EI nacimiento de la J.O.C. en Bélgica (1924) y en Francia (1926), en
pleno auge de las juventudes Católicas, significa un salto cualitativo
en los objetivos y en el método de la Acción Católica, cuya
trascendencia se manifestará con el paso del tiempo.
En España hubo varios intentos de
introducir la J.O.C., durante el período republicano, dentro del marco
de la Acción Católica Española. Pero las reticencias fueron fuertes.
Se temía por la formación, que no se consideraba suficientemente
asegurada con el método de Encuesta (revisión de vida), frente a la
solidez que había adquirido el método de Círculos de Estudio.
No obstante, de Santiago surgen unas
normas experimentales para la especialización, que abrirán
definitivamente las puertas a los Movimientos Especializados de Acción
Católica. Estas normas no caen como llovidas del cielo, sino que los
propios acontecimientos preparan el terreno y fuerzan a conseguirlas. En
1946 había nacido, en España, la Hermandad Obrera de Acción Católica
(H.O.A.C.) y en 1947 la Juventud Obrera Cristiana (J.O.C.). Poco después
se organiza la Juventud Universitaria de Acción Católica (J.U.M.A.C.).
Las ramas adultas no experimentan un
desarrollo de la especialización tan homogéneo como el de las ramas
juveniles. Además de la H.O.A.C., existe la Unión de Graduados de Acción
Católica, el Movimiento Rural de Acción Católica y Acción Social
Patronal, que son considerados como verdaderos movimientos
especializados por la rama de Hombres de Acción Católica; pero se
mantiene una explícita orientación de la rama, en cuanto tal, y de la
de Mujeres hacia los planteamientos de la Acción Católica General: no
distinción de ambientes y colaboración con las iniciativas
parroquiales en las que predomina lo cultural, lo caritativo-asistencial
y lo catequético sobre lo estrictamente misionero. El Apostolado
Castrense y la Acción Católica Familiar de aquellos tiempos difícilmente
se podrían encuadrar en los parámetros de los Movimientos
Especializados.
En efecto, Pío XII había propuesto a la
Acción Católica un espíritu de acción frente a angelismos
espiritualistas y a pertenencias nominales y pasivas. Por otra parte, el
nacimiento de los Movimientos Especializados es consecuencia inevitable
del dinamismo apostólico de la Acción Católica y de las explícitas
incitaciones de los Papas a actuar en el terreno social: mejor
distribución de las riquezas, apoyo y sostén del obrero, etc. Pío XI
había dicho a Cardinj: " La J.O.C. ha interpretado
perfectamente mis directrices sobre la Acción Católica." Y Pío
XII había afirmado que la actividad de la Acción Católica se extiende
al campo religioso y social, es decir hasta donde llega la misión de la
Iglesia.
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Aunque la declaración introductoria de estos Estatutos afirma que no se
trata de "una mutación en la sustancia", sí que contienen
una verdadera mutación "en cuanto a la forma y organización
accidental". He aquí las principales diferencias con las
anteriores Bases:
- Asimila la teología de Pío XII sobre el laicado: los laicos son
Iglesia, construyen la Iglesia, son la línea más avanzada de la
Iglesia.
- Se canalizan las fuerzas y se intenta
evitar que los Movimientos se desorbiten y puedan desarrollarse al
margen de su Rama.
- Se eliminan las asociaciones adheridas,
propiciadas en las anteriores Bases, con lo cual se consuma un cierto
"cisma en el apostolado seglar", al quedar la Acción Católica
como una asociación excesivamente singular. Se mantienen, sin embargo,
las Asociaciones Filiales. Es oportuno recordar que de la Acción Católica
habían nacido instituciones eclesiales tan importantes como Cáritas
Española, Manos Unidas y los Centros de Cultura
Popular, por citar las más significativas, que poco a poco
adquirirían autonomía propia.
- Se introduce un cambio radical en el método
de formación apostólica, en conformidad con la metodología de los
Movimientos Especializados (método de encuesta-revisión de vida).
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La aparición y desarrollo de los Movimientos Especializados dentro del
seno de la Acción Católica, a lo largo de todo este período, es
consecuencia de su dinamismo apostólico. Fue precisamente su preocupación
por la evangelización la que le Ilevó a perfilar unás opciones
fundamentales que impregnan toda la ideología y metodología de los
Movimientos Especializados y que provocaron un claro despegue de éstos
respecto a la Acción Católica de la postguerra, la de los Centros
Generales y los Círculos de Estudio.
Tales opciones tienen su origen en la
confluencia dialéctica de "la verdad de experiencia"
(lo que ocurre cada día en la vida de los hombres y mujeres del propio
ambiente) con "la verdad de fe" (lo que Dios quiere
que sea la vida de esos hombres y mujeres). La frecuente contradicción
entre la realidad y el plan de Dios es motor del dinamismo apostólico.
En este contraste se abre paso una opción teológica: la encarnación
en el propio ambiente para anunciar y evangelizar, para liberar y salvar
desde dentro de la propia realidad; y una opción metodológica: el análisis
de la realidad y su contraste con el Evangelio, que propicia un nuevo
modo de formación, la formación por la acción.
A título de ejemplo, conviene recordar
que la J.O.C. consiguió por primera vez que la Iglesia se enraizara en
la masa de los jóvenes trabajadores, formó militantes y dirigentes,
arrebató al comunismo el monopolio de la orientación de la juventud
obrera y, en sus acciones de masas, Ilegó a albergar a 150.000 jóvenes.
Estos datos, unidos a la promoción rural, a la acción de la J.E.C. en
los medios estudiantiles y de la J.I.C. en los independientes, son el
mejor exponente de la necesidad y validez de estos Estatutos.
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Durante una década al menos, los Movimientos Especializados de Acción
Católica viven una época de constante crecimiento, de serio impacto
apostólico y de creciente prestigio, particularmente entre la juventud
y en el mundo obrero. Podría situarse esta etapa entre los años 1955 y
1965. En 1955 tuvo lugar la Reunión de Presidentes Diocesanos en La
Granja, donde se da el espaldarazo definitivo a la especialización; en
1959 se aprueban los nuevos Estatutos; y en 1965 tiene lugar la Asamblea
de Juventud.
Pero persisten problemas de fondo,
vividos en la caja de resonancia de unos contextos socio-político y
eclesial, que más hacen de amplificadores que de amortiguadores de los
conflictos. Todo ello desencadenará, a partir de 1966 y hasta una fecha
que podemos situar en 1972 (fecha en la que la Conferencia Episcopal da
unas nuevas Orientaciones Pastorales para el Apostolado Seglar), una
serie de acontecimientos que se conocen como "crisis de la Acción
Católica".
a) LOS ACONTECIMIENTOS.
He aquí los más significativos:
- La Asamblea de Juventud, promovida por
los movimientos juveniles (J.A.R.C., J.E.C., J.I.C., J.O.C. y Movimiento
JUNIOR), que congregó en Madrid a 2.000 delegados. Era el colofón de
una acción conjunta o campaña común con directrices particulares para
cada Movimiento, bajo el lema "La participación activa de la
juventud en la sociedad actual". El desarrollo de la campaña
implicaba el trabajo desde la base, en los equipos de militantes y en
los ambientes. Cuajó en cuatro días de Asamblea, a finales de junio de
1965. Dio a luz un importante "Manifiesto de la Juventud", que
reflejaba la situación de los jóvenes españoles y hacía una serie de
peticiones a la Iglesia, a la sociedad y a los propios jóvenes,
orientadas a superar los problemas detectados.
- Las VII Jornadas Nacionales de la Acción
Católica Española, celebradas en el Valle de los Caídos en 1966. El
significativo número de los asistentes -dirigentes, consiliarios y
obispos- demuestra el interés que despertaron los temas a tratar. Se
pretendía una revisión profunda de la Acción Católica a la luz del
Concilio.
- Los acontecimientos puntuales que se
suceden incrementarán y pondrán de relieve la tensión y la
desconfianza de la Jerarquía hacia los Movimientos Especializados de la
Acción Católica: críticas concretas a los métodos de formación, y
prohibición de hacer declaraciones e interpretaciones públicas
referentes a los hechos sociales y políticos.
- La celebración de una Asamblea
Plenaria de la Conferencia Episcopal sobre el Apostolado Seglar y la
aprobación de unos nuevos Estatutos para la Acción Católica, que
tiene lugar en 1967, no logró disipar el clima de desconfianza mutua.
En septiembre de 1966 se produce el cese reglamentario, pero
excesivamente fulminante y significativo de varios consiliarios
nacionales, y en abril de 1967 la dimisión de varios presidentes y
dirigentes nacionales.
- Finalmente, se produce un éxodo de
militantes que hay que relacionarlo con el desencanto producido por los
anteriores acontecimientos. Este éxodo provoca el desmantelamiento de
los Movimientos Especializados de Acción Católica, mientras que la
Acción Católica General no termina de despegar en el ámbito de los jóvenes
y en el de los adultos se mantiene en una situación indefinida.
Los acontecimientos reseñados afectaron
casi exclusivamente a la Acción Católica Especializada, mientras que
la Acción Católica General, más tradicional en sus planteamientos y métodos,
fue considerada como adicta a la Jerarquía e incluso primada por ésta,
pero impermeable a la renovación profunda patrocinada por el Concilio
Vaticano II.
b) LOS CONTEXTOS.
Si éstos son los hechos, en su descripción
puntual, para una correcta comprensión de los mismos no se puede dejar
de lado los contextos político y eclesial en los que tienen lugar.
- EI contexto politico. La
situación política de los años 60 es sobradamente conocida, por lo
que no se va a desarrollar.
- El contexto eclesial. El
Concilio Vaticano II es ocasión para que emerja a la superficie una
crisis latente y largamente incubada en la Iglesia española.
c)
LAS DIMENSIONES DE LA CRISIS.
La crisis, por lo tanto, fue una crisis
compleja, que reclama un diagnóstico prudente. Como aproximación a
este diagnóstico nos atrevemos a decir que fue una situación en la que
se entrecruzaron tres crisis: de la identidad cristiana en los
militantes, de las relaciones entre la jerarquía y los Movimientos que
llevaba consigo una cierta crisis de identidad eclesial, y del modelo
histórico de Acción Católica.
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