LIBRO IV
LAS ESCRITURAS ANUNCIAN
A UN SOLO DIOS Y PADRE

 

Prólogo

[973] Pr. 1. Mi querido hermano, te envío el cuarto libro de la obra que te prometí, acerca de la Exposición y refutación de la falsa gnosis. Por medio de las palabras del Señor hemos confirmado lo que anteriormente hemos dicho, a fin de que también tú, como pediste, recibas de nuestra cosecha todos los argumentos para confundir a los herejes; y para que, una vez refutados, ya no les permitas volver a caer en el abismo[296] del error ni ahogarse en el mar de la ignorancia; sino que, volviéndose al puerto de la verdad, puedan lograr su salvación.

Pr. 2. Si alguien desea convertirlos, conviene que con toda diligencia se informe de sus argumentos: pues ningún médico es capaz de curar a un enfermo si antes no conoce el mal que padece. Quienes nos precedieron, aun cuando eran mejores que nosotros, no pudieron refutar de modo suficiente a los valentinianos, porque ignoraban sus enseñanzas, que nosotros hemos expuesto con esmero en el primer libro, en el cual también mostramos cómo su doctrina recapitula todas las herejías. Por igual motivo en el segundo libro los tomamos como el blanco de toda nuestra refutación: [974] quien los rebata de modo correcto, también derrocará a todos los que proponen un falso conocimiento. Echándolos por tierra a ellos, al mismo tiempo derrumbará toda herejía.

Pr. 3. Su doctrina es más blasfema que cualquier otra, como hemos demostrado, porque afirman que el único Dios, Creador y Demiurgo, proviene del desecho. También blasfeman contra nuestro Señor, al dividir y separar a Jesús de Cristo, a Cristo del Salvador, al Salvador del Verbo y al Verbo del Unigénito. Y así como dicen que el Demiurgo es fruto del desecho, así también enseñan que Cristo y el Espíritu Santo fueron emitidos a causa de la penuria, y que el Salvador es producto de los Eones emitidos por la penuria. Como se ve, nada hay en ellos sino blasfemia. En el libro anterior demostré, contra todos ellos, la doctrina de los Apóstoles; pues <<los que desde el principio fueron testigos y llegaron a ser servidores de la Palabra>> (Lc 1,2) de la Verdad, no sólo jamás pensaron de esta manera, sino que nos enseñaron a huir de tales argucias, pues con ayuda del Espíritu supieron de antemano que habría quienes sedujeran a los más simples.

[975] Pr. 4. Como la serpiente sedujo a Eva, prometiéndole lo que ni siquiera ella tenía (Gén 3,4-5), así éstos (los gnósticos) pretendiendo tener un mayor conocimiento de los misterios inefables, y prometiendo la comprensión que dicen hallarse en el Pléroma, arrastran a los fieles a la muerte; los hacen apóstatas de aquel que los creó. En aquel primer momento el ángel apóstata, provocando por la serpiente la desobediencia de los hombres, pensó que el asunto quedaría oculto al Señor: por eso Dios le dio la forma y nombre que tiene. Mas ahora, en estos últimos tiempos, el mal se extiende entre los hombres, no sólo haciéndolos apóstatas; sino que, mediante muchas invenciones, los ha hecho blasfemar contra el Creador; quiero decir, por medio de todos los herejes de los que he hablado. Pues todos ellos, aunque provienen de diversas partes y enseñan doctrinas diversas, sin embargo concuerdan en el mismo fin blasfemo, hiriendo letalmente, enseñando a blasfemar contra el Dios que nos ha creado y nos sustenta, y destruyendo nuestra salvación. El hombre está compuesto de alma y carne, la cual fue formada a semejanza de Dios[297] y plasmada por sus manos[298], eso es, por el Hijo y el Espíritu, a los cuales dijo: <<Hagamos al hombre>> (Gén 1,26). La intención de aquel que atenta contra nuestra vida es hacer de los hombres unos incrédulos y blasfemos contra su Creador. Todas las proclamas de los herejes en último término se reducen a blasfemar contra el Demiurgo y a destruir la salvación de la carne, creatura de Dios, por la cual, como hemos demostrado, el Hijo de Dios de muchas maneras llevó a cabo la Economía. También hemos probado por las Escrituras que a ningún otro se le llama Dios, excepto al Padre universal, al Hijo y a aquellos que han recibido la filiación adoptiva.

 

[296] Nótese la ironía de San Ireneo: para los valentinianos, el Abismo es el Protopadre y el origen de todo el Pléroma. El es, precisamente, el Protopadre y origen del abismo de su error.

[297] La versión latina dice que el hombre (alma y carne) fue formado a imagen de Dios. La retroversión griega (inspirada en el texto armenio: ver Introd. en SC 100*, p. 190, nota a p. 391,1), dice que <<el hombre está compuesto de alma y carne>> y que ésta (la carne) <<fue formada a imagen de Dios>>, siguiendo la misma pauta antignóstica de V, 6,1.

[298] Tomó esta imagen del Antiguo Testamento (Job 10,8; Sal 8,7; 119,73; Sab 3,1), pero dándole un nuevo sentido, para convertirla en una de las primeras imágenes del mundo físico que sirvieron para, de algún modo, ilustrar el misterio de la Trinidad, no sólo en la obra de la creación, sino en toda la Economía.