CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

01-14

Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar otra vez en parábolas, diciendo: "semejante es el reino de los cielos a cierto hombre rey que hizo bodas a su hijo. Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron ir. Envió de nuevo otros siervos diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi banquete, mis toros y los animales cebados están ya muertos, todo está pronto: venid a las bodas. Mas ellos lo despreciaron y se fueron, el uno a su granja y el otro a su tráfico: y los otros echaron mano de los siervos, y después de haberlos ultrajado, los mataron. Y el rey cuando lo oyó, se irritó; y enviando sus ejércitos, acabó con aquellos homicidas, y puso fuego a la ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas ciertamente están aparejadas; mas los que habían sido convidados no fueron dignos. Pues id a las salidas de los caminos, y a cuantos hallareis llamadlos a las bodas. Y habiendo salido sus siervos a los caminos, congregaron cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenaron las bodas de convidados. Y entró el rey para ver a los que estaban a la mesa, y vio allí un hombre que no estaba vestido con vestidura de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí no teniendo vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a sus ministros: Atado de pies y de manos, arrojadle en las tinieblas exteriores: allí será el llorar y crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos". (vv. 1-14)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 69,1
Como había dicho el Salvador que se daría la viña a otras gentes que le pagasen sus frutos ( Mt 21,43), ahora dice a qué clase de gentes. Por eso el Evangelista añade: "Y respondiendo Jesús, les dijo", etc.
 
Glosa
Dice respondiendo, porque contrariaba la intención depravada de los que fraguaban su muerte.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum,
Unicamente San Mateo refiere esta parábola; San Lucas refiere otra semejante, pero no es ésta, como indica el orden mismo.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Aquí se infiere a la Iglesia presente, por medio de las nupcias, pero allí se refiere, por medio de la cena, al convite último y eterno. Porque en éste entran algunos de los que han de salir, pero de aquél no saldrá ya el que una vez haya entrado. Y si alguno cree que esto viene a ser lo mismo, vea que San Lucas pasó en silencio lo que dijo San Mateo refiriéndose a aquel que no había entrado con el vestido nupcial. No obsta que por medio del primero se entienda la cena, por medio del segundo, la comida; porque cuando se almorzaba todos los días a la hora nona entre los antiguos, el almuerzo se llamaba cena.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
El reino de los cielos es semejante, según quien allí reina, a un hombre rey; y según aquel con quien reina, al hijo del rey; según lo que hay en los estados del rey, es semejante a los siervos y a los convidados a las bodas, entre los que se encuentra también el ejército del rey. Y se añade: "a un hombre rey", para que como hombre hable a los hombres y gobierne a aquellos que no quieren ser gobernados por Dios. Pero entonces el reino de los cielos cesará de ser semejante a un hombre, porque cuando haya concluido el celo, la disputa y las demás pasiones, cesaremos también de andar como hombres, y lo veremos tal y como es; ahora lo vemos, no como es, sino como ha querido hacerse por nosotros.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Dios Padre celebró las bodas a su propio Hijo cuando unió a Este con la humanidad en el vientre de la Virgen. Mas como el casamiento no puede verificarse sino entre dos personas, no debemos pensar que la persona del Salvador consta de dos personas unidas. Decimos que consta y que está formada por las dos naturalezas, pero de ningún modo podemos decir que sea un compuesto de dos personas. Mejor puede decirse que este Padre rey celebró las bodas para su Hijo rey, asociándole la santa Iglesia por medio del misterio de la encarnación: el tálamo de este esposo es el vientre de la Virgen María.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Cuando suceda la resurrección de los santos recibirá el hombre la verdadera vida (que es Jesucristo), porque Este asumirá en su inmortalidad la mortalidad del hombre. Ahora recibimos al Espíritu Santo como en arras del consorcio eterno, pero después recibiremos al mismo Jesucristo en toda su plenitud.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Por la unión del esposo con la esposa (esto es, de Jesucristo con el alma) debe entenderse la aceptación de la divina palabra; y las buenas obras serán el parto.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22
Se dice con razón que estas bodas ya han sido celebradas por el Padre, porque esta unión de la eternidad, y los desposorios del nuevo cuerpo, se han consumado ya por medio de Jesucristo.
 
Prosigue: "Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron venir".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Si envió a sus siervos, fue porque ya estaban invitados primeramente. Son invitados, pues, los hombres desde el tiempo de Abraham, a quien ya se prometió la encarnación de Jesucristo.
 
San Jerónimo
Envió a su siervo; y no cabe duda que éste fue Moisés, por quien se dio la ley a los invitados. Aunque leemos siervos (como se encuentra en muchos ejemplares), debemos entender que se refiere a los profetas; porque invitados por ellos, no quisieron venir. Sigue, pues: "Envió de nuevo otros siervos, diciendo: decid a los convidados". Debe creerse que los siervos que fueron enviados la segunda vez son los profetas más bien que los apóstoles; y así, si antes está escrito el siervo, cuando después de lee los siervos, debe entenderse que estos segundos siervos son los apóstoles.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
A quienes envió cuando les dijo: "No os marchéis por los caminos de los gentiles, sino más bien buscad antes las ovejas perdidas de la casa de Israel" ( Mt 10,5).

Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
También puede decirse que los siervos enviados en primer lugar a que llamasen a los invitados a las bodas son los profetas, que invitaban al pueblo por medio de sus profecías, a la alegría por la unión de la Iglesia con Jesucristo. Y los que no quisieron venir habiendo sido invitados primero, son los que no quisieron oír las palabras de los profetas. Además, cuando pasaron éstos, hubo otro período en que abundaron los profetas.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22
Los siervos que fueron enviados primeramente a llamar a los convidados, son los apóstoles. Habían sido enviados para que viniesen los que ya habían sido invitados antes, esto es, el pueblo de Israel, que fue llamado por medio de la ley a la gloria eterna. Era propio de los Apóstoles instar a los que los profetas habían invitado de antemano. Los que fueron enviados después en condición de maestros, son los varones apostólicos que sucedieron a aquéllos.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Y como los que antes habían sido invitados no quisieron venir al convite, se les dice en la segunda invitación: "He aquí que he preparado mi banquete".
 
San Jerónimo
El banquete preparado, los toros y los animales cebados ya muertos, representan, en sentido metafórico, las riquezas del rey, para que por medio de las cosas materiales se venga en conocimiento de las espirituales. Además, la magnificencia de los dogmas, y la doctrina del Señor, pueden conocerse de una manera evidente en la plenitud de la ley.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Cuando dijo el Señor a sus apóstoles: "Id y predicad que se acerca el reino de los cielos" ( Mt 10,7), se refirió a lo que dice ahora: "He preparado mi banquete"; esto es, por medio de la ley y de los Profetas he adornado las mesas de las Escrituras. Por esto sigue: "Mis toros", etc.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Los toros representan a los padres del Antiguo Testamento, los cuales, según estaba permitido en la ley, herían con el cuerno de su virtud corporal a sus enemigos. Llamamos a los animales cebados, por Aquel que alimenta desde lo alto; por eso les decimos saciados. Por medio de los animales cebados se figuran los padres del Nuevo Testamento, los cuales, cuando perciben la gracia de la dulce alimentación interna, se elevan de los deseos terrenos a las cosas de lo alto por las alas su contemplación. Dice, pues: "Mis toros y mis animales cebados ya están muertos". Como diciendo: Observad las muertes de los padres que precedieron, y pensad en aplicar los remedios para que conservéis vuestras vidas.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Y habla de los animales cebados y de los toros, no porque los toros no estuviesen cebados, sino porque no todos habían engordado del mismo modo. Luego, únicamente llama cebados a los profetas que estuvieron llenos del Espíritu Santo; y toros, a los profetas y sacerdotes, como Jeremías y Ezequiel. Así como los toros son los guías del rebaño, así los sacerdotes son los jefes del pueblo.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22.
Los toros representan la gloria de los mártires que han sido inmolados como víctimas escogidas por haber confesado a Dios; y cebados, los hombres espirituales, porque son alimentados con el pan del cielo, como las aves se alimentan cuando han de volar para alimentar a las demás, haciéndoles partícipes de la abundancia de su comida.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Debe advertirse también, que en la primera invitación nada se habló de toros ni de animales cebados; pero que en la segunda, se dice que los toros y los animales cebados ya están muertos. Porque el Dios omnipotente, cuando no queremos oír su divina palabra, cita ejemplos para que veamos que hay facilidad para poder vencer todo lo que consideramos como imposible, oyendo que otros han pasado por esto.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Y como la comida que estaba preparada es la palabra divina, se entiende que la gran fuerza de esta palabra está representada por medio de los toros. Y lo que éstos tienen de suave y de deleitable, es por lo que se les llama cebados. Si alguno dice que las razones expuestas tienen poca fuerza y que son de poco valor, tienen que admitir la esterilidad de cuanto se lleva dicho: son cebadas, cuando se citan muchos ejemplos para cada una de las proposiciones, en prueba completa del discurso. Cuando alguno predica sobre la castidad, cita por ejemplo la tórtola; pero cuando sobre la misma virtud cita muchas pruebas de las Sagradas Escrituras de modo que deleite y confirme, el alma del que oye queda como cebada.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Y cuando dice: "Todo está preparado", se entiende que ya está cumplido en las Sagradas Escrituras todo lo necesario para la salvación. El que es ignorante, encuentra allí algo que aprender; el que es orgulloso, encuentra algo que temer; el que trabaja, encuentra allí todo lo ofrecido a aquellos a quienes se invita a trabajar.
 
Glosa
Todo está ya preparado, esto es, está preparada la entrada en el reino, por medio de la fe en mi encarnación, la que antes estaba cerrada.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Dice que está preparado todo lo que pertenece al misterio de la pasión del Señor, y de nuestra redención. Por esto dice: "Venid a las bodas", no con los pies, sino con la fe y con las costumbres.
Prosigue: "Mas ellos lo despreciaron". El por qué lo despreciaron lo da a conocer cuando añade: "Y se fueron, unos a sus granjas", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 69,1
Aun cuando parece que los motivos son razonables, aprendemos, sin embargo, que incluso cuando sean necesarias las cosas que nos detienen, conviene siempre dar la preferencia a las espirituales: y a mí me parece que cuando alegaban estas razones, daban a conocer los pretextos de su negligencia.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22.
Los hombres del mundo se ocupan en la ambición de cosas temporales y muchos se dedican a los negocios por la codicia del dinero.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Cuando hacemos algo con el trabajo de nuestras manos, cuando cultivamos un campo o una viña, o cuando hacemos una obra de madera o de hierro, parece que entonces trabajamos la granja. Y cuando obtenemos otras ganancias, no por el trabajo de nuestras manos, todo esto se llama negocio. ¡Oh mundo miserable, y desgraciados los que le siguen! Muchas veces los trabajos del mundo alejan a los hombres de la vida verdadera.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
El que se propone labrar un terreno, o está dedicado a las cosas del mundo, simula meditar en el misterio de la encarnación, y vivir según su espíritu, y marcha hacia la granja o sea hacia el negocio, rehusando venir a las bodas del rey. A veces (lo que todavía es peor), algunos llamados a la gracia, no sólo la desprecian, sino que también la persiguen: por esto añade: "Y los otros echaron mano de los siervos", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Por la ocupación de la granja se entiende la gente del pueblo de los judíos, que por su deseo de las cosas del mundo fueron separados de Cristo; por la ocupación de los negocios se entiende a los sacerdotes y los demás ministros del templo a quienes el afán de lucro separó de la fe, aun siendo ellos los encargados del servicio de la ley y del templo. No dijo de éstos que habían obrado maliciosamente, sino que despreciaron; los que crucificaron a Jesucristo por odio o por envidia, fueron los que obraron mal; los que impedidos por los negocios no creyeron, son los que le despreciaron, aun cuando no eran malos. El Señor nada dice acerca de su muerte, porque ya había dicho lo bastante en la parábola anterior, pero da a conocer la muerte de sus discípulos, a quienes mataron los judíos, después que el Señor subió a los cielos, apedreando a Esteban y degollando a Santiago de Alfeo. Por todo lo cual Jerusalén fue destruida por los romanos. Debe advertirse que se habla de la ira de Dios, no en sentido propio, sino en sentido traslativo: se dice que se enfurece cuando castiga. Por lo que se dice aquí: "Y el rey, cuando lo oyó, se irritó".
 
San Jerónimo
Cuando invitaba a las bodas y obraba con clemencia, era llamado hombre; pero ahora, cuando vino a aleccionarse calla la palabra hombre, y únicamente se le llama rey.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Adviertan los que pecan contra el Señor de la ley, de los profetas y de toda la creación, que éste que ahora se llama hombre, y se muestra airado, es el mismo Padre de Jesucristo. Y si conocen que éste es el mismo, se verán obligados a confesar que de El se dicen muchas cosas parecidas a las que tiene la naturaleza pasible de los hombres: no porque El sea pasible, sino porque muchas veces obra a imitación de la naturaleza pasible de los hombres. Y en este mismo concepto debemos tener la ira de Dios, y la penitencia, y todo lo demás que leemos en los profetas.
 
Prosigue: "Enviando sus ejércitos, acabó con aquellos homicidas" 1, etc.

San Jerónimo
Por estos ejércitos entendemos los ejércitos romanos, capitaneados por Vespasiano y por Tito, los cuales, habiendo destruido los pueblos de Judea, prendieron fuego a la ciudad prevaricadora.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
El ejército romano se considera como el ejército de Dios porque la tierra y cuanto en ella se contiene pertenece a Dios ( Sal 23,1). No hubiesen venido los romanos a Jerusalén, si Dios no los hubiese enviado.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Los ejércitos de los ángeles son los de nuestro Rey. Habiendo, pues, enviado sus ejércitos se dice que acabó con aquellos homicidas porque todo designio se cumple sobre los hombres por medio de los ángeles. Acabó, pues, con aquellos homicidas, porque mató a los que le perseguían; incendió también su ciudad, porque no solamente sus almas sino que también su carne (en la que habían vivido), habían de ser atormentadas con el fuego eterno.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
La ciudad de los impíos es la reunión de los que están en un todo conformes con el modo de pensar de los príncipes de este mundo: el rey incendia y destruye la ciudad, construida de malos edificios.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Pero éste que se ve despreciado de los que convida, no tendrá desiertas las bodas de su hijo: porque alguna vez la palabra de Dios encontrará también en dónde descansar. Por esto añade: "Entonces dijo a sus siervos".
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Esto es, a los apóstoles o a los ángeles que estaban preparados para la vocación de los gentiles: "Las bodas ciertamente están aparejadas".
 
Remigio
Esto es, todo sacramento acerca de la redención de los hombres, ya está ultimado y concluido. "Mas los que habían sido convidados (esto es, los judíos), no fueron dignos" ( Rom 10,3), porque desconociendo la santidad de Dios, y queriendo dar preferencia a la suya, fueron considerados como indignos de la vida eterna. Por lo tanto, una vez reprobado el pueblo judío, fue llamado el pueblo gentil a estas bodas. Por esto sigue: "Pues id a las salidas de los caminos", etc.
 
San Jerónimo
El pueblo gentil no estaba en los caminos, sino en las salidas de los caminos.
 
Remigio
Estos son los errores de los gentiles.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
Son caminos también todos los conocimientos humanos como los de la filosofía, los de la milicia, y otros por el estilo. Dijo, pues: "Id a las salidas de los caminos", para que llamen también a la fe a todos los hombres, cualquiera que sea su condición. Además, así como la castidad es el camino que lleva a Dios, la fornicación es el camino que lleva al demonio; y esto mismo debe decirse de las demás virtudes y de los demás vicios. Manda, por lo tanto que conviden a los hombres de cualquier clase y de cualquier condición para que crean.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22.
También pueden entenderse por el camino, la duración de esta vida, y por lo tanto, se les manda ir a las salidas de los caminos, porque estas gracias a todos se dan.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Según la Sagrada Escritura, se entiende por camino las acciones; las salidas de los caminos son las faltas de las acciones, porque con frecuencia vienen a Dios con facilidad, aquéllos que ninguna satisfacción se conceden en las cosas de la vida.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Yo creo que esta primera invitación a las bodas se dirigía a algunas almas sencillas: en verdad, Dios quiere que vengan al convite divino principalmente aquellos que son prontos para comprender; y como éstos generalmente no quieren venir cuando se les llama, son enviados otros siervos para animarlos, ofreciéndoles que si vienen, disfrutarán del convite preparado por su rey. Y así como en esta vida una es la esposa que se casa, otros los que convidan, y otros los que son convidados a las bodas, así el Señor conoce las diversas clases de las almas, las virtudes y sus fundamentos. Por esta razón unas son consideradas como esposas, otros como siervos que convocan, y otros están en el número de los invitados a las bodas. Pero los que en primer lugar fueron llamados, despreciaron a los primeros que los invitaban (como hombres de poco conocimiento), y se marcharon a cuidar de sus cosas, complaciéndose más en ellas que en lo que el Rey les ofrecía por medio de sus siervos. Pero éstos son menos culpables que aquéllos que injuriaron a los siervos enviados y los mataron. Estos últimos se atrevieron a detener a los siervos enviados por medio de cuestiones enojosas, y como no estaban preparados para contestar a sus ingeniosas cuestiones, fueron primero abrumados de insultos y luego muertos por ellos.
 
Prosigue: "Y habiendo salido sus siervos a los caminos, congregaron", etc.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Habiendo salido los siervos, ya de Judea o Jerusalén, como los apóstoles de Jesucristo, o ya de los interiores, como los santos ángeles, y viniendo a los diversos caminos de las costumbres diferentes, reunieron a todos los que encontraron: y no se cuidan de si alguna vez habían sido malos o buenos, antes de ser llamados. Aquí debemos entender como buenos los que sencillamente son más humildes y más perfectos en cuanto afecta al culto divino y a quienes se refiere lo que dice el Apóstol: "Cuando las gentes que no conocen la ley, obran según lo que ella manda, ellos mismos son su propia ley" ( Rom 2,14).
 
San Jerónimo
También entre los gentiles hay una diversidad infinita, pues debemos conocer, que unos están más inclinados a lo malo, y otros practican las virtudes por sus buenas costumbres.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Y dice esto, porque en la Iglesia no puede haber buenos sin malos, ni malos sin buenos, y no fue bueno aquél que no quiso sufrir a los malos.
 
Prosigue: "Y se llenaron las bodas", etc.

Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Las bodas, esto es, de Jesucristo y de la Iglesia, se llenaron porque fueron traídos a Dios los que fueron encontrados por los Apóstoles, y se recostaron para comer en las bodas. Pero como fue conveniente llamar a los buenos y a los malos, no para que los malos continuasen siendo malos, sino para que dejasen los vestidos impropios de las bodas, y vistiesen los trajes nupciales (esto es, el corazón misericordioso, bondadoso, etc.). Por eso, después entra el rey para ver a los que estaban sentados antes que se les presente la comida, para detener y regalar a los que tengan los vestidos nupciales, y para condenar a los que no los tengan. Por eso sigue: "Y entró el rey para ver a los que estaban a la mesa".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
No es que el Señor deje de estar en todas partes, sino que donde quiere observar para juzgar, allí se dice que está presente, y donde no quiere, parece que está ausente. El día en que todo lo verá es el día del juicio, cuando habrá de visitar a todos los cristianos, que descansan sobre la mesa de las Sagradas Escrituras.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Cuando entró, vio a uno que no había mudado sus costumbres; por esto sigue: "Y vio allí un hombre que no estaba vestido con vestidura de bodas". Dijo en singular, porque son de un mismo género todos los que conservan la malicia después de la fe, como la habían tenido antes de creer.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
¿Qué debemos entender por vestido de bodas, sino la caridad? Porque el Señor la tuvo cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra, pues, a las bodas, sin el vestido nupcial, el que cree en la Iglesia, pero no tiene caridad.
 
San Agustín, contra Faustum, 2,19
Se atreve a venir a las bodas sin vestido nupcial, el que busca allí la gloria, no la del esposo, sino la propia.
 
San Hilario, in Matthaeum, 22.
El vestido de bodas es también la gracia del Espíritu Santo, y el candor del vestido celestial, que una vez recibido por la confesión de la fe, debe conservarse limpio e íntegro hasta la consecución del reino de los cielos.
 
San Jerónimo
El vestido nupcial es también la ley de Dios y las acciones que se practican en virtud de la ley y del Evangelio, y que constituyen el vestido del hombre nuevo. El cual si algún cristiano dejare de llevar en el día del juicio, será castigado inmediatamente; por esto sigue: "Y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí, no teniendo vestido de bodas?" Le llama amigo, porque había sido invitado a las bodas (y en realidad era su amigo por la fe), pero reprende su atrevimiento, porque había entrado a las bodas, afeándolas con su vestido sucio.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Y como el que peca y no se viste de nuestro Señor Jesucristo, no tiene excusa alguna, prosigue: "Mas él enmudeció".
 
San Jerónimo
Entonces, cuando todos los ángeles y el mundo entero sean testigos de los pecados, no habrá lugar a petulancias ni se podrá negar.
 
Orígenes, homilia 20 in Matthaeum
Pero no sólo fue arrojado de las bodas el que las ultrajó, sino que fue atado por los ministros del rey, ya preparados a este fin, y con la presteza que él no había empleado para hacer cosa buena. Por no obrar el bien fue aprendido por la fuerza y fue condenado a un sitio en donde no hay luz alguna y que se llama tinieblas exteriores. Por lo que sigue: "Entonces el rey dijo a sus ministros: atado de pies y manos, arrojadle en las tinieblas exteriores".
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
En virtud del poder de aquella sentencia son atados sus pies y sus manos, que poco antes habían estado atados por las malas acciones, y no habían mejorado su vida. Entonces son atados para castigo los que la culpa tenía atados para impedirles que obrasen bien.
 
San Agustín, de Trinitate, 11,6
El embrollo de los malos deseos y de las malas intenciones, constituye un lazo, con el cual es atado, quien obra de tal modo, que merece ser arrojado a las tinieblas exteriores.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Llamamos tinieblas interiores, a la ceguedad del alma, y tinieblas exteriores a la noche eterna de la condenación.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
De este modo se designa también la diferencia de castigos que se aplicarán a los pecadores: hay tinieblas exteriores e interiores, hay primeros lugares así como hay últimos lugares.
 
Prosigue: "Allí será el llorar y el crujir de dientes".

San Jerónimo
En el llanto de los ojos y en el rechinar de dientes, se da a conocer la magnitud de los tormentos por medio de una metáfora de miembros corporales. Los pies y las manos atadas, el llanto de los ojos y el rechinar de dientes, son para que se entienda la veracidad de la resurrección.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Para que allí rechinen los dientes de los que se gozaban en la voracidad, y allí lloren los ojos que aquí disfrutaban de complacencias ilícitas. Porque cada uno de los miembros sufrirá un castigo, relacionado con todas las acciones a que vivieron sujetos, obedeciendo a los vicios.
 
San Jerónimo
Y como en el convite nupcial no se busca el principio, sino el fin, añade: "Muchos son los llamados y pocos los escogidos".
 
San Hilario, in Matthaeum, 22.
Cuando el que invita lo hace sin excepción, da a conocer su afecto y la gran bondad que resulta de su humanidad; pero en los convidados o llamados, se elige a cada uno según su mérito propio.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 38
Mas algunos, ni siquiera empiezan a obrar bien; y otros no perseveran en las buenas acciones que comenzaron. Tema cada uno por sí mismo, tanto más, cuanto que desconoce lo que viene después.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 41
O de otro modo: cuantas veces el Señor prueba a su Iglesia, entra en ella para ver a los que están reunidos. Si encuentra alguno que no tenga vestido nupcial, le pregunta: ¿para qué te has hecho cristiano si amabas estas acciones? A este tal entrega Jesucristo a sus ministros (esto es, a algunos sectarios), y le atan sus manos (esto es, sus acciones), y sus pies (a saber, las aspiraciones de su alma), y lo arrojan a las tinieblas, esto es, a los errores (o de los gentiles, o de los judíos, o de los herejes). En primer lugar, a las tinieblas de los gentiles, porque desprecian la verdad que no han oído; o a las exteriores de los judíos que oyeron, pero que no creyeron, y especialmente a las exteriores de los herejes que oyeron y conocieron.
 
Notas
1. Cierta crítica usa estas palabras para afirmar que el Evangelio de San Mateo fue escrito en fecha tardía. Sorprende realmente que si eso fuera así -que habría sido escrito después de la caída de Jerusalén en el año 70 d.C.- tan poco impacto hubiera hecho tal catástrofe en los relatos, ya que es ignorada a pesar de sus terribles consecuencias en el judaísmo. Las palabras del v. 7, por lo demás son un asunto secundario en la parábola. El pasaje, a pesar de su vaguedad sobre precisiones de lo ocurrido, ha sido calificado por la crítica racionalista -que no cree en profecías ni en milagros- como retrospectivo. El tema está vinculado a Is 5, que ya aparece en Mt 21,33. (Gundry) "No tenemos necesidad alguna de suponer en Mateo una retrospección de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C.". Luego de abundar en su análisis concluye: "Por lo tanto, 22, 7, no apunta hacia atrás al 70 d.C., sino es más bien una dramática figura del juicio derivada de la predicción de Isaías de la destrucción de Jerusalén".

15-22

Entonces los fariseos se fueron y consultaron entre sí, cómo le sorprenderían en lo que hablase. Y le envían sus discípulos, juntamente con los herodianos, diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino de Dios, en verdad, y no te cuidas de cosa alguna; porque no miras a la persona de los hombres: Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito dar tributo al César o no?" Mas Jesús, conociendo la malicia de ellos, dijo: "¿Por qué me tentáis, hipócritas? mostradme la moneda del tributo". Y ellos le presentaron un denario. Y Jesús les dijo: "(Cuya es esta figura e inscripción?" Dícenle: "del César". Entonces les dijo: "pues pagad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios". Y cuando esto oyeron, se maravillaron, y dejándole, se retiraron. (vv. 15-22)
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Así como sucede cuando alguno quiere detener el curso del agua que corre, que si llega a saltar la presa busca su curso por otro lado, así la malicia de los judíos, cuando se vio confundida por una parte, buscó salida por otra. Por esto dice: "Entonces los fariseos se fueron", etc. Se fueron, diré, a buscar a los herodianos. Tal fue el consejo, como tales eran los que lo dieron. Por esto sigue: "Y le enviaron sus discípulos juntamente con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino de Dios en verdad".
 
Glosa
Se valieron de personas desconocidas, para engañar más fácilmente a Jesús y poderle atrapar por medio de ellas. Porque como temían a las gentes, no se atrevían a hacerlo por sí mismos.
 
San Jerónimo
Hacía poco que Judea había quedado sometida a los romanos por César Augusto, cuando tuvo lugar el censo de todo el mundo, y se establecieron los tributos. Por eso había en el pueblo mucho deseo de insurreccionarse. Decían unos que los romanos cuidaban de la seguridad y de la tranquilidad de todos, por cuya razón se les debía pagar el tributo; pero los fariseos, que se atribuían toda justicia, apoyaban, por el contrario, que el pueblo de Dios (que ya pagaba los diezmos, daba las primicias, y todo lo demás que estaba prescrito en la ley) no debía estar sujeto a leyes humanas. Pero César Augusto había colocado a Herodes, hijo de Antipatro, extranjero y prosélito, como rey de los judíos; el cual debía ordenar los tributos y obedecer al Imperio Romano. Por lo tanto, los fariseos envían a sus discípulos con los herodianos, esto es, o con los soldados de Herodes o con aquellos a quienes daban el apodo irónico de herodianos y trataban como no afectos al culto divino, porque pagaban sus tributos a los romanos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Por esto, pues, envían a sus discípulos junto con los soldados de Herodes, para que pudiesen vituperar cualquier cosa que dijere el Salvador. Deseaban, pues, que el Señor dijere algo en contra de los herodianos, porque como temían prenderlo por temor a las turbas, querían ponerle en peligro, y hacerle aparecer como enemigo de los tributos públicos.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Esta es la primera ficción de los hipócritas, cuando alaban a los que quieren perder; y por lo tanto, empiezan la alabanza, diciendo: "Maestro, sabemos que eres veraz, etc." Le llaman Maestro, para que viéndose honrado y alabado, les manifieste sencillamente los secretos de su corazón, como deseando tenerles por discípulos.
 
Glosa
De tres modos sucede que alguno no enseñe la verdad: primeramente, por parte del que enseña, porque o desconoce la verdad, o no la estima; y en contra de esto dicen: "Sabemos que eres veraz". En segundo lugar, de parte de Dios, porque pospuesto su temor, algunos no enseñan con toda su pureza la verdad que procede de Dios, y que ellos conocen; y contra esto dicen: "Y que enseñas el camino de Dios, en verdad". Y en tercer lugar, de parte del prójimo, por cuyo temor o amor calla alguno la verdad; y para ocultar esto añaden: "Y que no te cuidas de cosa alguna", (esto es, del hombre), "porque no miras a la persona de los hombres".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Esto lo decían en secreto, pero refiriéndose a Herodes y a César.
 
San Jerónimo
Esta pregunta suave y engañosa, le provoca a responder, que debe temerse más a Dios que al César; por esto dicen: "Dinos, pues: ¿qué te parece?", etc. Para que si dice que no deben pagarse los tributos, lo oigan enseguida los herodianos y le detengan como reo de sedición contra el emperador de Roma.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,1
Y como sabían que a algunos que habían aspirado a introducir esta discordia los habían matado, querían también hacerle caer en esta sospecha por estas palabras.

Prosigue: "Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
No les responde de la misma manera sencilla y pacífica sino que contesta según las intenciones malas de los que preguntan, porque Dios responde a los pensamientos y no a las palabras.
 
San Jerónimo
La primera virtud del que responde consiste en conocer las intenciones de los que preguntan y no llamarles discípulos suyos sino tentadores. Hipócrita es aquel que aparenta ser algo que no es.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Les llama hipócritas porque no iban a llevar a cabo lo que pensaban hacer, sabiendo que El conoce el corazón de los hombres y que, por eso mismo, conocía sus malas intenciones. Véase aquí el porqué los fariseos le halagaban para perderle. Pero Jesús los confundía para salvarlos, puesto que para un hombre no es de ningún provecho adular mientras que sí lo es ser corregido por Dios.
 
San Jerónimo
La sabiduría siempre obra de una manera sabia, y confunde con frecuencia a sus tentadores, por medio de su palabra. Por esto sigue: "Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario". Esta clase de moneda era la que se consideraba del valor de diez monedas, y llevaba el retrato del César. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: ¿de quién es esta figura e inscripción?" Los que creían que la pregunta del Salvador era hija de la ignorancia y no de la deferencia, aprendan aquí cómo Jesús podía conocer la imagen que había en la moneda. Prosigue: "Dícenle: del César". Y no creemos que era César Augusto, sino Tiberio, su hijastro, en cuyo tiempo sufrió la pasión nuestro Señor. Todos los emperadores romanos, desde el primero, llamado Cayo César que se apoderó del imperio, se llamaban Césares. Prosigue: "Pues pagad al César lo que es del César", esto es, la moneda, el tributo y el dinero.
 
San Hilario, in Matthaeum, 23
Si nada hay que siendo del César se encuentre entre nosotros, no estaremos obligados a darle lo que es suyo. Por lo tanto si nos ocupamos de sus cosas, si usamos del poder que él nos concede no haremos ofensa alguna, si damos al César lo que es del César.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,2
Tú también, cuando oigas: da al César lo que es del César, sabe que únicamente dice el Salvador aquello que no se opone a la piedad. Porque si hubiese algo de esto, no constituirá un tributo del César, sino del diablo. Y después, para que no digan: que los hombres no están sujetos, añade: "Y a Dios lo que es de Dios".
 
San Jerónimo
Esto es, las décimas, las primicias, las oblaciones y las víctimas. Así como el mismo Señor pagó al César el tributo por sí y por San Pedro, pagó también a Dios, lo que es de Dios, haciendo la voluntad de su Padre.
 
San Hilario, in Matthaeum, 23
Conviene por lo tanto que nosotros le paguemos lo que le debemos, esto es, el cuerpo, el alma y la voluntad. La moneda del César está hecha en el oro, en donde se encuentra grabada su imagen; la moneda de Dios es el hombre, en quien se encuentra figurada la imagen de Dios; por lo tanto dad vuestras riquezas al César y guardad la conciencia de vuestra inocencia para Dios.
 
Orígenes, homilia 21 in Matthaeum
En esto aprendemos por el ejemplo del Salvador que no debemos atender a lo que dicen muchos so pretexto de religiosidad y que, por lo tanto, tiene algo de vanagloria, sino a lo que es conveniente, según dicta la razón. También podemos entender este pasaje en sentido moral, porque debemos dar al cuerpo algunas cosas -lo necesario- como tributo al César. Pero todo lo que está conforme con la naturaleza de las almas, esto es, lo que afecta a la virtud, debemos ofrecerlo al Señor. Los que enseñan que según la ley de Dios no debemos cuidarnos del cuerpo son fariseos, que prohiben pagar el tributo al César, como los que prohiben casarse y mandan abstenerse de comer a los que Dios ha creado. Y los que dicen que debemos conceder al cuerpo más de lo que debemos, son herodianos. Nuestro Salvador quiere que no sufra menoscabo la virtud, cuando prestamos nuestro servicio al cuerpo; ni que sea oprimida la naturaleza material, cuando nos dedicamos con exceso a la práctica de la virtud. El príncipe de este mundo, es decir, el diablo, representa al César; no podemos por lo tanto dar a Dios lo que es de Dios hasta que hayamos pagado al príncipe lo que es suyo, esto es, hasta que hayamos dejado toda su malicia. Aprendamos también aquí esto mismo que no debemos callar en absoluto en contra de los que nos tientan, ni responder sencillamente, sino con circunspección, así quitaremos la ocasión de que se quejen contra nosotros, y enseñaremos qué es lo que deben hacer para no ser dignos de reprensión los que quieren salvarse.
 
San Jerónimo
Los que debieron creer en tan admirable sabiduría, se asombraron al ver que sus propósitos de asechanzas no habían tenido lugar: Por esto sigue: "Y cuando esto oyeron, se maravillaron, y dejándole, se retiraron", llevando consigo su infidelidad y su admiración.

23-33

En aquel día se llegaron a El los saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron, diciendo: "Maestro: Moisés dijo: si muriere alguno que no tenga hijo, su hermano se case con su mujer y levante linaje a su hermano. Pues había entre nosotros siete hermanos; y habiéndose casado el primero, murió, y por no haber tenido sucesión, dejó su mujer a su hermano. Y lo mismo el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos, murió también la mujer. ¿Pues en la resurrección de cuál de los siete será mujer? Porque todos la tuvieron". Y respondiendo Jesús, les dijo: "Erráis no sabiendo las Escrituras ni el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni se casarán ni serán dados en casamientos; sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo. Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído las palabras que Dios os dice: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? No es Dios de muertos, sino de vivos". Y oyendo esto las gentes, se maravillaban de su doctrina. (vv. 23-33)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,2
Una vez confundidos los discípulos de los fariseos con los herodianos, se presentan los saduceos cuando les convenía aparecer más retraídos por la confusión de los primeros. Pero la presunción proyecta muchas veces cosas descabelladas, y es pertinaz en intentar cosas imposibles. Por esto el Evangelista, asombrado de su audacia, significa esto mismo, diciendo: "En aquel día se llegaron a él", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Cuando se retiraban los fariseos vienen los saduceos, sin duda porque disputaban acerca de cuál de ellos atraparía más pronto al Salvador en alguna contradicción. Si no podían superar al Señor con argumentos, al menos podrían molestarlo con su insistencia.
 
San Jerónimo
Había dos sectas entre los judíos 1: una de los fariseos y otra de los saduceos. Los fariseos hacían ostentación de la justicia de las tradiciones y de las observancias, por lo que el pueblo los llamaba divididos. Pero los saduceos, tomando este nombre que significa justos, pretendían ser lo que no eran. Mientras que los fariseos creían y confesaban la resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma, como también los ángeles y el espíritu, según se lee en el libro de los Hechos de los apóstoles, los saduceos lo negaban todo. Por esto se dice aquí: "Que dicen no haber resurrección".
 
Orígenes, homilia 22 in Matthaeum
No sólo negaban la resurrección de la carne, sino también la inmortalidad del alma.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Viendo, pues, el diablo, que no podía extinguir el conocimiento de Dios, introdujo la herejía de los saduceos, que negaban la resurrección de los muertos, lo que estorbaba todo propósito de obrar bien. ¿Quién estará contento al tener que luchar todos los días contra sí mismo, si no esperase resucitar?
 
San Gregorio Magno, Moralia. 14,39
Hay también algunos que creen que el espíritu desaparece con la carne, que la carne se pudre y que la podredumbre se reduce a polvo, y como los elementos del polvo se disuelven -de modo que ya nunca pueden ser vistos por los ojos humanos- desconfían de que pueda tener lugar la resurrección.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Para defender su error, creían los saduceos que habían encontrado un argumento muy poderoso 2. Sigue: "Y le preguntaron, diciendo: "Maestro, dijo Moisés", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. non.occ
Como la muerte era un mal insoportable entre los judíos, todo lo reducían a la vida presente. Había ordenado Moisés en la ley que la mujer viuda sin hijos, debía casarse con el hermano del difunto, para que naciese a éste un hijo de su hermano y así no se extinguiese su nombre. Esto representaba cierto consuelo respecto de la muerte. Ningún otro mejor que el hermano o el pariente debía tomar la mujer del difunto. Porque de otra manera no podría suponerse, que el hijo que había nacido de tal unión fuese hijo del que había muerto. Por lo tanto no se le consideraba como un extraño que no tenía obligación de sostener la casa del difunto, sino como su hermano a quien tocaba hacerlo así por el parentesco.
 
Prosigue: "Había entre nosotros siete hermanos", etc.

San Jerónimo
Los que no creían en la resurrección de los cuerpos y creían y admitían que el alma moría con el cuerpo, inventan una fábula que pone de relieve su desvarío respecto de lo que dicen acerca de la resurrección. Por esto concluyen: "¿Pues en la resurrección, de cuál de los siete será mujer?" Pudo suceder que esto acaeciese alguna vez entre ellos.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,32
Estos siete hermanos representan místicamente a los hombres impíos que no pudieron practicar la virtud en la tierra durante los siete períodos que dura su existencia. Y después la tierra por la que aquellos siete habían pasado estérilmente también pasará.
 
Prosigue: "Respondiendo Jesús les dijo: Erráis no sabiendo las Escrituras, ni el poder de Dios"
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
En primer lugar, confunde muy sabiamente su necedad, porque no leían; en segundo lugar, su ignorancia, porque no conocían a Dios. Cuando se lee mucho, se conoce a Dios; la ignorancia es hija de la pereza.
 
San Jerónimo
Por lo tanto, se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen, desconocen también el poder de Dios.
 
Orígenes, homilia 22 in Matthaeum
Dice el Señor que desconocen dos cosas: las Escrituras y el poder de Dios, por el cual se verifica la resurrección y empieza en ella una nueva vida. El Señor, arguyendo a los saduceos, porque desconocían el poder de Dios, les enseñaba que también a El le desconocían. El era la virtud de Dios, y no le conocían, porque ignoraban lo que decían las Escrituras acerca de El; por lo tanto, no creían en la resurrección que El había de inaugurar. Se pregunta cuando dice el Salvador: "Erráis desconociendo las Escrituras", si se refiere a algunas Escrituras en que se dice: "En la resurrección, ni se casan", etc. Esto no está escrito en el Antiguo Testamento, pero nosotros decimos que sí está escrito, aun cuando no se expresa con las mismas palabras, porque se indica entre misterios, para que pueda entenderse moralmente. Porque como la ley es la figura de los futuros beneficios, cuando dice algo de los hombres o de las mujeres, se refiere especialmente a las nupcias espirituales. Mas yo no encuentro en ninguna parte Escritura alguna que diga que los santos, después de su muerte, estarán como los ángeles de Dios, a no ser que se entienda en sentido moral aquello que se dice en las Escrituras: "Y tú irás a tus padres" ( Gén 15,15); y en otro lugar: "Ha sido agregado a su pueblo" ( Gén 25,8). Pero dirá alguno: les reprendía porque no leían las demás Escrituras que no hablan de la ley, y que por eso erraban. Otro dice que desconocían la Escritura de la ley mosaica desde que no se les explicaba el sentido espiritual de ella.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Cuando dice: "En la resurrección ni se casan ni serán casados", etc., se refiere a lo que había dicho: desconocéis el poder de Dios que dijo: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob", se refiere a lo que les dijo después; desconocéis las Escrituras. Y en realidad conviene en las cuestiones alegar primero la autoridad de las Sagradas Escrituras contra los calumniadores y explicar después el motivo. A los que preguntan por ignorancia, primero respondemos exponiendo las razones y confirmándolas después con la autoridad; porque conviene confundir a los calumniadores y enseñar a los que preguntan de buena fe. Por eso el Señor contestó primero a los que le preguntaban por ignorancia y les expuso antes la razón diciendo: "En la resurrección".
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Así como morimos en este mundo también nacemos en él, por eso existe el matrimonio, para que el número que se pierde con la muerte se compense con los que nacen.
 
San Hilario, in Matthaeum, 23
Se había atribuido a los saduceos la opinión de que los halagos de la vida corporal, una vez terminada la misión de cada uno en esta vida, se desvanecían. Por esto añade: "Sino que serán como ángeles de Dios en el cielo".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Con lo que contesta muy oportunamente a lo que se le pregunta. Esta era la causa que tenían para creer que no era posible la resurrección: porque creían que los que resucitasen resucitarían del mismo modo, lo cual rechazó el Salvador demostrando que resucitarían en diferente estado.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Debe advertirse que cuando hablaba de los ayunos y de las limosnas y de las demás virtudes espirituales, nunca hacía comparación con los ángeles; a no ser cuando hablaba de que no podrían cohabitar. Porque así como todos los actos de la carne son propios de los animales, especialmente los actos carnales, así todas las virtudes son propias de seres espirituales, especialmente la castidad, en la que se manifiesta que la naturaleza es vencida por las virtudes.
 
San Jerónimo
En cuanto a lo que sigue: "Serán como los ángeles de Dios en el cielo", se entiende que habla en sentido espiritual.
 
Dionisio, de divinis nominibus, 1
Cuando seamos incorruptibles e inmortales nos veremos en presencia de Dios mismo, inundados de purísimas contemplaciones; participaremos del don de la luz de la inteligencia en una disposición impasible y espiritual, a modo de las inteligencias celestiales; por esto dice que seremos iguales a los ángeles.
 
San Hilario, in Matthaeum, 23
La misma falsedad que exponen los saduceos acerca del matrimonio, la suelen presentar muchos otros, a saber, de qué manera aparecerá en la resurrección el sexo femenino. Lo mismo que debe opinarse respecto de los ángeles según las Sagradas Escrituras, conviene opinar, a nuestro modo de entender, respecto de las mujeres en la resurrección.
 
San Agustín, de civitate Dei, 22,17
Pero me parece más prudente que no debe dudarse que resucitará uno y otro sexo. Allí no habrá impureza, que es la causa de la confusión; porque antes que pecase la primera pareja, andaban desnudos. Por lo tanto la naturaleza se conservará, pero entonces no habrá unión carnal ni parto. Los miembros de la mujer no estarán acomodados al uso antiguo, sino que tendrán una nueva decencia, que no excitará la concupiscencia del que mire (la que estará anulada), pero se alabará la sabiduría y la clemencia de Dios, que hizo lo que no existía, y libró de la corrupción lo que hizo.
 
San Jerónimo
Nadie dice respecto de las piedras y de los árboles y de las demás cosas que no se reproducen naturalmente, que ni se casan ni son casados. Esto se dice de aquellos que, pudiendo casarse, no se casan por alguna razón.
 
Rábano
Todo esto que se ha dicho de las condiciones de la resurrección, resuelve la cuestión propuesta; habla, pues, de la resurrección muy oportunamente en contra de la infidelidad de aquéllos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Y como citando aquéllos a Moisés habían argüido al Salvador, los confunde por medio de Moisés. Por esto añade: "Y de la resurrección de los muertos ¿no habéis leído, yo soy el Dios de Abraham?" etc.
 
San Jerónimo
Para comprobar la verdad de la resurrección, pudo utilizar otros ejemplos más evidentes, uno de ellos el de Isaías, que dice: "Resucitarán los muertos y se levantarán los que estaban en los sepulcros" ( Is 26,9); y en otro lugar dice Daniel: "Muchos de los muertos resucitarán del polvo de la tierra" ( Dn 12,2). Se pregunta, pues, por qué querría el Señor dar la preferencia a este testimonio que parece ambiguo y sin relación directa con la verdad de la resurrección. Y como si el aducido probase lo que se proponía, añadió en seguida: "No es Dios de muertos, sino de vivos". Ya hemos dicho antes que los saduceos no admitían ni la existencia de los ángeles ni la de los espíritus, ni la de la resurrección de los cuerpos, y que por el contrario, predicaban hasta la muerte de las almas. Estos únicamente admitían los cinco libros de Moisés, menospreciando los vaticinios de los profetas; era, pues, inútil alegar testimonios, cuya autoridad no admitían. Por lo tanto, para probar la inmortalidad de las almas, pone el ejemplo de Moisés: "Yo soy el Dios de Abraham", etc., e inmediatamente añade: "No es Dios de muertos, sino de vivos". Porque, después de haber probado que las almas subsisten después de la muerte (no podía ser que fuese Dios de ellas si no existiesen), por lo tanto, se trataría de la resurrección de los cuerpos que con sus almas habrían obraron bien o mal.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 70,3
Pero ¿cómo se dice en otro lugar que: "ha de ser Señor de vivos muertos" ( Rom 14,9)? Y esto no se parece a lo que se dice aquí, pues se dice que existe el Dios de los muertos, a saber, de aquellos que habrán de vencer, y no de aquellos que vencidos una vez, no volverán a resucitar más.
 
San Jerónimo
Debe considerarse que estas palabras habían sido dirigidas a Moisés después de haber muerto los santos patriarcas, que ya descansaban en el sepulcro, de los cuales el Señor era Dios: Y nada podían tener si no existían, porque en la naturaleza de la cosa está el ser necesariamente lo que es el otro de quien procede; y así tener Dios, es pertenecer al número de los vivos. Y como Dios es la eternidad (y no es propio de las cosas que han muerto poseer lo que es eterno), ¿cómo se negará que existen y existirán siempre, aquellos de quienes se confiese ser la eternidad?
 
Orígenes, homilia 22 in Matthaeum
Dios es también quien dice: "Yo soy el que soy" ( Ex 3,14). Por lo tanto, es imposible que sea Dios de los que no existen. Y obsérvese que no dijo: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sino: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob; pero en otro lugar dice: "El Dios de los hebreos me ha enviado a ti" ( Ex 7,16). Todos los que están perfectísimamente cerca de Dios, en cuanto se refiere a los demás hombres, llevan a Dios en sí: por lo tanto, no se llama Dios de ellos en general, sino en particular. Como cuando decimos: aquel campo es de aquéllos, damos a entender que cada uno de aquéllos no es el dueño absoluto de todo el campo. Si decimos este campo es de aquél, damos a entender que lo posee en absoluto. Cuando dice: "el Dios de los hebreos". Se manifiesta la pequeñez de éstos; porque cada uno de ellos sólo tiene algún poco de Dios. Pero se llama Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, porque cada uno de ellos tenía a Dios en absoluto; esto cede en no pequeña alabanza de los patriarcas, porque vivían para Dios.
 
San Agustín, contra Faustum 16, 24
Los maniqueos son confundidos aquí del mismo modo que antes lo habían sido los saduceos. Porque negaban también la resurrección como aquéllos, aunque de un modo diferente.
 
San Agustín, in Ioannem, 11
Por lo tanto, se llama Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, porque en estos tres se encuentran representados de cierto modo todas las generaciones de los que se llaman hijos de Dios. Dios engendra muchas veces por medio de un buen predicador a un buen hijo, o de un mal predicador un mal hijo. Esto se da a conocer por medio de Abraham, quien tuvo un hijo fiel, Isaac, de su mujer libre, Sara, y un hijo infiel, Ismael, de su esclava, Agar. Alguna vez sucede que Dios engendra por medio de un buen predicador un hijo bueno y uno malo; lo cual se da a conocer por medio de Isaac, que de la mujer libre, Rebeca, tuvo un hijo bueno, Jacob, y otro malo, Esau. También sucede que en algunas ocasiones engendra hijos buenos, por medio de un predicador bueno y malo; lo cual se demuestra por medio de Jacob, que engendró hijos buenos de las libres (Lía y Raquel), y de sus esclavas (Zelfa y Bala).
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Y véase cómo la agresión de los judíos en contra de Jesucristo se va haciendo más débil: la primera, fue presentada por medio del terror, diciendo: "¿En virtud de qué poder haces estas cosas?" (21,23). Contra la que fue necesaria la fortaleza del corazón del Salvador; la segunda, fue con engaño, contra la que fue necesaria sutil sabiduría, y ésta fue con presunción e ignorancia, y por lo tanto, de menos fuerza que la anterior. Cuando es un ignorante el hombre que tiene la presunción de saber algo, le es muy fácil al varón sabio el convencerle. La oposición del enemigo es de importancia al principio; pero si alguno resiste con ánimo varonil, encontrará que su enemigo es más débil.
 
Prosigue: "Y cuando esto oyeron las turbas, se maravillaron", etc.

Remigio
No eran los saduceos, sino las turbas las que se admiraban. Esto sucede también todos los días en la Iglesia, porque cuando son vencidos sus enemigos en virtud de la divina inspiración, los fieles se alegran.
 
Notas
1. Ya San Juan Crisóstomo decía, como que era cierto: "Porque es de saber que entre los judíos había muchas sectas". Flavio Josefo en sus esfuerzos apologéticos por presentar al judaísmo como una filosofía, señala a lo que se llama "sectas", bajo el nombre de hairesis, distinguiendo tres principales: los fariseos -a la que él pertenecía-; los saduceos; y los esenios.
2. (Reboli) Los saduceos presentan un caso por el que siete hermanos se casaron sucesivamente con la misma mujer, según la ley. Con ello buscaban argumentar contra la resurrección de los muertos. "Como ya en esta vida la poliandria es cosa repugnante, y como los siete hermanos tienen derecho a la misma mujer, y ésta no puede darse solamente a uno de ellos, sin que se violen los derechos de los demás, no puede darse la resurrección de los muertos; porque entonces, o habría poliandria o violación de los derechos de los demás". Jesús les hace manifiesta su ignorancia sobre la Escritura y el poder de Dios. Les evidencia su concepción materialista de la resurrección, y les abre la posibilidad de comprender su auténtico sentido.

34-40

Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a consejo; y le preguntó uno de ellos, que era doctor de la ley, tentándole: "Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento en la ley?" Jesús le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón y de toda tu alma y de todo tu entendimiento. Este es el mayor y el principal mandamiento. Y el segundo, semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas". (vv. 34-40)
 
San Jerónimo
Como los fariseos habían sido confundidos en la presentación de la moneda, y vieron que se había levantado una facción en la parte contraria, debían con esto haberse decidido a no presentar nuevas asechanzas. Pero la malicia y la envidia fomentan muchas veces el atrevimiento. Por esto dice: "Mas los fariseos cuando oyeron que había hecho callar", etc.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Jesús impuso silencio a los saduceos, queriendo demostrar que la luz de la verdad había hecho enmudecer la voz de la mentira. Así como es propio del hombre justo callar cuando es tiempo de callar, y hablar cuando se debe hablar, pero nunca enmudecer, así también es propio de los doctores de la mentira, enmudecer en cuanto a la cuestión, pero no callar.
 
San Jerónimo
Los fariseos, por lo tanto, y los saduceos que eran enemigos entre sí, están conformes en cuanto se trata de tentar a Jesucristo, unidos por un mismo fin.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Sin duda se pusieron de acuerdo los fariseos para vencer por medio del número a quien no habían podido vencer por medio de razones y se confiesan destituidos de verdad cuando apelan a la muchedumbre. Decían, pues, entre sí: que hable uno solo por nosotros, y nosotros hablemos por medio de él, y si vence, apareceremos como que hemos vencido todos. Y si queda confundido, lo será él solo. Por esto sigue: "Y le preguntó uno de ellos", etc.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Todo el que pregunta a algún sabio, no para aprender, sino para examinarlo, debemos creer que es hermano de aquel fariseo, según lo que dice por San Mateo: "Lo que hicisteis con uno de mis pequeñuelos, lo hicisteis conmigo" (Mt 25,40).
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,73
No llame la atención que San Mateo diga aquí que hubo un tentador que interrogó a Jesús. San Marcos omite esta parte, pero al final del pasaje concluye diciendo que el Señor Jesús le dijo con toda sabiduría: "No estás lejos del reino de Dios" ( Mt 12,34). Pues puede suceder muy bien que, aun cuando alguien se aproxime al Señor con intención de tentarlo, obtenga de El una respuesta que le aproveche. Y verdaderamente no debemos mirar a la tentación como mala e hija de uno que quiere engañar a su enemigo, sino más bien como causa con que se quiere examinar a quien no se conoce; no en vano está escrito: "Que el que cree fácilmente, es porque tiene un alma ligera" ( Ecle 18,4). Lo que pregunta, es lo que se dice a continuación: "Maestro, ¿cuál es el grande mandamiento de la ley?"
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Decía Maestro, como tentándolo, porque no pronunciaba estas palabras como discípulo del Salvador. Por lo tanto, si alguien no aprende algo del divino Verbo, ni se entrega a El con toda su alma, aunque le dice Maestro, es hermano del fariseo, que tienta a Jesucristo. Cuando se leía la ley antes de la venida del Salvador, quizá se inquiría cuál era el mandamiento grande en ella; y no lo hubiese preguntado el fariseo si no se hubiese cuestionado esto mucho tiempo, no habiéndole encontrado solución hasta que viniese Jesucristo a enseñarlo.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Le preguntaba acerca del mandato grande quien no cumplía ni aun el más pequeño. Debe preguntar acerca del progreso de la santidad, aquel que ya viene observando algo que pueda conducir a ella.
 
San Jerónimo
No le pregunta acerca de los mandamientos, sino cuál sea el mandato primero y más grande. Porque como todo lo que Dios manda es grande, cualquier cosa que responda servirá para calumniarle.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El Señor, para humillar con su primera contestación la conciencia engañosa del que le preguntaba, respondió así: "Amarás al Señor tu Dios", etc. Amarás, dijo, y no temerás, porque amar es más que temer; temer es propio de los siervos, y amar es propio de los hijos. El temor procede de la necesidad, el amor, de la libertad; el que sirve a Dios por temor, evita el castigo, es verdad, pero no tiene la gracia de la santidad, puesto que obligado, practica el bien por miedo. No quiere el Señor que le teman los hombres de un modo servil, y como a amo, sino que se le ame como padre, puesto que ha concedido a los hombres el Espíritu de adopción. Amar a Dios de todo el corazón, es tanto como no tener su corazón inclinado al amor de alguna cosa, sino al amor de Dios. Amar a Dios con toda el alma, es tanto como tener un conocimiento ciertísimo de la verdad, y estar firme en la fe; por lo tanto, una cosa es el amor del corazón, y otra el amor del alma. El amor del corazón, es carnal en cierto sentido; en tal concepto amamos a Dios de una manera carnal, lo que no podemos hacer sin abstenernos del amor de las cosas terrenas; por lo tanto, el amor del corazón se siente en el corazón. Pero el amor del alma no se siente, sino que se comprende, porque consiste en el juicio del alma. El que cree que todo bien está en Dios, y que nada bueno está fuera de El, éste le ama con toda su alma. Amar a Dios con toda la mente, es tanto como consagrarle todos los sentidos, y aquél cuyo entendimiento sirve a Dios, y cuya sabiduría se fija en Dios, y cuya inteligencia se ocupa de las cosas de Dios, cuya memoria recuerda lo bueno, puede decirse que ama a Dios con toda su mente.
 
San Agustín, de doctrina christiana, 1,22
Se te manda que ames a Dios de todo corazón, para que le consagres todos tus pensamientos; con toda tu alma, para que le consagres tu vida; con toda tu inteligencia, para que consagres todo tu entendimiento a Aquel de quien has recibido todas estas cosas. No deja parte alguna de nuestra existencia que deba estar ociosa, y que dé lugar a que quiera gozar de otra cosa. Por lo tanto, cualquier otra cosa que queramos amar, conságrese también hacia el punto donde debe fijarse toda la fuerza de nuestro amor. Un hombre es muy bueno, cuando con todas sus fuerzas se inclina hacia el bien inmutable.
 
Glosa
De todo tu corazón, esto es, con tu entendimiento; con tu alma, esto es, con tu voluntad; con tu inteligencia, esto es, con tu memoria, a fin de que nada quieras, sientas ni recuerdes, que pueda contrariarle.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Con todo tu corazón, esto es, con toda tu memoria, todas tus acciones y todos tus deseos. Con toda tu alma, esto es, que estén preparados a ofrecerla por la gloria de Dios. Con toda tu inteligencia, esto es, no profiriendo más que lo que pertenezca a Dios. Y ve si puedes someter tu corazón a tu entendimiento por medio del cual conocemos las cosas inteligibles; también tu inteligencia, para manifestarlas, pues con ella las explicamos todas. Por cada una de estas cosas que se dan a conocer, como que crecemos y avanzamos en nuestra mente.
Si el Señor, no hubiese contestado al fariseo que le tentaba, podríamos creer que un mandamiento no es mayor que el otro. Pero el Señor le responde: "Este es el mayor y el primer mandamiento"; en lo que comprendemos que hay diferencia entre los mandamientos, que hay uno mayor y otros inferiores hasta el último. Le responde el Señor, no sólo que éste es el mandamiento grande, sino también el primero: no según el orden con que está escrito, sino según su mayor importancia. Unicamente reconocen la magnificencia y el primado de este mandamiento, aquellos que no sólo aman al Señor su Dios, sino que también le aman con aquellas tres condiciones, a saber: con todo su corazón, con toda su alma y con todo su entendimiento. Le enseñó que no sólo es grande y el primero, sino que también tiene un segundo que se parece a éste. Por esto sigue: "Y el segundo semejante es a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Por lo tanto, si el que ama la iniquidad aborrece su alma ( Sal 10,6), claro está que no ama a su prójimo como a sí mismo, porque ni aun a sí mismo se ama.
 
San Agustín, de doctrina christiana 1,30
Debe tenerse en cuenta que se ha de considerar como prójimo a todo hombre y que por lo tanto con nadie se debe obrar mal. Si se llama propiamente nuestro prójimo aquel a quien se debe dispensar o de quien debemos recibir oficios de caridad, se demuestra por medio de este precepto de qué modo tenemos obligación de amar al prójimo, y aun comprendiendo también a los santos ángeles, de quienes recibimos tantos oficios de caridad, como podemos ver fácilmente en las Escrituras. Así, el mismo Dios quiso llamarse nuestro prójimo, cuando Nuestro Señor Jesucristo se nos presenta como aquel tullido que se encontraba medio muerto y tendido en el camino ( Lc 10).
 
San Agustín, de Trinitate, 8,6
El que ama a los hombres, debe amarlos, ya porque son justos, o ya para que lo sean. De este modo debe amarse al prójimo, y así es como se ama al prójimo como a sí mismo, sin peligro alguno; ya porque es justo, o ya para que sea justo.
 
San Agustín, de doctrina christiana, 1, 22
Si debes amarte a ti mismo, no es por ti, sino por aquél a quien debe encaminarse tu amor, como a fin rectísimo; no se extrañe nadie, si le amamos también por Dios. El que ama con verdad a su prójimo, debe obrar con él de modo que también ame a Dios con todo su corazón.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
El que ama al hombre es semejante al que ama a Dios, porque como el hombre es la imagen de Dios, Dios es amado en él como el rey es considerado en su retrato. Y por esto dice que el segundo mandamiento es semejante al primero.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
El hecho de ser semejante el segundo mandamiento al primero, demuestra que es uno mismo el proceder y el mérito de uno y de otro: no hay pues, amor que aproveche para salvarse como aquel que se tiene a Dios en Jesucristo, y a Jesucristo en Dios.
 
Prosigue: "De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,33
Dijo que depende; esto es, esta referida allí a donde tiene su cumplimiento.
 
Rábano
Todo el decálogo está comprendido en estos dos mandamientos: los preceptos primeros afectan al amor de Dios, y los segundos al del prójimo.

Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Aquel que cumplió todo lo que está mandado, respecto del amor de Dios y del prójimo, es digno de recibir gracias divinas, para que comprenda, que toda la Ley y los Profetas dependen de un solo principio: a saber, del amor de Dios y del prójimo.

San Agustín, de Trinitate, 8, 7
Siendo, pues, dos los preceptos de los cuales dependen la Ley y los Profetas -el amor de Dios y del prójimo- con razón la sagrada Escritura los presenta muchas veces como uno solo. Ya como amor de Dios, según aquello de San Pablo: "Sabemos que a los que aman a Dios todo les sale bien" ( Rom 8,28), ya como amor del prójimo, como dice el mismo Santo; "Toda la ley está comprendida en un solo punto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Gál 5,14). Por lo tanto, como el que ama a su prójimo consiguientemente amará también a Dios, amamos a Dios y al prójimo con la misma caridad, aunque debemos amar a Dios por sí mismo, y al prójimo por Dios.
 
San Agustín, de doctrina christiana, 1,30,26
Mas, como la esencia divina es mucho más excelente que nuestra naturaleza, se le ama de una manera diferente a como amamos al prójimo, según está mandado. Y si te comprendes a ti mismo y si comprendes también a tu prójimo (esto es, alma y cuerpo), verás que no hay diferencia alguna entre estos dos preceptos: cuando va primero el amor de Dios y está circunscrito al modo con que se le puede amar, le sigue el amor del prójimo para que le ames como a ti mismo; por lo tanto, tu amor a ti no queda excluido de la cooperación a uno y otro amor.

41-46

Y estando juntos los fariseos, les preguntó Jesús, diciendo: "¿Qué os parece del Cristo? ¿De quién es hijo?" Dícenle: "de David". Díceles: "¿Pues cómo David en espíritu lo llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos por peana de tus pies. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?" Y nadie le podía responde palabra: ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle. (vv. 41-46)
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Los judíos, creyendo que Jesús era únicamente hombre, le tentaban; no le hubiesen tentado si hubiesen conocido que era Hijo de Dios. Queriendo Jesucristo manifestar que conocía las torcidas intenciones de los judíos y que a pesar de ser El Dios, no quería decir claramente la verdad, para evitar que tomándolo los judíos como blasfemia se enfurecieran más; ni tampoco callar en absoluto, porque había venido a enseñar la verdad. Por esto, les preguntó de tal manera que la misma pregunta les manifestase quién era El; prosigue: "Y estando juntos los fariseos, les preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué os parece del Cristo?, etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Primero había interrogado a sus discípulos, sobre qué decían otros del Cristo, y ahora les pregunta qué es lo que ellos dicen. Pero a éstos no les preguntaba del mismo modo, porque hubiesen dicho que era seductor y malo, como a El le consideraban, porque le creían únicamente hombre, le dijeron que era hijo de David. Y esto es lo que sigue: "Dícenle: de David". Y el Salvador, reprendiendo esto, cita al Profeta, manifestando su dominio y la propiedad de la filiación y el testimonio de autoridad procedente del Padre; por esto añade: "Díceles: ¿pues cómo David, en espíritu, lo llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor?", etc.
 
San Jerónimo
Este testimonio ha sido tomado del Salmo 109 (v.1): es llamado Señor por David, no por haber nacido de él, sino porque nacido del Padre subsistió siempre, anticipándose a su padre según la carne. Y le llama su Señor, no por error de duda, ni por su propia voluntad, sino porque así se lo dicta el Espíritu Santo.
 
Remigio
Cuando dice: "Siéntate a mi derecha", no debe entenderse que Dios tenga cuerpo para que pueda tener derecha e izquierda, sino que estar sentado a la diestra de Dios, es tanto como tener un honor igual a aquél.
 
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 42
Creo también, que esta pregunta no la hizo contra los fariseos únicamente, sino también contra los herejes, porque según la carne, era hijo de David; pero era Dios, según la divinidad.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
No se contenta con esto, sino que para que le teman, añade: "Hasta que ponga tus enemigos por peana de tus pies"; sin duda para que los guíe.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Dios ciertamente no pone precisamente a sus enemigos por peana a los pies de Cristo para su perdición, sino para su salvación.
 
Remigio
Cuando dice hasta, se refiere a lo infinito, como desde luego da a conocer: siéntate siempre, y tus enemigos estarán sujetos bajo tus pies eternamente.
 
Glosa
Que los enemigos sean sometidos por el Padre al Hijo, no manifiesta que haya debilidad en el Hijo, sino unidad de esencia: pues el Hijo sujeta sus enemigos al Padre, porque da a conocer al Padre sobre la tierra ( Jn 17). Concluye hablando de este testimonio con estas palabras: "Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?"
 
San Jerónimo
Esta pregunta nos aprovecha hasta hoy contra los judíos; porque los que dicen que el Cristo ha de venir, afirman que es un simple hombre, aunque Santo, de la descendencia de David. Preguntémosles, por lo tanto, como nos enseñó el Señor: si es únicamente hombre, y tan sólo hijo de David, ¿cómo es que David le llama su Señor? Los judíos, para desvanecer la verdad de la pregunta, forjan muchas frivolidades asegurando que procedía de Abraham, cuyo hijo fue Damasco Eliezer ( Gén 14 y 15), y acerca de su persona está escrita en el Salmo, que después de la muerte de los cinco reyes, el Señor Dios había dicho a Abraham: "Siéntate a mi derecha hasta que ponga", etc. Preguntémosles cómo dijo a Abraham, lo que sigue: de qué modo habría sido engendrado Abraham antes que Lucifer, y cómo hubiese sido sacerdote, según el orden de Melquisedec, por quien Melquisedec habría ofrecido el pan y el vino, y de quien además habría recibido los diezmos del botín.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 71,2
Esto dio por terminadas aquellas cuestiones, cerrando así sus bocas; por esto sigue: "Y nadie le podía responder palabra, ni alguno desde aquel día fue osado más a preguntarle". Callaron por entonces aunque contra su voluntad, porque no tenían ya qué decir.
 
Orígenes, homilia 23 in Matthaeum
Si la pregunta de los fariseos hubiese sido hija del deseo de saber nunca les hubiese propuesto tales cuestiones para que no volvieran a atreverse a preguntar.
 
Rábano
Por esto comprendemos que el veneno de la envidia puede ser vencido pero que difícilmente será extinguido.