SÍNODO DE LOS OBISPOS

XIª ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA

La Eucaristía:
fuente y cumbre de la vida
y de la misión de la Iglesia

 

INSTRUMENTUM LABORIS

Ciudad del Vaticano
2005

 

ÍNDICE

 

Presentación

 

Introducción: Porqué un Sínodo sobre la Eucaristía

 

Capítulo I

El Sacramento de la Nueva y Eterna Alianza

La Eucaristía en la historia de la salvación
El único sacrificio y sacerdocio de Jesucristo
La acción de gracias y de alabanza al Padre
El Memorial del Misterio Pascual
La Presencia permanente del Señor

 

Capítulo II

La Eucaristía: un don ofrecido a la Iglesia, para develar constantemente

Los Padres y Doctores de la Iglesia
El sacramento de la unidad y de la santidad de la Iglesia
La apostolicidad de la Eucaristía
La catolicidad de la Eucaristía

 

Capítulo III

La Eucaristía: Misterio de Fe proclamado

El Magisterio de la Iglesia católica
La naturaleza de la Eucaristía
La Eucaristía y la encarnación del Verbo
Luces y sombras en la comprensión del Don
La Eucaristía signum unitatis

Capítulo IV

La Liturgia de la Eucaristía

El centro de la liturgia cósmica
Cuando la Eucaristía es válidamente celebrada
El acto penitencial
La Palabra de Dios y el Símbolo de la fe
La presentación de los Dones
La Plegaria eucarística
La institución de la Eucaristía
La epíclesis sobre los Dones consagrados
La Iglesia de los santos en la Eucaristía
La preparación a la comunión
La santa comunión

 

Capítulo V

La Mistagogía Eucarística para la Nueva Evangelización

Los Padres
La negación actual del misterio
La mistagogía hoy
Presidir la Eucaristía
El decoro de la celebración eucarística
La dignidad del canto y de la música sacra
El encuentro con el misterio a través del arte
La orientación de la oración
El área particularmente sagrada del presbiterio o santuario
El altar, mesa del Señor
El tabernáculo, tienda de la Presencia

 

Capítulo VI

La Eucaristía: un don para adorar

El espíritu de la liturgia es la adoración
Comunión y adoración son inseparables
El sentido del misterio y las actitudes que lo expresan
La Eucaristía: sacramentum pietatis

 

Capítulo VII

La Eucaristía: un Don para la Misión

La santificación y divinización del hombre
La Eucaristía vinculum caritatis
La medicina del cuerpo y del espíritu
El significado social de la Eucaristía

 

Conclusión

Cuestionario

 

 


PRESENTACIÓN

 

Los Padres de la Décima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, al final de los trabajos en octubre de 2001, fueron interpelados acerca del tema de la siguiente asamblea y, entre las diversas propuestas, sugirieron también el argumento eucarístico. La acostumbrada consulta a las Conferencias Episcopales, a las Iglesias Orientales sui iuris, a los Dicasterios de la Curia Romana y a la Unión de los Superiores Generales, a su vez, ha indicado, con particular consenso de opiniones, el tema de la Eucaristía como prioritario.
También los miembros del Consejo Ordinario de la Secretaría General se pronunciaron en ese sentido. Precisamente éste es el tema que el Santo Padre eligió y estableció para ser ofrecido a la meditación colegial de los Obispos reunidos en la Undécima Asamblea General Ordinaria. La fórmula evoca la doctrina y el lenguaje del Concilio Vaticano II en estos términos: “Eucharistia fons et culmen vitae et missionis Ecclesiae”.

Fue, luego, tarea del Consejo de la Secretaría General dedicar a este título algunas sesiones de trabajo, que, con la ayuda de expertos, han producido como resultado el presente documento de los Lineamenta.

Éste, como es sabido, es el primer paso de la consulta universal, que dará la posibilidad a todas las Iglesias particulares dispersas por el mundo de entrar en el proceso sinodal con la reflexión, la oración y las sugerencias más oportunas, para permitir la preparación del Instrumentum laboris, que constituirá el orden del día de la asamblea sinodal.

La consulta para la futura asamblea sinodal registra una novedad en la historia del Sínodo de los Obispos: el tema. Éste, en efecto, corresponde al de una reciente encíclica pontificia sobre la Eucaristía y su relación vital con la Iglesia: Ecclesia de Eucharistia. La circunstancia merece especial consideración a causa de su influencia directa sobre la consulta y sobre los mismos trabajos sinodales.

No sorprende que un sínodo sea llamado a reflexionar sobre una materia incluida en el magisterio pontificio ordinario. Lo que llama la atención es la proximidad cronológica y la identidad de la promulgación: es el mismo Papa que en breve nexo de tiempo escribe sobre la Eucaristía y confía a un sínodo el mismo argumento. Todo esto tiene un profundo significado para el Pontífice, para los Obispos y para la Iglesia.

Es claro que la Encíclica manifiesta la voluntad del Pastor de estimular a los destinatarios, la Iglesia universal, a dedicarse, con nuevas energías espirituales y con renovado amor, al misterio eucarístico, que es vital para la Iglesia. En este acto de magisterio ordinario se expresa así la preocupación por repetir al pueblo del Señor, con adecuadas referencias a las condiciones actuales, una verdad perenne y necesaria para la sobrevivencia de la Iglesia en la historia.

La asamblea sinodal tiene una finalidad consultiva y esta vez los Obispos no son convocados por el Papa para que den sugerencias en vista de intervenciones doctrinales. Sin embargo, existen abundantes motivos para reunir a los pastores, para que sobre un argumento tan decisivo para la vida y la misión de la Iglesia manifiesten las exigencias y las implicaciones pastorales de la Eucaristía en la celebración, en el culto, en la predicación, en la caridad y en las diversas obras en general.

Pero el punto más alto de atención es otro. Teniendo presente la evidente analogía de los títulos, es inevitable preguntarse porqué el Papa ha elegido un tema ya tratado. La respuesta a esta dificultad dialéctica se encuentra en la observación actualizada de la vida de la Iglesia. Existe hoy en la Iglesia, innegablemente, una “urgencia eucarística”, que tiene que ver, no ya con incertidumbres sobre las fórmulas, como sucedía en el período del Vaticano II, sino con la praxis eucarística, que hoy necesita un nueva y amorosa actitud hecha de gestos de fidelidad a Aquel que está Presente para los que hoy continúan a buscarlo: “Maestro ¿dónde vives?”.

Se espera que estos Lineamenta estimulen a las Conferencias Episcopales, a las Iglesias Orientales sui iuris, a los Dicasterios de la Curia Romana y a la Unión de los Superiores Generales, a la reflexión y a la verificación pastoral, invitando también a todos los miembros de la Iglesia a ofrecer la propia colaboración, para que las respuestas al cuestionario de este mismo documento sean completas y significativas para permitir un fructuoso trabajo sinodal.

Para un adecuado desarrollo del proceso sinodal será necesario que las respuestas lleguen a esta Secretaría General antes del 31 de diciembre de 2004.

Con estas respuestas continúa en todas las Iglesias particulares el camino del Sínodo, en el cual los Obispos, como Pastores del rebaño, en colegialidad entre ellos y con el Papa, se preparan a reflexionar sobre este gran Sacramento del cual vive la Iglesia.

 

25 de febrero de 2004

Jan P. Card. Schotte, C.I.C.M
Secretario General


 

INTRODUCCIÓN

 

Porqué un Sínodo sobre la Eucaristía

 

1. El Dios invisible se ha manifestado en el Verbo hecho carne, el Hijo Jesucristo; después de la ascensión “lo que fue visible de nuestro Redentor ha pasado a los sacramentos (ritos sagrados)”.[1] Por ello, “Nosotros vemos una cosa y entendemos otra. Vemos un hombre (Jesús), pero creemos en Dios”.[2]

La Iglesia, sacramento de salvación de Jesucristo para el hombre, vive del culto centrado en el Verbo encarnado, sacramento del Padre; el Canon Romano y la anáfora de San Juan Crisóstomo definen la Santa Misa, “oblationem rationabilem” y “logikèn latreían”, una trasformación de la Palabra divina en evento, en la cual participan el espíritu y la razón. Aquel que es la Palabra, el Verbo, se dirige al hombre y de él espera una respuesta comprensible, razonable (rationabile obsequium). Así, la palabra humana se hace adoración, sacrificio y acción de gracias (eucharistia). Este “culto espiritual” (cf Rm 12,1) es el corazón de la “participación” activa y consciente del pueblo de Dios en el misterio eucarístico,[3] que alcanza la plenitud en la santa comunión.[4]

 

2. El Concilio Ecuménico Vaticano II ha dedicado al Misterio Eucarístico el capítulo III de la Constitución de sacra liturgia; pero todo lo que se dice en este documento sobre la liturgia, como fuente y cumbre de la acción de la Iglesia, se refiere principalmente a la celebración de la Eucaristía, “la Divina Liturgia”, como acostumbran a decir los orientales. El tema del próximo Sínodo será la Eucaristía. En ella el pueblo de Dios participa en virtud del bautismo. Ella es la ‘cumbre’ de la iniciación cristiana, pero también de la acción apostólica, porque presupone la pertenencia a la comunión de la Iglesia. Al mismo tiempo ella es ‘fuente’, porque constituye el alimento para la vida y la misión de la Iglesia.[5] Por ello, la encíclica del Papa Juan Pablo Ecclesia de Eucharistia, evocando la Carta apostólica Nuovo millennio ineunte en la cual había exhortado a conocer, amar e imitar a Cristo, recuerda que “un nuevo vigor de la vida cristiana pasa por la Eucaristía”.[6]

3. La VI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos afrontó el tema de la Reconciliación y, en su ámbito, del Sacramento de la Penitencia, medio ordinario para retornar a la comunión con Cristo y con la Iglesia, que culmina en la Eucaristía. La profunda reflexión se plasmó en la Exhortación apostólica postsinodal Reconciliatio et paenitentia. También la V Asamblea General Ordinaria, tratando de la familia prestó atención a aquella originaria comunión de sangre y de espíritu, que encuentra la fuente de su vitalidad precisamente en otro sacramento, el matrimonio, misterio grande, signo de la unión entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32). Los cuatro últimos sínodos ordinarios han reflexionado sobre los componentes fundamentales de la comunión eclesial: el laicado, el sacerdocio ministerial, los consagrados y los obispos, comunión eclesial que la Eucaristía presupone para perfeccionarla.[7] En consecuencia, resulta comprensible la convocación de una asamblea sinodal sobre el Sacramento que manifiesta la apostolicidad y la catolicidad de la Iglesia y que la hace crecer en la unidad y en la santidad.

 

Esto permitirá que:

 

a. la Eucaristía sea conservada en el centro de la atención de la Iglesia, a nivel universal y local, especialmente en las parroquias y en las comunidades, ya durante la fase preparatoria del sínodo;

 

b. la fe en la Eucaristía sea adecuadamente profundizada;

c. dando preeminencia a este tema, la asamblea sinodal revista una particular importancia en el inicio del tercer milenio de la Cristiandad y contribuya al programa de renovación de la vida y de la misión cristiana de las personas y de las comunidades;

 

d. la especial atención que la Iglesia ha prestado a la Sagrada Eucaristía a través de sus enseñanzas - desde el tiempo apostólico, a los padres y escritores sagrados medievales, desde los concilios, en particular el de Trento y el del Vaticano II, hasta los principales documentos interdicasteriales y pontificios, citados también en la reciente encíclica del Papa Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia - sea nuevamente y más profundamente acogida en su totalidad.

 

4. Il tema elegido por el Papa Juan Pablo II para la XIª Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos es Eucharistia fons et culmen vitae et missionis Ecclesiae. Entre las cuestiones que deberán ser objeto de estudio, se indican tres en particular:

 

a. El Hijo de Dios, Jesucristo, a través de los gestos realizados en la última Cena y especialmente con las palabras: “Haced esto en recuerdo mío”, no ha querido simplemente una comida fraterna, sino una liturgia, verdadero culto de adoración al Padre “en espíritu y verdad” (cf. Jn 4,24);

 

b. con la reforma litúrgica no ha sido destruido el patrimonio secular de la Iglesia católica sino que se ha querido promover, manteniendo la fidelidad a la tradición católica, la renovación de la liturgia para favorecer la santificación de los cristianos;

 

c. la presencia real del Señor en el Santísimo Sacramento ha sido querida por el mismo Señor, para que el Dios Emanuel fuera hoy y siempre un Dios cercano al hombre, para que fuera su Redentor y Señor.

 

5. La preparación de la XIª Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y sus trabajos se ubican en el contexto de todo el magisterio y la doctrina sobre la Eucaristía, especialmente del Concilio Vaticano II, que ha dado a la Iglesia una mayor consciencia del hecho que “nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz”.[8] Como amada esposa, la Iglesia sabe que debe celebrar “el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura”.[9]

La doctrina eucarística, con sus fundamentos bíblicos, patrísticos y teológicos, con su dimensión catequística y mistagógica, impregna todos los documentos del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar, y desea conducir a todos al misterio de la Santa Eucaristía y a la adoración del mismo, como es ampliamente ilustrado por las tradiciones de oriente y occidente, presentes en la única Iglesia católica. Entre los documentos postconciliares que han aplicado la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, son fundamentales para la comprensión y la celebración de la Eucaristía, la encíclica Mysterium fidei de Pablo VI y la Instructio Generalis Missalis Romani - publicada en el 1970 y reeditada y corregida en el 2000 - con las normas a observar para la Santa Misa en el rito romano. En estos textos, así como también en el Catecismo de la Iglesia Católica,[10] en el código de la Iglesia latina[11] y en el de las Iglesias orientales,[12] en la Instrucción para la Aplicación de las Prescripciones Litúrgicas del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, publicada en el 1996, se encuentran las explicaciones doctrinales y las indicaciones pastorales que han sido últimamente citadas en la encíclica del Papa Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia.[13]
___________________
 

[1] S. Leonis Magni, Sermo 2 de Ascensione, 61 (74), 2: SCh 74bis, 278.

[2] Origenis, In epistulam ad Romanos, 4, 2: PG 14, 968B.

[3] Cf. Conc. Oecum. Vat. II, Const. de sacra Liturgia Sacrosanctum concilium, 14 e 48; II Coetus Extraordinarii Generalis Synodi Episcoporum (1985), Relationem finalem, II.B.b.1.

[4] Cf. Institution Generalem Missalis Romani (20.IV.2000), 13; Conc. Oecum. Tridentin., sess. XXII, cap. 6.

[5] Cf. Conc. Oecum. Vat. II, Const. de sacra Liturgia Sacrosanctum concilium, 10.

[6] Ioannis Pauli II, Litt. encycl. Ecclesia de Eucharistia (17.IV.2003), 60: AAS 95 (2003), 473.

[7] Cf. ibidem, 35: AAS 95 (2003), 457.

[8] Conc. Oecum. Vat. II, Const. de sacra Liturgia Sacrosanctum concilium, 47.

[9] Ibidem.

[10]Catechismus Catholicae Ecclesiae, 1322-1419.

[11] Codex Iuris Canonici, c. 897-958.

[12] Codex Canonum Ecclesiarum Orientalim, c. 698-717.

[13] Cf. Ioannis Pauli II, Litt. encycl. Ecclesia de Eucharistia (17.IV.2003), 9: AAS 95 (2003), 438-439.