CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-08 |
En aquel tiempo andaba Jesús un día de sábado por unos sembrados; y sus discípulos, como tuviesen hambre, comenzaron a cortar espigas y a comer. Y los fariseos cuando lo vieron, le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado"; pero El les dijo: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él tuvo hambre, y los que con él estaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni a aquéllos que con él estaban, sino a los Sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley que los Sacerdotes los sábados quebrantan el sábado en el templo y están sin pecado? Pues dígoos, que aquí está el que es mayor que el templo. Y si supiéseis qué es: Misericordia quiero, y no sacrificio, jamás condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es Señor aun del sábado". (vv. 1-8)
Glosa
Después de haber contado los milagros y
las predicaciones que tuvieron lugar en el año que precedió a la
cuestión de Juan, pasa a referir lo que se verificó al año siguiente
de la muerte de Juan, cuando Jesucristo era impugnado en todo, por eso
dice: "En aquel tiempo", etc.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,34
Con todo lo que se refiere en este
capítulo están conformes completamente los evangelistas Marcos (
Mc 2) y Lucas ( Lc
6). Pero no ponen ellos las palabras: "en aquel tiempo". Esto es
porque Mateo refiere los hechos según el orden con que se verificaron
y los otros según los fueron recordando. A no ser que se tomen en un
sentido más vasto las palabras: "En aquel tiempo". Esto es, en todo
tiempo en que estas cosas y otras muchas distintas se verificaron. Así
se comprende que después de la muerte de Juan tuvieron lugar todas
esas cosas. Porque es opinión general que Juan fue decapitado poco
tiempo después de haber mandado a sus discípulos a Cristo, de manera
que las palabras: "En aquel tiempo" parecen indicar un tiempo
indeterminado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Mas, ¿por qué aquel que preveía todas las
cosas llevaba en día sábado a sus discípulos por los sembrados, sino
porque quería violar el sábado? Lo quería, en efecto, pero no
simplemente por violarlo, sino con causa. De tal manera nos daba una
ocasión racional para superar la ley, pero sin infringirla. Por esta
razón, a fin de calmar a los judíos, les presenta de antemano la
necesidad natural, que es lo que quiere decir con las palabras: "Y
teniendo hambre sus discípulos". Aunque nunca hay pretexto en las
cosas que manifiestamente son pecados, porque el arrebato no sirve de
exculpación en el matar, ni en el adulterio la concupiscencia, ni
cualquier otro motivo, sin embargo aquí exime el Señor de toda
responsabilidad a sus discípulos, mencionando que estaban hambrientos.
San Jerónimo
Y como leemos en otro evangelista (
Mc 6), los discípulos de Cristo no tenían
tiempo ni aun para comer debido a sus muchas ocupaciones. Pero como
hombres que eran, tenían hambre. Y el hecho mismo de cortar unas
espigas y comer los granos y calmar con ellas su necesidad de sustento
es una muestra de la vida austera que tenían y de que no buscaban
manjares preparados, sino una alimentación sumamente sencilla.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Debéis vosotros admirar a los discípulos
que, a pesar de la necesidad en que se encontraban, no tenían interés
por las cosas corporales, desestimaban la comida de carnes, resistían
el hambre, no se separaban de Cristo, y ni siquiera hubieran tocado
las espigas si no hubieran sido obligados por el hambre intenso.
Vienen enseguida las palabras de los
fariseos: "Mas viéndolo los fariseos, le dijeron: "Mira, tus
discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el sábado".
San Agustín,
de opere monachorum, 23
Los judíos acusaron a los discípulos del
Señor más por tratarse del día sábado que por la sustracción de la
mies, pues estaba mandado al pueblo de Israel ( Dt
23,24-25) que no tuviesen por ladrón al que tomase algo de sus campos,
a no ser que se lo llevara consigo. Es decir que dejasen ir libre e
impune a cualquiera que no tomase más que lo indispensable para
alimentarse.
San Jerónimo
Es de advertir que los primeros apóstoles
se declaran aquí, al superar la letra de la ley con respecto al
sábado, en contra de los ebionitas, que recibían a todos los apóstoles
menos a San Pablo a quien rechazaban como transgresor de la ley. Viene
en seguida lo que Cristo explicó para excusarlos: "Pero el Señor les
dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre?" Recuerda
el Señor a los fariseos, a fin de rechazar su calumnia, el hecho
antiguo de David, que huyendo de Saúl llegó a Nobba, y después de
haber sido recibido por el Sacerdote Achimelec, pidió a éste de comer
( 1Sam 21). Mas no teniendo el patriarca
panes ordinarios, le dio del pan consagrado, que sólo a los sacerdotes
y levitas era lícito comer ( Lev 24).
Procedió así creyendo que era mejor salvar a un hombre del peligro del
hambre, que ofrecer a Dios un sacrificio. Porque la salvación de los
hombres es una ofrenda agradable a los ojos de Dios. Les arguye, pues,
el Señor, y les dice: Si David, a quien miráis vosotros como un santo,
y el patriarca Achimelec, a quien tenéis por intachable, los dos por
una causa aceptable, tuvieron por causa el hambre y violaron la ley,
¿por qué no aprobáis en mis discípulos esta misma causa que asentís en
los demás? Aunque hay una gran diferencia entre ambos hechos: los
apóstoles desmenuzan con las manos las espigas en el día del sábado y
los otros comen el pan de los levitas. Además de que la fiesta de la
luna nueva
1
estaba unida al sábado, que era el momento en que David debía sentarse
a la mesa del Rey, y se escapó lejos del salón regio (
1Sam 20).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Pone el ejemplo de David a fin de excusar
a sus discípulos, porque gozaba David de gran popularidad entre los
judíos. Y no podía oponerse que David era profeta, porque ni aun con
este carácter le era lícito comer del pan consagrado, destinado
exclusivamente para los sacerdotes. Tanta mayor importancia tiene la
excusa de los discípulos cuanta mayor es la que tiene el que hizo
esto. Desde luego, aunque David era profeta, los que lo acompañaban no
lo eran.
San Jerónimo
Es de observar que ni David ni los jóvenes
que con él estaban tomaron los panes de la proposición
2,
hasta que no declararon que estaban puros de todo contacto con mujeres
3.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom
Pero dirá alguno: ¿Qué relación tiene este
ejemplo con la cuestión de que se trata? Pues David no infringió el
día sábado. Pero ahí está la sabiduría de Cristo que apoya su doctrina
en un ejemplo que tiene más fuerza que la violación del sábado. Porque
no es lo mismo infringir el día sábado (cosa que acontecía muchas
veces), que comer los panes consagrados, lo cual no estaba permitido.
Resuelve además de otra manera esta dificultad y da su principal
solución con las palabras: "Mas ¿no habéis leído en la ley que los
sacerdotes en el templo violan el día del sábado y no están en
pecado?".
San Jerónimo
Como si dijera: "Levantáis cargos contra
mis discípulos porque obligados por el hambre cortaron unas espigas en
sábado, mientras que vosotros violáis el sábado inmolando víctimas en
el templo, matando toros y quemando los holocaustos sobre la leña
ardiente"
4. Y
según la versión de otro evangelista: "Vosotros, que circuncidáis a
vuestros hijos en sábado, destruyendo el sábado con la observancia de
otra ley" ( Jn 7). Jamás las leyes de Dios
admiten contradicción entre sí. De esta prudente manera excusa a sus
discípulos de la imputación de transgresores de la ley con los
ejemplos de David y de Achimelec, y hace ver a los judíos que los que
acusan a sus discípulos son los que realmente infringieron sin
necesidad el día del sábado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,2
Y no me digáis que no libra de la
acusación el alegar como ejemplo a otro que ha caído en la misma
culpa, porque cuando el que ha caído en la culpa no es acusado, su
acción en sí misma está excusada. Pero aquí es suficiente lo dicho.
Mas añadió lo que tiene más importancia: "que están sin pecado". Ve
aquí la multitud de pruebas. El lugar, esto es, el templo; el tiempo,
esto es, el sábado; el hecho mismo expresado no por la palabra faltar,
sino por profanar; y el quedar libre no sólo del castigo, sino de toda
culpa. Por eso dice: "Están sin pecado". Este segundo ejemplo no es
semejante al primero acerca de David. Porque este último no había
tenido lugar más que una sola vez, tenía su excusa en la necesidad y
en que David no era sacerdote; pero el otro se verificaba cada sábado
por los sacerdotes y según la ley. Por consiguiente, en el primer
ejemplo los discípulos no son excusados por indulgencia, sino según la
disciplina de la ley. Pero ¿qué no son sacerdotes los discípulos? Son
más que sacerdotes. Les asistía el que es Señor del templo, el que es
la verdad y no la figura. Por eso dice: "Pues os digo que aquí está el
que es mayor que el templo".
San Jerónimo
La palabra hic
5 debe
tomarse como adverbio de lugar y no como pronombre. Equivale a decir
que el lugar en donde está el Señor es mayor que el templo.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 10
Es de observar que un ejemplo está fundado
en la potestad real de David y el otro en la sacerdotal, en aquellos
que por el ministerio que tienen en el templo infringen el día sábado.
De manera que debe estar muy por encima de toda imputación de crimen
por haber arrancado en sábado unas cuantas espigas aquel que es
verdadero rey y verdadero sacerdote.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,2
En seguida, como podría parecer duro a sus
oyentes lo que acababa de decir, se refiere de nuevo a la misericordia
y recalca con cierto ímpetu su discurso con las palabras: "Y si
supiéseis qué es: 'misericordia quiero, y no sacrificio', jamás
condenaríais a los inocentes".
San Jerónimo
Mas ya hemos dicho antes lo que quiere
decir: "Quiero misericordia y no sacrificio". Las palabras: "Jamás
condenaríais a los inocentes", se refieren a los apóstoles, y
significan: si aprobasteis la misericordia de Achimelec cuando dio de
comer a David, que estaba próximo a morir de hambre ¿por qué condenáis
a mis discípulos?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 39,2-3
Observad cómo al inculcar en su discurso
el perdón, demuestra que sus discípulos en verdad no requieren perdón
con las palabras: "porque son inocentes". Cosa que antes había dicho
también respecto de los sacerdotes. Alega además otra razón para
demostrar la inocencia de sus discípulos, y es: que el Hijo del hombre
es Señor hasta del sábado.
Remigio
Se llama a sí mismo Hijo del hombre, y
quiere decir con esto lo siguiente: Aquel a quien vosotros tenéis por
un puro hombre, es Dios, Señor de todas las criaturas, y aun del
sábado, y puede, por lo mismo, variar a su arbitrio la ley, porque El
es el que la puso.
San Agustín,
contra Fausto, 16,28
Mas no prohibió a sus discípulos el cortar
las espigas en el día de sábado, a fin de educar a los judíos que
estaban presentes, así como a los futuros maniqueos, que no arrancan
las yerbas por temor de cometer un crimen.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
En sentido místico: es de advertir que
principia su discurso con las palabras "en aquel tiempo". Es decir,
cuando da las gracias a Dios, su Padre, por la salud que concedió a
todas las naciones. El campo es el mundo; el sábado, el descanso; la
siega, la utilidad que debían sacar los que iban creciendo hacia la
madurez; luego la entrada el día sábado en el campo es la entrada del
Señor en este mundo, cuando la ley había caído en suspenso, y el
hambre es el deseo de salvación de todos los seres humanos.
Rábano
Cortan las espigas cuando apartan a los
hombres de los deseos terrenales; las desgranan, cuando limpian las
almas de las concupiscencias de la carne; comen los granos cuando
llevan al seno de la Iglesia las almas que acaban de convertir.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum 2,2
Nadie pasa al cuerpo de Cristo si no fuere
despojado de las vestiduras de la carne, según aquellas palabras de
San Pablo: "Despojaos del hombre viejo" ( Col
3,9).
Glosa
Practican esto en sábado, es decir, con la
esperanza del descanso eterno, con el que convidan a todos los que les
oyen.
Rábano
Andan también por los campos cultivados
todos los que se complacen en meditar las Escrituras. Tienen hambre
mientras tienen deseo de encontrar en ellas el pan de la vida, esto
es, el amor de Dios. Cortan y desgranan las espigas, mientras discuten
los pasajes, hasta que encuentran lo que está oculto en la letra. Y en
el sábado, mientras descansan apartándose de pensamientos que
perturban.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Los fariseos, que se creían dueños de las
llaves del reino de los cielos, arguyen a los discípulos de haber
obrado mal. El Señor sólo les habla de una profecía, para un tiempo
lejano. Y, para demostrar que este hecho encierra la ciencia del
porvenir añade: " Y si supiéseis qué es: misericordia quiero, y no
sacrificio". Porque no consiste la obra de nuestra salvación en el
sacrificio, sino en la misericordia. Cesando la ley, nos salva la
bondad de Dios. Si ellos hubieran comprendido su beneficio, jamás
hubieran condenado a los inocentes (esto es, a los apóstoles) a
quienes acusaban por animadversión de haber infringido la ley. Cesando
la antigüedad de los sacrificios, la nueva ley de la misericordia les
hubiera favorecido a todos mediante los Apóstoles.
Notas
2. Los
panes de la proposición eran aquellos doce panes, en memoria de las
doce tribus, que todos los sábados se ofrecían y se guardaban en el
tabernáculo. Solo los podían comer los sacerdotes y levitas.
4. (Reboli)
"Los sacerdotes trabajaban en el templo todos los sábados para
preparar los sacrificios de los animales, lo que les era permitido por
Núm 28,9; naturalmente con mucha mayor razón
están excusados los que sirven a Cristo, Señor del templo y del
sábado".
5. La
Vulgata dice: "dico autem vobis quia templo maior est
hic ". En el griego wde
es también adverbio.
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09-13 |
Y habiendo pasado de allí, vino a la sinagoga de ellos: Y he aquí un hombre que tenía la mano seca, y ellos, para acusarle, le preguntaron, diciendo: Si es lícito curar en los sábados. Y El les dijo: "¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una oveja, y si ésta cayere el sábado en un hoyo, por ventura no echará mano y la sacará? ¿Pues cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que lícito es hacer bien en sábado". Entonces dijo al hombre: "Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restituida sana como la otra". (vv. 9-13)
San Jerónimo
Como El había destruido los argumentos que
ellos alegaban para acusar a los discípulos de que habían infringido
el sábado, tratan ahora de calumniarlo. Por esta razón se dice: "Y
habiendo salido de allí, vino a la sinagoga".
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Todo lo que precede lo habló y lo hizo el
Señor en el campo. Después entró en la sinagoga.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,35
No hay dificultad en creer que tanto el
hecho del corte de las espigas, como el de la curación del hombre, se
realizaron en el mismo día, puesto que aquí sólo se hace referencia al
sábado. A no ser que San Lucas ( Lc 6)
hubiese querido decir que todo esto se hizo en otro sábado. Por
consiguiente, lo que dice San Mateo: "Y habiendo pasado de allí, vino
a la sinagoga de ellos", significa que El no fue a la sinagoga sino
después de haber salido del campo, sin indicarnos después de cuánto
tiempo salió del campo y fue a la sinagoga. De esta manera se
comprende perfectamente la narración de San Lucas, que dice que la
curación de la mano fue hecha en otro sábado.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Después de haber entrado el Señor en la
sinagoga, le presentaron a un hombre que tenía seca una mano. Con el
objeto de hostilizarlo le preguntan astutamente si era lícito curar en
el día del sábado. Por eso sigue: "He aquí un hombre que tiene la mano
seca, y le preguntaban", etc.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,1
No le preguntan para informarse, sino con
la intención de acusarle según su respuesta. Por eso sigue: "Para
acusarle", aunque para esta acusación les bastaba el mismo hecho. Pero
ellos trataban de sorprenderlo en las palabras, preparándole más
sutilezas.
San Jerónimo
Le preguntan si era lícito curar en los
sábados, con el objeto de considerarlo o cruel o un necio si no
curaba, y si curaba, acusarlo por infractor de la ley.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,35
Puede aquí proponerse la cuestión
siguiente: ¿Cómo es que dijo San Mateo que le preguntaron al Señor si
era lícito curar en día de sábado, cuando San Marcos y San Lucas (
Lc 6,9) dicen que les preguntó el Señor a
ellos si era lícito hacer bien o mal en sábado? Debe entenderse todo
esto en este sentido: ellos fueron los primeros que preguntaron al
Señor si era lícito curar en sábado y, comprendiendo el Señor la
intención que tenían de buscar un medio para acusarlo, les puso
delante el hombre a quien iba a sanar. Entonces les preguntó lo que
refieren San Marcos y San Lucas. Y al permaner ellos sin saber qué
contestar, les propuso la comparación de la oveja y concluyó diciendo
que era lícito hacer bien en sábado. Por eso sigue: "¿Qué hombre habrá
de entre vosotros que teniendo una oveja?", etc.
San Jerónimo
De tal manera resuelve la cuestión que le
habían propuesto, que en su misma pregunta ya condena su avaricia. ¿Si
vosotros, dice, os dais prisa, sin atender más que a vuestra avaricia,
a sacar en el sábado a una oveja o a cualquier otro animal que ha
caído en un hoyo, con cuánta más razón debo yo ayudar a un hombre, que
vale más que una oveja?
Rábano
Resuelve El con un ejemplo a propósito la
cuestión y les hace ver que aquellos que censuran las obras de caridad
y se entregan a las de la avaricia, interpretando mal la ley, dicen
que no se deben hacer obras buenas en sábado, siendo así que solamente
debemos abstenernos de las malas. Ellos son quienes infringen el día
del sábado. Por eso se lee ( Lev 23,7): "No
haréis vosotros en estos días obra alguna servil". Esto es, pecado
alguno. Porque así como en el eterno descanso se extinguirá el mal, el
bien permanecerá.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,35
De la comparación con la oveja resulta ser
lícito hacer el bien en sábado. Así lo dice el Señor: "Es permitido
hacer el bien en los sábados".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,1
Observad las varias excusas que da para la
infracción del sábado. Pero como estaba incurablemente enfermo, él
pasa a su curación. Por eso sigue: "Entonces dice al hombre: Extiende
la mano", etc.
San Jerónimo
En el Evangelio que usan los nazarenos y
los ebionitas y que algunos llaman el auténtico de San Mateo, el
hombre que tenía la mano seca es llamado albañil, y hacía su súplica
en los términos siguientes: Yo era albañil y buscaba el sustento con
mis manos, te suplico ¡oh, Jesús! que me devuelvas la salud, a fin de
que no pida vergonzosamente la comida.
Rábano
Jesús enseña y obra maravillas,
principalmente en los sábados, no sólo a causa del sábado espiritual,
porque como El buscaba la salvación de todos, y en esos días había más
gente del pueblo.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
En sentido místico, después de haber
vuelto de la mies, de la que los Apóstoles habían ya recibido frutos
sazonados, vino a la sinagoga, donde tenía El ya preparada la obra de
su propia cosecha. Porque muchos de los que habían sido curados se
encontraron después en compañía de los apóstoles.
San Jerónimo
En la sinagoga estuvo seca la mano,
incapaz de hacer obras divinas, hasta la venida del Salvador. Pero
después que descendió al mundo, esa mano derecha fue restituida por
los apóstoles a los creyentes y recobró su antigua fuerza.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Toda curación está en el Verbo y la mano
enferma es devuelta a la salud como la otra; es decir, se hace capaz
del ministerio de la salud y semejante a la de los apóstoles. De esta
manera enseña a los fariseos a que admitan el ministerio de la salud
en los apóstoles y les hace ver que ellos mismos serán capaces de
ejercer este mismo ministerio si tienen fe.
Rábano
O de otro modo, este hombre que tenía la
mano seca representa al género humano que se hizo incapaz de hacer
obras buenas a causa de haber alargado su mano a la manzana. Esta mano
quedó curada por la mano inocente extendida en la cruz. Con razón
estaba seca en la sinagoga la mano, porque la amenaza de una falta
inexcusable es mayor allí donde el don de la ciencia ha sido derramado
con más abundancia. Jesús manda que sea extendida la mano que El va a
curar, porque no puede ser curada la enfermedad de una mano seca con
otro remedio mejor que el de la caridad. Tenía este hombre la mano
derecha seca, porque había dejado de hacer limosnas y sana la
izquierda, porque buscaba su rendimiento. Pero con la venida del Señor
quedó la derecha tan sana como la izquierda, porque distribuía con la
caridad lo que había reunido con la malicia.
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14-21 |
Mas los fariseos, saliendo de allí, consultaban contra El cómo le harían morir. Y Jesús, sabiéndolo, se retiró de aquel lugar, y fueron muchos en pos de El, y los sanó a todos, y les mandó que no le descubriesen, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta Isaías, que dice: He aquí mi siervo, que escogí, mi amado, en quien se agradó mi alma. Pondré mi espíritu sobre El, y anunciará justicia a las gentes. No contenderá, ni voceará, ni oirá ninguno su voz en las plazas. No quebrará la caña que está cascada, ni apagará la torcida que humea hasta que saque a victoria el juicio, y las gentes esperarán en su nombre". (vv. 14-21)
San Hilario,
in Matthaeum, 12
La rivalidad enciende los ánimos de los
judíos, porque no miraban en Jesucristo sino su humanidad y no veían
en sus obras a la divinidad. Por eso dice: "Mas saliendo los
fariseos".
Rábano
Dice "saliendo", porque Dios estaba
desterrado de sus almas. "Consultaron", sobre la manera para conseguir
perderle.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Y sabiendo El su determinación se retiró
de allí, para estar lejos de todo designio inicuo. Por eso sigue: "Mas
sabiéndolo Jesús".
San Jerónimo
Es decir, sabiéndolo se retiró, a fin de
evitarles a los fariseos toda ocasión de poder poner en práctica los
malignos proyectos que contra El tenían.
Remigio
O también, se retiró de allí como el
hombre que huye de las emboscadas de los que lo persiguen, porque aún
no había llegado el tiempo, ni era aquél el lugar de la pasión.
Ciertamente no convenía que el profeta pereciese fuera de Jerusalén,
como dice El mismo ( Lc 13,33). Se separó
además el Señor de aquellos que le perseguían por odio y se fue a
donde había muchos que lo amaban. Por eso sigue: "Y le siguieron
muchos". La muchedumbre de los sencillos ama unánimemente a Aquel a
quien los fariseos con firme resolución buscan para perderle. Por eso
consiguió bien pronto el objeto de sus deseos. "Y los curó a todos".
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Mandó a todos los que curó que guardasen
silencio sobre ello. "Y les mandó que no lo descubriesen", porque la
salud que les había devuelto era testimonio para cada uno. Pero con el
mandato de guardar silencio o secreto evitó toda ocasión de
vanagloria, a pesar de que no sería menos divulgado su nombre por la
misma reserva del silencio que exigía, puesto que la guarda del
silencio partía de un hecho que por sí mismo se evidenciaba.
Rábano
Con este proceder nos enseña que no
busquemos la gloria exterior cuando hiciéremos alguna cosa grande.
Remigio
Manda que no lo descubran, a fin de evitar
mayor responsabilidad a aquellos que le perseguían.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
A fin de que no nos asustemos de la
increíble insania de los fariseos, nos trae a la memoria la profecía
que ya lo tenía predicho. Porque era tan grande la solicitud de los
profetas en relación al Mesías, que no omitieron nada de su vida,
profetizaron sus viajes y sus pasos y hasta la intención que tenía en
todo, a fin de que estuviéramos convencidos de que el Espíritu Santo
era el que hablaba todas estas cosas mediante los profetas. Porque si
es imposible penetrar en el pensamiento del hombre, mucho más lo es en
las intenciones del Señor, a no ser que las revele el Espíritu Santo.
Por eso sigue: "Para que se cumpliese lo que fue dicho por Isaías:
He aquí mi siervo " ( Is
42), etc.
Remigio
Nuestro Señor Jesucristo fue llamado
siervo de Dios Omnipotente, no según su divinidad, sino según la
economía de la Encarnación, en la que por obra del Espíritu Santo
recibió de la Virgen una carne sin mancha de pecado. En algunos textos
se lee: "El elegido a quien elegí". Porque fue elegido, es decir,
predestinado por Dios Padre para que fuese Hijo propio y no adoptivo.
Rábano
"A quien elegí", dice, para una obra que
nadie podía llevar a cabo: la redención del género humano y la
reconciliación del mundo con Dios. Sigue: "Mi amado que agradó a mi
alma" ( Mt 17,5).
Remigio
Cuando dice: "A mi alma", no debe
entenderse que Dios Padre tenga alma, sino que se aplican estas
palabras a Dios para expresar su afecto. Y no debe causarnos
admiración el que a Dios se apliquen esas palabras en ese sentido,
puesto que también se le aplican en sentido parecido las demás partes
del cuerpo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
El profeta pone esto al principio para
enseñarnos que todo lo que aquí se dice está conforme con el designio
del Padre. Porque El ama a Aquel a quien ha hecho su Elegido según su
voluntad. La palabra elegido nos da a entender que no es contrario a
la ley ni enemigo del legislador, sino conforme con El. Luego: "porque
es amado por mí, pondré mi espíritu sobre El".
Remigio
Entonces puso también Dios Padre su
Espíritu sobre El, cuando por obra del Espíritu Santo tomó carne de la
Virgen y después, cuando se hizo hombre, recibió la plenitud del
Espíritu Santo.
San Jerónimo
Reposa el Espíritu Santo, no sobre el
Verbo de Dios y sobre el Hijo único, que procede del seno del Padre,
sino sobre Aquél de quien se dijo: "He aquí mi siervo". En las
palabras siguientes vemos lo que piensa hacer mediante El. "Y
anunciará mi juicio a las gentes".
San Agustín,
de civitate Dei, 20,30
Es decir, que el Señor anunciará el juicio
venidero a las gentes que lo ignoran.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
En seguida dice, para manifestar su
humildad: "No contenderá". Porque se ofreció como le pareció y se
presentó de buena voluntad a sus perseguidores: "Ni voceará". Porque
enmudecerá como el cordero delante del que lo trasquila: "Ni oirá
nadie su voz en las plazas".
San Jerónimo
Abierto está el camino ancho que va a la
perdición y muchos caminan por él. Y es que son muchos los que no oyen
la voz del Salvador, porque se encuentran en el camino ancho y no en
el angosto que lleva a la vida.
Remigio
La palabra griega
plateia (plateia)
corresponde a la latina latitudo, plaza pública, y en las plazas nadie
oyó su voz, porque no vino a este mundo a prometer los deleites de la
vida a los que los aman, sino la rectitud.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Quería el Señor curar a los judíos
mediante esta mansedumbre. Por ello dio ejemplo, y a pesar de que
ellos se le resistían no los escarmentó destruyéndolos. Por eso dice
el profeta, para evidenciar su tara y manifestar la virtud del
Salvador: "No romperá la caña cascada, y no apagará la mecha que
humea" ( Is 42,3).
San Jerónimo
Rompe la caña cascada aquel que no da la
mano al pecador ni lleva la carga de su hermano, y apaga la mecha que
humea aquel que desprecia la pequeña centella de la fe en los que
creen.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,30
De aquí es que El no quebró ni suprimió a
sus perseguidores judíos, que son comparados a la caña cascada porque
perdieron su integridad, y a la mecha que humea porque apagaron la
luz, sino que los perdonó porque no había venido El a juzgarlos, sino
a ser juzgado por ellos.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 2,3
Es de notar que cuando desaparece la luz,
la mecha despide mal olor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
O también por las palabras: "No romperá la
caña cascada", significa que le era a El tan fácil romperlos a todos
como a una caña, y no como a una caña simplemente, sino como a una
caña cascada. Y por las palabras: "No apagará la mecha que humea", nos
demuestra el encendido furor de los judíos, y la poderosa virtud de
Cristo para extinguir con toda facilidad semejante furor; en todo lo
cual brilla la gran mansedumbre de Cristo.
Rábano
Al decir: "Que la caña está cascada pero
no rota", nos da a entender que los cuerpos caducos y cascados de las
naciones aún no están desechos, sino que están reservados para la
salud. Y por las palabras: "No apagaré la mecha que aún humea", nos
manifiesta el resto de fuego que aún conserva una mecha que humea, es
decir, los restos de la antigua gracia que aún se abrigan en el
corazón de Israel; que aún puede por la penitencia recobrar toda la
luz.
Rábano
O por el contrario, llama caña cascada a
los judíos que, agitados por el viento y dispersos los unos de los
otros, no fueron condenados inmediatamente, sino que los sufrió con
paciencia. Y llama mecha que aún humea al pueblo formado de naciones
que después de haber extinguido en su corazón el calor de la ley
natural, estaban envueltas en errores que exhalan un humo detestable y
una negra tiniebla que ofende la vista. Pero el Señor no sólo no
extinguió y redujo a cenizas esos errores, sino que, por el contrario,
levantó de una pequeña chispa de fuego grandísimos incendios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Pero dirá alguno: ¿Y para qué esto?
¿Siempre hemos de estar así? ¿Y soportará hasta el fin a quienes de
esa manera le arman emboscadas y hacen tantas locuras? Lejos de
nosotros tal modo de pensar. Cuando haya cumplido con todo lo que
tenía que hacer El se ocupará de todas esas otras cosas. Por eso
declaró el profeta: "Hasta que saque a victoria el juicio". Cuando
haya cumplido con su misión, entonces tomará satisfacción perfecta.
Cuando El haya levantado un brillante trofeo victorioso, cuando su
causa venza absolutamente y no haya lugar a pretensiosas
contradicciones, resplandecerá su victoria y sus enemigos recibirán su
merecido.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
O también: "Hasta que arroje el juicio a
la victoria", quiere decir que después de haber quitado todo su poder
a la muerte, volverá para el juicio con su gloria.
Rábano
O también, el juicio de que se trata aquí
ha de llegar a la victoria, porque vencerá a la muerte con la
resurrección, volverá victorioso a su reino con la expulsión del
príncipe de este mundo, y estará sentado a la derecha del Padre
mientras tiene puestos bajo sus pies a todos sus enemigos ( 1Cor 15).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Y no se limita su misión sólo a castigar a
los que no creyeron, sino que atraerá a sí a todo el universo: "Y las
naciones esperarán en El".
San Agustín,
de civitate Dei, 20,30
Mas ya vemos cumplido esto último, y esta
realización, que no podemos negar, nos confirma en lo que niegan
imprudentemente algunos, en el juicio final, que se tendrá en la
tierra cuando El baje del cielo ¿y quién creerá que las naciones
tendrán puestas sus esperanzas en Cristo, siendo Este prendido, atado,
azotado, burlado y crucificado, y cuando sus mismos discípulos habían
perdido la esperanza que habían ya comenzado a tener en El? Entonces
apenas un ladrón esperó en la cruz, y ahora todas las naciones
extendidas por la faz de la tierra esperan en ella, y para no perecer
eternamente se santiguan con esa misma cruz sobre la que El murió.
Nadie duda, pues, que el juicio final por Jesucristo tendrá lugar de
la manera que El lo anuncia.
Remigio
Es necesario tener presente que el sentido
de este pasaje se apoya, no sólo en este testimonio, sino también en
el de otros muchos pasajes. La frase "he aquí mi siervo" se refiere a
las palabras del Padre ( Mt 3,17): "Este es mi Hijo"; y cuando dice:
"Yo pondré mi Espíritu sobre El", hace referencia a la venida del
Espíritu Santo sobre el Señor cuando fue bautizado ( Lc 3). Y cuando
añade: "Anunciará el juicio a las naciones", se refiere a las palabras
de San Mateo: "Cuando se sentare el Hijo del hombre en el asiento de
Su Majestad" ( Mt 25,31). Y cuando pone: "No contenderá ni voceará",
quiere decir que el Señor responderá en pocas palabras al príncipe de
los sacerdotes y a Pilato ( Mt 26-27), y nada dirá a Herodes ( Lc 23).
Las palabras: "No romperá la caña cascada", nos dicen que el Señor
huirá de sus perseguidores, a fin de no hacerlos más culpables ( Jn
7-8). Estas palabras: "Las naciones esperarán en su nombre",
significan lo que dijo San Mateo: "Id y enseñad a todas las naciones"
( Mt 28,18).
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22-24 |
Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le sanó, de modo que habló y vio. Y quedaban pasmadas todas las gentes, y decían: "¿Por ventura es éste el hijo de David?" Mas los fariseos, oyéndolo, decían: "Este no lanza los demonios, sino en virtud de Beelzebub, príncipe de los demonios". (vv. 22-24)
Glosa
Después de haber refutado más arriba el
Señor las calumnias de los fariseos, apoyadas en que hacía milagros en
el día del sábado, y porque ellos echaban por tierra los milagros
hechos por virtud divina atribuyéndolos al espíritu impuro, el
evangelista cuenta primero el milagro de que se valieron para
calumniarlo, diciendo: "Entonces le trajeron un endemoniado".
Remigio
La palabra entonces,
se refiere a cuando salió el Señor de la sinagoga, después de haber
sanado al hombre que tenía la mano seca. O también puede tomarse en un
sentido más extenso, y forma el sentido siguiente: mientras se decían
o hacían tales o cuales cosas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 40,3
Admirable es la maldad del demonio. Le
cerró las dos entradas por donde podía pasar la fe: la vista y el
oído; pero el Señor le abrió los dos y lo sanó: "Y le sanó".
San Jerónimo
En un solo hombre hizo el Señor tres
prodigios: darle la vista, darle la palabra, y librarlo del demonio. Y
lo que hizo entonces exteriormente, lo hace todos los días en la
conversión de los pecadores, que después de verse libres del demonio,
reciben la luz de la fe y consagran su lengua, incapaz antes de
hablar, a las alabanzas divinas.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
No sin razón, después de habernos
manifestado a las muchedumbres curadas en común, nos presenta ahora el
evangelista aparte a un hombre poseído del demonio, ciego y mudo.
Porque era conveniente que, después de haberse presentado el hombre de
la mano seca que se hallaba en la sinagoga, la salud de los gentiles
fuese prefigurada en la curación del hombre endemoniado, a fin de que
apareciese capaz de Dios el que antes era habitación del demonio y
estaba ciego y mudo, y viese a Dios en Cristo y confesase en las obras
de Cristo a Dios.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 2,3
Porque aquel que no cree y está sometido
al diablo, que no comprende ni confiesa la fe, o el que no alaba a
Dios, está endemoniado, ciego y mudo.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,37
San Lucas ( Lc
11) no refiere este hecho en el orden dicho, sino después de otras
muchas cosas, y dice, que el hombre estaba tan sólo mudo y no ciego;
pero porque omita esta circunstancia no se debe concluir que habla de
otra curación distinta. Por lo que sigue se ve claramente que se
refiere a la de San Mateo.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
A la vista de este hecho, quedaron
pasmadas las multitudes, pero aumentó la envidia de los fariseos, por
eso sigue: "Y estaban pasmadas todas las turbas, y decían: ¿Por
ventura es éste el hijo de David?"
Glosa
Lo proclamaban hijo de David a causa de su
bondad y de sus beneficios.
Rábano
Mientras las multitudes, que parecían
ignorantes, se admiraban de los prodigios del Señor, los otros, por el
contrario, o los negaban, o si no podían negarlos, trabajaban por
destruirlos con falsas interpretaciones, como si estos prodigios no
fuesen obras de Dios, sino del espíritu impuro, esto es, de Beelzebub,
que era la divinidad de Accarón ( 2Re 1). Por
eso sigue: "Mas los fariseos oyéndolo dijeron: Este no arroja los
demonios, sino en nombre de Beelzebub, príncipe de los demonios".
Remigio
El nombre de Beelzebub es lo mismo que el
de Beel, Baal y Beelphegor. Beel fue padre de Nino, rey de los
Asirios, y fue llamado Baal porque era adorado en las alturas, y
Beelphegor, a causa de la montaña Phega. Zebub fue siervo de Abimelech,
hijo de Gedeón, el cual, después de la muerte de setenta hermanos
edificó un templo a Baal, y se hizo su sacerdote para espantar las
moscas que se reunían allí en gran número, a causa de la mucha sangre
de las víctimas. Zebub significa mosca, y por eso Beelzebub significa
el hombre de las moscas, y por el impuro culto que se le daba lo
llamaban el príncipe de los demonios. No encontrando ellos, pues, nada
más sucio que echar en cara al Señor, le decían que arroja a los
demonios en nombre de Beelzebub. Palabra que debe terminar en
b y no en d, o en t,
como se encuentra en algunos ejemplares corrompidos.
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25-26 |
Y Jesús, sabiendo los pensamientos de ellos, les dijo: "Todo reino, dividido contra sí mismo, desolado será; y toda ciudad, o casa dividida contra sí misma no subsistirá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿pues cómo subsistirá su reino?" (vv. 25-26)
San Jerónimo
Atribuían los fariseos al príncipe de los
demonios las obras de Dios. El Señor contesta, no a sus palabras, sino
a sus pensamientos, para hacerles creer de esta manera en su poder, y
enseñarles que El veía hasta el fondo de sus corazones. "Y el Señor,
sabiendo sus pensamientos, etc."
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,1
Ellos levantaron antes al Señor la
calumnia de que arrojaba los demonios en nombre de Beelzebub. El no
los reprendió entonces, dejando que los milagros diesen a conocer su
poder, y la doctrina misma su grandeza; pero ahora los reprende porque
perseveraban en su calumnia, aunque su acusación fuese sin motivo. La
envidia no examina lo que dice, sino sólo para qué lo dice. Cristo,
sin embargo, no los despreció, sino que les contesta con una
mansedumbre llena de decencia, enseñándonos de esta manera a ser
amables con los enemigos, y a no asustarnos aunque nos digan cosas que
no reconocemos en nosotros, ni tengan motivo alguno para
imputárnoslas. En lo cual prueba que era un embuste cuanto ellos
dijeron de El, puesto que es imposible que el que tiene demonio
aparezca con tanta mansedumbre, y que conozca los pensamientos. Y
porque su sospecha no tenía fundamento alguno, y porque temían a la
multitud, por eso no se atrevieron a publicar la acusación de Cristo,
y sólo la revolvían en el fondo de sus pensamientos. Por esta razón
dice: "Sabiendo sus pensamientos". No hizo el Salvador mención alguna
en sus respuestas de lo que lo acusaban, ni publicó su malicia, se
contentó con decirles que no era su voluntad el denunciar a los
pecadores, sino el serles útil. Y no les contestó valiéndose de la
Escritura, porque sabía que dando ellos a ésta una interpretación
torcida, se burlarían de la Escritura. Por esta razón les responde con
razones fundadas en el sentido común: "Todo reino, dice, dividido
contra sí se disolverá", etc. Porque nada hay en la tierra más
poderoso que un reino, y sin embargo, habiendo luchas en él, perece. Y
si esto pasa en un reino, ¿qué sucederá en una ciudad, o en una casa?
Que perece, ya sea grande, ya sea pequeña, cuando hay en su seno una
lucha que la devora.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
De aquí se sigue que las mismas razones
militan para que perezca una ciudad o casa, que un reino, y por esta
razón continúa el evangelista: "Y toda ciudad o casa dividida contra
sí, no permanecerá.
San Jerónimo
Porque así como crecen las cosas pequeñas
con la concordia, así también por la discordia caen las cosas más
grandes.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
La palabra de Dios, ya se la considere
sencillamente, ya se la mire en su interior y se penetre en su
profundidad, es rica y necesaria para todo progreso. Dejando, pues,
todo lo que dice relación al sentido común, detengámonos en las causas
interiores. El Señor, teniendo que responder a aquello que había sido
dicho respecto de Beelzebub, devuelve su respuesta y la aplica contra
aquellos, a quienes contesta. La ley, en efecto, viene de Dios, pero
la promesa del reino de Israel proviene de la ley. Si el reinado de la
ley se divide contra sí mismo, preciso es que se destruya. De esta
manera, el reino de Israel perdió la ley en el momento en que el
pueblo de la ley atacó en Cristo el cumplimiento de la ley. La ciudad
de la que se habla aquí es Jerusalén, que después de haber encendido
el furor del pueblo bajo en contra del Señor, y después de haber hecho
huir a los Apóstoles con muchísimos fieles, no existirá después de la
división. Y por esta razón, se anuncia su destrucción, como
consecuencia de su división. Dice el Salvador después: "Y si Satanás
arroja a Satanás, ¿cómo permanecerá su reino?"
San Jerónimo
Como si dijera: Si Satanás lucha consigo
mismo, y el demonio es enemigo del demonio, debería venir el fin del
mundo. Estas poderosas potestades, cuyas divisiones dejarían en paz a
los hombres, no tendrían sitio para sus luchas.
Glosa
El Señor les arguye con un dilema
irresistible. Porque Cristo arroja al demonio o por el poder de Dios,
o por el príncipe de los demonios. Si es por el poder de Dios, no hay
motivo para calumniarlo; si es por el príncipe de los demonios, su
reino está dividido y no podrá existir. Es por ello que se alejan del
Reino de Cristo, que es lo que el Señor insinúa que han elegido los
fariseos en el hecho de no creer en El.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,1
O también, si está dividido, es endeble y
perece; pero si perece, ¿cómo tiene poder para lanzar a otro?
San Hilario,
in Matthaeum, 12
O también, si el demonio fue forzado a
esta división intestina, que perturba a los otros demonios entre sí,
es necesario concluir que tiene más poder el que los dividió, que los
que son divididos; luego el reino del diablo, teatro de esta división,
queda destruido.
San Jerónimo
Mas si vosotros, o escribas o fariseos,
pensáis que se retiran los demonios por obedecer a su jefe, para
engañar a los hombres ignorantes con este falso estímulo, ¿qué podéis
decir de las curas corporales que hizo el Señor? Otra cosa es si
atribuís a los demonios las curas y otros prodigios de las fuerzas
espirituales.
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27-28 |
"Y si yo lanzo los demonios en virtud de Beelzebub, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. Mas si yo lanzo los demonios por el espíritu de Dios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios". (vv. 27-28)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Después de la primera solución, pasa a
otra que es más evidente diciendo: "Y si yo lanzo los demonios en
virtud de Beelzebub, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos?"
San Jerónimo
Llama el Señor, siguiendo la costumbre de
los judíos, hijos de los judíos a los exorcistas, o a los Apóstoles
nacidos de su linaje. Si son los exorcistas los que invocando el
nombre de Dios lanzaban los demonios, el Señor, mediante una
contestación adecuada, obliga a los judíos a que confiesen que
semejante obra es propia del Espíritu Santo. Si la expulsión, dice, de
los demonios es en vuestros hijos obra de Dios y no de los demonios,
¿por qué en mí no se ha de reconocer la misma causa? Ellos, pues,
serán vuestros jueces, no por un poder que se les haya dado al efecto,
sino por una sencilla comparación; porque reconocen ellos por causa de
la expulsión de los demonios a Dios, y vosotros al príncipe de los
demonios. Si estas palabras deben entenderse que fueron dichas por los
apóstoles -como es presumible-, ellos serán sus jueces, porque se
sentarán en doce sillas ( Mt 19).
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Por esta razón fueron dignamente
establecidos jueces aquéllos a quienes Cristo, a quien ellos niegan
tuviese poder para lanzar los demonios, confió esa potestad.
Rábano
O bien porque los apóstoles tenían
conocimiento de que El jamás les había enseñado un arte detestable.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Y no dijo el Señor: "Mis discípulos" ni
"mis Apóstoles" sino "vuestros hijos", a fin de ofrecerles de esta
manera una ocasión favorable de que volvieran a su dignidad, si así lo
querían, y de que no tuviesen la más pequeña excusa, si se obstinaban
en su ingratitud. Mas los apóstoles, que habían recibido de Cristo la
facultad de lanzar los demonios, los lanzaban, y sin embargo no los
acusaban, porque no era a las obras a quienes se presentaban ellos
hostiles, sino a la persona. Pone el ejemplo de los Apóstoles, para
hacerles ver que todo cuanto decían de El era de pura envidia. Mas
vuelve en seguida a inducirlos a que se reconozcan, haciéndolos ver
que obran contra sus propios intereses, y son enemigos de su
salvación, debiendo por el contrario de alegrarse por haber venido El
a derramar sobre ellos grandísimos bienes. Por eso sigue: "Y si lanzo
los demonios en el Espíritu de Dios, ha llegado a vosotros el reino de
Dios"; palabras que demuestran que es preciso tener para lanzar a los
demonios, no una gracia cualquiera, sino una gran virtud. Por eso
forma el silogismo: "Luego ha llegado a vosotros el reino de Dios",
que equivale a decir: Si esto es verdad, indudablemente ha llegado el
Hijo de Dios. Esto último lo dice con cierta oscuridad, a fin de que
no se asustasen. Y en seguida, para atraerlos, no les dice
simplemente: ha llegado el reino de Dios, sino: ha llegado a vosotros,
como si dijera: os han venido todos los bienes; ¿por qué, pues,
impugnáis vuestra salud? Todos los profetas anunciaron como señal de
la llegada del Hijo de Dios sus obras maravillosas.
San Jerónimo
Se llama a sí mismo reino de Dios,
conforme a lo que de El se dice en otro lugar: "El reino de Dios está
dentro de vosotros" ( Lc 17,21); y: "Está en
medio de vosotros, a quien vosotros no conocéis" (
Jn 1,26). Ciertamente es éste el reino que predicaron San Juan
y el mismo Señor cuando decían: "Haced penitencia, porque se aproxima
el reino de los cielos" ( Mt 4,17). Es
también, en tercer lugar, el reino de la Escritura Santa, que es
arrebatado a los judíos y entregado a otra nación a causa de sus
frutos ( Mt 21).
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Si los discípulos, pues, obran por medio
de Cristo, y Cristo obra por el Espíritu de Dios, el reino de Dios,
presente en los Apóstoles, os ha sido trasmitido por ministerio de un
mediador.
Glosa
La disminución del reino del diablo es
aumento del reino de Dios.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,5
También puede interpretarse este pasaje de
la manera siguiente: Si yo lanzo los demonios en nombre de Beelzebub,
aun según vuestra opinión, el reino de Dios ha venido a vosotros,
porque el reino del diablo, que según vosotros confesáis, se halla
dividido en sí mismo, no puede existir. El reino de Dios de que aquí
habla, es la condenación de los impíos, y su separación de aquellos
fieles que hacen penitencia por sus pecados.
|
29 |
"¿O cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte y saquear sus alhajas, si primero no hubiere atado al fuerte, y entonces saqueará su casa?" (v. 29)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Después de esta segunda contestación, da
la tercera diciendo: "O cómo puede entrar alguno en la casa del
fuerte?, etc." Por estas palabras se ve bien claro que Satanás no
puede lanzar a Satanás, pero es evidente que nadie puede lanzar a
otro, como no le sea superior. Esto que dice ahora el Salvador es una
continuación de lo que ha dicho antes, pero añadiéndole más fuerza,
porque dice: Estoy tan distante de servirme del diablo, como coadjutor
mío, que, por el contrario, lo combato y lo tengo atado; la prueba de
ello es que yo le quito sus armas. De esta manera viene a demostrar lo
contrario de lo que ellos querían decir de El, puesto que el objeto de
ellos era demostrar que no lanzaba los demonios por su propio poder, y
El les demuestra que no sólo ató a los demonios, sino al príncipe de
los demonios, cosa que está bien clara por las obras que hizo; porque,
¿cómo pudo derrotar a los demonios, si no venció al príncipe de ellos?
A mí me parece ser una profecía todo esto, porque no sólo lanza los
demonios, sino que disipará el error de toda la faz de la tierra, y
hará inútiles todos los esfuerzos del diablo. Y no dice: "quitará",
sino "arrebatará", indicando con esta palabra que lo hará con fuerza.
San Jerónimo
Su casa es el mundo, que tiene por
fundamento la malicia ( 1Jn 5), no por la
dignidad del que lo hizo, sino por la grandeza de los que delinquen.
El fuerte está atado, y relegado al infierno, y pulverizado por el
Señor. Mas no debemos estar seguros, porque nuestro enemigo es llamado
fuerte por boca del mismo vencedor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Y lo llama fuerte, para manifestar su
antigua tiranía, hija de nuestra desidia.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,5
Es decir, aquellos hombres, a quienes él
tenía apresados, no podían sacudir su yugo por sus propias fuerzas,
sino mediante la gracia de Dios. Da el nombre de alhajas del demonio a
todos los infieles. Y El ha atado al demonio, porque le ha quitado el
poder de impedir a los fieles seguir a Cristo, y obtener el reino de
Dios.
Rábano
Ha despojado su casa, porque ha unido a la
Iglesia a todos los que El ha previsto que eran suyos, y que habían
sido arrebatados de los lazos del demonio. O también porque distribuyó
por todo el mundo a sus Apóstoles y a sus sucesores, para que
convirtiesen a todos los hombres. De esta manera, mediante una
parábola irresistible, demuestra el Señor que el demonio no tiene
parte en sus obras, según querían calumniarle los fariseos, sino que
ha salvado al hombre del poder de los demonios por la virtud de Dios.
|
30 |
"El que no es conmigo, es contra mí; y el que no allega conmigo, esparce". (v. 30)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Después de haber dado la tercera solución,
da aquí la cuarta diciendo: "El que no está conmigo está contra mí".
San Hilario,
in Matthaeum, 11
Hace ver el Salvador en este pasaje cuán
lejos está El de haber recibido del demonio potestad alguna, y el
inmenso peligro que trae el pensar mal de El, puesto que el no estar
con El es estar contra El.
San Jerónimo
No se crea que se trata aquí de los
herejes y cismáticos, aunque se les puede aplicar todo a ellos -hasta
con superabundancia-, sino que por lo que sigue, y por el contexto, se
ve que se refiere al diablo, en el sentido de que bajo ningún concepto
pueden compararse las obras de Beelzebub con las obras del Señor.
Aquél desea tener cautivas las almas de los hombres, y el Señor quiere
librarlas; aquél predica la idolatría, y el Señor el conocimiento de
Dios; aquél arrastra al hombre al mal, y el Señor lo lleva a la
virtud: ¿cómo, pues, pueden conformarse cosas tan opuestas?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
El que no allega conmigo, ni está conmigo,
ni será mirado como que obra conmigo, ni lanzará los demonios conmigo,
sino que desea más bien esparcir todo lo que es mío. Pero decidme: si
hubiere que pelear con alguno, el que se negare a favoreceros, ¿no
está en eso mismo contra vosotros? Esto mismo lo dijo ya el Señor en
otro lugar: "El que no está contra vosotros, está por vosotros" (
Lc 9,50). Y este pasaje no está en oposición
con lo que se acaba de decir. Porque aquí habla el Señor del diablo su
enemigo, y allí de un hombre que estaba en parte con sus discípulos, y
de quien ellos dijeron: "Hemos visto a un hombre que lanza en tu
nombre los demonios" ( Mc 9,37). Parece como
que quiso hablar aquí de una manera oculta de los judíos, haciéndolos
semejantes al diablo, porque ellos, en efecto, estaban en contra de
El, y esparcían a cuantos El reunía. Pero es más propio creer que
habló de sí mismo, puesto que El era enemigo del diablo, y El destruyó
todas sus obras.
|
31-32 |
"Por tanto, os digo: Todo pecado y blasfemia serán perdonados a los hombres; mas la blasfemia del Espíritu no será perdonada. Y todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdonada le será; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el otro". (vv. 31-32)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Después de haber respondido el Señor a los
fariseos excusándolos, ahora los atemoriza. En efecto, es parte
importante en la corrección responder excusando, pero también lo es
conminar.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Condena el Señor de una manera severísima
las palabras de los fariseos y la perversidad de todos aquellos que
están conformes con ellos, prometiendo el perdón a los pecados y
negándoselo a todo el que blasfemare contra el Espíritu Santo: "Por
tanto, os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado".
Remigio
Pero es necesario tener presente que no
serán perdonados a cada momento todos los que pecaren, sino sólo los
que hicieren una penitencia en relación con sus pecados. Estas
palabras echan por tierra el error de los novacianos, que sostenían
que, una vez caído el hombre fiel, era impotente para levantarse por
medio de la penitencia para merecer el perdón de los pecados, y
especialmente el de la negación de la fe en la persecución.
Sigue: "Mas la blasfemia
del Espíritu no será perdonada".
San Agustín, sermones, 71,13
No hay diferencia entre las palabras: "La
blasfemia del Espíritu no será perdonada", y las que pone San Lucas:
"No será perdonado aquél que blasfemare contra el Espíritu Santo" (
Lc 12,10). Los dos Evangelios dicen lo mismo,
con la sola diferencia de que el último lo pone en sentido más claro,
y por consiguiente, no hace más que explicar al primero, mas no por
eso lo destruye. En el primero se dice "el Espíritu y la blasfemia",
sin indicar siquiera de quién es ese Espíritu de que se trata, y por
eso, para mejor inteligencia, se añade: "Y cualquiera que dijere una
palabra contra el Hijo del hombre", etc. Por lo tanto, después de
haber condenado toda clase de blasfemias, habla de la blasfemia contra
el Hijo del hombre, blasfemia que en el Evangelio de San Juan está
presentada como un pecado gravísimo, cuando dice del Espíritu Santo:
"El argüirá al mundo del pecado, de la justicia y del juicio; del
pecado, porque no creen en Mí" ( Jn 16,8). Y
sigue: "Y el que pecare contra el Espíritu Santo no será perdonado".
No se dice esto porque en la Santísima Trinidad sea el Espíritu Santo
mayor que el Hijo, error que jamás ha sostenido hereje alguno.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
¿Qué cosa hay tan imperdonable como el
negar en Cristo lo que es de Dios y quitarle la sustancia del Espíritu
de su Padre, habiendo El consumado todas sus obras en el Espíritu de
Dios, y habiéndose reconciliado en El el mundo con Dios?
San Jerónimo
O también puede entenderse este pasaje en
este sentido: el que dijere una palabra contra el Hijo del hombre
escandalizándose de mi carne, me tendrá como un puro hombre. Semejante
error, aunque es una blasfemia y error culpable, sin embargo será
perdonable, a causa de que mi humanidad se presenta a su vista como
una cosa baja. Pero el que a la vista de mis obras divinas, cuyo poder
no puede negar, me calumnia llevado de la envidia, y dice que Cristo,
Verbo de Dios, y las obras del Espíritu Santo son el mismo Beelzebub,
éste no conseguirá el perdón ni en este mundo ni en el otro.
San Agustín,
sermones 71
Mas si se hubiera dicho en este sentido,
se hubiera omitido la palabra blasfemia y todo se reduciría a decir
que todo cuanto se diga contra el Hijo del hombre, considerado tan
sólo como hombre, es perdonable; pero como se lee: "Que todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres", está fuera de duda que la
blasfemia que se dijera contra el Padre está contenida en esa máxima
general, y sólo es imperdonable la que se dijere contra el Espíritu
Santo. ¿Acaso el Padre tomó forma de siervo, para que sea bajo este
concepto superior el Espíritu Santo?
1.
San Agustín,
sermones 71,3
¿Y quién no está convicto de haber dicho
alguna palabra contra el Espíritu Santo antes de ser cristiano
católico? Primeramente los mismos paganos cuando dicen que Cristo hizo
los milagros por la magia, ¿no son por ventura semejantes a los que
dijeron que lanzó El los demonios en hombre de Beelzebub? Y los mismos
judíos y todos los herejes que confiesan al Espíritu Santo, pero que
niegan su presencia en el Cuerpo de Cristo (que es la Iglesia
católica), son semejantes a los fariseos, que negaban que el Espíritu
Santo estaba en Cristo. Y ciertos herejes, como los arrianos,
eunomianos y macedonianos, que, o sostienen que el Espíritu Santo es
una criatura, o niegan la Trinidad de Dios, diciendo que sólo el Padre
era Dios, el cual era llamado unas veces Hijo y otras Espíritu Santo,
como los sabelianos. Y los fotinianos, diciendo que sólo el Padre es
Dios y el Hijo un puro hombre, niegan que el Espíritu Santo sea la
tercera persona de la Trinidad. Es, pues, evidente que los paganos,
los judíos y los herejes blasfeman contra el Espíritu Santo. ¿No
deben, pues, ser abandonados y considerados como incapaces de
salvación? Porque si no puede ser perdonada la palabra que dijeron
contra el Espíritu Santo, en vano es el que se les prometa su
salvación por el bautismo o por su entrada en la Iglesia. Porque no se
ha dicho: "No será perdonado por el bautismo", sino: "No será
perdonado ni en este mundo ni en el otro". De esta manera solamente
están exentos de ese pecado gravísimo aquellos que son católicos desde
su infancia.
San Agustín,
sermones 71,15
Piensan algunos que no se imputa como
pecado contra el Espíritu Santo más que el que cometen todos aquellos
que después de haber sido lavados en la Iglesia por el agua
regeneradora, y después de haber recibido el Espíritu Santo, han
correspondido con ingratitud a este don tan grandísimo del Salvador,
metiéndose en el abismo de algún pecado mortal, como los adúlteros,
los homicidas y los que no se tienen por cristianos o se separan de la
Iglesia Católica. Pero no sé dónde podrán apoyar los que así piensan
esa doctrina, puesto que no se niega a nadie en la Iglesia católica la
penitencia de toda clase de crimen, y el mismo Apóstol nos dice (
2Tim 2,25) que admitamos a los herejes para
que se corrijan, y a fin de que Dios les dé mediante la penitencia el
conocimiento de la verdad. Finalmente, no dice el Señor: "El fiel
católico que dijere una palabra contra el Espíritu Santo", sino "el
que dijere", esto es, cualquiera que dijere, no será perdonado ni en
este mundo ni en el otro.
San Agustín,
de sermone Domini, 1,22
Dice el Apóstol San Juan: "Hay un pecado
que engendra la muerte" ( 1Jn 5,16). Y no
digo que no se pida por el que lo cometiere, sólo digo que el pecado
del hermano que engendra la muerte es el pecado de aquel que, después
de haber conocido a Dios por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo,
ataca su fraternidad; o que después de haberse reconciliado con Dios
mediante su gracia, devorado por el fuego de la envidia ataca a esa
misma gracia. Es tan grande el efecto de este pecado, que no deja
lugar a la humildad de la súplica, aunque obliguen a reconocer y a
confesar ese pecado los remordimientos de la conciencia. Es creíble
que la grandeza de este pecado produce en las almas una especie de
condenación, y sin duda este sentimiento del réprobo no es más que el
pecado contra el Espíritu Santo. Este sentimiento de condenación
consiste en atacar por malicia o por envidia la caridad fraternal
después de haber recibido la gracia del Espíritu Santo, pecado que,
como dice el Señor, "no será perdonado ni en este mundo ni en el
otro". De donde podemos preguntar: cuando los judíos dijeron que el
Señor lanzaba los demonios en nombre de Beelzebub, príncipe de los
demonios, ¿pecaron contra el Espíritu Santo, o sólo debemos tomar esa
blasfemia como dicha tan sólo contra el Señor? Porque en otro lugar
dice de sí mismo: "Si llamaron Beelzebub al padre de familia, ¿con
cuánta más razón puede darse este nombre a sus servidores?" (
Mt 10,25) ¿Es preciso creer que ellos, no
correspondiendo a los beneficios del Señor y estando poseídos de
envidia, pecaron contra el Espíritu Santo, a causa de su grandísima
envidia, aun cuando no fueran aún cristianos? Esto, sin embargo, no se
deduce de las palabras del Señor, y parece que el Señor quiso
aconsejarles que se aproximasen a la gracia, a fin de que no cayesen
en este pecado después de haberla recibido. Ellos dijeron una palabra
mala contra el Hijo del hombre, y hubieran sido perdonados si se
hubieran convertido y hubieran creído; pero si después de recibido el
Espíritu Santo hubieran ellos continuado siendo hostiles a la
fraternidad y a la gracia que habían recibido, no hubieran sido
perdonados ni en este mundo ni en el otro. Porque si El los hubiera
considerado como condenados y sin esperanza alguna de salvación, no
les hubiera dado consejos, como cuando les dijo: "O haced a un árbol
bueno", etc.
San Agustín, retractationes, 1,19
Yo no he afirmado esto, y dije esto por
así parecerme, pero también hube de añadir: Si terminare su vida en
esta infame perversidad del alma; porque no debe perderse la esperanza
de nadie, por criminal que sea, mientras viviere, y no es una
imprudencia el rogar por aquél de quien no se desespera.
San Agustín,
sermones, 71,8
Contiene un gran misterio este pasaje.
Pidamos para su solución la luz divina. Yo digo a vuestra caridad:
quizá en todas las Escrituras no haya otra cuestión tan difícil e
importante como ésta, etc. Os aconsejo primeramente que observéis que
no dijo el Señor: No será perdonada toda blasfemia del Espíritu, ni
tampoco dijo: El que dijere cualquier palabra contra el Espíritu
Santo, sino el que dijere palabra; y
San Agustín,
sermones, 71
por consiguiente, no es necesario creer
que toda palabra contra el Espíritu Santo ya no puede ser perdonada,
sino que es preciso que la palabra sea evidentemente tal, que si se
dice contra el Espíritu Santo no será perdonada. Suelen expresarse las
Escrituras de una manera tal, que cuando alguna cosa no está expresada
ni desde lo general ni desde lo particular, no es necesario que se la
entienda en sentido general excluyendo el particular. Como cuando dijo
el Señor a los judíos: "Si Yo no hubiese venido, y si Yo no les
hubiese hablado, no tendrían pecado" ( Jn
15,22); no quiso decir por estas palabras que los judíos no hubieran
cometido absolutamente pecado alguno, sino que hay un pecado en que
los judíos no hubieran caído si Cristo no hubiera venido.
San Agustín,
sermones, 71
Y el orden de las ideas nos obliga a decir
en qué consiste la manera de blasfemar contra el Espíritu Santo. Se
nos da a entender efectivamente que la paternidad reside en el Padre,
la Encarnación en el Hijo y la comunicación del Padre y del Hijo en el
Espíritu Santo. Quieren, pues, que lo que es común al Padre y al Hijo
nos pusiese también a nosotros en comunicación, no sólo entre nosotros
mismos, sino también entre nosotros y Ellos: "Porque se difundió la
caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado"
( Rom 5,5). Y porque los pecados nos
separaban de la posesión de los verdaderos bienes, la caridad cubre la
multitud de nuestros pecados ( 1Pe 4,8). Que
Cristo nos perdona en nombre del Espíritu Santo, se comprende
fácilmente por las palabras que el Señor dijo a sus discípulos:
"Recibid el Espíritu Santo" ( Jn 20,23), y en
seguida añadió: "Si perdonareis a algunos sus pecados, ellos quedarán
perdonados", etc. El primer beneficio que reciben los fieles es el
perdón de sus pecados en nombre del Espíritu Santo. Contra este don de
la gracia es contra quien protesta el corazón impenitente: esta
impenitencia es la blasfemia del Espíritu, la cual no será perdonada
ni en este mundo ni en el otro, porque dice contra el Espíritu Santo,
en quien se perdonan los pecados, una palabra malísima -o por el
pensamiento o por su lenguaje-, y acumula por la dureza de su corazón
y por su corazón impenitente, para el día de la venganza, la cólera
divina ( Rom 2). Esta impenitencia completa
no tiene perdón ni en este mundo ni en el otro, porque la penitencia
alcanza en esta vida el perdón, para que sirva en la otra. Pero esta
impenitencia no puede ser juzgada mientras se vive sobre la tierra,
porque no debe desesperarse con respecto a nadie el que la paciencia
de Dios lo lleve a la penitencia ( Rom 2) ¿Y
quién sabe si ésos que veis envueltos en el error y que los tenéis por
condenados como si realmente ya lo estuvieran, harán penitencia y
encontrarán en el otro mundo la verdadera vida? Ciertamente, esta
blasfemia puede ser grande y estar dicha con muchas palabras. La
Escritura, sin embargo, suele decir "una palabra" refiriéndose a
muchas palabras. Es por eso, por ejemplo, que a ningún profeta le ha
dicho Dios solamente una palabra y sin embargo se lee: "La palabra que
vino a tal o tal profeta".
San Agustín,
sermones, 71
Quizás pudiere preguntar alguno si es el
Espíritu Santo solo el que perdona los pecados, o si es el Padre o el
Hijo. Contestaremos a esta pregunta, diciendo que también es el Padre
y el Hijo el que perdona; porque dice el Hijo acerca del Padre:
"Vuestro Padre os perdonará vuestros pecados" ( Mt
6,14); y de sí mismo dice: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar
en la tierra los pecados" ( Mt 9,6). ¿Por qué
razón, pues, la impenitencia, que nunca se perdona, se dice que es una
blasfemia que pertenece sólo al Espíritu Santo? Es porque el que es
culpable del pecado de la impenitencia se muestra rebelde al don del
Espíritu Santo, por cuyo don se opera el perdón de los pecados.
San Agustín,
sermones, 71
Es decir, que los pecados, porque no se
perdonan fuera de la Iglesia, deben ser perdonados en ese Espíritu,
que constituye la unidad de la Iglesia. Luego el perdón de los pecados
que se opera por toda la Trinidad, se dice con toda propiedad que
pertenece al Espíritu Santo. El es, en efecto, el Espíritu de adopción
de los hijos, en cuyo nombre exclamamos: "Mi Padre, mi Padre" (
Rom 8,15), a fin de que podamos decir:
"Perdónanos nuestras deudas" ( Mt 6,12). Y en
esto conoceremos, como dice San Juan ( 1Jn
4,13), que Cristo permanece en nosotros por la participación de su
Espíritu que nos concedió.
San Agustín,
sermones, 71
Cualquiera que fuera culpable del pecado
de impenitencia contra el Espíritu Santo, en quien constituye la
Iglesia su unidad, su sociedad, y su comunión, jamás alcanzará el
perdón.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
O de otra manera, según la primera
interpretación, ignoraban los judíos quién era Cristo; pero sabían por
experiencia quién era el Espíritu Santo, puesto que los profetas
habían hablado de El. Por consiguiente dice: Admito que pequéis contra
Mí, a causa de esta carne que me rodea; ¿pero podréis decir del
Espíritu Santo que no le conocéis? Por esta razón no se os perdonará
vuestra blasfemia, y recibiréis aquí y allí el castigo. Porque el
lanzar los demonios y dar la salud son obras del Espíritu Santo. No me
afrentáis, pues, a Mí solo, sino al Espíritu Santo, y por lo mismo
vuestra condenación aquí y allí será inevitable. Porque hay hombres
que sólo pagan por sus pecados en esta vida, como aquellos de quienes
habla San Pablo en una primera carta a los corintios (
1Cor 11), que profanan los misterios
cristianos, pero hay otros que son castigados en el otro mundo, como
el rico condenado de que habla San Lucas ( Lc
16). Y hay otros, en fin, como los judíos, que llevan una vida
intolerable en este mundo desde la toma de Jerusalén, y a quienes
están reservados en el otro otros castigos más severos.
Rábano
La autoridad de este pasaje destruye el
error de Orígenes, quien sostenía que todos los pecadores alcanzarían
después de muchos siglos el perdón de sus pecados; doctrina que queda
completamente refutada con las palabras: "No será perdonado ni en este
mundo ni en el otro".
San Gregorio,
dialogorum libri, 4,34
Nos da a entender con esas palabras que
hay pecados que se perdonan en esta vida, y otros en la otra; porque
lo que se niega sobre un punto se concede sobre los demás. Sin
embargo, este perdón de los pecados en el otro mundo debe entenderse
de los pecados veniales, como las palabras ociosas, las risas
inmoderadas o la falta de cuidado en los deberes ordinarios, que
apenas pueden practicarse sin culpa, o los que no saben como
encaminarse o el extravío en culpas graves por ignorancia. Hay también
algunas cosas que agravan nuestra suerte futura si en esta vida no
hemos obtenido el perdón de ellas, etc. Pero es necesario tener
presente que no será castigado en el purgatorio sino aquel que por su
conducta hubiere merecido en esta vida esta indulgencia.
Notas
1. San
Agustín ilustra su exposición presentando una "blasfemia" contra el
Padre: una afirmación de tipo patripasiano, en la que, al asumir forma
de siervo, el Padre representa el papel del Hijo, y por lo tanto,
sería inferior al Espíritu. Indudablemente, no es éste el pensamiento
de San Agustín, sino una caricatura para explicar este denso pasaje.
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33-35 |
"O haced el árbol bueno, y su fruto bueno; o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque el árbol por el fruto es conocido. Raza de víboras, ¿cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno del buen tesoro saca buenas cosas; mas el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas". (vv. 33-35)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Vuelve el Señor a repetir sus ataques
contra los judíos con nuevos argumentos. Y lo hace así, no para
librarse de su acusación -porque para esto basta lo ya dicho-, sino
por el deseo que tenía de corregirlos. De aquí las palabras: "O haced
un árbol bueno", etc., que equivale a decir: Ninguno de vosotros ha
dicho que es cosa mala librar a algunos hombres de los demonios. Pero
como ellos no atacaban la obra en sí, y se contentaban con mirar al
origen de ella, que en su opinión era el diablo, El les demuestra la
inconsecuencia de esta acusación, concebida fuera de las reglas
ordinarias. Es, en efecto, una simpleza abrigar tal modo de concebir
las cosas.
San Jerónimo
Los estrecha mediante el silogismo, que
los griegos llaman aphycton, que es lo que
nosotros podemos llamar inevitable. El saca
su conclusión contra ellos después de haberlos atacado por los dos
extremos que abraza la argumentación. Si el diablo, dice, es malo, no
puede hacer obras buenas, pero si veis que las que se han hecho son
obras buenas, resulta que tales obras no son del diablo, porque de una
cosa mala no sale una buena ni de una buena una mala.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Porque se juzga el árbol por su fruto y no
el fruto por el árbol, y por eso añade: "Porque el árbol por el fruto
es conocido". Y aunque el árbol da el fruto, el fruto, sin embargo,
especifica al árbol. Pero vosotros hacéis lo contrario, porque no
tenéis que decir nada contra las obras, y formáis un juicio falso del
árbol llamándome endemoniado.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Si refuta, pues, ahora a los judíos, que
después que vieron las obras de Cristo comprendieron que eran efecto
de un poder sobrenatural y, sin embargo, se resistieron a creer que
eran propias de Dios, su respuesta puede extenderse a todos aquellos
que en adelante negaren la fe, a todos los que se arrojaren a la
herejía, y a todos los que rehusaren dar a Cristo el nombre de Dios, y
desconocieren su participación con la sustancia divina. Estos malvados
no son capaces ni para indagar el conocimiento de la verdad, ni para
vivir entre las gentes bajo el velo de la ignorancia. El árbol figura
la humanidad de Cristo; porque por la fecundidad de su virtud puede
producir todo buen fruto, de ahí es que un árbol será bueno llevando
frutos buenos, mas un árbol será malo llevándolos malos. No porque un
árbol malo pueda ser tenido por bueno y recíprocamente; sino que se
pone esta comparación para darnos a entender, que o se debe abandonar
a Cristo como cosa inútil, o se lo debe seguir como fuente de todos
los frutos buenos. Por lo demás, el querer guardar un medio y atribuir
a Cristo ciertas cosas y negarle sus grandes prerrogativas, el
respetarle como a Dios y no admitir en El su participación con la
Divinidad, es una blasfemia contra el Espíritu. Vosotros no os
atrevéis a negarle el nombre de Dios por la admiración que os causa la
grandeza de sus obras, y por sostener vuestra malicia rebajáis su
nobleza y negáis su comunión con la sustancia del Padre.
San Agustín,
sermones, 72,1
O bien en este pasaje nos aconseja el
Señor que seamos buenos árboles para que llevemos buenos frutos: Las
palabras: "Haced un árbol bueno, y os dará buenos frutos" es un
precepto saludable y que debemos obedecer. Y las palabras: "Haced un
árbol malo, y os dará frutos malos" no son un precepto de que así lo
hagáis sino una advertencia para que lo evitéis. El Señor combate en
este lugar a los que decían que se podían hablar cosas buenas y hacer
obras buenas permaneciendo malos; pero el Señor dice que esto no puede
ser: a no ser que se cambiase el hombre para poder cambiar las obras.
Porque el hombre que continúa en la maldad no puede tener obras
buenas, así como el que continúa en el bien, no puede tener obras
malas. Cristo, pues, encontró a todos los hombres malos, pero dio el
poder de hacerse hijos de Dios a todos los que creyeren en El.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Y como el Salvador hablaba no por El, sino
por el Espíritu Santo, por eso riñe a los judíos con las siguientes
palabras: "Raza de víboras, ¿cómo podéis hablar cosas buenas, cuando
sois tan malos?" Estas palabras son una acusación contra ellos y una
demostración de lo que se acaba de hablar, como si dijera: Mirad,
vosotros que sois árboles malos, no podéis llevar frutos buenos. No me
admiro de que os expreséis de esa manera, porque habéis sido mal
educados por padres malos y tenéis un alma mala. Y tened presente que
no dijo: ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas, siendo raza de
víboras? Porque este modo de expresarse no está en relación con lo
anterior, sino que dijo: "¿Cómo podéis hablar cosas buenas, cuando
sois tan malos?". Los llama raza de víboras porque se vanagloriaban en
sus antepasados. Para no dejarles motivo alguno de orgullo los separó
de la raza de Abraham y les atribuyó otros progenitores de costumbres
semejantes a las suyas.
Rábano
O también los llama raza de víboras, es
decir, hijos o imitadores del diablo, porque calumnian a sabiendas las
obras buenas, cosa verdaderamente diabólica. Sigue: "La boca habla de
la abundancia del corazón". Habla de la abundancia del corazón el
hombre que sabe la intención que se lleva en el hablar, cosa que
parece decir más claro cuando añade: "El hombre bueno saca el bien de
un tesoro bueno, y el malo saca del tesoro malo el mal". El tesoro del
corazón es la intención del pensamiento, que mediante un juicio
interior aprecia la utilidad de una obra. Sucede algunas veces, que
las grandes obras reciben una recompensa pequeña, y que los que hacen
resplandecer exteriormente las más grandes virtudes, son, a causa de
la flojedad de su corazón tibio, menos premiados por el Señor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
De esta manera, penetrando lo íntimo del
corazón, nos da una prueba de su divinidad; porque El nos dice que no
solamente serán castigadas las malas palabras, sino también los malos
pensamientos. Y es natural que así sea, porque la superabundancia de
la malicia interior, se derrama exteriormente mediante las palabras.
De ahí es que, cuando se ve que un hombre habla mal, podemos juzgar
que es mayor su malicia interior que la que manifiestan sus palabras.
Porque lo que sale al exterior no es más que la superabundancia de lo
que existe en el interior. De esta manera tocó vivamente a la
culpabilidad de los judíos, porque si lo que ellos dijeron era tan
malo, ¿qué malicia no encerrará la raíz de sus palabras? Y es
apropiado que así sea. No siempre la lengua del hombre manifiesta la
malicia que hay en su interior; pero el corazón, como no tiene por
testigo a ningún hombre, engendra sin miedo los males que quiere. Como
le importa poco el que Dios lo sepa, sólo cuando la malicia interior
es grande es cuando sale al exterior mediante la palabra; y por eso
dijo: "De la abundancia del corazón habla la boca"."
San Jerónimo
Las palabras: "El hombre bueno saca del
tesoro bueno el bien", etc., o bien manifiestan la clase de tesoro de
donde sacaron los judíos la blasfemia cuando blasfemaban contra la
divinidad del Señor, o bien se refieren a lo que precede, y nos dan a
entender que, así como un hombre bueno no puede dar cosas malas, ni un
hombre malo cosas buenas, así Cristo no puede hacer obras malas, ni el
diablo obras buenas.
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36-37 |
"Y dígoos que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (vv. 36-37)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Una vez puestas las premisas, pasa el
Señor a las pruebas, inspirando a los judíos un gran terror,
manifestándoles que serán castigados con la última pena los que
hubieren delinquido en los pecados anteriores. Por eso dice: "Y os
digo que toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán cuenta de
ella".
San Jerónimo
que quiere decir: si toda palabra ociosa
que no edifica a los que la oyen, trae algún peligro al que la dice, y
en el día del juicio darán todos cuenta de sus palabras, ¿cuánto más
vosotros que calumniáis las obras del Espíritu Santo, y decís que yo
lanzo los demonios en nombre de Beelzebub, habréis de dar cuenta de
vuestra calumnia?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Y no dijo: "que vosotros habéis hablado",
porque aplicando sus palabras a todo el género humano hace más
llevadero su pensamiento. Palabra ociosa es la que contiene una
mentira o una calumnia. Algunos extienden su significado a toda
palabra inútil, como, por ejemplo, la que promueve una risa
inmoderada, o indecente o deshonesta.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 6
O también es palabra ociosa la que no
reporta alguna utilidad, o la que se dice sin necesidad. La palabra
que no da utilidad alguna ni al que la dice ni al que la escucha, como
por ejemplo, cuando en lugar de hablar de cosas serias, hablamos cosas
frívolas y nos ocupamos en contar fábulas antiguas. Por lo demás, el
que contesta con bufonadas y abre su boca con grandes risotadas para
decir alguna cosa deshonesta, éste no será culpable de una palabra
ociosa, sino de una palabra criminal.
Remigio
De las palabras anteriores se deducen las
siguientes: "Porque serás justificado por tus palabras, y serás
condenado por tus palabras". Es indudable que todos serán condenados
por las palabras malas que dijeron; pero, sin embargo, no todos serán
justificados por las buenas; para esto es preciso que salga de lo
íntimo del corazón y de una intención piadosa.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Mirad cómo no es duro este juicio. El juez
dará la sentencia, no sobre las cosas malas que dijeron de vosotros,
sino sobre lo que vosotros dijisteis: de ahí es que no son los
acusados los que deben tener miedo, sino los que acusan, porque a
nadie se le obligará el que se acuse a sí mismo de las cosas malas que
oyó, sino de las malas que habló.
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38-40 |
Entonces le respondieron ciertos escribas y fariseos diciendo: "Maestro, queremos ver señal de ti"; y les respondió diciendo: "la generación mala y adulterina, señal pide: mas no le será dada señal sino la señal de Jonás el profeta: porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra". (vv. 38-40)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Como el Señor había hecho ya muchas veces
enmudecer la lengua impertinente de los fariseos por las respuestas
que les había dado, acuden ahora a las obras, que es lo que el
evangelista admirado dice: "Entonces le respondieron ciertos
escribas", etc. Entonces, es decir, cuando les convenía doblegarse,
admirarse y quedarse estupefactos. Pero aun entonces no desisten de su
malicia; porque dicen: "Queremos ver de ti una señal", para prenderle.
San Jerónimo
Exigen una señal como si no fueran señales
las obras que habían visto. San Lucas expresa de una manera más
explícita las señales que pedían ( Lc 11,15).
Nosotros deseamos ver de ti un milagro del cielo. O un fuego como el
de Elías, que bajó del cielo ( 2Re 1)
, o bien un milagro como el de Samuel, que a
pesar de la temperatura del clima hizo tronar, relampaguear y llover.
( 1Sam 7-12) Como si no pudieran ellos llevar
su calumnia sobre semejantes milagros, diciendo que eran resultados de
influencias ocultas y distintas de la atmósfera. Porque si tú
calumnias lo que ves con los ojos, lo que tocas con las manos y de lo
que conoces su utilidad, ¿qué harías de lo que viniera del cielo?
Contestarías sin duda que también los Magos en Egipto han hecho muchos
prodigios en los aires ( Ex 7-8).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Sus palabras respiran adulación e ironía.
Antes injuriaban al Señor, llamándolo endemoniado y ahora lo adulan
denominándolo maestro, por eso les arguye el Señor con energía, y al
contestarles les dice: "Generación perversa". Cuando ellos ultrajaban
al Señor, éste les contestaba con dulzura; y cuando lo adulan les
responde con energía, manifestándonos con esto que El es superior a la
adulación, y que el ultraje no enciende en El la cólera. Todo lo que
dice el Señor se reduce a lo siguiente: ¿Qué extraño es que vosotros,
que no me conocéis, hagáis todas estas cosas contra mí, cuando lo
hacéis también contra el Padre, y a pesar de que tenéis de El una
grande experiencia, lo abandonáis y corréis tras del demonio? Por eso
los llama "generación perversa", porque han sido ingratos con sus
bienhechores, y se han vuelto peores con los beneficios, que es el
último grado de la malicia.
San Jerónimo
Y los llamó también con mucha razón
"adulterina", porque había abandonado a su marido, y según Ezequiel (
Ez 16) se había entregado a muchos amantes.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
De esta manera se manifiesta El igual al
Padre, porque el no creerlo así los hace generación adúltera.
Rábano
Empieza en seguida a contestarles, no
dándoles una señal del cielo (de que eran indignos), sino del profundo
infierno. Mas dio una señal del cielo a sus discípulos, a quienes
enseñó sobre la montaña un símbolo de su gloria eterna (
Mt 17), y después la realidad de verlo
elevarse al cielo ( Mc 16)
. Por eso sigue: "Y no será dada la señal".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
No hacía El los milagros para atraerlos
(porque conocía que eran de piedra) sino para convertir a los demás. O
también, no les dio la señal que ellos pedían porque no la recibirían;
pero se la dio después haciéndoles conocer su poder por aquello que
ocurrió posteriormente. Esto es lo que quiso decir, aunque de una
manera algo encubierta, con las palabras: "Y no será dada la señal a
ellos" que equivale a decir: os he manifestado muchos beneficios,
ninguno de ellos ha sido suficiente para inclinaros a que respetéis mi
virtud, que conoceréis cuando veáis destruida vuestra ciudad. En
seguida intercala el evangelista algunas palabras del Señor sobre su
resurrección, de que ellos tendrían conocimiento por los castigos que
tenían que sufrir; y así dice: "sino la señal de Jonás profeta": Nadie
en realidad hubiera tenido fe en la Cruz, si no hubiera estado apoyada
en los milagros, y si no hubiera sido creída la cruz, tampoco lo
hubiera sido la resurrección. Por eso la llama señal, y para que se
tenga como una verdad, la presenta como una figura profética. Por eso
sigue: "Como estuvo Jonás en el vientre de la ballena", etc.
Rábano
Da a entender que los judíos eran tan
criminales como los ninivitas y estaban próximos a ser destruidos si
no hacían penitencia, pero así como les anuncia Jonás el castigo y el
modo de evitarlo ( Jon 3) ,
así también los judíos no deben desesperarse creyendo que no obtendrán
perdón, si al menos después de la resurrección del Señor hacen
penitencia. Porque Jonás (palabra que significa paloma o el que gime),
es señal de aquél sobre quien desciende el Espíritu Santo en forma de
paloma ( Lc 3), y del que cargó con nuestros
pecados ( Is 53). El pez que tragó a Jonás en
el mar ( Jon 2), significa la muerte que
sufrió Cristo en el mundo. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el
vientre de la ballena y Cristo en el sepulcro. Jonás fue lanzado sobre
la playa árida y Cristo resucitó en la gloria.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 3,24
Quieren algunos, que no comprenden el modo
en que se expresa la Escritura, contar por una noche aquellas tres
horas desde las seis hasta las nueve en que estuvo obscurecido el sol,
y por día aquellas otras tres horas durante las cuales el sol volvió a
iluminar la tierra, esto es, desde las nueve hasta la postura del sol.
Sigue la noche del sábado con su correspondiente día, da por resultado
dos noches y dos días, porque después del sábado sigue la noche del
primer día (esto es, del amanecer del domingo) en que resucitó el
Señor. Serán, pues, dos días y dos noches, más otra noche, que podría
tomarse en toda su extensión, aun cuando no contemos la aurora de la
resurrección como la parte extrema de esta noche, por lo cual contando
seis horas, tres de tinieblas y tres de luz, resultan tres días y tres
noches. Nos resta, pues, como solución para la inteligencia el modo de
expresarse las Escrituras, al tomar la parte por el todo.
San Jerónimo
No quiere decir que estuviera el Señor
tres días y tres noches en el infierno, sino para que se entienda en
parte la Pascua y una parte del domingo, y todo el día sábado.
San Agustín,
de Trinitate, 4,6
La misma Escritura nos asegura que no
fueron completos estos tres días, sino que la tarde del primer día se
cuenta como día entero, al igual que la mañana del tercer día. El
segundo día divide las veinticuatro horas en doce de día y doce de
noche. La noche que termina en la aurora que anunció la resurrección
del Señor pertenece al tercer día. Así como los días primeros fueron
contados desde la luz hacia la noche, a causa de la caída del hombre,
así estos días son contados desde las tinieblas hacia la luz, a causa
de la reparación del hombre.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,1-2
No dijo de una manera clara que
resucitaría, porque serviría esto de burla a los fariseos, sino que lo
hizo con palabras encubiertas, para que aceptaran ellos por la fe lo
que El preveía. Y no dijo en la tierra, sino en el corazón de la
tierra, a fin de anunciarles su sepulcro, y de que nadie creyera que
había sido aparente su muerte. Y puso tres días para no dar lugar a la
menor duda de que realmente había muerto. Pero hasta la misma figura
demuestra la verdad, porque Jonás no estuvo de una manera aparente
tres días en el vientre de la ballena, sino que estuvo en realidad; de
donde resulta bien claro que son hijos del diablo los que siguen la
doctrina de Marción, quien sostuvo que fue una quimera la pasión de
Cristo. Al decir que la señal del profeta Jonás se daría a aquella
generación, el Señor indica que había de padecer por ellos, aunque no
les aprovecharía su pasión.
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41-42 |
"Los Ninivitas se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán: porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás. Y he aquí en este lugar más que Jonás. La reina del Austro se levantará en juicio con esta generación, y la condenará: porque vino desde los fines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí más que Salomón". (vv. 41-42)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,2
El Señor, a fin de que nadie creyera que
los judíos habían de tener el mismo fin que los ninivitas, es decir,
que así como éstos se convirtieron por la predicación de Jonás y
salvaron su ciudad del peligro que los amenazaba, también aquéllos se
convertirían vista la resurrección, nos hace ver todo lo contrario y
nos dice que ningún fruto sacaron ellos de la pasión, y que por lo
mismo sufrirán más severamente por su pecado, como dice más abajo
valiéndose del ejemplo del demonio. Entretanto nos manifiesta la
justicia de su condenación con las palabras: "Los ninivitas se
levantarán en juicio con esta generación".
Remigio
En estas palabras dice bien claro el Señor
que no habrá más que una sola resurrección para los buenos y los
malos, y refuta a los herejes que sostuvieron que había dos
resurrecciones: una para los buenos y otra para los malos. También
destruye con estas palabras la fábula de los judíos de que se
celebraría la resurrección mil años antes que el juicio, puesto que
nos demuestra que en seguida de la resurrección, se celebrará también
el juicio. "Y ellos la condenarán".
San Jerónimo
No por el poder de su sentencia sino por
el ejemplo de su conducta, por lo que añade: "Porque hicieron
penitencia por la predicación de Jonás". "Y he aquí en este lugar más
que Jonás": La palabra hic es adverbio de
lugar, y no pronombre. Jonás predicó tres días, según interpretación
de los Setenta; yo durante un tiempo más largo. Aquél a los Asirios,
gente incrédula; yo a los judíos, pueblo de Dios. Aquél no hizo más
que predicar simplemente y sin hacer milagro alguno; y yo después de
haber hecho tantos, sufro la calumnia de que me llamen Beelzebub.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
No se contenta el Señor con lo dicho sino
que añade la cita de "la Reina de Sabá", etc. Esta cita da aún más
fuerza que la anterior. Porque Jonás marchó a los ninivitas; pero la
Reina de Sabá no esperó que Salomón fuese a donde estaba ella, sino
que ella misma marchó a donde estaba Salomón a pesar de ser mujer y
extranjera, y de países lejanos, y sin tener miedo a la muerte,
llevada sólo del atractivo de las palabras llenas de sabiduría. Llegó
allí, pues, la mujer, y yo he llegado aquí; venía ella de los confines
de la tierra, y yo recorro las ciudades y las aldeas; disputó ella
sobre los árboles y las maderas, yo sobre los inefables misterios.
San Jerónimo
Del mismo modo condenará la Reina de Sabá
al pueblo de los judíos, con que los ninivitas condenarán al incrédulo
Israel. Esa Reina es la Reina de Sabá, de que se habla en el libro de
los Reyes ( 1Re 10), y en las Crónicas (
2Cró 9), que llegó a Jerusalén después de
haber abandonado su reino, pasando por tantas dificultades, con el
objeto de oír la sabiduría de Salomón y ofrecerle muchos regalos. En
la figura de Ninive y de la Reina de Sabá vemos la fe de las naciones,
que fueron preferidas a Israel.
Rábano
Los ninivitas representan a todos los que
dejan de pecar y la Reina a los que no saben pecar, porque la
penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita.
Remigio
Con razón se aplica el nombre de Reina a
la Iglesia, compuesta de muchas naciones; porque sabe ella gobernar
sus costumbres. De ella dice el Salmista: "La Reina ha estado sentada
a nuestra derecha" ( Sal 44,10). La Reina de
Sabá, porque superabunda en ella el fuego del Espíritu Santo, y el
viento cálido del Sur es figura del Espíritu Santo. Y Salomón, que
significa pacífico, representa a aquel de quien se ha dicho: "El es
nuestra paz" ( Ef 2,14).
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43-45 |
"Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por los lugares secos buscando reposo, y no le halla. Entonces dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y cuando viene, hállala desocupada, barrida y alhajada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entran dentro, y moran allí; y lo postrero de aquel hombre es peor que lo primero. Así también acontecerá a esta generación muy mala". (vv. 43-45)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
Después de haber dicho el Señor a los
judíos: "Los ninivitas se levantarán en juicio y condenarán a esta
generación", a fin de que no desprecien sus amenazas por la tardanza
de su realización y se hagan más perezosos para convertirse, les
manifiesta que no sólo en el otro mundo, sino también en éste,
sufrirán grandísimas desgracias, y les presenta la pena que les está
reservada bajo cierto velo. Por eso dice: "Cuando el espíritu
inmundo", etc.
San Jerónimo
Opinan algunos que este pasaje dice
relación a los herejes, a quienes abandona el demonio de que antes
estaban poseídos, cuando pasan de la incredulidad a la fe; pero
después, cuando se vuelven a la herejía y adornan su casa con fingidas
virtudes, el diablo se va a ellos en compañía de otros siete espíritus
malos, habita en ellos y es su fin peor que su principio. Son
efectivamente los herejes de peor condición que los incrédulos, porque
de éstos hay esperanza de que crean, pero en los otros lucha y
discordia. Y aunque sus explicaciones tengan alguna vez algún aplauso
o visos de probabilidad, no sé si tengan la verdad. Por esta razón
termina la parábola o el ejemplo que precede, con las siguientes
palabras: "Así acontecerá a esta generación muy mala". Sin embargo,
nos vemos obligados a aplicar este pasaje, no a los herejes y a otros
hombres de cualquier clase que sean, sino al pueblo judío, porque no
es el contexto de este lugar vago, indeterminado y susceptible, como
acostumbran a hacer los necios, hablando de distintos sentidos; sino
que ofrece una unidad compacta y forma con lo que antecede y con lo
que sigue, desde el principio hasta el fin, un todo. De donde resulta,
que cuando los judíos recibieron la ley salió de ellos el espíritu
inmundo. Arrojado de los judíos anduvo por las soledades de las
naciones.
Remigio
Los lugares secos son los corazones de los
gentiles, que no están humedecidos por las aguas saludables, es decir,
que son extraños a las Escrituras, a los dones espirituales y al
Espíritu Santo.
Rábano
O también son lugares secos los corazones
de los fieles que después de haber sido despojados de la molicie de
los pensamientos disolutos, explora el enemigo astuto, a fin de fijar
en ellos sus pasos; pero no podrá el diablo, que huye de los espíritus
castos, encontrar el descanso que apetece, más que en el corazón de
los malvados. Por eso sigue el evangelista: "Y no encuentra".
Remigio
Creía el diablo que podía tener un
descanso eterno en el corazón del pueblo gentil. "Y no lo encontró".
Porque la gentilidad creyó en el Hijo de Dios cuando apareció por el
misterio de la Encarnación.
San Jerónimo
No hallando el demonio lugar alguno entre
los gentiles después de su conversión al Señor, dijo: Volveré a mi
casa, de donde salí; tengo a los judíos, a quienes había dejado. Y
cuando llegó, encontró su casa vacía, barrida y adornada; en efecto,
estaba vacío el templo de los judíos, y no hospedaba a Cristo que
decía: "Levantaos, y salgamos de aquí" ( Jn
14,31). Y como estaba vacío de Dios y de los ángeles protectores y
estaba adornado con las observancias superfluas de la ley y las
tradiciones de los fariseos, el diablo volvió a este lugar, que ya
había ocupado otras veces y tomó posesión de su antigua casa en
compañía de otros siete demonios. Y lo postrero de este pueblo es peor
que lo primero, porque están poseídos de mayor número de demonios los
que blasfeman en sus sinagogas contra Cristo Jesús, que aquellos que
lo estaban en Egipto antes de conocer la ley, porque es más culpable
no creer en Cristo después de su llegada al mundo, que el no creer en
El antes de venir. El número de siete demonios que se unieron al
diablo, significa o el día del sábado, o los siete dones del Espíritu
Santo, porque, así como se lee en Isaías ( Is
11) que bajaron siete especies de virtudes sobre la flor de la vara de
Jesé, así también por contraposición se consagró al diablo el número
de siete vicios. Con razón, pues, se puede decir, que él tomó siete
espíritus, o por razón de la violación del sábado, o a causa de los
siete pecados capitales contrarios a los siete dones del Espíritu
Santo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 43,3-4
O también es expresión del castigo de los
judíos; porque dice el Salvador que atraerán sobre sí gravísimos males
todos aquellos que después de haber estado poseídos del demonio y
haber sido librados de él cayeron en una grande desidia. Así os
sucederá a vosotros mismos, porque cuando adorabais a los ídolos y
sacrificabais vuestros hijos a los demonios estabais antes apresados
por el demonio, y sin embargo no os abandoné, sino que lancé de
vosotros al demonio por mis profetas, y yo después he venido para
libraros mucho mejor. Pero no queréis hacerme caso, caísteis en un
crimen mayor (porque es más grave quitar la vida a Cristo que a su
profeta). Por esta razón experimentaréis castigos más afrentosos.
Porque los castigos que experimentó en tiempos de Vespasiano y Tito
este pueblo miserable, fueron mucho más terribles que los que sufrió
en Egipto y en Babilonia, y en tiempo de Antíoco. Y no sólo les hace
ver el Señor todo esto, sino la desolación de sus almas, destituidas
de toda clase de virtud, y más accesibles ahora que antes al demonio.
Esta doctrina tiene aplicación no solamente a los judíos, sino también
a nosotros, si después de haber sido iluminados y arrancados de
nuestros primeros pecados nos entregamos a la corrupción, y el castigo
de estos últimos pecados será más terrible que el de los primeros, por
eso dijo Cristo al paralítico "Mira, ya estás curado; no vuelvas a
pecar, no te acontezca otra cosa peor" ( Jn
5).
Rábano
Todo hombre convertido a la fe abandona al
demonio, del que queda libre por el bautismo. Y el demonio, viéndose
arrojado del hombre, recorre los lugares áridos, esto es, los
corazones de los fieles.
San Gregorio Magno,
Moralia, 33,3
Los lugares áridos y secos son los
corazones de los justos. La fortaleza de la disciplina los ha secado
de los humores de las concupiscencias carnales. Los lugares húmedos
son las almas de los hombres terrenales, a quienes, llenándoles de
humores la concupiscencia carnal, les hace caer en la corrupción. En
éstos es en quienes imprime el diablo su perversa huella con tanta más
profundidad, cuanto más desciende al terreno húmedo de esas
desgraciadas almas.
Rábano
Y volviendo a su casa, de donde había
salido, la halló vacía de todo acto bueno, a causa de los efectos de
la negligencia. Limpia de la inmundicia (esto es, de los antiguos
vicios), mediante el bautismo, adornada de falsas vestiduras a causa
de la hipocresía.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,8
Significó el Señor por esas palabras, que
creerán algunos de tal manera, que volverán al mundo por no poder
sufrir las fatigas de la continencia. Las palabras: "Tomó consigo
otros siete espíritus", significan que aquel que cayere de la
justicia, tendrá la hipocresía, porque expulsados los apetitos de la
carne por las obras ordinarias de la penitencia, y no encontrando
donde reposar, vuelven con mayores deseos y ocupan otra vez las almas
negligentes, a fin de que la palabra de Dios, predicada por la sana
doctrina, no pueda entrar nuevamente en esas almas como habitante de
una casa limpia de toda inmundicia. Y no sólo porque habitarán en
ellas los siete vicios contrarios a las siete virtudes espirituales,
sino porque fingirá por medio de la hipocresía tener esas siete
virtudes. Por eso la concupiscencia, a fin de hacer peores los
extremos de esas almas que sus principios, vuelve acompañada de otros
siete espíritus más perversos (esto es, de los mismos siete
fingimientos).
San Gregorio Magno,
Moralia, 7,8
Sucede con frecuencia, que cuando las
almas se engríen por sus primeros progresos, presentan, desde el
momento en que se dejan llevar de la vanidad, una puerta abierta al
terrible enemigo, por donde él se precipita en las almas con tanto más
estrago cuanto mayor fue su dolor durante el tiempo en que estuvo
privado de su dominio.
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46-50 |
Cuando estaba todavía hablando a las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar. Y le dijo uno: "Mira que tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Y El, respondiendo al que le hablaba, le dijo: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: "Ved aquí mi Madre y mis hermanos: Porque todo aquél que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y Madre". (vv. 46-50)
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Como había anunciado todo lo que precede
en nombre de la majestad de su Padre, ahora el evangelista nos
manifiesta lo que contestó al que le dijo que su Madre y sus hermanos
le estaban esperando a la parte de afuera: "Cuando estaba todavía
hablando a las gentes".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,40
Es indudable que sucedió a continuación de
lo anterior lo que aquí nos refiere el evangelista, quien se vale,
antes de referirlo, de la transición siguiente: "Cuando estaba todavía
hablando a las gentes". ¿Y qué quiere decir la palabra todavía, sino
que El estaba hablando aun las cosas que hemos referido? También San
Marcos, después de habernos contado todo lo concerniente a la
blasfemia contra el Espíritu Santo, dijo: "Y llegan su Madre y sus
hermanos" ( Mc 3,31). San Lucas no siguió
este orden, sino que puso primero el hecho, y lo refirió según (
Lc 8) lo iba recordando.
San Jerónimo
De aquí, esto es, de decir el Evangelio
los hermanos del Señor, deduce Helvidio su error. ¿Cómo, dice él, se
llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no eran hermanos
suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos se
toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de
naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como
Esaú y Jacob ( Gén 25); por nacionalidad, así
todos los judíos se llaman entre sí hermanos, como en el Deuteronomio
( Dt 17,15); "No podrás constituir como rey
sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano". Además, se llaman
hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: "Y dijo
Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos" (
Gén 13,8). Los hermanos de cariño lo son, o
de una manera general, o de una manera individual. Así se llaman de
una manera más especial hermanos todos los cristianos, como dice el
Salvador: "Ve y di a mis hermanos" ( Jn
20,17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un
solo padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es
lo que se lee en Isaías: "Decid a los que os aborrecieron: Vosotros
sois nuestros hermanos" ( Is 66,9). Pregunto
yo ahora: ¿de qué manera son hermanos del Señor los que así llama el
Evangelio? ¿Por naturaleza? Pero la Escritura no lo dice ni los llama
hijos de María ni de José. ¿Por la nacionalidad? Pero esto es un
absurdo, porque sería llamar hermanos a unos cuantos judíos, y no a
los demás; siendo así que todos los judíos que estaban allí presentes
tenían derecho a la misma denominación. ¿Es según el sentimiento
humano o sobrenatural? Pero en este sentido ¿quién mejor que los
Apóstoles, a quienes daba el Señor instrucciones íntimas, merecía
llamarse hermano? O si todos (porque son hombres) son hermanos, fue
una cosa necia anunciar como cosa propia a los que lo esperaban fuera
diciendo: "Mira, tus hermanos te buscan". Resulta, pues, que la
palabra hermano debe tomarse no en el sentido de la naturaleza, ni en
el de la nacionalidad, ni en el de afecto, sino en el de parentesco.
San Jerónimo
Las palabras "hermanos del Señor" hacen
suponer a algunos, siguiendo las locuras de algunos apócrifos, y
fingiendo la existencia de una mujerzuela llamada Esca, que José había
tenido otros hijos de una esposa anterior. Pero nosotros comprendemos
bajo la palabra hermano, no los hijos de José, sino a los consobrinos
del Salvador, a los hijos de la tía materna del Señor, la cual es
llamada en el Evangelio madre de Santiago el menor, de José y de
Judas, a quienes en otro lugar del Evangelio ( Mc
6; Gál 1), se les llama hermanos del Señor.
Toda la Escritura nos da testimonio de que el nombre de hermanos se
extiende hasta los consobrinos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Ved ahí el orgullo de sus parientes,
porque debían entrar y mezclarse con las turbas para oírle, o si no
querían esto, esperar hasta el final del discurso y acercársele
entonces. Pero ellos lo llaman afuera y lo hacen en presencia de todos
para manifestar su vanidad y hacer ver a todos que mandan con
autoridad a Cristo, cosa que manifiesta el evangelista e insinúa bajo
cierto velo, cuando dice: "Cuando estaba todavía hablando", que es
como si dijera: ¿No lo podían haber hecho en otra ocasión? ¿Y qué
deseaban ellos hablar? Si era en favor de los dogmas de la verdad,
debían de haberse contentado de una manera ordinaria a fin de ganar de
este modo las almas de sus oyentes; y si era de cosas pertenecientes a
ellos no era oportuno llamarle con tanta prontitud, de donde resulta
que lo hacían llevados de la vanagloria.
San Agustín,
de natura et gratia, 36
Cuanto se diga de los parientes del Señor,
si se trata del pecado, bajo ningún concepto quiero que se diga de la
Virgen María (por el honor de Cristo). Nosotros sabemos que le fueron
concedidas las mayores gracias para triunfar de todo pecado, porque
ella era la destinada a concebir y a dar a luz a quien nos consta que
jamás tuvo pecado alguno.
Sigue: le dijo un cierto hombre: "Mira, tu
Madre y tus hermanos están afuera buscándote".
San Jerónimo
Se me figura que el anunciante no habla
por casualidad ni con sinceridad, sino para tenderle algún lazo, sin
duda para ver si prefería a la obra espiritual la carne y la sangre.
Por eso el Señor, sin negar a su Madre y a sus parientes, sino para
contestar al que le avisaba, rehusó el salir.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Y no dijo: "Marcha, dile que no es mi
Madre", sino que se dirigió al que le avisaba, y contestándole cuando
le hablaba, le dijo: "¿Cuál es mi Madre, y cuáles son mis hermanos?
1"
San Hilario,
in Matthaeum, 12
No se debe juzgar por estas palabras que
en ellas dio El un testimonio de desaire hacia su Madre, puesto que
desde lo alto de la cruz le dio pruebas de solicitud y amor filial (
Jn 19).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Si hubiera El querido negar a su Madre, lo
hubiera hecho cuando los judíos se mofaban de El con ocasión de su
Madre ( Mc 6).
San Jerónimo
No negó El, pues, como pretenden Marción y
Maniqueo, a su Madre, de quien nació, para no dar lugar a que se
creyese que era hijo de un fantasma, sino que quiso destacar el
vínculo con los discípulos sobre el vínculo de parentesco, para
enseñarnos a preferir el vínculo del espíritu al de los parientes.
San Ambrosio,
In Lucam, 6
Es propio del Maestro ofrecer a los demás
un ejemplo en su persona cuando dicta un precepto. Así, el comienza
por cumplirlo. Antes de determinar que quien no deja a su padre y a su
madre no es digno del Hijo de Dios ( Lc
14,26) El se somete al principio señalado. Ciertamente, no reprueba el
cariño filial debido a su madre, pues de El viene el mandamiento:
"Honra a tu padre y a tu madre" ( Ex 50). Más
bien quiere enseñar que más que los piadosos sentimientos y cariño
para su madre por ser físicamente tal, los
que no descarta, busca destacar la unión a la voluntad de su Padre
celestial, en la que se da la mayor unión de las almas
2.
San Gregorio,
homiliae in Evangelia, 3,2
El Señor se dignó llamar hermanos a los
discípulos, diciendo: "Id y anunciad a mis hermanos" (
Mt 28,10). Pero se preguntará: ¿Cómo el que
por la fe se ha hecho hermano de Cristo, puede llegar a ser madre?
Para contestar a esta pregunta debemos tener presente que el que por
la fe se hace hermano o hermana de Cristo, se hace madre por la
predicación, porque viene como a dar a luz al Señor infundiéndolo en
el corazón de los oyentes. Y se hace madre de El, si mediante su voz
engendra en el alma del prójimo el amor del Señor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Lo que se acaba de decir nos enseña
también otra cosa, a saber: que no se debe despreciar la virtud
dejándose llevar de la confianza que puede inspirar el parentesco;
porque si nada aprovecha a la Madre el ser Madre, si no tiene virtud,
¿quién podrá gloriarse de encontrar su salvación en el parentesco?
Porque no hay más que una sola nobleza, el hacer la voluntad de Dios,
y por eso sigue: "Cualquiera, pues, que hiciere la voluntad de mi
Padre, que está en los cielos, es mi hermano, mi hermana y mi Madre".
Muchas mujeres glorificaron a aquella Virgen santa, y a su vientre, y
desearon ser madres parecidas a ella. ¿Quién se lo impide? Abierto
tenéis el camino, y no sólo las mujeres, sino también los hombres
pueden llegar a ser Madre de Dios.
San Jerónimo
Digámoslo de otra manera, el Salvador
habla a las turbas, y en sentido más íntimo, enseña a las naciones: su
Madre y sus parientes, esto es, la sinagoga y el pueblo de los judíos,
están a la parte de afuera.
San Hilario,
in Matthaeum, 12
Tenían ellos, lo mismo que los demás, la
facultad de entrar hasta El; pero porque había venido entre los suyos
y no le recibieron ( Jn 1,2), se abstienen de
entrar y de aproximarse a El.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 3,2
De donde su Madre está afuera, como si no
la conociese, pues no es reconocida la sinagoga por aquel que la
fundó, en atención a que, ateniéndose a la observancia de la ley,
perdió la inteligencia espiritual, y se quedó en la puerta guardando
la letra.
San Jerónimo
Después de haber rogado, de haber buscado
y de haber mandado un mensajero, recibieron la respuesta: tenéis libre
albedrío; si queréis podéis entrar y creer.
Notas
1. La
interpretación de los Padres es general en cuanto a destacar que no se
debe entender por esa frase un rechazo a la Madre de Jesús. Más bien,
son muchos los que destacan que se trata de una alabanza a la Virgen
Santísima. ¿Quien mejor que Ella ha escuchado el designio de Dios y lo
ha puesto por obra? Precisamente, el mensaje del pasaje resulta claro
si se lee en dos planos. Uno primero, en el que se da importancia al
aspecto biológico, que Jesús esclarece remitiéndolo a la más
importante unión espiritual. La Madre queda así adherida públicamente
a la familia escatológica de los discípulos de Jesús, de los cuales
Ella es la primera y más aventajada de todos. Esta enseñanza ha sido
cada vez más esclarecida por la Iglesia, asistida por el Espíritu
Santo. La presencia de María y sus parientes, en el pasaje, sirve como
una especie de disparador de la gran lección que destaca que María, su
Madre, es importante para su misión principalmente por que pronunció
el "Fiat" y es modelo ejemplar de quien escucha la palabra divina y la
pone permanentemente por obra. Aparece así como trasfondo de las
palabras que Ella es Madre y Modelo ejemplar de todos los discípulos.
2. (Aldama)
Tanto la hiperdulía a María, y la teología mariana "entroncan
directamente con las alabanzas a su fe en Lc
1,45; a su maternidad virginal y divina en Lc
1,42s y 46-48, y a ambas juntas en la perspectiva de
Lc 8, 20s". S.S. Juan Pablo II: "¿Se aleja con esto de la que
ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra
del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer en
base al significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin
embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a
sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo
especialísimo. ¿No es tal vez María la primera entre "aquellos que
escuchan la Palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente ¿no se
refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en
respuesta a las palabras de la mujer anónima? Sin lugar a dudas, María
es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre
según la carne ("¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!"), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la
anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque
fue obediente a Dios, porque "guardaba" la palabra y "la conservaba
cuidadosamente en su corazón" (cf. Lc 1, 38.
45; 2, 19. 51) y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar,
por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a
pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino
que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que
se ha llamado solamente "esclava del Señor" ( Lc
1, 38). Si es cierto que "todas las generaciones la llamarán
bienaventurada" (cf. Lc 1, 48), se puede
decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar
inconscientemente aquel versículo profético del Magníficat de María y
dar comienzo al Magníficat de los siglos (
Redemptoris Mater, 20)".
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