CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO


01-12

Y partiendo de allí, llegó a los confines de Judea, pasando por el pía que está al otro lado del Jordán, donde concurrieron de nuevo alrededor de El los pueblos vecinos, y se puso otra vez a enseñarlos, como tenía de costumbre. Vinieron entonces a El unos fariseos, y le preguntaban por tentarle: Si es lícito al marido repudiar a su mujer. Pero El en respuesta les dijo: "¿Qué os mandó Moisés?" Ellos le dijeron: "Moisés permitió repudiarla, precediendo escritura legal del repudio". A los cuales replicó Jesús: "En vista de la dureza de vuestro corazón os dejó mandado eso. Pero al principio, cuando los creó Dios, formó un sólo hombre y una sola mujer. Por cuya razón: Dejará el hombre a su padre y a su madre, y juntarse ha con su mujer, y los dos no compondrán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. No separe, pues, el hombre lo que Dios ha juntado". Después en casa le tocaron otra vez sus discípulos el mismo punto. Y El les inculcó: "Cualquiera que desechare a su mujer, y tomare otra, comete adulterio contra ella. Y si la mujer se aparta de su marido, y se casa con otro, es adúltera". (vv. 1-12)
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Hasta aquí ha referido San Marcos lo que hizo y enseñó el Señor en Galilea. Ahora va a referir lo que hizo, lo que enseñó, y lo que sufrió en Judea. Desde ahora nos lo presenta al otro lado del Jordán, al oriente. "Y partiendo de allí, dice, llegó a los confines de Judea", etc. Es cuando partió hacia este lado del Jordán cuando fue a Jericó, a Betania y a Jerusalén. Y aunque se llame Judea en general a toda la provincia de los judíos, sin embargo, se da este nombre a la parte meridional especialmente para distinguirla de Samaria, Galilea, Decápolis y demás regiones de la misma provincia.
 
Teofilacto
Visita, pues, la Judea, que había dejado muchas veces para propiciar la emulación de los judíos, porque en ella había de verificarse su pasión. Pero no va a Jerusalén, sino a sus contornos, para provecho de sus sencillos habitantes, pues Jerusalén se había convertido en centro de toda iniquidad por la malicia de los judíos. Y así dice: "Donde concurrieron de nuevo alrededor de El los pueblos", etc.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Es de notar la diferencia que hay entre el espíritu del pueblo y el de los fariseos: el primero viene a que le enseñe el Señor, para que cure a sus enfermos, como refiere San Mateo, los últimos a engañarlo tentándolo. "Vinieron entonces a El unos fariseos", etc.
 
Teofilacto
Se llegaban a El, y no lo dejaban, para que la multitud no llegara a creer, antes bien dudara de El. Le hacían preguntas con el objeto de confundirlo. Propusiéronle, pues, una cuestión, cuya solución era comprometedora en cualquier sentido, puesto que, bien dijese que era lícito a la mujer apartarse del marido, bien dijese lo contrario, podrían acusarlo de estar en contradicción con la doctrina de Moisés. Pero Cristo, que es la misma sabiduría, les contestó de modo que burló sus intenciones.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom.62, 1
Preguntado si era lícito, no contestó directamente que no lo era, para no causar un alboroto, sino que les dio la ley por respuesta, a fin de que ellos mismos se contestasen lo que convenía.
"Pero El en respuesta les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió repudiarla, precediendo escritura legal de repudio". Dicen esto, o para contestar al Salvador, para incitar a los hombres contra El; porque era indiferente esto para los judíos, todos los cuales obraban así como autorizados por la ley.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 4, 62.
No influye en la verdad del asunto que fueran las muchedumbres -como dice San Mateo ( Mt 19)- las que, oyendo al Señor prohibir el repudio y apoyarlo con la ley, objetasen que Moisés permitía el repudio, precediendo escritura legal. O que, según San Marcos, fuera el Salvador quien les hiciera contestar así, preguntándoles sobre el precepto de Moisés. Porque su voluntad era no darles la razón de la ley de Moisés, sin que antes la recordasen ellos. Y como la voluntad de los que hablan se manifiesta igual en ambos Evangelistas, nada significa una variante en las palabras con que uno y otro la expresan. Puede entenderse por tanto que -como dice San Marcos- les preguntó desde luego el Señor sobre el divorcio, y después qué les había mandado Moisés sobre este asunto. Al contestarle que les permitía, precediendo escritura legal, les dijo lo que refiere San Mateo, citándoles la ley dada por Moisés sobre la unión del hombre y la mujer, unión instituida por Dios: oído lo cual, repitieron la pregunta con que contestaron antes diciendo: ¿Qué fue lo que mandó Moisés?
 
San Agustín, contra Faustum, 19, 26
Aquel que había puesto este obstáculo al ánimo pronto a la discordia para impedirle el divorcio, no quería, pues, el divorcio, tanto más cuanto que entre los judíos, según parece, sólo a los escribas era permitido escribir el hebreo; y como eran hombres de espíritu conciliador y prudentes intérpretes de la justicia, la ley disponía que el que tenía que proveerse de escritura legal para repudiar a su mujer fuera a ellos. Y como sólo ellos podían escribir este documento, les daba la ocasión en estos casos de dar buenos consejos al que, obligado por la necesidad, venía de este modo a sus manos, tratando de persuadirlo a que se reconciliara con su mujer y a que la amase viviendo en paz con ella. Pero si era tal el odio, que no fuera posible extinguirlo ni apaciguarlo, entonces se le daba el documento de divorcio, considerando que hasta convenía se separase de una persona a quien odiaba de modo que había sido inútil el consejo de personas prudentes para hacerlo que la amara como debía. "A los cuales -prosiguió- replicó Jesús: En vista de la dureza de vuestros corazones os dejó mandado eso". En efecto, aquella dureza era tan grande que ni por el obstáculo del escrito, que ofrecía ocasión a hombres justos y prudentes de disuadir al sujeto, podía ser vencida ni doblegada para volver al amor y unión conyugales.
 
Pseudo-Crisóstomo
O bien dice: "En vista de la dureza de vuestros corazones", porque, si estuviera purificado el corazón de deseos y de la ira, es posible que tolerase a la peor mujer del mundo, en tanto que multiplicadas en el corazón estas pasiones causan muchos males en un matrimonio odioso. De este modo, salva a Moisés de aquella acusación, y hace caer sobre ellos toda la culpa. Pero porque semejante acusación era grave, vuelve en seguida a la ley antigua y dice: "Pero, al principio, cuando los creó Dios, formó un solo hombre y una sola mujer".
 
Beda, in Marcum, 3, 40
No dice hombre y mujeres, porque hubiera sido aprobar el divorcio; sino hombre y mujer, para expresar la unidad del matrimonio.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62,1
Si el Señor hubiese querido el repudio, hubiese creado muchas mujeres en vez de una. Dios no solamente unió la mujer al hombre, sino que dispuso que éste abandonase por ella a sus padres, según estas palabras que puso en boca de Adán: "Por cuya razón dejará el hombre a su padre y a su madre, y juntarse ha con su mujer": demostrando lo indisoluble del matrimonio con la expresión y juntarse ha.
 
Beda, in Marcum, 3,40
Y también porque dice: "Y juntarse ha con su mujer", y no con sus mujeres.
"Y los dos no compondrán sino una sola carne".
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62, 2
Es decir que, saliendo de una raíz, se fundirán en un solo cuerpo. "De manera -continúa- que ya no son dos, sino una sola carne".
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Por tanto el término del matrimonio es formar de dos una sola carne, porque con la castidad unida al espíritu se forma un solo espíritu.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 62, 2
Sacando una terrible deducción de esas premisas, no dijo no separéis, sino no separe el hombre lo que Dios ha juntado.
 
San Agustín, contra Faustum, 19, 29
He aquí cómo convence a los judíos de que no se debe repudiar a la esposa con las palabras de Moisés, cuando ellos creían que obraban conforme a la ley de aquél repudiándola. De igual modo y por el mismo testimonio de Cristo sabemos que fue Dios quien hizo y unió al varón y la mujer, lo que niegan por su mal los maniqueos, oponiéndose así no ya a los libros de Moisés, sino al mismo Evangelio de Cristo.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Por tanto, lo que Dios ha juntado, haciendo del hombre y la mujer una carne, sólo Dios puede separarlo, y no el hombre ( 1Cor 7,10).El hombre es quien separa, cuando por el deseo de otra mujer deja a la primera y se va con otra. Pero cuando por servir a Dios, aunque se tenga esposa se vive como si no la tuviera, es Dios quien mueve al desprendimiento.
 
San Juan Crisóstomo
Y si no se ha de separar a los dos a quienes Dios ha unido, mucho menos se debe separar a Cristo de la Iglesia, a la cual unió Dios con Cristo.
 
Teofilacto
No satisfechos del todo los discípulos con lo que acababan de oír, vuelven a preguntar al Señor. "Después en casa -prosigue- le tocaron otra vez sus discípulos, el mismo punto".
 
San Jerónimo
Esta segunda pregunta de los Apóstoles es una repetición, porque es la que sobre el mismo asunto le hicieron los fariseos, esto es, sobre el estado del matrimonio.
 
Glosa
Pero la respuesta no manifiesta por su repetición disgusto alguno del Señor, sino el hambre y sed de sus discípulos, según estas palabras: "Los que de mí comen tienen siempre hambre de mí, y tienen siempre sed los que de mí beben" ( Ecle 24,29), que las dulces pláticas de la sabiduría deleitan de muchos modos a los que gustan de ellas. Por esto el Señor repite su instrucción a los discípulos, diciéndoles: "Cualquiera que desechare a su mujer, y tomase otra, comete adulterio contra ella".
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Llama adulterio el vivir con una mujer distinta que la propia, no siendo de este hombre la que toma después de dejar a la primera, por lo que comete adulterio con ella, esto es, con la segunda que toma, sucediendo lo mismo de parte de la mujer. "Y si la mujer se aparta de su marido, dice, y se casa con otro, es adúltera"; no puede unirse a otro hombre como a su propio marido, si abandona a éste. La ley prohibía el adulterio público, pero el Salvador prohibía también el que es secreto, y por consiguiente, no conocido de todos, aunque no menos contrario por eso a la naturaleza.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
San Mateo es más explícito sobre este punto. "Cualquiera que rechazare a su mujer, dice, no siendo por fornicación" ( Mt 19,9). Por tanto sólo la fornicación es la razón carnal de abandonar a la mujer propia, y no hay otra espiritual para ello que el temor de Dios, como sabemos que les ha sucedido a muchos por causa de religión. Pero en la ley de Dios no hay ninguna causa prescrita que autorice a unirse a otra mujer después de abandonada la legítima.
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Aunque, según San Mateo, dijo esto a los fariseos, y, según San Marcos, fue a los discípulos a quienes les dijo, no hay contradicción en ello, puesto que fueron palabras dichas a unos y a otros.

13-16

Como le presentasen unos niños para que los tocase y bendijese, los discípulos reñían a los que venían a presentárselos. Lo que advirtiendo Jesús, lo llevó muy a mal, y les dijo: "Dejad que vengan a mí los niños y no se lo estorbéis; porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no recibiere como niño inocente el reino de Dios, no entrará en él". Y estrechándolos entre sus brazos y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía. (vv. 13-16)
 
Teofilacto
Después de habernos mostrado la malicia de los fariseos que tentaban a Cristo, nos muestra la mucha fe de las gentes, que creían que sólo con poner sus manos sobre los niños que le ofrecían, Cristo los bendecía. "Como le presentasen unos niños para que los tocase".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4
Pero los discípulos en atención a la dignidad de Cristo, querían impedir que se los ofreciesen. "Los discípulos reñían a los que venían a presentárselos". El Señor, sin embargo, les enseña a tener cordura y reprimir el orgullo humano, y tomando a los niños les ofrece el reino de Dios.
 
Orígenes, in Matthaeum, 7
Si cualquiera de los que profesan la doctrina de la Iglesia ve que alguien ofrece al Señor a los que el mundo considera insensatos, innobles y enfermos, por lo cual son llamados niños, no le prohiba que lo haga como si careciera de juicio al ofrecérselos al Salvador. Seguidamente, exhorta a sus discípulos, como hombres maduros que ya eran, a condescender con el bien de los niños, de modo que se hagan niños con ellos para captarse su voluntad: ya que El mismo, siendo Dios, se abajó haciéndose niño. "Porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4
Porque el corazón del niño está limpio de toda pasión, y así conviene que hagamos nosotros por la voluntad lo que ellos hacen por naturaleza.
 
Teofilacto
Por esto no dice de éstos es el reino de Dios, sino de los que se asemejan a ellos, es decir, de los que por su estudio y trabajo tienen la inocencia y sencillez que tienen los niños por naturaleza. El niño no odia, ni hace nada maliciosamente, no aborrece a su madre porque le corrija, y aunque le pongan vestidos humildes, los prefiere a los más ricos. Así el que vive según la virtud de su madre la Iglesia, no le antepone nada, ni aun la voluntad, que es la reina de todos. De aquí que dice el Señor: "En verdad, os digo que quien no recibiere, como niño, el reino de Dios, no encontrará en él".
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Es decir, no podréis entrar en el reino de los cielos, si no tenéis la inocencia y pureza de ánimo del niño. O bien: debemos recibir el reino de Dios, esto es, la doctrina del Evangelio como el niño; porque el niño, cuando aprende, no contradice ni se opone con discursos al que le enseña, sino que recibe con fe lo que le enseña, obedeciendo con temor. Así nosotros debemos recibir la palabra de Dios obedeciendo sencillamente y sin ninguna contradicción.
"Y estrechándolos entre sus brazos, y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía".
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Los abraza para bendecirlos, como alzando benignamente hasta su seno a su creatura, que se había apartado de El cayendo desde el principio. Pone sobre ellos las manos, expresando así la obra de su virtud divina, porque obra como Dios, aunque pone las manos conforme a las costumbres humanas, pues se había hecho hombre permaneciendo Dios.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Bendijo a los niños abrazándolos para significar que los humildes de espíritu son dignos de su bendición, de su gracia y de su amor.

17-27

Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies le preguntó: "Oh buen Maestro: ¿qué debo yo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos que conducen a la vida: No cometer adulterio, no matar, no hurtar, no decir falsos testimonios, no hacer mal a nadie, honrar padre y madre". A esto respondió él, y le dijo: "Maestro, todas esas cosas las he observado desde mi mocedad". Y Jesús, mirándole de hito en hito, mostró quedar prendado de él, y le dijo. "Una cosa te falta aún: anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo, y ven después y sígueme". A esta propuesta, entristecido el joven, fuese muy afligido, pues tenía muchos bienes. Y echando Jesús una ojeada alrededor de sí, dijo a sus discípulos: "¡Oh, cuán difícilmente los acaudalados entrarán en el reino de Dios!" Los discípulos quedaron pasmados al oír tales palabras. Pero Jesús volviendo a hablar, les añadió: "¡Ay hijitos míos, cuán difícil cosa es que los que ponen su confianza en las riquezas entren en el reino de Dios! Más fácil es el pasar un camello por el ojo de una aguja, que no entrar un rico semejante en el reino de Dios". Con esto subía de pronto su asombro, y se decían unos a otros. "¿Quién podrá, pues, salvarse?" Pero Jesús, fijando en ellos la vista, les dijo: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios; pues para Dios todas las cosas son posibles". (vv. 17-27)
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Un hombre, que había oído decir al Señor que los que quieren ser semejantes a los niños son dignos de entrar en el reino de los cielos, le pide que se lo explique claramente y no con parábolas, y que le diga qué méritos tiene que hacer para conseguir la vida eterna. "Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies, le preguntó: Oh buen Maestro: ¿qué debo hacer yo para conseguir la vida eterna?".
 
Teofilacto
Causa admiración ese joven que, cuando los demás se acercan al Señor a causa de sus enfermedades, él pide la posesión de la vida eterna, a pesar de la maligna pasión de la avaricia por la cual se vio afligido después.
 
San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, 63, 1
Porque se acercó verdaderamente al Señor como un hombre a otro y como a uno de los doctores de los judíos, le contestó como hombre. "Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios". Sin embargo, aunque dice esto, no niega la bondad de los hombres, sino en comparación a la bondad divina.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Este único Dios bueno no es solamente el Padre, sino el Hijo, que dice: "Yo soy el buen Pastor" ( Jn 10,11), y el Espíritu Santo, de quien se dice: "Vuestro Padre, que está en los cielos, dará el Espíritu bueno a los que se lo piden" ( Lc 11,13); que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, forman una sola e indivisible Trinidad y un solo y buen Dios. No niega el Señor que sea bueno, pero da a entender que es Dios. No dice que no sea buen Maestro, sino que no puede serlo ninguno sin Dios.
 
Teofilacto
Quiso, pues, el Señor elevar con estas palabras el espíritu de aquel joven para que lo reconociese como a Dios. Nos insinúa además con esto, que cuando hayamos de tratar con una persona, no lo hagamos adulándola, sino teniendo fija la atención en Dios, raíz y fuente de toda bondad, y rindiéndole honor.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Es de advertir que la observancia de la ley daba a sus discípulos, no sólo los bienes de la tierra, sino los eternos, por lo que dice al que le preguntaba sobre los medios de conseguir la vida eterna: "Ya sabes los mandamientos. No cometer adulterio, no matar", etc. Esta es la inocencia infantil que nos propone para que la sigamos, si queremos entrar en el reino de Dios. "A esto respondió él, y le dijo: Maestro, todas esas cosas las he observado desde mi mocedad". No debemos pensar que este hombre preguntó así al Señor para tentarlo, como creen algunos, ni que mintió en lo que dijo de su vida, sino que dijo sencillamente la verdad, lo que se demuestra en lo que sigue: "Y Jesús, poniendo en él los ojos, le mostró agrado", etc. Y es claro que si hubiera sido reo de mentira o disimulo no le hubiese amado quien penetra lo más secreto de los corazones.
 
Orígenes, homiliae in Matthaeum, hom. 8
En el hecho de amarlo o de abrazarlo, se ve que aprobó Jesús la verdad con que afirmó haber cumplido los mandamientos. Penetrando en su interior, vio en él al hombre de verdad y su buena conciencia.
 
Pseudo-Crisóstomo, Cat in Marc. Oxon
Pero se preguntará alguien cómo puede amar el Señor a quien no había de seguirle. A esto se puede responder diciendo que en un primer momento el joven fue digno del amor del Señor porque había observado la ley desde su juventud. Ya cerca al final del encuentro no hubo ninguna disminución del amor manifestado inicialmente. El joven por su parte no optó por la perfección. Pero si bien no había superado la medida humana, al no seguir la perfección que le proponía el Señor, sin embargo no había cometido ningún crimen al observar la ley según la medida humana. Es por esta observancia por la que lo amó el Señor.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Ama el Señor a los que guardan los mandamientos de la ley aunque son menores que los que buscan la perfección. Pero no por eso deja de manifestar que no es suficiente la observancia de la ley para los que desean ser perfectos, puesto que no vino para abolir la ley sino para darle plenitud. "Una cosa te falta aún: anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo, y ven después, y sígueme". Por tanto el que está llamado a ser así perfecto debe vender lo que tiene, no sólo parte de ello, como hicieron Ananías y Safira, sino todo.
 
Teofilacto
Y luego que lo hubiere vendido, dar su importe a los pobres, no a los canallas y disolutos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2
No sin motivo hizo mención del tesoro del cielo y no de la vida eterna, diciendo: "Que así tendrás un tesoro en el cielo", porque, hablando de riquezas y de la renuncia de todo, manifiesta que da a quienes ordena que renuncien a todo, tanto más, cuanto mayor es el cielo que la tierra.
 
Teofilacto
Pero, dado que muchos pobres en vez de ser humildes tienen el vicio de la embriaguez o cualquier otro, dice: "Y ven después, y sígueme".
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Sigue al Señor aquél que le imita y marcha sobre sus huellas.
"A esta propuesta, entristecido el joven, fuese muy afligido".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2
Y el Evangelista nos refiere la causa de su tristeza, diciendo: "Pues tenía muchos bienes": que no se afligen de igual modo los que tienen poco que los que tienen mucho, puesto que el aumentar las riquezas ya adquiridas hace mayor la llama de la codicia.
"Y echando una ojeada alrededor de sí, dijo Jesús a sus discípulos: Oh, cuán difícilmente los ricos entrarán en el reino de Dios".
 
Teofilacto
No dice esto porque las riquezas sean malas, sino que lo son los que las tienen para guardarlas; por consiguiente, es preciso no atesorar, sino usar de las riquezas en lo que es necesario y útil.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2
Se dirigió el Señor con estas palabras a los discípulos pobres y que no poseían nada, enseñándoles a no avergonzarse de su pobreza y como excusándose de haberles dejado sin poseer nada. "Los discípulos, continúa, quedaron pasmados al oír tales palabras", ya que, como no poseían nada, es claro que su dolor era por la salvación de los demás.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Pero es mucha la diferencia que hay entre tener riquezas y amarlas, y es por ello que no dijo Salomón "que el que tiene las riquezas, no saca fruto de ellas, sino el que las ama" ( Ecle 5,9). Expone el Señor a sus asombrados discípulos el sentido de las palabras antedichas de este modo: "Pero Jesús, volviendo a hablar, les añadió: ¡Ay, hijitos míos, cuán difícil cosa es que los que ponen su confianza en las riquezas entren en el reino de Dios!" En donde es de notar que no dice: ¡Cuán imposible es! sino ¡cuán difícil es! Porque lo que es imposible no se puede hacer de ningún modo, mientras que lo difícil sí, aunque cueste mucho trabajo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2
O bien: con la palabra difícil quiere significar lo imposible. Y esto no sencillamente, sino con cierta intención. "Más fácil es, dice, pasar un camello por el ojo de una aguja que no entrar un rico en el reino de Dios".
 
Teofilacto
Se debe entender por camello el animal de este nombre o el cable que usan los marineros.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
¿Cómo, pues, vemos en el Evangelio a Mateo, a Zaqueo, a José de Arimatea, y en el antiguo Testamento, a tantos ricos que entran en el reino de Dios, sino es porque tuvieron en nada sus riquezas, o las abandonaron del todo por inspiración del Señor? En un sentido más elevado, esto significa que ha sido más fácil a Cristo padecer por los que aman, que convertirse a El quienes aman lo mundano. Y se nos ofrece bajo la figura de camello, porque llevó la carga de nuestros pecados. La aguja significa las punzadas o dolores sufridos en la pasión, y el ojo de ella sus trabajos, con las que se dignó el Señor renovar en cierto modo los gastados vestidos de nuestra naturaleza. "Con esto subía de punto su asombro y se decían unos a otros: ¿Quién podrá, pues, salvarse?" Y como el número de los pobres es incomparablemente mayor que el de los ricos, estas palabras expresan que contaba en el número de los ricos a todos los que aman las riquezas, aunque no hayan podido adquirirlas. "Pero Jesús, fijando en ellos la vista, les dijo: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios"; porque no se debe entender que pueden entrar en el reino de los cielos los avaros y soberbios con su avaricia y soberbia, sino que es posible para Dios convertirlos de la codicia y soberbia a la caridad y humildad.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63, 2
Esta es, por tanto, obra de Dios, y así se nos manifiesta cuánta necesidad de la gracia tiene el que haya de obrar así, y que será grande la recompensa que recibirán los ricos que sigan la filosofía de Cristo.
 
Teofilacto
O bien debemos entender que dice: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios", porque esto es posible cuando oímos a Dios, y es imposible cuando oímos a la sabiduría humana. "Pues para Dios todas las cosas son posibles", dice; y al decir todo, debe entenderse todo ente, porque el pecado es nada, como cosa sin esencia y sustancia incomunicable. O bien: el pecado no es cosa de virtud, sino de enfermedad, y por tanto, como enfermedad, es imposible para Dios. ¿Pero acaso puede hacer Dios que lo que es no sea? Dios es la verdad, y hacer que lo que ha sido hecho no haya sido hecho, es falso; ¿cómo, pues, la verdad podría hacer lo falso? Sería preciso, como dicen algunos, que destruyese su propia naturaleza. ¿Y puede Dios no ser Dios? Esto es ridículo.

28-31

Aquí Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Por lo que hace a nosotros, bien ves que hemos renunciado todas las cosas, y seguidote". A lo que Jesús, respondiendo, dijo: "Pues yo os aseguro que nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o heredades por amor de mí o del Evangelio, que ahora mismo en este siglo y aun en medio de las persecuciones no reciba el doblado por equivalente de casas, y hermanos, y hermanas, de madres, de hijos y heredades, y en el siglo venidero la vida eterna. Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros, serán allí los últimos, y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros". (vv. 28-31)
 
Glosa
Después que se retiró el joven entristecido por el consejo que le dio el Salvador de que abandonase sus riquezas, los discípulos, que habían seguido ya este consejo, empezaron a solicitar el premio, pensando que habían hecho algo extraordinario, puesto que aquel joven, que había cumplido los preceptos de la ley, no había podido oír aquel consejo sin tristeza. Es así que Pedro interroga por sí y por los otros al Señor, y dice: "Aquí Pedro, tomando la palabra, le dijo: Por lo que hace a nosotros, bien ves que hemos renunciado todas las cosas y seguídote".
 
Teofilacto
Aunque es poco a lo que Pedro renuncia, lo llama todo, porque basta lo poco para sujetar con los lazos de la pasión. Por tanto, dichoso el que renuncia a lo poco.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Y porque no basta abandonarlo -añade- lo que falta para la perfección: "Y te hemos seguido", que es como si dijera: Hemos hecho lo que nos has mandado: ¿qué premio nos darás, pues? Pero aunque Pedro solo es el que habla, el Señor responde en general. "A lo que Jesús, respondiendo, dijo: Pues yo os aseguro que nadie hay", etc. Pero no quiere decir con esto que abandonemos a nuestros padres, dejándolos sin auxilio, ni que nos separemos de nuestras mujeres, sino que prefiramos el honor de Dios a todo lo que es perecedero.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 64, 1
Me parece que de este modo quiso anunciar con palabras encubiertas las persecuciones futuras, porque había de suceder que muchos padres indujesen a sus hijos a la impiedad y muchas mujeres a sus maridos. No hay diferencia entre por mi nombre o por el Evangelio, como dice San Marcos, y, como dice San Lucas, por el reino de Dios ( Lc 18,29), porque el nombre de Cristo es la virtud del Evangelio y del reino de Dios. Se recibe el Evangelio en nombre de Jesucristo, y por él sigue y llega el reino de Dios.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
A causa de haber dicho que recibirá el ciento por uno en esta vida, han imaginado algunos la fábula judía de los mil años concedidos a los justos después de la resurrección, cuando por los sacrificios que han hecho por Dios se les ha de dar múltiple recompensa y además la vida eterna. Pero no ven que, aunque esta promesa sea digna, tiene algo de vergonzoso por lo que toca a las mujeres, tanto más, cuanto que el Evangelio nos asegura que en la resurrección no habrá matrimonio y que la recompensa concedida por los sacrificios hechos, irá acompañada de persecuciones, las que no existirán, según ellos, en estos mil años.
 
Pseudo-Crisóstomo Cat. in Marc. Oxon
Esta recompensa es ciertamente centuplicada según la comunicación y no según la posesión, porque la realizó el Señor, no materialmente, sino de cierto modo diferente.
 
Jerónimo
Porque la mujer cuida en la casa de la comida y el vestido del marido. Vemos que a los mismos apóstoles, a quienes muchas mujeres servían y se ocupaban de su comida y vestidos ( 1Cor 9). Del mismo modo tuvieron muchos padres y madres, es decir, muchos que los amaban. Pero Pedro, abandonando su casa, tuvo después las de todos los discípulos. Y lo que es más, si los santos sufren angustias y persecuciones, poseerán en ellas todo lo ofrecido. Por eso dice: "Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros serán allí los últimos, y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros". Los fariseos eran los primeros y se han hecho los últimos. Los que lo dejaron todo y siguieron a Cristo, fueron los últimos para el mundo por sus angustias y persecuciones, pero serán los primeros por la esperanza que han puesto en Dios.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Puede entenderse en sentido más elevado aquél "recibirá el cien doblado". El número cien, que se expresa pasando de izquierda a derecha, se significa por la inflexión de los dedos que en la mano izquierda representa el número diez, aunque sea mucha la diferencia que hay entre diez y ciento. Por eso todos los que han despreciado los bienes temporales por el reino de Dios, gozan con su fe llena de certidumbre la alegría de este reino, y esperando la patria celestial, que se significa en la mano derecha, gozan de la dicha de los elegidos. Pero porque hay muchos que no terminan el estudio de la virtud con la piadosa intención con que lo empezaron, dice a continuación: "Pero muchos de los que en la tierra habrán sido los primeros, serán allí los últimos y muchos de los que habrán sido los últimos serán los primeros".
Todos los días vemos que muchas personas profanas sobresalen notablemente por los méritos de su vida, en tanto que otros, entregados con todo fervor al espíritu desde niños, caen al fin en el abandono y, después de haber empezado por el espíritu, perezosos y necios concluyen por la carne.

32-34

Continuaban su viaje subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; y estaban sus discípulos como atónitos, y le seguían llenos de temor. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a repetirles lo que le había de suceder. "Nosotros, les dijo, vamos como veis, a Jerusalén, donde el Hijo del hombre, será entregado a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas y ancianos, que le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles, y le escarnecerán; y le escupirán, y le azotarán, y le quitarán la vida, y al tercer día resucitará". (vv. 32-34)
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Los discípulos recordaban lo que el Señor les había anunciado sobre lo mucho que habían de hacerlo padecer los príncipes de los sacerdotes y los escribas y por ello se asombraban al ir a Jerusalén. "Continuaban su viaje subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba".
 
Teofilacto
De este modo demuestra que va al encuentro de la pasión y que no rehuye la muerte por nuestra salvación: "Y estaban sus discípulos como atónitos y le seguían llenos de temor".
 
Beda, in Marcum, 3, 40
De temor de ser ellos mismos sacrificados o por lo menos de que cayese en manos de sus enemigos aquél, cuya vida y magisterio formaban su dicha. Previendo, el Señor que ánimo de sus discípulos había de perturbar su pasión el, les predice lo que en ella había de sufrir y la gloria de su Resurrección. "Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a repetirles", etc.
 
Teofilacto
Les habla así para confortarlos, puesto que estando prevenidos sufrirían después esta prueba mejor que si los tomara de sorpresa y a la vez manifestaba que iba a padecer voluntariamente, porque es evidente que el que prevé su pasión y no le huye se entrega espontáneamente a ella. Y tomó aparte a sus discípulos porque convenía que revelase el misterio de su Pasión a sus más íntimos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 1
Les predice los pormenores de su Pasión, a fin de que conociéndolos detalladamente, no los sobrecoja después ninguno de ellos. "Nosotros, les dijo, vamos, como veis, a Jerusalén, donde el Hijo del hombre", etc.
 
Glosa
Es decir, el que debe padecer, porque la Divinidad no puede padecer: "Será entregado -esto es, por Judas- a los príncipes de los sacerdotes, y a los escribas y ancianos, que le condenarán a muerte -juzgándole reo de muerte-, y le entregarán a los gentiles -al gentil Pilato-, y le escarnecerán -sus soldados-, y le escupirán, y azotarán, y le quitarán la vida".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 1
Y para que se consuelen con la esperanza de su Resurrección del dolor que les causa su pasión y muerte añade: "Y al tercer día resucitará". Y puesto que no les ocultaba las tristezas y oprobios que habían de sobrevenirle justo era que le creyesen en cuanto a lo demás.

35-40

Entonces (oyéndole hablar de la resurrección) se llegaron a El Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y (por medio de su madre) le hacen esta petición: "Maestro, quisiéramos que nos concedieses todo cuanto te pidamos". Díjoles El: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?" "Concédenos, respondieron, que en tu gloria (o glorioso reinado) nos sentemos el uno a tu diestra y el otro a tu siniestra". Mas Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz (de la pasión) que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo (de sangre) con que yo voy a ser bautizado?" Respondiéronle: "Podemos". "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado; pero eso de sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no está en mi arbitrio (como hombre) el darlo a vosotros, sino a aquéllos para quienes se ha destinado (por mi Padre celestial)". (vv. 35-40)
 
San Juan Crisóstomo homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Los discípulos oyendo hablar frecuentemente a Cristo de su reino juzgaban que no había de tener lugar éste después de su muerte, y por tanto, anunciada su muerte, se acercaron a El para hacerse luego dignos de los honores de su reino. "Entonces se acercaron a El Santiago y Juan", etc., pues avergonzados del sentimiento humano que los animaba, se acercaron a Cristo, llevándolo aparte de los discípulos. Mas como no ignoraba el Salvador lo que iban a pedirle y queriendo obligarles a que lo declaren abiertamente, les pregunta: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?"
 
Teofilacto
Los discípulos citados creían que subía a Jerusalén para reinar allí y que padecería después lo que había predicho, y pensando de este modo deseaban sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda. "Concédenos, respondieron, que en tu gloria nos sentemos, uno a tu diestra y el otro a tu izquierda".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64
San Mateo expresa que no fueron ellos sino su madre quien habló así, manifestando al Señor la voluntad de sus hijos. San Marcos nos hace saber brevemente que fueron ellos los que hablaron y no su madre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Bien puede decirse que fueron la madre y los hijos los que hicieron esta súplica, porque, viendo que el Señor los distinguía de los otros, creían alcanzar lo que deseaban, y a fin de conseguirlo más fácilmente, empeñaron a su madre para que se lo rogara también a Cristo.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 64
En fin, el Señor, según San Marcos y San Mateo, les contestó a ellos en vez de a su madre. "Mas Jesús les replicó: No sabéis lo que pedís."
 
Teofilacto
Es como si dijera: No reinaré temporalmente en Jerusalén, como creéis, y todo lo que se refiere a mi reino está fuera del alcance del entendimiento humano: el sentarse a mi lado es muchísimo más que lo que corresponde al orden de los ángeles.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
O bien no saben lo que piden, suplicando al Señor el asiento de la gloria que no merecían todavía.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
O dice : no sabéis lo que pedís, como si dijera: Vosotros habláis de honor, y yo lucho y me fatigo, porque no es éste tiempo de premios, sino de combates, de peligros y de muerte. "Podéis beber, dice, el cáliz que yo voy a beber", etc. De este modo los atrae para encender más su deseo de participar de su suerte.
 
Teofilacto
Al cáliz y al bautismo los llama su cruz: al cáliz como una bebida tomada dulcemente por El y al bautismo por que por él nos purificamos de nuestros pecados. Pero no entendiéndolo ellos respondieron: "Sí que podemos", porque creían que hablaba de un cáliz material y del bautismo que usaban los judíos lavándose antes de comer.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Respondieron en el acto, esperando ser atendidos en lo que pedían. "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo", etc. Es decir, seréis dignos del martirio y padeceréis como yo.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
Pero se preguntará alguno cómo bebieron Santiago y Juan el cáliz del martirio, o cómo fueron bautizados con el bautismo del Señor, cuando la Escritura dice que sólo el apóstol Santiago fue degollado por Herodes y que Juan murió de muerte natural. Pero si leemos las historias eclesiásticas, en las que se refiere que martirizaron a Juan, echándole en una caldera de aceite hirviendo y que en seguida fue desterrado a la isla de Patmos, veremos que estuvo pronto al martirio y que bebió el cáliz de la confesión, que bebieron los tres jóvenes en un horno encendido, aunque el tirano no derramó su sangre.
"Pero eso de sentarse a mi diestra", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Aquí se ofrecen dos cuestiones, a saber: si debe sentarse alguno a la derecha del Señor y si no tiene el Señor de todo lo creado potestad de dar este lugar a aquéllos para quienes está preparado. En cuanto a lo primero, diremos que ninguno se sentará a la derecha ni a la izquierda, porque aquel trono es inaccesible a toda creatura humana y por tanto dice: "Sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no es mío darlo a vosotros", como si algunos hubiesen de sentarse. Contesta en verdad a los que le preguntan condescendiendo con su intención, puesto que no conociendo aquel trono excelso, ni la cátedra que está a la derecha del Padre, lo que en realidad pedían era la supremacía sobre los demás y el principal de los doce tronos, que habían oído prometer a los apóstoles. En cuanto a lo segundo, diremos que está en la potestad del Hijo de Dios el conceder tal don, por lo que dice San Mateo: "Se ha destinado por mi Padre ", es como si dijera: "Se ha destinado por mí" ( Mt 20,23), y así es que San Marcos no dice por mi Padre. Por tanto lo que dice Cristo es en resúmen: Moriréis por mí pero esto no basta para que alcancéis el primer puesto, porque el que llegue al martirio con virtud superior a la vuestra alcanzará mucho más que vosotros. Los que por sus obras lleguen a hacerse los primeros, ésos serán los destinados a la primacía. De este modo el Señor los instruye para que no se forjen ilusiones, a la vez que no quiere contristarlos.
 
Beda, in Marcum, 3, 40
O bien: no está en mi arbitrio el darlo a vosotros, es decir, a los soberbios, puesto que lo eran aún. Está destinado para otros: sed vosotros humildes, y será para vosotros para quienes está preparado.

41-45

Entendiendo los (otros) diez dicha demanda, dieron muestras de indignación contra Santiago y Juan. Mas Jesús, llamándolos (todos) a sí, les dijo: "Sabéis que los que tienen la autoridad de mandar a las naciones las tratan con imperio y que sus príncipes ejercen sobre ellas el poder. No debe ser lo mismo entre vosotros; sino que quien quisiere hacerse mayor, ha de ser vuestro criado; y quien quisiere ser entre vosotros el primero, debe hacerse siervo de todos. Porque el Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos". (vv. 41-45)
 
Teofilacto
Los demás apóstoles soportan con dificultad que Santiago y Juan pretendan distinguirse y por esto dice: "Entendiendo los (otros) diez dicha demanda, dieron muestras de indignación contra Santiago y Juan", porque sienten envidia como hombres dominados aún por las pasiones humanas. Pero no se mostraron indignados hasta que vieron que los rechazaba el Señor, puesto que disimularon su indignación mientras pareció que los distinguía. Pero si entonces los apóstoles se mostraron imperfectos, después se cedieron la supremacía con insistencia, porque el Señor los curó llamándolos a sí primeramente para consolarlos, lo que se da a entender en las palabras: "Mas Jesús, llamándolos todos a sí", y demostrando después que buscar los honores y desear la primacía era cosa de los gentiles. Y continúa. "Mas Jesús les dijo: Bien sabéis que los que tienen la autoridad de mandar a las naciones las tratan con imperio, y que sus príncipes ejercen sobre ellas el poder". En efecto, los príncipes de los paganos se conducen en el poder con violencia y tiranía. Y concluye: "No debe ser lo mismo entre vosotros".
 
Beda
Con estas palabras les enseña que será mayor el que fuere menor y que llegará a ser señor el que se hiciere siervo de todos, siendo en vano, pues, que unos pretendan inmoderadamente y que los otros sufran por ellos; porque para llegar a lo más alto de la virtud el verdadero camino es la humildad y no el poder. Después les propone un ejemplo para que si no les mueve lo dicho, se avergüencen a la vista de los hechos, dice: "Porque aun el Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos".
 
Teofilacto
Lo cual es más que servir, porque ¿hay algo más grande y admirable que morir por aquél a quien se sirve? Pero descendiendo el Señor hasta nosotros en su humildad y sirviéndonos obtuvo su gloria y la nuestra, porque antes de hacerse hombre era conocido sólo de los ángeles y después de su encarnación y de su crucifixión no solamente tuvo su gloria, sino que hizo partícipe de ella a otros y dominó por la fe al mundo entero.
 
Beda
No dijo que daba su vida por la redención de todos, sino de muchos, es decir, de los que quisieren creer.

46-52

Y llegaron a Jericó; y al partir de Jericó con sus discípulos, seguido de muchísima gente, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno (el que venía), comenzó a dar voces, diciendo: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí". Y reñíanle muchos para que callara; sin embargo, él alzaba mucho más el grito: "Hijo de David, ten compasión de mí". Parándose entonces Jesús, le mandó llamar. Y le llaman, pues, al ciego diciéndole: "Ten buen ánimo, levántate, que te llama". El cual, arrojando su capa, al instante se puso en pie, y vino a El. Y Jesús le dijo: "¿Qué quieres que te haga?" El ciego le respondió: "Maestro, que yo vea". Y Jesús: "Anda, que tu fe te ha curado". Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino. (vv. 46-52)
 
San Jerónimo
El nombre de la ciudad corresponde a la ya próxima pasión del Señor 1. "Después de esto -dice- llegaron a Jericó". Este nombre significa luna o anatema. Porque, cuando se acerca el abatimiento de la carne de Cristo se prepara la Jerusalén celestial.
"Y al partir de Jericó, un ciego", etc.
 
Beda
San Mateo dice que eran dos los ciegos que sentados junto al camino, imploraban a Cristo y recobraron la vista. San Lucas afirma que cuando se aproximó el Señor a Jericó curó del mismo modo a un ciego. Pero nadie -por lo menos ningún hombre prudente- pensará que se contradicen aquí los evangelistas, pues lo que hay aquí es que uno refiere con más extensión lo que omite el otro. Debe entenderse, pues, que uno de los ciegos era muy conocido, circunstancia que se desprende de citarlo San Marcos con su nombre y el de su padre.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,65
San Marcos, por consiguiente, quiso referir solamente la cura de aquél que, por ser más conocido, hacía más célebre el milagro. Ahora, por lo que hace a San Lucas, debemos entender que habla de otro ciego, cuya milagrosa cura obró el Señor de un modo enteramente igual.
"Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno", etc.
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
El ciego llama al Señor hijo de David, oyendo las alabanzas de la muchedumbre que pasa, convencido de que se cumplían en El las profecías.
"Y reñíanle muchos para que callara".
 
Orígenes, in Matthaeum, tomo 16 tract. 13
Como si dijese: Los que ya creían pretendían hacerle callar y le increpaban porque llamaba hijo de David al Salvador, denominación en verdad muy indigna de El, en vez de hijo de Dios. Pero él no desistió. "Sin embargo, él alzaba mucho más el grito", etc. Oyó el Señor sus gritos y, "parándose entonces Jesús -dice el texto- lo mandó llamar". Ved, pues, cómo el ciego que menciona San Lucas es inferior a éste, porque no lo llamó Jesús, como dice San Mateo, ni lo mandó llamar, como se refiere aquí, sino que mandó se lo trajeran, puesto que no podía venir él por sí mismo.
Este ciego, por el contrario, fue llamado por mandato del Señor, según estas palabras: "Y le llamaron, diciéndole: Ea, buen ánimo, levántate que te llama". Y continúa: "El cual, arrojando su manto, se puso de pie al instante, y vino a El". Acaso el manto de este ciego mendicante es la pobreza y la ceguera en que se halla envuelto, y arrojándolo, llega al Señor, quien le pregunta: "¿Qué quieres que te haga?"
 
Beda
¿Podía acaso ignorar lo que quería el ciego Aquél que podía dar la vista? Pero lo interroga para que pida, para que se entregue de corazón a la oración.
 
San Juan Crisóstomo, homilae in Matthaeum 66,1
O bien: lo interroga para que no se creyera que concedía otra cosa que lo que deseaba, siendo su costumbre hacer que se manifestase el deseo de los que había de curar y aplicar el remedio entonces, a fin de suscitar la confianza de los demás y mostrar que el que iba a ser curado era digno de serlo.
"El ciego le respondió: Maestro mío, haz que yo vea".
 
Beda
No hay nada que pueda desear el ciego con preferencia a la vista, puesto que tenga lo que tenga, no puede verlo.
 
Pseudo-Jerónimo
Considerando, pues, la espontaneidad de este ruego, le recompensa llenando su deseo.
 
Orígenes, super Matth. tract. 13
Más digno es decir Maestro mío, o Señor, según se lee en otros, que hijo de David. Así es que el Señor, que no le dio la vista cuando lo llamó hijo de David, se la dio al llamarlo Maestro. "Jesús -continúa- le dijo: Anda, que tu fe te ha salvado. Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino", etc.
 
Teofilacto
Y el ciego manifestó su gratitud a Jesús, siguiéndolo en vez de dejarlo.
 
Beda
En sentido místico, Jericó, que se interpreta luna, designa nuestra mutabilidad. Y es ya cerca de aquella ciudad en donde dio el Señor la vista al ciego, porque después de haberse hecho carne y aproximándose la pasión, atrajo a muchos a la fe. Y no fue en los primeros tiempos de su encarnación, sino pocos años antes de su pasión, cuando reveló al mundo el misterio del Verbo.
 
Pseudo-Jerónimo
También la ceguera de los judíos desaparecerá al fin cuando les mande al profeta Elías.
 
Beda
Que el Señor diera la vista a uno solo al acercarse a Jericó, y a dos al partir de esta ciudad, significa que antes de su pasión predicó sólo al pueblo judío, y después de su resurrección y ascensión manifestó a los judíos y los gentiles por medio de los apóstoles los misterios de su divinidad y de su humanidad. Lo que escribe San Marcos del ciego curado hace referencia a la salvación de los gentiles, puesto que presentaba así a los que instruía en la fe la figura de su salvación. Pero San Mateo, que escribía su Evangelio para los que creían de entre los hebreos y para los gentiles a cuya noticia iba a llegar con el tiempo, habla de la cura de dos ciegos, a fin de enseñar que ambos pueblos habían de alcanzar la gracia de profesar la misma fe. Al salir el Señor de Jericó seguido de sus discípulos y de una muchedumbre de gente, se hallaba sentado el ciego pidiendo a orillas del camino. Porque el pueblo de los gentiles empezó a tener esperanza de ser iluminado cuando, seguido de muchos fieles, subió el Señor a los cielos, en donde entraron juntos con El los elegidos desde el principio del mundo. Este pueblo de los gentiles estaba sentado entonces pidiendo junto al camino, porque aún no había entrado en el camino de la verdad, aunque se esforzaba para llegar a él.
 
Pseudo-Jerónimo
También pide hambriento a orillas del camino el pueblo de los judíos que conserva la Escritura y no la cumple. Y clama diciendo: "Hijo de David, ten compasión de mí", porque su derecho a la luz está fundado en los méritos de los patriarcas. Conmínanle muchos para que calle, porque el pecado y el demonio ahogan la voz del pobre. Pero él gritaba más, porque, agravándose la lucha, es preciso clamar levantando las manos hacia la roca de salvación, es decir hacia Jesús Nazareno.
 
Beda
Habiéndose hecho famoso el nombre de Cristo, el pueblo de los gentiles trataba de unirse a El a pesar de la oposición de muchos: primero de los judíos y luego también de los gentiles, quienes no querían que el mundo una vez iluminado invocase al Señor. Sin embargo, su furiosa oposición no podía apartar de la salvación a los que estaban destinados a la vida. Al pasar Jesús oyó al ciego que gritaba, porque se compadecía por su humanidad, como por el poder de su divinidad disipa las tinieblas de nuestro entendimiento: por nosotros es por quienes nació y padeció Jesús, como quien está de paso porque esta acción es temporal, así como es atributo de Dios el disponerlo todo de un modo inmutable. El Señor llama al ciego que gritaba cuando manda la palabra de la fe al pueblo de las naciones por medio de sus ministros, quienes llamando al ciego le ordenan que se levante y se acerque al Señor, esto es, predicando a los ignorantes les mandan que tengan esperanza de su salvación, que se levanten del fango de los vicios y que se dispongan al estudio de las virtudes. Arrojando su manto, al instante se pone en pie, como el que liberado de los obstáculos que ofrece el mundo, se adelanta con paso ligero hacia el dador de la luz eterna.
 
Pseudo-Jerónimo
El pueblo judío se pone también en pie, despojándose del hombre viejo, como un cervatillo que salta en el monte cuando, deponiendo su negligencia y considerando en las alturas a los patriarcas, los profetas y los apóstoles, se adelanta hacia las cosas celestiales. Tal es, pues, el orden de la salvación: oír primero a los profetas, clamar después con la fe y, por último, ser llamados por los apóstoles, levantarse por la penitencia, despojarse por el bautismo, e interrogar por el deseo. El ciego, a quien interroga Jesús, pide ver la voluntad del Señor.
 
Beda
Imitémosle, pues, pidiendo al Señor, no las riquezas, no los bienes terrenos, ni los honores, sino la luz que nos hace ver como solo los ángeles ven. El camino para ello es la fe, y por eso el Señor contesta al ciego: "Anda, que tu fe te ha salvado". Ve, pues, y sigue al que obra el bien que ve su inteligencia. Porque el que hace el bien que conoce, y el que imita a Jesús, que no quiso la prosperidad en este mundo y toleró el oprobio y el desprecio, ése es el que lo sigue. Y porque perdimos la alegría interior por el goce de lo temporal, nos muestra con cuánta amargura se vuelve a ella.
 
Teofilacto
Dice que siguió al Señor en el camino, es decir, en esta vida, porque después de ella son excluidos de la eterna todos los que aquí no le siguieron, cumpliendo sus mandamientos.
 
Pseudo-Jerónimo
O bien: esta vida es aquélla que ha dicho: "Yo soy la verdad y la vida" ( Jn 14,6). Esto es, el camino estrecho que conduce a las alturas de Jerusalén y de Betania, al monte de los Olivos, que es el de la luz y del consuelo.
 
Notas
1. Jericó marca un hito importante en la ruta del Señor a Jerusalén, donde le darán muerte y resucitará al tercer día. Algunos han visto en el pasaje como un cierto acento sobre la proximidad del cumplimiento de las predicciones del Señor Jesús, en relación a los misterios de su pasión y muerte.