barra-01.gif (5597 bytes)

H O M I L Í A S 

barra-01.gif (5597 bytes)

pas-03a.gif (20689 bytes)

DOMINGO III DE PASCUA - CICLO A

25PascuaA3.jpg (68314 bytes)

PARA VER LA IMAGEN AMPLIADA HAGA CLIC SOBRE LA MISMA


La narración parte de Jerusalén y termina en Jerusalén. Un mismo itinerario inversamente recorrido: de Jerusalén a Emaús (vv.13-32) y de Emaús a Jerusalén (vv. 33-35). Pero, para Lucas, Jerusalén es algo más que una ciudad. Es el lugar donde están los once y los demás.

Jerusalén es el grupo creyente. Los dos de Emaús han abandonado el grupo y retornan a él. Cuando retornan se encuentran con un grupo que ya cree en Jesús resucitado (v. 34). No son, pues, los dos de Emaús los que hacen que el grupo sea creyente. Este dato es importante a la hora de determinar el sentido del relato: éste no va en línea apologética (demostrar la resurrección de Jesús), sino en línea catequética (mostrar las vías de acceso a Jesús resucitado, cómo encontrarse con Jesús resucitado). Los destinatarios del relato no son los que rechazan la resurrección de Jesús, sino los cristianos que no han tenido el tipo de acceso que tuvieron los testigos presenciales. En los dos de Emaús estamos tipificados todos los cristianos que no hemos tenido el tipo de acceso a Jesús que tuvieron los testigos presenciales.

¿Cuáles son nuestras vías de acceso a Jesús? En primer lugar, la lectura profundizada del A.T. (vv. 25-27). En segundo lugar, y como culminación de la anterior, la celebración de la Eucaristía. Es en esta celebración donde finalmente se abren nuestros ojos para reconocer a Jesús (v. 31).

....................

La ida a Emaús es la ruta del desengaño y el desencanto. En otro tiempo, lo abandonaron todo para seguir a Jesús. Ahora abandonan la esperanza y regresan a su pueblo, a su casa, con el alma llena de recuerdos y desengaños.

El que tenía «palabras de vida eterna» ha muerto con todas sus palabras y todas sus obras. ¡No se puede hacer nada. Se acabó la esperanza! La muerte de Jesús acaba con la imagen que los discípulos se habían formado de él: Mesías libertador de Israel.

«Nosotros esperábamos...» Con Jesús ha muerto en Jerusalén la esperanza de los que le siguieron, de los discípulos, que ahora se esconden como cucarachas, cada cual en su agujero.

El origen de la fe cristiana hay que situarlo en el punto en que las esperanzas de los discípulos han sido reducidas a la nada

Para el creyente, esperar es siempre «esperar contra toda esperanza». Es saber que los hombres somos injustos y seguir luchando por la justicia. Es saber que los hombres somos egoístas y seguir luchando por el amor. Es ver que el mundo no tiene arreglo y, por eso, dar la vida para arreglarlo.

También en el fracaso está Jesús como compañero de camino. Ahí también se le puede encontrar como entrañable compañero y entablar un diálogo creador de vida y fuego.

...................

Este relato tiene un contenido doctrinal profundamente teológico.

Trata del origen y características de la fe cristiana.

Viene a decir que el origen de la fe cristiana hay que situarlo en el punto en que las esperanzas de los discípulos han sido reducidas a la nada por la muerte de aquel en quien esperaban.

Con ello se nos dice también que todos los presupuestos con que cuentan los discípulos (conocimiento de la Escritura, convivencia con Jesús, conocimiento de los sucesos de Jerusalén...), vienen a ser inútiles para la comprensión de la muerte en cruz de Jesús.

..................

"Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado?" (v. 18). Las cosas no son exactamente como piensan estos discípulos, porque son ellos, precisamente, los testigos de los hechos, los que en el fondo no saben nada, mientras que va a ser el desconocido quien les hará ver lo que en verdad ha sucedido.

En el v. 25 cambia por completo el papel del caminante desconocido: éste pasa a ser el maestro, mientras que los discípulos vienen a ser los ignorantes: "¡Qué necios y torpes sois...!". Y no es que los discípulos estuviesen mal informados o careciesen de datos. Se trata de una ignorancia más profunda: tienen todos los datos y no saben qué hacer con ellos. Su ignorancia es, pues, auténtica.

Jesús empieza su enseñanza haciéndoles tomar conciencia de su ignorancia y de su torpeza. Como judíos cultos, los discípulos hubieran podido reconocer el significado de los acontecimientos a partir de los escritos proféticos, puesto que los profetas habían predicho que el Mesías debía padecer antes de alcanzar la glorificación. El desconocido interpreta a continuación todo el A.T. a partir de Jesús: así, el resucitado inicia a los discípulos en la teología escriturística del cristianismo primitivo, desconocida para ellos hasta entonces.

...................

Los discípulos le ruegan: "quédate con nosotros"; él entra en la casa para quedarse con ellos; se sienta con ellos a la mesa. En la Eucaristía se realiza esta permanencia del Resucitado con su Iglesia. Juan también designa como fruto precioso de la Eucaristía, la permanencia con Jesús: "el que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo en él" (Jn 6. 56).

......................

«Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (vv. 30-31). Jesús está presente y no disfrazado. Son los ojos (palabra clave) de los discípulos los que antes no eran capaces, estaban impedidos para ver a Jesús, y después se abren y lo reconocen. El itinerario de la fe no consiste en la ausencia o presencia de Jesús, cuya iniciativa y compañía están aseguradas en nuestro camino, cuanto en la transformación interior que hace que los ojos del creyente vean lo que ven. ¡Tremenda paradoja la del reconocimiento! No se trata de ver algo nuevo, sino de ver con ojos nuevos lo mismo que estaba viendo en el camino de nuestra vida.

....................

Pero Él desapareció. Sí, Jesús está vivo. Pero un encuentro con Él no significa que le podamos tocar y ver. ¡Ha resucitado! Sin embargo, ningún encuentro con Jesús es inocente. Nos deja «marcados».

Él desaparece tras los signos de nuestra historia. Pero el creyente ha quedado «tocado» de gozo, para ser testigo, en comunidad.

Las consecuencias del encuentro con Jesús se manifiestan así como un volver a encontrarse a sí mismo (gozo, esperanza, plenitud), como un reencuentro con la comunidad (el miedo no sólo origina la ruptura interior, sino la ruptura de la comunión), como una salida hacia la misión en el mundo (ser testigos y evangelizar nunca es un añadido a la fe, sino su dinámica natural). ¿Hemos sido «tocados» en esta Pascua en esa triple e inseparable dimensión?

...................

Ahora comprenden también los discípulos lo que les sucedía cuando Jesús les explicaba las Escrituras: "¿No ardía nuestro corazón...?". Ambas cosas son necesarias: la Escritura y la Eucaristía. La Escritura inflama el corazón aburrido o desesperado. La Eucaristía quita la falta de comprensión. Nos da el don de sabiduría para entrar en el misterio de Dios, que es muerte y resurrección.

...................

Al final de su larga marcha, los dos discípulos están renovados por completo. Su comprensión de la vida ya es "otra". Hasta entonces veían en la muerte el fracaso último de la Humanidad. A sus ojos, cualquiera, por gran profeta que hubiera parecido, "por poderoso en obras y en palabras" que hubiera podido ser "delante de Dios y todo el pueblo", cualquiera que es "condenado a muerte y crucificado" corona su vida con un fracaso radical que destruye todo su significado.

Ahora bien, esa teoría sobre la existencia, teoría que la experiencia corriente corrobora, es la que es falsa desde ahora.

...................

-»¿No ardía nuestro corazón...? La señal de su presencia, la prueba de que nos toca la Palabra de Dios es que nunca como entonces nos sentimos tan indignos, y al mismo tiempo tan felices.

..................

-Emaús viene repitiéndose sin cesar allí donde existe un corazón que ha conocido alguna vez a JC.

bluenoisebar.jpg (2621 bytes)