En la superación de la crisis han influido diversos factores. Enumeramos
los que parecen más significativos:
- Por de pronto, el tesón y vitalidad de la propia Acción Católica, su
conciencia de misión, que la ha llevado a reconstruir la identidad
cristiana y eclesial, que había quedado dañada durante la crisis.
- El cambio experimentado en los contextos
eclesial y social. El cambio eclesial favorece una actitud más dialogante
entre la Jerarquía y los Movimientos.
- Finalmente, es importante reseñar el
esfuerzo de renovación emprendido por algunos Movimientos de Acción Católica
General, dentro de las coordenadas ideológicas y metodológicas de los
Movimientos Especializados.
Vamos a señalar los hitos más importantes
de este proceso de reconstrucción.
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La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, que nunca perdió el contacto
con la Acción Católica y estaba interesada en ese empeño de
reconstrucción, promueve en 1972 la elaboración de unas
"Orientaciones pastorales", que recogen tanto la doctrina del
Vaticano II como la realidad y experiencia del Apostolado Seglar en la
Iglesia española. Desea hacer un esfuerzo para no llegar tarde y para
"no imponer otros limites que los de la fidelidad a Cristo y a los términos
en que El ha encargado a la Iglesia su misión".
Aunque dirigidas a todo el Apostolado
Seglar, dedican un apartado completo y varias referencias en otros a la
Acción Católica, de la que los obispos esperan que "venga a ser
fermento de vida comunitaria", "prepare a sus militantes para el
diálogo, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil",
"despierte la conciencia social de los cristianos", "haga
presente a la Iglesia en los diversos ambientes" y "cree
dinamismo misionero dentro de las mismas comunidades cristianas".
No fue demasiado tarde. Los movimientos más
comprometidos encontraron, en estas Orientaciones, una ratificación a sus
esfuerzos, pistas de reflexión sobre las exigencias de la fe y un nuevo
clima de diálogo. Para los más remisos supusieron un estímulo para su
compromiso en lo social-político y para la revisión de sus propias
estructuras.
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Como consecuencia de la crisis, se habían multiplicado los prejuicios
entre los diferentes Movimientos, lo que dio origen a una situación de
aislamiento y desconocimiento mutuo, tanto en el plano diocesano como en
el nacional.
Dejan de funcionar la mayor parte de las
Juntas Diocesanas. La Junta Nacional, aunque sigue existiendo, es
inoperante. Con ánimo de superar las dificultades que encontraba para
ejercer su función, se quiso poner en marcha una Coordinadora que agrupó
a todos los Movimientos, Generales y Especializados, pero las diferencias
que separaban a unos Movimientos de otros eran demasiado grandes y apenas
tuvo efectividad. Paralelamente, se constituyó otra Coordinadora a la
que, en principio, sólo pertenecieron los Movimientos que se consideraron
más afines u homogéneos entre sí. Esta nueva Coordinadora ha llevado a
cabo un auténtico esfuerzo de recuperación, logrando aglutinar
paulatinamente a la mayor parte de los Movimientos y la propia Junta
Nacional asumió la función de presidirla.
La Coordinadora promoverá un amplio
programa de trabajo y estudio en común entre las Comisiones Nacionales de
los Movimientos. Gracias a ella se han podido tomar decisiones conjuntas
sobre asuntos organizativos y se ha reflexionado sobre temas tan
importantes, como planes de formación, la opción por los pobres, la
metodología de revisión de vida, la eclesialidad y la presencia
evangelizadora. También se han redactado reflexiones comunes sobre temas
puntuales, como ocurrió con el debate sobre el aborto a propósito de su
despenalización en España. Es, además, en el seno de la Coordinadora
donde nace el Proyecto de futuro para la Acción Católica.
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De especial importancia son los contactos mantenidos con el Episcopado,
especialmente con los obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado
Seglar. Es útil reseñar el encuentro celebrado en 1983, con una nutrida
representación de la Conferencia Episcopal. En un clima más distendido y
de mayor confianza mutua se han tratado temas de gran importancia para la
reconstrucción de la Acción Católica.
- En 1979 y 1980 se estudiaron dos
proyectos de la Coordinadora en sus relaciones con la Comisión Episcopal
de Apostolado Seglar.
- En 1981 y 1982 el tema central de estas
conversaciones fue la elaboración de unas nuevas Bases y Estatutos de la
Acción Católica en consonancia con la nueva situación de la Acción Católica.
Después de un largo itinerario, estas Bases y Estatutos de la Federación
de Movimientos de Acción Católica han sido aprobadas por la Conferencia
Episcopal en noviembre de 1993.
- En 1985 se empieza a lanzar la mirada
hacia el futuro. "Retos que hoy tiene la Iglesia en nuestra sociedad
para hacer posible la evangelización" es el tema del encuentro de
este año con la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.
- Abril de 1989:
Presentación del documento "La Acción Católica hoy. Nueva
configuración" a la Conferencia Episcopal, durante su "L
Asamblea Plenaria", con participación de los presidentes y
consiliarios Nacionales de todos los Movimientos. El documento es bien
acogido y queda abierto a las aportaciones de los obispos.
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Durante la década de los ochenta se ha ido abriendo paso, en la Iglesia
española, el deseo de una mayor organización del laicado cristiano.
Algunos temen que se ceda a la tentación de la nostalgia o de reintentar
la aventura de cerrar filas frente a la marginación u hostilidad que la
moderna sociedad mantiene ante lo religioso y, más específicamente, ante
lo cristiano. Sin embargo, el que exista un riesgo no va a frenar lo que
de razonable hay en esa aspiración a impulsar un apostolado seglar
organizado, con profundo sentido evangelizador para los tiempos actuales,
y vinculado -cordialmente, con franqueza y lealtad- a las Iglesias
locales. Este instrumento laical al servicio de la evangelización ha sido
en el pasado la Acción Católica; ¿por qué no va a seguir siéndolo en
el futuro? Algunos hechos manifiestan la emergencia de esta aspiración.
Citaremos tres acontecimientos especialmente significativos.
1. El discurso del Papa al Apostolado
Seglar, reunido en Toledo, durante su visita pastoral a España en 1982.
En él saludó a todos los movimientos presentes, entre ellos a la Acción
Católica, aludió a las situaciones críticas vividas y animó
al apostolado con estas palabras:
"Sé
que se han ido superando entre vosotros situaciones críticas de identidad
asociativa. Ha llegado la hora de superar definitivamente esas situaciones
con un análisis lúcido que permita conocer las causas y, sobre todo,
rechazar los errores que se hayan podido infiltrar entre nosotros. Pienso,
sin embargo, que son mucho más fuertes las fidelidades y renovados
entusiasmos cristianos de vuestras asociaciones, que el Papa quiere
alentar hoy con su presencia, con su afecto y con su oración."
2. El Congreso de
Evangelización y Hombre de hoy, celebrado en 1985, fue un verdadero
acontecimiento eclesial y una lúcida reflexión sobre la evangelización
en las actuales circunstancias que vive la Iglesia española. La conclusión
14 del documento final destaca "por su peculiar incidencia en la
evangelización misionera" algunas líneas de actuación, entre las
que se señala "la potenciación de comunidades eclesiales y
movimientos apostólicos con talante misionero". Estos movimientos
apostólicos no son otros que los de la Acción Católica, sobre los que
se dice en una de las ponencias: "Dentro de las asociaciones de
seglares merecen ser destacados los movimientos apostólicos. Son un
camino precioso y actual de evangelización. A través de los movimientos
apostólicos han sido educados en la fe y han sido incorporados a la misión
innumerables cristianos. Estamos seguros de que los esfuerzos que
actualmente se hacen para relanzarlos serán coronados con el éxito".
3. Por fin, el Congreso de
Parroquia Evangelizadora, celebrado en 1988 como desarrollo práctico del
anterior Congreso de Evangelización, puso de relieve la importancia
misionera de la Parroquia. Las alusiones a los movimientos apostólicos,
como instrumentos al servicio de las parroquias para la evangelización,
fueron frecuentes. Pero una de las líneas de acción del documento final
fue del todo explícita al proponer "apoyar a los movimientos
apostólicos, preferentemente a los de Acción Católica, orientando hacia
ellos a creyentes valiosos, jóvenes y adultos, buscando, si es necesario,
la mutua complementación de parroquias y movimientos especialmente en el
nivel de arciprestazgo o zona".
Con este clima y en esta tierra abonada ha brotado, desde el mismo seno de
la Acción Católica, la convicción de que se debía dar el "salto
cualitativo" al que más arriba nos hemos referido. La reflexión
conjunta que cuajó en el citado documento "La Acción Católica
hoy. Nueva configuración", ya está dando fruto.
En el momento de concluir este recorrido
puede decirse que la Acción Católica Española ya está en el futuro. Un
futuro previsto dentro de las coordenadas elaboradas tan
trabajosamente durante la década de los 80 y sancionado con la aprobación
de las nuevas Bases y Estatutos por parte de la Conferencia Episcopal a
finales de 1993.
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