó
una nueva estrella". Después de haberse informado del tiempo y del
lugar, Herodes quiere conocer la persona del niño, y por eso añade: "Id,
e informaos bien del niño". Les manda lo que ellos por sí mismos
habían de hacer.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 7
No les dice: "Informaos del rey", sino
"del niño", porque ni siquiera podía soportar que se le diese el
nombre de príncipe.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Para conducirlos allí se finge piadoso y
bajo el manto de piedad afila el cuchillo dando a su crimen el color
de humildad, procediendo en esto como todos los criminales, que cuando
quieren herir a alguien en secreto, le muestran una humildad y un
afecto que están muy lejos de sentir. Esto es lo que quiere decir: "Y
cuando le hubieseis hallado hacédmelo saber".
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10
Finge que quiere prestarle adoración e
imagina el quitarle la vida si lo encuentra.
Continúa el
evangelista: "Ellos luego que esto oyeron del rey se fueron".
Remigio
Los magos oyeron de Herodes que buscasen
al Señor, pero no que volviesen a él, semejantes a los buenos oyentes
que siguen los consejos de los predicadores indignos, pero no imitan
sus obras.
|
09 |
Y he aquí la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que, llegando, se paró donde estaba el niño. (v. 9)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Este pasaje indica claramente que la
estrella, después de haber conducido a los magos a Jerusalén, se
ocultó para obligarles a entrar en la ciudad y preguntar a sus
moradores acerca de Cristo, y por consiguiente a divulgar el misterio
de su nacimiento. Esto por dos razones. En primer lugar, para
confundir a los judíos, porque siendo gentiles, solamente con la
aparición de la estrella buscaban al Salvador atravesando provincias
extranjeras, mientras que ellos, que leían todos los días las
profecías sobre Cristo, no habían ido a buscarle habiendo nacido en su
propio país. En segundo lugar, para que sirviera de
confusión y oprobio a los sacerdotes
que, preguntados por Herodes sobre dónde debía nacer Cristo,
respondieron: "En Belén de Judá", los mismos que interrogando a
Herodes acerca de Cristo no sabían nada de El. Por eso, después de
esta pregunta y respuesta añade: "Y he aquí que la estrella que habéis
visto en el Oriente iba delante de ellos", para que viendo la
obediencia de esta estrella, pudiesen comprender la dignidad y
grandeza del nuevo Rey.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
La estrella, para prestar una obediencia
más sumisa a Cristo, contuvo su carrera hasta que condujo a los magos
a donde estaba el niño; les prestó vasallaje, pero no los mandó.
Después de haber prestado al nuevo Rey sus adoradores, inundó la gruta
de una luz clarísima, y después de haber iluminado con sus rayos el
albergue del divino niño, desapareció. Y esto significan las palabras:
"Hasta que llegando se paró sobre donde estaba el niño".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
¿Qué tiene de extraño que el Sol de
Justicia naciente se manifieste a los hombres precedido de una
estrella? Ella se detiene sobre la cabeza del niño como para decir:
"Aquí está". La que no podía hacerlo por medio de palabras, lo hace
deteniéndose.
La glosa
Se ve aquí que la estrella estaba colocada
en el aire y muy cerca del albergue en que estaba el niño, pues de
otro modo no habrían distinguido esta casa de las demás.
San
Ambrosio, in Lucam, 2,45
Esta estrella es el camino, y el camino es
Cristo, pues por el misterio de su encarnación Cristo es nuestra
estrella, astro brillante de la mañana que no se ve donde está
Herodes, pero que vuelve a aparecer allí donde está el Salvador y
enseña el camino.
Remigio
Tal vez la estrella significa la gracia de
Dios y Herodes el diablo. Aquel que por el pecado se sujeta al imperio
de Satanás, al punto pierde la gracia. Pero si se arrepiente por la
penitencia, al punto la vuelve a encontrar, y no la abandona hasta que
lo conduce a la casa del niño, esto es a la Iglesia.
La glosa
La estrella es la fe iluminando nuestras
almas llevándolas a Cristo, de la cual se ven privados los magos
apenas se dirigen a los judíos, porque al pedir consejo a los malvados
se pierde la verdadera luz de la verdad.
|
10-11 |
Y cuando vieron la estrella se regocijaron en gran manera. Y entrando en la casa hallaron al niño con María su Madre, y postrándose, le adoraron; y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. (vv. 10-11)
La glosa
Después de habernos manifestado la
sumisión de la estrella, el evangelista nos refiere el gozo de los
magos: "Y cuando vieron la estrella, se regocijaron en gran manera".
Remigio
Conviene notar que el evangelista no se
contenta con decir "se regocijaron", sino que añade "en gran manera".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Ellos se regocijaron porque en vez de ver
fallidas sus esperanzas, fueron, por el contrario, confirmadas más y
más, y porque veían recompensadas las penalidades de un camino tan
largo.
La glosa
Se alegra con gozo aquel que se alegra en
Dios, que es el verdadero gozo. Añadió el evangelista
en gran manera, porque se alegraban en el
acontecimiento más grande.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
El misterio de la estrella les había hecho
presentir que la dignidad del Rey que había nacido aventajaba a la de
todos los reyes de la tierra.
Remigio
Añadió en gran manera,
queriendo mostrar que más alegría causa a los hombres el encontrar lo
que han perdido, que aquello que siempre poseyeron.
Continúa el
evangelista: "Y entrando en la casa, hallaron al niño".
San León
Magno, in sermone 4 de Epiphania
Pequeño de cuerpo, necesitando de los
cuidados de los demás, incapaz de hablar y sin diferenciarse en nada
de los demás niños, porque así como eran incontestables a causa de los
testimonios que afirmaban que en él se encontraba invisible la
majestad de Dios, de la misma manera debía probarse que aquella
esencia eterna del Hijo de Dios estaba unida a la naturaleza humana.
"Con María su
Madre".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
No coronada su cabeza con diadema
imperial, ni tampoco recostada sobre dorado lecho, sino teniendo
apenas una sola túnica, no con que adornar su cuerpo, sino con que
cubrir la desnudez, como la debía tener para viajar la esposa de un
carpintero. Si ellos hubieran venido buscando a un rey terrenal
indudablemente, se hubieran llenado más bien de confusión que de
alegría, por haber sufrido sin resultado las molestias e incomodidades
de un camino tan largo. Pero como ellos buscaban un rey celestial, y
aun cuando con los ojos corporales no veían allí nada propio de rey,
satisfechos, sin embargo, de lo que la estrella les decía, se
regocijaban a la vista de este pobre niño, cuya majestad resplandecía
en sus corazones y veían con los ojos del espíritu. Por eso,
"postrándose le adoraron". Veían a un hombre, pero reconocían a Dios.
Rábano
Providencialmente José se había ausentado,
no fuese que los gentiles tuvieran una mala sospecha.
La glosa
Aunque sus ofrendas fuesen conformes a las
costumbres de su país -en Arabia abunda el oro, el incienso y otra
porción de aromas- con estos dones, no obstante, querían significar
que allí se encerraba un misterio. Por eso dice a continuación el
sagrado texto: "Y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro,
incienso y mirra.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10
El oro corresponde al rey, el incienso
formaba parte de los sacrificios que se hacían a Dios, y la mirra
sirve para embalsamar a los cadáveres.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Se le ofrece el oro como a un gran rey, se
quema el incienso en su presencia como delante de Dios, y se le ofrece
la mirra como a aquél que había de morir por la salvación de todos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Aunque ellos no comprendían qué misterio
era éste ni qué significaba cada uno de sus dones, poco importaba,
porque la misma gracia que los inducía a hacer estas cosas, lo tenía
todo dispuesto y ordenado.
Remigio
Debe notarse que cada uno de los tres no
presenta por sí separadamente uno de los tres dones, sino que cada uno
ofrece los tres, predicando así al rey, al hombre y a Dios.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 7
Avergüéncense Marción y Pablo de Samosata,
que no quieren ver lo que vieron los magos progenitores de la Iglesia,
que adoraron a Dios hecho hombre. Que era hombre lo dicen aquellos
pañales y aquel pesebre. Que lo adoraron no como a un simple mortal,
sino como a Dios, lo testifican esas ofrendas que no convienen más que
a Dios. Llénense también de confusión los judíos, que fueron
prevenidos por los magos y rehusaron ir en pos de ellos.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10
Esto también puede significar otra cosa,
entendiéndose por el oro la sabiduría, según la frase de Salomón:
"Tesoro apetecible reposará en la boca del sabio" (
Prov 21,20); por el incienso que se quema delante de Dios, la
virtud de la oración, conforme al versículo de David: "Suba derecha mi
oración como incienso en tu presencia" ( Sal
140,2), y por la mirra la mortificación de la carne. Ofreceremos,
pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz
de la sabiduría; el incienso, si por medio de la oración con nuestras
oraciones exhalamos en su presencia olor fragante; y mirra si con la
abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad.
La glosa
Los tres hombres que ofrecen a Dios sus
dones representan a sus pies las naciones venidas de las tres partes
del mundo. Mientras abren sus tesoros, hacen salir del fondo de su
corazón la confesión de la fe. Lo hacen "en la casa" para enseñarnos
que no debemos publicar los tesoros de nuestra alma. Ofrecen tres
dones, esto es, la fe en la Santa Trinidad. También puede entenderse
que de sus tesoros abiertos ellos ofrecen los que son figuras de los
tres sentidos de la Sagrada Escritura: el histórico, el moral y el
alegórico; o las tres partes de la ciencia: la lógica, la física y la
moral, ciencias todas que sirven a la fe.
|
12 |
Y habida respuesta en sueños, que no volviesen a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino. (v. 12)
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
El impío Herodes, hecho cruel por el
temor, quiso desencadenar su furor. Pero, ¿cómo la malicia había de
enseñorearse del que había venido a este mundo para extirpar a la
misma malicia? Por eso, para quebrantar el fraude, añade el
evangelista: "Y habida respuesta".
San
Jerónimo
Los que habían ofrecido dones al Señor
bien merecían recibir esta respuesta. Esta fue dada por un ángel para
que se demostrara bien claramente el privilegio de los méritos de
José.
La glosa
La respuesta fue dada por el Señor, porque
ningún otro trazó este camino para volver, sino aquel que dijo: "Yo
soy el camino". Sin embargo, no es el niño el que les habla, a fin de
que la divinidad no se revele antes de tiempo y sólo aparezca la
verdad de la humanidad. Dice pues: "Y habida respuesta", porque así
como Moisés clamaba en silencio, de la misma manera ellos preguntaban
la voluntad divina en el silencio de sus piadosos deseos. Y añade: "Se
volvieron a su tierra por otro camino", porque no debían ellos
mezclarse más con los judíos infieles.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 8
Mira la fe de los magos: ellos no se
escandalizan diciendo: "Si este niño es un gran rey, ¿por qué huir y
ocultarse?" La fe no consiste en averiguar las causas de las cosas que
se nos manda que hagamos, sino en obedecerlas por ellas mismas.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Si los magos hubieran buscado al Salvador
como a un rey terrenal, una vez que lo hubieran encontrado no lo
habrían dejado jamás. Pero no fue así, sino que lo adoraron y se
volvieron. Después de haber vuelto a su país, se mostraron más fieles
a Dios que antes, y con su predicación convirtieron a muchos. Más
tarde, cuando Tomás llegó a aquellas regiones, se unieron a él, y
después de bautizados fueron sus compañeros en la predicación del
Evangelio.
San
Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10,7
Los magos, al volverse a su país por otro
camino, nos enseñan una gran lección. Nuestra patria es el Paraíso.
Después de haber conocido a Jesús, nos está prohibido volver a esta
patria por el mismo camino que hemos venido recorriendo. En efecto,
nos alejamos de esta patria por el orgullo, la desobediencia, el apego
a las cosas visibles, comiendo el fruto prohibido. Y no podemos volver
a ella sino por el camino de las lágrimas, de la obediencia, del
desprecio de las cosas visibles, y refrenando los apetitos de la
carne.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
No era posible que los que habían venido
de Herodes a Cristo, volviesen de Cristo a Herodes. Y verdaderamente,
los que, habiendo abandonado a Cristo, por el pecado se vuelven a
Satanás, por la penitencia retornan a Cristo. Porque quien estuvo en
la inocencia cuando no sabía lo que era el mal, fácilmente es
engañado, pero cuando ha experimentado el mal en el que ha caído y
recuerda el bien que ha perdido, vuelve con arrepentimiento a Dios. En
cambio, quien habiendo abandonado al diablo, se vuelve a Cristo,
difícilmente vuelve al diablo, porque mientras se regocija con el bien
que ha encontrado y se acuerda de los males de que se libró,
difícilmente vuelve al mal.
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13-15 |
Después que ellos se fueron, he aquí un Angel del Señor apareció en sueños a José, y le dijo: "Levántate y toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te lo diga. Porque ha de acontecer que Herodes busque al niño para matarle". Levantándose José, tomó al niño y a su madre de noche, y se retiró a Egipto. Y permaneció allí hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta, que dice: De Egipto llamé a mi Hijo. (vv. 13-15)
Rábano
San Mateo omite aquí el día de la
Purificación, en el cual debía el primogénito ser presentado en el
templo con la ofrenda de un cordero, o un par de tórtolas o palomas.
El temor que tenían a Herodes no fue impedimento para que cumplieran
con la Ley y llevaran al niño al Templo. Pero cuando comenzó a
extenderse el rumor del nacimiento del niño, fue enviado un ángel para
indicar a José que lleve al niño a Egipto. Por eso dice el texto
sagrado: "Un ángel del Señor apareció en sueños a José".
Remigio
De que el ángel fue siempre enviado a José
mientras dormía, debemos deducir que aquéllos que viven alejados de
los cuidados de la tierra y de las preocupaciones mundanas, son dignos
de gozar de las visiones celestiales. El ángel le dijo: "Levántate y
toma al niño y a su madre".
San
Hilario, in Matthaeum, 1
Antes, para dar a entender que ella estaba
desposada con un justo, la llamó su esposa,
pero ahora, después del nacimiento de Jesús, no le da otro título que
el de madre, y esto porque así como el
casamiento con José se presenta como garantía de la virginidad de
María, así la maternidad divina nos ofrece la prueba más irrecusable
de esta misma virginidad.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
No dice: "Toma a la madre y a su hijo",
sino al contrario, porque el niño no nació por la madre, sino que la
madre fue preparada para el niño. Prosiguen las palabras: "Y huye a
Egipto". ¿Pero cómo el hijo de Dios huye delante de un hombre? ¿Quién
se verá libre de enemigos, si El mismo teme a sus enemigos? Pero en
primer lugar, convenía que también en esto siguiese la ley de la
naturaleza humana, a la que se había sometido, ley que exige que la
naturaleza humana, abandonada a sus propias fuerzas y en la edad
tierna, huya cuando un poder nos amenaza. Además convenía que así
sucediese, para que los cristianos no se avergüencen de huir cuando la
persecución les obligue a ello. Pero, ¿por qué a Egipto? Porque el
Señor, cuya cólera no permanece por siempre, se acordó de todos los
males con que había afligido a Egipto, y queriendo dar a este pueblo
una señal de gran reconciliación, envía allí como medicina a su Hijo,
que debía curar las diez plagas de otro tiempo; para que fuera
custodio de su Hijo único aquel que había sido perseguidor de su
pueblo escogido; para hacer fieles servidores de Jesús a aquellos que
habían sido tiranos dominadores de su pueblo; y para hacerlos de esta
manera dignos no ya de las mortíferas aguas del Mar Rojo, sino de las
fuentes vivificantes del bautismo.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Escucha el gran misterio que aquí se
encierra: Moisés en otro tiempo había cerrado las puertas del día a
los pérfidos en Egipto. Cristo, llegando allí, volvió la luz a estos
hombres que yacían en las tinieblas. Cristo huye, no para ocultarse,
sino para iluminar.
El texto sagrado
continúa: "Y estáte allí hasta que yo te lo diga, porque ha de
acontecer que Herodes busque al niño para matarle".
San
Agustín, in sermonibus de innocentibus
El infortunado tirano temía ser depuesto
de su trono. Pero no era así; Cristo no había venido para arrebatar la
gloria de los otros, sino para dar la suya.
"Levantándose, tomó
al niño y a su madre de noche, y se retiró a Egipto".
San
Hilario, in Matthaeum, 1
A Egipto, lleno de ídolos, pues perseguido
por los judíos, deja en Judea su ignominia para ir a buscar homenajes
entre los gentiles.
San
Jerónimo, in Matthaeum
Cuando toma a la madre y al niño para
pasar con ellos a Egipto, lo hace de noche y en medio de las
tinieblas; pero cuando vuelve a la Judea, no habla el evangelista ni
de la noche ni de las tinieblas.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Las angustias de la persecución se
comparan a la noche; el consuelo y solaz son semejantes al día.
Rábano
O bien, que al retirarse la luz verdadera,
sus enemigos permanecieron en las tinieblas, y fueron iluminados
cuando ésta volvió a aparecer.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 8
Ved al tirano llenarse de furor apenas
nace este niño, y ved también a la Madre huir con el hijo a tierra
extranjera, y sirva esto de ejemplo para que cuando comencéis alguna
obra espiritual y os sintáis afligidos por la tribulación, no os
turbéis ni dejéis llevar del abatimiento sino soportéis con valor y
heroísmo todas las contradicciones.
Beda,
homilia in Nat. innocent
El Salvador, conducido a Egipto por sus
padres, nos enseña que muchas veces los buenos se ven obligados a huir
de sus hogares por la perversidad de los malos, y aun también
condenados a un destierro. El que había de decir a los suyos: "Cuando
os persiguiesen en una ciudad huid a la otra", nos dio primero el
ejemplo, huyendo como un hombre delante de otro hombre después que
había sido adorado por los magos y anunciado por una estrella.
Remigio
El profeta Isaías había predicho la huida
del Señor a Egipto, por estas palabras: "He aquí que el Señor subirá
sobre una nube ligera, y entrará en Egipto y serán conmovidos los
ídolos de Egipto con su presencia" ( Is
19,1).
San Mateo tiene la costumbre de confirmar
todo cuanto dice, y esto porque escribió para los judíos, por ello
añade: "Para que se cumpliese lo que había dicho el profeta: De Egipto
llamé a mi hijo".
San
Jerónimo, epistulae, 57,7
Este pasaje no se lee en la versión de los
Setenta, pero en el texto hebreo de Oseas se encuentran literalmente
estas palabras ( Os 11,1).
San
Jerónimo, in Osee propheta, 2,2
El evangelista se sirve de este
testimonio, porque estas palabras se refieren a Cristo como a su
prototipo. Debe notarse que este profeta, como todos los demás,
predicen la venida de Cristo y la vocación de los gentiles de tal
manera, que no se rompe el hilo de la historia.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 8
Es una ley de la profecía, que lo que ella
repite muchas veces de unos, se vea cumplido en otros. Esto se ve
cumplido en las siguientes palabras dichas de Leví y de Simeón (
Gén 49,7): "Los dividiré en Jacob y los
esparciré en Israel". Esto no se cumplió en ellos, sino en sus
descendientes. Todo esto es evidente en este pasaje, porque siendo
Cristo por naturaleza el Hijo de Dios, en El es en quien se ha
cumplido esta profecía.
San
Jerónimo
Pero a causa de los que opinan en sentido
diverso, podemos explicar este pasaje de otro modo y aducir para ello
el testimonio de Balaam en los Números: "Dios lo sacó de Egipto, cuya
gloria es semejante a la del unicornio" ( Núm
23,22).
Remigio
José representa a los predicadores de la
palabra divina; María, a la Sagrada Escritura; el niño, el
conocimiento del Salvador; la crueldad de Herodes, la persecución que
sufrió la primitiva Iglesia en Jerusalén; la huida de José a Egipto,
la venida de los apóstoles a los pueblos de la gentilidad (Egipto
quiere decir tinieblas); el tiempo que pasó en Egipto, el espacio que
media desde la Ascensión del Señor hasta la venida del Anticristo; la
muerte de Herodes, la extinción de la envidia del corazón de los
judíos.
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16 |
Entonces Herodes, cuando vio que había sido burlado por los Magos, se irritó mucho, y enviando hizo matar todos los niños que había en Belén y en toda su comarca de dos años y abajo, conforme al tiempo, que había averiguado de los Magos. (v. 16)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Después que el pequeño Jesús subyugó a los
magos, no con un poder corporal, sino con la gracia del Espíritu,
Herodes se llenaba de furor, porque no había podido conquistar, a
pesar del brillo y esplendor de su trono, a aquéllos a quienes el
pequeño Jesús había deslumbrado recostado en un pesebre. Los
desprecios de los magos añadieron nuevos motivos a su furor, y esto es
lo que significan aquellas palabras: "Entonces Herodes, cuando vio que
había sido burlado por los magos, se irritó mucho". La cólera de los
reyes es grande e inextinguible cuando nace del deseo desordenado de
reinar. ¿Pero qué es lo que hizo? Enviando, hizo matar a todos los
niños. A la manera que la bestia herida despedaza todo cuanto
encuentra a su paso creyéndola causa de su daño, así él, engañado por
los magos, descargaba su furor sobre los niños. En medio de su furor
pensaba: "Indudablemente los magos han encontrado al niño que decían
había de reinar", porque un rey lleno de la ambición de reinar, lo
sospecha todo y todo lo teme. Por eso mandó matar a todos los niños,
para quitar de en medio a uno solo por la muerte de todos.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Y mientras él persigue a Cristo, rey
contemporáneo de este rey perseguidor, le dio un ejército
resplandeciente de mártires.
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Jamás este enemigo terrenal hubiera podido
tributar a estos bienaventurados niños los beneficios que les tributó
con su odio, porque mientras mayor fue el odio con que les persiguió,
más abundante fue la gracia que los beatificó.
S.
Agustín, sermones, 373,3
¡Oh bienaventurados niños! Solamente podrá
dudar de la corona que habéis merecido con vuestro martirio por
Cristo, aquel que dude de la gracia que los niños reciben con el
bautismo de Cristo. El que pudo tener ángeles para que lo anunciaran,
magos para que lo adorasen, hubiera podido también arrancarles de esta
muerte sufrida por El, si no hubiese sido porque sabía que esta muerte
no era la ruina sino el triunfo de aquellos niños. Lejos de nosotros
el pensar que al venir Cristo para la salvación del mundo, no hubiera
hecho nada para salvar a aquellos que dieron su sangre por El, que
pendiente de un madero rogó por los mismos que lo crucificaban.
Rábano
Pero Herodes no se contentó con llenar de
luto y desolación a Belén, sino que llevó la muerte a los lugares
vecinos, y sin tener compasión alguna por la tierna edad, hizo matar a
todos los que tenían desde una sola noche de nacidos hasta los que
contaban con dos años. Y esto es lo que se nos quiere decir por estas
palabras: "En Belén y en toda su comarca de dos años y abajo".
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Los magos no habían visto pocos días antes
esta estrella desconocida, sino que hacía dos años, como se deduce de
la respuesta que dieron a Herodes. Por eso este rey hizo matar a todos
los niños de dos o menos años de edad, por eso añade el texto sagrado:
"Conforme al tiempo que había averiguado de los magos".
San
Agustín, in sermonibus de Epiphania
Tal vez temía que este niño, a quien las
estrellas obedecían, cambiase su edad para ocultarse y hubiese tomado
la forma de una edad mayor o menor, y por eso parece que mandó matar a
todos los niños de dos años hasta los que sólo tenían un día.
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,11
Quizá Herodes, embargaba su pensamiento en
matar a los niños, pero por peligros que veía muy de cerca dilató
aquella matanza. O tal vez pudo creer que los magos, engañados por la
apariencia de una falsa estrella, tuvieron vergüenza de volverse a él
sin haber encontrado al niño. Así, depuesto todo temor, Herodes dejó
de perseguir al niño, y de esta manera, cumplidos los días de la
purificación, sus padres pudieron con toda tranquilidad subir al
Templo
1. ¿A
quién puede extrañar que un rey ocupado en tantas cosas no advirtiese
este acontecimiento? Y sólo más tarde, cuando se divulgó todo lo que
había acontecido en el Templo, Herodes comprendió que había sido
engañado por los magos. Entonces fue cuando comenzó la matanza de
tantos niños, como refiere el evangelista.
Beda,
homilia in Nat. innocent
La muerte de estos niños fue una profecía
del sacrificio de todos los mártires de Cristo. Este martirio de niños
nos enseña que por la humildad es por donde se consigue la gracia del
martirio. El martirio, que se extiende desde
Belén a todas las cercanías, prefigura la persecución que desde Judea,
cuna de la Iglesia, debía extenderse por toda la tierra. Los mártires
de dos años representan a los mártires perfectos en la doctrina y en
las obras; los de menos de dos años, a las almas sencillas que sufren
por la fe. Que ellos fuesen sacrificados y que Cristo escapase de
manos de sus perseguidores, nos enseña que los impíos pueden hacer
perecer los cuerpos de los mártires, pero no separarlos de Cristo.
Notas
1. Los
Evangelios no son historias biográficas a las exigencias del estilo
moderno. Así, no todo aparece en clara secuencia. El p. Reboli en su
comentario destaca que hay cuatro posiciones frente a la fecha en que
los magos llegaron a Jerusalén. 1) Poco después del nacimiento del
Señor y antes del rito de la Purificación. 2) Después de la
Presentación en el Templo. 3) Dos años después del nacimiento. 4) Un
año después. "Lo más probable es que los magos vinieron después
de la presentación ", dice.
|
17-18 |
Entonces fue cumplido lo que se había dicho por Jeremías el Profeta, que dice: Voz fue oída en Ramá, lloro y mucho lamento. Raquel llorando sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son. (vv. 17-18)
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 9
Después de habernos llenado de horror con
la narración de tan sangriento martirio, el evangelista, para calmar
un tanto esta desagradable impresión, nos manifiesta que todas estas
cosas no sucedieron porque Dios no pudiera impedirlo o porque las
ignorase, sino según lo había anunciado por boca de su profeta. Por
ello dice: "Entonces fue cumplido".
San
Jerónimo, in Ieremiam, 31,15
San Mateo no refiere este pasaje conforme
al texto hebreo, o conforme a los Setenta, lo cual prueba que los
evangelistas y los apóstoles no siguieron la interpretación de nadie
sino que expresaron, como hebreos que eran y en su misma lengua, lo
que según ellos contenía el texto hebreo
1.
San
Jerónimo, in Matthaeum
No debemos tomar a Ramá
2 por el
nombre del lugar que se encuentra cerca de Gueba. Ramá quiere decir
alto, como si dijera: "Voz fue oída en lo
alto", es decir, desde muy lejos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Tal vez porque se trataba de la muerte de
los inocentes, se dice que se oía en las alturas conforme a aquellas
palabras: "La voz del pobre penetra las nubes" (
Eclo 35,21). La palabra lloro,
significa el llanto de los niños, y lamento,
los lamentos de las madres. El dolor de los niños acaba con la muerte,
pero el de las madres se renueva siempre con la memoria. Por eso dice:
"mucho lamento. Raquel llorando sus hijos".
San
Jerónimo, in Matthaeum
Habiendo nacido Benjamín de Raquel, a cuya
tribu no corresponde Belén, podría preguntarse por qué Raquel lloraba
como a sus propios hijos a los hijos de Judá, esto es, a los de Belén.
A esto podría responderse brevemente que fue enterrada cerca de Belén,
en Efratá, y tomó el nombre de madre del lugar donde descansaban sus
restos. O que, siendo Judá y Benjamín dos tribus unidas, y habiendo
mandado Herodes dar muerte a los niños no sólo de Belén sino de todos
sus confines, el hablar de la matanza en Belén, puede entenderse que
también fueron sacrificados muchos niños de la tribu de Benjamín.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti,
q. 62
O por último, que los hijos de Benjamín,
destruidos en otro tiempo por las demás tribus y extinguidos para
siempre, fueron objeto del llanto de Raquel al contemplar la suerte de
los hijos de su hermano, muertos para heredar la vida eterna. Siempre
el infortunado lamenta sus propias desgracias en presencia de la
felicidad ajena.
Remigio
Para pintar el evangelista con colores más
vivos la magnitud del dolor, dijo que aun después de muerta Raquel
había llorado a sus hijos y no quiso ser consolada porque
ya no son.
San
Jerónimo, in Matthaeum
Esto puede tener dos sentidos: o bien que
ella los creía muertos para siempre, o bien que no quería recibir
consuelo de aquellos que sabía que habían de ser vencedores. Así, el
sentido de las palabras: "No quiso ser consolada porque no son", es
éste: no quiso ser consolada de que no existiesen.
San
Hilario, in Matthaeum, 1
No es cierto que hubiesen dejado de
existir aquellos que se tenían por muertos. La gloria del martirio los
había transportado a la vida de la eternidad. Debía, pues, ofrecerse
consuelo por una cosa perdida, no por una cosa acrecentada. Raquel era
la figura de la Iglesia, por mucho tiempo estéril y ahora fecunda; no
gime y llora por los hijos que le han arrebatado, sino porque le han
arrebatado a los que ella hubiera querido conservar como a hijos suyos
muy queridos.
Rábano
Puede también significar a la Iglesia que
llora a los santos muertos a este mundo. Y no desea ser consolada como
si los que vencieron al mundo con la muerte fueran a ser llamados de
nuevo a los mismos combates, porque ciertamente no han de volver al
mundo.
La glosa
Tal vez no quiera ser consolada en este
mundo porque no son, y pone todo su consuelo y su esperanza en la vida
eterna.
Rábano
Raquel -cuyo nombre significa
oveja, o el que ve-, es figura de la Iglesia,
cuyo único deseo es contemplar a Dios. Es también la centésima oveja
que el pastor lleva sobre sus hombros.
Notas
1. La
posición de San Jerónimo, que escribía en el siglo IV, en extremo
sensible respecto del texto de la versión hebrea es bien conocida. Sin
embargo, no fue compartida por muchos Padres. Desde la hodierna
crítica neotestamentaria, el p. Pierre Benoit, O.P., concluye: "El
Nuevo Testamento sigue la mayoría de las veces a los Setenta sin
preocuparse del hebreo; e incluso cuando hay divergencia substancial,
no vacila en apoyarse en el griego en una argumentación de alcance
dogmático. En realidad, la situación es compleja. Los autores
neotestamentarios recurren a veces al texto hebreo; así un determinado
estrato de Mateo. Con frecuencia citan de una manera bastante libre,
que no es idéntica ni al hebreo ni al griego; así Pablo. En conjunto,
adoptan más bien los Setenta como texto que goza de autoridad desde el
comienzo de la Iglesia".
2. Ramá
es el nombre propio de una villa que se encuentra a 8 km. al norte de
Jerusalén donde se habían reunido los que habrían de ser exiliados
después del triunfo de Nabucodonosor. Raquel había sido enterrada no
lejos de Belén. Según el sentido típico, Raquel una segunda vez llora
amargamente, en esta ocasión por las inocentes víctimas de Herodes. (Reboli.)
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19-20 |
Y habiendo muerto Herodes, he aquí el ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto diciendo: "Levántate y toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque muertos son los que querían matar al niño". (vv. 19-20)
Eusebio
de Cesarea, historia ecclesiastica, 1,8 y 1,9
La justicia divina apremió a Herodes hacia
la muerte por el sacrilegio que había cometido contra el Salvador y
por el crimen que había realizado contra los niños inocentes. Por lo
que -como refiere Josefo- diversas enfermedades invadieron su cuerpo,
de manera que, como le fuera dicho por los adivinos, sus suplicios no
eran por una enfermedad corporal, sino por justicia divina. Lleno de
gran furor él mismo mandó reunir y recluir en la cárcel a los más
nobles y principales de toda Judea, mandando que apenas exhalase el
espíritu los asesinasen a todos, de manera que toda Judea llore su
muerte a pesar suyo. Un poco antes de entregar su último aliento,
degolló a su hijo Antípatro, después que había matado a sus dos hijos,
Alejandro y Aristóbulo. Tal fue el final de Herodes, quien padeció
justos suplicios por el asesinato que en Belén había cometido contra
los niños y por las insidias en contra del Salvador. Esto es señalado
por el evangelista cuando dice: "Habiendo muerto Herodes".
San
Jerónimo
Muchos por desconocer la historia caen en
el error de confundir este Herodes, cuya muerte se refiere aquí, con
aquel otro Herodes que se mofó del Salvador en su sagrada pasión.
Aquel Herodes, que más tarde hizo las amistades con Pilato, fue hijo
de este Herodes, y hermano de Arquelao, a quien Tiberio César desterró
a Lyón, después de haberle dado por sucesor en el trono a su hermano
Herodes, como leemos en Josefo. Después que murió el primer Herodes
fue cuando el ángel del Señor se apareció en sueños a José en el
Egipto diciendo: "Levántate y toma al niño y a su madre".
Dionisio, de caelesti hierarchia, 4
Veo que Jesús, colocado por su naturaleza
sobre todos los ángeles, después de haber tomado todo lo que es propio
de nuestra naturaleza, no rehusó nada de cuanto exigía esta ley humana
establecida y aceptada por El, sino que obedientemente se sujeta a
Dios, que le habla por medio de los ángeles. Y por ministerio de los
mismos ángeles ordena a José la ida a Egipto, y más tarde la vuelta de
Egipto a Judea.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Observad que José había sido escogido para
servir a María. Porque ¿quién habría podido prodigarle todos los
cuidados que Ella necesitaba cuando fue a Egipto y cuando volvió de
este país, si no hubiera estado desposada? A primera vista parece que
María es la que nutría al niño y José quien le defendía; pero en
realidad era el niño quien sostenía a María y defendía a José.
"Y vete a la tierra de Israel". Va, pues,
a Egipto como médico para curarlo de las enfermedades del error, pero
no para permanecer allí. Su regreso se explica por estas palabras:
"Porque han muerto los que querían matar al niño".
San
Jerónimo
De aquí debemos deducir que no solamente
Herodes, sino también los sacerdotes y los escribas, habían buscado al
mismo tiempo la muerte del Señor en ese tiempo.
Remigio
Pero si fueron muchos, ¿cómo pudieron
morir en tan poco tiempo? Porque, como se ha dicho, cuando murió
Herodes fueron muertas todas las personalidades, que estaban presas en
la cárcel.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 2
Dícese que esto fue hecho por consejo de
Dios, porque los sacerdotes estuvieron de acuerdo con Herodes en el
criminal proyecto de buscar al niño para matarle. Por ello dice el
evangelista: "Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él".
Remigio
Ciertamente el evangelista habla aquí
usando una figura literaria, y toma a muchos por uno solo. Al decir el
alma del niño, quedan refutados los herejes
que dijeron que Cristo no había tomado el alma, sino que en lugar del
alma tenía la divinidad.
Beda,
homilia in Nat. innocent
La muerte de Herodes, acaecida poco tiempo
después de la matanza de los niños inocentes, y a consecuencia de la
cual Jesús, su Madre y José pudieron volver a Israel, significa que
todas las persecuciones contra la Iglesia habían de ser castigadas más
tarde con la muerte de los perseguidores; que la misma Iglesia gozaría
otra vez de paz; y que los justos que se habían visto obligados a
estar ocultos volverían a su patria. La vuelta de Jesús a Judea
después de la muerte de Herodes significa también que más tarde a la
voz de Henoc y de Elías, los judíos se convertirían a la fe y
abandonarían su obstinada oposición a la verdad.
|
21-23 |
Levantándose José tomó al niño y a su madre, y se vino para tierra de Israel. Mas oyendo que Arquelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes su padre, temió de ir allá: y avisado en sueños, se retiró a las tierras de Galilea. Y vino a morar en una ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese lo que habían dicho los Profetas: Que será llamado Nazareno. (vv. 21-23)
La glosa
José no fue desobediente al aviso del
ángel, y eso significan las palabras: "Levantándose José, tomó al niño
y a su Madre".
El ángel no había fijado a qué lugar de
Judea debía retirarse la Sagrada Familia, a fin de que, dudando José,
se vuelva otra vez y adquiera noticias ciertas con las revelaciones
más frecuentes del ángel. Y eso quieren decir las palabras: "Mas
oyendo que Arquelao reinaba en Judea,..."
Flavio
Josefo, antiquitates iudaias, 17,2; de bello
iudaeorum, 1,18
Herodes tuvo diez mujeres. De siete de
ellas tuvo numerosa sucesión: Antípatro, tenido de Josida, fue el
primogénito; Alejandro y Aristóbulo, de Mariamne; Arquelao, de Maltace,
la samaritana; y Herodes Antipas, que después fue tetrarca, junto con
Filipo, de Cleopatra la jerosolimitana. Habiendo Herodes hecho matar a
sus tres primeros hijos, y debiendo ir el reino después de su muerte y
según el testamento de su padre a manos de Arquelao, la causa fue
llevada a Roma al tribunal de César Augusto. De acuerdo con el Senado,
se distribuyó la monarquía de Herodes de la manera siguiente: La
primera mitad del reino, esto es Idumea y Judea, la dio a Arquelao con
el título de tetrarca, prometiéndole que más tarde le daría el de rey,
si por sus hechos se hacía acreedor a él. Dividió la otra mitad entre
Herodes Antipas, que tuvo Galilea y Perea con el título de tetrarca, y
Filipo, a quien le tocó Iturea y Traconítida. A la muerte de Herodes
su hijo Arquelao vino a ser como un etnarca
1, cuya
soberanía se llama aquí reino.
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,10
Tal vez se preguntará alguno, ¿cómo los
padres de Jesús podían subir todos los años a Jerusalén -según refiere
San Lucas-, si el temor a Arquelao les impedía acercarse allí? No les
era difícil ni peligroso, por el poco tiempo que debían permanecer
allí, ocultarse en medio de la gran multitud de personas que
concurrían los días de fiesta, pero ciertamente habrían tenido miedo
de dilatar su regreso por más tiempo. Terminada la fiesta, habían ya
cumplido los deberes religiosos, y no se exponían a ser vistos si
permanecían allí por más tiempo. Así, las palabras en que San Lucas
nos dice que subían todos los años a Jerusalén, deben entenderse en el
sentido de que lo hacían cuando no tenían que temer la presencia de
Arquelao, que según la historia de Flavio Josefo sólo reinó nueve
años.
"Y avisado en sueños, se retiró a las
tierras de Galilea". Quizá preguntará alguno: ¿cómo José, que temía ir
a Judea, porque Arquelao había sucedido allí a Herodes su padre,
prefirió retirarse a Galilea en donde otro de sus hijos, Herodes, era
tetrarca, según el testimonio de San Lucas? Pero los tiempos en que se
temía por la vida del niño no eran los mismos a los que San Lucas se
refiere, en los cuales habían cambiado todas las cosas de tal modo que
ya Arquelao no era etnarca, sino que Poncio Pilato era el procurador.
La glosa
Pero entonces se preguntará: ¿por qué José
no temió ir a Galilea, siendo así que allí reinaba Arquelao? Porque
era más fácil ocultarse en Nazaret que en Jerusalén, capital del reino
en donde Arquelao solía habitar.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 9
Cambiando de morada y abandonando el lugar
del nacimiento, era fácil ocultarse. Todo el peligro estaba en Belén y
en sus alrededores. Viniendo José a Nazaret, volvía a su patria y
escapaba del peligro. Y eso significan las palabras: "Y vino a morar
en una ciudad que se llama Nazaret...".
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,9
Tal vez podría creerse que estando Nazaret
en Galilea, según el testimonio de San Lucas ellos habían fijado allí
su residencia, y no porque el temor de Arquelao los hubiera retraído
de ir a Jerusalén, como consta de las palabras de San Mateo. A esto se
puede responder que cuando el ángel dijo a José en Egipto: "Ve a la
tierra de Israel", José había entendido que era preferible ir a Judea,
nombre que le parecía convenir mejor a este país. Pero cuando supo que
Arquelao reinaba allí, no quiso exponerse a este peligro, pudiendo
también entenderse por tierra de Israel Galilea, que estaba habitada
también por el pueblo judío. Sin embargo, puede contestarse también,
que tal vez pareció a los padres de Cristo no deber habitar con el
niño sino en Jerusalén, en donde estaba el templo del Señor, y allí
hubieran ido si la presencia de Arquelao no los hubiera llenado de
terror. No habían recibido del cielo las órdenes de que habitaran en
Judea o en Jerusalén despreciando los temores que Arquelao les
inspirase, sino en la tierra de Israel, nombre que también puede
aplicarse, como ya hemos dicho, a Galilea.
San
Hilario, in Matthaeum, 3
Verdaderamente se mantiene el sentido
alegórico. San José representa a los apóstoles, a quienes Jesucristo
había sido confiado para llevarlo por todo el mundo. Después de la
muerte de Herodes, esto es, después de la sentencia dictada contra el
pueblo judío en la pasión del Salvador, les fue ordenado predicar a
los judíos, porque tenían como parte de su misión recoger a las ovejas
extraviadas de Israel. Pero viéndoles persistir en su infidelidad
hereditaria, temen y se retiran, y advertidos por una visión, es
decir, contemplando los dones del Espíritu Santo en los gentiles,
trasladan a ellos la predicación de Cristo.
Rábano
Y también esto representa a los últimos
tiempos de la Iglesia, cuando muchos de los judíos se conviertan por
la predicación de Henoc y de Elías, mientras que la otra parte,
siguiendo el odio del Anticristo, combatirá contra la fe. Aquella
parte de Judea, en la que reinaba Arquelao, representa a los secuaces
del Anticristo; Nazaret de Galilea, donde Jesucristo se retira,
designa el resto de la nación judía que debía abrazar la fe. De aquí
el nombre de Galilea, que significa destierro,
y el de Nazaret, flor de las virtudes, porque
cuanto más se eleva la Iglesia y como que emigra de la tierra al
cielo, tanto más en ella abundan la flor y la savia de las virtudes.
La glosa
A este hecho añade el Evangelio el
testimonio siguiente del profeta: "Para que se cumpliese lo que estaba
escrito por los profetas, que sería llamado Nazareno".
San
Jerónimo
Si el evangelista hubiese citado con
precisión un pasaje, no hubiera dicho "por los profetas", sino
simplemente "lo que fue escrito por el profeta". Pero hablando en
plural demuestra que tomó de la Escritura no las palabras sino el
sentido. Ahora bien, el nombre de nazareno significa santo, y toda la
Escritura llama santo al Señor. También se puede contestar bajo otro
concepto, que aquellas mismas palabras se encuentran literalmente en
el siguiente pasaje de Isaías tomadas de la versión hebrea: "Saldrá
una vara de la raíz de Jesé, y de su raíz subirá una flor" (
Is 11,1).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 3
Pudo suceder también que este pasaje fuese
tomado de alguna profecía que se haya perdido, sin que haya precisión
de apurar la curiosidad respecto de este punto, sabido como es que se
han extraviado muchos escritos proféticos. O también que fuere tomado
de los escritos de otros profetas que no se encuentran en el número de
los libros canónicos, tales como los de Natán y de III Esdras. Pero
sea como fuere, lo cierto es que este punto había sido objeto de una
profecía, como lo acreditan las palabras dirigidas por Felipe a
Natanael: "Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, de quien había escrito
Moisés en la Ley y los profetas". Y ésta es la razón por la que los
primeros cristianos se llamaron nazarenos, nombre que fue sustituido
en Antioquía por el de cristiano.
San
Agustín, de consensu evangelistarum, 2,5
Todo lo que se refiere a los magos y a los
sucesos siguientes a esto, aparece omitido por el evangelista San
Lucas, y ésta es la ocasión de hacer notar para que se recuerde en lo
sucesivo, que cada uno de los evangelistas ordena de tal suerte su
narración, para que se vea como si nada omitiese, y diciendo lo que
quiera decir, callando lo que quiera callar, presenta como una cadena
no interrumpida, en la que los hechos se enlazan unos a otros sin que
entre ellos se note interrupción alguna. Pero como un evangelista dice
lo que otro calla, estudiando atentamente el orden de la narración, se
descubre desde luego el lugar en donde puede colocarse lo que ha sido
omitido por uno y referido por otro.
Notas
1.
Entre la muerte del primer Herodes (4 a.C.) y la ascensión de Arquelao
al trono de Idumea y Judea con aprobación romana, para lo cual debió
viajar a Roma, ocurrió una seria rebelión en Jerusalén que fue
sofocada con gran derramamiento de sangre. Viajó también otro hijo,
Herodes Antipas, a quien se le había dado Galilea y Perea, pero que
aspiraba a ser rey de Judea. La decisión de César Augusto favoreció a
Arquelao, a quien nombró etnarca. Este tuvo un reinado álgido. Antes
incluso de regresar de Roma ya se había desatado otra revuelta, la que
fue doblegada por Varus, gobernador romano de Siria, quien al
abandonar Jerusalén dejó allí una legión romana para guardar el orden.
Fue también enviado a Judea el procurador Sabino, quien igualmente
encontró un ambiente de revuelta popular. También hubo problemas en el
territorio de Antipas, nombrado tetrarca, en Galilea se sublevó Judas,
hijo de Ezequías, y en Perea un tal Simón, quien fue doblegado por las
tropas romanas. (Schürer.)
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