COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 1, 14-20

Par.: Mt 4, 18-22

1. J/SOLIDARIDAD:  SOLIDARIO Y SEPARADO. SGTO/CARACTERISTICAS. DISCIPULO/CR-JUDIO: DISCÍPULO CRISTIANO Y DISCIPULADO RABÍNICO.

Ya sabemos que Marcos, 1, 2-20, tiene que ser considerado como un prólogo de todo el evangelio. Su finalidad no es la de indicarnos cuáles fueron los primeros episodios de Jesús, sino la de señalarnos las perspectivas generales dentro de las cuales hay que leer toda la historia de Jesús. ¿Cuáles son los elementos fundamentales de esta perspectiva? Aunque simplifiquemos un poco las cosas, podemos reducirlos a tres.

Primero: con Jesús ha llegado el Reino de Dios; hay que tomar conciencia de ello y convertirse. Este motivo comienza con el anuncio de Juan y se concreta en el anuncio de Jesús en Galilea; es éste, sobre todo, el tema del trozo que vamos a comentar.

Segundo: el Mesías no se coloca fuera de la historia de los hombres; se hace solidario de los hombres y la asume. Entra, por ejemplo, en el movimiento penitencial de su pueblo (bautismo). Se deja envolver por la lucha entre el bien y el mal que caracteriza a la historia humana (tentación). "Entrando en el dinamismo de nuestra historia, se hace solidario de nuestra humanidad" (Duquoc. Cristología 1: El hombre Jesús. Sígueme. Salamanca 1971). Esta solidaridad encuentra su cima en la muerte de cruz, pero es la ley de toda la existencia de Cristo, ya desde el principio. La historia que comienza en el bautismo es una historia que no constituye sólo un viaje hacia la cruz-resurrección, sino que saca de la cruz-resurrección toda la lógica de su desarrollo.

SOLIDARIDAD/TENTACIONES: Tercero: entre Cristo y Satán, entre el reino de Dios y el reino del mundo, existe un contraste irreductible. El Mesías es solidario con la historia, pero no con la lógica de Satanás que con frecuencia le sirve de guía: precisamente, puesto que está de parte del hombre, no acepta el pecado. Así el Mesías aparece al mismo tiempo SOLIDARIO y SEPARADO. Siempre es difícil para el cristiano encontrar la medida justa en su manera de situarse dentro de la historia. Para ello hay dos modos muy fáciles (por eso mismo su facilidad y claridad se convierten en tentaciones): el conformismo y la fuga. Pero la historia del Hijo de Dios no permite ni una cosa ni la otra: el discípulo no puede aceptar el conformismo (de esa manera ya no sería el portador de la "novedad" del reino), y tampoco puede salvar su diversidad en la fuga, evitando el conflicto (no sería ya signo de la "solidaridad" de Dios), más bien debe manifestarse a sí mismo en un esfuerzo -bastante incómodo- de "participación crítica". (...)

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CV/QUE-ES:¿Qué es lo que significa convertirse? La conversión nace ante todo como RESPUESTA a un acontecimiento (supone por tanto la fe), a esa alegre noticia que debería ensancharnos el corazón: en Jesús ha aparecido, en toda su profundidad, el amor increíble y sorprendente de Dios al hombre, a cada uno de los hombres, a todos nosotros. Ese es el acontecimiento que tengo que ACEPTAR, del que tengo que FIARME, y por el que tengo que dejarme MODELAR ("creed en la buena nueva"): eso es la conversión. No se trata de un cambio parcial, sino de una verdadera y auténtica transformación total, de un PASO (sin calcular sus consecuencias) del egoísmo al amor, de la defensa de mis privilegios a la solidaridad más radical. Es un cambio que ES IMPOSIBLE CONTENER EN LAS VIEJAS ESTRUCTURAS (personales, mentales, sociales); las rompe. Las viejas estructuras fueron creadas para servir a otro tipo de Dios y para otra visión del hombre.

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SGTO/QUE-ES: El seguimiento La breve narración que Mc pone detrás del anuncio del Reino -la llamada de los primeros discípulos (1, 16-20)- quiere ser un ejemplo concreto de conversión. No se trata de una conversión que se les proponga a los especialistas del Reino de Dios, sino simplemente de la conversión necesaria para ser cristianos. Se señalan enseguida unas cuantas estructuras fundamentales -las estructuras que definen el seguimiento- y que se pueden observar como elementos constantes en todos los textos siguientes relativos al seguimiento de Jesús.

La INICIATIVA parte de Jesús: en su invitación gratuita e inesperada, resuena la llamada de Dios frente a la que no es posible vacilar: tienes que decidirte. La existencia cristiana, más que decisión, es una respuesta. Este concepto de gratuidad no está sólo en el término "llamar" ni en la narración en sí misma, sino que aparece todavía con mayor claridad si pensamos en el contexto ambiental. Los rabinos de la época -como todos los profesores ilustres- no iban en busca de discípulos; eran los discípulos los que buscaban al maestro. En tiempos de Jesús había algunos grupos -por ejemplo, los monjes esenios- que se reunían y se alejaban del mundo para aguardar al Mesías y estar dispuestos a recibirlo; Jesús, por el contrario, llama sólo a una gente que vivía y trabajaba como los demás. La llamada de Cristo tiene una nota de URGENCIA: es la llamada del tiempo favorable (el "kairós"), el tiempo de la salvación, el plazo final. A la llamada hay que contestar enseguida; es la gran ocasión que hay que saber aprovechar.

La llamada de Cristo exige una SEPARACIÓN; este tema se irá concretando sucesivamente. De todas formas se ve ya que se trata de una separación radical. No se trata de dejar las redes o un trabajo, sino más a fondo -como irá aclarando luego el evangelio- se trata de dejar las riquezas (Mc 10, 21), de abandonar el camino del dominio y del poder, de desmantelar esa idea que nos hemos forjado nosotros mismos de Dios para defender nuestros privilegios (Mc 8, 34). Pero la llamada de Cristo, más bien que a una separación, se dirige a un SEGUIMIENTO. Esa es la razón de la separación: una libertad para un nuevo proyecto que se presenta como un proyecto a "compartir".

Y esto es lo que importa: seguir significa recorrer el camino del maestro, realizar sus gestos preferidos (preferir a quienes los hombres marginan, pero a los que Dios ama: preferirlos no porque importen sólo ellos, sino precisamente porque los hemos marginado nosotros). Podría parecer éste un proyecto de muerte, pero es de vida, es el ciento por uno. Podría parecer un proyecto imposible, pero todo es posible para el milagro de Dios (10, 27). Podría parecer un proyecto para unos pocos, para gente selecta, pero es para todos, para justos y para pecadores: Jesús no se encuentra con el hombre (para dirigirle su invitación) en una esfera particularmente religiosa o privilegiada de algún modo, sino en la orilla del lago, en donde vive verdaderamente el hombre, en la vida cotidiana.

Y sobre todo quedará claro que seguir significa "servir", dar la vida "en rendición", lo mismo que el Hijo de Dios, que se solidariza con los hombres y asume todas nuestras responsabilidades. No tomó distancia frente a nosotros, sino que se sintió afectado por todo lo nuestro, como el pariente que paga la fianza para obtener la libertad de sus hermanos. Así pues, es el término "seguir" el que caracteriza al discípulo, no el término "aprender".

Esto es significativo: en primer plano no está la doctrina, sino una persona y un proyecto de existencia. Podremos captar con más precisión esta originalidad del seguimiento evangélico si comparamos al alumnado de Jesús con el alumnado de los rabinos. En el seguimiento evangélico el hecho esencial es la persona de Jesús; únicamente él es el que da forma y contenido a la relación con los discípulos. En el alumnado rabínico es la doctrina lo que ocupa el primer puesto: el discípulo se une al rabino porque busca su doctrina, quiere posesionarse de ella y convertirse también él en maestro: renuncia a muchas cosas para hacer vida común con el rabino, pero en último análisis es siempre para aprender la ley. El discípulo evangélico, por su parte, renuncia para seguir a Jesús y compartir su destino; ser discípulo es una condición permanente.

En conclusión: el tema del seguimiento nos lleva al centro de la fe cristiana (así al menos lo pensaban las primeras comunidades) y esto nos invita a una comprobación.

Hay quienes creen en Dios y en una doctrina religiosa, pero muchas veces no se trata, en substancia, del Dios que se ha revelado en JC; puede incluso tratarse de un Dios mágico, construido para que resuelva nuestros conflictos y nuestras ansiedades. De todas formas es una fe que no se mide en concreto según el proyecto mesiánico del evangelio; también los fariseos eran creyentes y adoraban a Dios, pero rechazaron el camino de Jesús; se imaginaban que Dios iba por caminos distintos.

Hay quienes viven en la lógica de la cruz sin ver en ella el rostro de Dios. No son aún los hombres del seguimiento. Hoy se habla de discípulos "anónimos". Esto es verdad, pero a Marcos le gustaría que se llegara más allá.

Finalmente, hay quienes viven la lógica de la cruz y descubren en ella el rostro de Dios. Esos son los hombres del seguimiento de Jesús.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 198.Págs. 29-36


2. 

No comentaremos aquí los primeros versículos (14-15) de este pasaje: son un resumen de Mt 4, 12-17 (primer ciclo de este domingo), en donde Jesús aparece a la vez como continuador del Bta y como renovador: se convierte en rabino itinerante sin esperar a que las multitudes vengan hasta El.

Será la segunda parte del relato la que merezca nuestra atención, a)Mateo (4, 18-22) y Marcos (1, 16-20) coinciden al referir la vocación de los primeros discípulos, mientras que Lc la asocia con el relato de una pesca milagrosa (Lc 5, 1-11). Los dos primeros evangelistas, en efecto, se interesan más por la calidad de las personas llamadas por Jesús, mientras que Lc se atiene más a su función apostólica y a su impacto escatológico. Hay que subrayar en primer término el contexto humano de la "vocación" de los discípulos: son hermanos, conciudadanos, relacionados entre sí por intereses comunes en el plano profesional (cf. Lc 5, 1-11) y originarios de la misma región que Jesús. La vocación no es tan sólo sobrenatural: el llamamiento de Dios se puede leer también en el plano terrestre.

Pero no por eso deja de ser la vocación fundamentalmente iniciativa del Maestro: los pescadores serán los mensajeros del juicio de Dios (Jr 16, 16; cf Am 4, 2; Ha 1, 14-15). El llamamiento de Jesús es imperativo, como para subrayar su poder, y los discípulos corresponden a él sin dilación, porque el reino es tan inminente que cualquier retraso sería mortal.

Por otra parte, los evangelistas han dispuesto los textos de tal forma que a la instantaneidad del llamamiento corresponde la inmediatez de la correspondencia de los discípulos. En realidad, estuvieron mucho tiempo titubeando y no abandonaron definitivamente su profesión hasta después de la resurrección (Jn 21, 1). Agrupando así los acontecimientos en un solo episodio, los evangelistas reflejan lo esencial de su contenido, es decir, la capacidad del llamamiento de Dios, una vez que se le ha conocido, para movilizar todas las energías del hombre y la autoridad con que Jesús elige a los suyos.

La forma en que Jesús llama "tras ÉL" a sus discípulos (v. 17) es característica del nuevo estilo que el joven rabí quiere imponer a los suyos. No convoca a su alrededor, como lo hacían los rabinos y los jefes de la escuela de su tiempo, sino tras Él. No es, pues, un Maestro que haga pensar, sentado en su cátedra y reuniendo auditores fervientes a sus pies, sino un rabino caminante que marcha incesantemente para ir al más pobre y al más alejado y que exige a sus discípulos no tanto oídos ávidos y miradas entusiastas como aliento para andar y fuerza para encontrar al otro, con todo lo que puede tener de irreducible. La evangelización no se trata de círculos más o menos cerrados, construidos sobre un pensamiento común en torno a un maestro común; ha salido de ella misma en busca del otro, precisamente de ese otro al que no se le ocurriría participar en un círculo y compartir las concepciones de un maestro.

c)La última parte del evangelio (vv. 21-22) describe la forma en que el joven rabino procede para dar a conocer su mensaje.

Penetra en la sinagoga y se sirve de la homilía sobre la segunda lectura del culto (cf. Lc 4, 16-37) para transmitir sus ideas. Mc por su parte, subraya ante todo en esta forma de predicación el sentido de "autoridad" que de ella se desprende (cf. Mt 7, 29; Mc 1, 27). Al comienzo de su ministerio, esta autoridad de Jesús no es todavía la del "Señor", a la que se refiere con respeto S. Pablo en 1 Co 7, 10, ni siquiera la del Hijo del hombre que se sabe a Sí mismo "vice-gerens" de Dios, como en Mc 2, 3-12, sino la del rabino que, en lugar de hacer referencia a textos de la ley o a tradiciones de escuela, como hacían los escribas, acude directamente a su juicio y a su conciencia.

Esta fidelidad de Jesús a Sí mismo en su manera de enseñar es el primer paso hacia una fidelidad más profunda: la del Hijo del hombre a quien le envía, la del Hijo de Dios a su propio Padre. Y será la fidelidad de la palabra al pensamiento que la transmite. Los apóstoles elegidos para llevar el mensaje al mundo deberán observar una fidelidad idéntica, puesto que son portadores de una palabra cuya iniciativa no les pertenece. Su autoridad se fundamenta, por tanto, en su fidelidad. Por eso, hablar de autoridad es hablar en estilo "creador" (auctor, augere). Se trata, pues, de una enseñanza dinámica que no dice necesariamente lo que hay que hacer o, sobre todo, lo que no hay que hacer, sino que invita a la creatividad y a la responsabilidad. Si se hablara más de "autoridad" en la Iglesia, los cristianos, en lugar de acogerse a textos preestablecidos, descubrirían sectores nuevos de la ética y formularían sin duda una moral que el mundo espera de ellos: la de los problemas nuevos que plantea la vida moderna: problema de la revolución de los pobres, de la no violencia, de la paz, etc.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Págs. 85-87


3.

Muy pocos se creyeron entonces esta noticia y muy pocos se la creen hoy. Y siempre en base a la misma constatación: todos ven que el Reino de Dios no ha llegado, porque, de lo contrario, todo sería diferente.

Efectivamente, todo sería diferente si se diera un cambio de estructuras en las personas. El cambio, ciertamente, tiene que ser de estructuras, pero de estructuras o arquetipos EN la persona. Sin él, y los acontecimientos actuales así lo demuestran, no será jamás viable el NECESARIO cambio de estructuras externas. Tenemos el marco o mundo que nosotros construimos. No nos engañemos: este mundo no la hace Dios; lo hacemos nosotros.

Y, sin embargo, el reino de Dios ha llegado ya, por más que no lo parezca. En la segunda de sus condiciones, Jesús así nos pide que lo creamos solicitando de nosotros crédito y asentimiento a su noticia. Jesús no era un iluso ni un chiflado; Jesús es el Hijo de Dios y sabe, por tanto lo que dice y por qué lo dice.

Ahí están, para confirmarlo, Simón y Andrés, Santiago y Juan. Ellos son personas concretas; pero son, sobre todo, prototipos del cambio de estructuras en las personas y del asentimiento a la noticia de Jesús. No proyectemos en ellos estructuras eclesiásticas posteriores. Representan, sencillamente lo que Jesús propone a TODOS: ser seguidores de él en el cambio y en el asentimiento. Si TODOS lo fuéramos, no existiría duda alguna de que, efectivamente, el Reino de Dios ha llegado ya.

A. BENITO
DABAR 1991/11


4.

Marcos da entrada a la actuación del más fuerte anunciado por Juan una vez que éste abandona la escena violentamente. El verbo empleado en el original griego para referir la suerte de Juan es el mismo que se empleará más adelante para referir la suerte de Jesús. La actuación se inicia en Galilea con la proclamación de la Buena Noticia de Dios. Esta buena noticia se concreta luego en los siguientes términos: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. La palabra "plazo" designa el tiempo señalado para la realización de un acontecimiento. "Cumplirse el plazo" pertenece al lenguaje profético y expresa una concepción religiosa de la historia. El acontecimiento cuyo plazo se ha fijado es el reino de Dios. "Está cerca el reino de Dios".

RD/REINADO-D:¿Proximidad inmediata? ¿Realidad presente? Hoy se interpreta la frase en el sentido de una realidad que ya ha llegado pero cuya realización plena está reservada al futuro. En este sentido se prefiere emplear la expresión "reinado de Dios" para designar la situación presente inaugurada con Jesús, reservando la expresión "reino de Dios" para la culminación de esta situación en el futuro.

El reinado de Dios que ha irrumpido y que empuja hacia el reino de Dios va a determinar las posteriores palabras de Jesús: "Convertíos y creed la buena noticia". Convertirse pertenece también a la tradición profética y designa un cambio de mentalidad y de actuación. Creer la buena noticia significa darle crédito, hacerla algo propio.

Sin pausa alguna Marcos pasa de las palabras del más fuerte a la narración de sus acciones. "Pasando... vio... les dijo". Jesús es la figura dominante, el fuerte. En tono imperioso se dirige a personas desconocidas, que obedecen al punto.

-Comentario.-Hace dos domingos el mensajero Juan nos anunciaba la llegada de uno más fuerte que él que nos introduciría en una situación nueva. En el texto de hoy vemos al fuerte proclamando esa situación nueva. El tiempo está ya maduro. Con Jesús ha hecho irrupción el tiempo final de la utopía. Un tiempo en el que son posibles un nuevo modo de ser y de vivir. Lo viejo ha terminado, ha comenzado lo nuevo. Lentamente, progresivamente: porque la mentalidad y la actuación no se cambian de la noche a la mañana.

Hay hábitos demasiado arraigados, costumbres demasiado inveteradas, tanto que parecen fuerzas necesarias y naturales. De ahí la continua necesidad de conversión en las personas.

A. BENITO
DABAR 1988/12


5. EV/BN.

En su calidad de preparador del camino, Juan proclamaba un bautismo de conversión (cf. Mc 1, 4). Proclamar la buena noticia es tarea que Mc, a diferencia de Mt, reserva exclusivamente a Jesús (cf. en cambio Mt 3, 2 y 4, 17: Juan y Jesús proclaman el mismo mensaje). Empieza así Mc a poner de manifiesto en qué sentido es Jesús más poderoso que Juan y tiene un derecho que éste no tenía (cf. Mc 1, 7). LA BUENA NOTICIA DE DIOS (mejor traducción que la litúrgica EL EVANGELIO DE DIOS). Es decir, Dios como buena noticia. La expresión es tanto más llamativa cuanto que es la única vez que la emplea Mc en toda la obra. El v. 15 explica el sentido de la expresión. Dios es buena noticia porque, en la formulación de Pablo, va a ser todo en todos. Por fin, Dios va a ser reconocido y querido. Su soberanía va a ser aceptada y se va a hacer su voluntad. Dios es al fin rey del mundo (cf. Sal 047, 6-10). De Él es la tierra y cuanto la llena (cf. Sal 024, 1). Así es como el A.T. concebía el final de los tiempos. Jesús, a quien Mc ha presentado como el que está para llegar a inaugurar el final de los tiempos, este Jesús nos introduce en este final.

Por eso, convertíos y dad crédito a esta buena noticia, continúa Mc. La eterna tensión entre el ya y el todavía no.

A. BENITO
DABAR 1988/11


6. CRISTIANO/3EXIGENCIAS.

La palabra de Dios resuena después de que Juan Bta. ha sido detenido. Juan ha sido el portavoz-preparador de la buena noticia. Su detención ¿no es ya un presagio de la suerte de Jesús? Pero la proclamación de la buena noticia no puede sufrir dilaciones y Jesús la proclama: "el reinado de Dios está ya cerca". No es ninguna institución, ningún ordenamiento jurídico, ni siquiera un concepto. Es una vida, la vida de Dios. Por eso la venida del Reino de Dios no depende en modo alguno de la actuación del hombre. Este puede esperar, buscar, recibir el Reino de Dios, pero nunca crearlo. La espera, la búsqueda, la aceptación reciben el nombre de conversión o arrepentimiento.

Esto es lo primero que Jesús pide al hombre. Lo segundo que le pide es que mantenga siempre viva la ilusión por Dios, que no deje nunca de ver el Reino de Dios como buena noticia: "creed la buena noticia". Y tercero: Jesús pide la creación de una comunidad de discípulos; pide que la vida de Dios sea vivida por los hombres en fraternidad con los demás. La conversión tiene que materializarse en la formación de comunidades cristianas. A la creación de estas comunidades dedicó Jesús todos sus esfuerzos y su actividad. La llamada de Pedro, Andrés, Santiago y Juan no es al sacerdocio, diríamos hoy (esto vendrá más tarde, Mc 3, 13-19), sino a ser comunidad cristiana que testimonie una forma de existencia tal que extraiga a los hombres del mar del egoísmo individual: "veníos conmigo y os haré pescadores de hombres". Mc 1, 16-20 no pinta una escena sociológica-psicológica, sino una escena teológica ideal. Jesús pide al cristiano radicalidad de entrega.

DABAR 1976/13


7.DISCIPULADO/SGTO.

Al narrar la llamada de los primeros discípulos, Marcos no justifica, como hace Lucas (cap 5), la decisión de éstos de seguir a Jesús con el episodio de la pesca milagrosa. Ni siquiera alude al hecho de que, según Juan (1, 35ss), Simón y Andrés, desde el tiempo del Bautista, habrían acompañado a Jesús, de suerte que aquí se trataría, por así decirlo, de una segunda llamada. Nuestro evangelista quiere decir solamente cómo deben desarrollarse las cosas cuando Jesús llama a los hombres para ser discípulos: ellos tiene que obedecer sin más.

Se comprende así cómo han sido dados de lado todos los particulares relativos al tiempo, al lugar, a las circunstancias.

Sólo incidentalmente nos enteramos de que Simón y Andrés eran modestos pescadores. Los "llamados" no están de ninguna manera preparados; aún más, Jesús no busca a los hombres en una esfera particularmente religiosa, sino allá donde viven la vida de cada día. El no actúa como un rabino, ya que el rabino era, por así decirlo, escogido por el discípulo. Es él quien llama y quien crea la decisión de seguirlo, como la palabra creadora de Dios (Sal 33, 9; Is 55, 10 s). Precisamente por esto, la decisión de seguirlo es relatada como una cosa obvia, sin ninguna referencia a las objeciones que los pecadores habrían podido oponer o las dificultades que tenían que superar. Lo que se realiza, pues, es el acontecimiento de la gracia, sin que de ello se hable siquiera. Seguir a Jesús no es una decisión ética autónoma, ni una adhesión intelectual a una doctrina. Es una acción y un pensamiento nuevo que nace del acontecimiento de la gracia.

Por su parte, Jesús no discute con los discípulos como haría un rabino; y así el verbo "seguir" adquiere en sus labios un significado particular, quizá vinculado a aquellos textos del Antiguo Testamento, donde el "seguir" a Yahveh se contrapone al "seguir" a los falsos dioses (Deut 8, 19; 1 Re 18,21).

Por consiguiente, el evangelista presupone con mucha naturalidad la condición divina de Jesús. Solamente se "sigue" ciegamente a Dios. A los hombres, incluso a los inevitables responsables de la propia comunidad cristiana, no se les "sigue": son ellos los que tienen que atender a un servicio, en alguna forma postulado por la propia comunidad. Una cierta "obediencia ciega", exigida a veces por ciertos pastores, tiene en el fondo algo de sacrílega, ya que implica una rivalidad con Dios. Y es Jesús el único que es Dios: los demás responsables de la comunidad son "ministros", servidores de los demás.

En todo caso, el evangelista subraya algo que va a presentar frecuentemente su evangelio: la resurrección de Jesús supone primariamente su presencia en medio de la comunidad. Es él el único que puede seguir llamando. Los responsables de la comunidad no pueden convertirse en sucedáneos del Resucitado, relegándolo al puro honor de los altares.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1115


8.

Herodes Antipas (año 4 a.C. -39 d. C), uno de los tres hijos de Herodes el Grande, hizo arrojar en la cárcel a Juan el Bautista (cfr.: 6, 17-29). De esta manera se prometía una mayor tranquilidad entre el pueblo judío, pero pronto se quedó perplejo, pues apareció Jesús en público. Naturalmente, Jesús no se limitó a seguir la actividad del Bautista, sino que entre uno y otro se dio una ruptura. Y no sólo por un cambio de escenario.

Por supuesto, la actividad de Jesús cambia de lugar, cambia exteriormente, Juan había desarrollado su labor en un desierto de Judea -en un lugar fijo y determinado, al que la gente tuvo que acudir-; Jesús, sin embargo, se hizo al camino en Galilea -al camino hacia los hombres-, en una comarca, de la que el historiador Flavio Josefo dijo que era una tierra, a lo largo del lago de Genesaret, llena de belleza, de naturaleza admirable. No es el desierto con su sequedad y sus temperaturas extremas lo que constituye el medio vital de Jesús, sino una fructífera tierra habitada, con sus aguas, su hierba (Mc 6, 39) y sus lugares sombreados.

Aún hubo otra cosa que en Jesús fue diferente; no dejó que los hombres fueran a él, sino que fue él quien se dirigió a ellos; se puso en camino hacia ellos para anunciarles el Evangelio, es decir, la buena noticia de Dios: "El tiempo se ha cumplido; el reino de Dios está cerca".

KAIROS/CRONOS: "Se ha cumplido el plazo", "ha sonado la hora", "ha llegado el tiempo"... La lengua griega tiene dos palabras para el término "tiempo"; por un lado, CRONOS; por el otro, KAIROS. El primero es el tiempo que pasa; el segundo es el momento, el instante (por ejemplo, el momento de la cosecha -12,20 o de la recogida de los higos -11,13-). Este segundo es el que emplea Marcos aquí. Por tanto, lo que Jesús anuncia es: Ha llegado el momento decisivo; no hay motivo para esperar a otro momento, porque el reinado de Dios ha comenzado ya (el reinado de Dios está aquí). Esta llamada tenía para los contemporáneos de Jesús un eco bíblico: eran conocidas las palabras de Isaías (52, 7-9). Y desde entonces, además, el deseo del pueblo judío de que Dios sea su rey nunca se había apagado. Aún más, se obviaría siempre todo aquello que pudiera impedir al creyente reconocer a Dios como su único rey (Sof 3, 14 s): Si viniera Dios de una vez y nos hiciera experimentar su reinado... En el marco de esta esperanza anuncia Jesús que el reino de Dios está ahí.

El resto de lo que Jesús hizo por Galilea no le interesó a Marcos. Sólo le preocupó lo importante. Y puesto que por mucho tiempo los cristianos fueron una "cosa pequeña" y una excepción (no se trató de una expansión como la de otras grandes religiones), a Marcos le preocupa constatar la vida, la existencia de los creyentes, de las comunidades (que, por otra parte, incluso en el año 70 d. C son también algo excepcional).

Las comunidades de discípulos de Jesús comienzan a existir en el preciso momento, en ese mismo momento, en que llama a las dos parejas de hermanos Simón y Andrés, Santiago y Juan. Las primeras comunidades cristianas tienen en definitiva un solo motivo de existencia: la palabra de Jesús.

EUCARISTÍA 1988/06


9.

Aproximadamente al empezar el verano del año 28, cuando Juan Bautista había sido reducido al silencio de la cárcel, Jesús levanta la voz para anunciar la buena Noticia. También Jesús, lo mismo que su precursor, hace una llamada a la penitencia, tanto más apremiante cuanto más inminente era ya el reino de Dios; en realidad, este reino comienza con la venida de Jesús al mundo, pues no es otra cosa que el cumplimiento de toda la voluntad de Dios por Jesucristo, su enviado.

La proclamación del reinado de Dios pone al hombre en responsabilidad, le sitúa ante la decisión; el que quiera entrar en este reinado ha de cambiar la mente y el corazón, ha de escuchar a Jesucristo y creer lo que él anuncia. Esto es hacer penitencia. El que no hace penitencia no puede entrar en el reino de Dios.

La llamada de Jesús es urgente y exige una respuesta sin componendas, un seguimiento sin condiciones. Habrá que dejarlo todo si es preciso.

Simón, Andrés y Juan procedían del círculo de los discípulos del Bautista y habían reconocido a Jesús como Mesías (Jn 1, 35-42).

Así que la llamada de Jesús y la invitación a seguirle no pudo sorprenderles demasiado. En realidad ya le habían acompañado y habían sido testigos de su primer milagro, de su primera "señal", en unas bodas celebradas en Caná de Galilea. Después volverían a sus ocupaciones habituales hasta este momento en el que Jesús los llama de nuevo para que le sigan a todas partes de un modo permanente y como discípulos suyos.

Estos discípulos no han sido llamados solamente al reino de Dios, sino también a ser los testigos privilegiados de la vida pública de Jesús y a anunciarlo después por todo el mundo. Ellos serán los heraldos del reino, los pregoneros. Conviene que los heraldos tengan los pies ligeros y estén dispuestos a dejarlo todo: la casa, los parientes, el propio oficio..., pues han de ir a todas partes y han de ir de prisa. Deberán acostumbrarse ya desde ahora a la vida de Jesús, que no tiene donde reposar su cabeza. Sólo cuando el "pregón" sea escuchado y aparezcan las comunidades cristianas, será preciso profundizar en él, será necesario la enseñanza. Entonces, los que sirvan a la palabra de Dios en estas comunidades adoptarán otros géneros de vida.

EUCARISTÍA 1985/05


10.

Comenzamos hoy la lectura continua del evangelio de Marcos. Y la comenzamos con los primeros pasos de la predicación de Jesús, después de los acontecimientos introductorios (predicación de Juan, bautismo, tentaciones).

Los relatos de Marcos que vamos a leer en estos domingos hasta la Cuaresma son un continuo fluir de hechos que caen uno sobre otro pisándose los talones, en los que, con un frescor y una inmediatez que sólo se hallan en este evangelista, vemos a Jesús lanzado a actuar, "haciendo el bien y curando a todos los vejados por el diablo: por cuanto Dios estaba con él" (Hch 10,38): Marcos muestra cómo la aparición de JC representa la destrucción del diablo, del mal, de todo lo que oprime la vida concreta de los hombres. Y toda esta actividad de Jesús será la proclamación "en acto" de las palabras de síntesis que hoy encabezan el evangelio: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia".

RD/EV/BN: En esta frase-resumen de la predicación de Jesús está concentrado un gran sentido que vale la pena recordar. "El Reino de Dios" es la expresión que había llegado a formular la esperanza del judaísmo: la esperanza del momento en que Dios mismo tomaría en sus manos la dirección del pueblo y de toda la historia, sin intermediarios, y que esto sería el único medio de asegurar que ningún mal podría tocar a los fieles; por eso, la gran proclamación de júbilo de los profetas y de los salmos de después del exilio consistía en anunciar "Yahvé reina!". Y la otra palabra clave es "Buena Nueva" (en griego "Evangelio"): esta expresión aparece por primera vez en el segundo Isaías, para indicar la "gran noticia" del retorno de los exiliados a Jerusalén, precedidos por Dios, que reinará en medio de ellos (Is 52,7); el retorno del exilio fue una experiencia de esto: la gran noticia de que Dios reina, la gran noticia de que el mal desaparece.

Y es esto lo que viene anunciar JC: que, definitivamente, la gran noticia de Dios presente en medio de los hombres para liberarlos ya es una realidad; y que por tanto hay que cambiar de manera de pensar y de vivir (=tener ganas de ser liberado; y vivir de acuerdo con esta liberación). Y Jesucristo, para proclamar todo esto, empieza reuniendo un grupo de gente que quiera ir con él y empaparse de esta doctrina (segunda parte del evangelio de hoy).

Y acto seguido (próximos domingos) empieza a realizar lo que anunciaba: primero liberando del mal concreto, del diablo concreto; después, en la cruz, venciendo definitivamente el mal y el diablo.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1979/02