LUNES DE LA SEMANA 1ª DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1.- Hb 1, 1-6

1-1.

VER NAVIDAD DIA 2ª LECTURA


1-2. /Hb/LIBRO:

La Epístola a los Hebreos, que leeremos durante cuatro semanas no se parece a los escritos de san Pablo. El conjunto de los exegetas coinciden ahora con los Padres de la Iglesia latina quienes, durante los cuatro primeros siglos no atribuyeron ese texto a san Pablo, sino a uno de sus discípulos. Además, no se trata de una «carta» como las otras, sino de un «sermón». Se formuló esta hipótesis: un discípulo de san Pablo pronuncia ante éste una homilía cuyo valor es apreciado por el apóstol, pues, aunque el estilo sea diferente del suyo, reconoce en ella las grandes líneas de su propia catequesis. Pablo envía entonces ese sermón a sus comunidades y añade su autoridad mediante una salutación personal (Hebreos 13, 22).

De origen paulino, pero redactada por un discípulo anónimo, esa homilía es de una extraordinaria densidad humana y teológica. Además su lectura requiere un esfuerzo pues, destinada sin duda a judíos conversos, alude a ritos de sacrificio de animales y a una interpretación simbólica de la Biblia... todo lo cual puede desorientar a un lector moderno. Para no extraviarse es preciso entrar en la dialéctica del autor y dejarse guiar por comentarios de tipo exegético.

-Muchas veces y de diversas formas habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. Pero en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo. Un Dios que no cesa de "hablar", un Dios que se «comunica» con los hombres, ¡tal es nuestro Dios!

Esta primera frase anuncia también el asunto, el tema que será tratado: el Antiguo Testamento anuncia y prefigura a Cristo. Jesús es la palabra última de Dios, su Palabra definitiva.

-El Hijo a quien instituyó heredero de todo y por quien creó los mundos.

Este «aletazo» que de golpe nos conduce a las cimas del misterio de Cristo, nos recuerda el prólogo de san Juan: «todo fue hecho por El, y sin él nada se hizo» (Juan 1, 3).

Cuán lejos estamos de las actuales tentativas reductoras, que querrían simplificar a Jesús de Nazaret reduciéndolo al Hombre perfecto, el superhombre, el mito de esto o de aquello.

-Reflejo esplendente de la Gloria del Padre, impronta perfecta de su ser.

El hijo de María, el muchacho carpintero de Nazaret, el hombre sensible a los sufrimientos del pueblo sencillo, el amigo fiel que llora la muerte de los que ama... ¡sí! Pero también el Hijo de Dios, Luz de luz, Resplandor de la Gloria de Dios, impronta perfecta del Ser de Dios.

-El Hijo que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad divina, en las alturas.

Las imágenes se acumulan para afirmar la divinidad de Jesús:

1. Como Dios, es Creador, y mantiene en la existencia a todas las cosas. En efecto, la creación no está terminada. La palabra todopoderosa de Jesús está terminando la humanidad.

2. Es salvador y purificador, como sólo Dios puede ser.

«¿Quién puede perdonar los pecados?» (Mc 2, 7).

3. Está asociado a la Gloria, a la Majestad.

Con una superioridad sobre los ángeles.

Toda la siguiente demostración tiende a afirmar esta supremacía. El judaísmo de aquel tiempo veía "ángeles" por todas partes. Para respetar la grandeza y la invisibilidad de Dios, se había multiplicado esos «mediadores», esos intermediarios. El hombre de hoy se ha procurado otros "protectores": la ciencia, la técnica, el progreso. ¿Sabemos reconocer la supremacía de Cristo sobre todo esto?

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 8 s.


2.- 1S 1, 1-8

2-1.

Durante las cinco semanas siguientes meditaremos la historia de David, precedida de la de Samuel. En el desarrollo de la historia de Israel, el período de David es un período de estabilización: David, joven pastor de una humilde familia de Belén es el verdadero fundador de la realeza. Comienza su vida como "jefe de banda" en operaciones de "comandos" contra los filisteos, luego conquista Jerusalén y se instala como rey en esta ciudad. Ese personaje, subido de color, de vida aventurera, antepasado de Cristo, está muy lejos de ser un «hombre perfecto»... Es un hombre pecador como todos nosotros. A lo largo del tiempo escucharemos el relato de sus búsquedas, de sus dificultades, de sus éxitos. El proyecto de Dios va realizándose a través de esos acontecimientos ambiguos. Gracias, Señor, por revelarnos con ello que nuestras vidas son también una mezcla de bien y de mal. Ayúdanos a vivir nuestro propio itinerario personal insertándolo en el más vasto itinerario de tu Pueblo en marcha.

-La madre de Samuel: un clima de extrema pobreza humana.

Este es un cuadro realista de la condición feminista hacia el año 1000 antes de Jesucristo: Ana, mujer de Elkama, es estéril -y esto crea ya una atmósfera de frustración dolorosa-... pero, además, la poligamia de aquel tiempo refuerza el infortunio de la pobre Ana, pues la rival Penina, con sus afrentas diarias, mantiene el clima de angustia, apenas sostenible.

En un tal contexto, ¿cómo no dudaría una mujer del amor de su marido hacia ella? El hogar mismo está herido.

-«Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué estás triste? ¿Es que no soy para ti mejor que diez hijos?»

Sí, la moral es muy baja en esa casa; y el pobre Elkana no sabe como ayudar a su mujer. Quisiera hacerlo. Nos resulta incluso simpático en su torpeza, pero esto no soluciona nada, aparentemente. En esa situación de extrema pobreza espiritual, Ana descubrirá la maravilla del amor de Dios para con ella.

-Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos. (Mateo 5, 3). Si el grano de trigo no muere, queda él solo. (Juan 12, 24). ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? (Lucas 24, 26). Cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte (II Corintios 12, 10).

En esa escena concreta de sufrimiento de un matrimonio, reconocemos el misterio de Jesús: la pobreza, a la que se promete la dicha... la cruz y el fracaso aparente que se transforman en mañana de Pascua... la afirmación de la gracia de Dios, capaz de encontrar una salida a las situaciones más desesperadas...

Señor, como la madre de Samuel, me remito a tu amor.

Ayudadnos, Señor, a asumir todos los acontecimientos de nuestras vidas.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 8 s.


2-1. /1S/01/01-19

Entre hoy y los tres días siguientes leeremos enteros -raro honor en los nuevos leccionarios- los tres capítulos que forman el relato del nacimiento y la vocación de Samuel; sólo saltamos al cántico de Ana, que con razón utiliza la liturgia como cántico o salmo, y no como lectura, y que, además, debía de referirse originariamente a un rey (v 10), mientras aquí la acción se supone que pasa cuando «no había... rey en Israel, y hacía cada uno lo que le parecía bien» (Jue 17,6; 21,25). De las cuatro etapas redaccionales de los libros de Samuel, la historia de la infancia del profeta pertenece probablemente a la última, los tiempos finales de la monarquía, cuando la suerte del templo de Siló es en boca de los profetas motivo de exhortación para no fiarse del templo de Jerusalén y convertirse.

Esta historia ha sido colocada delante del ciclo de tradiciones relativas a Samuel, de la misma manera que Mt y Lc antepusieron dos capítulos de relatos de infancia a sus evangelios respectivos. Tal es el sentido que, ya en las biografías paganas tienen las narraciones de infancias extraordinarias: dar por adelantado como una síntesis explicativa de aquello que el personaje está llamado a ser. En las biografías paganas, además, quieren indicar como un presagio fatalista del futuro; los relatos bíblicos, en cambio, proclaman la libre iniciativa de Dios, que dirige el curso de la historia, rompe situaciones que parecían sin salida y abre nuevos caminos a su pueblo por medio de un escogido suyo. Esta iniciativa todopoderosa de Dios es especialmente subrayada por el tema del nacimiento prodigioso, de madre estéril (Isaac, Sansón, Juan Bautista), o de la criatura providencialmente salvada de la muerte (Moisés). Dios no necesita esperar que aparezca el hombre idóneo: lo crea; y, milagrosamente aparecido, la gente se pregunta qué querrá hacer Dios de él. El escogido hace su papel para dejar paso después a lo que haya de venir.

El templo de Siló -etapa intermedia en la historia de las presencias divinas entre la tienda del desierto y el templo de Salomón- guarda el arca de la alianza, símbolo de la confederación de las tribus israelitas. Estos cc. 1-3 son ricos en detalles de expresividad ingenua y a la vez realista sobre la religión de Israel en tiempos remotos: peregrinaciones -seguramente la fiesta de las tiendas-, banquetes sagrados, un sacerdocio no exclusivamente levítico -es admitido en él el efraimita Samuel- y unos sacerdotes que escandalizan al pueblo. La pureza del yahvismo se vela por el contacto con los cultos paganos de Canaán: la fiesta en honor del Señor degenera a veces en orgía. Eli, que no sabe o no puede corregir los abusos de sus propios hijos, quiere reprimir los excesos de la piedad popular y recrimina a aquella mujer que él cree ebria. Pero cuando la pobre Ana le ruega humildemente que no la confunda con una perdida ni con ninguna de aquellas desvergonzadas con que yacían los hijos de Elí (cf. 2,22), y «derrama su alma afligida» -¡magnífica definición de la plegaria!- ante el sacerdote, tal como lo había hecho ante Dios, Elí se inclina ante aquella religiosidad tan auténtica y la bendice con su palabra sacerdotal eficaz. A menudo han de aprender los sacerdotes de la fe del pueblo y el pueblo ha de aceptar la mediación de los sacerdotes, aunque no siempre sean fieles del todo.

H. RAGUER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 654 s.)


3.- Mc 1, 14-20

3-1.

VER DOMINGO 03B LECTURA 3ª


3-2.

Durante las nueve primeras semanas del año hacemos la lectura continua del evangelio según san Marcos, el primero que se puso por escrito y el más corto de los evangelios. Los trece primeros versículos, que no leemos aquí, porque se leyeron durante los domingos precedentes, relatan muy brevemente la "predicación de Juan Bautista", "el bautismo de Jesús" y "el retiro preliminar de Jesús en el desierto, donde fue tentado"...

-Después que Juan fue preso, Jesús marchó a Galilea, predicando la "buena nueva" de Dios.

Jesús humildemente sigue la predicación de Juan. Le ha dejado llegar hasta el final de su misión de precursor. A su desaparición, le llega a Jesús el turno de entrar en escena. ¿Sé yo dejar su lugar a los demás? Juan Bautista fue pues "detenido", y encarcelado. En esta situación dramática -la "buena nueva" es un estorbo y los portavoces de Dios son mal vistos- es cuando Jesús comienza: ya puede prever lo que le esperará dentro de algunos meses.

-Decía "Los tiempos se han cumplido... y el Reino de Dios está cerca... Arrepentíos... y creed en la "buena nueva..."

Voy a meditar pausadamente sobre estas cuatro palabras.

Jesús desde el principio se considera ser el término de todo el Antiguo Testamento. El tiempo fijado por Dios para cumplir sus promesas ha llegado. Una nueva era comienza. Abraham, Moisés, David, los Profetas... no eran más que una preparación: "Yo llego... cumplo... termino... Pretensión exorbitante. Se ha creído a veces poder soslayar la cuestión engorrosa que suscita la personalidad de Jesús, tratando de suprimir los milagros o de explicarlos humanamente. De hecho la conciencia que posee Jesús de su vinculación privilegiada con Dios está presente en todas las páginas del evangelio. Si se rehúsa admitir la divinidad de Jesús, no sólo se tendrán que romper algunas páginas molestas... toda la trama del evangelio quedaría rota.

"El Reino de Dios está cercano". Yo introduzco la humanidad en este reino. Es a partir de mí que este reino tan esperado va a comenzar por fin. "Convertíos". Cambiad de vida. Es urgente.

"Creed en "la buena nueva." Sí, lo que acabo de deciros es bueno, ¡es una alegre nueva!

-Caminando a orillas del mar de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés... Algo más allá vio a Santiago y a su hermano Juan...

Marcos no intenta darnos una biografía real. Sabemos por el evangelio según san Juan que Jesús había ya encontrado esos mismos hombres a orillas del Jordán. Pero aquí Marcos quiere decirnos toda la importancia que, para Jesús, tienen los "discípulos".

Todavía no hemos visto a Jesús ante las muchedumbres, ni ante personas precisas...

Estamos sólo en el versículo 16 del evangelio... y he aquí que Jesús se rodea de cuatro hombres, que no van a dejarle más, y que veremos siempre a su alrededor. Son éstos más importantes para El que el entusiasmo de las gentes; es ya la Iglesia que se va preparando.

-Venid... Seguidme... Yo os haré pescadores de hombres.

Decididamente, este joven "rabí" se impone de entrada.

¿Quién es para tener tales pretensiones y tales exigencias? Parece saber muy bien lo que quiere. Por el momento no será un "maestro" intelectual reuniendo auditores para ir pensando con El... No, hay que seguirle para una acción, hay que trabajar en su obra, hay que ayudar a salvar a la humanidad.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTÉS
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 262 s.


3-2.

1. (año I) Hebreos 1,1-6

a) Durante cuatro semanas leeremos -en los años impares- la Carta a los Hebreos.

Esta carta, cayo autor desconocemos (aunque es seguro que está inspirada en la doctrina de san Pablo) y que se considera escrita hacia el año 67, va dirigida a cristianos que provienen del judaísmo -por eso lo de «hebreos»- y que aparecen cansados, o afectados de una cierta añoranza por lo que han dejado: el templo, el sacerdocio, los sacrificios, el culto, la ley de Moisés. Su fe se ve que es débil y superficial.

Toda la carta les exhorta a perseverar y les va mostrando que Jesús es superior a Moisés y los demás profetas antiguos y a los mismos ángeles. Es superior a los sacerdotes del AT y hace inútiles los sacrificios de antes. Cristo Jesús, él mismo en persona, es el sacerdote y el sacrificio y el templo y el profeta. Por tanto, no tendrían que alimentar ninguna clase de nostalgia del pasado. Todo lo relacionado con el AT es sombra y promesa de Cristo Jesús. Vale la pena mantenerse fieles en la fe cristiana, a pesar del cansancio o de las persecuciones.

El pasaje de hoy nos introduce directamente, sin demasiados preámbulos, al misterio más profundo de Cristo, el Señor glorificado: «el Hijo», «heredero de todo», el que nos revela quién es Dios («reflejo de la gloria de Dios», «impronta de su ser»), el que «sostiene el universo con su palabra poderosa», «superior a los ángeles», el que «habiendo realizado la purificación de los pecados» con su muerte y resurrección, está ahora «sentado a la derecha de Dios».

Se pueden considerar estos versículos iniciales como el resumen de todo lo que va a decir la carta. Desde luego, es un salto notable desde la perspectiva reciente del Niño nacido en la Navidad hasta esta cristología tan densa y profunda.

Esta primera página compara a Jesús con los profetas del AT, para decirnos que si Dios nos había hablado entonces por medio de esas personas, ahora, en la plenitud del tiempo, nos ha hablado enviándonos a su propio Hijo, Cristo, el Maestro, el Profeta.

Por eso el salmo responsorial nos invita a decir: «adorad a Dios, todos sus ángeles», y a alegrarnos de la grandeza y del poder de Dios sobre el cosmos y sobre la humanidad.

b) Dios nos ha dirigido siempre su Palabra. No es un Dios mudo. Nos está cercano. Sale de sí y nos habla. Ya en el AT iba guiando a su pueblo por medio de los profetas. Pero en Cristo Jesús nos ha dicho la plenitud de su Palabra.

Tenemos suerte de vivir en el NT. Conocemos a Cristo, creemos en él, le sabemos presente en su Iglesia. Por medio de él, Dios nos ofrece continuamente su vida. Por ejemplo en este momento privilegiado de la Eucaristía, en que Dios nos habla hoy y aquí y además nos da el Cuerpo y Sangre de su Hijo.

Pero ¿qué respuesta damos a este don? Los que nos llamamos cristianos, ¿de veras creemos en Jesús como Palabra definitiva, hecha persona? ¿es él, no sólo en teoría, sino en la práctica, nuestro Maestro y Profeta? ¿le escuchamos, le seguimos, vamos aprendiendo día tras día su mentalidad, su escala de valores? ¿o prestamos oídos a otros presuntos maestros?

Nos hará mucho bien esta carta a lo largo de cuatro semanas, también para centrarnos en Cristo Jesús en torno al Jubileo del año 2000, una de cuyas principales consignas es la de «mirar a Cristo» y crecer en nuestra fe en él.

1. (año II) 1 Samuel 1,1-8

a) En los años pares, durante cinco semanas leemos páginas de los libros históricos del AT, empezando por los de Samuel y siguiendo por el primero de Reyes. Esta primera aproximación a la historia de Israel abarca desde el inicio de la monarquía, con Saúl, hasta el cisma de las tribus del Norte, después de Salomón.

Van a desfilar en nuestras lecturas personas como Samuel, Saúl, David y Salomón, que marcaron la historia de Israel y que nos pueden dar lecciones para nuestra vida de hoy con su actuación, a veces buena y otras deficiente. El ver cómo el pueblo de Israel, el pueblo elegido, fue respondiendo o no a la Alianza con su Dios, será como un espejo en el que mirarnos nosotros, el nuevo pueblo elegido de la Iglesia.

La página de hoy inicia el ciclo de Samuel, un personaje que vivió unos mil años antes de Cristo, y que iba a tener mucha influencia en la historia del pueblo judío como el último de los jueces que Dios puso al frente de su pueblo y como instaurador de la monarquía.

La escena es muy propia de la vida familiar: Ana, una de las dos mujeres de Elcaná, es estéril, y eso la hace totalmente infeliz. Llora desconsolada, a pesar del afecto de su marido. Se siente marginada, fracasada. Ya se encarga de recordárselo su rival.

El salmo nos presenta una actitud de súplica ante Dios, un «sacrificio de alabanza» y unos votos que se ofrecen en el atrio de la casa del Señor: la actitud de esta buena mujer, Ana, que visita el Templo para impetrar la ayuda de Dios en su desgracia.

b) Dios parece que, para realizar sus planes de salvación, tiene particular gusto, a lo largo de la historia, en elegir a personas que humanamente parecen poca cosa.

El es capaz de sacar vida de la esterilidad. Lo que humanamente parece imposible, para Dios no lo es. Así se ve mejor que es Dios quien salva, y no las cualidades y las iniciativas humanas. En la vida el que más bien hace no es siempre el más brillante, sino el que sabe ser mejor instrumento en las manos de Dios.

También ahora, en nuestras actividades y proyectos, haríamos bien en poner nuestra confianza más en la fuerza de Dios que en nuestras pedagogías y trabajos, que, por otra parte, hemos de poner en marcha con decisión. Eso nos llevaría a no enorgullecernos demasiado si vienen éxitos. Y a no desanimarnos en exceso si fracasamos después de haber puesto toda nuestra buena voluntad en la tarea.

Así como en el caso de Ana y Elcaná les llegó el hijo deseado, y nada menos que Samuel, juez, profeta y sacerdote de Israel, también ahora, en nuestros proyectos y en los de la Iglesia, seguro que también quiere Dios seguir realizando cosas que a primera vista parecerían imposibles. Por ejemplo, suscitando vocaciones proféticas para bien de un mundo desorientado. Si se lo pedimos con fe, como Ana.

2. Marcos 1,14-20

a) Estamos de inicio de libros.

Durante las primeras nueve semanas del Tiempo Ordinario proclamamos el evangelio de Marcos, que se lee en primer lugar entre los tres sinópticos, haciendo caso a los estudiosos actuales que sitúan a Marcos como el evangelio más antiguo, del que dependen en buena parte los otros dos, Mateo y Lucas. Se podría decir, por tanto, que Marcos es el inventor de ese género literario tan provechoso que se llama «evangelio»: no es tanto historia, ni novela, sino «buena noticia». Pudo ser escrito en los años 60, o, si hacemos caso de los papiros descubiertos en el Qumran, incluso antes.

Con un estilo sencillo, concreto y popular, Marcos va a ir haciendo pasar ante nuestros ojos los hechos y palabras de Jesús: con más relieve los hechos que las palabras. Marcos no nos aporta, por ejemplo, tantos discursos de Jesús como Mateo o tantas parábolas como Lucas. Le interesa más la persona que la doctrina. En sus páginas está presente Jesús, con su historia palpitante, sus reacciones, sus miradas, sus sentimientos de afecto o de ira. Lo que quiere Marcos, y lo dice desde el principio, es presentarnos «el evangelio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios» (Mc 1,1). Hacia el final del libro pondrá en labios del centurión las mismas palabras: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39).

Además de leer cada año el evangelio de Marcos en los días feriales de estas nueve semanas, también lo proclamamos en los domingos de cada tres años: 1997, 2000, 2003...

La página que escuchamos hoy nos narra el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, que ocupará varios capítulos. En los versículos anteriores (Mc 1,1-13) nos hablaba de Juan el Precursor y del bautismo de Jesús en el Jordán. Son pasajes que leímos en el tiempo de Adviento y Navidad.

El mensaje que Marcos pone en labios de Jesús es sencillo pero lleno de consecuencias: ha llegado la hora (en griego, «kairós»), las promesas del AT se empiezan a cumplir, está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia: la Buena Noticia que tiene que cambiar nuestra actitud ante la vida.

En seguida empieza ya a llamar a discípulos: hoy a cuatro, dos parejas de hermanos. El relato es bien escueto. Sólo aporta dos detalles: que es Jesús el que llama y que los llamados le siguen inmediatamente, formando ya un grupo en torno suyo.

b) Somos invitados a escuchar a Jesús, nuestro auténtico Maestro, a lo largo de todo el año, y a seguirle en su camino. Nuestro primer «evangelio de cabecera» en los días entre semana será Marcos. Es la escuela de Jesús, el Evangelizador verdadero.

Somos invitados a «convertirnos», o sea, a ir aceptando en nuestras vidas la mentalidad de Jesús. Si creyéramos de veras, como aquellos cuatro discípulos, la Buena Noticia que Jesús nos anuncia también a nosotros, ¿no tendría que cambiar más nuestro estilo de vida? ¿no se nos tendría que notar que hemos encontrado al Maestro auténtico?

«Convertíos y creed en la Buena Noticia». Convertirse significa cambiar, abandonar un camino y seguir el que debe ser, el de Jesús. El Miércoles de Ceniza escuchamos, mientras se nos impone la ceniza, la doble consigna de la conversión (porque somos polvo) y de la fe (creer en el evangelio de Jesús). El mensaje de Jesús es radical: no nos puede dejar indiferentes.

«Lo dejaron todo y le siguieron». Buena disposición la de aquellos pescadores. A veces los lazos de parentesco (son hermanos) o sociales (los cuatro son pescadores) tienen también su influencia en la vocación y en el seguimiento. Luego irán madurando, pero ya desde ahora manifiestan una fe y una entrega muy meritorias.

«Lo dejaron todo y le siguieron». No es un maestro que enseña sentado en su cátedra. Es un maestro que camina por delante. Sus discípulos no son tanto los que aprenden cosas de él, sino los que le siguen, los que caminan con él. Es más importante la persona que la doctrina. Marcos no nos revela tanto qué es lo que enseñaba Jesús -aunque también lo dirá- sino quién es Jesús y qué significa seguirle.

«Dios nos ha hablado por su Hijo» (1ª lectura, I)

«Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza» (salmo, II)

«Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo» (salmo, Il)

«Convertíos y creed la Buena Noticia» (evangelio)

«Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (evangelio)

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997.Pág. 14-19


3-3.

Primera lectura: 1 de Samuel 1, 1-8

Su rival insultaba a Ana, porque el Señor la había hecho estéril.

Salmo responsorial: 115,12-13.14.17.18-19

Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

Evangelio: San Marcos 1, 14-20

Conviértanse y crean en la Buena Noticia.

Juan el Bautista se encuentra prisionero en Maqueronte por orden de Herodes Antipas, gobernador de Galilea y Perea. El testimonio de vida de Juan y las denuncias que hizo de los abusos de la Corte trajeron como consecuencia su detención y posterior muerte. Pero el fruto principal de la actividad de Juan fue la preparación de un ambiente favorable a la acogida del mensaje de Jesús por las clases oprimidas del pueblo. Juan exigía el arrepentimiento y anunciaba la llegada de alguien muy superior a él.

Jesús se dirige a Galilea, región campesina de gente pobre; no se dirige a Jerusalén centro político y espiritual de Palestina y del judaísmo... Se dirige a los últimos, a los explotados por un sistema político al servicio del extranjero romano, por un sistema militar que oprime y explota al pueblo empobrecido mediante el cobro de tributos para el imperio, y por un sistema religioso que justifica la situación presente en nombre de Yahveh.

Es en estas circunstancias cuando Jesús el campesino de Galilea, hijo de María, una muchacha de pueblo y de José, un sencillo artesano, va descubriendo que las cosas no están bien para los pobres, que las causas de esta situación no están sólo en el extranjero opresor o en la falta de piedad del pueblo, sino también en las propias estructuras y en sus dirigentes. Se va, pues, Jesús a Galilea y allí comienzan a juntársele quienes descubren que tiene algo bueno que decir. Se acercan y siguen a este hombre que les impacta con sus palabras.

El texto nos cuenta el encuentro de Jesús con dos parejas de hermanos que desempeñan el oficio de pescadores. Son gente humilde y campesina (y por tanto descontentas con el estado de cosas en que viven) que sin embargo se van con Jesús, viendo en él al hombre -¿Mesías?- esperado que liberaría al pueblo de sus dominadores. Y comienzan este caminar juntos en el anuncio del Reino de Dios.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


3-4.

Hb 1, 1-6: Comienzo de la carta a los hebreos.

Sal 96 1-2.6.-7.9

Mc 1, 14-20: Comienzo de la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios.

Estamos comenzando la primera semana del tiempo ordinario. Y la liturgia de la palabra, en su «lectura continuada», abre hoy para nosotros dos lecturas: una carta de nuevo testamento y un evangelio sinóptico, el de Marcos. Hoy puede ser un día para recordar:

-lo que es la «lectura continuada», dentro de un sistema de lectura que a lo largo de tres años hace pasar lo principal de la biblia ante los fieles que participan de la eucaristía;

-el sentido de comunión que tiene el hecho de que no leemos lecturas que nosotros mismos escogemos, sino que son lecturas con las que se confrontan los cristianos (católicos) de todo el mundo;

-las características principales de los dos libros que estamos comenzando a leer: la carta a los hebreos y el evangelio de Marcos, características que se pueden encontrar en cualquier biblia al uso.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-5.

Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por su Hijo

Salmo responsorial: 96,1-2b. 6-7c y 9

Marcos 1,14-20: Crean en el Evangelio

Comenzamos a leer la llamada "carta a los Hebreos" clasificada entre las cartas "católicas", es decir, dirigidas a toda la Iglesia; su tema central es el sacerdocio de Jesucristo, que intercede por nosotros ante el Padre. Tal vez este escrito del N.T. no nos sea muy familiar, pero para eso, entre otras razones, celebramos la liturgia cada día: para escuchar la Palabra de Dios que encontramos plasmada de manera especial en los escritos bíblicos.

Ante el peligro de desanimarse a causa de las persecuciones, o de la nostalgia por la liturgia esplendorosa que los judíos celebraban en el templo de Jerusalén, el autor de Hebreos toma la pluma para exhortar a los fieles a la perseverancia en el seguimiento de Cristo, en la vida de la comunidad eclesial, en el servicio y el amor a los demás. Queriendo mostrarles una faceta novedosa y atrayente de la persona de Jesús, lo presenta como el verdadero, el único, el sumo sacerdote definitivo. Así su obra se convierte en un manifiesto del carácter mediador: por él, por su sacrificio en la cruz, nos son perdonados los pecados;

Él presenta nuestras oraciones ante Dios; por medio de Él nos son dispensadas las gracias y los dones de Dios. Él, superior a cualquier otro mediador, superior a los ángeles y a los más grandes profetas, superior a Moisés, merece nuestra confianza, nuestra fidelidad.

Iremos leyendo, en estas semanas venideras, la "carta a los Hebreos", y podremos profundizar en su temática, su mensaje, para vivir nuestra fe más lúcidamente, iluminada por la Palabra de Dios.

Marcos nos presenta, en apretada síntesis, la actividad de Jesús al comienzo de su ministerio: iba predicando por toda Galilea la "Buena Noticia", el "Evangelio": el tiempo había llegado a su madurez, se había cumplido el plazo anhelado, el "reinado de Dios" estaba cerca, era inminente. LLamaba urgentemente a la conversión y a la fe en su predicación. También nos dice Marcos que, ya desde el principio, Jesús llamó a algunos discípulos a seguirle. Serán los testigos de su palabra y de sus milagros y terminará enviándolos a proclamar su mensaje, que ha llegado hasta nosotros, gracias a que ellos le fueron fieles.

También nosostros ahora hemos de escuchar el mensaje de Jesús: el reinado de Dios está en medio de nuestra existencia, tenemos que descubrirlo y abrazarlo, convirtiéndonos a él, creyéndolo y proclamándolo. También nosotros somos discípulos llamados por Jesús; llevamos en nuestro corazón y en nuestros labios el testimonio de aquel que vino a anunciar la "buena noticia" del Reino.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


3-6. CLARETIANOS 2003

Hoy comienza el tiempo litúrgico ordinario. Hemos cerrado el ciclo de Navidad-Epifanía, y más tarde vendrá el ciclo pascual, precedido por la Cuaresma. Estos ciclos nos remiten a momentos decisivos de la historia de Jesús y de la historia de la salvación. Pero el resto del tiempo no es una nada infinita entre dos todos, una tediosa duración teologalmente neutra; no tiene por qué dar un “electrocronograma plano” —si me permitís la expresión—. Los evangelios nos lo muestran muy bien: ahí están los relatos de la Pasión y de las experiencias pascuales, y ahí están las narraciones de Mateo y Lucas sobre la infancia de Jesús; pero —volvemos a la carga— en medio no hay un vacío, un desierto inmenso entre dos oasis, un espacio religiosamente yermo. Los evangelios se desentienden, sin duda, de la adolescencia y juventud de Jesús, condensadas por Lucas en dos frases: “estaba sujeto a sus padres” y “crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y delante de los hombres”; pero luego se demoran en narrarnos el ministerio del Señor.
Sabéis que Juan Pablo II, en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, nos ha propuesto un nuevo haz de misterios: los luminosos. Justamente estos misterios nos invitan a que no demos un salto mortal de los gozosos a los dolorosos. Nada de saltos; vayamos paso a paso recorriendo la historia vivida por Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, recordando las palabras de Mateo: “País de Zabulón y de Neftalí, Galilea de los gentiles. A los que habitaban en tinieblas una luz les brilló”. Es bueno que nuestra contemplación se detenga en la claridad que irradia toda la manifestación de Jesús. Después de quedar deslumbrados por el fogonazo de la Navidad y antes de asomarnos a la tiniebla casi impenetrable del Gólgota y a la gloria del sepulcro vacío, acerquémonos a la luz amiga que nos llega desde las palabras del maestro, desde los milagros del carismático, desde las acciones simbólicas del profeta, desde las revelaciones del Hijo.

En realidad, tal es el camino que ha recorrido la cristología en los últimos decenios. Antes se tendía a pasar del estudio del misterio del Verbo encarnado al de la obra de la Redención, con algún interludio sobre la santidad, la ciencia y la conciencia de Jesús. Se sobrevolaba su ministerio. Sin embargo, para no caer en un mito extraño del Salvador necesitamos aferrarnos a la peripecia concreta vivida por Jesús. En ella se nos revelan los misterios del Reino, la misma verdad de Jesús y el rostro de Dios Padre. En el anuncio de la llegada del Señorío de Dios, en la llamada a la conversión, en la cercanía de Jesús a sufrientes y marginados, en la mesa compartida (“la esencia del cristianismo es comer juntos”, nos ha dicho un docto exégeta alemán), en el trato con las mujeres y los pequeños, y en tantas cosas más lo de Dios cobra un perfil concretísimo que nos liberará de falsas proyecciones.

¡Atentos, pues, a este tiempo ordinario y a su gracia cotidiana!

Pablo Largo (pldomizgil@hotmail.com)


3-7 COMENTARIO 1

v. 14. Después que entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a procla­mar la buena noticia de parte de Dios.

Jesús llega detrás de Juan (1,7), una vez terminada por la violencia de ciertos agentes la misión de éste. Se sitúa en la provincia del norte, Gali­lea, alejada del centro religioso y político del país y abierta al mundo pagano. Se presenta como profeta, transmitiendo de parte de Dios «la buena noticia».



v. 15. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmen­daos y tened fe en esta buena noticia.

Al existir el Hombre en su plenitud, Jesús, comprometido por amor a los hombres a llevar su misión salvadora hasta la muerte, se ha produci­do el cambio de época y comienza la etapa definitiva de la historia (se ha cumplido el plazo); lo anterior queda superado de modo irreversible.

La buena noticia (cf. 1,1) anuncia que se abre la posibilidad de una sociedad nueva y justa, digna del hombre, la alternativa que Dios propo­ne a la humanidad (aspecto social del reinado de Dios, la nueva tierra prometida); exige como condición de parte del hombre la renuncia a la injusticia (punto de partida) (enmendaos) y la confianza en que esa meta (punto de llegada) puede alcanzarse (tened fe).



v. 16. Yendo de paso junto al mar de Galilea vio a cierto Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que echaban redes de mano en el mar, pues eran pescadores.

El mar de Galilea (no se llama «lago», para aludir al éxodo) es fronte­ra y, al mismo tiempo, conexión con el mundo pagano. Ante la perspec­tiva del reinado de Dios, Jesús invita a colaborar con él en primer lugar a los círculos inquietos de Israel; de hecho, la insistencia del texto en la actividad y oficio de «pescadores» muestra que la pesca, además de su sentido real, tiene un sentido metafórico, que en los profetas es ordina­riamente el de conquista militar (Am 4,2; Jr 16,16). De este modo insinúa Mc que el ideal que mueve a estos hombres es la restauración y la hege­monía de Israel.

Los llamados por Jesús están representados por dos parejas de her­manos. La doble mención de «su hermano» (16.19) alude a Ez 47,13s, que señala de este modo la igualdad de los israelitas en el reparto de la tie­rra. Todos están llamados por igual al reinado de Dios que se anuncia. No hay privilegios.



vv. 17-18. Jesús les dijo: «Veníos detrás de mí y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Veníos detrás de mí recuerda la llamada de Elías a Eliseo (1 Re 19,20s) y alude aquí a la comunicación del Espíritu de Jesús a sus seguidores (1,8). La expresión pescadores de hombres insinúa una misión universal, no limitada al pueblo judío (cf. Ez 47,8s). Ante la invitación de Jesús, Simón y Andrés abandonan su forma de vida anterior: la esperanza de un cam­bio suscita en ellos una respuesta favorable, aunque la calidad de su seguimiento se irá manifestando en su conducta.



vv. 19-20. Un poco más adelante vio a Santiago el de Zebedeo y a Juan, su her­mano, que estaban en la barca poniendo a punto las redes, e inmediatamente los llamó. Dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los asalariados y se marcha­ron con él.

Cada pareja de hermanos representa un sector diferente de la socie­dad galilea: en la primera pareja, formada por Simón y Andrés, la rela­ción es de igualdad, no de subordinación (hermanos), no se menciona patronímico y sus nombres son griegos, mostrando menor apego a la tradición; es un grupo activo (echaban una red), de condición humilde (pescadores sin barca propia).

Los que forman la segunda pareja, Santiago y Juan, llevan nombres hebreos, indicando pertenecer a un sector más conservador, en el que, además hay relaciones de desigualdad: Santiago y Juan están, por una parte, sometidos al padre, figura de autoridad y representante de la tradi­ción; por otra, gozan de una situación privilegiada respecto a los asalaria­dos (sociedad jerárquica). Los dos hermanos no son aún activos, pero están deseosos de actividad (poniendo a punto las redes) y tienen, respecto a los dos primeros, un nivel económico más alto (barca propia, asalariados).

Ante la invitación de Jesús, Simón y Andrés abandonan su actividad; Santiago y Juan se desvinculan de la tradición (el padre) y de su ambien­te social.


COMENTARIO 2

Los primeros discípulos de Jesús no pertenecían a la clase sacerdotal que controlaba el templo, ni al grupo de los fariseos o letrados (devotos de turno o teólogos juristas), ni a los saduceos, que conforma­ban la aristocracia terrateniente. Provenían de Galilea, una región mal vista por la ortodoxia judía («Galilea de los gentiles» o de los paganos, la llamaban), llena de gente descreída y propensa a revoluciones desestabilizadoras del «orden establecido». A la «gente de bien» de entonces no les parecería el lugar más adecuado para elegir a los futuros «pescadores de per­sonas».

Jesús comienza llamando a dos parejas de hermanos, pues el reino de Dios o comunidad cristiana será una comunidad de iguales. Y los invita a seguirlo, para entregarles su Espíritu, como Elías invitó a Elíseo en el libro primero de los Reyes (Re 19,20s).

Cuando reciban el Espíritu (el amor universal de Dios) quedarán capacitados para ser «pescadores de seres humanos», o lo que es igual, para llamar a to­dos, sin distinción de personas, a formar parte de la comunidad cristiana, que -hoy como ayer- debe ser una alternativa de sociedad o una sociedad alternati­va dentro de este viejo mundo que tiene por Dios al dinero.

1. J. Mateos-F. Camacho, Marcos. Texto y Comentario. Ediciones El Almendro. Córdoba

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


3-8. ACI DIGITAL 2003

15. Arrepentíos y creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un Padre que perdona (I Juan 1, 8 ss.; Luc. 13, 1 ss. y nota). El rechazo de este mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.

16. Cf. Mat. 4, 18 ss.; Luc. 5, 2 ss.; Juan 1, 40 ss.

20. Santiago y Juan pertenecían a la clase media, como se deduce del hecho de que su padre Zebedeo ocupaba jornaleros. Es, pues, un error considerar a los discípulos del Señor como gentes que nada tenían que perder y por eso seguían a Jesús (cf. 2, 14; Luc. 5, 27 - 29). Abrazaron la pobreza espontáneamente, atraídos, en la sinceridad de sus corazones, por el irresistible sello de bondad que ofrecía el divino Maestro a todos los que no tenían doblez.


3-9. ACI DIGITAL 2003

15. Arrepentíos y creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo. Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un Padre que perdona. El rechazo de este mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.

16. Cf. Mat. 4, 18 ss.; Luc. 5, 2 ss.; Juan 1, 40 ss.

20. Santiago y Juan pertenecían a la clase media, como se deduce del hecho de que su padre Zebedeo ocupaba jornaleros. Es, pues, un error considerar a los discípulos del Señor como gentes que nada tenían que perder y por eso seguían a Jesús (cf. 2, 14; Luc. 5, 27 - 29). Abrazaron la pobreza espontáneamente, atraídos, en la sinceridad de sus corazones, por el irresistible sello de bondad que ofrecía el divino Maestro a todos los que no tenían doblez.


3-10.

Comentario: Rev. D. Joan Costa i Bou (Barcelona, España)

«Convertíos y creed en la Buena Nueva»

Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Jaime y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mt 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.


3-11. Reflexión

Una de las actitudes que han hecho que el cristianismo no haya llegado todavía a todos los corazones como es el deseo de Dios, es la indecisión en el seguimiento del Señor. Todos estamos muy ocupados con nuestras cosas y nuestros pensamientos. Y la verdad que lo que hacemos es importante, sin embargo cuando el Señor nos llama no hay lugar para las demoras, ni para las excusas. Y este llamado no es sólo al seguimiento apostólico, como sería el caso de los sacerdotes o religiosos o religiosas, es un llamado general para vivir con “prontitud” el mensaje del Evangelio: ¡Ven y sígueme! Será el mismo llamado para todos, apóstoles y seglares. A la voz del Maestro hay que dejarlo todo y ponerse en camino con él. Pedro , Andrés, Santiago y Juan dejaron “de inmediato” lo que estaban haciendo: Nosotros ¿cuándo?

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro


3-12. 12 de enero 2004

San Ireneo de Lión (hacia 130-208) obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías,4 14

Los llama porque los ama.

El Padre nos recomienda vivir en seguimiento del Verbo, no porque tuviera necesidad de nuestro servicio sino para procurarnos la salvación. Porque, seguir al Salvador es tener parte en la salvación, como seguir a la luz es tener parte en la luz. No son los hombres que hacen resplandecer la luz sino que son ellos los iluminados, hechos resplandecientes por la luz. Los hombres nada pueden añadir a la luz, sino que la luz los ilumina y los enriquece.

Así es con el servicio que rendimos a Dios. Dios no tiene necesidad de nuestro servicio y nada le añade a su gloria. Pero aquellos que le sirven y le siguen reciben de Dios la vida, la incorruptibilidad y la gloria eterna. Si Dios invita a los hombres a vivir en su servicio es para poder otorgarnos sus beneficios, ya que él es bueno y misericordioso con todos. Dios no necesita nada; en cambio el hombre necesita de la comunión con Dios. La gloria del hombre consiste en que persevere en el servicio de Dios.

Por esto dijo el Señor a los apóstoles: “No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros.” (Jn 15,16) Con ello indica que no somos nosotros los que le glorificamos con nuestro servicio, sino que por haber seguido al Hijo de Dios, somos glorificados por él... Dios concede sus bienes a los que le sirven porque le sirven. Pero no recibe de ellos ningún beneficio ya que él es perfecto en si mismo y sin carencia de ninguna clase. Nos llama porque nos ama.


3-13. DOMINICOS 2004

ANA LLORA SUS MALES. JESÚS ANUNCIA EL REINO.

Adorad a Dios todos sus ángeles.
Canten su gloria todas las criaturas.
Hombres, mujeres, hijos de Dios, sed fieles a su Amor.

Comenzamos la liturgia de la palabra con el inicio del primer libro de Samuel. Libro encantador, humano y religioso, que nos regala con sus relatos primarios e ingenuos.

Históricamente, las noticias narradas en este libro se pueden remontar a tradiciones orales muy remotas, llegando incluso al periodo de los reyes, por los siglos XI-X antes de Cristo.

Naturalmente, las huellas de aquellos lejanos días serían a lo más un boceto de noticias, memorias y reflexiones a las que posteriormente se irían incorporando nuevos pensamientos de carácter histórico-teológico. Su conjunto final, recopilado en libros, aparece en los textos de Samuel, Josué, Jueces y Reyes. Ellos son una parte del corazón y memoria del viejo pueblo elegido.

El párrafo que hoy leemos (preparación psicológica para la concepción de Samuel) describe la escena de dolor de una mujer estéril, Ana, que, además de no ser madre, sufre la burla de otra mujer fecunda que hace gala de su gozo soberbio.

El relato es una forma de indicarnos a todos que desde la humillación y abatimiento es desde donde el Espíritu nos levantará para alcanzar el triunfo y la salvación que ha de llegar.
 

LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS

Primer libro de Samuel 1, 1-8 :
” Había un hombre sufita en la serranía de Efrain, llamado Elcaná.. Tenía dos mujeres: Ana y Fenina. Fenina tenía dos hijo, y Ana no los tenía.
Elcaná subía todos los años... a adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Siló...
En ese día de ofrecer el sacrificio, Elcaná repartía las raciones: a Fenina le daba ración para ella y para sus hijos; a Ana sólo para ella..., pues el Señor la había hecho estéril.
Fenina,con su lote, se reía e insultaba a Ana..., y Ana lloraba en su soledad y no comía...”

Evangelio según san Marcos 1, 14-20:
“Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios, y decía : se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios; convertios y creed la Buena Noticia.
Un día, pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón Pedro y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago, y les dijo: venid conmigo y os haré pescadores de hombres...”

REFLEXIÓN PARA ESTE DÍA

‘Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios’
Con esas solemnes palabra comienza el Evangelio de Marcos . Confesión manifiesta de la gran verdad: Jesús es el Hijo de Dios. Afirmación espléndida que supone la existencia de comunidades pascuales, felices con la gran revelación sobre quién era Jesús de Nazaret.

Pero este Evangelio no se detiene a expresar, averiguar y descifrar momentos íntimos de la infancia de Jesús en familia, sino que lo da por supuesto –o lo pone en segundo plano- para dar el salto a las catequesis cristianas de la predicación del mensaje de Jesús en su irrupción profética-mesiánica.

Marcos, desde el primer momento, presenta a la persona de Jesús, Mesías, en acción: acudiendo al bautismo, retirándose al desierto, experimentando las tentaciones, y lanzándose a proclamar la Buena Noticia de salvación.

A Marcos le urge presentar la llamada a la salvación. Vivámosla también nosotros.


3-13. LECTURAS: 1SAM 1, 1-8; SAL 115; MC 1, 14-20

1Sam. 1, 1-8. Ana, estéril y vejada por su rival Peninná, finalmente se convertirá en la madre de Samuel. Para Dios nada hay imposible; por eso, quien confíe en Él jamás será defraudado. Cuando pareciera que la vida se nos complicara, confiemos en el Señor; Él vela siempre por nosotros y vale mucho más que aquello que deseamos, pues Él es el destino final de nuestra existencia. No sólo es nuestro Dios; es nuestro Padre lleno de bondad y de ternura para con nosotros. Ojalá y cuando veamos que la desgracia se ha cernido sobre alguien, no le amarguemos más la vida, sino que, como Cristo lo ha hecho con nosotros, salgamos a su encuentro para fortalecerle y ayudarle a salir adelante. Finalmente sólo el amor que tengamos a los demás será lo que les dé seguridad y les ayude a recobrar la paz.

Sal. 115. Habiendo recibido el perdón de Dios; habiendo sido objeto del amor divino cuando el Hijo de Dios entregó su vida por nosotros, ¿cómo no vivirle agradecidos? Ciertamente que no tenemos nada con qué podamos pagarle al Señor por todo el bien que nos ha hecho. Por eso, por lo menos, llevemos una vida recta y vivamos fieles a sus enseñanzas. Que nuestra vida manifieste que en verdad somos hijos de Dios. No permitamos que la Gracia de Dios caiga en nosotros como en saco roto. ¿De qué nos serviría haber sido perdonados y liberados de la muerte, si, por culpa nuestra, volvemos a nuestras maldades? Si en verdad somos hijos de Dios, demostrémoslo no sólo con nuestras palabras y con el culto que le tributamos a Dios, sino con una vida íntegra amoldada a su Evangelio.

Mc. 1, 14-20. Ha concluido la misión y el ministerio de Juan Bautista. Jesús inicia el anuncio del Evangelio. Él es el Evangelio viviente del Padre. Ante Él hay que aprender a confrontar la propia vida para dejar a un lado aquellas actitudes o criterios que nos impidan aceptarlo en nuestra existencia. Creer en el Evangelio significa aceptar a Jesús como el Enviado del Padre para liberarnos de nuestras esclavitudes al mal. Pero no basta con escuchar a Jesús y aceptar su salvación en nosotros. Debemos convertirnos en testigos suyos, uniéndonos a la misión que el Padre Dios le confió. Hay que echar las redes para pescar hombres para Dios; y si las redes están rotas hay que remendarlas para que queden preparadas para la pesca. Ante el seguimiento de Cristo no puede haber impedimentos de barcas o familia. Dios nos quiere con un amor hacia su Hijo muy por encima de la familia o de las cosas materiales. Quien siga esclavo de lo pasajero o de la familia podría llegar a utilizar la fe para negociar con ella. Y el Señor nos quiere leales a nuestro compromiso con Él, libres de intenciones torcidas en la proclamación de su santo Nombre.

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3-14. CLARETIANOS 2004

CUANDO ARRESTARON A JUAN... Un incidente. Víctima colateral, titularía algún diario. Juan había puesto en marcha el movimiento de los inconformistas. Sus palabras no dejaban indiferentes; provocaban odios y amores. Quienes no aguantaron su discurso decidieron quitarle de en medio. Alguien, Jesús, tenía que continuar su tarea. Esto es hacer el primo (sin segundas). Siempre habrá una tarea que continuar...

SE HA CUMPLIDO EL PLAZO... ¡Ya está bien! ¡Harto de que las cosas vayan bien siempre para los mismos!, para los que salen en la televisión por la única razón de que salen en la televisión. El Reinado de Dios HA LLEGADO. Está tan cerca que está dentro. En el corazón de los hombres y mujeres de buena voluntad. Y Jesús se dirige al corazón.

CONVERTÍOS Y CREED LA BUENA NOTICIA... Invita a volver sobre los propios pasos. Cuando uno se pierde en el camino, ayuda mucho volver al último punto conocido. Eso es la conversión: volver sobre los propios pasos y orientar el rumbo. Una vez puestos en camino se está mejor preparado para escuchar la Buena Noticia y creerla.

PASANDO JUNTO AL LAGO... No por palacios, ni por cátedras. El grupo se pone en marcha de la mano (brazos) de unos curtidos pescadores: que madrugan, sudan, se esfuerzan y confían en Dios. Los primeros fueron llamados en pareja. ¿Querrá decir algo Jesús a tanto francotirador que hay por ahí suelto?

VENID CONMIGO Y OS HARÉ PESCADORES DE HOMBRES... Hoy comienza una nueva etapa, a mi lado. Hoy tendréis una nueva tarea, a mi lado. Vuestro lago es el mundo, a mi lado. Vuestros aperos serán otros, a mi lado.

Y SE MARCHARON CON ÉL... ¿Por qué? ¿Qué les dijo, qué les dio? Ver a Jesús, oír su voz y dejar las cosas aparcadas, todo fue uno. Juan, Santiago, Andrés, Simón... Tú.

Vuestro amigo y hermano Oscar
(claretmep@planalfa.es)


3-15. ARCHIMADRID 2004

¡QUE ALIVIO!.

Ya lo decíamos ayer: Se acabó el tiempo de Navidad. Hoy añadimos: comenzamos el tiempo ordinario. El título del comentario de hoy no hace referencia a este hecho (aunque ciertamente es un alivio el volver a la vida común y saber qué día es domingo, lunes o viernes y no tener semanas con fin de semana entre medias). El verdadero alivio viene al escuchar a Jesús en el evangelio de hoy: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” e inmediatamente le siguieron.

Podría haber dicho el Señor: “Apuntaros a unas clases de teología”, “leer mis obras completas”, “Voy a haceros un examen de aptitud”, “Seguro que no sois capaces de hacer esto o lo otro” o poner un anuncio en el “Jerusalem Press” buscando seguidores. Pero no, el Señor no hace nada de eso, predica públicamente y llama a los que quiere y los llama a seguirle y Él será su escuela, su vida su libro de texto, sus palabras el examen que les hará convertirse, el Espíritu Santo su maestro.

Nuestra vida es ésta, seguir a Cristo. ¿A dónde?. A donde nos lleve. Cada día es una apasionante aventura en la que caminamos siguiendo a Cristo. Tu casa, tu lugar de trabajo, la calle, el transporte público…, cualquier momento del día podemos vivir acompañados de Cristo que es el que nos ha llamado. Simón, Andrés, Santiago y Juan siguieron a Jesús, se marcharon con Él, sin imaginar por un momento qué sería de su vida y de su destino. Si nosotros entendemos el tiempo ordinario, la vida de cada día, como rutina aburrida es que no seguimos a Cristo, nos hemos quedado remendando las redes y sólo tendremos noticias lejanas de un tal Jesús que camina por el mundo predicando cosas que no entendemos demasiado.

¿Es posible que tú sigas hoy a Cristo?. Por supuesto, Dios no busca a los más capacitados, busca a todos, a ti también, si eres capaz de caminar tras de Él. Nos puede parecer que somos estériles como Ana y que otros se reirán de nosotros si vivimos siguiendo a Cristo o incluso se “ensañen con nosotros” como hacía Fenina. Podremos pensar que los frutos realmente importantes serán “producir” “consumir” “ser efectivos”… pero seguir a Cristo “vale más que diez hijos” y Dios que no nos deja de su mano nos hará dar fruto si somos fieles a encontrarle cada día en cada acontecimiento, en cada situación. Podrá parecerte que dejas atrás muchas cosas que el mundo te ofrece, pero estarás ganando el mundo entero al que puede dirigir hacia su creador y redentor.

Mira una imagen de la Virgen que tengas cerca (un cuadro, una estampa, una medalla) y dile a María, nuestra madre: “Ayúdame a seguir a Jesús cada día, que no me distraiga de Él con tantas cosas, que aprenda a caminar detrás de Cristo en su Iglesia y a no dejar de preguntarme ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? y no deje de responderle: con mi vida fiel y humilde de seguidor de Cristo, de pescador de hombres.”


3-16. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO

Heb 1, 1-6: Nos ha hablado poor el Hijo
Salmo responsorial: 96: Adorad a Dios, todos sus ángeles.
Mc 1, 14-20: Crean en la Buena Noticia

El primer versículo del capítulo primero de la carta a los Hebreos es célebre: Dios habló de muchas maneras a los seres humanos antes de hacerlo en la vida y en la palabra de Jesús... Habló de muchas maneras...

Esta afirmación bíblica coincide con la visión actual de la «teología de las religiones», y nos tenemos que preguntar cómo ha sido posible que durante mucho tiempo los cristianos hayamos pensado que fuera de nuestra propia historia judeocristiana sólo hubiera habido oscuridad y silencio de Dios...

Hoy nos aparece como evidente: Dios no ha podido dejar a la Humanidad abandonada, ayuna de su palabra, como si Él sólo se relacionara con un pueblo «escogido», injustamente privilegiado... Y eso fue lo que hemos pensado durante tantos tiempos. Hoy día, gracias a Dios, volvemos a esta visión positiva que también se deja ver alguna vez en algunos pasajes bíblicos, como éste de hoy: Dios habló de muchas maneras a la Humanidad, a todos los pueblos, en todas las culturas, por medio de sus religiones, y a todas las personas, hombres y mujeres, en su corazón, en la intimidad personal de su conciencia... Todas las religiones son religiones «reveladas». No existe eso que antes llamábamos «religiones naturales»... Todo es Gracia. Dios no ha dejado a nadie de su mano. Nadie, ninguna persona o pueblo está «dejado de la mano de Dios». Afortunadamente hoy tenemos una visión más optimista, fundamentada precisamente en el sobreabundante e inagotable amor de Dios...


3-17.

Comentario: Rev. D. Joan Costa i Bou (Barcelona, España)

«Convertíos y creed en la Buena Nueva»

Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.

Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!

Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Jaime y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mt 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.


3-18. Fray Nelson Lunes 10 de Enero de 2005
Temas de las lecturas: Dios nos ha hablado por su Hijo * Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.

1. El Tiempo "Ordinario"
1.1 Empezamos hoy el tiempo llamado "ordinario", o mejor: el tiempo "durante el año". En el dúo adviento-navidad celebramos la encarnación del Señor; en el dúo cuaresma-pascua celebramos la muerte y resurrección del Señor. La Encarnación y la Pascua son los dos misterios mayores de nuestra fe, pero no agotan el misterio de Cristo. El tiempo "durante el año" tiene ese propósito: contemplar de la mano del Evangelio el conjunto admirable del misterio del ministerio de Cristo, que es lo que va desde su Encarnación hasta su Pascua.

1.2 Nuestra guía en esa contemplación y maravilloso aprendizaje es, desde luego, el Santo Evangelio. Por eso el tiempo ordinario es el tiempo del evangelio, el tiempo para oír, de un modo continuo y muy completo, el evangelio. Ahora bien, como hay una serie de textos evangélicos que se proclaman en adviento-navidad y otra en cuaresma-pascua, los textos del tiempo ordinario empiezan con el bautismo del Señor, que fue la fiesta de ayer, y se prolongan hasta los discursos de fondo escatológico que Jesús predicó en Jerusalén, ya próximo a su Pasión.

1.3 El tiempo ordinario tiene 33 o 34 semanas, dependiendo del comienzo del adviento del año litúrgico siguiente. Durante esas semanas se leen los textos principales del Evangelio según san Marcos, luego las partes de Mateo que no tienen paralelo en Marcos y luego las partes de Lucas que no tienen paralelo exacto ni en Marcos ni en Mateo. De este modo, los evangelios llamados "sinópticos" nos enseñan a lo largo de este ciclo del tiempo ordinario a mirar el misterio del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo.

1.4 Eso en cuanto a las lecturas del evangelio. Con respecto a la primera lectura, la Iglesia ha tomado una opción en dos ciclos: uno para los años impares, como este, y otro para los años pares. Los libros, o mejor dicho, las partes de los libros que se leen en cada ciclo, par o impar, son obviamente distintos. El ciclo de los años impares comienza, como vemos, con la Carta a los Hebreos; el ciclo de los años pares empezará con la historia de Samuel, en el Primer Libro que lleva su nombre.

2. El Hijo, Superior a los Ángeles
2.1 El tema con que empieza la Carta a los Hebreos seguramente suena lejano a nuestros problemas más típicos. ¿A quién le importaría si Cristo es superior a los ángeles? Y sin embargo, no es difícil encontrar analogías con nuestro tiempo. Para la Nueva Era, Cristo es un ser cósmico más, si acaso algo como un "super-ángel", pero nada más. La relación de Cristo con el Padre es vista entonces como algo comparable a la buena voluntad que un ángel o una persona "buena" podría tener. Según ello, no hay más salvación en los actos de Cristo que lo que puede esperarse de una persona sensata, razonable o generosa. El hombre se postula como salvador de sí mismo, y Dios o no existe, o es otro nombre para una dimensión del ser humano, o existe sólo como idea que vive para sí, a la manera del dios de Aristóteles. Toda la fe cristiana cae.

2.2 Vemos que un enunciado aparentemente lejano y abstracto sin embargo toca el corazón de nuestra fe. Y por eso, por amor a nuestra fe y por anhelo de apreciarla mejor, hemos de destacar algunos puntos del texto de Hebreos que la Iglesia nos ofrece hoy. Empezamos con una pregunta: ¿qué peculiaridades tiene Cristo, según estos versículos?

2.3 Son varias estas peculiaridades. Cristo llega en el momento "final", y como final de un proceso (Heb 1,2). Cristo es el "heredero de todo"; es aquel "por quien fue hecho el universo" (Heb 1,2). Aún más: "El es reflejo de su gloria, imagen perfecta de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa." (Heb 1,3). Cristo es el que ha realizado "la purificación por los pecados" (Heb 1,3); es el que está "a la diestra del Padre", y que recibe un trato (tiene un "título") superior al de todo ángel, pues es "engendrado de Dios", que le llama "hijo" y se llama "Padre".

2.4 La enseñanza, pues, es clara: Cristo es único. Lo que podemos esperar de Cristo es único. Lo que hizo Cristo es único. Lo que hemos de agradecerle y el amor que le debemos, todo, todo es único.


3-19.

Reflexión:

Heb. 1, 1-6. Dios habló a nuestros antepasados por medio de los profetas, los cuales no tenían una visión completa, sino fragmentaria del mismo Dios, pues, según el pensamiento judío, la revelación del Señor la habían recibido por medio de los ángeles; incluso Moisés así habría recibido la Ley de Dios. Sin embargo los que no escucharon la voz de los profetas frustraron, en su propio daño, el plan de Dios. Ahora en este momento final Dios nos ha hablado por medio del Hijo. Ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos ante Él nuestro corazón. Nosotros hemos de ser los primeros en hacer nuestra la Palabra de Dios para que se inicie en nosotros una nueva creación convirtiéndonos en hijos en el Hijo. Entonces la Iglesia, que somos nosotros, continuaremos siendo esa Palabra de amor y de salvación, que Dios sigue pronunciando a través de la historia para que todos puedan alcanzar en Él la glorificación, que le corresponde como a Hijo único de Dios. No nos conformemos con adorar al Hijo de Dios; sepamos escucharlo y hacer nuestro su Evangelio para que, dando testimonio de lo que hemos experimentado acerca del Hijo de Dios, por nuestro medio todos puedan encontrar el camino que les conduzca a Dios.

Sal. 97 (96). Dios es el Creador de todo. Él ha venido como poderoso Salvador nuestro para liberarnos de la esclavitud al pecado y a la muerte. Él se ha levantado victorioso sobre la serpiente antigua, o Satanás. Por eso nos hemos de alegrar en el Señor, y hemos de vivir pregonando su justicia desde una vida recta. Muchas veces, por desgracia, nos hemos creado falsos dioses y les hemos entregado nuestro corazón. Así, hemos pensado que nuestra paz, nuestra seguridad y nuestra plena realización se basarían en cosas pasajeras, o en vernos protegidos por amuletos, o en la acumulación de bienes pasajeros. No faltará quien, incluso, haya centrado su seguridad en verse protegido por los poderosos de este mundo. Sin embargo lo pasajero puede, finalmente, dejarnos con las manos vacías y nuestra fe y esperanza derrumbadas. Sólo el Señor, nuestro Dios, es digno de crédito. Él jamás abandona ni defrauda a los que en Él confían. Sin embargo aceptar vivir confiados en Él nos ha de llevar a vivir conforme a su Palabra, a ser rectos de corazón, a proceder en la justicia y el derecho, pues no podemos decir que confiamos en el Señor mientras no vayamos, realmente tras las huellas de amor, de santidad, de justicia y de paz que Dios nos ha marcado por medio de su Hijo Jesús, Señor y Rey nuestro, que ha venido a nosotros para convertirse en el Camino que nos conduzca al Padre, y a nuestra plena realización en Él.

Mc. 1, 14-20. Juan ha sido entregado. Jesús entregará su vida por nosotros; nadie se la quita, Él la entrega porque quiere y porque nos ama. Se retira a Galilea, desde donde subirá a Jerusalén, y de ahí a su glorificación a la diestra del Padre Dios. Toda su vida será un amor convertido en servicio, hecho cercanía a nosotros. Él conoce nuestros pecados y lo frágil de nuestra naturaleza; pero jamás ha dejado de amarnos. Él continúa llamándonos constantemente al arrepentimiento, pues su Reino debe anidar en nuestros corazones. No ha venido a buscarnos sólo para que de un modo esporádico estemos con Él. Él nos quiere tras sus huellas, hasta que lleguemos, junto con Él, a la Gloria del Padre. Se acerca a nosotros en nuestra propia realidad, pues desde ella hemos de darle una respuesta, y colaborar en la construcción de su Reino entre nosotros. A los que estaban pescando les indica que serán pescadores de hombres. A los que remiendan las redes los llama para que vayan con Él y colaboren en la restauración de la naturaleza que ha sido deteriorada por el pecado. Dios no nos separará de nuestras actividades diarias; sin embargo hemos de dar testimonio de Él, siendo constructores de su Reino, que es justicia y paz; y siendo constructores de una vida cada vez más fraterna, brotada del amor, en los diversos ambientes en que se desarrolle nuestra existencia. Así, sin esclavitudes a lo pasajero, podremos decir que realmente vamos tras las huellas de Cristo trabajando para ganar a todos para Él, hasta que juntos y unidos a Él lleguemos a la posesión de la Gloria que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre.

El Señor nos ha llamado, pasando junto a nosotros, para que colaboremos en su proyecto de salvación. Él ha bajado hasta nuestras galileas, hasta nuestros dolores, sufrimientos, angustias, pobrezas y vejaciones. Él ha llegado hasta nosotros, porque nos ama y porque quiere anunciarnos la buena noticia del amor de Dios por nosotros. Él nos quiere santos, como Él es Santo, para que podamos permanecer con Él eternamente. Y para eso no sólo nos manifiesta su voluntad mediante su Palabra salvadora, sino que entrega su vida para el perdón de nuestros pecados, y para darnos nueva vida mediante su gloriosa resurrección y la participación de su Espíritu Santo. Este es el Misterio de comunión con el Señor que no sólo estamos celebrando, sino en el que participamos haciendo nuestra la vida y la misión del Hijo de Dios, convertido en el Verbo encarnado y redentor. Si en verdad lo amamos vayamos tras sus huellas, y colaboremos para hacer llegar su salvación hasta el último rincón de la tierra.

Reconocemos que somos pecadores. Somos la Iglesia de Dios, que peregrina hacia la Patria eterna. Iglesia siempre necesitada de conversión y del perdón de Dios. Amados por Él; perdonados en su Hijo; llenos de su Espíritu Santo. No sólo hemos de ir tras las huellas de Cristo para llegar a ser santos como Dios es Santo. El seguimiento del Señor nos ha de identificar cada día más con Él, haciendo que su Palabra tome carne en nosotros; pero al mismo tiempo procurando convertirnos en testigos del amor del Padre en cualquier circunstancia en que se desarrolle nuestra vida, pues es ahí donde hemos de hacer un fuerte llamado a la conversión, de tal forma que seamos constructores de un mundo más justo, más en paz, más solidario y más fraterno. No podemos trabajar por la salvación de nuestro prójimo y continuar con las redes de maldad en nuestra mano. No podemos decir que realmente creemos en Cristo cuando continuamos destruyendo a nuestro prójimo, o cuando nosotros mismos nos convertimos en ocasión de pecado para él. Dios no sólo nos llama hijos suyos, sino que nos tiene como hijos suyos en verdad. Vivamos con lealtad ese amor que el Padre Dios nos ha tenido, de tal forma que, por medio de su Iglesia, su Hijo continúe hablando a toda la humanidad para caminar, junto con ella, a la posesión de los bienes definitivos.

Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber ir tras las huellas de Cristo para convertirnos en auténticos testigos suyos y poder, con nuestro ejemplo, colaborar para que todos encuentren en Cristo la paz, el perdón de los pecados y la salvación eterna. Amén.

Homiliacatolica.com


3-20.

Reflexión

Una de las actitudes que han hecho que el cristianismo no haya llegado todavía a todos los corazones como es el deseo de Dios, es la indecisión en el seguimiento del Señor. Todos estamos muy ocupados con nuestras cosas y nuestros pensamientos. Y la verdad que lo que hacemos es importante, sin embargo cuando el Señor nos llama no hay lugar para las demoras, ni para las excusas. Y este llamado no es solo al seguimiento apostólico, como sería el caso de los sacerdotes o religiosos o religiosas, es un llamado general para vivir con “prontitud” el mensaje del Evangelio: ¡Ven y sígueme! Será el mismo llamado para todos, apóstoles y seglares. A la voz del Maestro hay que dejarlo todo y ponerse en camino con él. Pedro , Andrés, Santiago y Juan dejaron “de inmediato” lo que estaban haciendo: Nosotros ¿cuándo?

Pbro. Ernesto María Caro