CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

01-08

Y aconteció, que cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, se fue de la Galilea, y pasó a los confines de la Judea, de la otra parte del Jordán. Y le siguieron muchas gentes y los sanó allí. Y se llegaron a El los Fariseos tentándole y diciendo: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" El respondió y les dijo: "¿No habéis leído, que el que hizo al hombre desde el principio, macho y hembra los hizo, y dijo: Por esto dejará el hombre padre y madre, y se ayuntará a su mujer, y serán dos en una carne. Así, que ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios juntó, el hombre no lo separe". Dícenle: "¿pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?" Les dijo: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así". (vv. 1-8)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
El Señor abandonó primeramente la Judea, a causa de la envidia de los judíos y ahora permanece en ella, porque había de verificarse dentro de poco tiempo su pasión; sin embargo, en el entretanto no llega hasta la misma Judea, sino a sus confines. Por eso se dice: "Y aconteció, que cuando hubo Jesús acabado de decir estas palabras", etc.
 
Rábano
Aquí comienza el evangelista a contar lo que el Señor hizo en la Judea y lo que enseñó y lo que padeció. Primeramente al otro lado del Jordán, hacia el oriente, después al lado occidental del Jordán, cuando vino a Jericó, a Betfagué y a Jerusalén. Por eso sigue: "Y pasó a los confines de la Judea", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Como el justo Señor de todas las cosas, que de tal manera ama a sus siervos, que jamás abandona los unos por los otros.
 
Remigio
Es necesario no olvidar, que se llamaba generalmente Judea a todo el país ocupado por los israelitas; sin embargo, el nombre de Judea se daba, especialmente a la parte meridional, habitada por la tribu de Judá y la de Benjamín, para distinguirla de las otras regiones contenidas en la misma provincia, a saber: Samaria, Galilea, Decápolis y otras. Sigue: "Y le siguieron muchas gentes".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Le llevaban como los hijos pequeñuelos llevan al padre que parte para un viaje largo. Mas El, como un padre que se marcha, deja a sus hijos, como prendas de su ternura, la medicina de sus males. Por eso se dice: "Y los curó".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Debemos también considerar que el Señor no insiste de un modo continuo ni en la predicación oral ni en la obra de los milagros, sino que practica ya lo uno o ya lo otro, a fin de hacer creíble por los milagros lo que dice y para manifestar por sus discursos la utilidad de sus milagros.
 
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
El Señor curaba al otro lado del Jordán 1, donde se administraba el bautismo. Realmente todos son salvados de sus enfermedades por el bautismo y muchos siguen a Cristo pero se levantan como se levantó Mateo, que siguió a Cristo ( Mt 9).
 
Rábano
Cura a los Galileos en los confines de la Judea para admitir los pecados de los gentiles al perdón que preparaba a la Judea.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Curaba el Señor a los hombres y les hacía el bien y por ellos a otros muchos. Porque la curación de unos le servía de motivo para derramar sobre otros la luz divina, excepto sobre los fariseos, a quienes los milagros endurecían más. Por eso sigue: "Y se llegaron a El los fariseos tentándole y diciéndole: ¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer?"
 
San Jerónimo
Como presentándole un argumento para hacerle caer, cualquiera que sea el extremo que elija. Porque si dijere que era lícito repudiar a la mujer por cualquier causa y tomar otra, aparecía -según ellos- el predicador de la pureza diciendo cosas contrarias a la pureza; y si respondiere que no era lícito por ninguna causa repudiar a la mujer, le tenían por culpable de ese sacrilegio y sería mirado como enemigo de la doctrina de Moisés y de Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Mirad cómo hasta en el modo de preguntar aparece la malicia de los fariseos. Ya el Señor les había hablado sobre esta ley, pero ellos, como si nada les hubiera dicho, le vuelven a preguntar, creyendo, sin duda, que no recordaría lo que les había dicho.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como cuando veis que un hombre frecuenta la amistad de los médicos comprendéis que ese hombre está enfermo, así también cuando un hombre o una mujer os pregunta con frecuencia sobre repudiar a su mujer o a su marido, podéis decir que ese hombre es lascivo y esa mujer meretriz. Porque la castidad se ve complacida en el matrimonio y el libertinaje atormentado por la ley matrimonial que lo sujeta. Sabían ellos que no había más causa razonable para repudiar a la mujer, que la deshonra y ellos se forjaban otras muchas. Pero temiendo encontrarse encerrados dentro de los límites de ciertas causas, no le preguntan qué causa bastaba para repudiar a la mujer, sino que le hicieron la pregunta general, es decir, si era lícito repudiar a la mujer por toda clase de causa. Sabían que la pasión no conoce límites ni se circunscribe a los del matrimonio, sino que cuanto más se ejerce, más se enciende.
 
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Después de haber sido tentado el Señor, no hay razón para que lleven a mal sus discípulos, destinados a enseñar, si también ellos mismos son tentados. Sin embargo, el Señor contesta a los tentadores con máximas de piedad.
 
San Jerónimo
De tal manera continúa el Señor la respuesta, que pasando por alto el lazo que le habían tendido, no hace más que aducirles el testimonio de las Escrituras y oponerles la ley natural y la primera sentencia de Dios, juntamente con la segunda. Por eso sigue: "El respondió y les dijo: ¿No habéis leído que el que hizo al hombre y a la mujer, desde el principio macho y hembra los hizo?" Esto está escrito en el principio del Génesis. 2 Y diciendo macho y hembra, manifiesta que deben evitarse segundos enlaces. Porque no dijo macho y hembras, que es lo que buscaban los que admitían el repudio de la primera unión, sino macho y hembra, a fin de que no se enlazasen más que en un solo matrimonio.
 
Rábano
De esta determinación saludable de Dios resultó que el hombre abrazaba en su mujer una parte de su cuerpo y no veía como diferente de él lo que comprendía que había sido hecho de él mismo.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si Dios creó al hombre y a la mujer de una sola cosa con el objeto de que fuesen uno, ¿por qué el hombre y la mujer no nacen de un solo útero como algunas aves? Porque Dios creó al hombre y a la mujer para engendrar hijos. Pero Dios ama la castidad y es autor de la continencia y no quiso conservar en todos aquel modelo de vida, con el objeto de que si alguno quería casarse según la disposición de la creación humana, sepa lo que es un hombre y una mujer. Y si no quería casarse, no tenía necesidad de casarse, para que no perjudicase con su continencia a otro que no quisiera ser continente. Por esta razón, el Señor manda que después del matrimonio no se puedan separar los dos esposos sin el consentimiento de los dos. 3
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
No sólo por el modo con que Dios creó al hombre sino también por la Ley, el Señor manifestó que el hombre y la mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse. 4 Así, pues, sigue: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".
 
San Jerónimo
Lo mismo dijo: a la esposa y no: a las esposas y después añade con toda claridad: "Y serán dos en una carne"; ése es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.
 
Glosa
O bien, en una sola carne, esto es, en la cópula carnal.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si, pues, la mujer procede del marido y los dos son de una sola carne, el hombre deberá dejar al padre y a la madre y la unión entre hermanos y hermanas debe ser mayor porque éstos vienen de los mismos padres mientras que los primeros de padres distintos. Pero el amor del matrimonio es más grande porque la ley de Dios es más poderosa que la virtud de la naturaleza y no están los preceptos de Dios sujetos a la naturaleza, sino que la naturaleza obedece a los preceptos de Dios. Los hermanos, además, proceden de uno solo, para dirigirse hacia distintos caminos. El hombre y la mujer, por el contrario, nacen de padres distintos, para reunirse en un solo destino. El orden de la naturaleza también proclama el orden de Dios. Porque el amor en los hombres es como la savia de los árboles. Sube ésta desde la raíz hasta el tallo y en la terminación de éste, va a la simiente. Por eso aman los padres y no son amados del mismo modo por los hijos. Porque los hijos no transmiten su cariño a los padres, sino que lo transmiten a los hijos que deben engendrar. Esto es lo que significan las palabras: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a su mujer".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Ved la sabiduría del Maestro. Cuando fue preguntado si era lícito, no contestó en seguida "no es lícito", a fin de que no se asustaran; pero estableció esto mismo probándolo. "Dios, al principio, hizo al hombre y a la mujer" y no los unió simplemente, sino que mandó que dejaran al padre y a la madre y no dijo sencillamente que se fuese el hombre con su esposa, sino que se uniese a ella, manifestando en este modo de hablar la indivisibilidad y añadió que se trata de una unión más estrecha, diciendo: "Y serán dos en una carne".
 
San Agustín, de Genesi ad litteram, 9, 19
Sin embargo, como atestigua la Escritura que estas palabras fueron dichas por el primer hombre, es preciso entender lo que dice el Señor: "Que fueron dichas por Dios", en el sentido de que Adán, en el éxtasis que había precedido, pudo decirlas por inspiración y como profeta.
 
Remigio
El apóstol dice ( Ef 5) "que este misterio está en Cristo y en la Iglesia". Porque Nuestro Señor Jesucristo, cuando descendió de los cielos a la tierra, de algún modo se puede decir que dejó a su Padre; y abandonó a su madre -esto es, a la sinagoga- a causa de su infidelidad y se unió a su esposa -es decir, a la Iglesia- y son dos en una sola carne, esto es, Cristo y la Iglesia en un solo cuerpo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62.2
Después que el Señor hubo citado las palabras y los hechos de la ley antigua, El mismo da la interpretación de esas palabras y hechos y afirma su ley diciendo: "Así que ya no son dos, sino una carne". Así también, de los que se aman espiritualmente se dice que tienen una sola alma, según aquel pasaje de la Escritura ( Hch 4,32): "Eran todos los creyentes de un solo corazón y de una sola alma", de la misma manera se dice del esposo y de la esposa, que se aman carnalmente, que son una sola carne y así como es cosa sucia cortar la carne, así también el dividir la mujer es una iniquidad.
 
San Agustín, de civitate Dei, 14,22
Se dice también que son una sola cosa, bien por la unión, o bien por el origen de la mujer, que fue hecha de la costilla del hombre.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Ultimamente Dios también mandó esta unión diciendo: "Por lo tanto, lo que Dios junta, el hombre no lo separe". Está bien claro en estas palabras que el repudiar a la mujer es un acto contrario a la naturaleza y a la ley. Contra la naturaleza, porque desde luego queda dividida una sola carne y contra la ley, porque se repudia a la mujer a pesar de la unión hecha por Dios y a pesar de su mandato de que no sea dividida.
 
San Jerónimo
Dios los unió haciendo del hombre y de la mujer una sola carne; luego el hombre no puede separarlos, sino sólo Dios. Pero el hombre hace la separación cuando por deseos hacia otra mujer repudia a la primera y Dios hace la separación de la unión que había hecho cuando por nuestro consentimiento y con el objeto de servir a Dios, tenemos a nuestra mujer como si no la tuviéramos ( 1Cor 7).
 
San Agustín, contra Faustum, 19,29
Ved aquí a los judíos convencidos por los libros de Moisés, de que no se debe repudiar a la mujer y a aquellos que la repudiaban persuadidos de que obraban según la Ley. También conocemos nosotros -por el testimonio de Cristo- que Dios hizo al hombre y a la mujer y los unió; de esta manera quedan condenados los maniqueos 5 que, oponiéndose al Evangelio de Cristo, negaban esta doctrina.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Esta interpretación de la castidad es dura para los fornicarios, que no pueden contestar nada en contra de la razón y sin embargo, no se someten a la verdad. Por eso se acogen a la sombra de Moisés como los hombres que para sustentar una causa perdida se amparan en los poderosos; para que ya que no pueden salir airosos por la justicia, venzan, al menos, por la persona. Por eso sigue: "Dícenle: ¿Pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio?", etc.
 
San Jerónimo
Evidencian la calumnia que habían preparado aunque el Señor no les manifestó su propio parecer sino que les recordó la historia antigua y los mandamientos de Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Si el Señor fuese contrario al Antiguo Testamento, no hubiese combatido en favor de Moisés ni hubiera demostrado la concordancia del Antiguo Testamento con lo que El dice. Pero la inefable sabiduría de Cristo los excusa en su respuesta y les dice: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió", etc. De esta manera, salva a Moisés de toda especie de acusación y la hace recaer toda sobre ellos.
 
San Agustín, contra Faustum, 19,29
¿Cuánta dureza habría en sus corazones cuando no pudieron ser convencidos por la interposición del acta de divorcio, en donde estaba abierto a los hombres justos y prudentes un medio de discusión, para que pudiesen suavizar y vencer los resentimientos que se opusiesen a recibir o a renovar el amor conyugal? ¡Con qué astucia echan en cara los maniqueos a Moisés el haber querido destruir el matrimonio por el acta de divorcio y alaban a Cristo porque robustecía su indisolubilidad! Siendo así que debían alabar a Moisés, por separar lo que había unido el diablo y vituperar a Cristo, por asegurar las uniones que el diablo había formado. 6
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Finalmente, como era cosa importante lo que el Señor acababa de decir, vuelve en seguida su discurso a la ley, diciendo: "Mas al principio no fue así".

San Jerónimo
Las palabras "no fue así", ¿indican, por ventura, que Dios puede contradecirse, mandando antes una cosa, e infringiendo después ese mandato con otro nuevo? No debemos opinar de esa manera, sino que Moisés, al ver que eran asesinadas las primeras esposas por desear tener otras -que eran o más ricas, o más jóvenes, o más hermosas- o que ellos se entregaban a una mala vida, prefirió ser indulgente con el divorcio, a que continuaran los odios y los homicidios. Considerad al mismo tiempo que no dijo el Señor "por la dureza de vuestros corazones os permitió Dios", sino "os permitió Moisés", porque esto, según el apóstol ( 1Cor 7), "era el consejo de un hombre, mas no el mandato de Dios".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Dijo muy bien que Moisés permitió, mas no lo mandó. Porque siempre queremos lo que mandamos, mas lo que permitimos lo consentimos sin quererlo. Porque no podemos prohibir enteramente la mala voluntad de los hombres. Os permitió, pues, hacer cosas malas, con el objeto de que no hiciérais otras peores. Luego, con permitir Moisés hacer cosas malas, no os demostró la justicia de Dios, sino que quitó al pecado la culpa de pecar, de manera que os pareciese que, obrando según la ley, vuestro pecado no sea visto como pecado 7.

Notas
1. Es decir, el lado oriental.
2. Ver Gén 1, 27.
3. Ver 1Cor 7, 5. Aquí San Pablo no se refiere a romper la unión conyugal por un mutuo acuerdo, sino a la abstinencia voluntaria por parte de los esposos de las legítimas relaciones sexuales por un periodo de tiempo "para daros a la oración".
4. Aquí se utiliza separación en el sentido de rompimiento de la unión conyugal. Ver la nota anterior.
5. Secta dualista y sincrética fundada por Manes (216-277), que sostenía la existencia de dos principios: uno bueno (el bien, al luz, el espíritu) y otro malo (la oscuridad, la materia, las tinieblas). Como consecuencia de sus principios, rechazan la materia y el cuerpo y por lo tanto la unión matrimonial.
6. San Agustín explicita la contradicción en que caen los maniqueos al negar por un lado la unión matrimonial y por otro lado condenar a Moisés quien, según ellos, atentaba contra dicha unión al crear acta de divorcio.
7. El acta de divorcio no tenía como fin eximir de culpa este pecado, sino más bien evitar un mayor mal.

09

"Y dígoos, que todo aquél que repudiare a su mujer, sino por la fornicación, y tomare otra, comete adulterio; y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio". (v. 9)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Después de haber hecho callar el Señor a los judíos, expone con autoridad su ley diciendo: "Y dígoos, que todo el que repudiare a su mujer", etc.
 
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Pudiera creer alguno que Jesús por las palabras: "Todo aquel que repudiare a su mujer, sino por la fornicación", etc. permitió el repudiar a la mujer, como Moisés, de quien hemos hablado, lo permitió a causa de la dureza del corazón de los judíos. Pero nosotros debemos responder a esto que el adulterio, crimen por el que debía ser apedreada la mujer, no era la causa por la que Moisés dio el libelo del repudio ( Dt 24). En la causa del adulterio no era conveniente dar el libelo del repudio. Sin duda quería Moisés designar, por esta cosa fea, toda la falta de la mujer y prescribir que, en este caso, se le diese el libelo del repudio. También debemos investigar, si sólo por la fornicación manda el Señor repudiar a la mujer, o si también se puede hacerlo por otras causas, como por ejemplo, a la mujer que no ha fornicado, pero que ha cometido otros crímenes muy graves, como el de envenenar, o el de quitar la vida a sus hijos. El Señor, al tratar en otro lugar ( Mt 5,32.) esta cuestión, dijo: "El que repudiare a su mujer, excepto por causa de fornicación, la hace que caiga en el adulterio" y la expone a segundas nupcias.
 
San Jerónimo
Sólo la fornicación vence al cariño por la esposa. Cuando ella dividiere la unidad esponsal al entregarse a otro y se separase por la fornicación de su marido, éste debe dejarla, si no quiere que recaiga sobre él aquella maldición de la Escritura ( Prov 18,22): "El que posee a una mujer adúltera, es insensato e impío".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como es un cruel y un malvado el que repudia a la mujer casta, así también es insensato e inicuo el que posee a una meretriz, porque patrocina la torpeza y encubre el crimen de su mujer.
 
San Agustín, de adulterinis coniugiis, 2,9
Sin embargo, la reconciliación del esposo con la mujer adúltera que después de haber consumado el crimen se purifica de él, no debe ser un obstáculo, ni tenerse como cosa que rebaja al hombre, puesto que no puede haber duda de que, por el poder de las llaves del Reino de los Cielos, ha sido perdonado su pecado. De manera que es adúltera después del divorcio pronunciado por el marido y deja de serlo después que se ha unido a Cristo.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Perecen todas las cosas por las causas mismas que les dieron origen y no siendo la unión conyugal sino más bien la voluntad la que constituye el matrimonio, aparece con claridad que no se disuelve el matrimonio por la separación del cuerpo; de donde resulta que si un hombre deja a su mujer y no toma otra, aún es marido de ella. Porque aunque esté separado de ella en el cuerpo, sin embargo, aún está unido a ella por la voluntad. Luego, tomando a otra, repudia completamente a la primera. Por eso no dice el Señor: "El que repudia a su mujer", comete el adulterio, sino el que "tomare otra". 1
 
Rábano
Por consiguiente, para repudiar a la mujer, hay una causa carnal: la fornicación; y otra espiritual: el temor de Dios; mas no hay ningún motivo para tomar otra mujer, viviendo la primera.
 
San Jerónimo
Podría suceder que alguno calumniase a su mujer inocente y -a causa de un segundo matrimonio- imaginase un crimen en el primero. Por esto el Señor manda que el hombre pueda repudiar a su mujer; pero imposibilitándole de que pueda tomar otra mientras aquella viva y como ocurre esto con respecto a la mujer, también a ésta la incapacita de que pueda tomar otro marido mientras viva el primero. Y como una mujer prostituída y que ha cometido el adulterio no teme el oprobio, por eso el segundo marido que tomare a esa mujer comete el crimen de adulterio, según las palabras del Señor: "Y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio".
 
Glosa
Amenaza al que la toma, porque la adúltera no teme el oprobio.
 
Notas
1. "El vínculo matrimonial es establecido por Dios mismo, de modo que el matrimonio celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jamás. Este vínculo que resulta del acto humano libre de los esposos y de la consumación del matrimonio es una realidad ya irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la fidelidad de Dios". Catecismo de la Iglesia Católica, 1640.

10-12

Sus discípulos le dijeron: "si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse". El les dijo: "no todos son capaces de esto, sino aquéllos a quienes es dado. Porque hay castrados que así nacieron del vientre de su madre; y hay castrados que lo fueron por los hombres; y hay castrados que a sí mismos se castraron por amor del reino de los cielos; el que pueda ser capaz, séalo". (vv. 10-12)
 
San Jerónimo
Si la mujer no puede ser repudiada más que por la fornicación, es ciertamente una carga pesada. ¿Cómo se ha de vivir con una esposa que es dada al vino, que es colérica o de malas costumbres? Por eso los apóstoles, al ver el yugo pesado de las esposas, se conmueven interiormente y exclaman: "Sus discípulos le dijeron: si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
Porque ofrece menos dificultades el combatir contra la concupiscencia y contra sí mismo que el combatir contra una mujer mala.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Mas el Señor no dijo que esto conviene sino que más bien admite que no conviene pero tuvo consideración de la debilidad de la carne. Por eso sigue: "El les dijo: no todos son capaces de esto", es decir, no todos pueden esto.
 
San Jerónimo
Y nadie crea que en las palabras: "Sino aquellos a quienes es dado", quiso el Señor hablar de la suerte o el destino, de manera que sean vírgenes los que han sido conducidos para esto. Por el contrario, este don fue dado por Dios a aquellos que se lo pidieron, a los que lo quisieron y a los que trabajaron para obtenerlo.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Luego no son capaces todos porque no todos quieren. La palma ha sido propuesta. El que desea la gloria, no piense en el trabajo Si todos tuvieran miedo al peligro, ninguno vencería. Y el hecho de que algunos abandonen sus castos propósitos no es razón para hacernos perezosos en la virtud de la castidad, así como los que sucumben en la batalla no son causa de que entre el desaliento en los demás. Por consiguiente, en las palabras: "A quienes es dado", manifiesta el Señor que nada podemos nosotros sin el auxilio de su gracia, que jamás se niega al que la desea, según aquellas palabras del Señor: "Pedid y recibiréis" ( Mt 7,7).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
En seguida el Señor, a fin de manifestar la posibilidad en este asunto, dice: "Porque hay castrados", etc., que es como si dijera: pensad en lo que deberíais hacer si hubieseis sido amputados por manos extrañas. Porque no tendríais placeres, ni recompensas.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como no es pecado la acción involuntaria, así la justicia no se consuma en la obra, si la voluntad no asiste. En consecuencia no merece aplauso aquella continencia que se debe a la impotencia del cuerpo, sino aquella que la voluntad abraza por un santo propósito.
 
San Jerónimo
El Señor señaló tres clases de eunucos, dos de ellos carnales y el tercero espiritual. Los primeros son los que nacieron así del vientre de su madre; los segundos son los que fueron mutilados por la cautividad o para los placeres de las grandes damas; y los terceros los que se castraron a sí mismos por el Reino de los Cielos 1 o los que se hacen eunucos por amor a Cristo. A estos últimos les está prometida una recompensa; mas a los otros a quienes la necesidad y no la voluntad, ha hecho castos, nada se les debe.
 
San Hilari, in Matthaeum, 19
En el uno, es decir, en el que nació eunuco, nos mostró el Señor lo que hace la naturaleza; en el otro, esto es, en el que fue hecho, lo que hace la necesidad y en el tercero, es decir, en el que determinó a ser tal por el Reino de los Cielos, lo que hace la voluntad.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
El nacer eunucos proviene de la naturaleza, como proviene el que algunos nazcan con seis dedos o con cuatro. Porque si Dios al formar al principio la naturaleza, hubiera establecido un orden siempre inmutable, los hombres se hubieran olvidado de que habían sido hechos por Dios y para que tenga presente el hombre que Dios es el autor de la naturaleza, invierte alguna vez el orden que en ella estableció. 2
 
San Jerónimo
También podemos explicar todo esto de otra manera Son eunucos desde el vientre de su madre los que son de naturaleza fría y sin apetito para los placeres y los que lo son por haberlos hecho los hombres, son los que los médicos han reducido a ese estado o los que se afeminan por dar culto a los ídolos, o también los que simulan la castidad, viviendo en los deseos y aparecen por fuera con los hábitos de religión; pero ninguno de éstos, excepto los que se castraren por Cristo 3, consigue el Reino de los Cielos. Por eso sigue: "El que pueda ser capaz, séalo", consulte cada uno sus fuerzas para ver si puede cumplir los deberes de la virginidad y de la pureza. La castidad por sí misma es suave y atractiva; pero se deben consultar las fuerzas para que: "El que sea capaz, séalo". Esta es la palabra del Señor a sus soldados, al animarlos a que ciñan la corona de la pureza, palabras que valen tanto como éstas: El que pueda pelear, pelee, venza y triunfe.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
En las palabras: "Que se castraron a sí mismos", no expresa el Señor la amputación de los miembros, sino de los malos pensamientos y es digno de maldición el que se mutila. Porque se coloca al nivel de los homicidios, favorece a los maniqueos (detractores de las criaturas) y obra tan inicuamente como en los países donde se mutilan a sí mismos. Es una tentación del demonio el amputar algún miembro y los que hacen tal cosa no por eso acallan los estímulos de la concupiscencia, por el contrario, se irritan más. Porque las fuentes del esperma que hay en nosotros vienen de otra parte, del deseo incontinente en especial y del alma negligente. Pero si el alma fuere sobria, ninguna influencia ejercerá en nosotros el movimiento de la sangre. Porque la amputación del miembro, ni sujeta las pasiones, ni nos deja tranquilos, ni es como el freno puesto al pensamiento.
 
Notas
1. El texto no habla de castrarse en sentido literal sino figurado, esto es, vivir el celibato por el Reino de los Cielos.
2. Dios no invierte el orden natural, sino más bien permite el desorden en la naturaleza generado por el pecado del hombre.
3. Ver la nota anterior.

13-15

Entonces le presentaron unos niños para que pusiese las manos sobre ellos y orase, mas los discípulos los reñían. Y Jesús les dijo: "Dejad a los niños y no los estorbéis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos". Y cuando les hubo impuesto las manos, se fue de allí. (vv. 13-15)
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Había el Señor hablado sobre la castidad y los oyentes le presentaron unos niños en quienes resplandecía la castidad en toda su pureza, creyendo que el Señor hablaba tan sólo de la pureza del cuerpo. Esto es lo que se da a entender por las palabras: "Entonces le presentaron unos niños".
 
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Y porque los oyentes ya habían experimentado que por la imposición de las manos y las súplicas del Señor quedaban libres de todo lo malo, le presentan a los niños, porque creían que después de darles el Señor por contacto de sus manos la virtud divina, era imposible que los tocara el demonio o les sobreviniese algún otro mal.
 
Remigio
Era costumbre entre los antiguos el presentar los niños a los ancianos, para que les echaran su bendición o con la mano o de palabra y así, siguiendo esta costumbre, presentaron los niños al Señor.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
La carne olvida fácilmente el bien porque no encuentra placer en él, pero conserva siempre el mal que oyó. El Señor apenas toma uno de los niños, exclama: "Si no os hiciéreis como este niño, no entraréis en el Reino de los Cielos" ( Mt 18,13). Y ved aquí que los discípulos, olvidándose de la inocencia de los niños, los riñen y como indignados les impiden que se acerquen al Señor. Por eso sigue: "Mas los discípulos los reñían".
 
San Jerónimo
No porque no quisieran que los bendijera el Salvador con la mano y con su voz, sino que como aún no tenían una fe plena, creían que se cansaría el Señor, como se cansan los demás hombres, con la importunidad de aquellos que presentaban a los niños.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62,4
O también, arrojan a los niños a causa de la dignidad de Cristo. Pero el Señor, enseñando a los discípulos a tener moderación y a pisotear el orgullo mundano, recibió a los niños, los tuvo en sus brazos y les prometió el Reino de los Cielos. Por eso sigue: "Y Jesús les dijo: Dejad a los niños y no les estorbéis", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si es rechazada por Cristo la sencilla infancia, ¿quién merecerá aproximarse a El? Por esta razón dijo: "Y no los estorbéis", etc. Porque si éstos son los futuros santos, ¿por qué prohibís el que los hijos se acerquen a su padre? Y si son los futuros pecadores, ¿por qué lanzáis la sentencia de condenación antes de conocer la falta?
 
San Jerónimo
El Señor dijo de una manera significativa: "De tales es el Reino de los Cielos" y no de ésos, para manifestar que no es la edad sino las costumbres las que alcanzarán el Reino y que a los que tuvieren la inocencia y la sencillez semejantes a la de un niño, es a quienes está prometida la recompensa.
 
Sigue: "Y cuando les hubo impuesto las manos", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
El Señor instituyó en este pasaje el que todos los padres presentasen sus hijos a los sacerdotes, no porque sea el sacerdote el que impone las manos, sino el mismo Cristo, en cuyo nombre se hace la imposición. Porque si uno ofrece a Dios por medio de las oraciones sus alimentos y los come santificados (porque, como dice el apóstol, todo es santificado por la palabra de Dios y por la oración), ¿con cuánta más razón se deben ofrecer a Dios los niños para que queden santificados? La razón por la cual se deben santificar los alimentos es ésta: el mundo entero se apoya en un mal ( 1Jn 5,19); por consiguiente, todas las cosas corporales, que son una gran parte de este mundo, descansan en el mal; de donde resulta que los niños por su nacimiento, según la carne, están colocados en el mal 1.
 
Orígenes, homilia 7 in Matthaeum
Llamamos en sentido místico niños a los que aún son carnales en Cristo y tienen necesidad de ser amamantados ( 1Cor 3). Aquellos que profesan la doctrina del Verbo, los que son los más sencillos y los que se nutren de la palabra, por decirlo así, infantil, aún son principiantes y presentan al Salvador los niños y los pequeñitos. Por el contrario, los que parecen más perfectos, los discípulos de Jesús, antes de aprender la razón de la justicia divina sobre los niños, reprenden a los que por una doctrina más elemental -es decir, por ser menos eruditos- ofrecen los niños y los pequeñitos a Cristo. Mas el Señor, dirigiéndose a sus discípulos, hombres ya formados, los exhorta a que sean condescendientes con las exigencias de los niños, a que se hagan niños para con los niños, a fin de ganarlos. Y les dice: "Porque de los tales es el Reino de los Cielos". Porque El mismo, teniendo la forma de Dios, fue hecho niño ( Fil 2). Debemos, pues, considerar esto y temer, que por el sentimiento de una sabiduría más excelente o de mayor adelanto espiritual, nos tengamos como muy grandes, despreciemos a los pequeñitos de la Iglesia y estorbemos a los niños que se acerquen a Jesús. Y como los niños no pueden comprender todo lo que se les dice, el Señor les impuso las manos y dándoles la virtud por medio de sus manos, se alejó de ellos, que no podían seguirle como los demás discípulos perfectos.
 
Remigio
Bendijo el Señor a los niños imponiéndoles las manos, para significar que los humildes de espíritu son dignos de su gracia y de su bendición.
 
Glosa
Les impuso también las manos para dar a entender que sería dada su gracia a los que son verdaderamente humildes y castos.
 
San Hilario, in Matthaeum, 19
Los niños son también figura de los gentiles que han recobrado la salud por la fe y por el oído; sin embargo, los discípulos, llevados por el deseo de salvar a Israel, les prohiben aproximarse y el Señor les dice que no es conveniente esa prohibición. Porque el don del Espíritu Santo debía ser distribuido en las naciones por la imposición de las manos y las súplicas, después de cesar las obras de la ley.
 
Notas
1. Este mal hace referencia a la herida del pecado original

16-22

Y vino uno y le dijo: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para conseguir la vida eterna?" El le dijo: "¿Por qué me preguntas de bien? Sólo uno es bueno, que es Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos". El le dijo: "¿Cuáles?" Y Jesús le dijo: "No matarás: no cometerás adulterio: no hurtarás: no dirás falso testimonio: honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". El mancebo le dice: "Yo he guardado todo eso desde mi juventud: ¿qué me falta aún?" Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: y ven, y sígueme". Y cuando oyó el mancebo estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (vv. 16-22)

 

Rábano
Sin duda este hombre había oído decir al Señor que solamente son dignos de entrar en el Reino de los Cielos aquellos que desean ser semejantes a los niños y para cerciorarse mejor pide que se le diga, no por parábolas, sino de un modo claro, por qué méritos se puede conseguir la vida eterna. Por eso se dice: "Y vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré?", etc.
 
San Jerónimo
Ese que pregunta era joven, rico y orgulloso y no pregunta con el deseo de saber sino de tentar al Señor; cosa fácil de comprobar por las palabras que le dijo el Señor: "Si quieres entrar en la vida guarda los mandamientos", etc.; insiste de nuevo en su pregunta, pero con más astucia aún, diciendo: "¿Cuáles?" Como si no los hubiera leído, o como si el Señor pudiera mandar cosas contrarias a los mandatos de Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
No dudo yo en llamar a ese hombre avaro y amante de las riquezas, puesto que así lo llamó el Señor; pero dudo en llamarlo hipócrita, porque no estoy seguro de ello y no se debe juzgar sobre cosas inciertas, especialmente si se dirigen a formular una acusación. Pero San Marcos desvanece esta sospecha cuando dice (cap. 10): "Que él vino corriendo y se echó a los pies del Señor para suplicarle" y añade que Jesús le miró y le amó y si se hubiera acercado a Jesús con el objeto de tentarle, ya nos lo hubiera dicho el evangelista, como lo ha hecho en otras ocasiones y si él hubiera permanecido callado, no hubiera permitido Cristo ese silencio, sino que le hubiera reprendido o con una insinuación secreta, o de una manera pública; pero nada de esto hace, según lo que sigue: "El le dijo: ¿Por qué me preguntas de bien?".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,63
Pudiera alguno creer que hay alguna diferencia entre las palabras de San Mateo: "¿Por qué me preguntas de bien?" y las que ponen San Lucas y San Marcos ( Mc 10,18; Lc 18,19): "¿Por qué me dices bueno?". Las palabras: "¿Por qué me preguntas de bien?" parece que se refieren más bien a la pregunta del joven: "¿Qué bien haré?" Esta última frase contiene a la vez la palabra "bien" y la pregunta, mientras que en las otras: "Maestro bueno" no hay pregunta. Se comprenden perfectamente los dos pasajes: "¿Por qué a mí me llamáis el bien?" y "¿Por qué me preguntas del bien?" dicen una misma cosa.
 
San Jerónimo
Como el joven había llamado bueno al Maestro y no había confesado a Dios o al Hijo de Dios, dijo el Señor que cualquier hombre santo no es bueno en comparación de Dios, de quien se dice: "Alabad al Señor porque es bueno" ( Sal 117,1). Y por eso dice El: "Sólo uno es bueno, que es Dios" y a fin de que nadie piense que por estas palabras queda excluido de la bondad el Hijo de Dios. Leemos en otro lugar: "El buen pastor da su vida por sus ovejas" ( Jn 10,11).
 
San Agustín, de Trinitate, 1,13
O también, como buscaba aquel joven la vida eterna, y la vida eterna consiste en aquella contemplación de Dios cuya visión no nos proporciona pena sino una alegría eterna y no comprendía con quién hablaba (porque le miraba tan sólo como Hijo del hombre), por eso el Señor le contesta: "¿Por qué me preguntas sobre el bien y me llamas Maestro bueno en esta forma que ves en mí?" En esta forma de Hijo del hombre aparecerá en el juicio, no sólo para que la vean los justos, sino también los impíos y esta visión no será un bien para quienes obraron el mal. Pero además hay en mí otra visión de mi forma, por la que soy igual a Dios, porque hay un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es el único y sumo Bien. Porque nadie le ve de manera que con su vista esté abatido o lloroso, sino que con ella tiene salud y alegría.
 
San Jerónimo
No rechaza nuestro Salvador el testimonio de bondad que le da el joven, pero sí el error de llamarlo maestro sin creer que es Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
¿Qué utilidad hay en contestarle de esa manera? Porque de ese modo le gana poco a poco, le enseña a despreciar la adulación y a retirarse de las cosas terrenales, le convence de que se una a Dios, que busque las cosas de la otra vida y que conozca al que es el verdadero Bien, la raíz y la fuente de todo lo bueno.
 
Orígenes, homilia 8 in Matthaeum
También respondió Cristo de esa manera por causa del joven que le preguntó: "¿Qué bien haré?" Porque cuando nos separamos del mal y practicamos el bien llamamos bien a lo que hacemos por comparación con lo que hacen los demás hombres. Pero en cuanto a lo que se dice: "Uno solo es bueno", nuestro bien no es bien. Mas puede alguno decir: Porque el Señor, que sabía que quien le preguntaba no tenía intención de que hiciera algún bien humano, le dijo: "¿Por qué me preguntas del bien?", que es como si le dijera: ¿Por qué me preguntas sobre el bien cuando te he dado los mandamientos que contienen el bien? Y después de esto le añadió: "Si quieres entrar en la vida", etc. En estas palabras debemos considerar que el Señor contestó al joven como si estuviera fuera de la vida. En efecto, el que está fuera de Jesús que dice "Yo soy la vida" ( Jn 11,6), está de algún modo fuera de la vida. Por otro lado el hombre, incluso el más justo, mientras vive sobre la tierra está en la sombra de la vida, porque está aún rodeado de un cuerpo mortal. 1 Mas aquel que se abstuviere de las obras de muerte y deseare las de la vida, entrará en la vida. Hay palabras muertas y palabras vivas, pensamientos muertos y pensamientos vivos y por eso dice: "Si quieres entrar en la vida", etc.
 
San Agustín, sermones, 84,1
Y no dijo: Si quieres venir a la vida eterna, sino: "Si quieres entrar en la vida", definiendo de esta manera lo que es la vida eterna. De aquí resulta cuánto debemos amar la vida eterna, cuando así se ama esta vida pasajera.
 
Remigio
Demuestra este pasaje que la Ley promete a los que la cumplen no sólo los bienes temporales, sino también la vida eterna, y como el joven había escuchado con atención las palabras del Señor, insiste y lleno de solicitud le pregunta: "El le dijo: ¿Cuáles?"
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
No dijo esto con la intención de tentar al Salvador, sino porque creía que fuera de los preceptos de la Ley habría otros que le abrirían la puerta de la vida.
 
Remigio
Mas Jesús, tratando al joven con la misma condescendencia que a un enfermo, le expuso con mucha amabilidad los preceptos de la Ley. Por eso sigue: "Y Jesús le dijo: No matarás", etc. La siguiente sentencia: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", es el compendio de todos esos preceptos, según aquel pasaje del apóstol: "El que ama a su prójimo ha cumplido la Ley" ( Rom 13,8). Debemos preguntar: ¿por qué el Señor hizo mención solamente de los preceptos de la segunda tabla? Sin duda debió ser porque el joven estaba lleno del amor de Dios o también porque el amor del prójimo era un grado para subir hasta el amor de Dios.
 
Orígenes, homilia 8 in Matthaeum
Probablemente sean suficientes estos preceptos para entrar en lo que llamamos principio de la vida, aunque ni éstos ni otros preceptos parecidos basten para entrar en el interior de la vida. Pero el que no cumpliere cualquiera de estos preceptos, ni aun en el principio de la vida entrará.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
Después de mencionar el Señor los preceptos de la Ley, continua el evangelista: "El joven dice: Yo he guardado todo eso desde mi juventud" y no se detiene aquí, sino que pregunta de nuevo: "¿Qué me falta aún?", pregunta que indica un deseo vehemente.
 
Remigio
El Señor señala la manera de llegar a la perfección a todos los que quieren ser perfectos en la gracia, diciendo: "Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes", etc. Son dignas de atención estas palabras. No dice: Ve y come cuanto tienes, sino: "Ve y vende", y no dice: Algunas cosas, como hicieron Ananías y Safira ( Hch 5), sino todas las cosas. Y añade con oportunidad: "Cuanto tienes", esto es, cuanto tenemos y poseemos con justicia. Debemos, por consiguiente, vender cuanto poseemos justamente; pero lo que poseemos injustamente debe entregarse a aquellos a quienes se lo hemos quitado. Y no dice: Dalo a los parientes o amigos, o a los ricos, de quienes recibirás semejantes cosas, sino: "Dalo a los pobres".
 
San Agustín, de opere monachorum, 25
Y no es necesario elegir a un monasterio o a los hermanos pobres de un lugar determinado para darlo, porque todos los cristianos no forman más que una sola sociedad. Por consiguiente, de cualquier parte de donde recibe uno lo que necesita, lo recibe de aquello que pertenece a Cristo.
 
Rábano
Ved aquí trazadas dos vidas al hombre: la activa, a la que hacen relación los preceptos: "No matarás" y los demás mandamientos de la Ley; y la contemplativa, a la que se refieren las palabras: "Si quieres ser perfecto", etc. La primera pertenece a la Ley y la segunda al Evangelio. Porque así como el Antiguo Testamento precedió al Nuevo, así también la acción precede a la contemplación.
 
San Agustín, contra Faustum, 5, 9
Pero, no solamente pertenecen al Reino de los Cielos aquellos que para ser perfectos venden o dejan todas sus cosas, sino que, por cierto lazo de caridad, se une a esta milicia cristiana un gran número de cierta milicia tributaria, a la cual se dirá al fin de los tiempos: "Tuve hambre y me disteis de comer" ( Mt 25,35). Lejos de nosotros el pensar que éstos serán separados del Reino de los Cielos, o de mirarlos como fuera del Evangelio.
 
San Jerónimo
No debo contestar a la pretensión de Vigilancio 2, de que es mejor usar los bienes y dividir sucesivamente los frutos a los pobres, que distribuírselos de una sola vez después de vendidos, puesto que el mismo Señor le contesta en las palabras: "Si quieres ser perfecto, ve y vende". Esa pretensión, que tanto aplaude Vigilancio y que nosotros aceptamos con tal de que no sea preferida a las palabras del Señor, no es para nosotros más que un segundo o tercer grado de perfección.
 
Genadio, de ecclesia dogma, 71
Es cosa buena el dar su fortuna a los pobres, distribuyéndola poco a poco; pero es mucho mejor darla toda de una vez, con la intención de seguir al Señor y de entrar en su compañía libre de todo cuidado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Y como el Señor hablaba de la fortuna, aconsejando que nos debíamos despojar de ella, manifiesta que la recompensa que El dará será tanto mayor que la fortuna, como grande es la distancia que hay entre el cielo y la tierra. Y por eso dice: "Y tendrá un tesoro en el cielo". La palabra tesoro expresa la abundancia y la estabilidad de lo que nos dará.
 
Orígenes, homilia 8 in Matthaeum
Si todos los mandamientos se unieran en estas palabras: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Mt 9,19), es claro que el que cumple este mandamiento es perfecto ¿Cómo, entonces, el Señor dice al joven que contestó: "Yo he guardado todo eso desde mi juventud" ( Mt 9,20), "Si quieres ser perfecto" como si aún no lo fuera? Ved lo que está escrito en el Evangelio, según los hebreos 3: después que el Señor oyó al joven y le dijo: "Ve y vende cuanto tienes", el rico empezó a rascarse la cabeza y a manifestar su desagrado y entonces el Señor le dice: "¿Cómo dices: Yo he cumplido la Ley y los Profetas?" Porque en la Ley está escrito: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Lev 19,18) y he aquí que muchos hijos de Abraham, hermanos tuyos, están cubiertos de estiércol y muertos de hambre y tu casa está llena de muchos bienes y nada sale de ella para que sea partido entre los pobres. Queriendo, pues, el Señor reprender al rico, le dice: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres", etc. De esta manera harás ver que efectivamente amas a tu prójimo como a ti mismo. Pero si es perfecto el que tiene todas las virtudes, ¿cómo se hace perfecto el que vende todo lo suyo y se lo da a los pobres? Supongamos que un hombre cualquiera ha hecho esto, ¿cómo desde aquel momento ese hombre queda, sin cólera, sin concupiscencia, colmado de todas las virtudes y libre de toda malicia? Sin duda parecerá propio de un sabio decir que al dar sus bienes a los pobres, éstos le favorecen con sus oraciones y que su pobreza espiritual recibirá la abundancia espiritual de aquellos y de este modo, aunque tenga algunas pasiones humanas, se hace perfecto. O también, el que cambió sus riquezas por la pobreza para hacerse perfecto, será ayudado por la fe que tiene en las palabras de Cristo, para que pueda llegar a ser sabio en Cristo, justo, casto y sin ninguna pasión; pero no de tal manera que en el momento mismo que entrega sus bienes a los pobres sea completamente perfecto, sino que desde aquel día la meditación sobre Dios le irá conduciendo hacia todas las virtudes. Se puede dar otra explicación: La interpretación moral, diciendo que los bienes son los actos del alma. Manda, pues, el Señor vender todos los bienes que son malos y entregarlos a aquellos poderosos que trabajan en esos bienes y están pobres de todo bien verdadero. Porque así como la paz de los apóstoles se vuelve a ellos si no estuviera en ellos el Hijo de la paz ( Mt 10), así todos los pecados se vuelven a sus autores, si no hubiere alguno que haya querido valerse de ellos. De esta manera, no puede ser dudoso que el que de este modo vendió todos sus bienes sea inmediatamente perfecto. Y es claro, en efecto, que el que obra así tiene un tesoro en el cielo y ha llegado a ser hombre celestial. Porque tendrá en el cielo el tesoro de la gloria de Dios y las riquezas en la sabiduría de Dios. Ese tal podrá seguir a Cristo, porque no habrá posesión alguna que se lo impida.
 
San Jerónimo
Hay muchos que dejan sus riquezas y no siguen al Señor, lo cual no es suficiente para ser perfecto. Es preciso, habiéndonos desapegado de las riquezas, seguir al Salvador, es decir, hacer el bien después de haber abandonado el mal. Con más facilidad se abandona un bolsillo que la propia voluntad. Por eso se dice: "Y ven y sígueme". Sigue al Señor el que lo imita y marcha por sus mismos pasos. Prosigue: "Y cuando oyó el joven estas palabras, se fue triste". Esta es la tristeza que conduce a la muerte y la causa de ella son las palabras siguientes: "Porque tenía muchas posesiones", es decir, espinas y abrojos, que ahogaron la simiente del Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
No son igualmente esclavos de las riquezas los que tienen muchas y los que tienen pocas, porque las bajas riquezas levantan una llama siempre creciente y avivan el deseo con violencia cada vez mayor.
 
San Agustín, epístolas, 31,5
No entiendo qué significa que encadene más la posesión de los bienes superfluos que el deseo de ellos, pues ¿por qué se queda triste este joven, sino porque tenía grandes riquezas? Porque una cosa es no querer incorporar lo que uno no tiene y otra cosa es arrancar lo que ya se tiene incorporado. En el primer caso se abandonan las riquezas como una cosa extraña y en el segundo se arrancan como un miembro de su propio cuerpo.
 
Orígenes, homilia 8 in Matthaeum
Según la historia, es digno de alabanza el joven, porque no mató ni cometió adulterio; pero es vituperable porque se entristeció por las palabras de Cristo que lo llamaban a la perfección. Era aún joven en el alma y por eso abandonó a Cristo y se marchó.
 
Notas
1. No se trata de un desprecio de lo corporal como elemento negativo, pues el cuerpo forma parte de la unidad integral que es el ser humano, imagen y semejanza de Dios. Se indica más bien, que la plenitud de la vida está en la vida eterna, es decir, en el encuentro definitivo con Dios Comunión de Amor.
2. Sacerdote de Aquitania a quien San Jerónimo hospedó en Belén en el 395 y que en el 406 lo denuncia como enemigo del culto a los mártires, de la pobreza monacal, del celibato del clero y de ciertas costumbres litúrgicas supersticiosas. San Jerónimo escribe un mordaz opúsculo en defensa propia, titulado precisamente "Contra Vigilancio".
3. Evangelio apócrifo.

23-26

Y dijo Jesús a sus discípulos: "En verdad os digo que con dificultad entrará un rico en el reino de los cielos. Y además os digo: Que más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos". Los discípulos, cuando oyeron estas palabras, se maravillaron mucho, y dijeron: "¿Pues quién podrá salvarse?" Y mirándolos Jesús, les dijo: "Esto es imposible para los hombres, mas para Dios todo es posible". (vv. 23-26)
 
Glosa
El Señor, con ocasión del avaro del que se ha tratado, habló sobre todos los avaros. Por eso sigue: "Y dijo Jesús a sus discípulos: En verdad os digo", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
El Señor no dijo estas palabras para condenar las riquezas, sino a aquellos que son esclavos de ellas y para que sus discípulos, al verse pobres, no se avergonzaran de la pobreza.

San Hilario, in Matthaeum, 19
No es un crimen el tener riquezas, pero es preciso que en su posesión haya moderación. Porque, ¿cómo ha de atender a las necesidades de los santos aquel a quien no le queda con qué atenderlos?

Rábano
Hay diferencia entre tener riquezas y amar las riquezas. Lo más seguro es no tenerlas ni amarlas.

Remigio
Explicando el mismo Señor el sentido de este pasaje, según San Marcos dijo ( Mc 10,24): "Difícil es a los que confían en sus riquezas entrar en el Reino de los Cielos". Confían en sus riquezas los que tienen puestas en ellas todas sus esperanzas.

San Jerónimo
Como es difícil despreciar las riquezas que se poseen, el Señor dijo que era difícil, pero no imposible, que un rico entrara en el Reino de los Cielos, porque cuando se dice que una cosa es difícil, no se pretende que haya imposibilidad, sino lo que se quiere dar a entender es lo raro que es esa cosa.
 
San Hilario, in Matthaeum, 19
Es un cuidado peligroso el querer enriquecerse y una carga muy pesada para la inocencia el ocuparse en aumentar las riquezas. Porque no se adquieren los bienes del mundo sirviendo a Dios sin exponerse a los vicios del mundo. Y ésta es la dificultad que tiene el rico de entrar en el Reino de los Cielos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Después de haber dicho el Señor lo difícil que es a un rico entrar en el Reino de los cielos, pasa a manifestar una cosa que es imposible. Por eso sigue: "Y además os digo: Que más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de los Cielos".
 
San Jerónimo
Según esto ningún rico se salvaría; pero si leemos a Isaías ( Is 30), veremos cómo los camellos de Madián y de Efa llegan a Jerusalén cargados de dones y presentes y cómo los que en otro tiempo estaban encorvados y torcidos bajo el peso de las riquezas, entran por las puertas de Jerusalén. Y veremos también cómo esos camellos, símbolo de los ricos, cuando han descargado la pesada carga de los vicios y de todas las depravaciones sensuales, pueden entrar por el angosto y difícil camino que conduce a la vida.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
En este lugar se comparan las almas de los gentiles a los camellos tortuosos sobre quienes estaba la giba de la idolatría, porque sólo el conocimiento de Dios levanta las almas. La aguja es el Hijo de Dios, la primera porción de esta aguja, que es la divinidad, es fina, mientras que la otra porción, que viene de la humanidad, es más gruesa. Esta aguja es recta y sin ninguna curvatura y por las heridas de su pasión entraron en la vida eterna todas las naciones. Con esta aguja ha sido cosida la túnica de la inmortalidad, el cuerpo al espíritu; ha sido unido el pueblo judío al de los gentiles y ha quedado enlazada la amistad de los ángeles y la de los hombres. Es, pues, más fácil que los gentiles pasen por el agujero de una aguja que el que los judíos ricos entren en el Reino de los Cielos. Porque si con tanta dificultad son separadas las naciones del culto brutal de los ídolos, ¿no habrá mucha más dificultad en separar a los judíos del culto de Dios, que ha tenido su razón de ser?
 
Glosa
También se puede explicar este pasaje de esta otra manera. Había en Jerusalén una puerta llamada agujero de la aguja por la que no podían pasar los camellos, a no ser que se los descargase y se los pusiese de rodillas. Y en este pasaje, aludiendo a esta puerta, se da a entender la imposibilidad en que se encuentran los ricos de pasar por el camino estrecho que conduce a la vida, a no ser que antes no se despojen, al menos con el corazón, de las inmundicias, de los pecados y de las riquezas.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 35,16
O también, con la palabra rico se significa todo hombre orgulloso y con la palabra camello se da a entender la condescendencia del Señor. El camello entra por el agujero de la aguja desde el momento en que nuestro Redentor penetró hasta la muerte por la puerta estrecha de su pasión, que fue como una aguja que traspasó su cuerpo de dolor. Y entra más fácilmente el camello por el agujero de una aguja que el rico en el Reino de los Cielos; porque si el Señor no nos hubiera manifestado su humildad mediante su pasión, jamás nuestra intransigente soberbia se hubiera inclinado hacia la humildad del Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Los discípulos, que vivían en la pobreza y que ya tenían entrañas de predicadores, se conturban y se afligen por la salud de los hombres. Por eso hacen la siguiente pregunta: "¿Pues quién podrá salvarse?"
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,26
Siendo los ricos muy pocos en comparación de los pobres, es necesario tener presente que los discípulos cuentan entre los pobres a todos los que ambicionan las riquezas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
El evangelista demuestra, como consecuencia de lo dicho, la necesidad que tenemos del auxilio de Dios y de su gracia abundante, para que podamos dirigirnos bien en el uso de las riquezas. De aquí lo que sigue: "Y mirándolos Jesús, les dijo: Esto es imposible para los hombres, mas para Dios todo es posible". Significa el evangelista por las palabras: "Y mirándolos Jesús", que el Señor mitigó con la dulzura de sus ojos el temor que abrigaban las almas de los discípulos.
 
Remigio
No debe tomarse el pasaje del que hablamos en el sentido de que es posible para Dios que entre en el Reino de los Cielos el hombre codicioso, avaro y soberbio, sino en el sentido de que es posible que se convierta y de esta manera entre en el Reino de los Cielos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
No dice el Señor todo esto con el objeto de que permanezcamos en la inacción y nos abstengamos de obrar porque se nos figuren las cosas como imposibles, sino para que levantemos los ojos hacia la grandeza de la justicia de Dios y saltemos por encima de todo después de haber invocado a Dios.

27-30

Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: "He aquí que nosotros todo lo hemos dejado, y te hemos seguido: ¿qué es, pues, lo que tendremos?" Y Jesús les dijo: "En verdad os digo que vosotros, que me habéis seguido, cuando en la regeneración se sentará el Hijo del Hombre en el trono de su Majestad, os sentaréis también vosotros sobre doce sillas, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que dejare casa, o hermanos, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna. Mas muchos primeros, serán postreros; y postreros, primeros". (vv. 27-30)
 
Orígenes, homilia 9 in Matthaeum
Pedro había entendido las palabras del Señor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes" ( Mt 15,21), etc. Después vio que se marchaba triste el joven y comprendió la dificultad de que los ricos entraran en el Reino de los Cielos; de aquí la pregunta que hizo lleno de confianza que inspira a un hombre que ha puesto término a una empresa difícil. Porque si bien es cierto que lo que él y su hermano habían dejado valía muy poco, sabían, sin embargo, que Dios lo tenía en mucho a causa de la gran plenitud de caridad que dio origen a su desprendimiento. Y yo opino que el gran amor que profesaba al Señor y no la cantidad de las cosas que dejaba, fue la causa de la pregunta tan confiada que hizo al Señor: "Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: He aquí que nosotros todo lo hemos dejado".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
Buen Pedro, ¿cuáles son tus bienes? Una caña, una red y una barca. A esto llama Pedro todo lo nuestro, no por vanidad, sino para mover con su pregunta al pueblo pobre a que hiciera lo mismo. Porque dijo el Señor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes", etc. ¿Cómo, pues, si no tengo no puedo ser perfecto? Pedro hace la pregunta a fin de que sepáis que, aunque seáis pobres, no por eso desmerecéis. Porque el que recibió las llaves del Reino de los Cielos pregunta aquí por todo el género humano y toma la palabra por todos aquellos que ya le habían sido confiados y por todas las gentes de la tierra. Mirad, pues, con qué cuidado y cómo hace su pregunta en armonía con las palabras de Cristo. Mandó Cristo dos cosas al rico: el que diera a los pobres lo que tenía y el que le siguiera. Esto mismo dice Pedro: "Y te hemos seguido".
 
Orígenes, homilia 8 in Matthaeum
Puede decirse según todo lo que el Padre reveló a Pedro sobre su Hijo: te hemos seguido a ti que eres la justicia, la santidad y otras cosas semejantes. Por eso pregunta Pedro, como el atleta victorioso, cuáles son los premios del combate.
 
San Jerónimo
Como no era suficiente el dejarlo todo, añade lo que constituye la perfección: "Y te hemos seguido"; hemos hecho lo que mandaste, ¿qué premio nos darás, pues? Sigue: "Y Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido", etc.
 
San Jerónimo
No dijo: Que lo dejasteis todo (porque esto también lo hizo el filósofo Crates y otros muchos que despreciaron las riquezas), sino y que "me habéis seguido", que es propiamente de los apóstoles y de los creyentes.
San Hilario, in Matthaeum, 20
Los discípulos han seguido a Cristo por la regeneración, es decir, por las aguas bautismales y por la santificación de la fe. Esta regeneración que han seguido los apóstoles no la pudo otorgar la Ley.
 
San Jerónimo
De este otro modo puede construirse este pasaje. Vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis en la regeneración, esto es, en el día de la resurrección de los muertos ( 1Cor 15), os sentaréis en los asientos de los jueces para juzgar a las doce tribus de Israel, porque no quisieron creer lo que creéis vosotros.
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,5
Porque vuestro cuerpo será regenerado por la incorrupción, de la misma manera con que será regenerada vuestra alma por la fe.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
Acontecerá que en el día del juicio responderán los judíos: Señor, no te hemos conocido como Hijo de Dios en carne mortal, ¿qué hombre podría ver un tesoro escondido en la tierra o al sol cubierto de nubes? Y los discípulos contestarán: Nosotros fuimos hombres sencillos e ignorantes del pueblo; vosotros sacerdotes y escribas. Pero nuestra buena voluntad ha venido a ser en nosotros como una lámpara que ha iluminado nuestra ignorancia, mientras que vuestra malicia ha sido para vosotros la noche donde quedó abismada vuestra ciencia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
No dijo el Señor: y a las naciones de todo el mundo, sino a las tribus de Israel; porque tanto los apóstoles como los judíos habían sido educados bajo las mismas leyes y costumbres. Por consiguiente, cuando digan los judíos que no pudieron creer en Cristo porque se los prohibía la ley, se presentarán los discípulos que recibieron la misma ley. Pero dirá alguno: ¿qué cosa considerable les ha prometido el Señor si tendrán ellos lo mismo que tienen los ninivitas y la reina del sur? El Señor les promete otras recompensas superiores a las que deben recibir los primeros, pero aquí insinúa veladamente algo más para ellos. Acerca de los judíos dijo simplemente que se levantarán y condenarán a esta generación, mientras que a ellos les dice: "Cuando se sentará el Hijo del hombre, os sentaréis también vosotros". Es, pues, bien manifiesto que participarán de la gloria y del Reino del Señor y esta gloria y este Reino es lo que el Señor significó con la palabra tronos. ¿Mas cómo se ha cumplido esta promesa? ¿Por ventura se sentará también Judas? De ninguna manera. Porque dice la Ley de Dios, promulgada por el profeta Jeremías ( Jer 18,9-10): "Yo hablaré sobre una nación y sobre un reino, para edificar y plantarlo; pero si hiciere el mal en mi presencia, yo me arrepentiré de los bienes de que he hablado para hacérselos"; que equivale a decir: Si se hacen indignos de mi promesa, no haré lo que he prometido, y Judas se hizo indigno del apostolado. Por esta razón, al dirigirse el Señor a sus discípulos, no dijo simplemente: "Vosotros os sentaréis", sino que añadió: "que me habéis seguido", para de este modo excluir a Judas y atraer a todos los que después debían seguir al Señor. De manera que las palabras del Señor fueron dirigidas no sólo a los apóstoles y excluyen a Judas, que ya era indigno.
 
San Hilario, in Matthaeum, 20
Cristo, al colocar a sus doce apóstoles sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, unió su gloria con la de los doce patriarcas.
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,5
De aquí debemos sacar como consecuencia que Jesús juzgará juntamente con sus discípulos. Por esto se dice a los judíos en otro lugar ( Mt 12,27; Lc 11): "Y serán jueces vuestros". No debemos creer que porque el Señor dice que se sentarán sus discípulos sobre doce tronos, no juzgarán en unión con el Señor más que sólo doce hombres a todo el género humano, porque el número doce expresa toda una multitud de jueces, tomando en cuenta que las dos fracciones que constituyen el número siete -esto es, tres y cuatro- significan con frecuencia la universalidad de las cosas; y multiplicadas esas dos fracciones forman el número doce. De otro modo Matías, que fue elegido en lugar del traidor Judas, ni el apóstol San Pablo, que trabajó más que todos los otros, no tendrían donde sentarse en el tribunal. El mismo Pablo no deja lugar a dudas de que él, en unión con los otros santos, serán jueces, cuando dice ( 1Cor 6,3): "¿Ignoráis que nosotros juzgaremos a los ángeles?"
 
San Agustín, sermones, 351,8
Se cuentan, pues, en el número de jueces todos los que, por el Evangelio, han dejado todas sus cosas y han seguido al Señor.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 10,30
Todo el que movido por el estímulo del amor de Dios dejare aquí cuanto posee, indudablemente obtendrá luego lo más elevado de la potestad judiciaria, de suerte que el que por consideración del juicio se someta a la dura necesidad de una pobreza voluntaria, vendrá entonces a juzgar con el que juzga.
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,5
Las mismas observaciones se deben hacer sobre el número doce en lo que concierne a aquellos que deben ser juzgados. Es indudable que el Señor no excluye de este número a la tribu de Leví, así como tampoco quiso comprender sólo al pueblo judío, con exclusión de los demás pueblos.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
O bien por las palabras: "En la regeneración", Cristo quiso expresar la primera época del cristianismo, que siguió inmediatamente después de la Ascensión, porque realmente en esa época fueron regenerados los hombres por el bautismo y El estuvo sentado en el trono de su Majestad. Ved cómo no se refieren sus palabras al último juicio sino a la vocación de todas las naciones. Porque no dijo: Cuando viniere el Hijo del hombre sentado sobre el trono de su Majestad; sino: En la regeneración cuando se sentare en el trono de su Majestad. Cosa que se verificó desde que comenzaron las gentes a creer en Cristo, según aquellas palabras ( Sal 46,9): "Reinará el Señor sobre las naciones, Dios está sentado sobre su trono santo". Desde entonces comenzaron los apóstoles a sentarse sobre sus doce tronos, es decir, sobre todos los cristianos. Porque todo cristiano que recibe la palabra de Pedro forma el trono de Pedro, y así de los demás apóstoles. Porque los apóstoles están sentados sobre tronos divididos en doce categorías, según las diferencias de las almas y la diversidad de los corazones, que sólo Dios conoce. Porque así como el pueblo judío estuvo dividido en doce tribus, así también todo el pueblo cristiano está dividido en doce tribus, de suerte que unas almas pertenecen a la tribu de Rubén, y así las demás, según sus distintas virtudes. No todas las virtudes son iguales en todos, sino que unos sobresalen en una y otros en otra. Los doce apóstoles juzgarán a las doce tribus de Israel, esto es, a todo el pueblo judío, en el mismo hecho de haber sido recibidas sus palabras por todas las naciones. Y todos los cristianos constituyen los doce tronos de los apóstoles. Pero para Cristo no hay más que un solo trono, porque todas las virtudes son como un solo trono de Cristo, pues sólo El es perfecto en todas las virtudes. Entre los apóstoles cada uno sobresale en alguna virtud en particular, como Pedro en la fe, Juan en la inocencia. Por esta razón Pedro tiene su trono en la fe y Juan en la inocencia y de este modo los otros apóstoles. Las palabras siguientes demuestran que Cristo se ocupaba también de la recompensa de los apóstoles en este mundo: "Y todo el que dejare su casa, o a sus hermanos", etc. Porque si reciben un céntuplo en este mundo, claro está que a los apóstoles también les estaba prometida, aun en este mundo, esta recompensa.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
O también esta promesa se hacía a los discípulos que estaban allí presentes, porque los apóstoles eran ya superiores a tales promesas, no buscaban nada que fuese terrenal.
 
Orígenes, homilia 9 in Matthaeum
O de otro modo, si alguno lo dejare todo y siguiere a Cristo, recibirá lo que se prometió a Pedro; pero si no lo dejare todo, sino solamente ciertas cosas que se mencionan especialmente, éste recibirá un céntuplo y poseerá la vida eterna.
 
San Jerónimo
Valiéndose de estas palabras dicen algunos que, pasados mil años después de la resurrección, recibiremos el céntuplo de lo que hemos dejado y la vida eterna; no comprendiendo que si en todo es aceptable y digna esta promesa, con respecto a las esposas es vergonzosa, porque el que dejare una esposa por el Señor, no va a recibir después cien. Consiguientemente el sentido del pasaje es este: El que dejare por Cristo los bienes de la carne, recibirá los del espíritu, que serán con respecto a los primeros, por su valor y mérito, lo que es el número cien a un número pequeño.
 
Orígenes, homilia 9 in Matthaeum
Además en esta vida, en lugar de los hermanos carnales, encontrará un gran número de hermanos en la fe y tendrá por padres a los obispos y a los presbíteros; y por hijos, a todos los que estuvieren en la edad de la infancia. Los ángeles serán también sus hermanos, y sus hermanas todas las vírgenes que han consagrado su virginidad al Señor, tanto las que viven sobre la tierra como las que ya están en el cielo. Comprended que en la eternidad y en la ciudad de Dios tendrá él muchos campos y casas y sobre todo, poseerá la vida eterna.
 
San Agustín, de civitate Dei, 20,7
El apóstol hace un comentario de las palabras: "Recibirá centuplicado", diciendo ( 2Cor 6,10): "Vivamos como si nada tuviéramos y como si lo poseyéramos todo". La palabra ciento se pone muchas veces por un número universal e indeterminado.
 
San Jerónimo
Las palabras: "Y todo el que dejare", etc., están íntimamente relacionadas con aquellas otras ( Mt 10,35): "He venido a separar al hombre de sus padres", etc. Porque el que por la fe de Cristo y la predicación del Evangelio despreciare todos los afectos del corazón, las riquezas y los placeres del siglo, éste recibirá centuplicado y poseerá la vida eterna.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
Cuando dice el Señor: "El que dejare a su mujer", no quiere decir que se rompa el lazo del matrimonio, sino que debemos preferir el sentimiento de la fe a todo lo que existe y aun me parece que va envuelto en esas palabras de una manera insinuante el tiempo de la persecución, en el que habrá muchos padres que arrastrarán a sus hijos a los templos de la idolatría. Quien hiciere tal cosa no debe reputarse ni como hombre.
 
Rábano
Como sucede con frecuencia que el hombre no continúa en la virtud con el mismo celo con que principió, sino que, o se entibia o se deja caer con rapidez, añade el Señor: "Muchos que están los últimos serán los primeros y muchos que están los primeros serán los últimos".
 
Orígenes, homilia 9 in Matthaeum
El Señor exhorta por estas palabras a quienes se han acercado a la Palabra divina hace poco tiempo, a que se apresuren a llegar a la perfección mucho más que aquellos que parece que han envejecido en la fe. También pueden servir estas palabras para educar en la humildad a aquellos que se glorían de haber sido educados en el cristianismo por sus padres cristianos y para dar valor a aquellos que han sido recientemente iniciados en los dogmas del cristianismo. También se puede dar a este pasaje el sentido de que los israelitas, que fueron los primeros, llegaron a ser por su infidelidad los últimos; y los gentiles, que eran los últimos, los primeros. Con toda precaución dice el Señor: "Muchos", porque no todos los primeros serán los últimos, ni todos los últimos los primeros. Aún hay hombres que siendo inferiores a los ángeles por su naturaleza, se han hecho superiores a algunos ángeles por su vida angelical; y algunos ángeles que fueron los primeros, son los últimos por su culpa.
 
Remigio
Estas palabras también pueden referirse especialmente a la tristeza del rico, que creía ser el primero porque había cumplido los mandamientos y luego fue el último por haber preferido sus riquezas terrenales a Dios. Y los santos apóstoles, que eran tenidos por los últimos, fueron hechos los primeros, dejándolo todo por efecto de la gracia de la humildad. Hay, en fin, muchos que después de tener mucho celo por las buenas obras, se abstienen de ellas y son los últimos después de haber sido los primeros.