CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-20 |
Pasaron después al otro lado del lago, al territorio de los gerasenos. Apenas desembarcado, le vino al encuentro un energúmeno salido de los sepulcros, el cual tenía su morada en ellos, y no había hombre que pudiese refrenarle, ni aun con cadenas: pues muchas veces, aherrojado con grillos y con cadenas, había roto las cadenas y despedazado los grillos, sin que nadie pudiese domarle. Y andaba siempre día y noche por los sepulcros y por los montes gritando y sajándose con piedras. Este, pues, viendo de lejos a Jesús, corrió a El y le adoró; y clamando en alta voz dijo: "¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Altísimo Dios? En nombre del mismo Dios te conjuro que no me atormentes". Y es que Jesús le decía: "Sal, espíritu inmundo, de ese hombre". Y preguntole Jesús: "¿Cuál es tu nombre?" Y él respondió: "Mi nombre es legión, porque somos muchos": y suplicábale con ahínco que no le echase de aquel país. Estaba paciendo en la falda del monte vecino una gran piara de cerdos. Y los espíritus le rogaban diciendo: "Envíanos a los cerdos para que vayamos y estemos dentro de ellos". Y Jesús se lo permitió al instante. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos: y con gran furia toda la piara, en la que se contaban más de dos mil, corrió a despeñarse en el mar, en donde se anegaron. Los que los guardaban huyeron, y trajeron las nuevas a la ciudad y a las alquerías. Las gentes salieron a ver lo acontecido; y llegando a donde estaba Jesús, ven al que antes era atormentado del demonio, sentado, vestido y en su sano juicio, y quedaron espantados. Los que se habían hallado presentes les contaron lo que había sucedido al endemoniado y el azar de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se retirase de sus términos. Y al salir Jesús a embarcarse se puso a suplicarle el que había sido atormentado del demonio que le admitiese en su compañía. Mas Jesús no le admitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa y con tus parientes, y anuncia a los tuyos la gran merced que te ha hecho el Señor, y la misericordia que ha usado contigo". Fuese aquel hombre, y empezó a publicar en Decápolis cuántos beneficios había recibido de Jesús; y todos quedaban pasmados. (vv. 1-20)
Teofilacto
Porque los que estaban en la barca
preguntaban uno después de otro: ¿Quién pensáis que es éste?, se
confirma quién era por el testimonio de los enemigos, puesto que llegó
un endemoniado confesando que aquél era verdaderamente Hijo de Dios. Y
para llegar a referir este suceso dice el evangelista: "Pasaron
después al otro lado del lago, al territorio de los gerasenos".
Beda,
in Marcum 2,21
Geraza es una villa notable de Arabia,
cerca del monte Galaad, que fue habitada por la tribu de Manasés, no
lejos del lago de Tiberíades, en el que fueron precipitados los
puercos.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Sin embargo, los escritos corregidos no
dicen gerasenos ni geradenos, sino gergesenos. Geraza es una villa de
Judea, pero no hay allí mar. Geraza es también una villa de Arabia,
pero tampoco hay ni mar ni lago próximo a ella. Y es claro que no han
podido engañarse así los evangelistas, tan conocedores como eran de
Judea, puesto que Gergesa, de donde viene el nombre de gergesenos, era
una villa antigua no lejos de la que ahora se llama Tiberíades, cerca
de la cual se encuentra el principal lago de Judea.
"Apenas desembarcado, prosigue, le vino al
encuentro un endemoniado salido de los sepulcros".
San Agustín,
De Cons. Evang., lib. 2, cap. 24
Citando San Mateo a dos, y San Marcos y
San Lucas sólo a uno, debemos entender que uno de ellos era más
notable en el país, y del que más compasión se tenía.
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum 29
O bien es de creer que San Marcos y San
Lucas hablaron del más miserable de los dos, y por lo mismo han sido
en esto más difusos que de costumbre. "Y no había hombre, continúa,
que pudiese refrenarle, ni aun con cadenas". Dijeron, pues, un
endemoniado simplemente, no ocupándose del número, para hacer brillar
más el poder del que había obrado así, puesto que el que había curado
a un hombre semejante podía curar igualmente a otros muchos. Por otra
parte, no hay discordancia en esto, porque no dijeron que era uno
solo, en cuyo caso solamente se hubiesen puesto en contradicción con
San Mateo. O bien: moraban los demonios entre los sepulcros para
propagar la falsa creencia de que los espíritus de los que mueren se
convierten en demonios.
San Gregorio Niceno
La asamblea de los demonios se había
preparado para resistir al poder divino. Al aproximarse, pues, a Aquel
que tiene potestad sobre todo, proclaman su potestad eminente, según
estas palabras: "Este, pues, viendo de lejos a Jesús, corrió a El y le
adoró, y clamando en alta voz dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo,
Jesús, Hijo del Altísimo Dios?".
San Cirilo
Ved al demonio dividido en dos pasiones,
la audacia y el temor. Resiste y ruega, y como intentando alguna
cuestión, quiere saber qué hay de común entre Jesús y él. Con lo cual
viene a decir: ¿Por qué me echas de los hombres cuando son míos?
Beda
¡Cuán grande es, pues, la impiedad de los
judíos al decir que es por el príncipe de los demonios por quien echa
a los demonios, cuando los demonios mismos confiesan que nada tienen
de común con El!
San Cirilo
Rogando después añade: "Te conjuro en
nombre del mismo Dios que no me atormentes", pues consideraba tormento
el ser echado de aquel hombre, o es que invisiblemente también era
atormentado.
San Juan Crisóstomo,
in Mat. hom. 29 super Venistrante tempus perdere
A pesar de su perversidad, los demonios no
pueden ignorar que a causa de sus pecados les espera alguna pena al
fin. Y sabían sin ninguna duda que aún no había llegado para ellos el
tiempo de la última pena, sobre todo porque les era permitido
mezclarse entre los hombres. Pero como los había sorprendido el Señor
en tantas maldades, juzgaban que, a causa de lo extremado de sus
hechos, no podía tardar el tiempo del último castigo. Este es el
motivo de que le supliquen que no los atormente.
Beda
Gran tormento es para el demonio el cesar
de hacer daño al hombre, y deja tanto más difícilmente de hacerlo,
cuanto más tiempo hace que lo posee.
"Y le decía: Sal de ese hombre, espíritu
inmundo".
San Cirilo
Observemos el invencible poder de Cristo:
castiga a Satanás, para el cual son fuego y llama sus palabras, según
el salmista: "Derritiéronse como cera los montes a la presencia del
Señor" ( Sal 96,5), esto es, los poderes
sublimes y magníficos.
"Y preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre?"
Teofilacto
Le pregunta el Señor, no para saber El,
sino para que sepan los demás, la multitud de demonios que había en el
poseído.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Porque si no hubiese dicho El mismo que
eran muchos, se hubiera hecho increíble. Quiere, por tanto, que los
mismos confiesen que eran muchos. "Y él respondió: Mi nombre es
legión, porque somos muchos". No dice un número determinado, sino
muchos, puesto que importaba poco el número.
Beda
Confesada públicamente la plaga que
atormentaba al endemoniado, aparece más grande el poder del que lo
cura. Y aun los sacerdotes de nuestro tiempo, que por la gracia del
exorcismo pueden echar al mal espíritu, suelen decir a los pacientes
que sólo pueden curar exponiendo por una confesión pública todo lo que
en sueño o en vigilia tienen que sufrir de los espíritus inmundos en
cuanto a la vista, al oído, al gusto, al tacto u otra parte del
cuerpo, o en lo que al alma se refiere.
"Y suplicábale con ahinco que no le echara
de aquel país".
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum. Luke 8,3
San Lucas dice: "En el abismo". El abismo
es la separación de este mundo, y los demonios merecen ser arrojados a
las tinieblas exteriores preparadas para el diablo y sus ángeles.
Cristo, pues, podía hacerlo así, pero les permitió estar en la tierra,
para que la ausencia del tentador no privase a los hombres de la
corona de la victoria.
Teofilacto
Y para que nos hagamos fuertes luchando
con ellos.
"Estaba paciendo en aquel lugar alrededor
del monte una gran piara de cerdos".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 24
Que San Marcos diga que la piara estaba
alrededor del monte, no se opone a que San Lucas diga que estaba en el
monte, porque, como era grande la piara, parte de ella podía estar en
el monte y parte cerca de él.
"Y los espíritus infernales le rogaban
diciendo: Envíanos a los cerdos, para que vayamos y estemos dentro de
ellos".
Remigio., super Matthaeum.
Así, pues, entraron en los puercos, no
espontáneamente, sino pidiendo que les fuese concedido, para demostrar
que no pueden dañar a los hombres sin el consentimiento divino. Por
tanto, no pidieron entrar en los hombres, porque veían que estaban
representados por aquel hombre por cuyo poder eran atormentados. Y si
no pidieron entrar en otra clase de rebaños fue porque los animales
limpios se ofrecían en el templo del Señor, mientras que los puercos,
en los que pedían entrar, son los animales más inmundos, y los
demonios se deleitaban siempre en todo lo que es inmundo.
"Y Jesús se lo permitió al instante".
Beda.
Y se lo permitió en verdad, para dar a los
hombres ocasión de salvarse con la muerte de los cerdos.
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum, hom. 28,3
Queriendo mostrar a todos el furor de los
demonios contra los hombres, y que les harían mucho más daño si no se
lo impidiese el poder divino, y como no consentía su piedad que esta
manifestación se hiciese en los hombres, permitió que entrasen en los
cerdos, para que se viera en ellos su fuerza y su furor.
"Y saliendo, continúa, los espíritus
inmundos".
Tito Bostrense,
sobre Mateo
Huyeron los pastores para no perecer con
los cerdos, y de este modo llevaron el terror a los pueblos. "Los que
los guardaban se huyeron", y por esta pérdida los habitantes del país
acuden al Salvador. Con frecuencia llena Dios de beneficios
espirituales a aquellos que sufren algún daño en los bienes
temporales. "Y llegando a donde estaba Jesús, prosigue, ven al que
antes era atormentado del demonio, sentado". Es decir, a los pies del
que lo había salvado, estaba aquel a quien antes ni las cadenas podían
sujetar, y vestido el que andaba desnudo, y en su sano juicio. Por
ello se llenaron de admiración. "Y quedaron espantados". Unos por
haberlo presenciado y otros por haber oído referirlo, fueron muchos
los que hicieron constar este milagro. "Los que se habían hallado
presentes, sigue, les contaron lo que había sucedido".
Teofilacto
Se llenaron de asombro y de temor por el
milagro que les referían, y por esto le rogaban que se retirase de sus
territorios, según estas palabras: "Comenzaron a rogarle que se
retirase de sus términos", temiendo si tendrían que sufrir de nuevo
algo semejante. Afligidos, pues, por la pérdida de los cerdos,
rechazaron la presencia del Salvador.
Beda
O conociendo su propia fragilidad, se
juzgaban indignos de la presencia del Señor.
"Y al ir Jesús a embarcarse, se puso a
suplicarle el que había sido atormentado del demonio que le admitiese
en su compañía", etc.
Teófilato
Temía pues que, volviendo los demonios a
encontrarlo, entrasen en él. Pero el Señor lo manda a su casa,
haciéndole comprender que, aunque El no estuviese presente, lo
defendería con su poder, para que curado como estaba fuera útil a los
demás. Por eso dice: "Mas Jesús no le admitió, sino que le dijo: Vete
a tu casa y con tus parientes, y anuncia a los tuyos el gran beneficio
que te ha hecho el Señor, y la misericordia que ha usado contigo".
Observemos la humildad del Salvador, quien no dice: Anuncia el gran
beneficio que te he hecho, sino el que te ha hecho el Señor. Así,
pues, cuando hagamos algo bueno, no nos lo atribuyamos a nosotros,
sino a Dios.
San Juan Crisóstomo
Aunque mandó a los demás que había curado
que no hablasen de ello, manda, sin embargo, a éste que lo divulgue,
porque todo aquel país, ocupado por los demonios, permanecía sin Dios.
Teófilato
El mismo empezó a difundirlo y todos
quedaban pasmados. "Y empezó a publicar", dice.
Beda
Geraza en sentido místico, o Gergesa, como
leen algunos, significa el que despide al inmigrante, o al extranjero
que se aproxima, porque el pueblo de los gentiles lanzó al enemigo de
su corazón, y el que estaba lejos vino a estar cerca.
Pseudo - Jerónimo
Este endemoniado era, pues, el tan
desesperado pueblo de los gentiles que no reconocía la ley natural, ni
la de Dios, ni tenía temor humano alguno.
Beda
Habitaba entre los sepulcros, porque se
complacía en las obras hechas en la sombra, esto es, en el pecado. Y
andaba siempre día y noche por los sepulcros, porque ni en la
prosperidad ni en la adversidad se separaba del servicio de los
espíritus malignos, y yacía como en medio de los sepulcros por la
corrupción de sus obras. Vagaba por los montes por el hecho de su
soberbia y se cortaba como con agudas piedras por las palabras de su
durísima infidelidad. "Mi nombre es legión", responde, porque el
pueblo de las naciones era esclavo de diversos cultos idolátricos. El
salir del cuerpo del hombre los espíritus inmundos y, entrando en los
cerdos, precipitarse en el mar, significa que, libre de la dominación
de los demonios, el pueblo de las naciones, que no quiso creer en
Cristo, celebra sus ritos sacrílegos en lugares ocultos.
Teófilato
O se significa por esto que los demonios
entran en los hombres que viven como los puercos, revolcándose en el
barro de la voluptuosidad, los despeñan en el precipicio de la
perdición, y los ahogan en el mar de esta vida.
Pseudo - Jerónimo
O los ahogan en el infierno sin respeto a
la misericordia por la impetuosidad de la muerte consumada, de la que
tantos huyen, porque el castigo del loco hace más prudente al sabio.
Beda
Que el Señor no lo admitiese con El
significa que cada uno de nosotros, después de la remisión de nuestros
pecados, ha de entrar en su buena conciencia y ha de servir al
Evangelio para la salvación de los demás, a fin de encontrar después
el descanso en Cristo.
San Gregorio Magno,
Moralia, 6, 17
Desde el momento en que alcanzamos algún
conocimiento de las cosas divinas, no queremos volver a las humanas,
buscando el reposo de la contemplación. Pero el Señor manda derramar
el sudor en el trabajo antes de restaurarnos por la contemplación.
Pseudo - Jerónimo
El hombre curado predica, pues, en el
distrito de Decápolis, y de este modo son convertidos por Roma los
judíos, cuya ley se contiene toda en el Decálogo.
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21-34 |
Habiendo pasado Jesús otra vez con el barco a la opuesta orilla, concurrió gran muchedumbre de gente a su encuentro; y estando todavía en la ribera del mar, vino en busca de El uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, el cual luego que le vio se arrojó a sus pies, y con muchas instancias le hacía esta súplica: "Mi hija está a los últimos; ven y pon sobre ella tu mano para que sane y viva". Fuése Jesús con él, y en su seguimiento mucho tropel de gente que le apretaba. En esto una mujer, que padecía flujo de sangre doce años hacía, y había sufrido mucho en manos de varios médicos, y gastado toda su hacienda sin el menor alivio, antes lo pasaba peor, oída la fama de Jesús, se llegó por detrás entre la muchedumbre de gente, y tocó su ropa, diciendo para consigo: "Como llegue a tocar su vestido, sanaré". En efecto, de repente aquel manantial de sangre se le secó, y percibió en su cuerpo que estaba ya curada de su enfermedad. Al mismo tiempo Jesús, conociendo la virtud que había salido de sí, vuelto a los circunstantes, decía: "¿Quién ha tocado mi vestido?" A lo que respondían los discípulos: "Estás viendo la gente que te comprime por todos lados, y dices: ¿quién me ha tocado?" Mas Jesús proseguía mirando a todos lados para distinguir a la que había hecho esto. Entonces la mujer, sabiendo lo que había experimentado en sí misma, medrosa y temblando se descubrió: y postrándose a sus pies, le confesó toda la verdad. El entonces le dijo: "Hija, tu fe te ha curado; vete en paz, y queda libre de tu mal". (vv. 21-34)
Teófilato
Después del milagro del endemoniado, obró
el Señor otro curando a la hija de uno de los jefes de la sinagoga,
cuyo milagro cita el evangelista en estos términos: "Habiendo pasado
Jesús otra vez con el barco a la opuesta orilla", etc.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 28
Es de observar que lo que se dice de la
hija del jefe de la sinagoga lo hizo Jesús cuando pasó a la orilla
opuesta. Pero no consta si lo hizo enseguida, o si tardó en hacerlo.
Es de creer, sin embargo, que medió algún tiempo, pues de otro modo no
hubiera podido celebrarse antes en su casa el convite del que habla
San Mateo, y después del cual refiere lo acontecido con la hija de
dicho jefe. Así, pues, el evangelista ha tejido su narración de un
modo tan ordenado, que lo que ha sucedido después lo refiere después.
"Vino en busca de El, continúa, uno de los
jefes de la sinagoga, llamado Jairo".
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Cita el nombre a causa de los judíos
contemporáneos, para que fuese una prueba del milagro. "El cual,
sigue, luego que le vio se arrojó a sus pies, y con muchas instancias
le hacía esta súplica: Mi hija está en las últimas". San Mateo dice
que el jefe de la sinagoga anuncia a su hija muerta, y San Marcos como
muy grave, pero después vinieron a anunciar al jefe de la sinagoga,
con quien debía ir el Señor, que la joven había muerto. San Mateo,
pues, viene a decir lo mismo, dando por abreviar como muerta a la que
consta que revivió el Señor.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 28
Toma, pues, en consideración no las
palabras del padre, sino la voluntad, que es mucho más poderosa,
porque lo que quería en realidad era que reviviera a su hija, creyendo
que no podría encontrar ya viva a la que había dejado moribunda.
Teofilacto
Este hombre se manifiesta lleno de fe, por
cuanto cayó a los pies de Jesús. Pero no manifestó toda la que
convenía que tuviese, por cuanto pidió al Señor que fuese El mismo,
bastando que le hubiese dicho: Di una palabra y sanará mi hija.
"Fuese Jesús con él", etc. "Y una mujer
que padecía flujo de sangre", etc.
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum, hom. 31, 2
Esta mujer, famosa y conocida por todos,
no se atrevía por lo mismo a acercarse descaradamente al Salvador, ni
menos a ponerse delante de El, porque era impura según la ley. Así que
lo tocó por detrás y no por delante, porque ni a esto se atrevía. Y no
tocó el vestido, sino su franja, llegando a curar no por la franja,
sino por su pensamiento.
"Diciendo para consigo, continúa: Como
llegue a tocar su vestido, sanaré".
Teofilacto
Esta mujer, que esperaba su curación con
sólo tocar la franja, estaba ciertamente llena de fe, y la consiguió
por ello. Prosigue: "De repente aquel manantial de sangre se le secó".
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Aquellos, pues, que tocan por la fe a
Cristo, reciben de El sus virtudes con la buena voluntad que viene de
El. "Al mismo tiempo Jesús, conociendo la virtud que había salido de
sí, vuelto a los circundantes decía: ¿Quién ha tocado mi vestido?".
Las virtudes del Salvador no salen de El local y materialmente, como
si lo abandonaran de algún modo, porque, siendo incorpóreas, cuando
salen para comunicarse a otros no abandonan a aquél de quien han
salido, como las ciencias que se dan por el maestro a los discípulos.
Dice pues: "Conociendo la virtud que había salido de sí", para darnos
a entender que la mujer recibió la salud, no sin que El lo conociera,
sino sabiéndolo. No obstante, preguntaba: "¿Quién ha tocado mi
vestido?", para que se manifieste aquella mujer, se divulgue su fe, y
no se pierda en el olvido el beneficio de aquel milagro. "A lo que
respondían los discípulos: Estás viendo la gente que te comprime por
todos lados, y dices ¿quién me ha tocado?". El Señor había preguntado:
¿Quién me ha tocado?, es decir, por la fe y el pensamiento, puesto
que, no aproximándose a mí por el pensamiento y la fe, no me tocan las
gentes que me oprimen.
"Mas Jesús proseguía mirando a todos lados
para distinguir la persona que había hecho
esto".
Teofilacto
Quería el Señor poner de manifiesto a esta
mujer, primeramente para probar su fe, después para suscitar en el
jefe de la sinagoga la confianza, con la cual curaría su hija y, por
último, para disipar el temor de la mujer, que temía porque había
robado la salud. Por esto dice: "Entonces la mujer, sabiendo", etc.
Beda,
in Marcum, 2,22
He aquí a lo que la pregunta del Señor
tendía a que confesase la mujer su larga infidelidad, su repentina fe
y su cura, con lo que ella misma se confirmaba en la fe y daba ejemplo
a los demás. "El entonces le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en
paz, y queda libre de tu mal". No dijo, pues, tu fe te salvará, sino
te ha salvado, que es como si dijese: desde que creíste fuiste curada.
San Juan Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Llama hija a la salvada por la fe, porque
la fe en Cristo nos hace hijos de Dios.
Teofilacto
Le dijo: "Vete en paz", es decir, reposa,
o anda y vive tranquila, porque hasta ahora has estado en angustia y
tormento.
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum, 31.
O le dice: Vete en paz, mandándola al fin
de los buenos -pues Dios mora en la paz-, para hacernos ver que no
sólo la curó en cuanto al cuerpo, sino también en la causa de su mal,
es decir, en sus pecados.
San Jerónimo.
En sentido místico, Jairo, jefe de la
sinagoga, vino después de lo referido, porque, cuando entre la
plenitud de las naciones, entonces será salvo todo Israel (
Rm 11,25). Jairo quiere decir el que
ilumina o el iluminado,
es decir, el pueblo judío, depuesta la sombra del sentido literal,
ilustrado e iluminado en el espíritu, cayendo a los pies de Cristo,
esto es, humillándose ante la encarnación de Jesús, ruega por su hija,
porque el que vive para sí hace vivir a los demás. Así Abraham, y
Moisés y Samuel, ruegan por el pueblo muerto y Jesús acoge sus ruegos.
Beda,
Beda, in Marcum, 2, 22
Yendo el Señor a curar a la joven se ve
oprimido por la muchedumbre, porque dando consejos saludables a la
gente de Judea, pesa sobre El el pecado de los pueblos carnales. La
mujer vertiendo sangre y curada por el Señor es la Iglesia formada por
la congregación de las gentes, y el flujo de sangre debe entenderse
como los pecados de idolatría indignos de perdón y de los que son
deleite de la carne y de la sangre. Pero mientras el Verbo de Dios
quiere salvar a Judea, la muchedumbre de las naciones se procura, con
esperanza cierta, de la salud preparada y prometida a otros.
Teofilacto
Por esta mujer se debe entender la
naturaleza humana, de la que mana el pecado que nos mata, porque
viene, por decirlo así, a derramar la sangre de su espíritu. No pudo
ser curada por los hombres de ciencia del mundo, esto es, por los
médicos, ni por la ley, ni por los profetas. Pero lo fue
inmediatamente cuando tocó la franja de Cristo, es decir, su carne. El
que cree en el Hijo de Dios encarnado es el que toca la franja de sus
vestidos.
Beda,
Beda, in Marcum, 2, 22
Una mujer llena de fe toca al Señor, y la
muchedumbre lo oprime, porque el que se ve abrumado por las diversas
herejías o por las costumbres perversas, es venerado solamente por la
fiel Iglesia católica. La Iglesia de las naciones viene detrás, puesto
que, no viendo al Señor presente en la carne, llega a la gracia de la
fe después que se han cumplido los misterios de su Encarnación. Y así,
cuando mereció verse libre de los pecados por la participación de los
sacramentos, secó la fuente de su sangre como por el contacto de sus
vestidos. Y el Señor miraba en torno suyo para ver a la que lo había
tocado, porque juzga dignos de su mirada y de su misericordia a todos
los que merecen la salvación.
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35-43 |
Estando aun hablando, llegaron de casa del jefe de la sinagoga a decirle a éste: "Murió ya tu hija; ¿para qué cansar en vano al Maestro?" Mas Jesús, oyendo lo que decían, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, ten fe solamente". Y no permitió que le siguiese ninguno, fuera de Pedro, y Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegados que fueron a casa del jefe de la sinagoga, ve la confusión y los grandes lloros y alaridos de aquella gente. Y entrando dentro les dice: "¿De qué os afligís tanto y lloráis? La muchacha no está muerta, sino dormida". Y se burlaban de El. Pero Jesús, haciéndoles salir a todos fuera, tomó consigo al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban con El, y entró a donde la muchacha estaba echada. Y tomándola de la mano le dice: "Talitha cumi"; es decir: "muchacha, levántate, yo te lo mando". Inmediatamente se puso en pie la muchacha, y echó a andar, pues tenía ya doce años: con lo que quedaron poseídos del mayor asombro. Pero Jesús les mandó muy estrechamente que nadie lo supiese; y dijo que diesen de comer a la muchacha. (vv. 35-43)
Teofilacto
Los que estaban con el jefe de la sinagoga
creían que Cristo era uno de los profetas, y por ello juzgaban
necesario que fuese a orar por la muchacha. Pero habiendo expirado
ésta, comprendieron que no era tiempo ya de orar. Y por esto dice el
evangelista: "Estando aún hablando, llegaron de casa del jefe de la
sinagoga a decirle a éste: Murió ya tu hija; ¿para qué cansar más al
Maestro?". Pero el Señor indujo al padre a confesar su fe: "Mas Jesús,
oyendo lo que decían, dijo al jefe de la sinagoga: No temas; ten fe
solamente".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 28
No se dice que diera su asentimiento a los
que llegaron con la noticia y se oponían a que fuera ya el Maestro.
Por esto, al decirle el Señor: "No temas; ten fe", no lo tacha de
incrédulo, sino que quiere robustecer su fe. Si, pues, el evangelista
refiriera que fue el jefe de la sinagoga quien dijo que no había ya
razón de molestar a Jesús -cuando fueron los que venían de su casa los
que lo dijeron-, estas palabras se opondrían al anuncio que San Mateo
pone en sus labios, esto es, de que la muchacha había muerto.
"Y no permitió que le siguiese ninguno,
fuera de Pedro, y Santiago y Juan, el hermano de Santiago".
Teofilacto
Porque el humilde Jesús no quiso hacer
nada por ostentación.
"Llegados que fueron a casa del jefe de la
sinagoga, ve la confusión y los grandes lloros y alaridos de aquella
gente".
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Les manda que no griten, ya que no estaba
muerta la muchacha, sino dormida. "Y entrando dentro les dice: ¿De qué
os afligís tanto y lloráis?".
Pseudo - Jerónimo
Dicen al jefe de la sinagoga: Tu hija ha
muerto. Y Jesús dice: No está muerta, sino dormida para Dios. Y ambas
cosas son verdad, porque es como si dijera: Está muerta para vosotros,
y para mí dormida.
Beda,
in Marcum, 2, 22
Estaba muerta para los hombres que no
podían volverla a la vida, y estaba dormida para Dios, a cuya
disposición estaba su espíritu, que vivía en su seno, y su cuerpo que
descansaba esperando la resurrección. De aquí viene la costumbre de
los cristianos de llamar dormidos a los muertos, de cuya resurrección
no se duda ( 1Tes 4).
"Y se burlaban de El".
Teofilacto
Se burlaban de El, como si no pudiera
hacer ya más. Pero, declarando ellos mismos que había muerto, tuvieron
que convencerse de que la revivía, y por tanto de que era milagroso el
hecho.
Beda,
in Marcum, 2, 22
Con razón, pues, hace salir a todos fuera,
ya que preferían burlarse de la palabra del que resucita a los muertos
a creer en El, haciéndose indignos de ver el poder del que resucita y
el misterio de este milagro. "Pero Jesús, continúa, haciéndolos salir
a todos", etc.
San Juan Crisóstomo
O es por no hacer ostentación de ello por
lo que no permite que estén todos con El. Pero para tener después
testigos de su divino poder, eligió a tres de sus principales
discípulos y, como más necesarios que los demás, al padre y a la madre
de la muchacha. Sin embargo, da la vida a ésta con su mano y su
palabra. "Y tomándola de la mano le dice: Thalitha
cumi ", que debe interpretarse como: "Muchacha, levántate, yo
te lo mando". La mano vivificadora de Jesús da vida al cuerpo de los
muertos, y su voz los levanta. "Inmediatamente, prosigue, se puso en
pie la muchacha, y echó a andar".
San Jerónimo
Alguno acusa al Evangelista de no ser fiel
en la exposición de este hecho por añadir: "Yo te lo mando", cuando
Thalitha cumi en hebreo significa sólo:
"Muchacha, levántate". Pero es para expresar el sentido de esta
llamada y de esta orden por lo que añade: "Yo te lo mando, levántate".
"Pues tenía ya doce años", continúa.
Glosa
El evangelista añade la edad de la
muchacha para hacer ver que podía andar. Y por el hecho de andar se
manifiesta, no sólo que había revivido, sino que había sanado
perfectamente. "Con lo que quedaron poseídos del mayor asombro", etc.
"Y dijo que diesen de comer a la muchacha".
San Juan Crisóstomo
Para demostrar que la había curado
verdaderamente, y no en apariencia.
Beda,
in Marcum, 2,22
En sentido místico, se anuncia la muerte
de la hija del jefe de la sinagoga inmediatamente después de la cura
de la mujer que padecía flujo de sangre, porque mientras la Iglesia de
los gentiles, limpia de la mancha de los vicios, merece ser llamada
"hija" por su fe, la sinagoga queda libre de la continua aflicción de
su traición, y a la vez de su envidia. De su traición, sí, porque no
quiso creer en Cristo. Y de su envidia, porque deploró a la Iglesia
creyente. Las palabras: "¿Para que cansar más al Maestro?", se dicen
hoy para que los que ven a la sinagoga abandonada por Dios no crean
que puede ser restaurada o que deban rogar por su resurrección. Pero
si el jefe de la sinagoga, es decir, el consejo de los doctores de la
ley quisiera creer en El, la sinagoga sería salvada. Porque, habiendo
perdido por su infidelidad la alegría de la compañía del Señor, yace
como muerta entre los que lloran y se lamentan. Tomando, pues, de la
mano a la muchacha, la resucitó el Señor; porque sin que se purifiquen
antes las manos de los judíos, que están llenas de sangre (
Is 1), no resucitará la muerta sinagoga. En
la cura del flujo de sangre de la mujer y en la resurrección de la
muchacha se manifiesta la salvación del género humano, que ha sido
dispensada por el Señor de este modo: viniendo primero a la fe algunos
de Israel, después la plenitud de las naciones, y así todo Israel será
salvado ( Rm 11). Tenía doce años la muchacha
y hacía también doce años que padecía la mujer, porque los pecados de
los que no creían tuvieron lugar al principio de la fe de los
creyentes; por esto se dice: "Creyó Abraham a Dios, y
su fe reputósele por justicia" (
Gén 15).
San Gregorio Magno,
Moralia.,4,29
Revive nuestro Redentor a la muchacha en
la casa, al joven fuera de la ciudad y a Lázaro en el sepulcro. Esto
en sentido moral significa que yace muerto en su casa aquél cuyo
pecado está oculto. Es conducido fuera de la puerta de la ciudad aquél
cuya iniquidad llama para su vergüenza la atención pública. Y está
debajo de la tierra de la sepultura aquél sobre quien pesa la acción
del mal y también la costumbre.
Beda,
in Marcum, 2,22
Y es de notar que los pecados más leves y
cotidianos pueden ser curados por el remedio de una penitencia más
ligera. Por ello el Señor revive sólo con su voz a la muchacha que
yacía sobre su lecho, diciendo: "Muchacha, levántate". Pero para que
un muerto de cuatro días pueda franquear las barreras del sepulcro, se
estremeció en su espíritu, se turbó y derramó lágrimas (
Jn 11). Por tanto, cuanto más grave sea la
muerte del espíritu, tanto más áspera y fervorosa debe ser la
penitencia. Es de notar también que una culpa pública necesita un
remedio igualmente público; y así Lázaro, llamado del sepulcro, llamó
la atención del pueblo. En cambio los pecados leves piden penitencia
secreta; por lo que la muchacha, que yacía en su casa, revive delante
de un pequeño número de testigos, y a éstos se les manda que no digan
nada a nadie. Se echa fuera a la muchedumbre para que reviva la
muchacha, porque si no se echa antes de lo más hondo del corazón a la
multitud de cuidados mundanos, no revive el espíritu que yace muerto
en sí mismo. Revive, pues, y echa a andar la muchacha. Y del mismo
modo el hombre, revivido de sus pecados, debe no solamente levantarse
de la inmundicia de sus iniquidades, sino adelantar en las buenas
obras y no detenerse, para que pueda saciarse del pan celestial,
haciéndose partícipe de la palabra divina y del altar.
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