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H O M I L Í A S 

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DOMINGO III DE PASCUA - CICLO B

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La reunión no podía estar más animada. Los de Emaús cuentan y no acaban. El Caminante, después de una autorizada catequesis sobre el Mesías, con las Escrituras al fondo, se les ha manifestado de un modo familiar: "en el partir el pan". Y, a pesar de sus palabras y de su talante optimista y alegre, entusiasta quizás, los demás discípulos siguen tristes, cariacontecidos, desanimados.

La aparición de Jesús ni les da seguridad, ni les quita las dudas. Creen ver un fantasma. No se fían ni de ellos mismos.

Frente a esa actitud, por lo demás lógica, el Señor les va a ofrecer dos signos permanentes de su presencia y lo que con ella quiere en sus Apóstoles y en todos nosotros. J/PRESENCIA/SIGNOS 

-PRIMER SIGNO: UNA COMIDA FRATERNAL

Es curioso lo que supone en la vida de Jesús la comida como signo de fraternidad, expresión de amistad y ocasión para comunicarnos su mensaje.

Comiendo con publicanos y pecadores nos revela para quién ha venido; en una comida de cierto rango social acoge a la pecadora y la defiende, mientras que al anfitrión le pide cuentas por no haber cumplido unas normas elementales de cortesía que para él, en ocasión distinta, son totalmente secundarias; en otra comida, a la que él se invita, nos revela que con él ha entrado también la salvación a aquella casa; en una comida singular -la cena última con los suyos- Jesús nos adelantará su entrega, la perpetuará en un sacramento, tendrá para con los suyos las más hondas expansiones y nos dejará aspectos fundamentales de su mensaje. Y será precisamente en varias comidas en las que Jesús se aparecerá a los suyos y los hará partícipes de su Resurrección, de manera que el propio Pedro lo recordará, años más tarde, en uno de sus sermones: "Nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos" (Hechos 10, 41).

Jesús en esta ocasión pide de comer para así fortalecer su fe, quitar sus miedos y traspasarles su paz. La sencillez, la cercanía, el diálogo, la fraternidad, son en Jesús -y deberían ser en nosotros- signos de una vida nueva.

-SEGUNDO SIGNO: APERTURA A LA PALABRA DE DIOS

Es otra de las constantes de Jesús Resucitado con sus Apóstoles: abrirles el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.

Le preocupa al Señor el que los Apóstoles encuentren sentido al pasado inmediato que tanto les afecta. Por eso tanto a los de Emaús en el camino, como a todos juntos en esta ocasión, "comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas, les explicó lo que se refería a El en toda la Escritura" (Lc. 24,27).

La obsesión de Jesús es que los discípulos comprendan el significado de la Cruz, de su Pasión y de su Muerte. Que comprendan que la historia de Israel, que es historia de salvación, pasa por la muerte del Hijo de Dios. Que comprendan que el "fracaso" del Viernes Santo no es fracaso para la muerte, sino condición de Vida, "paso" necesario de este mundo al Padre para él y para todos nosotros.

Todo lo ocurrido no sólo estaba previsto, sino que estaba anunciado.

La gran lección que les da Jesús -que nos da- es que él se nos presenta como el centro de toda la Escritura. Hasta El toda ella fue preparación para su venida. Tras El, todo será consecuencia de su Muerte y de su Resurrección, de su Vida y de su Mensaje.

-LA RESURRECCIÓN,(RS/PERDON) LA PASCUA DE JESÚS, SIGNO Y FUENTE DE PERDÓN UNIVERSAL.

Es el mensaje común a las tres lecturas del presente domingo y en las tres aparece la relación Resurrección-perdón.

"Dios cumplió lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos" (Hechos).

"Si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo" (1. Juan, 2, 1). "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará... y en su nombre se predicará la conversión y el perdón a todos los pueblos" (Lc. 24, 26).

La Resurrección de Jesucristo universaliza el perdón y abre la perspectiva estrecha y localista de los Apóstoles.

La Eucaristía (significada por la comida), la Palabra y el Perdón ya no van a ser patrimonio de unos pocos, signos de distinción de un pueblo determinado. Jesucristo quiere que se prediquen a todos los pueblos y ésta será, desde ahora, la tarea de los Apóstoles. Y este triple motivo será el que semanalmente nos reúna a los cristianos, en el Día del Señor, en la Pascua semanal, cuando todos juntos celebremos el Perdón, nos abramos a la Palabra y ofrezcamos al Padre el Sacrificio Eucarístico de Jesucristo Resucitado.

DANIEL ORTEGA GAZO
DABAR/88/25

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