CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-06 |
Partido de aquí, se fue a su patria; y le seguían sus discípulos. Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos de los oyentes, admirados de su sabiduría, decían: "¿De dónde saca Este todas estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que se le ha dado? ¿Y de dónde tantas maravillas como obra? ¿No es Este aquel artesano hijo de María, hermano de Santiago, y de José, y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no moran aquí entre nosotros?" Y estaban escandalizados de El. Mas Jesús les decía: "Cierto que ningún Profeta está sin honor, sino en su patria, en su casa y en su parentela". Por lo cual no podía obrar allí milagro alguno. Curó solamente algunos pocos enfermos, imponiéndoles las manos; y admirábase de la incredulidad de aquellas gentes. (vv. 1-6)
Teofilacto
Después de los milagros citados, vuelve el
Señor a su patria -no ignorando que le despreciarían- con el objeto de
que no pudieran decir luego: Si hubieses venido, hubiéramos creído en
ti. Así dice: "Partido de aquí, se fue a su patria", etc.
Beda,
in Marcum, 2,23
Su patria era Nazaret, en donde había
nacido. Pero ¡cuánta no sería la ceguedad de los nazarenos, que
menosprecian, por sólo la noticia de su nacimiento, al que debían
reconocer por Cristo en sus palabras y hechos! "Llegado el sábado
-continúa- comenzó a enseñar", etc. En su doctrina se encierra su
sabiduría, y su poder en las curas y milagros que hacía.
"¿No es Este aquel artesano hijo de
María?"
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,24
San Mateo dice que le llamaban el hijo del
carpintero, y no es de extrañar, habiendo podido llamarle de ambos
modos; pues le creían carpintero, por ser hijo de carpintero.
Pseudo - Jerónimo
Llámase, en efecto, a Jesús hijo del
carpintero, pero del Carpintero que fabricó la aurora y el sol; esto
es, la primera y la segunda Iglesia, en figura de las cuales fueron
curadas la mujer y la muchacha.
Beda,
in Marcum, 2, 23
Pues aunque las cosas humanas no deban
compararse a las divinas, queda íntegra, sin embargo, esta figura,
porque el Padre de Cristo trabaja por el fuego y por el Espíritu.
Y continúa: "Hermano de Santiago, y de
José, y de Judas y de Simón; y sus hermanas, ¿no moran aquí entre
nosotros?". Ellos atestiguan así que los hermanos de Jesús están allí
con El; pero no viendo en ellos, como los herejes, a otros hijos de
José y de María, sino a parientes sólo de El, a los cuales, según
costumbre de la Escritura, se llama hermanos, como a Abraham y Lot (
Gén 13), siendo Lot hijo del hermano de
Abraham. "Y estaban escandalizados de El". El escándalo y el error de
los judíos es nuestra salvación y la condenación de los herejes.
Despreciaban, pues, al Señor hasta el punto de llamarle carpintero e
hijo del carpintero. "Mas Jesús les decía -prosigue-: Cierto que
ningún Profeta está sin honor", etc. Que haya sido llamado Profeta el
Señor en la Escritura, lo confirma el mismo Moisés, quien prediciendo
su futura Encarnación a los hijos de Israel, dijo: "Tu Señor Dios te
suscitará un profeta de entre tus hermanos" ( Dt
18,15). No solamente El, que es el Señor de los Profetas, sino también
Elías, Jeremías y los demás profetas, han sido menos considerados en
su patria que en los pueblos extranjeros; porque es casi natural la
envidia entre los compatriotas, no considerando los hechos de un
hombre, y recordando la fragilidad de su infancia.
Pseudo - Jerónimo
Muchas veces también acompaña el
menosprecio al nacimiento, como lo prueban estas palabras: "¿Quién es
este hijo de Isaías?" ( 1Re 25,10), porque el
Señor elige lo humilde y aleja lo que es elevado (
Sal 137,10).
Teofilacto
O que el Profeta tenga parientes ilustres,
que son objeto del odio de sus compatriotas, y por tanto desprecian al
profeta. "Y no podía hacer allí ningún milagro", etc. Las palabras no
podía, deben traducirse por no quería; y no quería, no porque no
pudiera, sino porque ellos eran incrédulos. Por tanto, no hace
milagros allí por compasión hacia ellos, a fin de que no se hicieran
dignos de mayor pena no creyendo los milagros que viesen. O de otro
modo: en los milagros es necesario el poder del que los hace y la fe
de los que son objeto de ellos, lo cual faltaba allí; por lo que no
aceptó el Señor el hacer allí milagros.
"Y admirábase -prosigue- de la
incredulidad de aquellas gentes".
Beda,
in Marcum, 2, 23
No se asombraba como de una cosa no
esperada e imprevista, puesto que conoce todas las cosas aun antes de
ser hechas; pero conociendo hasta lo más secreto de los corazones,
manifiesta delante de los hombres que se asombra de lo que quiere que
se asombren los hombres. Y es bien de asombrar por cierto la ceguedad
de los judíos, que ni quisieron creer lo que sus profetas les decían
de Cristo, ni tampoco en El que nació entre ellos. En sentido místico,
Jesús, despreciado en su casa y en su patria, es Jesús despreciado en
el pueblo judío. Hizo allí algunos milagros, para que no pudieran
excusarse del todo; pero hace todos los días mayores milagros en medio
de las naciones, no tanto por la salud de los cuerpos, sino por la del
espíritu de los hombres.
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06-13 |
Y andaba predicando por todas las aldeas del contorno. Y habiendo convocado a los doce, comenzó a enviarlos de dos en dos dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que nada se llevasen para el camino, sino el sólo báculo; no alforja, no pan, ni dinero en el cinto, un calzado de sandalias, y sin muda de dos túnicas. Advertíales asimismo: "Donde quiera que tomareis posada, estaos allí hasta salir del lugar. Y donde quiera que os desecharen, ni quisieren escucharos, retirándoos de allí, sacudid el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos". De esta suerte salieron a predicar a todos a que hiciesen penitencia, y lanzaban muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo, y los sanaban. (vv. 6-13)
Teofilacto
No sólo predicaba el Señor en las
ciudades, sino en las aldeas, para que aprendamos a no despreciar lo
pequeño, y a no buscar siempre las grandes ciudades, porque también se
debe sembrar la palabra de Dios en los lugares pobres y humildes. Por
esto dice: "Y andaba predicando por todas las aldeas del contorno".
Beda,
in Marcum, 2,24
Benigno y clemente, nuestro Señor y
Maestro no escatima su poder a sus siervos y discípulos, puesto que
así como El curaba todo desfallecimiento y toda enfermedad, dio
también a sus apóstoles poder para curarlos. "Y habiendo convocado a
los doce", etc. Pero hay gran distancia entre dar y recibir. El Señor
obra con su propio poder en todo lo que hace, en tanto que sus
discípulos, si hacen algo, es confesando su debilidad y el poder del
Señor, diciendo: "En nombre de Jesús, levántate y anda"(
Hch 3,6).
Teofilacto
Manda de dos en dos a los apóstoles, para
que estén más prontos porque, como dice el Eclesiástico (4,9), mejor
es que sean dos juntos que uno sólo. Si hubiese enviado más de dos, no
hubiera sido suficiente el número de ellos para ir a tantos lugares.
San Gregorio Magno,
homilia in Evangelia, 17
Manda de dos en dos a sus discípulos a la
predicación, porque son dos los preceptos de la caridad, el amor de
Dios y del prójimo, y no puede existir ésta si no se da en ambos
términos. De este modo nos insinúa que el que no tiene caridad para
los demás, no debe de ningún modo tomar a su cargo el oficio de la
predicación.
"Y les mandó que nada se llevasen", etc.
Beda,
in Marcum, 2, 24
Tanta debe ser la confianza en Dios del
que predica, que ha de estar seguro de que no ha de faltarle lo
necesario a la vida, aunque él no pueda procurárselo, puesto que no
debe ocuparse menos de las cosas eternas por ocuparse de las
temporales.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
El Señor les impuso también este precepto,
para que por su parte manifestasen cuán distante de ellos estaba el
deseo de riqueza.
Teofilacto
Les enseña igualmente así, que no deben
desear ningún presente o regalo, porque viendo que no tienen nada los
apóstoles, confíen en ellos los que los oigan predicar la pobreza.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 30
O porque añadiendo el Señor, según San
Mateo: "Porque el que trabaja merece que le sustenten" (
Mt 10,10), nos manifiesta claramente, por qué
no quería que ellos poseyeran o llevasen nada consigo; no porque la
vida no tenga sus necesidades, sino porque de este modo los creyentes
a quienes anunciasen el Evangelio habrían de proveerlos de lo
necesario. De aquí se deduce, que el Señor no dice en este precepto
que no deben los evangelistas vivir de otro modo que de lo que les den
aquellos a quienes anuncian el Evangelio, sino que les da poder de
obrar así, como teniendo derecho a ello; y por esto el Apóstol, aunque
pareciendo contravenir al precepto, vivió del trabajo de sus manos.
Suele preguntarse cómo han referido San Mateo y San Lucas que el Señor
dijo a sus discípulos no llevasen ni báculo, cuando San Marcos dice:
"Y les mandó que nada se llevasen para el camino, sino el solo
báculo". Y bien, debemos entender que es en un sentido en el que San
Marcos habla del báculo que se debe llevar, y en otro en el que hablan
San Mateo y San Lucas del que no se debe llevar. Pudo, pues, decir el
Señor de un modo abreviado: "No llevéis con vosotros nada de lo
necesario, ni el báculo, o sólo el báculo" ( Mt
10,10), para que por ni el báculo se entienda ni la cosa más mínima, y
por sólo el báculo que por el poder recibido del Señor, simbolizado en
el báculo, no les faltaría nada ni aun de lo que no llevaban consigo.
Ambas cosas, pues, dijo el Señor; pero como ningún evangelista ha
referido las dos a la vez, se piensa que el que dice que lleven el
báculo en un sentido, contradice al que refiere que no lleven ni el
báculo en otro sentido. Mas dada ya la razón de esto, queda resuelta
la duda. Así, cuando San Mateo dice que no deben llevar calzado,
quiere evitar el cuidado que les daría llevarle por el temor de que
les faltase si no le llevaban. Lo mismo debe entenderse de las dos
túnicas, a fin de que no tenga que cuidarse el apóstol más que de la
que lleva puesta, y no de la otra, a la cual se le da derecho. Por
esto San Marcos, diciendo que calcen sandalias, advierte que debe
darse a este calzado una significación mística, puesto que, no dejando
cubierto al pie por arriba ni por debajo desnudo, da a entender que no
deben ocultar el Evangelio, ni apoyarse en las comodidades terrenas. Y
por lo que hace a no tener ni llevar dos túnicas, ¿qué otra cosa les
advierte, sino que deben andar sencillamente y no con doblez? Y si
alguno piensa que el Señor no ha podido hablar en sentido propio y
figurado a la vez en un mismo discurso, que examine los demás
discursos suyos y verá que piensa así temerariamente y por ignorancia.
Beda,
in Marcum, 2, 24
En las dos túnicas veo yo que se
manifiesta un doble vestido. De esta manera, no entendemos que debe
contentarse con una sola cuando se hable de Scitia, país glacial por
la nieve que le cubre, sino que no se ha de conservar otra por el
temor de lo que pueda ocurrir.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
O puede entenderse de otro modo: el no
llevar calzado ni báculo, según San Mateo y San Lucas, manifiesta un
estado de gran perfección, y el llevar una y otra cosa, como dice San
Marcos, es una concesión otorgada a la fragilidad humana.
Beda,
in Marcum, 2,24
Por alforja -en sentido alegórico- se ha
de entender los trabajos de la vida; por el pan, los placeres
temporales; por dinero en el cinto, la sabiduría que se oculta; porque
el que ha recibido la sabiduría no debe dejarse agobiar con la carga
de los negocios temporales, ni consumirse en deseos carnales, ni
ocultar el talento que se le ha dado de la palabra en el ocio de un
cuerpo abandonado. "Advertíales asimismo: Donde quiera que tomareis",
etc. En estas palabras les da el precepto general de la constancia,
para que observen las leyes de la hospitalidad que han de recibir,
haciéndoles ver que es ajeno del que anuncia el reino de los cielos el
andar de casa en casa.
Teofilacto
Para que no se les acusase de dados a la
gula, yendo de unas casas a otras. "Y donde quiera que os desecharen,
sacudid el polvo", etc. El Señor les manda que lo hagan así, para que
demuestren que han andado un largo camino por ellos y que no les ha
aprovechado de nada, o bien para hacer ver que ni aun el polvo han
recibido de ellos, sacudiéndose sus pies en testimonio contra ellos, o
como reprensión que les hacen.
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
O para que sea un testimonio de la fatiga
que por ellos han soportado, o un símbolo del polvo de los pecadores
que se esparce a su voz. "De esta suerte -continúa- salieron a
predicar, exhortando a todos a que hiciesen
penitencia", etc. Sólo San Marcos dice que hubiesen sido ungidos;
aunque Santiago en su epístola canónica dice algo semejante (
Stgo 5). El óleo cura las fatigas, y es causa
de la luz y de la alegría. El óleo de la unción significa, pues, la
misericordia de Dios, el remedio de la enfermedad y la iluminación del
corazón, obras todas de la oración.
Teofilacto
Significa también la gracia del Espíritu
Santo, por la cual descansamos de los trabajos y recibimos la luz y la
alegría espiritual.
Beda,
in Marcum, 2,24
Aquí se manifiesta que esta costumbre de
la santa Iglesia de ungir a los endemoniados y a cualquier enfermo con
óleo consagrado por la bendición pontifical, fue introducida por los
mismos apóstoles.
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14-16 |
Oyendo estas cosas el rey Herodes (pues se había hecho ya célebre el nombre de Jesús) decía: "Juan Bautista ha resucitado de entre los muertos, y por eso tiene la virtud de hacer milagros". Otros decían: "No es sino Elías". Otros empero: "Este es un profeta igual a los profetas". Mas Herodes, habiendo oído esto, dijo: "Este es aquel Juan a quien yo mandé cortar la cabeza, el cual ha resucitado de entre los muertos". (vv. 14-16)
Glosa
Después de la predicación de los
discípulos de Cristo y de la obra de los milagros, habla oportunamente
el Evangelista de la fama que se extendía por el pueblo. "Oyendo estas
cosas -dice- el rey Herodes".
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Este Herodes era hijo del primer Herodes,
en cuyo tiempo condujo San José a Jesús hacia Egipto. San Mateo le
llama tetrarca, y San Lucas como príncipe de la cuarta parte del reino
de su padre, pues los romanos, después de la muerte de éste,
dividieron el reino en cuatro partes. San Marcos le llama rey, o por
costumbre adquirida en tiempo de su padre o porque le complacía
llamarle así.
Pseudo - Jerónimo
"Pues se había hecho ya célebre el nombre
de Jesús", etc., porque no es permitido ocultar la lámpara bajo el
celemín. Y decían algunos del gentío: Sin duda que Juan Bautista ha
resucitado de entre los muertos, y por eso tiene la virtud de hacer
milagros.
Beda,
in Marcum, 2, 25
En esto vemos cuánta fue la envidia de los
judíos, puesto que creían que San Juan, de quien se decía (
Jn 10,41), que no hizo ningún milagro, podía
resucitar de entre los muertos, aunque no había quien lo atestiguase.
Y no creyeron que Jesús -confirmado por Dios con tantos milagros y
señales ( Hch 2,22) cuya Resurrección
publicaban los ángeles, los apóstoles y tantos hombres y mujeres-
hubiese resucitado, prefiriendo creer que se lo habían llevado
furtivamente. Pero diciendo que San Juan había resucitado de entre los
muertos y que se hacen por él milagros, mostraron tener idea exacta de
la resurrección, porque los santos, cuando resuciten de entre los
muertos, han de tener mayor poder que el que tuvieron cuando estaban
sujetos a la flaqueza de la carne. "Otros decían -prosigue-: No es
sino Elías".
Teofilacto
Reprobaba San Juan a muchos cuando decía:
"Raza de víboras". "Otros, empero: Este es un profeta igual a los
principales" ( Mt 23,33).
Pseudo-Crisóstomo,
vict. ant. e cat. in Marcum
Creo que aquí se refiere al profeta de
quien dice Moisés: "Dios suscitará un profeta de entre vosotros" (
Dt 18,15). Le llaman, en verdad, profeta,
porque temían decir abiertamente: Este es Cristo. Citaban a Moisés,
ocultando su propia sospecha por temor de sus superiores. "Mas Herodes
-sigue- habiendo oído esto, dijo: Este es aquel Juan a quien yo mandé
cortar la cabeza, el cual ha resucitado de entre los muertos". Herodes
habla aquí con ironía manifiesta.
Teofilacto
O de otro modo: Sabiendo Herodes que San
Juan, a quien había mandado degollar, era justo, creía que pudiera
haber resucitado, y que recibía de su resurrección el poder de hacer
milagros.
San Agustín. de consensu
evangelistarum, 2,34
En este pasaje San Lucas concuerda con San
Marcos, al menos en el punto que dicen que no fue Herodes sino otros
los que dijeron que San Juan había resucitado. Pero Lucas presenta a
Herodes vacilante, y cita sus palabras: "He mandado degollar a Juan:
¿quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?" (
Lc 9,9). Es de creer que después de este momento de duda se
confirmase en su ánimo lo que decían los otros, cuando dijo a su
gente, según San Mateo: "Este es Juan Bautista, el mismo que ha
resucitado de entre los muertos" ( Mt 14,2).
Puede encontrarse duda aun en estas palabras, sobre todo porque San
Marcos, que antes refiere que fueron otros los que dijeron que San
Juan había resucitado, declara al fin que el mismo Herodes dijo: Juan,
a quien mandé degollar, ha resucitado de entre los muertos. Estas
palabras pueden tomarse, por tanto, en sentido de afirmación o de
duda.
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17-29 |
Porque el dicho Herodes había enviado a prender a Juan, y le aherrojó en la cárcel por amor de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la cual se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener por mujer a la que lo es de tu hermano". Por eso Herodías le armaba asechanzas y deseaba quitarle la vida; pero no podía conseguirlo, porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un varón justo y santo, le tenía en custodia y hacía muchas cosas por su consejo, y le oía con gusto. Mas en fin, llegó un día favorable en que por la fiesta del nacimiento de Herodes convidó éste a cenar a los grandes de su corte, y a los primeros capitanes de sus tropas y a la gente de Galilea. Entró la hija de Herodías, bailó, y agradó tanto a Herodes y a los convidados, que dijo el rey a la muchacha: "Pídeme cuanto quisieres, que todo te lo daré"; y le añadió con juramento: "Sí, te daré cuanto me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Y habiendo ella salido, dijo a su madre: "¿Qué pediré?" Respondióle: "La cabeza de Juan Bautista". Y volviendo al instante a toda prisa a donde estaba el rey, le hizo esta demanda: "Quiero que me des luego en una fuente la cabeza de Juan Bautista". El rey se puso triste; mas en atención al impío juramento, y a los que estaban con él en la mesa, no quiso disgustarla, sino que enviando uno de su guardia le mandó traer la cabeza de Juan en una fuente. Y le cortó la cabeza en la cárcel, y trájola en una fuente, y se la entregó a la muchacha, que se la dio a su madre. Lo cual sabido, vinieron sus discípulos y cogieron su cuerpo y le dieron sepultura. (vv. 17-29)
Teofilacto
Tomando motivo de lo que precede, rememora
el evangelista San Marcos la muerte del precursor, diciendo: "Porque
Herodes había enviado a prender a Juan, y le arrojó en la cárcel",
etc.
Beda,
in Marcum, 2,25
Una antigua historia refiere que Filipo,
hijo de Herodes el Grande, en cuyo tiempo huyó el Señor a Egipto, y
hermano de este Herodes, bajo el cual padeció Cristo, se había casado
con Herodías, hija del rey Aretas. Algún tiempo después, su suegro, a
consecuencia de algunos disgustos que hubo entre él y su yerno, dio su
hija por mujer a Herodes con harto dolor del primer marido, enemigo
suyo; bodas que declaró ilícitas San Juan Bautista a Herodes y
Herodías, no siendo lícito casarse con la mujer del hermano en vida de
éste.
Teofilacto
La ley mandaba que el hermano se casase
con la mujer del hermano cuando muriese éste sin hijos; pero aquí
había una hija, y por consiguiente, este nuevo matrimonio era ilícito.
"Por eso Herodías -continúa- le armaba
asechanzas", etc.
Beda,
in Marcum, 2,25
Temía Herodías que algún día se
arrepintiese Herodes, o que se reconciliase con su hermano Filipo, y
se deshiciese su matrimonio por un repudio.
"Porque Herodes -prosigue- sabiendo que
Juan era un varón justo y santo, le temía y miraba con respeto".
Glosa
Le temía, digo, respetándole, porque sabía
que era justo en cuanto a los hombres, y santo en cuanto a Dios. Y le
custodiaba, para que no le matase Herodías. Y hacía muchas cosas por
su consejo, porque juzgaba que hablaba inspirado por el Espíritu de
Dios; y le oía con gusto, porque reputaba provechoso todo lo que le
decía.
Teofilacto
Consideremos lo que hace la furia de la
concupiscencia, puesto que, teniendo Herodes tanto respeto y temor a
Juan, se olvida de todo por satisfacer su pasión.
Remigio
Su inclinación libidinosa le obligó a
poner la mano en aquel a quien tenía por justo y santo; lo que nos
hace ver que un pecado menor es causa de otro mayor, conforme a lo que
se lee en el Apocalipsis: "El que está sucio, prosiga ensuciándose" (
Ap 22,11).
"Mas, en fin -prosigue- llegó un día
favorable, en que, por la fiesta del nacimiento de Herodes, convidó
éste a cenar", etc.
Beda,
in Marcum, 2,25
Entre todos los hombres, dos solamente se
lee que celebrasen el día de su nacimiento con alegres fiestas:
Herodes y Faraón. Pero ambos reyes por favor infausto mancharon su
nacimiento con sangre, si bien Herodes usó en ello de tanta mayor
impiedad, cuanto que mató al santo e inocente maestro de la verdad, y
esto por el voto hecho y a petición de una bailarina. Y sigue: "Entró
la hija de Herodías, bailó, etc., y dijo el rey: Pídeme cuanto
quisieres, que te lo daré", etc.
Teofilacto
Durante el banquete, Satanás es quien
baila por la muchacha, y el que pronuncia el cruel voto. "Y le añadió
-continúa- con juramento: Sí, te daré cuanto me pidas".
Beda,
in Marcum, 2,25
El juramento no le excusa del homicidio, y
acaso juró, para tener ocasión de matar, pues si Herodías le hubiese
pedido la vida de su padre o de su madre, no se la hubiera concedido.
"Y habiendo ella salido, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Respondióle: La
cabeza de Juan Bautista". La sangre era un digno premio a semejante
baile.
"Y volviendo al instante a toda prisa a
donde estaba el rey, le hizo", etc.
Teofilacto
Esta maligna mujer pidió enseguida que le
diese la cabeza de San Juan, esto es, sin tardanza en aquella hora,
para que Herodes no tuviera tiempo de volver sobre sí. "El rey
-prosigue- se puso triste".
Beda,
in Marcum, 2,25
Es costumbre en las Escrituras consignar
como un hecho lo que dice la opinión de la mayoría, según lo creían
todos en aquel tiempo; y por esto, así como llama a San José padre de
Jesús, nombre que le da también la misma Virgen ( Lc
2,48), así también dice ahora que Herodes se puso triste, porque lo
creían los que estaban a su alrededor. Este hipócrita, disimulando lo
que siente, lleva la tristeza en su rostro, cuando tiene la alegría en
el corazón; y excusa su maldad con el juramento, para hacerse impío
bajo la máscara de la piedad. "Mas en atención -continúa- al
juramento, y a los que estaban con él a la mesa, no quiso
disgustarla".
Teofilacto
Ahora bien, Herodes, que ya no es dueño de
sí mismo, y que obra como voluptuoso que es, cumplió su juramento y
mató al justo. Y en verdad hubiera valido más que fuese perjuro, que
hacerse reo de tan gran crimen.
Beda,
in Marcum, 2,25
Lo que añade luego: "Y en atención a los
que estaban con él a la mesa", es para mostrarnos a todos como
cómplices de su maldad, y para rociar con sangre los manjares de aquel
lujurioso e impuro banquete. Y continúa: "Sino que enviando un
lancero, mandó traer la cabeza de Juan en una fuente".
Teofilacto
La palabra spiculator
quiere decir verdugo, cuya misión es matar a los hombres.
Beda,
in Marcum, 2,25
No tuvo vergüenza Herodes de que
presentasen a los convidados la cabeza del degollado; cosa inaudita,
pues en ninguna parte se lee que cometiese Faraón semejante locura.
Con uno y otro ejemplo, sin embargo, se prueba que es más útil para
nosotros recordar con frecuencia el día de nuestra muerte temiendo y
obrando castamente, que celebrar lascivamente el día de nuestro
nacimiento. Que el hombre nace al mundo para el trabajo, y los
elegidos pasan del mundo al descanso por la muerte.
"Y le cortó la cabeza en la cárcel", etc.
San Gregorio Magno,
Moralia, 3,4
No puedo considerar sin profundo
desconcierto que este hombre, lleno del espíritu de profecía desde el
vientre de su madre, de quien se dijo que no hubo otro mayor que él
entre los nacidos de mujer, fuese enviado a la cárcel por aquellos
inicuos, fuese degollado para premiar el baile de una muchacha, y
muriese -siendo varón de tanta austeridad- entre la risa de hombres
tan oscuros. ¿Acaso podemos creer que hubiese habido en su vida algo
que excusase aquella infame muerte? ¿Pero cómo pudo pecar con la
comida el que se alimentó sólo de langostas y miel silvestre? ¿Cuándo
pudo ofender con su trato quien no salió del desierto? ¿De dónde viene
que Dios Todopoderoso abandone de tal modo a los que eligió a tan alta
dignidad antes de los siglos, de manera que reciban semejante trato?
Lo que sucede es que -como es evidente a la piedad de los fieles- los
aflige tanto el Señor en el mundo para que se vea de qué modo los
premia en el cielo, y los deja caer exteriormente en el desprecio,
porque en lo interior los hace llegar hasta lo incomprensible. De aquí
podemos concluir cuánto habrán de sufrir aquellos a quienes Dios
reprueba, cuando aflige de tal modo en el mundo a los que ama.
"Lo cual sabido, vinieron sus discípulos y
cogieron su cuerpo, y le dieron sepultura".
Beda,
in Marcum, 2,25
Refiere Josefo que San Juan había sido
conducido preso al castillo de Maquerón, y que fue degollado allí, y
la historia dice que fue sepultado en Sebaste, ciudad de la Palestina,
que en otro tiempo se llamó Samaria. La degollación de San Juan
significa, pues, que se había debilitado la creencia del pueblo de que
él era el Cristo, así como la exaltación del Salvador sobre la Cruz
señala el progreso de la fe; porque el mismo a quien antes creían
profeta las muchedumbres, es reconocido como Hijo de Dios por todos
los fieles. Por esto San Juan, que debía ir disminuyendo, nació cuando
empiezan a menguar los días, mientras que el Señor nace cuando
empiezan a crecer.
Teofilacto
En sentido místico, Herodes, que se
interpreta cosa de piel, es una figura del
pueblo judío, que tenía por esposa a la vanagloria, cuya hija baila y
se mueve todavía alrededor de los judíos, representando la falsa
inteligencia de las Escrituras. Degollaron a San Juan, esto es, a la
palabra profética, y la tienen sin su cabeza, que es Cristo.
Pseudo - Jerónimo
O de otro modo: la cabeza de la ley, que
es Cristo, es separada del propio cuerpo -del pueblo judío- y
entregada a una joven pagana, esto es, a la Iglesia Romana, que se la
da a su madre adúltera, es decir, a la Sinagoga, que vendrá al fin a
la fe; y el cuerpo de San Juan es sepultado y su cabeza colocada en
una fuente, representando así que la letra humana es ocultada y que el
Espíritu es honrado y recibido en el altar.
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30-34 |
Los Apóstoles, pues (de vuelta de su misión), reuniéndose con Jesús, le dieron cuenta de todo lo que habían hecho y enseñado. Y El les dijo: "Venid a retiraros conmigo a un lugar solitario, y reposaréis un poquito"; porque eran tantos los yentes y vinientes, que ni aun tiempo de comer les dejaban. Embarcándose, pues, fueron a buscar un lugar desierto para estar allí solos. Mas como al irse los vieron y observaron muchos, de todas las ciudades (vecinas) acudieron por tierra a aquel sitio, y llegaron antes que ellos. En desembarcando vio Jesús mucha gente (que le aguardaba), y enterneciéronsele con tal vista las entrañas; porque andaban como ovejas sin pastor; y así se puso a instruirlos en muchas cosas. (vv. 30-34)
Glosa
Luego que relata el Evangelista la muerte
de San Juan, refiere lo que después de ésta hizo Cristo con sus
discípulos, diciendo: "Los Apóstoles, pues", etc.
Pseudo - Jerónimo
Los ríos van a desaguar al lugar de donde
salieron ( Ecl 1,7). Los enviados de Dios
deben darle gracias siempre sobre lo que han recibido.
Teofilacto
Aprendamos también nosotros, cuando seamos
mandados a algún ministerio, a no alargarnos ni extralimitarnos en
nuestro cometido, sino a volver a quien nos envía y darle cuenta de
todo lo que hemos hecho y enseñado.
Beda,
in Marcum, 2,25
Es preciso no sólo enseñar, sino hacer. No
solamente refieren los apóstoles al Señor lo que han hecho y enseñado,
sino también lo que sufrió San Juan durante su predicación; según San
Mateo, ellos y los discípulos de San Juan, dan cuenta de ello al
Señor.
"Y El les dijo: Venid a retiraros", etc.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 45
El evangelista refiere que esto ocurrió
inmediatamente después de la pasión de San Juan; por lo que estos
hechos fueron narrados primero, y por lo que -sorprendido-dijo
Herodes: "Este es Juan Bautista, a quien mandé degollar" (
Mt 14,2).
Teofilacto
El Señor se retira a un lugar desierto por
humildad, y hace descansar a sus discípulos, para que aprendan los
propósitos que merecen descansar los que trabajan de palabra y obra, y
que no deben trabajar continuamente.
Beda,
in Marcum, 2,25
El evangelista manifiesta la necesidad que
tuvo el Señor de conceder descanso a sus discípulos, con estas
palabras: "Porque eran tantos los que iban y venían", etc. En donde se
demuestra la gran alegría de aquel tiempo por el trabajo de los que
enseñan así como por el estudio de los que aprenden. "Embarcándose,
pues", etc. No fueron los discípulos solos, sino el Señor con ellos,
los que subiendo a la barca pasaron a un lugar desierto, como refiere
San Mateo (cap. 14). Pone así a prueba la fe de las gentes, y
eligiendo la soledad explora si tienen intención de seguirle. Y
siguiéndole ellas no a caballo ni en vehículo de ninguna especie, sino
a pie y con la fatiga que es consiguiente, muestran cuánta solicitud
ponen en cuidar de su salvación. "Mas como al irse los vieron, etc. De
todas las ciudades acudieron", etc. El hecho de llegar antes que
Jesús, yendo a pie, manifiesta que no fue con sus discípulos a la otra
ribera del mar o del Jordán, sino a un lugar próximo al de su partida,
y al que por tanto podían llegar antes los que iban a pie.
Teofilacto
Así, nosotros no debemos esperar a que nos
llame Cristo, sino que debemos anticiparnos para llegar a El. "En
desembarcando -prosigue- vio Jesús el gentío, y enterneciéndose", etc.
Los fariseos no alimentaban al pueblo, sino que le devoraban como
lobos rapaces; por esto se reúnen en torno a Cristo, verdadero Pastor
que les da el alimento espiritual, esto es, la palabra de Dios. "Y así
se puso a instruirlos en muchas cosas". Viendo quebrantados por lo
largo del camino a los que le seguían con motivo de sus milagros,
compadecido de ellos quiso satisfacer su deseo enseñándoles.
Beda
San Mateo dice (cap. 14), que curó a los
que entre ellos estaban enfermos; que la verdadera compasión hacia los
pobres consiste en abrirles por la enseñanza el camino de la verdad y
librarlos de los padecimientos corporales.
Pseudo - Jerónimo
En sentido místico conduce el Señor aparte
a los que eligió, a fin de que no queden expuestos al mal viviendo
entre los malos, como Loth en Sodoma (Gén
19), Job en tierra de Hus ( Job 1), y Abdías
en casa de Achab ( 1Re 18).
Beda,
in Marcum, 2, 26
Habiendo dejado la Sinagoga en el
desierto, han encontrado los santos predicadores de la Iglesia -que
fueron afligidos con el trabajo de las tribulaciones entre los judíos-
el descanso entre los gentiles por la gracia de la fe que les han
conferido.
San Jerónimo
Poco es allí, sin embargo, el descanso
para los santos, y mucho el trabajo; pero después se les dice que
descansen de sus trabajos ( Ap 14,13). Así
como sucedió en el arca de Noé, que fueron echados los animales que
estaban dentro, e introducidos los que estaban fuera, así también en
la Iglesia, retirándose Judas, entra el ladrón. Pero cuando alguien se
aparta de la fe, en la Iglesia no hay amargura sino tristeza. Por esto
Raquel, llorando a sus hijos, no quiso ser consolada (
Jer 31; Mt 2). No es
todavía el festín en que se beberá vino nuevo, y se cantará un nuevo
himno por hombres nuevos cuando el cuerpo mortal se revestirá de la
inmortalidad ( 1Cor, 15).
Beda
Al dirigirse Cristo al desierto de las
naciones, una multitud de grupos de fieles le sigue, abandonando el
lugar de su antigua vida.
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35-44 |
Pero haciéndose ya muy tarde, se llegaron a El sus discípulos, y le dijeron: "Este es un lugar desierto, y ya es tarde: despáchalos a fin de que vayan a las alquerías y aldeas cercanas a comprar de comer". Mas El les respondió: "Dadles vosotros de comer"; y ellos le replicaron: "Vamos, pues, y bien es menester que gastemos doscientos denarios para comprar panes, si es que les habemos de dar algo de comer". Díjoles Jesús: "¿Cuántos panes tenéis? Id y miradlo". Habiéndolo visto, le dicen: "cinco y dos peces". Entonces les mandó que hiciesen sentar a todos sobre la yerba verde, divididos en cuadrillas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Después, tomados los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo los bendijo; y partió los panes y diolos a sus discípulos para que se los distribuyesen: igualmente repartió los dos peces entre todos. Y todos comieron y se saciaron. Y de lo que sobró recogieron los discípulos doce canastos llenos de pedazos de pan y de los peces. Y eso que los que comieron fueron cinco mil hombres. (vv. 35-44)
Teofilacto
Anteponiendo el Señor lo que es más útil,
a saber, el alimento de la palabra de Dios, dio después también el
corporal a aquella multitud de gente. A esta narración llega el
evangelista diciendo: "Pero haciéndose ya muy tarde, se llegaron a El
sus discípulos, y le dijeron: Este es un lugar desierto".
Beda
Las palabras hora multa
significan la tarde, y por esto dice San Lucas: "Había empezado a
declinar el día" ( Lc 9,12).
Teofilacto
Observaremos cómo progresan los discípulos
de Cristo en su caridad hacia los hombres; pues se acercan a Cristo
compadecidos de aquella muchedumbre, para interceder por ella. Pero el
Señor quiso ver si creían que su poder llegaba hasta dar de comer a
tanta gente. "Mas El les respondió: Dadles vosotros de comer".
Beda
Diciendo esto, hace que los apóstoles
partan el pan, a fin de que, sabiendo ellos que no había casi nada,
fuese más notable la grandeza del milagro.
Teofilacto
Pero los discípulos le argumentaban como
si El ignorase lo que les era necesario para dar de comer a semejante
multitud de gentes; y así, responden turbados: "Iremos a comprar pan
por doscientos denarios", etc.
San Agustín,
De cons. Evang., lib. 2, cap. 46
Felipe es el que, según San Juan (cap. 6)
responde así; pero San Marcos, dice que fueron todos los discípulos
los que respondieron de este modo, queriendo darnos a entender que
contestó Felipe en nombre de todos los demás; aunque pudo poner el
plural por el singular, según una costumbre muy frecuente. "Díjoles
Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Id y miradlo". Los demás evangelistas
omitieron este detalle. "Habiéndolo visto, le dicen: Cinco y dos
peces". Lo que, según San Juan (cap. 6.), dice Andrés de los cinco
panes y dos peces, los otros evangelistas -poniendo el plural por el
singular-, lo dicen de todos los discípulos. "Entonces les mandó que
hiciesen sentar", etc. Que San Lucas diga que les mandaron echarse por
grupos de cincuenta, y San Marcos que de cincuenta y de cien, esto
nada significa, porque uno ha podido referirse a parte del hecho, y el
otro a todo él; o lo que es lo mismo: el que dice por grupos de cien
refiere lo que omite el otro.
Teofilacto
Con esto se da a entender que fueron
separados en grupos, porque la frase según los
grupos se repite en griego, y se traduce por grupos y grupos.
"Después, tomados los cinco panes", etc.
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum, hom. 49
Levantó los ojos al cielo, porque,
recibiendo los judíos el maná en el desierto, osaron decir de Dios:
"¿Por ventura podría Dios preparar una mesa en el desierto?" (
Sal 77,20). Y, para que así no suceda,
refiere al Padre lo que va a realizar antes de hacerlo.
Teofilacto
Mira también al cielo, para enseñarnos a
pedir a Dios nuestro sustento, y no al diablo, como hacen los que se
alimentan de trabajos censurables. Enseña igualmente a la gente de
este modo que no es contrario a Dios, sino que le ruega. Da el pan a
sus discípulos para que le repartan, a fin de que, teniéndole entre
las manos, se vea el milagro sin ningún tipo de duda. "Y todos
comieron -continúa- y se saciaron", etc. Quedaron doce cestas de
pedazos, para que, llevando cada apóstol una de ellas, apareciese el
milagro inefable. Y era -en efecto- obra de un poder superabundante,
no sólo dar de comer a tantos hombres, sino hacer que además sobrara
tanto. Porque aunque Moisés daba el maná, daba según la necesidad de
cada uno, y el resto empezaba a hervir de gusanos (
Ex 16). Igualmente Elías, alimentando a la viuda, le daba lo
que le era necesario ( 1Re 17). Pero Jesús,
como Señor, obra sobreabundantemente.
Beda,
in Marcum, 2, 26
En sentido místico, da de comer el Señor a
la muchedumbre a la caída de la tarde, porque al acercarse el fin de
los siglos, o cuando se ponga para nosotros el Sol de Justicia,
seremos salvados de la enfermedad del hambre. Llama a los apóstoles a
partir el pan, para enseñarles que han de alimentar diariamente
nuestros corazones, que están en ayunas, con sus escritos y su
ejemplo. Los cinco panes figuran los cinco libros de la Ley mosaica, y
los dos peces los Salmos y los Profetas.
Teofilacto
O bien los dos peces son los escritos de
los pescadores, esto es, las epístolas y el Evangelio.
Beda,
in Marcum, 2, 26
Porque así como son cinco los sentidos del
hombre exterior, los cinco mil que siguen al Señor son una figura de
los que, viviendo todavía la vida del mundo, supieron usar bien de las
cosas exteriores.
San Gregorio Magno,
Moralia, 16, 23
Los diversos grupos de convidados
significan las diferentes iglesias, que hacen una sola Iglesia
católica. El descanso del jubileo se contiene misteriosamente en el
número cincuenta, cuyo número repetido dos veces da cien. Se sientan a
comer unos en número de cincuenta y otros de cien, porque antes se
descansa de la obra mala, para que después descanse del todo el hombre
en el conocimiento de Dios.
Beda,
in Marcum, 2, 26
Comen el alimento del Señor sentados sobre
el heno aquellos que, venciendo con la continencia toda
concupiscencia, se consagran a oír y cumplir la palabra de Dios. No
crea el Salvador alimentos nuevos, porque viniendo en la carne, no
predica otra cosa que lo que se ha predicado; pero demuestra cuán
llenos de los misterios de la gracia están los escritos de la ley y
los profetas. Mira el cielo para enseñarnos que es allí donde debemos
buscar la luz; parte el pan y se le da a sus discípulos para que le
repartan entre las gentes, porque ha manifestado los misterios de la
profecía a los santos doctores para que la prediquen por todo el
mundo. Lo que sobra a las gentes lo toman los discípulos, porque no se
han de abandonar los sagrados misterios, que no pueden comprender los
hombres ignorantes, y que han de indagar los perfectos. Por las doce
cestas se figuran los doce apóstoles y los doctores que han de
seguirlos, llenas con los restos del alimento de salud, aunque
despreciables por fuera a los ojos de los hombres, porque es sabido
que en las cestas suelen llevarse las cosas de las que hay necesidad
para el servicio.
Pseudo - Jerónimo
O bien se reunirán las doce cestas llenas
con los restos, cuando se sienten los apóstoles sobre los tronos para
juzgar a las doce tribus de Israel, que son los restos de Abraham, de
Isaac y de Jacob, época en que será salvado el resto de Israel.
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45-52 |
Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir en la barca para que pasasen antes que El al otro lado del lago, hacia Betsaida, mientras El despedía al pueblo. Así que les despidió retiróse a orar en el monte. Venida la noche, la barca estaba en medio del mar, y El solo en tierra. Desde donde viéndolos remar con gran furia (por cuanto el viento les era contrario) a eso de la cuarta vela de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar, e hizo ademán de pasar adelante. Mas ellos, como le vieron caminar sobre el mar, pensaron que era algún fantasma, y levantaron el grito; porque todos le vieron y se asustaron. Pero Jesús les habló luego, y dijo: "Buen ánimo; soy yo: no tenéis que temer". Y se metió con ellos en la barca, y cesó el viento. Y más se pasmaban en su interior pues que no habían hecho reflexión sobre el milagro de los panes; porque su corazón estaba aún ofuscado. (vv. 45-52)
Glosa
Con el milagro de los panes muestra el
Señor que es el autor de todas las cosas; andando sobre las aguas nos
hace ver que su cuerpo estaba libre del peso de todo pecado, y,
calmando los vientos y sosegando la furia de las olas, que domina
sobre los elementos. Por esto dice: "Inmediatamente obligó", etc.
Pseudo - Crisóstomo
Despidió al pueblo con su bendición y
después de curar algunos, obligó, pues, a sus discípulos, porque no
les era fácil separarse de El, ya por su extremado afecto hacia El, ya
porque dudaban de cómo vendría hasta ellos.
Beda,
in Marcum, 2, 27
Mas se dirá con razón cómo es que San
Marcos refiere que, verificado el milagro de los panes, fueron los
discípulos atravesando el mar a Betsaida, siendo así que parece decir
que fue en el mismo Betsaida donde se realizó el milagro. Pero podemos
entender que San Lucas dijo: "En el desierto", que es Betsaida, para
designar, no el interior de la misma ciudad, sino los lugares
desiertos pertenecientes a ella; y San Marcos dice: "Para que pasasen
antes que El hacia Betsaida", en donde está dicha ciudad.
"Así que les despidió".
Pseudo - Crisóstomo
En este pasaje hay que considerar a Cristo
sólo en cuanto a hombre. El nos enseña con esto a ser asiduos en la
oración.
Teofilacto
Despedida la gente sube a orar, porque la
oración exige reposo y silencio.
Beda,
in Marcum, 2,28
No todo el que ora sube al monte, sino
sólo el que ora bien y busca a Dios orando. El que en la oración pide
riquezas, honores mundanos, o la muerte de su enemigo, quedándose en
lo más bajo hace viles las preces que dirige a Dios. San Juan nos
declara porqué el Señor despidiendo al pueblo subió a orar al monte,
diciendo: "Por lo cual, conociendo Jesús que habían de venir para
llevársele por fuerza, y levantarle por rey, huyóse El solo otra vez
al monte" ( Jn 6,15).
"Venida la noche -prosigue- la barca
estaba en medio del mar", etc.
Teofilacto
Permitió el Señor que peligrasen sus
discípulos para que sufriesen en algo, y no los asistió en seguida,
sino que los dejó en el peligro toda la noche, a fin de enseñarles a
esperar con paciencia, y de que no se habituasen a recibir socorro
inmediato en sus tribulaciones. "Y viéndolos remar con gran fatiga",
etc.
Pseudo - Crisóstomo
La Sagrada Escritura divide la noche en
cuatro vigilias, y a cada una de éstas en tres horas: la cuarta es la
que sigue a las nueve, esto es, las diez o la hora siguiente.
"E hizo ademán de pasar adelante".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,47
¿Cómo pudieron entenderlo así, sino porque
iba en sentido contrario? Quería El pasarles como si fueran extraños,
puesto que no le reconocían juzgándole un fantasma. "Mas ellos, como
le vieron caminar sobre el mar, pensaron que era algún fantasma", etc.
Teofilacto
Es de observar que cuando debía Cristo
remediar los peligros que los amenazaban, les causa mayor temor, pero
al punto los animó con su voz. "Pero Jesús -dice- les habló luego, y
dijo: Buen ánimo, soy yo; no tenéis que temer".
San Juan Crisóstomo,
homilia in Matthaeum, hom.50
En el instante, pues, le conocieron por la
voz y cesó su temor.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2, 47
¿Por qué había de querer pasar adelante,
confirmándoles así en su temor, sino para venir en su auxilio después
de que gritando se manifestaron aterrados?
Beda,
in Marcum, 2, 28
Teodoro Faraditano, obispo en otro tiempo,
escribió que el Señor, según la carne no tenía peso específico, y que
así había andado sobre el mar; pero la fe católica afirma lo
contrario, como dice Dionisio
Pseudo - Dionisio,
de diuinis nominibus, 2
: Ignoramos cómo sin mojarse los pies y
teniendo peso natural anduvo sobre la sustancia húmeda e
inconsistente.
Teofilacto
Con su entrada en la barca calmó el Señor
después la tempestad: "Y se metió -dice- con ellos en la barca, y cesó
al instante el viento". Gran milagro es ciertamente que el Señor ande
sobre el mar; pero la tempestad y el viento contrario lo hicieron
mayor todavía. Los apóstoles, pues, que no habían comprendido bien el
poder de Cristo en el milagro de los cinco panes, ahora le conocen
perfectamente en el milagro del mar. "Con lo cual -prosigue- quedaron
mucho más asombrados; y es que no habían hecho reflexión", etc.
Beda,
in Marcum, 2, 28
Admiraban en verdad los discípulos, aún
carnales, la grandeza de tanta virtud, y no podían sin embargo,
conocer todavía en El la verdad de la majestad divina. "Porque su
corazón estaba aún ofuscado".
En sentido místico, el trabajo de los
discípulos remando y el viento contrario señalan los trabajos de la
santa Iglesia, la cual entre las olas del siglo enemigo y el aliento
de los espíritus inmundos se esfuerza por llegar al descanso de la
patria celestial. Con razón, pues, se dice que la barca estaba en
medio del mar, y El sólo en tierra, porque nunca ha sido afligida la
Iglesia con tanta persecución de los gentiles; de modo que no parecía
sino que su Redentor la había abandonado del todo. Pero ve el Señor a
los suyos luchar en el mar, y para que no desfallezcan en las
tribulaciones, los fortifica con una mirada de su misericordia, y
algunas veces los libra del peligro de un modo manifiesto. Llega a
ellos a la cuarta vigilia, al aproximarse el día, porque cuando el
hombre eleva su espíritu a la luz del auxilio superior, encuentra allí
al Señor, y amainan los peligros de las tentaciones.
Pseudo - Crisóstomo
O bien la primera vigilia es hasta el
diluvio, la segunda hasta Moisés, la tercera hasta la venida del Señor
y la cuarta cuando vino y habló a sus discípulos.
Beda,
in Marcum, 2, 28
Muchas veces parece que el piadoso Cielo
ha abandonado a los fieles que se hallan en tribulación; de modo que
se podría juzgar que Jesús quiso pasar adelante de los discípulos que
luchaban con el mar. Y aun hay herejes que juzgan que el Señor era un
fantasma, y que no tomó de la Virgen carne verdadera.
Pseudo - Jerónimo
"Y les dijo: Buen ánimo; soy yo", porque
le veremos tal como es. Cesó el viento y la tempestad al sentarse
Jesús en la barca, para imperar en ella, como en la Iglesia universal.
Beda,
in Marcum, 2, 28
Al punto que está en cualquier corazón por
gracia de su amor, cesan las luchas promovidas por las pasiones, el
mundo y los espíritus malignos.
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53-56 |
Atravesando, pues, el lago, arribaron a tierra de Genesaret, y abordaron allí. Apenas desembarcaron, que luego fue conocido. Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron (las gentes) a sacar en camillas a todos los enfermos, llevándolos a donde oían que paraba. Y doquiera que llegaba, fuesen aldeas, o alquerías, o ciudades, ponían los enfermos en las calles, suplicándole que les dejase tocar siquiera el ruedo de su vestido; y todos cuantos le tocaban quedaban sanos. (vv. 53-56)
Glosa
Después de haber expuesto el evangelista
el peligro que habían corrido los discípulos en el mar, y cómo fueron
salvados, refiere ahora a dónde llegaron, diciendo: "Atravesando,
pues, el lago".
Teofilacto
Después de largo espacio de tiempo, arribó
el Señor a dicho lugar; y por esto dice el evangelista: "Apenas
desembarcaron, que luego fue conocido", es decir, por los habitantes.
Beda,
in Marcum, 2, 28
Lo conocieron por su nombre, no por el
rostro; o acaso lo conocieron muchos por la grandeza de sus milagros y
por su rostro. Observemos cuánta era la fe de los hombres de la tierra
de Genesaret, que no se contentan con tener ellos la salud, sino que
avisan a otros pueblos de las inmediaciones, para que se apresuren a
venir al médico. "Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron
las gentes a sacar en andas", etc.
Teofilacto
No le invitaban a que fuese a curar a las
casas, sino que le llevaban ellos mismos los enfermos. "Y donde quiera
que llegaba, fuesen aldeas, o casas de campo", etc. El milagro de la
mujer del flujo de sangre había llegado a oídos de muchos, y les
inspiraba mucha fe, por la cual sanaban.
Beda,
in Marcum, 2, 28
En sentido místico, debemos entender por
la franja de su vestido el menor de sus preceptos, porque el que lo
quebrante será llamado el menor en el reino de los cielos; o el asumir
nuestra carne, por lo que tenemos acceso al Verbo de Dios, y gozaremos
después de su Majestad.
Pseudo - Jerónimo
Lo que sigue: "Y todos los que le tocaban
quedaban curados", se cumplirá cuando cese el gemido.
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