CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

31-32   -   33-35   -   36-37   -   38-40   -   41-42   -   43-45   -   46-50


01-08

En aquel tiempo andaba Jesús un día de sábado por unos sembrados; y sus discípulos, como tuviesen hambre, comenzaron a cortar espigas y a comer. Y los fariseos cuando lo vieron, le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado"; pero El les dijo: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él tuvo hambre, y los que con él estaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni a aquéllos que con él estaban, sino a los Sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley que los Sacerdotes los sábados quebrantan el sábado en el templo y están sin pecado? Pues dígoos, que aquí está el que es mayor que el templo. Y si supiéseis qué es: Misericordia quiero, y no sacrificio, jamás condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es Señor aun del sábado". (vv. 1-8)
 
Glosa
Después de haber contado los milagros y las predicaciones que tuvieron lugar en el año que precedió a la cuestión de Juan, pasa a referir lo que se verificó al año siguiente de la muerte de Juan, cuando Jesucristo era impugnado en todo, por eso dice: "En aquel tiempo", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,34
Con todo lo que se refiere en este capítulo están conformes completamente los evangelistas Marcos ( Mc 2) y Lucas ( Lc 6). Pero no ponen ellos las palabras: "en aquel tiempo". Esto es porque Mateo refiere los hechos según el orden con que se verificaron y los otros según los fueron recordando. A no ser que se tomen en un sentido más vasto las palabras: "En aquel tiempo". Esto es, en todo tiempo en que estas cosas y otras muchas distintas se verificaron. Así se comprende que después de la muerte de Juan tuvieron lugar todas esas cosas. Porque es opinión general que Juan fue decapitado poco tiempo después de haber mandado a sus discípulos a Cristo, de manera que las palabras: "En aquel tiempo" parecen indicar un tiempo indeterminado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Mas, ¿por qué aquel que preveía todas las cosas llevaba en día sábado a sus discípulos por los sembrados, sino porque quería violar el sábado? Lo quería, en efecto, pero no simplemente por violarlo, sino con causa. De tal manera nos daba una ocasión racional para superar la ley, pero sin infringirla. Por esta razón, a fin de calmar a los judíos, les presenta de antemano la necesidad natural, que es lo que quiere decir con las palabras: "Y teniendo hambre sus discípulos". Aunque nunca hay pretexto en las cosas que manifiestamente son pecados, porque el arrebato no sirve de exculpación en el matar, ni en el adulterio la concupiscencia, ni cualquier otro motivo, sin embargo aquí exime el Señor de toda responsabilidad a sus discípulos, mencionando que estaban hambrientos.
 
San Jerónimo
Y como leemos en otro evangelista ( Mc 6), los discípulos de Cristo no tenían tiempo ni aun para comer debido a sus muchas ocupaciones. Pero como hombres que eran, tenían hambre. Y el hecho mismo de cortar unas espigas y comer los granos y calmar con ellas su necesidad de sustento es una muestra de la vida austera que tenían y de que no buscaban manjares preparados, sino una alimentación sumamente sencilla.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Debéis vosotros admirar a los discípulos que, a pesar de la necesidad en que se encontraban, no tenían interés por las cosas corporales, desestimaban la comida de carnes, resistían el hambre, no se separaban de Cristo, y ni siquiera hubieran tocado las espigas si no hubieran sido obligados por el hambre intenso.
Vienen enseguida las palabras de los fariseos: "Mas viéndolo los fariseos, le dijeron: "Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el sábado".
 
San Agustín, de opere monachorum, 23
Los judíos acusaron a los discípulos del Señor más por tratarse del día sábado que por la sustracción de la mies, pues estaba mandado al pueblo de Israel ( Dt 23,24-25) que no tuviesen por ladrón al que tomase algo de sus campos, a no ser que se lo llevara consigo. Es decir que dejasen ir libre e impune a cualquiera que no tomase más que lo indispensable para alimentarse.
 
San Jerónimo
Es de advertir que los primeros apóstoles se declaran aquí, al superar la letra de la ley con respecto al sábado, en contra de los ebionitas, que recibían a todos los apóstoles menos a San Pablo a quien rechazaban como transgresor de la ley. Viene en seguida lo que Cristo explicó para excusarlos: "Pero el Señor les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre?" Recuerda el Señor a los fariseos, a fin de rechazar su calumnia, el hecho antiguo de David, que huyendo de Saúl llegó a Nobba, y después de haber sido recibido por el Sacerdote Achimelec, pidió a éste de comer ( 1Sam 21). Mas no teniendo el patriarca panes ordinarios, le dio del pan consagrado, que sólo a los sacerdotes y levitas era lícito comer ( Lev 24). Procedió así creyendo que era mejor salvar a un hombre del peligro del hambre, que ofrecer a Dios un sacrificio. Porque la salvación de los hombres es una ofrenda agradable a los ojos de Dios. Les arguye, pues, el Señor, y les dice: Si David, a quien miráis vosotros como un santo, y el patriarca Achimelec, a quien tenéis por intachable, los dos por una causa aceptable, tuvieron por causa el hambre y violaron la ley, ¿por qué no aprobáis en mis discípulos esta misma causa que asentís en los demás? Aunque hay una gran diferencia entre ambos hechos: los apóstoles desmenuzan con las manos las espigas en el día del sábado y los otros comen el pan de los levitas. Además de que la fiesta de la luna nueva 1 estaba unida al sábado, que era el momento en que David debía sentarse a la mesa del Rey, y se escapó lejos del salón regio ( 1Sam 20).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,1
Pone el ejemplo de David a fin de excusar a sus discípulos, porque gozaba David de gran popularidad entre los judíos. Y no podía oponerse que David era profeta, porque ni aun con este carácter le era lícito comer del pan consagrado, destinado exclusivamente para los sacerdotes. Tanta mayor importancia tiene la excusa de los discípulos cuanta mayor es la que tiene el que hizo esto. Desde luego, aunque David era profeta, los que lo acompañaban no lo eran.
 
San Jerónimo
Es de observar que ni David ni los jóvenes que con él estaban tomaron los panes de la proposición 2, hasta que no declararon que estaban puros de todo contacto con mujeres 3.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom
Pero dirá alguno: ¿Qué relación tiene este ejemplo con la cuestión de que se trata? Pues David no infringió el día sábado. Pero ahí está la sabiduría de Cristo que apoya su doctrina en un ejemplo que tiene más fuerza que la violación del sábado. Porque no es lo mismo infringir el día sábado (cosa que acontecía muchas veces), que comer los panes consagrados, lo cual no estaba permitido. Resuelve además de otra manera esta dificultad y da su principal solución con las palabras: "Mas ¿no habéis leído en la ley que los sacerdotes en el templo violan el día del sábado y no están en pecado?".
 
San Jerónimo
Como si dijera: "Levantáis cargos contra mis discípulos porque obligados por el hambre cortaron unas espigas en sábado, mientras que vosotros violáis el sábado inmolando víctimas en el templo, matando toros y quemando los holocaustos sobre la leña ardiente" 4. Y según la versión de otro evangelista: "Vosotros, que circuncidáis a vuestros hijos en sábado, destruyendo el sábado con la observancia de otra ley" ( Jn 7). Jamás las leyes de Dios admiten contradicción entre sí. De esta prudente manera excusa a sus discípulos de la imputación de transgresores de la ley con los ejemplos de David y de Achimelec, y hace ver a los judíos que los que acusan a sus discípulos son los que realmente infringieron sin necesidad el día del sábado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,2
Y no me digáis que no libra de la acusación el alegar como ejemplo a otro que ha caído en la misma culpa, porque cuando el que ha caído en la culpa no es acusado, su acción en sí misma está excusada. Pero aquí es suficiente lo dicho. Mas añadió lo que tiene más importancia: "que están sin pecado". Ve aquí la multitud de pruebas. El lugar, esto es, el templo; el tiempo, esto es, el sábado; el hecho mismo expresado no por la palabra faltar, sino por profanar; y el quedar libre no sólo del castigo, sino de toda culpa. Por eso dice: "Están sin pecado". Este segundo ejemplo no es semejante al primero acerca de David. Porque este último no había tenido lugar más que una sola vez, tenía su excusa en la necesidad y en que David no era sacerdote; pero el otro se verificaba cada sábado por los sacerdotes y según la ley. Por consiguiente, en el primer ejemplo los discípulos no son excusados por indulgencia, sino según la disciplina de la ley. Pero ¿qué no son sacerdotes los discípulos? Son más que sacerdotes. Les asistía el que es Señor del templo, el que es la verdad y no la figura. Por eso dice: "Pues os digo que aquí está el que es mayor que el templo".
 
San Jerónimo
La palabra hic 5 debe tomarse como adverbio de lugar y no como pronombre. Equivale a decir que el lugar en donde está el Señor es mayor que el templo.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 10
Es de observar que un ejemplo está fundado en la potestad real de David y el otro en la sacerdotal, en aquellos que por el ministerio que tienen en el templo infringen el día sábado. De manera que debe estar muy por encima de toda imputación de crimen por haber arrancado en sábado unas cuantas espigas aquel que es verdadero rey y verdadero sacerdote.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,2
En seguida, como podría parecer duro a sus oyentes lo que acababa de decir, se refiere de nuevo a la misericordia y recalca con cierto ímpetu su discurso con las palabras: "Y si supiéseis qué es: 'misericordia quiero, y no sacrificio', jamás condenaríais a los inocentes".
 
San Jerónimo
Mas ya hemos dicho antes lo que quiere decir: "Quiero misericordia y no sacrificio". Las palabras: "Jamás condenaríais a los inocentes", se refieren a los apóstoles, y significan: si aprobasteis la misericordia de Achimelec cuando dio de comer a David, que estaba próximo a morir de hambre ¿por qué condenáis a mis discípulos?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 39,2-3
Observad cómo al inculcar en su discurso el perdón, demuestra que sus discípulos en verdad no requieren perdón con las palabras: "porque son inocentes". Cosa que antes había dicho también respecto de los sacerdotes. Alega además otra razón para demostrar la inocencia de sus discípulos, y es: que el Hijo del hombre es Señor hasta del sábado.
 
Remigio
Se llama a sí mismo Hijo del hombre, y quiere decir con esto lo siguiente: Aquel a quien vosotros tenéis por un puro hombre, es Dios, Señor de todas las criaturas, y aun del sábado, y puede, por lo mismo, variar a su arbitrio la ley, porque El es el que la puso.
 
San Agustín, contra Fausto, 16,28
Mas no prohibió a sus discípulos el cortar las espigas en el día de sábado, a fin de educar a los judíos que estaban presentes, así como a los futuros maniqueos, que no arrancan las yerbas por temor de cometer un crimen.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
En sentido místico: es de advertir que principia su discurso con las palabras "en aquel tiempo". Es decir, cuando da las gracias a Dios, su Padre, por la salud que concedió a todas las naciones. El campo es el mundo; el sábado, el descanso; la siega, la utilidad que debían sacar los que iban creciendo hacia la madurez; luego la entrada el día sábado en el campo es la entrada del Señor en este mundo, cuando la ley había caído en suspenso, y el hambre es el deseo de salvación de todos los seres humanos.
 
Rábano
Cortan las espigas cuando apartan a los hombres de los deseos terrenales; las desgranan, cuando limpian las almas de las concupiscencias de la carne; comen los granos cuando llevan al seno de la Iglesia las almas que acaban de convertir.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum 2,2
Nadie pasa al cuerpo de Cristo si no fuere despojado de las vestiduras de la carne, según aquellas palabras de San Pablo: "Despojaos del hombre viejo" ( Col 3,9).
 
Glosa
Practican esto en sábado, es decir, con la esperanza del descanso eterno, con el que convidan a todos los que les oyen.
 
Rábano
Andan también por los campos cultivados todos los que se complacen en meditar las Escrituras. Tienen hambre mientras tienen deseo de encontrar en ellas el pan de la vida, esto es, el amor de Dios. Cortan y desgranan las espigas, mientras discuten los pasajes, hasta que encuentran lo que está oculto en la letra. Y en el sábado, mientras descansan apartándose de pensamientos que perturban.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Los fariseos, que se creían dueños de las llaves del reino de los cielos, arguyen a los discípulos de haber obrado mal. El Señor sólo les habla de una profecía, para un tiempo lejano. Y, para demostrar que este hecho encierra la ciencia del porvenir añade: " Y si supiéseis qué es: misericordia quiero, y no sacrificio". Porque no consiste la obra de nuestra salvación en el sacrificio, sino en la misericordia. Cesando la ley, nos salva la bondad de Dios. Si ellos hubieran comprendido su beneficio, jamás hubieran condenado a los inocentes (esto es, a los apóstoles) a quienes acusaban por animadversión de haber infringido la ley. Cesando la antigüedad de los sacrificios, la nueva ley de la misericordia les hubiera favorecido a todos mediante los Apóstoles.
 
Notas
1. Ver Ez 46,1ss; Am 8,5.
2. Los panes de la proposición eran aquellos doce panes, en memoria de las doce tribus, que todos los sábados se ofrecían y se guardaban en el tabernáculo. Solo los podían comer los sacerdotes y levitas.
3. Ver 1Sam 21,1ss.
4. (Reboli) "Los sacerdotes trabajaban en el templo todos los sábados para preparar los sacrificios de los animales, lo que les era permitido por Núm 28,9; naturalmente con mucha mayor razón están excusados los que sirven a Cristo, Señor del templo y del sábado".
5. La Vulgata dice: "dico autem vobis quia templo maior est hic ". En el griego wde es también adverbio.

09-13

Y habiendo pasado de allí, vino a la sinagoga de ellos: Y he aquí un hombre que tenía la mano seca, y ellos, para acusarle, le preguntaron, diciendo: Si es lícito curar en los sábados. Y El les dijo: "¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una oveja, y si ésta cayere el sábado en un hoyo, por ventura no echará mano y la sacará? ¿Pues cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que lícito es hacer bien en sábado". Entonces dijo al hombre: "Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restituida sana como la otra". (vv. 9-13)
 
San Jerónimo
Como El había destruido los argumentos que ellos alegaban para acusar a los discípulos de que habían infringido el sábado, tratan ahora de calumniarlo. Por esta razón se dice: "Y habiendo salido de allí, vino a la sinagoga".
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Todo lo que precede lo habló y lo hizo el Señor en el campo. Después entró en la sinagoga.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,35
No hay dificultad en creer que tanto el hecho del corte de las espigas, como el de la curación del hombre, se realizaron en el mismo día, puesto que aquí sólo se hace referencia al sábado. A no ser que San Lucas ( Lc 6) hubiese querido decir que todo esto se hizo en otro sábado. Por consiguiente, lo que dice San Mateo: "Y habiendo pasado de allí, vino a la sinagoga de ellos", significa que El no fue a la sinagoga sino después de haber salido del campo, sin indicarnos después de cuánto tiempo salió del campo y fue a la sinagoga. De esta manera se comprende perfectamente la narración de San Lucas, que dice que la curación de la mano fue hecha en otro sábado.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Después de haber entrado el Señor en la sinagoga, le presentaron a un hombre que tenía seca una mano. Con el objeto de hostilizarlo le preguntan astutamente si era lícito curar en el día del sábado. Por eso sigue: "He aquí un hombre que tiene la mano seca, y le preguntaban", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,1
No le preguntan para informarse, sino con la intención de acusarle según su respuesta. Por eso sigue: "Para acusarle", aunque para esta acusación les bastaba el mismo hecho. Pero ellos trataban de sorprenderlo en las palabras, preparándole más sutilezas.
 
San Jerónimo
Le preguntan si era lícito curar en los sábados, con el objeto de considerarlo o cruel o un necio si no curaba, y si curaba, acusarlo por infractor de la ley.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,35
Puede aquí proponerse la cuestión siguiente: ¿Cómo es que dijo San Mateo que le preguntaron al Señor si era lícito curar en día de sábado, cuando San Marcos y San Lucas ( Lc 6,9) dicen que les preguntó el Señor a ellos si era lícito hacer bien o mal en sábado? Debe entenderse todo esto en este sentido: ellos fueron los primeros que preguntaron al Señor si era lícito curar en sábado y, comprendiendo el Señor la intención que tenían de buscar un medio para acusarlo, les puso delante el hombre a quien iba a sanar. Entonces les preguntó lo que refieren San Marcos y San Lucas. Y al permaner ellos sin saber qué contestar, les propuso la comparación de la oveja y concluyó diciendo que era lícito hacer bien en sábado. Por eso sigue: "¿Qué hombre habrá de entre vosotros que teniendo una oveja?", etc.
 
San Jerónimo
De tal manera resuelve la cuestión que le habían propuesto, que en su misma pregunta ya condena su avaricia. ¿Si vosotros, dice, os dais prisa, sin atender más que a vuestra avaricia, a sacar en el sábado a una oveja o a cualquier otro animal que ha caído en un hoyo, con cuánta más razón debo yo ayudar a un hombre, que vale más que una oveja?
 
Rábano
Resuelve El con un ejemplo a propósito la cuestión y les hace ver que aquellos que censuran las obras de caridad y se entregan a las de la avaricia, interpretando mal la ley, dicen que no se deben hacer obras buenas en sábado, siendo así que solamente debemos abstenernos de las malas. Ellos son quienes infringen el día del sábado. Por eso se lee ( Lev 23,7): "No haréis vosotros en estos días obra alguna servil". Esto es, pecado alguno. Porque así como en el eterno descanso se extinguirá el mal, el bien permanecerá.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,35
De la comparación con la oveja resulta ser lícito hacer el bien en sábado. Así lo dice el Señor: "Es permitido hacer el bien en los sábados".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,1
Observad las varias excusas que da para la infracción del sábado. Pero como estaba incurablemente enfermo, él pasa a su curación. Por eso sigue: "Entonces dice al hombre: Extiende la mano", etc.
 
San Jerónimo
En el Evangelio que usan los nazarenos y los ebionitas y que algunos llaman el auténtico de San Mateo, el hombre que tenía la mano seca es llamado albañil, y hacía su súplica en los términos siguientes: Yo era albañil y buscaba el sustento con mis manos, te suplico ¡oh, Jesús! que me devuelvas la salud, a fin de que no pida vergonzosamente la comida.
 
Rábano
Jesús enseña y obra maravillas, principalmente en los sábados, no sólo a causa del sábado espiritual, porque como El buscaba la salvación de todos, y en esos días había más gente del pueblo.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
En sentido místico, después de haber vuelto de la mies, de la que los Apóstoles habían ya recibido frutos sazonados, vino a la sinagoga, donde tenía El ya preparada la obra de su propia cosecha. Porque muchos de los que habían sido curados se encontraron después en compañía de los apóstoles.
 
San Jerónimo
En la sinagoga estuvo seca la mano, incapaz de hacer obras divinas, hasta la venida del Salvador. Pero después que descendió al mundo, esa mano derecha fue restituida por los apóstoles a los creyentes y recobró su antigua fuerza.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Toda curación está en el Verbo y la mano enferma es devuelta a la salud como la otra; es decir, se hace capaz del ministerio de la salud y semejante a la de los apóstoles. De esta manera enseña a los fariseos a que admitan el ministerio de la salud en los apóstoles y les hace ver que ellos mismos serán capaces de ejercer este mismo ministerio si tienen fe.
 
Rábano
O de otro modo, este hombre que tenía la mano seca representa al género humano que se hizo incapaz de hacer obras buenas a causa de haber alargado su mano a la manzana. Esta mano quedó curada por la mano inocente extendida en la cruz. Con razón estaba seca en la sinagoga la mano, porque la amenaza de una falta inexcusable es mayor allí donde el don de la ciencia ha sido derramado con más abundancia. Jesús manda que sea extendida la mano que El va a curar, porque no puede ser curada la enfermedad de una mano seca con otro remedio mejor que el de la caridad. Tenía este hombre la mano derecha seca, porque había dejado de hacer limosnas y sana la izquierda, porque buscaba su rendimiento. Pero con la venida del Señor quedó la derecha tan sana como la izquierda, porque distribuía con la caridad lo que había reunido con la malicia.

14-21

Mas los fariseos, saliendo de allí, consultaban contra El cómo le harían morir. Y Jesús, sabiéndolo, se retiró de aquel lugar, y fueron muchos en pos de El, y los sanó a todos, y les mandó que no le descubriesen, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Profeta Isaías, que dice: He aquí mi siervo, que escogí, mi amado, en quien se agradó mi alma. Pondré mi espíritu sobre El, y anunciará justicia a las gentes. No contenderá, ni voceará, ni oirá ninguno su voz en las plazas. No quebrará la caña que está cascada, ni apagará la torcida que humea hasta que saque a victoria el juicio, y las gentes esperarán en su nombre". (vv. 14-21)
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
La rivalidad enciende los ánimos de los judíos, porque no miraban en Jesucristo sino su humanidad y no veían en sus obras a la divinidad. Por eso dice: "Mas saliendo los fariseos".
 
Rábano
Dice "saliendo", porque Dios estaba desterrado de sus almas. "Consultaron", sobre la manera para conseguir perderle.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Y sabiendo El su determinación se retiró de allí, para estar lejos de todo designio inicuo. Por eso sigue: "Mas sabiéndolo Jesús".
 
San Jerónimo
Es decir, sabiéndolo se retiró, a fin de evitarles a los fariseos toda ocasión de poder poner en práctica los malignos proyectos que contra El tenían.
 
Remigio
O también, se retiró de allí como el hombre que huye de las emboscadas de los que lo persiguen, porque aún no había llegado el tiempo, ni era aquél el lugar de la pasión. Ciertamente no convenía que el profeta pereciese fuera de Jerusalén, como dice El mismo ( Lc 13,33). Se separó además el Señor de aquellos que le perseguían por odio y se fue a donde había muchos que lo amaban. Por eso sigue: "Y le siguieron muchos". La muchedumbre de los sencillos ama unánimemente a Aquel a quien los fariseos con firme resolución buscan para perderle. Por eso consiguió bien pronto el objeto de sus deseos. "Y los curó a todos".
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Mandó a todos los que curó que guardasen silencio sobre ello. "Y les mandó que no lo descubriesen", porque la salud que les había devuelto era testimonio para cada uno. Pero con el mandato de guardar silencio o secreto evitó toda ocasión de vanagloria, a pesar de que no sería menos divulgado su nombre por la misma reserva del silencio que exigía, puesto que la guarda del silencio partía de un hecho que por sí mismo se evidenciaba.
 
Rábano
Con este proceder nos enseña que no busquemos la gloria exterior cuando hiciéremos alguna cosa grande.
 
Remigio
Manda que no lo descubran, a fin de evitar mayor responsabilidad a aquellos que le perseguían.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
A fin de que no nos asustemos de la increíble insania de los fariseos, nos trae a la memoria la profecía que ya lo tenía predicho. Porque era tan grande la solicitud de los profetas en relación al Mesías, que no omitieron nada de su vida, profetizaron sus viajes y sus pasos y hasta la intención que tenía en todo, a fin de que estuviéramos convencidos de que el Espíritu Santo era el que hablaba todas estas cosas mediante los profetas. Porque si es imposible penetrar en el pensamiento del hombre, mucho más lo es en las intenciones del Señor, a no ser que las revele el Espíritu Santo. Por eso sigue: "Para que se cumpliese lo que fue dicho por Isaías: He aquí mi siervo " ( Is 42), etc.
 
Remigio
Nuestro Señor Jesucristo fue llamado siervo de Dios Omnipotente, no según su divinidad, sino según la economía de la Encarnación, en la que por obra del Espíritu Santo recibió de la Virgen una carne sin mancha de pecado. En algunos textos se lee: "El elegido a quien elegí". Porque fue elegido, es decir, predestinado por Dios Padre para que fuese Hijo propio y no adoptivo.
 
Rábano
"A quien elegí", dice, para una obra que nadie podía llevar a cabo: la redención del género humano y la reconciliación del mundo con Dios. Sigue: "Mi amado que agradó a mi alma" ( Mt 17,5).
 
Remigio
Cuando dice: "A mi alma", no debe entenderse que Dios Padre tenga alma, sino que se aplican estas palabras a Dios para expresar su afecto. Y no debe causarnos admiración el que a Dios se apliquen esas palabras en ese sentido, puesto que también se le aplican en sentido parecido las demás partes del cuerpo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
El profeta pone esto al principio para enseñarnos que todo lo que aquí se dice está conforme con el designio del Padre. Porque El ama a Aquel a quien ha hecho su Elegido según su voluntad. La palabra elegido nos da a entender que no es contrario a la ley ni enemigo del legislador, sino conforme con El. Luego: "porque es amado por mí, pondré mi espíritu sobre El".
 
Remigio
Entonces puso también Dios Padre su Espíritu sobre El, cuando por obra del Espíritu Santo tomó carne de la Virgen y después, cuando se hizo hombre, recibió la plenitud del Espíritu Santo.
 
San Jerónimo
Reposa el Espíritu Santo, no sobre el Verbo de Dios y sobre el Hijo único, que procede del seno del Padre, sino sobre Aquél de quien se dijo: "He aquí mi siervo". En las palabras siguientes vemos lo que piensa hacer mediante El. "Y anunciará mi juicio a las gentes".
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,30
Es decir, que el Señor anunciará el juicio venidero a las gentes que lo ignoran.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
En seguida dice, para manifestar su humildad: "No contenderá". Porque se ofreció como le pareció y se presentó de buena voluntad a sus perseguidores: "Ni voceará". Porque enmudecerá como el cordero delante del que lo trasquila: "Ni oirá nadie su voz en las plazas".

San Jerónimo
Abierto está el camino ancho que va a la perdición y muchos caminan por él. Y es que son muchos los que no oyen la voz del Salvador, porque se encuentran en el camino ancho y no en el angosto que lleva a la vida.
 
Remigio
La palabra griega plateia (plateia) corresponde a la latina latitudo, plaza pública, y en las plazas nadie oyó su voz, porque no vino a este mundo a prometer los deleites de la vida a los que los aman, sino la rectitud.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Quería el Señor curar a los judíos mediante esta mansedumbre. Por ello dio ejemplo, y a pesar de que ellos se le resistían no los escarmentó destruyéndolos. Por eso dice el profeta, para evidenciar su tara y manifestar la virtud del Salvador: "No romperá la caña cascada, y no apagará la mecha que humea" ( Is 42,3).
 
San Jerónimo
Rompe la caña cascada aquel que no da la mano al pecador ni lleva la carga de su hermano, y apaga la mecha que humea aquel que desprecia la pequeña centella de la fe en los que creen.
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,30
De aquí es que El no quebró ni suprimió a sus perseguidores judíos, que son comparados a la caña cascada porque perdieron su integridad, y a la mecha que humea porque apagaron la luz, sino que los perdonó porque no había venido El a juzgarlos, sino a ser juzgado por ellos.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 2,3
Es de notar que cuando desaparece la luz, la mecha despide mal olor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
O también por las palabras: "No romperá la caña cascada", significa que le era a El tan fácil romperlos a todos como a una caña, y no como a una caña simplemente, sino como a una caña cascada. Y por las palabras: "No apagará la mecha que humea", nos demuestra el encendido furor de los judíos, y la poderosa virtud de Cristo para extinguir con toda facilidad semejante furor; en todo lo cual brilla la gran mansedumbre de Cristo.
 
Rábano
Al decir: "Que la caña está cascada pero no rota", nos da a entender que los cuerpos caducos y cascados de las naciones aún no están desechos, sino que están reservados para la salud. Y por las palabras: "No apagaré la mecha que aún humea", nos manifiesta el resto de fuego que aún conserva una mecha que humea, es decir, los restos de la antigua gracia que aún se abrigan en el corazón de Israel; que aún puede por la penitencia recobrar toda la luz.
 
Rábano
O por el contrario, llama caña cascada a los judíos que, agitados por el viento y dispersos los unos de los otros, no fueron condenados inmediatamente, sino que los sufrió con paciencia. Y llama mecha que aún humea al pueblo formado de naciones que después de haber extinguido en su corazón el calor de la ley natural, estaban envueltas en errores que exhalan un humo detestable y una negra tiniebla que ofende la vista. Pero el Señor no sólo no extinguió y redujo a cenizas esos errores, sino que, por el contrario, levantó de una pequeña chispa de fuego grandísimos incendios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Pero dirá alguno: ¿Y para qué esto? ¿Siempre hemos de estar así? ¿Y soportará hasta el fin a quienes de esa manera le arman emboscadas y hacen tantas locuras? Lejos de nosotros tal modo de pensar. Cuando haya cumplido con todo lo que tenía que hacer El se ocupará de todas esas otras cosas. Por eso declaró el profeta: "Hasta que saque a victoria el juicio". Cuando haya cumplido con su misión, entonces tomará satisfacción perfecta. Cuando El haya levantado un brillante trofeo victorioso, cuando su causa venza absolutamente y no haya lugar a pretensiosas contradicciones, resplandecerá su victoria y sus enemigos recibirán su merecido.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
O también: "Hasta que arroje el juicio a la victoria", quiere decir que después de haber quitado todo su poder a la muerte, volverá para el juicio con su gloria.
 
Rábano
O también, el juicio de que se trata aquí ha de llegar a la victoria, porque vencerá a la muerte con la resurrección, volverá victorioso a su reino con la expulsión del príncipe de este mundo, y estará sentado a la derecha del Padre mientras tiene puestos bajo sus pies a todos sus enemigos ( 1Cor 15).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,2
Y no se limita su misión sólo a castigar a los que no creyeron, sino que atraerá a sí a todo el universo: "Y las naciones esperarán en El".
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,30
Mas ya vemos cumplido esto último, y esta realización, que no podemos negar, nos confirma en lo que niegan imprudentemente algunos, en el juicio final, que se tendrá en la tierra cuando El baje del cielo ¿y quién creerá que las naciones tendrán puestas sus esperanzas en Cristo, siendo Este prendido, atado, azotado, burlado y crucificado, y cuando sus mismos discípulos habían perdido la esperanza que habían ya comenzado a tener en El? Entonces apenas un ladrón esperó en la cruz, y ahora todas las naciones extendidas por la faz de la tierra esperan en ella, y para no perecer eternamente se santiguan con esa misma cruz sobre la que El murió. Nadie duda, pues, que el juicio final por Jesucristo tendrá lugar de la manera que El lo anuncia.
 
Remigio
Es necesario tener presente que el sentido de este pasaje se apoya, no sólo en este testimonio, sino también en el de otros muchos pasajes. La frase "he aquí mi siervo" se refiere a las palabras del Padre ( Mt 3,17): "Este es mi Hijo"; y cuando dice: "Yo pondré mi Espíritu sobre El", hace referencia a la venida del Espíritu Santo sobre el Señor cuando fue bautizado ( Lc 3). Y cuando añade: "Anunciará el juicio a las naciones", se refiere a las palabras de San Mateo: "Cuando se sentare el Hijo del hombre en el asiento de Su Majestad" ( Mt 25,31). Y cuando pone: "No contenderá ni voceará", quiere decir que el Señor responderá en pocas palabras al príncipe de los sacerdotes y a Pilato ( Mt 26-27), y nada dirá a Herodes ( Lc 23). Las palabras: "No romperá la caña cascada", nos dicen que el Señor huirá de sus perseguidores, a fin de no hacerlos más culpables ( Jn 7-8). Estas palabras: "Las naciones esperarán en su nombre", significan lo que dijo San Mateo: "Id y enseñad a todas las naciones" ( Mt 28,18).

22-24

Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le sanó, de modo que habló y vio. Y quedaban pasmadas todas las gentes, y decían: "¿Por ventura es éste el hijo de David?" Mas los fariseos, oyéndolo, decían: "Este no lanza los demonios, sino en virtud de Beelzebub, príncipe de los demonios". (vv. 22-24)
 
Glosa
Después de haber refutado más arriba el Señor las calumnias de los fariseos, apoyadas en que hacía milagros en el día del sábado, y porque ellos echaban por tierra los milagros hechos por virtud divina atribuyéndolos al espíritu impuro, el evangelista cuenta primero el milagro de que se valieron para calumniarlo, diciendo: "Entonces le trajeron un endemoniado".
 
Remigio
La palabra entonces, se refiere a cuando salió el Señor de la sinagoga, después de haber sanado al hombre que tenía la mano seca. O también puede tomarse en un sentido más extenso, y forma el sentido siguiente: mientras se decían o hacían tales o cuales cosas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 40,3
Admirable es la maldad del demonio. Le cerró las dos entradas por donde podía pasar la fe: la vista y el oído; pero el Señor le abrió los dos y lo sanó: "Y le sanó".
 
San Jerónimo
En un solo hombre hizo el Señor tres prodigios: darle la vista, darle la palabra, y librarlo del demonio. Y lo que hizo entonces exteriormente, lo hace todos los días en la conversión de los pecadores, que después de verse libres del demonio, reciben la luz de la fe y consagran su lengua, incapaz antes de hablar, a las alabanzas divinas.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
No sin razón, después de habernos manifestado a las muchedumbres curadas en común, nos presenta ahora el evangelista aparte a un hombre poseído del demonio, ciego y mudo. Porque era conveniente que, después de haberse presentado el hombre de la mano seca que se hallaba en la sinagoga, la salud de los gentiles fuese prefigurada en la curación del hombre endemoniado, a fin de que apareciese capaz de Dios el que antes era habitación del demonio y estaba ciego y mudo, y viese a Dios en Cristo y confesase en las obras de Cristo a Dios.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 2,3
Porque aquel que no cree y está sometido al diablo, que no comprende ni confiesa la fe, o el que no alaba a Dios, está endemoniado, ciego y mudo.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,37
San Lucas ( Lc 11) no refiere este hecho en el orden dicho, sino después de otras muchas cosas, y dice, que el hombre estaba tan sólo mudo y no ciego; pero porque omita esta circunstancia no se debe concluir que habla de otra curación distinta. Por lo que sigue se ve claramente que se refiere a la de San Mateo.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
A la vista de este hecho, quedaron pasmadas las multitudes, pero aumentó la envidia de los fariseos, por eso sigue: "Y estaban pasmadas todas las turbas, y decían: ¿Por ventura es éste el hijo de David?"
 
Glosa
Lo proclamaban hijo de David a causa de su bondad y de sus beneficios.
 
Rábano
Mientras las multitudes, que parecían ignorantes, se admiraban de los prodigios del Señor, los otros, por el contrario, o los negaban, o si no podían negarlos, trabajaban por destruirlos con falsas interpretaciones, como si estos prodigios no fuesen obras de Dios, sino del espíritu impuro, esto es, de Beelzebub, que era la divinidad de Accarón ( 2Re 1). Por eso sigue: "Mas los fariseos oyéndolo dijeron: Este no arroja los demonios, sino en nombre de Beelzebub, príncipe de los demonios".
 
Remigio
El nombre de Beelzebub es lo mismo que el de Beel, Baal y Beelphegor. Beel fue padre de Nino, rey de los Asirios, y fue llamado Baal porque era adorado en las alturas, y Beelphegor, a causa de la montaña Phega. Zebub fue siervo de Abimelech, hijo de Gedeón, el cual, después de la muerte de setenta hermanos edificó un templo a Baal, y se hizo su sacerdote para espantar las moscas que se reunían allí en gran número, a causa de la mucha sangre de las víctimas. Zebub significa mosca, y por eso Beelzebub significa el hombre de las moscas, y por el impuro culto que se le daba lo llamaban el príncipe de los demonios. No encontrando ellos, pues, nada más sucio que echar en cara al Señor, le decían que arroja a los demonios en nombre de Beelzebub. Palabra que debe terminar en b y no en d, o en t, como se encuentra en algunos ejemplares corrompidos.

25-26

Y Jesús, sabiendo los pensamientos de ellos, les dijo: "Todo reino, dividido contra sí mismo, desolado será; y toda ciudad, o casa dividida contra sí misma no subsistirá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿pues cómo subsistirá su reino?" (vv. 25-26)
 
San Jerónimo
Atribuían los fariseos al príncipe de los demonios las obras de Dios. El Señor contesta, no a sus palabras, sino a sus pensamientos, para hacerles creer de esta manera en su poder, y enseñarles que El veía hasta el fondo de sus corazones. "Y el Señor, sabiendo sus pensamientos, etc."
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,1
Ellos levantaron antes al Señor la calumnia de que arrojaba los demonios en nombre de Beelzebub. El no los reprendió entonces, dejando que los milagros diesen a conocer su poder, y la doctrina misma su grandeza; pero ahora los reprende porque perseveraban en su calumnia, aunque su acusación fuese sin motivo. La envidia no examina lo que dice, sino sólo para qué lo dice. Cristo, sin embargo, no los despreció, sino que les contesta con una mansedumbre llena de decencia, enseñándonos de esta manera a ser amables con los enemigos, y a no asustarnos aunque nos digan cosas que no reconocemos en nosotros, ni tengan motivo alguno para imputárnoslas. En lo cual prueba que era un embuste cuanto ellos dijeron de El, puesto que es imposible que el que tiene demonio aparezca con tanta mansedumbre, y que conozca los pensamientos. Y porque su sospecha no tenía fundamento alguno, y porque temían a la multitud, por eso no se atrevieron a publicar la acusación de Cristo, y sólo la revolvían en el fondo de sus pensamientos. Por esta razón dice: "Sabiendo sus pensamientos". No hizo el Salvador mención alguna en sus respuestas de lo que lo acusaban, ni publicó su malicia, se contentó con decirles que no era su voluntad el denunciar a los pecadores, sino el serles útil. Y no les contestó valiéndose de la Escritura, porque sabía que dando ellos a ésta una interpretación torcida, se burlarían de la Escritura. Por esta razón les responde con razones fundadas en el sentido común: "Todo reino, dice, dividido contra sí se disolverá", etc. Porque nada hay en la tierra más poderoso que un reino, y sin embargo, habiendo luchas en él, perece. Y si esto pasa en un reino, ¿qué sucederá en una ciudad, o en una casa? Que perece, ya sea grande, ya sea pequeña, cuando hay en su seno una lucha que la devora.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
De aquí se sigue que las mismas razones militan para que perezca una ciudad o casa, que un reino, y por esta razón continúa el evangelista: "Y toda ciudad o casa dividida contra sí, no permanecerá.
 
San Jerónimo
Porque así como crecen las cosas pequeñas con la concordia, así también por la discordia caen las cosas más grandes.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
La palabra de Dios, ya se la considere sencillamente, ya se la mire en su interior y se penetre en su profundidad, es rica y necesaria para todo progreso. Dejando, pues, todo lo que dice relación al sentido común, detengámonos en las causas interiores. El Señor, teniendo que responder a aquello que había sido dicho respecto de Beelzebub, devuelve su respuesta y la aplica contra aquellos, a quienes contesta. La ley, en efecto, viene de Dios, pero la promesa del reino de Israel proviene de la ley. Si el reinado de la ley se divide contra sí mismo, preciso es que se destruya. De esta manera, el reino de Israel perdió la ley en el momento en que el pueblo de la ley atacó en Cristo el cumplimiento de la ley. La ciudad de la que se habla aquí es Jerusalén, que después de haber encendido el furor del pueblo bajo en contra del Señor, y después de haber hecho huir a los Apóstoles con muchísimos fieles, no existirá después de la división. Y por esta razón, se anuncia su destrucción, como consecuencia de su división. Dice el Salvador después: "Y si Satanás arroja a Satanás, ¿cómo permanecerá su reino?"
 
San Jerónimo
Como si dijera: Si Satanás lucha consigo mismo, y el demonio es enemigo del demonio, debería venir el fin del mundo. Estas poderosas potestades, cuyas divisiones dejarían en paz a los hombres, no tendrían sitio para sus luchas.
 
Glosa
El Señor les arguye con un dilema irresistible. Porque Cristo arroja al demonio o por el poder de Dios, o por el príncipe de los demonios. Si es por el poder de Dios, no hay motivo para calumniarlo; si es por el príncipe de los demonios, su reino está dividido y no podrá existir. Es por ello que se alejan del Reino de Cristo, que es lo que el Señor insinúa que han elegido los fariseos en el hecho de no creer en El.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,1
O también, si está dividido, es endeble y perece; pero si perece, ¿cómo tiene poder para lanzar a otro?
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
O también, si el demonio fue forzado a esta división intestina, que perturba a los otros demonios entre sí, es necesario concluir que tiene más poder el que los dividió, que los que son divididos; luego el reino del diablo, teatro de esta división, queda destruido.
 
San Jerónimo
Mas si vosotros, o escribas o fariseos, pensáis que se retiran los demonios por obedecer a su jefe, para engañar a los hombres ignorantes con este falso estímulo, ¿qué podéis decir de las curas corporales que hizo el Señor? Otra cosa es si atribuís a los demonios las curas y otros prodigios de las fuerzas espirituales.

27-28

"Y si yo lanzo los demonios en virtud de Beelzebub, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. Mas si yo lanzo los demonios por el espíritu de Dios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios". (vv. 27-28)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Después de la primera solución, pasa a otra que es más evidente diciendo: "Y si yo lanzo los demonios en virtud de Beelzebub, ¿en virtud de quién los lanzan vuestros hijos?"
 
San Jerónimo
Llama el Señor, siguiendo la costumbre de los judíos, hijos de los judíos a los exorcistas, o a los Apóstoles nacidos de su linaje. Si son los exorcistas los que invocando el nombre de Dios lanzaban los demonios, el Señor, mediante una contestación adecuada, obliga a los judíos a que confiesen que semejante obra es propia del Espíritu Santo. Si la expulsión, dice, de los demonios es en vuestros hijos obra de Dios y no de los demonios, ¿por qué en mí no se ha de reconocer la misma causa? Ellos, pues, serán vuestros jueces, no por un poder que se les haya dado al efecto, sino por una sencilla comparación; porque reconocen ellos por causa de la expulsión de los demonios a Dios, y vosotros al príncipe de los demonios. Si estas palabras deben entenderse que fueron dichas por los apóstoles -como es presumible-, ellos serán sus jueces, porque se sentarán en doce sillas ( Mt 19).
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Por esta razón fueron dignamente establecidos jueces aquéllos a quienes Cristo, a quien ellos niegan tuviese poder para lanzar los demonios, confió esa potestad.
 
Rábano
O bien porque los apóstoles tenían conocimiento de que El jamás les había enseñado un arte detestable.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Y no dijo el Señor: "Mis discípulos" ni "mis Apóstoles" sino "vuestros hijos", a fin de ofrecerles de esta manera una ocasión favorable de que volvieran a su dignidad, si así lo querían, y de que no tuviesen la más pequeña excusa, si se obstinaban en su ingratitud. Mas los apóstoles, que habían recibido de Cristo la facultad de lanzar los demonios, los lanzaban, y sin embargo no los acusaban, porque no era a las obras a quienes se presentaban ellos hostiles, sino a la persona. Pone el ejemplo de los Apóstoles, para hacerles ver que todo cuanto decían de El era de pura envidia. Mas vuelve en seguida a inducirlos a que se reconozcan, haciéndolos ver que obran contra sus propios intereses, y son enemigos de su salvación, debiendo por el contrario de alegrarse por haber venido El a derramar sobre ellos grandísimos bienes. Por eso sigue: "Y si lanzo los demonios en el Espíritu de Dios, ha llegado a vosotros el reino de Dios"; palabras que demuestran que es preciso tener para lanzar a los demonios, no una gracia cualquiera, sino una gran virtud. Por eso forma el silogismo: "Luego ha llegado a vosotros el reino de Dios", que equivale a decir: Si esto es verdad, indudablemente ha llegado el Hijo de Dios. Esto último lo dice con cierta oscuridad, a fin de que no se asustasen. Y en seguida, para atraerlos, no les dice simplemente: ha llegado el reino de Dios, sino: ha llegado a vosotros, como si dijera: os han venido todos los bienes; ¿por qué, pues, impugnáis vuestra salud? Todos los profetas anunciaron como señal de la llegada del Hijo de Dios sus obras maravillosas.
 
San Jerónimo
Se llama a sí mismo reino de Dios, conforme a lo que de El se dice en otro lugar: "El reino de Dios está dentro de vosotros" ( Lc 17,21); y: "Está en medio de vosotros, a quien vosotros no conocéis" ( Jn 1,26). Ciertamente es éste el reino que predicaron San Juan y el mismo Señor cuando decían: "Haced penitencia, porque se aproxima el reino de los cielos" ( Mt 4,17). Es también, en tercer lugar, el reino de la Escritura Santa, que es arrebatado a los judíos y entregado a otra nación a causa de sus frutos ( Mt 21).
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Si los discípulos, pues, obran por medio de Cristo, y Cristo obra por el Espíritu de Dios, el reino de Dios, presente en los Apóstoles, os ha sido trasmitido por ministerio de un mediador.
 
Glosa
La disminución del reino del diablo es aumento del reino de Dios.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,5
También puede interpretarse este pasaje de la manera siguiente: Si yo lanzo los demonios en nombre de Beelzebub, aun según vuestra opinión, el reino de Dios ha venido a vosotros, porque el reino del diablo, que según vosotros confesáis, se halla dividido en sí mismo, no puede existir. El reino de Dios de que aquí habla, es la condenación de los impíos, y su separación de aquellos fieles que hacen penitencia por sus pecados.

29

"¿O cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte y saquear sus alhajas, si primero no hubiere atado al fuerte, y entonces saqueará su casa?" (v. 29)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,2
Después de esta segunda contestación, da la tercera diciendo: "O cómo puede entrar alguno en la casa del fuerte?, etc." Por estas palabras se ve bien claro que Satanás no puede lanzar a Satanás, pero es evidente que nadie puede lanzar a otro, como no le sea superior. Esto que dice ahora el Salvador es una continuación de lo que ha dicho antes, pero añadiéndole más fuerza, porque dice: Estoy tan distante de servirme del diablo, como coadjutor mío, que, por el contrario, lo combato y lo tengo atado; la prueba de ello es que yo le quito sus armas. De esta manera viene a demostrar lo contrario de lo que ellos querían decir de El, puesto que el objeto de ellos era demostrar que no lanzaba los demonios por su propio poder, y El les demuestra que no sólo ató a los demonios, sino al príncipe de los demonios, cosa que está bien clara por las obras que hizo; porque, ¿cómo pudo derrotar a los demonios, si no venció al príncipe de ellos? A mí me parece ser una profecía todo esto, porque no sólo lanza los demonios, sino que disipará el error de toda la faz de la tierra, y hará inútiles todos los esfuerzos del diablo. Y no dice: "quitará", sino "arrebatará", indicando con esta palabra que lo hará con fuerza.
 
San Jerónimo
Su casa es el mundo, que tiene por fundamento la malicia ( 1Jn 5), no por la dignidad del que lo hizo, sino por la grandeza de los que delinquen. El fuerte está atado, y relegado al infierno, y pulverizado por el Señor. Mas no debemos estar seguros, porque nuestro enemigo es llamado fuerte por boca del mismo vencedor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Y lo llama fuerte, para manifestar su antigua tiranía, hija de nuestra desidia.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,5
Es decir, aquellos hombres, a quienes él tenía apresados, no podían sacudir su yugo por sus propias fuerzas, sino mediante la gracia de Dios. Da el nombre de alhajas del demonio a todos los infieles. Y El ha atado al demonio, porque le ha quitado el poder de impedir a los fieles seguir a Cristo, y obtener el reino de Dios.
 
Rábano
Ha despojado su casa, porque ha unido a la Iglesia a todos los que El ha previsto que eran suyos, y que habían sido arrebatados de los lazos del demonio. O también porque distribuyó por todo el mundo a sus Apóstoles y a sus sucesores, para que convirtiesen a todos los hombres. De esta manera, mediante una parábola irresistible, demuestra el Señor que el demonio no tiene parte en sus obras, según querían calumniarle los fariseos, sino que ha salvado al hombre del poder de los demonios por la virtud de Dios.

30

"El que no es conmigo, es contra mí; y el que no allega conmigo, esparce". (v. 30)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Después de haber dado la tercera solución, da aquí la cuarta diciendo: "El que no está conmigo está contra mí".
 
San Hilario, in Matthaeum, 11
Hace ver el Salvador en este pasaje cuán lejos está El de haber recibido del demonio potestad alguna, y el inmenso peligro que trae el pensar mal de El, puesto que el no estar con El es estar contra El.
 
San Jerónimo
No se crea que se trata aquí de los herejes y cismáticos, aunque se les puede aplicar todo a ellos -hasta con superabundancia-, sino que por lo que sigue, y por el contexto, se ve que se refiere al diablo, en el sentido de que bajo ningún concepto pueden compararse las obras de Beelzebub con las obras del Señor. Aquél desea tener cautivas las almas de los hombres, y el Señor quiere librarlas; aquél predica la idolatría, y el Señor el conocimiento de Dios; aquél arrastra al hombre al mal, y el Señor lo lleva a la virtud: ¿cómo, pues, pueden conformarse cosas tan opuestas?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
El que no allega conmigo, ni está conmigo, ni será mirado como que obra conmigo, ni lanzará los demonios conmigo, sino que desea más bien esparcir todo lo que es mío. Pero decidme: si hubiere que pelear con alguno, el que se negare a favoreceros, ¿no está en eso mismo contra vosotros? Esto mismo lo dijo ya el Señor en otro lugar: "El que no está contra vosotros, está por vosotros" ( Lc 9,50). Y este pasaje no está en oposición con lo que se acaba de decir. Porque aquí habla el Señor del diablo su enemigo, y allí de un hombre que estaba en parte con sus discípulos, y de quien ellos dijeron: "Hemos visto a un hombre que lanza en tu nombre los demonios" ( Mc 9,37). Parece como que quiso hablar aquí de una manera oculta de los judíos, haciéndolos semejantes al diablo, porque ellos, en efecto, estaban en contra de El, y esparcían a cuantos El reunía. Pero es más propio creer que habló de sí mismo, puesto que El era enemigo del diablo, y El destruyó todas sus obras.

31-32

"Por tanto, os digo: Todo pecado y blasfemia serán perdonados a los hombres; mas la blasfemia del Espíritu no será perdonada. Y todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdonada le será; mas el que la dijere contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el otro". (vv. 31-32)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
Después de haber respondido el Señor a los fariseos excusándolos, ahora los atemoriza. En efecto, es parte importante en la corrección responder excusando, pero también lo es conminar.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Condena el Señor de una manera severísima las palabras de los fariseos y la perversidad de todos aquellos que están conformes con ellos, prometiendo el perdón a los pecados y negándoselo a todo el que blasfemare contra el Espíritu Santo: "Por tanto, os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado".
 
Remigio
Pero es necesario tener presente que no serán perdonados a cada momento todos los que pecaren, sino sólo los que hicieren una penitencia en relación con sus pecados. Estas palabras echan por tierra el error de los novacianos, que sostenían que, una vez caído el hombre fiel, era impotente para levantarse por medio de la penitencia para merecer el perdón de los pecados, y especialmente el de la negación de la fe en la persecución.
 
Sigue: "Mas la blasfemia del Espíritu no será perdonada".

San Agustín, sermones, 71,13
No hay diferencia entre las palabras: "La blasfemia del Espíritu no será perdonada", y las que pone San Lucas: "No será perdonado aquél que blasfemare contra el Espíritu Santo" ( Lc 12,10). Los dos Evangelios dicen lo mismo, con la sola diferencia de que el último lo pone en sentido más claro, y por consiguiente, no hace más que explicar al primero, mas no por eso lo destruye. En el primero se dice "el Espíritu y la blasfemia", sin indicar siquiera de quién es ese Espíritu de que se trata, y por eso, para mejor inteligencia, se añade: "Y cualquiera que dijere una palabra contra el Hijo del hombre", etc. Por lo tanto, después de haber condenado toda clase de blasfemias, habla de la blasfemia contra el Hijo del hombre, blasfemia que en el Evangelio de San Juan está presentada como un pecado gravísimo, cuando dice del Espíritu Santo: "El argüirá al mundo del pecado, de la justicia y del juicio; del pecado, porque no creen en Mí" ( Jn 16,8). Y sigue: "Y el que pecare contra el Espíritu Santo no será perdonado". No se dice esto porque en la Santísima Trinidad sea el Espíritu Santo mayor que el Hijo, error que jamás ha sostenido hereje alguno.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
¿Qué cosa hay tan imperdonable como el negar en Cristo lo que es de Dios y quitarle la sustancia del Espíritu de su Padre, habiendo El consumado todas sus obras en el Espíritu de Dios, y habiéndose reconciliado en El el mundo con Dios?
 
San Jerónimo
O también puede entenderse este pasaje en este sentido: el que dijere una palabra contra el Hijo del hombre escandalizándose de mi carne, me tendrá como un puro hombre. Semejante error, aunque es una blasfemia y error culpable, sin embargo será perdonable, a causa de que mi humanidad se presenta a su vista como una cosa baja. Pero el que a la vista de mis obras divinas, cuyo poder no puede negar, me calumnia llevado de la envidia, y dice que Cristo, Verbo de Dios, y las obras del Espíritu Santo son el mismo Beelzebub, éste no conseguirá el perdón ni en este mundo ni en el otro.
 
San Agustín, sermones 71
Mas si se hubiera dicho en este sentido, se hubiera omitido la palabra blasfemia y todo se reduciría a decir que todo cuanto se diga contra el Hijo del hombre, considerado tan sólo como hombre, es perdonable; pero como se lee: "Que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres", está fuera de duda que la blasfemia que se dijera contra el Padre está contenida en esa máxima general, y sólo es imperdonable la que se dijere contra el Espíritu Santo. ¿Acaso el Padre tomó forma de siervo, para que sea bajo este concepto superior el Espíritu Santo? 1.
 
San Agustín, sermones 71,3
¿Y quién no está convicto de haber dicho alguna palabra contra el Espíritu Santo antes de ser cristiano católico? Primeramente los mismos paganos cuando dicen que Cristo hizo los milagros por la magia, ¿no son por ventura semejantes a los que dijeron que lanzó El los demonios en hombre de Beelzebub? Y los mismos judíos y todos los herejes que confiesan al Espíritu Santo, pero que niegan su presencia en el Cuerpo de Cristo (que es la Iglesia católica), son semejantes a los fariseos, que negaban que el Espíritu Santo estaba en Cristo. Y ciertos herejes, como los arrianos, eunomianos y macedonianos, que, o sostienen que el Espíritu Santo es una criatura, o niegan la Trinidad de Dios, diciendo que sólo el Padre era Dios, el cual era llamado unas veces Hijo y otras Espíritu Santo, como los sabelianos. Y los fotinianos, diciendo que sólo el Padre es Dios y el Hijo un puro hombre, niegan que el Espíritu Santo sea la tercera persona de la Trinidad. Es, pues, evidente que los paganos, los judíos y los herejes blasfeman contra el Espíritu Santo. ¿No deben, pues, ser abandonados y considerados como incapaces de salvación? Porque si no puede ser perdonada la palabra que dijeron contra el Espíritu Santo, en vano es el que se les prometa su salvación por el bautismo o por su entrada en la Iglesia. Porque no se ha dicho: "No será perdonado por el bautismo", sino: "No será perdonado ni en este mundo ni en el otro". De esta manera solamente están exentos de ese pecado gravísimo aquellos que son católicos desde su infancia.
 
San Agustín, sermones 71,15
Piensan algunos que no se imputa como pecado contra el Espíritu Santo más que el que cometen todos aquellos que después de haber sido lavados en la Iglesia por el agua regeneradora, y después de haber recibido el Espíritu Santo, han correspondido con ingratitud a este don tan grandísimo del Salvador, metiéndose en el abismo de algún pecado mortal, como los adúlteros, los homicidas y los que no se tienen por cristianos o se separan de la Iglesia Católica. Pero no sé dónde podrán apoyar los que así piensan esa doctrina, puesto que no se niega a nadie en la Iglesia católica la penitencia de toda clase de crimen, y el mismo Apóstol nos dice ( 2Tim 2,25) que admitamos a los herejes para que se corrijan, y a fin de que Dios les dé mediante la penitencia el conocimiento de la verdad. Finalmente, no dice el Señor: "El fiel católico que dijere una palabra contra el Espíritu Santo", sino "el que dijere", esto es, cualquiera que dijere, no será perdonado ni en este mundo ni en el otro.
 
San Agustín, de sermone Domini, 1,22
Dice el Apóstol San Juan: "Hay un pecado que engendra la muerte" ( 1Jn 5,16). Y no digo que no se pida por el que lo cometiere, sólo digo que el pecado del hermano que engendra la muerte es el pecado de aquel que, después de haber conocido a Dios por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, ataca su fraternidad; o que después de haberse reconciliado con Dios mediante su gracia, devorado por el fuego de la envidia ataca a esa misma gracia. Es tan grande el efecto de este pecado, que no deja lugar a la humildad de la súplica, aunque obliguen a reconocer y a confesar ese pecado los remordimientos de la conciencia. Es creíble que la grandeza de este pecado produce en las almas una especie de condenación, y sin duda este sentimiento del réprobo no es más que el pecado contra el Espíritu Santo. Este sentimiento de condenación consiste en atacar por malicia o por envidia la caridad fraternal después de haber recibido la gracia del Espíritu Santo, pecado que, como dice el Señor, "no será perdonado ni en este mundo ni en el otro". De donde podemos preguntar: cuando los judíos dijeron que el Señor lanzaba los demonios en nombre de Beelzebub, príncipe de los demonios, ¿pecaron contra el Espíritu Santo, o sólo debemos tomar esa blasfemia como dicha tan sólo contra el Señor? Porque en otro lugar dice de sí mismo: "Si llamaron Beelzebub al padre de familia, ¿con cuánta más razón puede darse este nombre a sus servidores?" ( Mt 10,25) ¿Es preciso creer que ellos, no correspondiendo a los beneficios del Señor y estando poseídos de envidia, pecaron contra el Espíritu Santo, a causa de su grandísima envidia, aun cuando no fueran aún cristianos? Esto, sin embargo, no se deduce de las palabras del Señor, y parece que el Señor quiso aconsejarles que se aproximasen a la gracia, a fin de que no cayesen en este pecado después de haberla recibido. Ellos dijeron una palabra mala contra el Hijo del hombre, y hubieran sido perdonados si se hubieran convertido y hubieran creído; pero si después de recibido el Espíritu Santo hubieran ellos continuado siendo hostiles a la fraternidad y a la gracia que habían recibido, no hubieran sido perdonados ni en este mundo ni en el otro. Porque si El los hubiera considerado como condenados y sin esperanza alguna de salvación, no les hubiera dado consejos, como cuando les dijo: "O haced a un árbol bueno", etc.

San Agustín, retractationes, 1,19
Yo no he afirmado esto, y dije esto por así parecerme, pero también hube de añadir: Si terminare su vida en esta infame perversidad del alma; porque no debe perderse la esperanza de nadie, por criminal que sea, mientras viviere, y no es una imprudencia el rogar por aquél de quien no se desespera.
 
San Agustín, sermones, 71,8
Contiene un gran misterio este pasaje. Pidamos para su solución la luz divina. Yo digo a vuestra caridad: quizá en todas las Escrituras no haya otra cuestión tan difícil e importante como ésta, etc. Os aconsejo primeramente que observéis que no dijo el Señor: No será perdonada toda blasfemia del Espíritu, ni tampoco dijo: El que dijere cualquier palabra contra el Espíritu Santo, sino el que dijere palabra; y
 
San Agustín, sermones, 71
por consiguiente, no es necesario creer que toda palabra contra el Espíritu Santo ya no puede ser perdonada, sino que es preciso que la palabra sea evidentemente tal, que si se dice contra el Espíritu Santo no será perdonada. Suelen expresarse las Escrituras de una manera tal, que cuando alguna cosa no está expresada ni desde lo general ni desde lo particular, no es necesario que se la entienda en sentido general excluyendo el particular. Como cuando dijo el Señor a los judíos: "Si Yo no hubiese venido, y si Yo no les hubiese hablado, no tendrían pecado" ( Jn 15,22); no quiso decir por estas palabras que los judíos no hubieran cometido absolutamente pecado alguno, sino que hay un pecado en que los judíos no hubieran caído si Cristo no hubiera venido.
 
San Agustín, sermones, 71
Y el orden de las ideas nos obliga a decir en qué consiste la manera de blasfemar contra el Espíritu Santo. Se nos da a entender efectivamente que la paternidad reside en el Padre, la Encarnación en el Hijo y la comunicación del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Quieren, pues, que lo que es común al Padre y al Hijo nos pusiese también a nosotros en comunicación, no sólo entre nosotros mismos, sino también entre nosotros y Ellos: "Porque se difundió la caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" ( Rom 5,5). Y porque los pecados nos separaban de la posesión de los verdaderos bienes, la caridad cubre la multitud de nuestros pecados ( 1Pe 4,8). Que Cristo nos perdona en nombre del Espíritu Santo, se comprende fácilmente por las palabras que el Señor dijo a sus discípulos: "Recibid el Espíritu Santo" ( Jn 20,23), y en seguida añadió: "Si perdonareis a algunos sus pecados, ellos quedarán perdonados", etc. El primer beneficio que reciben los fieles es el perdón de sus pecados en nombre del Espíritu Santo. Contra este don de la gracia es contra quien protesta el corazón impenitente: esta impenitencia es la blasfemia del Espíritu, la cual no será perdonada ni en este mundo ni en el otro, porque dice contra el Espíritu Santo, en quien se perdonan los pecados, una palabra malísima -o por el pensamiento o por su lenguaje-, y acumula por la dureza de su corazón y por su corazón impenitente, para el día de la venganza, la cólera divina ( Rom 2). Esta impenitencia completa no tiene perdón ni en este mundo ni en el otro, porque la penitencia alcanza en esta vida el perdón, para que sirva en la otra. Pero esta impenitencia no puede ser juzgada mientras se vive sobre la tierra, porque no debe desesperarse con respecto a nadie el que la paciencia de Dios lo lleve a la penitencia ( Rom 2) ¿Y quién sabe si ésos que veis envueltos en el error y que los tenéis por condenados como si realmente ya lo estuvieran, harán penitencia y encontrarán en el otro mundo la verdadera vida? Ciertamente, esta blasfemia puede ser grande y estar dicha con muchas palabras. La Escritura, sin embargo, suele decir "una palabra" refiriéndose a muchas palabras. Es por eso, por ejemplo, que a ningún profeta le ha dicho Dios solamente una palabra y sin embargo se lee: "La palabra que vino a tal o tal profeta".
 
San Agustín, sermones, 71
Quizás pudiere preguntar alguno si es el Espíritu Santo solo el que perdona los pecados, o si es el Padre o el Hijo. Contestaremos a esta pregunta, diciendo que también es el Padre y el Hijo el que perdona; porque dice el Hijo acerca del Padre: "Vuestro Padre os perdonará vuestros pecados" ( Mt 6,14); y de sí mismo dice: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar en la tierra los pecados" ( Mt 9,6). ¿Por qué razón, pues, la impenitencia, que nunca se perdona, se dice que es una blasfemia que pertenece sólo al Espíritu Santo? Es porque el que es culpable del pecado de la impenitencia se muestra rebelde al don del Espíritu Santo, por cuyo don se opera el perdón de los pecados.
 
San Agustín, sermones, 71
Es decir, que los pecados, porque no se perdonan fuera de la Iglesia, deben ser perdonados en ese Espíritu, que constituye la unidad de la Iglesia. Luego el perdón de los pecados que se opera por toda la Trinidad, se dice con toda propiedad que pertenece al Espíritu Santo. El es, en efecto, el Espíritu de adopción de los hijos, en cuyo nombre exclamamos: "Mi Padre, mi Padre" ( Rom 8,15), a fin de que podamos decir: "Perdónanos nuestras deudas" ( Mt 6,12). Y en esto conoceremos, como dice San Juan ( 1Jn 4,13), que Cristo permanece en nosotros por la participación de su Espíritu que nos concedió.
 
San Agustín, sermones, 71
Cualquiera que fuera culpable del pecado de impenitencia contra el Espíritu Santo, en quien constituye la Iglesia su unidad, su sociedad, y su comunión, jamás alcanzará el perdón.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3
O de otra manera, según la primera interpretación, ignoraban los judíos quién era Cristo; pero sabían por experiencia quién era el Espíritu Santo, puesto que los profetas habían hablado de El. Por consiguiente dice: Admito que pequéis contra Mí, a causa de esta carne que me rodea; ¿pero podréis decir del Espíritu Santo que no le conocéis? Por esta razón no se os perdonará vuestra blasfemia, y recibiréis aquí y allí el castigo. Porque el lanzar los demonios y dar la salud son obras del Espíritu Santo. No me afrentáis, pues, a Mí solo, sino al Espíritu Santo, y por lo mismo vuestra condenación aquí y allí será inevitable. Porque hay hombres que sólo pagan por sus pecados en esta vida, como aquellos de quienes habla San Pablo en una primera carta a los corintios ( 1Cor 11), que profanan los misterios cristianos, pero hay otros que son castigados en el otro mundo, como el rico condenado de que habla San Lucas ( Lc 16). Y hay otros, en fin, como los judíos, que llevan una vida intolerable en este mundo desde la toma de Jerusalén, y a quienes están reservados en el otro otros castigos más severos.
 
Rábano
La autoridad de este pasaje destruye el error de Orígenes, quien sostenía que todos los pecadores alcanzarían después de muchos siglos el perdón de sus pecados; doctrina que queda completamente refutada con las palabras: "No será perdonado ni en este mundo ni en el otro".
 
San Gregorio, dialogorum libri, 4,34
Nos da a entender con esas palabras que hay pecados que se perdonan en esta vida, y otros en la otra; porque lo que se niega sobre un punto se concede sobre los demás. Sin embargo, este perdón de los pecados en el otro mundo debe entenderse de los pecados veniales, como las palabras ociosas, las risas inmoderadas o la falta de cuidado en los deberes ordinarios, que apenas pueden practicarse sin culpa, o los que no saben como encaminarse o el extravío en culpas graves por ignorancia. Hay también algunas cosas que agravan nuestra suerte futura si en esta vida no hemos obtenido el perdón de ellas, etc. Pero es necesario tener presente que no será castigado en el purgatorio sino aquel que por su conducta hubiere merecido en esta vida esta indulgencia.
 
Notas
1. San Agustín ilustra su exposición presentando una "blasfemia" contra el Padre: una afirmación de tipo patripasiano, en la que, al asumir forma de siervo, el Padre representa el papel del Hijo, y por lo tanto, sería inferior al Espíritu. Indudablemente, no es éste el pensamiento de San Agustín, sino una caricatura para explicar este denso pasaje.

33-35

"O haced el árbol bueno, y su fruto bueno; o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque el árbol por el fruto es conocido. Raza de víboras, ¿cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno del buen tesoro saca buenas cosas; mas el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas". (vv. 33-35)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Vuelve el Señor a repetir sus ataques contra los judíos con nuevos argumentos. Y lo hace así, no para librarse de su acusación -porque para esto basta lo ya dicho-, sino por el deseo que tenía de corregirlos. De aquí las palabras: "O haced un árbol bueno", etc., que equivale a decir: Ninguno de vosotros ha dicho que es cosa mala librar a algunos hombres de los demonios. Pero como ellos no atacaban la obra en sí, y se contentaban con mirar al origen de ella, que en su opinión era el diablo, El les demuestra la inconsecuencia de esta acusación, concebida fuera de las reglas ordinarias. Es, en efecto, una simpleza abrigar tal modo de concebir las cosas.
 
San Jerónimo
Los estrecha mediante el silogismo, que los griegos llaman aphycton, que es lo que nosotros podemos llamar inevitable. El saca su conclusión contra ellos después de haberlos atacado por los dos extremos que abraza la argumentación. Si el diablo, dice, es malo, no puede hacer obras buenas, pero si veis que las que se han hecho son obras buenas, resulta que tales obras no son del diablo, porque de una cosa mala no sale una buena ni de una buena una mala.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Porque se juzga el árbol por su fruto y no el fruto por el árbol, y por eso añade: "Porque el árbol por el fruto es conocido". Y aunque el árbol da el fruto, el fruto, sin embargo, especifica al árbol. Pero vosotros hacéis lo contrario, porque no tenéis que decir nada contra las obras, y formáis un juicio falso del árbol llamándome endemoniado.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Si refuta, pues, ahora a los judíos, que después que vieron las obras de Cristo comprendieron que eran efecto de un poder sobrenatural y, sin embargo, se resistieron a creer que eran propias de Dios, su respuesta puede extenderse a todos aquellos que en adelante negaren la fe, a todos los que se arrojaren a la herejía, y a todos los que rehusaren dar a Cristo el nombre de Dios, y desconocieren su participación con la sustancia divina. Estos malvados no son capaces ni para indagar el conocimiento de la verdad, ni para vivir entre las gentes bajo el velo de la ignorancia. El árbol figura la humanidad de Cristo; porque por la fecundidad de su virtud puede producir todo buen fruto, de ahí es que un árbol será bueno llevando frutos buenos, mas un árbol será malo llevándolos malos. No porque un árbol malo pueda ser tenido por bueno y recíprocamente; sino que se pone esta comparación para darnos a entender, que o se debe abandonar a Cristo como cosa inútil, o se lo debe seguir como fuente de todos los frutos buenos. Por lo demás, el querer guardar un medio y atribuir a Cristo ciertas cosas y negarle sus grandes prerrogativas, el respetarle como a Dios y no admitir en El su participación con la Divinidad, es una blasfemia contra el Espíritu. Vosotros no os atrevéis a negarle el nombre de Dios por la admiración que os causa la grandeza de sus obras, y por sostener vuestra malicia rebajáis su nobleza y negáis su comunión con la sustancia del Padre.
 
San Agustín, sermones, 72,1
O bien en este pasaje nos aconseja el Señor que seamos buenos árboles para que llevemos buenos frutos: Las palabras: "Haced un árbol bueno, y os dará buenos frutos" es un precepto saludable y que debemos obedecer. Y las palabras: "Haced un árbol malo, y os dará frutos malos" no son un precepto de que así lo hagáis sino una advertencia para que lo evitéis. El Señor combate en este lugar a los que decían que se podían hablar cosas buenas y hacer obras buenas permaneciendo malos; pero el Señor dice que esto no puede ser: a no ser que se cambiase el hombre para poder cambiar las obras. Porque el hombre que continúa en la maldad no puede tener obras buenas, así como el que continúa en el bien, no puede tener obras malas. Cristo, pues, encontró a todos los hombres malos, pero dio el poder de hacerse hijos de Dios a todos los que creyeren en El.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
Y como el Salvador hablaba no por El, sino por el Espíritu Santo, por eso riñe a los judíos con las siguientes palabras: "Raza de víboras, ¿cómo podéis hablar cosas buenas, cuando sois tan malos?" Estas palabras son una acusación contra ellos y una demostración de lo que se acaba de hablar, como si dijera: Mirad, vosotros que sois árboles malos, no podéis llevar frutos buenos. No me admiro de que os expreséis de esa manera, porque habéis sido mal educados por padres malos y tenéis un alma mala. Y tened presente que no dijo: ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas, siendo raza de víboras? Porque este modo de expresarse no está en relación con lo anterior, sino que dijo: "¿Cómo podéis hablar cosas buenas, cuando sois tan malos?". Los llama raza de víboras porque se vanagloriaban en sus antepasados. Para no dejarles motivo alguno de orgullo los separó de la raza de Abraham y les atribuyó otros progenitores de costumbres semejantes a las suyas.
 
Rábano
O también los llama raza de víboras, es decir, hijos o imitadores del diablo, porque calumnian a sabiendas las obras buenas, cosa verdaderamente diabólica. Sigue: "La boca habla de la abundancia del corazón". Habla de la abundancia del corazón el hombre que sabe la intención que se lleva en el hablar, cosa que parece decir más claro cuando añade: "El hombre bueno saca el bien de un tesoro bueno, y el malo saca del tesoro malo el mal". El tesoro del corazón es la intención del pensamiento, que mediante un juicio interior aprecia la utilidad de una obra. Sucede algunas veces, que las grandes obras reciben una recompensa pequeña, y que los que hacen resplandecer exteriormente las más grandes virtudes, son, a causa de la flojedad de su corazón tibio, menos premiados por el Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,1
De esta manera, penetrando lo íntimo del corazón, nos da una prueba de su divinidad; porque El nos dice que no solamente serán castigadas las malas palabras, sino también los malos pensamientos. Y es natural que así sea, porque la superabundancia de la malicia interior, se derrama exteriormente mediante las palabras. De ahí es que, cuando se ve que un hombre habla mal, podemos juzgar que es mayor su malicia interior que la que manifiestan sus palabras. Porque lo que sale al exterior no es más que la superabundancia de lo que existe en el interior. De esta manera tocó vivamente a la culpabilidad de los judíos, porque si lo que ellos dijeron era tan malo, ¿qué malicia no encerrará la raíz de sus palabras? Y es apropiado que así sea. No siempre la lengua del hombre manifiesta la malicia que hay en su interior; pero el corazón, como no tiene por testigo a ningún hombre, engendra sin miedo los males que quiere. Como le importa poco el que Dios lo sepa, sólo cuando la malicia interior es grande es cuando sale al exterior mediante la palabra; y por eso dijo: "De la abundancia del corazón habla la boca"."
 
San Jerónimo
Las palabras: "El hombre bueno saca del tesoro bueno el bien", etc., o bien manifiestan la clase de tesoro de donde sacaron los judíos la blasfemia cuando blasfemaban contra la divinidad del Señor, o bien se refieren a lo que precede, y nos dan a entender que, así como un hombre bueno no puede dar cosas malas, ni un hombre malo cosas buenas, así Cristo no puede hacer obras malas, ni el diablo obras buenas.

36-37

"Y dígoos que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (vv. 36-37)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Una vez puestas las premisas, pasa el Señor a las pruebas, inspirando a los judíos un gran terror, manifestándoles que serán castigados con la última pena los que hubieren delinquido en los pecados anteriores. Por eso dice: "Y os digo que toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán cuenta de ella".
 
San Jerónimo
que quiere decir: si toda palabra ociosa que no edifica a los que la oyen, trae algún peligro al que la dice, y en el día del juicio darán todos cuenta de sus palabras, ¿cuánto más vosotros que calumniáis las obras del Espíritu Santo, y decís que yo lanzo los demonios en nombre de Beelzebub, habréis de dar cuenta de vuestra calumnia?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Y no dijo: "que vosotros habéis hablado", porque aplicando sus palabras a todo el género humano hace más llevadero su pensamiento. Palabra ociosa es la que contiene una mentira o una calumnia. Algunos extienden su significado a toda palabra inútil, como, por ejemplo, la que promueve una risa inmoderada, o indecente o deshonesta.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6
O también es palabra ociosa la que no reporta alguna utilidad, o la que se dice sin necesidad. La palabra que no da utilidad alguna ni al que la dice ni al que la escucha, como por ejemplo, cuando en lugar de hablar de cosas serias, hablamos cosas frívolas y nos ocupamos en contar fábulas antiguas. Por lo demás, el que contesta con bufonadas y abre su boca con grandes risotadas para decir alguna cosa deshonesta, éste no será culpable de una palabra ociosa, sino de una palabra criminal.
 
Remigio
De las palabras anteriores se deducen las siguientes: "Porque serás justificado por tus palabras, y serás condenado por tus palabras". Es indudable que todos serán condenados por las palabras malas que dijeron; pero, sin embargo, no todos serán justificados por las buenas; para esto es preciso que salga de lo íntimo del corazón y de una intención piadosa.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42,2
Mirad cómo no es duro este juicio. El juez dará la sentencia, no sobre las cosas malas que dijeron de vosotros, sino sobre lo que vosotros dijisteis: de ahí es que no son los acusados los que deben tener miedo, sino los que acusan, porque a nadie se le obligará el que se acuse a sí mismo de las cosas malas que oyó, sino de las malas que habló.

38-40

Entonces le respondieron ciertos escribas y fariseos diciendo: "Maestro, queremos ver señal de ti"; y les respondió diciendo: "la generación mala y adulterina, señal pide: mas no le será dada señal sino la señal de Jonás el profeta: porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra". (vv. 38-40)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Como el Señor había hecho ya muchas veces enmudecer la lengua impertinente de los fariseos por las respuestas que les había dado, acuden ahora a las obras, que es lo que el evangelista admirado dice: "Entonces le respondieron ciertos escribas", etc. Entonces, es decir, cuando les convenía doblegarse, admirarse y quedarse estupefactos. Pero aun entonces no desisten de su malicia; porque dicen: "Queremos ver de ti una señal", para prenderle.
 
San Jerónimo
Exigen una señal como si no fueran señales las obras que habían visto. San Lucas expresa de una manera más explícita las señales que pedían ( Lc 11,15). Nosotros deseamos ver de ti un milagro del cielo. O un fuego como el de Elías, que bajó del cielo ( 2Re 1) , o bien un milagro como el de Samuel, que a pesar de la temperatura del clima hizo tronar, relampaguear y llover. ( 1Sam 7-12) Como si no pudieran ellos llevar su calumnia sobre semejantes milagros, diciendo que eran resultados de influencias ocultas y distintas de la atmósfera. Porque si tú calumnias lo que ves con los ojos, lo que tocas con las manos y de lo que conoces su utilidad, ¿qué harías de lo que viniera del cielo? Contestarías sin duda que también los Magos en Egipto han hecho muchos prodigios en los aires ( Ex 7-8).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Sus palabras respiran adulación e ironía. Antes injuriaban al Señor, llamándolo endemoniado y ahora lo adulan denominándolo maestro, por eso les arguye el Señor con energía, y al contestarles les dice: "Generación perversa". Cuando ellos ultrajaban al Señor, éste les contestaba con dulzura; y cuando lo adulan les responde con energía, manifestándonos con esto que El es superior a la adulación, y que el ultraje no enciende en El la cólera. Todo lo que dice el Señor se reduce a lo siguiente: ¿Qué extraño es que vosotros, que no me conocéis, hagáis todas estas cosas contra mí, cuando lo hacéis también contra el Padre, y a pesar de que tenéis de El una grande experiencia, lo abandonáis y corréis tras del demonio? Por eso los llama "generación perversa", porque han sido ingratos con sus bienhechores, y se han vuelto peores con los beneficios, que es el último grado de la malicia.
 
San Jerónimo
Y los llamó también con mucha razón "adulterina", porque había abandonado a su marido, y según Ezequiel ( Ez 16) se había entregado a muchos amantes.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
De esta manera se manifiesta El igual al Padre, porque el no creerlo así los hace generación adúltera.
 
Rábano
Empieza en seguida a contestarles, no dándoles una señal del cielo (de que eran indignos), sino del profundo infierno. Mas dio una señal del cielo a sus discípulos, a quienes enseñó sobre la montaña un símbolo de su gloria eterna ( Mt 17), y después la realidad de verlo elevarse al cielo ( Mc 16) . Por eso sigue: "Y no será dada la señal".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
No hacía El los milagros para atraerlos (porque conocía que eran de piedra) sino para convertir a los demás. O también, no les dio la señal que ellos pedían porque no la recibirían; pero se la dio después haciéndoles conocer su poder por aquello que ocurrió posteriormente. Esto es lo que quiso decir, aunque de una manera algo encubierta, con las palabras: "Y no será dada la señal a ellos" que equivale a decir: os he manifestado muchos beneficios, ninguno de ellos ha sido suficiente para inclinaros a que respetéis mi virtud, que conoceréis cuando veáis destruida vuestra ciudad. En seguida intercala el evangelista algunas palabras del Señor sobre su resurrección, de que ellos tendrían conocimiento por los castigos que tenían que sufrir; y así dice: "sino la señal de Jonás profeta": Nadie en realidad hubiera tenido fe en la Cruz, si no hubiera estado apoyada en los milagros, y si no hubiera sido creída la cruz, tampoco lo hubiera sido la resurrección. Por eso la llama señal, y para que se tenga como una verdad, la presenta como una figura profética. Por eso sigue: "Como estuvo Jonás en el vientre de la ballena", etc.
 
Rábano
Da a entender que los judíos eran tan criminales como los ninivitas y estaban próximos a ser destruidos si no hacían penitencia, pero así como les anuncia Jonás el castigo y el modo de evitarlo ( Jon 3) , así también los judíos no deben desesperarse creyendo que no obtendrán perdón, si al menos después de la resurrección del Señor hacen penitencia. Porque Jonás (palabra que significa paloma o el que gime), es señal de aquél sobre quien desciende el Espíritu Santo en forma de paloma ( Lc 3), y del que cargó con nuestros pecados ( Is 53). El pez que tragó a Jonás en el mar ( Jon 2), significa la muerte que sufrió Cristo en el mundo. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena y Cristo en el sepulcro. Jonás fue lanzado sobre la playa árida y Cristo resucitó en la gloria.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,24
Quieren algunos, que no comprenden el modo en que se expresa la Escritura, contar por una noche aquellas tres horas desde las seis hasta las nueve en que estuvo obscurecido el sol, y por día aquellas otras tres horas durante las cuales el sol volvió a iluminar la tierra, esto es, desde las nueve hasta la postura del sol. Sigue la noche del sábado con su correspondiente día, da por resultado dos noches y dos días, porque después del sábado sigue la noche del primer día (esto es, del amanecer del domingo) en que resucitó el Señor. Serán, pues, dos días y dos noches, más otra noche, que podría tomarse en toda su extensión, aun cuando no contemos la aurora de la resurrección como la parte extrema de esta noche, por lo cual contando seis horas, tres de tinieblas y tres de luz, resultan tres días y tres noches. Nos resta, pues, como solución para la inteligencia el modo de expresarse las Escrituras, al tomar la parte por el todo.
 
San Jerónimo
No quiere decir que estuviera el Señor tres días y tres noches en el infierno, sino para que se entienda en parte la Pascua y una parte del domingo, y todo el día sábado.
 
San Agustín, de Trinitate, 4,6
La misma Escritura nos asegura que no fueron completos estos tres días, sino que la tarde del primer día se cuenta como día entero, al igual que la mañana del tercer día. El segundo día divide las veinticuatro horas en doce de día y doce de noche. La noche que termina en la aurora que anunció la resurrección del Señor pertenece al tercer día. Así como los días primeros fueron contados desde la luz hacia la noche, a causa de la caída del hombre, así estos días son contados desde las tinieblas hacia la luz, a causa de la reparación del hombre.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1-2
No dijo de una manera clara que resucitaría, porque serviría esto de burla a los fariseos, sino que lo hizo con palabras encubiertas, para que aceptaran ellos por la fe lo que El preveía. Y no dijo en la tierra, sino en el corazón de la tierra, a fin de anunciarles su sepulcro, y de que nadie creyera que había sido aparente su muerte. Y puso tres días para no dar lugar a la menor duda de que realmente había muerto. Pero hasta la misma figura demuestra la verdad, porque Jonás no estuvo de una manera aparente tres días en el vientre de la ballena, sino que estuvo en realidad; de donde resulta bien claro que son hijos del diablo los que siguen la doctrina de Marción, quien sostuvo que fue una quimera la pasión de Cristo. Al decir que la señal del profeta Jonás se daría a aquella generación, el Señor indica que había de padecer por ellos, aunque no les aprovecharía su pasión.

41-42

"Los Ninivitas se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán: porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás. Y he aquí en este lugar más que Jonás. La reina del Austro se levantará en juicio con esta generación, y la condenará: porque vino desde los fines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí más que Salomón". (vv. 41-42)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,2
El Señor, a fin de que nadie creyera que los judíos habían de tener el mismo fin que los ninivitas, es decir, que así como éstos se convirtieron por la predicación de Jonás y salvaron su ciudad del peligro que los amenazaba, también aquéllos se convertirían vista la resurrección, nos hace ver todo lo contrario y nos dice que ningún fruto sacaron ellos de la pasión, y que por lo mismo sufrirán más severamente por su pecado, como dice más abajo valiéndose del ejemplo del demonio. Entretanto nos manifiesta la justicia de su condenación con las palabras: "Los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación".
 
Remigio
En estas palabras dice bien claro el Señor que no habrá más que una sola resurrección para los buenos y los malos, y refuta a los herejes que sostuvieron que había dos resurrecciones: una para los buenos y otra para los malos. También destruye con estas palabras la fábula de los judíos de que se celebraría la resurrección mil años antes que el juicio, puesto que nos demuestra que en seguida de la resurrección, se celebrará también el juicio. "Y ellos la condenarán".
 
San Jerónimo
No por el poder de su sentencia sino por el ejemplo de su conducta, por lo que añade: "Porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás". "Y he aquí en este lugar más que Jonás": La palabra hic es adverbio de lugar, y no pronombre. Jonás predicó tres días, según interpretación de los Setenta; yo durante un tiempo más largo. Aquél a los Asirios, gente incrédula; yo a los judíos, pueblo de Dios. Aquél no hizo más que predicar simplemente y sin hacer milagro alguno; y yo después de haber hecho tantos, sufro la calumnia de que me llamen Beelzebub.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
No se contenta el Señor con lo dicho sino que añade la cita de "la Reina de Sabá", etc. Esta cita da aún más fuerza que la anterior. Porque Jonás marchó a los ninivitas; pero la Reina de Sabá no esperó que Salomón fuese a donde estaba ella, sino que ella misma marchó a donde estaba Salomón a pesar de ser mujer y extranjera, y de países lejanos, y sin tener miedo a la muerte, llevada sólo del atractivo de las palabras llenas de sabiduría. Llegó allí, pues, la mujer, y yo he llegado aquí; venía ella de los confines de la tierra, y yo recorro las ciudades y las aldeas; disputó ella sobre los árboles y las maderas, yo sobre los inefables misterios.
 
San Jerónimo
Del mismo modo condenará la Reina de Sabá al pueblo de los judíos, con que los ninivitas condenarán al incrédulo Israel. Esa Reina es la Reina de Sabá, de que se habla en el libro de los Reyes ( 1Re 10), y en las Crónicas ( 2Cró 9), que llegó a Jerusalén después de haber abandonado su reino, pasando por tantas dificultades, con el objeto de oír la sabiduría de Salomón y ofrecerle muchos regalos. En la figura de Ninive y de la Reina de Sabá vemos la fe de las naciones, que fueron preferidas a Israel.
 
Rábano
Los ninivitas representan a todos los que dejan de pecar y la Reina a los que no saben pecar, porque la penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita.
 
Remigio
Con razón se aplica el nombre de Reina a la Iglesia, compuesta de muchas naciones; porque sabe ella gobernar sus costumbres. De ella dice el Salmista: "La Reina ha estado sentada a nuestra derecha" ( Sal 44,10). La Reina de Sabá, porque superabunda en ella el fuego del Espíritu Santo, y el viento cálido del Sur es figura del Espíritu Santo. Y Salomón, que significa pacífico, representa a aquel de quien se ha dicho: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14).

43-45

"Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por los lugares secos buscando reposo, y no le halla. Entonces dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y cuando viene, hállala desocupada, barrida y alhajada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entran dentro, y moran allí; y lo postrero de aquel hombre es peor que lo primero. Así también acontecerá a esta generación muy mala". (vv. 43-45)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
Después de haber dicho el Señor a los judíos: "Los ninivitas se levantarán en juicio y condenarán a esta generación", a fin de que no desprecien sus amenazas por la tardanza de su realización y se hagan más perezosos para convertirse, les manifiesta que no sólo en el otro mundo, sino también en éste, sufrirán grandísimas desgracias, y les presenta la pena que les está reservada bajo cierto velo. Por eso dice: "Cuando el espíritu inmundo", etc.
 
San Jerónimo
Opinan algunos que este pasaje dice relación a los herejes, a quienes abandona el demonio de que antes estaban poseídos, cuando pasan de la incredulidad a la fe; pero después, cuando se vuelven a la herejía y adornan su casa con fingidas virtudes, el diablo se va a ellos en compañía de otros siete espíritus malos, habita en ellos y es su fin peor que su principio. Son efectivamente los herejes de peor condición que los incrédulos, porque de éstos hay esperanza de que crean, pero en los otros lucha y discordia. Y aunque sus explicaciones tengan alguna vez algún aplauso o visos de probabilidad, no sé si tengan la verdad. Por esta razón termina la parábola o el ejemplo que precede, con las siguientes palabras: "Así acontecerá a esta generación muy mala". Sin embargo, nos vemos obligados a aplicar este pasaje, no a los herejes y a otros hombres de cualquier clase que sean, sino al pueblo judío, porque no es el contexto de este lugar vago, indeterminado y susceptible, como acostumbran a hacer los necios, hablando de distintos sentidos; sino que ofrece una unidad compacta y forma con lo que antecede y con lo que sigue, desde el principio hasta el fin, un todo. De donde resulta, que cuando los judíos recibieron la ley salió de ellos el espíritu inmundo. Arrojado de los judíos anduvo por las soledades de las naciones.
 
Remigio
Los lugares secos son los corazones de los gentiles, que no están humedecidos por las aguas saludables, es decir, que son extraños a las Escrituras, a los dones espirituales y al Espíritu Santo.
 
Rábano
O también son lugares secos los corazones de los fieles que después de haber sido despojados de la molicie de los pensamientos disolutos, explora el enemigo astuto, a fin de fijar en ellos sus pasos; pero no podrá el diablo, que huye de los espíritus castos, encontrar el descanso que apetece, más que en el corazón de los malvados. Por eso sigue el evangelista: "Y no encuentra".
 
Remigio
Creía el diablo que podía tener un descanso eterno en el corazón del pueblo gentil. "Y no lo encontró". Porque la gentilidad creyó en el Hijo de Dios cuando apareció por el misterio de la Encarnación.
 
San Jerónimo
No hallando el demonio lugar alguno entre los gentiles después de su conversión al Señor, dijo: Volveré a mi casa, de donde salí; tengo a los judíos, a quienes había dejado. Y cuando llegó, encontró su casa vacía, barrida y adornada; en efecto, estaba vacío el templo de los judíos, y no hospedaba a Cristo que decía: "Levantaos, y salgamos de aquí" ( Jn 14,31). Y como estaba vacío de Dios y de los ángeles protectores y estaba adornado con las observancias superfluas de la ley y las tradiciones de los fariseos, el diablo volvió a este lugar, que ya había ocupado otras veces y tomó posesión de su antigua casa en compañía de otros siete demonios. Y lo postrero de este pueblo es peor que lo primero, porque están poseídos de mayor número de demonios los que blasfeman en sus sinagogas contra Cristo Jesús, que aquellos que lo estaban en Egipto antes de conocer la ley, porque es más culpable no creer en Cristo después de su llegada al mundo, que el no creer en El antes de venir. El número de siete demonios que se unieron al diablo, significa o el día del sábado, o los siete dones del Espíritu Santo, porque, así como se lee en Isaías ( Is 11) que bajaron siete especies de virtudes sobre la flor de la vara de Jesé, así también por contraposición se consagró al diablo el número de siete vicios. Con razón, pues, se puede decir, que él tomó siete espíritus, o por razón de la violación del sábado, o a causa de los siete pecados capitales contrarios a los siete dones del Espíritu Santo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3-4
O también es expresión del castigo de los judíos; porque dice el Salvador que atraerán sobre sí gravísimos males todos aquellos que después de haber estado poseídos del demonio y haber sido librados de él cayeron en una grande desidia. Así os sucederá a vosotros mismos, porque cuando adorabais a los ídolos y sacrificabais vuestros hijos a los demonios estabais antes apresados por el demonio, y sin embargo no os abandoné, sino que lancé de vosotros al demonio por mis profetas, y yo después he venido para libraros mucho mejor. Pero no queréis hacerme caso, caísteis en un crimen mayor (porque es más grave quitar la vida a Cristo que a su profeta). Por esta razón experimentaréis castigos más afrentosos. Porque los castigos que experimentó en tiempos de Vespasiano y Tito este pueblo miserable, fueron mucho más terribles que los que sufrió en Egipto y en Babilonia, y en tiempo de Antíoco. Y no sólo les hace ver el Señor todo esto, sino la desolación de sus almas, destituidas de toda clase de virtud, y más accesibles ahora que antes al demonio. Esta doctrina tiene aplicación no solamente a los judíos, sino también a nosotros, si después de haber sido iluminados y arrancados de nuestros primeros pecados nos entregamos a la corrupción, y el castigo de estos últimos pecados será más terrible que el de los primeros, por eso dijo Cristo al paralítico "Mira, ya estás curado; no vuelvas a pecar, no te acontezca otra cosa peor" ( Jn 5).
 
Rábano
Todo hombre convertido a la fe abandona al demonio, del que queda libre por el bautismo. Y el demonio, viéndose arrojado del hombre, recorre los lugares áridos, esto es, los corazones de los fieles.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 33,3
Los lugares áridos y secos son los corazones de los justos. La fortaleza de la disciplina los ha secado de los humores de las concupiscencias carnales. Los lugares húmedos son las almas de los hombres terrenales, a quienes, llenándoles de humores la concupiscencia carnal, les hace caer en la corrupción. En éstos es en quienes imprime el diablo su perversa huella con tanta más profundidad, cuanto más desciende al terreno húmedo de esas desgraciadas almas.
 
Rábano
Y volviendo a su casa, de donde había salido, la halló vacía de todo acto bueno, a causa de los efectos de la negligencia. Limpia de la inmundicia (esto es, de los antiguos vicios), mediante el bautismo, adornada de falsas vestiduras a causa de la hipocresía.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,8
Significó el Señor por esas palabras, que creerán algunos de tal manera, que volverán al mundo por no poder sufrir las fatigas de la continencia. Las palabras: "Tomó consigo otros siete espíritus", significan que aquel que cayere de la justicia, tendrá la hipocresía, porque expulsados los apetitos de la carne por las obras ordinarias de la penitencia, y no encontrando donde reposar, vuelven con mayores deseos y ocupan otra vez las almas negligentes, a fin de que la palabra de Dios, predicada por la sana doctrina, no pueda entrar nuevamente en esas almas como habitante de una casa limpia de toda inmundicia. Y no sólo porque habitarán en ellas los siete vicios contrarios a las siete virtudes espirituales, sino porque fingirá por medio de la hipocresía tener esas siete virtudes. Por eso la concupiscencia, a fin de hacer peores los extremos de esas almas que sus principios, vuelve acompañada de otros siete espíritus más perversos (esto es, de los mismos siete fingimientos).
 
San Gregorio Magno, Moralia, 7,8
Sucede con frecuencia, que cuando las almas se engríen por sus primeros progresos, presentan, desde el momento en que se dejan llevar de la vanidad, una puerta abierta al terrible enemigo, por donde él se precipita en las almas con tanto más estrago cuanto mayor fue su dolor durante el tiempo en que estuvo privado de su dominio.

46-50

Cuando estaba todavía hablando a las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar. Y le dijo uno: "Mira que tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Y El, respondiendo al que le hablaba, le dijo: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: "Ved aquí mi Madre y mis hermanos: Porque todo aquél que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y Madre". (vv. 46-50)
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Como había anunciado todo lo que precede en nombre de la majestad de su Padre, ahora el evangelista nos manifiesta lo que contestó al que le dijo que su Madre y sus hermanos le estaban esperando a la parte de afuera: "Cuando estaba todavía hablando a las gentes".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,40
Es indudable que sucedió a continuación de lo anterior lo que aquí nos refiere el evangelista, quien se vale, antes de referirlo, de la transición siguiente: "Cuando estaba todavía hablando a las gentes". ¿Y qué quiere decir la palabra todavía, sino que El estaba hablando aun las cosas que hemos referido? También San Marcos, después de habernos contado todo lo concerniente a la blasfemia contra el Espíritu Santo, dijo: "Y llegan su Madre y sus hermanos" ( Mc 3,31). San Lucas no siguió este orden, sino que puso primero el hecho, y lo refirió según ( Lc 8) lo iba recordando.
 
San Jerónimo
De aquí, esto es, de decir el Evangelio los hermanos del Señor, deduce Helvidio su error. ¿Cómo, dice él, se llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no eran hermanos suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos se toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como Esaú y Jacob ( Gén 25); por nacionalidad, así todos los judíos se llaman entre sí hermanos, como en el Deuteronomio ( Dt 17,15); "No podrás constituir como rey sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano". Además, se llaman hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: "Y dijo Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos" ( Gén 13,8). Los hermanos de cariño lo son, o de una manera general, o de una manera individual. Así se llaman de una manera más especial hermanos todos los cristianos, como dice el Salvador: "Ve y di a mis hermanos" ( Jn 20,17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un solo padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es lo que se lee en Isaías: "Decid a los que os aborrecieron: Vosotros sois nuestros hermanos" ( Is 66,9). Pregunto yo ahora: ¿de qué manera son hermanos del Señor los que así llama el Evangelio? ¿Por naturaleza? Pero la Escritura no lo dice ni los llama hijos de María ni de José. ¿Por la nacionalidad? Pero esto es un absurdo, porque sería llamar hermanos a unos cuantos judíos, y no a los demás; siendo así que todos los judíos que estaban allí presentes tenían derecho a la misma denominación. ¿Es según el sentimiento humano o sobrenatural? Pero en este sentido ¿quién mejor que los Apóstoles, a quienes daba el Señor instrucciones íntimas, merecía llamarse hermano? O si todos (porque son hombres) son hermanos, fue una cosa necia anunciar como cosa propia a los que lo esperaban fuera diciendo: "Mira, tus hermanos te buscan". Resulta, pues, que la palabra hermano debe tomarse no en el sentido de la naturaleza, ni en el de la nacionalidad, ni en el de afecto, sino en el de parentesco.
 
San Jerónimo
Las palabras "hermanos del Señor" hacen suponer a algunos, siguiendo las locuras de algunos apócrifos, y fingiendo la existencia de una mujerzuela llamada Esca, que José había tenido otros hijos de una esposa anterior. Pero nosotros comprendemos bajo la palabra hermano, no los hijos de José, sino a los consobrinos del Salvador, a los hijos de la tía materna del Señor, la cual es llamada en el Evangelio madre de Santiago el menor, de José y de Judas, a quienes en otro lugar del Evangelio ( Mc 6; Gál 1), se les llama hermanos del Señor. Toda la Escritura nos da testimonio de que el nombre de hermanos se extiende hasta los consobrinos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Ved ahí el orgullo de sus parientes, porque debían entrar y mezclarse con las turbas para oírle, o si no querían esto, esperar hasta el final del discurso y acercársele entonces. Pero ellos lo llaman afuera y lo hacen en presencia de todos para manifestar su vanidad y hacer ver a todos que mandan con autoridad a Cristo, cosa que manifiesta el evangelista e insinúa bajo cierto velo, cuando dice: "Cuando estaba todavía hablando", que es como si dijera: ¿No lo podían haber hecho en otra ocasión? ¿Y qué deseaban ellos hablar? Si era en favor de los dogmas de la verdad, debían de haberse contentado de una manera ordinaria a fin de ganar de este modo las almas de sus oyentes; y si era de cosas pertenecientes a ellos no era oportuno llamarle con tanta prontitud, de donde resulta que lo hacían llevados de la vanagloria.
 
San Agustín, de natura et gratia, 36
Cuanto se diga de los parientes del Señor, si se trata del pecado, bajo ningún concepto quiero que se diga de la Virgen María (por el honor de Cristo). Nosotros sabemos que le fueron concedidas las mayores gracias para triunfar de todo pecado, porque ella era la destinada a concebir y a dar a luz a quien nos consta que jamás tuvo pecado alguno.
Sigue: le dijo un cierto hombre: "Mira, tu Madre y tus hermanos están afuera buscándote".
 
San Jerónimo
Se me figura que el anunciante no habla por casualidad ni con sinceridad, sino para tenderle algún lazo, sin duda para ver si prefería a la obra espiritual la carne y la sangre. Por eso el Señor, sin negar a su Madre y a sus parientes, sino para contestar al que le avisaba, rehusó el salir.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Y no dijo: "Marcha, dile que no es mi Madre", sino que se dirigió al que le avisaba, y contestándole cuando le hablaba, le dijo: "¿Cuál es mi Madre, y cuáles son mis hermanos? 1"
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
No se debe juzgar por estas palabras que en ellas dio El un testimonio de desaire hacia su Madre, puesto que desde lo alto de la cruz le dio pruebas de solicitud y amor filial ( Jn 19).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Si hubiera El querido negar a su Madre, lo hubiera hecho cuando los judíos se mofaban de El con ocasión de su Madre ( Mc 6).
 
San Jerónimo
No negó El, pues, como pretenden Marción y Maniqueo, a su Madre, de quien nació, para no dar lugar a que se creyese que era hijo de un fantasma, sino que quiso destacar el vínculo con los discípulos sobre el vínculo de parentesco, para enseñarnos a preferir el vínculo del espíritu al de los parientes.
 
San Ambrosio, In Lucam, 6
Es propio del Maestro ofrecer a los demás un ejemplo en su persona cuando dicta un precepto. Así, el comienza por cumplirlo. Antes de determinar que quien no deja a su padre y a su madre no es digno del Hijo de Dios ( Lc 14,26) El se somete al principio señalado. Ciertamente, no reprueba el cariño filial debido a su madre, pues de El viene el mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre" ( Ex 50). Más bien quiere enseñar que más que los piadosos sentimientos y cariño para su madre por ser físicamente tal, los que no descarta, busca destacar la unión a la voluntad de su Padre celestial, en la que se da la mayor unión de las almas 2.
 
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 3,2
El Señor se dignó llamar hermanos a los discípulos, diciendo: "Id y anunciad a mis hermanos" ( Mt 28,10). Pero se preguntará: ¿Cómo el que por la fe se ha hecho hermano de Cristo, puede llegar a ser madre? Para contestar a esta pregunta debemos tener presente que el que por la fe se hace hermano o hermana de Cristo, se hace madre por la predicación, porque viene como a dar a luz al Señor infundiéndolo en el corazón de los oyentes. Y se hace madre de El, si mediante su voz engendra en el alma del prójimo el amor del Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Lo que se acaba de decir nos enseña también otra cosa, a saber: que no se debe despreciar la virtud dejándose llevar de la confianza que puede inspirar el parentesco; porque si nada aprovecha a la Madre el ser Madre, si no tiene virtud, ¿quién podrá gloriarse de encontrar su salvación en el parentesco? Porque no hay más que una sola nobleza, el hacer la voluntad de Dios, y por eso sigue: "Cualquiera, pues, que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, es mi hermano, mi hermana y mi Madre". Muchas mujeres glorificaron a aquella Virgen santa, y a su vientre, y desearon ser madres parecidas a ella. ¿Quién se lo impide? Abierto tenéis el camino, y no sólo las mujeres, sino también los hombres pueden llegar a ser Madre de Dios.
 
San Jerónimo
Digámoslo de otra manera, el Salvador habla a las turbas, y en sentido más íntimo, enseña a las naciones: su Madre y sus parientes, esto es, la sinagoga y el pueblo de los judíos, están a la parte de afuera.
 
San Hilario, in Matthaeum, 12
Tenían ellos, lo mismo que los demás, la facultad de entrar hasta El; pero porque había venido entre los suyos y no le recibieron ( Jn 1,2), se abstienen de entrar y de aproximarse a El.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 3,2
De donde su Madre está afuera, como si no la conociese, pues no es reconocida la sinagoga por aquel que la fundó, en atención a que, ateniéndose a la observancia de la ley, perdió la inteligencia espiritual, y se quedó en la puerta guardando la letra.
 
San Jerónimo
Después de haber rogado, de haber buscado y de haber mandado un mensajero, recibieron la respuesta: tenéis libre albedrío; si queréis podéis entrar y creer.
 
Notas
1. La interpretación de los Padres es general en cuanto a destacar que no se debe entender por esa frase un rechazo a la Madre de Jesús. Más bien, son muchos los que destacan que se trata de una alabanza a la Virgen Santísima. ¿Quien mejor que Ella ha escuchado el designio de Dios y lo ha puesto por obra? Precisamente, el mensaje del pasaje resulta claro si se lee en dos planos. Uno primero, en el que se da importancia al aspecto biológico, que Jesús esclarece remitiéndolo a la más importante unión espiritual. La Madre queda así adherida públicamente a la familia escatológica de los discípulos de Jesús, de los cuales Ella es la primera y más aventajada de todos. Esta enseñanza ha sido cada vez más esclarecida por la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo. La presencia de María y sus parientes, en el pasaje, sirve como una especie de disparador de la gran lección que destaca que María, su Madre, es importante para su misión principalmente por que pronunció el "Fiat" y es modelo ejemplar de quien escucha la palabra divina y la pone permanentemente por obra. Aparece así como trasfondo de las palabras que Ella es Madre y Modelo ejemplar de todos los discípulos.
2. (Aldama) Tanto la hiperdulía a María, y la teología mariana "entroncan directamente con las alabanzas a su fe en Lc 1,45; a su maternidad virginal y divina en Lc 1,42s y 46-48, y a ambas juntas en la perspectiva de Lc 8, 20s". S.S. Juan Pablo II: "¿Se aleja con esto de la que ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer en base al significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo especialísimo. ¿No es tal vez María la primera entre "aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima? Sin lugar a dudas, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según la carne ("¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!"), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque "guardaba" la palabra y "la conservaba cuidadosamente en su corazón" (cf. Lc 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que se ha llamado solamente "esclava del Señor" ( Lc 1, 38). Si es cierto que "todas las generaciones la llamarán bienaventurada" (cf. Lc 1, 48), se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magníficat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos ( Redemptoris Mater, 20)".