CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-08 |
Y después de esto, andaba
Jesús por la Galilea, porque no quería pasar a la Judea, por cuanto
los judíos le buscaban para matarle. Y estaba próxima la fiesta de los
judíos, llamada de los Tabernáculos. Y sus hermanos le dijeron:
"Quítate de aquí, y ve a la Judea para que tus discípulos vean también
las obras que haces. Pues ninguno hace cosa en oculto, y procura ser
conocido en lo público: si esto haces, manifiéstate al mundo"; porque
ni aún sus hermanos creían en El. Y Jesús les dijo: "Mi tiempo aún no
ha venido: mas vuestro tiempo siempre está preparado. No puede el
mundo aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece porque yo doy
testimonio de él que sus obras son malas. Subid vosotros a esta
fiesta: yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo no es aún
cumplido. (v. 1-8)
San Agustín,
in Ioanem tract. 28
Podría suceder que algún fiel de Cristo se
escondiese para que no le encontrasen sus perseguidores y para que no
se le imputase como crimen el haberse escondido. Sucedió antes en la
Cabeza lo que después se confirmaría en los miembros. Por esto dice:
"Y después de esto andaba Jesús por la Galilea, porque no quería pasar
a la Judea.
Beda
Esta unión de palabras es de tal
naturaleza, que en ella debemos comprender que pudieran realizarse y
suceder muchas cosas entretanto. Porque la Judea y la Galilea son
provincias de la Palestina. La Judea se llamaba así por la tribu de
Judá; se llamaba también Judea, además de la que comprendía la tribu
de Judá, aquella otra región que poseía la tribu de Benjamín, aunque
de la tribu de Judá procedían los reyes. Y se llama Galilea, porque
engendra un pueblo parecido a la leche, esto es, blanco:
gala en griego, quiere decir
lac en latín, que significa
leche.
San Agustín,
ut sup
Y el Señor dijo esto como no pudiendo
andar entre los judíos, para no ser muerto por ellos, mas demostró su
poder cuando quiso; aunque daba ejemplo a nuestra debilidad, El no
había perdido su poder.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 47
Pero debemos decir que daba a conocer lo
que era propio de la divinidad y lo que era propio de la humanidad,
toda vez que huía de sus perseguidores como hombre, y aparecía ante
ellos como Dios, siendo así que era una y otra cosa.
Teofiactus
También se había retirado ahora a la
Galilea, porque aún no había llegado el tiempo de su pasión. Por cuya
causa creía inútil permanecer entre sus enemigos, excitándolos más al
odio; con este motivo se explica a continuación el tiempo en que esto
sucedía, cuando añade: "Y estaba próxima la fiesta de los judíos,
llamada de los Tabernáculos
1".
San Agustín,
ut sup
Todos los que han leído las Sagradas
Escrituras saben lo que quiere decir skenopegia.
Hacían los judíos para aquella fiesta de los Tabernáculos unas
tiendas de campaña, a imitación de aquellas en que habitaron cuando
luego de sacados de Egipto peregrinaban por el desierto. Celebraban
con este motivo aquel día de fiesta en memoria de los beneficios
recibidos del Señor, aquellos mismos que se proponían matarle.
Crisóstomo,
ut sup
Manifiesta el evangelista por medio de
esto, que pasó en silencio mucho tiempo. Porque cuando el Señor se
sentó en el monte, estaba próximo el día festivo de la Pascua y ahora
hace mención de la fiesta de los Tabernáculos. Durante esos cinco
meses que mediaron no se refiere ninguna otra cosa más que el milagro
de los panes y el sermón que predicó a los que los comieron. Pero,
como hacía milagros sin interrupción y exponía su doctrina, no podían
los evangelistas referirlo todo. Por ello cuidaron de relatar aquellas
cosas en que resaltaba más la queja de los judíos o la contradicción
en que éstos querían cogerle, lo cual se conoce en estos sucesos.
Teofiactus
Y como sus hermanos habían visto que El no
se disponía a subir a Jerusalén, añade: "Y sus hermanos le dijeron:
Márchate de aquí, y ve a la Judea".
Beda
Como si dijeran: tú haces milagros, y son
pocos los que los ven. Márchate de aquí a la ciudad de los reyes, allí
donde se encuentran los príncipes, para que viendo ellos tus milagros
consigas que te alaben. Mas como no todos los discípulos seguían
siempre al Señor, porque muchos estaban en la Judea, por esto añaden:
"Para que tus discípulos vean también las obras que tú haces".
Teofiactus
Esto es, las muchedumbres que te siguen.
Por tanto, no se refieren a los doce discípulos, sino más bien a otros
muchos que trataban con el Señor.
San Agustín,
in Ioanem tract. 28
Cuando se lee hermanos
2 del
Señor, debe entenderse que se trataba de parientes consanguíneos de
María, porque de ella no nació ningún otro. Así como en el sepulcro en
donde estuvo el cuerpo del Señor no fue colocado ningún otro muerto,
ni antes ni después, así las entrañas de María no concibieron ningún
otro mortal, ni antes ni después de Jesucristo. Y en verdad que las
obras de Jesucristo no eran desconocidas para sus discípulos, pero los
que no estaban ahí no las veían. Por esto decían aquéllos: "Para que
tus discípulos vean también las obras que haces". Hablaba, pues, la
prudencia de la carne al Verbo hecho carne, y por esto añaden: "Pues
ninguno hace cosas en oculto, y procura ser conocido en público". Como
diciendo: una vez que haces milagros, date a conocer a los hombres,
para que puedas ser apreciado por ellos, porque los que los ven
estudian el modo de alabarlos. Y como ellos buscaban gloria humana, no
creían en El. Por esto sigue: "Porque ni aún sus hermanos creían en
El". Pudieron algunos ser parientes de Jesucristo, pero se resistían a
creer en El a causa de este mismo lazo de parentesco
3.
Crisóstomo,
ut sup
Es digno de notarse el modo de obrar de
los evangelistas, tan en armonía siempre con la verdad. Como no temían
decir aquellas cosas, que en cierto sentido podían ofender la imagen
de su maestro, no dejaron de decir cosa alguna. Y en verdad que no
podría menos que considerarse ofensivo el que sus "hermanos" no
creyesen en El. Y parece, en realidad, que en un principio se muestran
como amigos por lo que empiezan a decir. Sin embargo, le servían de
mucha amargura algunas de las cosas a que se referían, porque le hacen
aparecer como temeroso y deseoso de la gloria. Porque dicen: "Ninguno
hace cosa en oculto", lo cual implicaba el temor de los que acusan y
al par sospechan no ser verdaderos los milagros que hacía. Respecto a
lo que dicen: "Y procura ser conocido en lo público", hacen pensar de
que El abriga cierto deseo de vanagloria. Mas Jesucristo les responde
con mansedumbre, enseñándonos que no debemos tomar a mal si se nos
atribuye alguna mala acción. Sigue, pues: "Jesús les dijo: Mi tiempo
aún no ha venido, mas vuestro tiempo está preparado".
Beda
Y para que no parezca que se opone a lo
que dice el apóstol a los gálatas: "Mas cuando llegó la plenitud del
tiempo, envió Dios a su Hijo" ( Gál 44),
etc., lo que aquí se dice no debe referirse al tiempo de su natividad,
sino al de su glorificación.
San Agustín,
ut sup
Le aconsejaban que adquiriese gloria, como
hablándole mundanamente e impulsados por el afecto terreno, para que
no apareciese como plebeyo y viviese desconocido. Pero el Señor quiso
allanarles el camino para que subiesen a la mayor altura por medio de
la humildad. Por esto les dice: "Mi tiempo (esto es, el de mi gloria
por medio de la que habré de subir a la mayor altura para juzgar), aún
no ha venido, pero vuestro tiempo (esto es, la gloria mundana),
siempre está preparado". Y como nosotros somos el Cuerpo del Señor,
cuando nos ofendan los amantes del mundo debemos decirles: vuestro
tiempo ya está preparado, nuestro tiempo aún no ha venido; la patria
está muy alta, el camino está muy bajo, el que prescinde del camino
¿para qué busca la patria?
Crisóstomo,
ut sup
Y aún me parece que quiere decir otra cosa
oculta: acaso se propondrían darlo a conocer y entregarlo a los
judíos. Por esto dice: "Mi tiempo aún no ha venido (esto es, el tiempo
de la cruz y de mi muerte); mas vuestro tiempo siempre está
preparado"; porque aunque vosotros siempre estáis con los judíos, no
os matarán, porque pensáis lo mismo que ellos. Por esto sigue: "No
puede el mundo aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece; porque yo
doy testimonio de él, que sus obras son malas". Como diciendo: ¿Cómo
puede el mundo aborrecer a aquellos que quieren lo mismo que él, y
tienden a lo mismo que él? Mas a mí me aborrece porque lo reprendo.
Entretanto, no busco la gloria de los hombres, porque no dejo de
reprenderlos, aun cuando sé que por esto me aborrecerán e intentarán
darme la muerte. Con estas palabras manifiesta también que el odio de
los judíos contra El era excitado por sus reprensiones públicas, y no
porque dejaba de respetar el sábado.
Teofiactus
Mas el Señor aduce dos razones contra las
dos cosas que le argüían aquellos que le hablaban. Contra el temor que
suponían en El, dice que reprende las acciones del mundo, esto es las
acciones de aquellos que se proponen fines humanos (lo cual no haría
si tuviera miedo) y contra la vanagloria los envía a la fiesta. Por
esto sigue: "Subid vosotros a esta fiesta". Si en verdad hubiera
estado animado por la pasión de la vanagloria, los hubiese detenido a
su lado; y efectivamente, que los que desean la gloria acostumbran
tener a muchos que los sigan.
Crisóstomo,
ut sup
Dice esto también manifestando que no
desea halagarlos, en cuanto les permite que obren conforme a las
costumbres de los judíos.
San Agustín,
ut sup
"Subid vosotros a esta fiesta" en la que
buscáis la gloria humana, donde queréis participar de las alegrías del
mundo y no pensar en las cosas eternas. Prosigue: "Yo no subo a esta
fiesta".
Crisóstomo,
ut sup
A saber: ahora, con vosotros, "porque mi
tiempo aún no es cumplido". En la Pascua siguiente era en la que
habría de ser crucificado.
San Agustín,
in Ioanem tract. 28
De otro modo: mi tiempo aún no ha llegado
(esto es, el de mi gloria), aquél será mi día festivo. Día festivo que
no pasará como pasan estos días, sino que durará eternamente. Será
esta misma festividad un goce sin fin, una eternidad sin trabajo y una
serenidad sin nube alguna.
Notas
1. Una
de las fiestas mayores de los judíos en la que los hombres deberían
viajar al templo de Jerusalén (ver Ex
23,14-19). Se desarrollaba según los años en los meses de setiembre u
octubre.
2.
Hebraismo por pariente. (Léon-Doufur) En "hebreo, como en otras muchas
lenguas, se aplica por extensión a los miembros de una misma familia (
Gén 13,8; Lev 10,4.
ver Mc 6,3), de una misma tribu (
2Sam 19,13), de un mismo pueblo (
Dt 25,3; Jue 1,3)".
También sirve para designar el vínculo espiritual (ver
Hch 2,29; 2Re 9,2).
En hebreo 'ah designa con un único vocablo a
los hermanos, mediohermanos, primos, cuñados, parientes en general. La
versión del Antiguo Testamento en griego, los Setenta, usan
adelfoV (adelfos, literalmente "hermanos")
para referirse a toda esta variedad de relaciones familiares. Así, a
la luz de la Revelación que nos enseña que María Santísima sólo
concibió un hijo, sería más correcto y adecuado traducir "parientes"
en vez de "hermanos" (hebraismo).
3. Los
milagros de los que los parientes aludidos habían sido testigos, o
conocido por testimonios cercanos, (Caná, curación, multiplicación de
los panes, andar sobre el agua) no habían dado lugar a la fe. Y es que
los milagros por sí mismos no producen la fe. Los parientes admiten
que Jesús realiza grandes prodigios, pero aun así no creen ni tampoco
comprenden lo que está detrás de esos milagros.
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09-13 |
Y habiendo dicho esto, se
quedó El en la Galilea. Mas después que sus hermanos hubieron subido,
El entonces subió también a la fiesta, no públicamente, mas como en
oculto. Y los judíos le buscaban en el día de la fiesta, y decían:
"¿En dónde está aquél?" Y había grande murmullo acerca de El entre la
gente. Porque los unos decían: "bueno es", y los otros, "no, antes
engaña a las gentes". Pero ninguno hablaba abiertamente de El por
miedo de los judíos. (vv. 9-13)
Teofiactus
Como había dicho el Señor:"Yo no subo con
vosotros", rehusó subir en el primer momento, evitando así la rabia de
los enfurecidos judíos. Por esto sigue: "Y habiendo dicho esto, se
quedó El en la Galilea"; mas después, subió también. Por esto
continúa: "Mas después que sus hermanos hubieron subido, El entonces
subió también".
San Agustín,
ut sup
Subió, en realidad, no para gloriarse de
una manera temporal, sino a enseñar algo que fuera provechoso,
hablando sobre la fiesta eterna.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 47
Puede decirse también que subió, no para
padecer, sino para enseñar a otros. Y subió de oculto, porque aunque
podía subir en público y contener su furor, como en otras ocasiones
había hecho, no quería hacer esto continuamente para no evidenciar su
divinidad, con el fin de que así fuese mejor conocida la realidad de
su encarnación, y nos enseñase a practicar la virtud. Y para que
sepamos qué es lo que nosotros debemos hacer cuando no podemos detener
a nuestros perseguidores, quiso subir de oculto. Y no dijo de oculto,
sino casi de oculto, dando a conocer que hacía esto así para nuestro
ejemplo, porque si obrase en todas las cosas como Dios, no podríamos
saber cómo convendría obrar cuando caemos en algún peligro.
Alcuino
Acaso subió el Señor de oculto porque no
busca el favor de los hombres, ni se complace en las pompas de los
cortejos populares.
Beda
Hablando en sentido místico, se da a
entender que el Señor permanece en Galilea, por todos aquellos hombres
materiales que buscan la gloria humana, porque Galilea quiere decir
transmigración hecha (esto es, en sus miembros) que pasan de los
vicios a las virtudes, y progresan en éstas. Y así, poco después subió
el Señor, porque los miembros de Jesucristo no buscan la gloria de
esta vida ( Sal 44), sino la de la eterna. Y
en secreto sube el Señor, porque toda su gloria es interior, esto es,
nace de un corazón puro, de una conciencia limpia y de una fe no
fingida ( 1Tim 1,5).
San Agustín,
ut sup
Mas cuando sube de un modo oculto, quiso
dar a entender algo; porque todas las cosas que se le habían
comunicado al antiguo pueblo de Israel fueron sombras de lo que habría
de suceder, y la fiesta de los Tabernáculos también era una sombra de
las fiestas que más adelante se celebrarían. Y en verdad que todo lo
que era figura se nos da a conocer por medio de la realidad. Subió,
pues, de oculto, para significarnos que también El estaba oculto.
Jesucristo se ocultaba en el mismo día de fiesta, indicando que aquel
día festivo los miembros de Jesucristo habrían de peregrinar. La
scenopegia era, en verdad, la celebración de los Tabernáculos.
Prosigue: "Y los judíos le buscaban el día
de la fiesta, y decían: ¿En dónde está Aquél?"
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 48
Por el mucho odio y gran enemistad que le
profesaban, ni aun quieren llamarlo por su nombre; pues en verdad, si
tenían grande respeto a la fiesta, en ellos no había religiosidad,
porque con pretexto de la fiesta se proponían prender a Jesucristo
arteramente.
Prosigue: "Y había grande murmullo", etc.
San Agustín,
ut sup
El murmullo era por las disputas que entre
ellos había, lo que expone el evangelista muy oportunamente diciendo:
"Porque los unos decían, bueno es; y los otros, no, antes engaña a las
gentes". De todo aquel en quien brilla alguna gracia, dicen unos,
bueno es; y los otros, no, antes engaña a las gentes. Que esto se diga
de Dios debe servir de consuelo para todo aquel cristiano de quien se
diga lo mismo. Y en verdad, si el seducir es engañar, ni Jesucristo es
seductor, ni cristiano alguno debe serlo; mas si seducir a alguno
quiere decir sacarlo por medio de la convicción de una cosa a otra,
debemos investigar de dónde se lo trae, y a dónde se lo lleva, si se
lo atrae de lo bueno a lo malo, el seductor será malo; pero si se
atrae de lo malo a lo bueno, el seductor será bueno. ¡Ojalá que en
este sentido podamos todos llamarnos seductores!
Crisóstomo,
ut sup
En este sentido creo que hablaban las
muchedumbres que decían que Jesús era bueno, y en el otro los
príncipes y los sacerdotes, los que decían lo contrario; lo cual se
demuestra cuando dicen: "seduce a las muchedumbres, y no dicen nos
seduce a nosotros".
Prosigue: "Pero ninguno hablaba
abiertamente de El, por miedo de los judíos".
San Agustín,
ut sup
Esto es, de aquellos que decían "
bueno es ", y no respecto de los que decían
"seduce a las turbas", esto lo decían claramente, pero "
bueno es ", lo susurraban a escondidas.
Crisóstomo,
ut sup
Véase aquí la corrupción de los que
mandan, pues aquellos que están sujetos a los gobernantes, ciertamente
conocen las cosas con claridad, aunque no tienen libertad para decir
lo que sienten, lo cual siempre es propio de la muchedumbre.
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14-18 |
Y al medio de la fiesta
subió Jesús al templo y enseñaba. Y se maravillaban los judíos y
decían: "¿Cómo sabe éste letras, no habiéndolas aprendido?" Jesús les
respondió y dijo: "Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha
enviado. El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si
es de Dios, o si yo hablo de mí mismo. El que de sí mismo habla, busca
su propia gloria: mas el que busca la gloria de Aquel que le envió,
éste veraz es, y no hay en él injusticia". (vv. 14-18)
Crisóstomo,
ut sup
Deseando el Señor hacer más atentos con su
tardanza a los que le oían, no subió los primeros días, sino cuando
estaba la fiesta a la mitad. Por esto sigue: "Y al medio de la fiesta,
subió Jesús al templo", etc. Y entonces, los que lo buscaban en los
primeros días, viéndolo presente de repente, prestaban más atención a
sus palabras, tanto los que decían que era bueno, como los que decían
que era malo, los primeros, en verdad, para ganar algo y admirarse;
mas los segundos con el fin de encontrar ocasión para prenderlo.
Teofiactus
Porque al principio de la fiesta se
fijaban más bien en lo que atañía a la misma fiesta, y de aquí el que
después oían a Jesucristo con más atención.
San Agustín,
in Ioanem tract. 28
Se comprende que aquella festividad duraba
muchos días, y por esta razón dice: "Y al medio de la fiesta", esto
es, que faltaban tantos días para que concluyese la fiesta cuantos
habían pasado ya; y así se cumplía lo que había dicho: "Yo no subo
todavía a esta fiesta", esto es, en el día que vosotros queréis, al
primero o al segundo; pero subió después, cuando la fiesta se
encontraba a la mitad.
San Agustín,
de quest nov et testam qu 78
Y subió entonces, no a la fiesta, sino a
ilustrar. Porque ellos habían subido como a gozar de las delicias de
las fiestas; pero en verdad el día de fiesta fue para Jesucristo aquél
en que redimió al mundo por medio de su pasión.
San Agustín,
in Ioanem tract. 29
Aquel que antes se escondía, ahora
enseñaba y hablaba en público, y sin embargo no era detenido. Cuando
se ocultaba, lo hacía para ejemplo, y cuando hablaba, para mostrar su
poder.
Crisóstomo,
ut sup
No nos dice el evangelista lo que
enseñaba, pero sí que enseñaba admirablemente; y era tanto el poder
del que enseñaba que aquellos que antes habían dicho "engaña a las
gentes", ahora se veían transformados a causa de la admiración. Por
esto sigue: "Y se maravillaban los judíos y decían: ¿cómo sabe éste
letras, no habiéndolas aprendido?" Obsérvese la admiración, llena de
malicia, porque no dice que se admiraban de la doctrina, sino que
cayeron en otra admiración, a saber, de dónde podía haber aprendido
aquello, etc.
San Agustín,
ut sup
Y yo creo que todos se admiraban, pero no
todos se convertían. ¿Y de dónde aquella admiración? Porque muchos
sabían dónde había nacido y cómo se había criado. Nunca lo habían
visto estudiar, y sin embargo, lo oían disputar acerca de la Ley,
citando testimonios de ella, de tal forma que ninguno podría citarlos
sin leerlos, y ninguno leerlos sin haber aprendido a leer. De esto
nacía su admiración.
Crisóstomo,
ut sup
Por esta duda debían comprender que la
ciencia que en El había no era humana, sino divina; mas esto no
querían decirlo ellos, sino que se contentaban con admirarlo. Mas el
Señor lo dio a conocer en seguida. Prosigue: "Jesús les respondió y
dijo: mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado".
San Agustín,
ut sup
Parece que en esto hay alguna
contradicción, porque dijo " mía " y "
no mía ", pues si hubiese dicho, esta
doctrina no es mía, no habría cuestión. Pero, ¿cuál es la doctrina del
Padre, sino el Verbo del Padre? Y el mismo Jesucristo es la doctrina
del Padre, porque es el Verbo del Padre. Pero como la palabra no puede
dejar de ser de alguien, dijo que la doctrina era El mismo, y no que
era suya, porque El es el Verbo del Padre. ¿Qué cosa hay más tuya que
tú mismo? ¿Y qué cosa menos tuya que tú mismo, si ya tú eres de
alguien? En mi concepto, dijo en obsequio de la brevedad: "Mi doctrina
no es mía", como si dijere, yo no dependo de mí mismo. Este concepto
destruye la herejía de los sabelianos, que se atrevieron a decir que
el Padre y el Hijo son una misma cosa, dos nombres, pero una sola
persona.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 48
O bien dice que es doctrina suya, porque
la enseñaba, y no era suya, porque la doctrina era del Padre. Mas si
todo lo que es del Padre era suyo, en el mero hecho de ser del Padre
también debía ser suyo. Mas, en cuanto dice no es mía, demuestra con
toda evidencia que la doctrina era suya y de su Padre; como si dijera,
nada he modificado ni cambiado, sino que hago como digo, para que no
se crea que yo digo o hago cosa alguna diferente del Padre.
San Agustín,
de Trin 1,11
Quizá en un concepto dijo que la doctrina
era suya, y en otro que no era suya. En cuanto era Dios, era suya;
pero en cuanto era hombre, la doctrina no era suya.
San Agustín,
in Ioanem tract. 29
Y si alguno entiende esto poco, oiga el
consejo que da el Señor a continuación, diciendo: "El que quisiere
hacer su voluntad", etc. ¿Qué quiere decir "si alguno quisiere hacer
su voluntad"? Esto es creer en El, porque el Salvador había dicho
antes, "Esto es obra de Dios, el que creáis en Aquel que El ha
enviado". ¿Y quién desconoce que es hacer la voluntad de Dios obrar
como El obra? Y conocerlo es tanto como entenderlo. Luego no pretendas
comprender para creer, sino antes cree para comprender, porque si no
crees no puedes entenderlo ( Is 7,9).
Crisóstomo,
ut sup
Acaso habló así como diciéndoles:
Prescindid de la ira, de la envidia, del odio que sin causa alguna
tenéis contra mí, y entonces no habrá motivo alguno que os impida
conocer que son palabras de Dios las que yo hablo. Después aduce otro
argumento indestructible de lo que sucede entre los hombres,
instruyéndonos por este medio. Por esto sigue: "El que de sí mismo
habla, busca su propia gloria". Como diciendo, el que quiere
establecer alguna doctrina propia, no quiere hacer esto por otra causa
que por adquirir gloria. Y si yo busco la gloria de Aquel que me
envió, ¿cómo querría enseñaros cosas ajenas de Aquél en cuyo obsequio
predico? Y esto es lo que añade: "Mas el que busca la gloria de Aquel
que me envió, éste es veraz y no hay en él injusticia".
Teofiactus
Como si dijera: soy veraz, porque mi
doctrina encierra la verdad, y no hay injusticia en mí, porque no
usurpo la gloria de otro.
San Agustín,
ut sup
El que busca su propia gloria, es el
anticristo. Mas nuestro Señor nos ha dado grande ejemplo de humildad,
porque mientras vivió como hombre buscó la gloria del Padre y no la
suya; y tú, cuando haces algo bueno, buscas tu propia gloria, y cuando
haces algo malo, tratas de atribuirlo a Dios.
Crisóstomo,
ut sup
Véase cómo busca el medio de hablar de sí
humildemente, diciendo que crean que no desea su propia gloria, ni su
propia elevación; y cómo también, por la ignorancia de los que le
oyen, se propone enseñar a los hombres que sepan lo que puedan
comprender, y que no hablen de sí cosas grandes, sino siempre las más
humildes.
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19-24 |
"¿Por ventura no os dio
Moisés la Ley y ninguno de vosotros hace la Ley? ¿Por qué me queréis
matar?" Respondió la gente, y dijo: "Demonio tienes: ¿quién te quiere
matar?" Jesús les respondió, y dijo: "Hice una obra, y todos os
maravilláis. Por esto os dio Moisés la circuncisión: (no porque ella
es de Moisés, sino de los padres), y circundáis al hombre en sábado.
Si recibe el hombre la circuncisión en sábado porque no se quebrante
la Ley de Moisés, ¿os ensañáis contra mí porque sané en sábado a todo
un hombre? No juzguéis según lo que aparece, mas juzgad justo juicio".
(vv. 19-24)
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 48
Dos recriminaciones presentaban los judíos
contra Jesucristo: una, porque no respetaba el sábado; otra, porque
decía que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios. Respecto de la
segunda, ya probó que no era enemigo de Dios, porque enseñaba lo mismo
que El. Respecto de la profanación del sábado, les arguye diciendo:
"¿Por ventura no os dio Moisés la Ley, y ninguno de vosotros hace la
Ley?" Como si dijese: la Ley dice no matarás, y vosotros matáis, que
es lo que expresa a continuación: "¿Por qué me queréis matar?". Como
si dijese: porque aunque yo haya quebrantado la Ley curando a un
hombre, esta transgresión fue para bien; pero vosotros quebrantáis la
Ley para mal, por lo que no debo ser juzgado por vosotros acerca de la
infracción de la Ley. Por tanto, los impugnó por dos razones, diciendo
"¿por qué me queréis matar?" y manifestando que los que traman la
muerte de alguien no son dignos de juzgar a otro.
San Agustín,
in Ioanem tract. 30
Y dice esto, porque si hubiesen obrado con
arreglo a la Ley, hubiesen conocido a Jesucristo por las mismas
palabras de la Ley, y no le hubiesen muerto, teniéndole presente. Mas
la turba le dio una respuesta, inspirada, no por el amor del orden,
sino del desorden. Prosigue, pues: "Respondió la turba y dijo: demonio
tienes: ¿quién te quiere matar?". Decían que tenía el demonio el mismo
que arrojaba a los demonios. Mas el Señor no se turbó, sino que
permaneció tranquilo en su verdad, y no devolvió maldición por
maldición, sino que respondió con mansedumbre.
Beda
En lo cual nos dejó un ejemplo de
paciencia, para que siempre que seamos objeto de imputaciones falsas,
levantadas por alguno, las suframos con paciencia y no opongamos las
verdades que podamos presentar en defensa nuestra, sino que demos
consejos saludables. Sigue, pues: "Jesús les respondió y dijo: hice
una obra, y todos os maravilláis".
San Agustín,
ut sup
Como si dijere: ¿qué sucedería si vieseis
todas mis obras? Porque obras suyas eran las que veían en el mundo,
pero no lo veían a El, que era el que hizo todas las cosas: hizo una
sola cosa, y todos se maravillaron porque curó a un hombre en día de
sábado: como si aquel enfermo curado en sábado pudiese haberlo curado
otro que Aquel que los maravilló porque había curado a un hombre en
sábado.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 48
Y esto es lo que dice: "Os maravilláis",
esto es, os turbáis y os alborotáis. Y véase cómo les arguye
prudentemente por medio de la Ley: quiere, pues, dar a conocer, que
cuando hizo esto, no quebrantó la Ley, porque hay otras muchas cosas
más esenciales que la observancia del sábado, con las cuales la Ley no
se quebranta, sino que se cumple. Y añade: "Por esto os dio Moisés la
circuncisión, no porque ella es de Moisés, sino de los padres, y
circuncidáis al hombre en sábado".
San Agustín,
ut sup
Como diciendo: bueno es que hayáis
recibido la circuncisión de Moisés, no porque ésta es de Moisés, sino
de los patriarcas, puesto que Abraham fue el primero que recibió del
Señor la orden de la circuncisión, y circuncidáis en sábado. Moisés
mismo os confunde: sabéis por la Ley que podéis circuncidar en el
octavo día, y sabéis también por la Ley que debéis descansar en el día
séptimo. Mas si el octavo día del que ha nacido coincide con el día
séptimo, que es el sábado, circuncidáis al hombre, porque la
circuncisión es un signo de salvación, y los hombres no deben
prescindir de la salvación ni aun en el día del sábado.
Alcuino
Por tres motivos se había establecido la
circuncisión: primero, para que sirviese de recuerdo de la gran fe de
Abraham; segundo, para que por ella los judíos se distinguiesen de las
demás naciones; y tercero, para que recibiéndola en los órganos que
indican la virilidad, conociesen que debían guardar castidad, tanto de
alma como de cuerpo. Y servía entonces la circuncisión, cuando ahora
sirve el bautismo, salvo que la puerta (del cielo) aún no estaba
abierta. De estas premisas deduce: y si el hombre recibe la
circuncisión en sábado, sin que por ello quebrante la Ley de Moisés,
¿cómo os indignáis contra mí porque he curado a un hombre en día
sábado?
Crisóstomo,
ut sup
Como diciendo: la no observancia del
sábado por la circuncisión, es el cumplimiento de la Ley; y así yo,
curando un hombre en sábado, he cumplido también con la Ley: vosotros,
que no sois legisladores, defendéis la Ley con exageración, pero
Moisés manda que se quebrante la Ley en virtud del mandato que no
estaba incluido en ella, sino que procedía de los padres. Y respecto a
lo que dice: "He curado completamente un hombre en sábado", da a
entender que la circuncisión cura solamente en parte.
San Agustín,
ut sup
Tal vez aquella circuncisión, prefiguraba
al mismo Señor; porque, ¿qué es circuncisión, sino despojo de la
carne? Significa, pues, la separación de las pasiones carnales del
corazón: y no se mandó sin causa alguna que consistiese en la sección
de la carne por donde se procrea la criatura de los mortales, porque
por un sólo hombre entró el pecado en el mundo ( Rom
5,12). Y por tanto, todo hombre nace con pecado, porque trae consigo
el vicio de su propagación, y no purifica Dios del vicio con que cada
uno nace, ni de los vicios que se acumulan viviendo mal, sino por
medio de Jesucristo: y ésta es la razón porque circuncidaban con
cuchillos de piedra, y figuraban a Jesucristo con el nombre de "
la piedra ". Y por eso debía verificarse, en
el octavo día, después de haber nacido la criatura, porque el Señor
resucitaría después del día séptimo, que era el sábado, o sea en el
domingo. La misma resurrección nos circuncida, esto es, nos quita los
apetitos carnales. Comprended que la obra buena que yo he realizado en
sábado, al salvar por completo a un hombre, tiene esta significación:
porque fue curado para que sanase del cuerpo, y creyó para sanar del
alma. Se os ha prohibido trabajar en cosas serviles en el día de
sábado: ¿acaso es obra servil curar a un hombre en sábado? Coméis,
ciertamente, y bebéis en sábado, porque esto afecta a la salud, en lo
cual probáis que las obras que atañen a la salud no deben omitirse en
el día de sábado.
Crisóstomo,
ut sup
Y no dijo, yo he hecho una cosa mejor que
la circuncisión, sino únicamente refirió el suceso, dejándolos que
juzgasen. Por esto sigue: "No juzguéis según lo que aparece, mas
juzgad justo juicio"; como diciendo: no porque Moisés es más
considerado entre vosotros que yo, debéis sentenciar según la
importancia de las personas, sino que debéis hacerlo atendiendo a la
naturaleza de las cosas, y esto quiere decir juzgar con justicia.
Nadie ha censurado a Moisés porque haya mandado quebrantar el sábado
con motivo de la circuncisión, lo cual equivalía a establecerlo como
Ley: luego Moisés es más digno de fe para nosotros, cuando manda que
se quebrante la Ley por medio de un mandato no legal
1.
San Agustín,
ut sup
Mas esto que el Salvador hizo notar con
este motivo, parece que cuesta gran trabajo dejar de hacerlo en este
mundo, o sea el no juzgar personalmente. El Señor amonesta con esto a
los judíos y a nosotros; mas lo que resonaba como muy bueno en la boca
del Señor, se ha escrito para nosotros, y se predica por nosotros: el
Señor está arriba, pero también el Señor aquí existe como verdad, y el
cuerpo del Señor, en que resucitó, puede estar en un solo lugar, pero
su verdad está difundida en todas partes. ¿Quién es, pues, el que no
juzga personalmente? El que ama del mismo modo; y cuando honramos a
los hombres de diverso modo, según sus dignidades, debe temerse que
hagamos acepción de personas: muchas veces juzgamos entre un padre y
un hijo, y no igualamos al hijo con el padre en cuanto al honor, sino
que lo preferimos si es mejor la causa del hijo que la del padre,
guiándonos por la verdad, concediéndole así el honor debido, para que
la justicia no pierda su mérito.
Notas
1. La
Ley establecía la circuncisión al octavo día después del nacimiento
(ver Lev 12,3). Era signo distintivo de la
alianza de Dios con Abraham y su linaje, y de pertenencia a éste
último ( Gén 17,12).
|
25-30 |
Y decían algunos de
Jerusalén: "¿No es éste el que los judíos buscan para matarle? Pues
ved aquí que habla en público y no le dicen nada: ¿Por ventura han
reconocido los príncipes que éste es el Cristo? Mas éste sabemos de
dónde es: y cuando viniere el cristo, ninguno sabe de dónde sea". Y
Jesús alzaba la voz en el templo, enseñando y diciendo: "Vosotros me
conocéis y sabéis de dónde soy: empero yo no vine de mí mismo, mas es
veraz el que me envió, a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, y
si dijere que no le conozco seré mendaz semejante a vosotros. Mas yo
le conozco; porque de El soy, y El me envió". Y le querían prender:
mas ninguno le echó la mano, porque todavía no era llegada su hora. (vv.
25-30)
San Agustín,
in Ioanem tract. 31
Ya se ha dicho antes de ahora, que el
Señor había subido de oculto a la fiesta, no porque temía ser
detenido, puesto que tenía poder para evitarlo, sino para dar a
entender también que se ocultaba en el día mismo de la fiesta que
celebraban los judíos, y que esto encerraba su misterio. Mas ahora
aparece el poder que antes se consideraba como cobardía: hablaba en
público en el día de la fiesta, de tal modo que las gentes se
admiraban. Por esto sigue: "Y decían algunos de los de Jerusalén",
etc. Sabían que se le buscaba con mala intención, y se maravillaban
pensando en virtud de qué poder no era aprehendido.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 49
Y añadió el evangelista, "de los de
Jerusalén", porque los que habían presenciado mayor número de milagros
eran precisamente los que creían menos, puesto que viendo la señal más
evidente de la divinidad de Jesucristo sometían todas las cosas al
parecer de sus príncipes corrompidos. ¿Y no era una gran señal de
esto, que estando furiosos y buscándolo para matarlo, lo tuviesen en
sus mismas manos y de pronto se calmasen?
San Agustín,
ut sup
Por tanto, no conociendo claramente el
poder de Jesucristo, lo creyeron efecto de la ciencia de sus
príncipes, que lo perdonaron porque conocieron que era el Cristo. Por
esto añade: ¿Por ventura han reconocido los príncipes que éste es el
Cristo?
Crisóstomo,
ut sup
Mas aquellas gentes ni aun se someten a la
decisión de sus príncipes, sino que aceptan otro parecer erróneo y
digno de su propia locura. Por esto añade: "Mas éste sabemos de dónde
es: y cuando viniere el Cristo ninguno sabe de dónde sea", etc.
San Agustín,
ut sup
Esta opinión nació entre los judíos, y no
sin fundamento; sin embargo, encontramos que las Escrituras dijeron,
hablando de Cristo, que se llamaría Nazareno ( Mt
2,23). Luego habían predicho de dónde vendría. Además, los judíos
dijeron a Herodes cuando lo buscaban, que el Cristo había de nacer en
Belén de Judá, y citaron el testimonio de los profetas. ¿De dónde nace
ahora esta opinión entre los judíos, de que cuando venga el Cristo
nadie sabrá de dónde procede? Porque las Escrituras habían dicho lo
uno y lo otro; en cuanto hombre, predijeron de dónde nacería; pero en
cuanto Dios, se ocultaba a los impíos y buscaba a los buenos. Sin duda
formaron esta idea porque habían leído en Isaías: "¿Quién podrá contar
su generación?" ( Is 53). Pero el Señor
contestó a una y a otra cosa, tanto a los que sabían de dónde había
venido, cuanto a los que no lo sabían. Por esto sigue: "Y Jesús alzaba
la voz en el templo, enseñando y diciendo: vosotros me conocéis y
sabéis de dónde soy". Lo cual quiere decir: sabéis de dónde he venido,
pero no sabeis de dónde procedo, sabéis de dónde he venido porque soy
Jesús de Nazaret, cuyos padres también conocéis. En este asunto sólo
se les ocultaba el parto de la Virgen, a excepción de lo cual sabían
todo lo que afectaba a Jesús en cuanto hombre. Por esto dijo, con
mucha razón: "Y vosotros me conocéis, y sabéis de dónde soy"; esto es,
en cuanto a la humanidad y a la forma de hombre que tenía. Pero en
cuanto a la Divinidad, dijo el Salvador: "Empero, yo no vine de mí
mismo, mas es veraz el que me envió".
Crisóstomo,
ut sup
Por medio de ello les revela lo que ellos
pensaban. Como si dijese: no soy de aquellos que han venido a este
mundo sin causa, sino que es veraz el que me ha enviado; y si es
veraz, me ha enviado en verdad, y el que ha sido enviado debe ser
también veraz. Además los convence con sus mismas razones, porque
decían: cuando venga el Cristo, ninguno sabrá de dónde procede; y en
esto manifiesta que El es el Cristo, porque ha venido del Padre, a
quien ellos no conocen; y por esto añade: "A quien vosotros no
conocéis".
San Hilario,
De Trin 1,6
¿Pues no es verdad que todo hombre, aunque
por la carne no nace de Dios, según el espíritu, conforme todos creen,
procede de Dios? ¿Y cómo dice que los que le oyen no pueden saber de
dónde procede, si no se entiende con esta palabra "de dónde" el autor
de su naturaleza? Porque aquellos cuya procedencia se ignora implica
por este sólo hecho la manifestación de su naturaleza; El que procede
de la nada, no puede ignorarse de dónde viene, y al conocerse que de
la nada viene, ya no tiene la ignorancia de su origen. Es desconocido
lo que El es en sí, en cuanto que se ignora de dónde procede. No dice
que es Hijo suyo aquel que niega que ha sido de El, ni comprende que
no ha nacido aquel que cree que procede de la nada.
Crisóstomo,
ut sup
El Señor llama ignorancia aquí a lo que
revelan las obras, como dice San Pablo: "Alardeando que conocen a
Dios, y le niegan en sus obras". Por esto, los reprende en dos
sentidos: en primer lugar porque hablaban en secreto, esto lo dice en
público y lo dice en voz alta para avergonzarlos.
San Agustín,
ut sup
Por último, para manifestarles cómo podían
conocerlo, añadió: "Yo le conozco"; por tanto, preguntadme y así le
conoceréis: porque no conoce al Padre nadie más que el Hijo y aquél a
quien el Hijo quiera darle a conocer, como dice por medio de San
Mateo. "Porque si os digo que no le conozco, seré mentiroso como
vosotros".
Crisóstomo,
ut sup
Lo cual es imposible, porque si es veraz
el que me envió, también debe serlo el que ha sido enviado; en todas
ocasiones reivindica para sí solo el conocimiento del Padre, porque es
del Padre. Por esto sigue: "Yo le conozco, porque de El soy".
San Hilario,
ut sup
Y pregunto si da a conocer que sea de El
por creación o por generación; porque si es por creación, también todo
lo que ha sido creado viene de Dios. ¿Mas cómo es que todas las cosas
no conocen al Padre, siendo así que el Hijo lo conoce por lo mismo que
es de El? Si, pues, es propio de Aquél, porque es del Padre, el
conocerle, ¿cómo no lo será también de Aquel que inmediatamente es de
El, esto es, del que participa de la naturaleza de Dios como su
verdadero Hijo? Tiene, pues, la propiedad del conocimiento, como
consecuencia de la propiedad de la generación. Sin embargo, con el fin
de que la herejía no tomase argumentos del tiempo de su venida, añadió
a continuación: "Y El me envió". Conservó así el orden del misterio
evangélico, diciendo que había nacido y que había sido enviado.
San Agustín,
ut sup
Dijo además: De El mismo soy, como un Hijo
de su Padre; y aunque me veis vestido de la humanidad, El me ha
enviado. En ello no debemos ver la diversidad de naturaleza, sino la
autoridad del generador.
Crisóstomo
Los judíos se incomodaron cuando oyeron
decir al Señor: "A quien vosotros no conocéis", porque aparentaban que
le conocían. Por esto sigue el evangelista: "Y le querían prender",
etc. Y véase aquí refrenado de una manera invisible el furor de los
judíos. Pero el evangelista, queriendo hablar con más suavidad y
humildad, con el fin de que se conociera por esto que Jesucristo era
hombre, no dijo que los detuvo de una manera invisible, sino que
añadió: "Porque todavía no era llegada su hora".
San Agustín
Esto es, porque no quería, porque Dios no
nació bajo el influjo del fatalismo. Esto ni aun del hombre debe
creerse; ¿cuánto menos respecto de Aquél por quien ha sido hecho? Si
nuestra última hora depende de su voluntad, ¿qué otra cosa es su hora
sino su voluntad? No dijo en la hora en que se vería obligado a morir,
sino en la que se dignaría dejarse matar.
|
31-36 |
Y muchos del pueblo
creyeron en El y decían: "¿Cuando viniere el Cristo hará más milagros
que los que éste hace?" Oyeron los fariseos estos murmullos que había
en el pueblo acerca de El: y los príncipes de los sacerdotes y los
fariseos enviaron ministros para que le prendiesen. Y Jesús les dijo:
"Aún estaré con vosotros un poco de tiempo, y voy a Aquél que me
envió. Me buscaréis, y no me hallaréis: y donde yo estoy, vosotros no
podéis venir". Dijeron los judíos entre sí mismos: "¿A dónde se ha de
ir éste, que no le hallaremos? ¿Querrá ir a las gentes que están
dispersas, y enseñar a los gentiles? ¿Qué palabra es esta, que dijo me
buscaréis, y no me hallaréis: y donde yo estoy vosotros no podéis
venir?" (vv. 31-36)
San Agustín,
in Ioanem tract. 31
El Señor salvaba a los pobres y a los
humildes. Por esto dice el evangelista: "Y muchos del pueblo creyeron
en El", etc. La plebe fue la que conoció en seguida su propia
enfermedad, y conoció pronto la medicina de El.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 49
Mas en éstos tampoco había una fe
completa, sino que hablaban vulgaridades, como hablan las
muchedumbres. Prosigue: "Y decían: cuando viniere el Cristo, ¿hará más
milagros que los que éste hace?". Porque decir cuando venga el Cristo,
era tanto como no creer firmemente que Jesús era el Cristo. O también
decir esto equivale a manifestar que El era el Cristo, como si
dijesen: ¿Acaso aquél, cuando venga, podrá ser mejor y hacer más
milagros? Porque los más ignorantes más bien se dejan llevar de los
milagros que de la doctrina.
San Agustín,
ut sup
También podían entender que si no había
dos, éste sería el Cristo. Pero los príncipes no pensaban bien. Y por
esto no sólo no lo consideraban como médico, sino que trataban de
matarle. Por esto sigue: "Oyeron los fariseos estos murmullos que
había en el pueblo y enviaron guardias para que le prendiesen".
Crisóstomo,
ut sup
El Señor había hablado antes muchas cosas,
y nada le hicieron. Lo que más les mortificaba, era que las
muchedumbres glorificasen a Jesucristo: aquello de que profanaba el
sábado, no era más que una excusa que trataban de alegar. Y ellos
mismos no se atrevían a prender a Jesús, por el peligro a que se
exponían; por esto envían a los guardias, porque estaban expuestos a
los peligros.
San Agustín,
ut sup
Pero como no podían prenderle si El no
quería, le enviaron los guardias sólo para que oyesen lo que enseñaba.
Prosigue el evangelista: "Y Jesús les dijo: Aun estaré con vosotros un
poco de tiempo".
Crisóstomo,
ut sup
Estas palabras están llenas de humildad, y
equivalen a decir: ¿por qué os apresuráis a matarme? Esperad un poco
de tiempo.
San Agustín,
ut sup
O lo que es lo mismo: ya haréis dentro de
poco lo que queréis hacer; pero no ahora, porque yo no quiero; debo
llenar todo mi tiempo, y después sufrir mi pasión.
Crisóstomo,
ut sup
Con esto aterró a la turba más audaz, y a
la que le era afecta la hizo más ávida de su palabra, en atención al
poco tiempo que se les concedía para gozar de tal doctrina. Y no dijo
sencillamente: aquí estoy, sino: con vosotros; esto es, como diciendo:
aunque me persigáis, no cesaré de concederos lo que os concierne, y de
enseñaros cuanto afecta a vuestra felicidad, aconsejándoos. Respecto a
lo que dijo: "Y voy a Aquel que me envió", decía lo bastante para
asustarlos.
Teofiactus
Dando a entender que el Padre habría de
pedirles cuenta acerca de ellos; porque si trataban mal al que había
sido enviado, no hay duda que también tratarían mal a quien le había
enviado, etc.
Beda
Y dice: "Y voy a Aquél que me envió", como
si dijere: cuando suba, volveré al Padre que me mandó encarnar,
indicando que iba a aquel lugar, de donde nunca se había separado.
Crisóstomo,
ut sup
Y que necesitaban de El, lo manifiesta por
estas palabras: "Me buscaréis y no me hallaréis". ¿Pero cuándo
buscaron los judíos al Salvador? San Lucas lo dice: "Cuando las
mujeres lloraban sobre El" ( Lc 23). Y es
probable que a muchos otros les sucediera lo mismo: especialmente
cuando ocurrió el sitio de la ciudad
1,
muchos se acordarían de Jesucristo y de sus milagros, y pedirían que
se presentase.
San Agustín,
in Ioanem tract. 31
También predijo aquí su resurrección,
porque después de ella habrían de buscarle arrepentidos; y como no
habían querido conocerle cuando estaba presente, después le buscaban
cuando vieron que muchos creían en El: por lo que muchos, como
arrepentidos, dijeron: ¿qué haremos? Vieron a Jesucristo morir por la
maldad de ellos, y creyeron en Cristo cuando perdonaba sus pecados, y
desesperaron de su salvación, hasta que bebieron la sangre que habían
derramado.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 49
Y para que no se creyese que El saldría de
este mundo por medio de la muerte, como salen los demás hombres,
añadió: "Y donde yo estoy, vosotros no podéis venir". Si hubiese
permanecido en la muerte, todos hubiesen podido ir a donde El estaba,
porque allí vamos todos.
San Agustín,
ut sup
Y no dijo: "donde yo estaré", sino "en
donde estoy". Siempre estaba Jesucristo allí adonde había de volver, y
volvió, pero sin dejarnos, porque estaba Jesucristo sobre la tierra en
cuanto a la carne visible; mas estaba en el cielo y en la tierra según
la majestad invisible. No dijo, pues, no podréis, sino no podéis
venir; entonces eran de tal condición, que no podían. Y para que se
comprenda que no decía esto para que desesperasen, a sus discípulos
les dijo una cosa parecida: a donde yo voy, vosotros no podéis venir;
pero al final explicó esto a San Pedro, diciéndole: a donde yo voy, no
podéis seguirme ahora, pero me seguiréis después.
Crisóstomo,
ut sup
Dijo todo esto queriendo atraerlos, porque
el poco tiempo que quedaba, y el gran deseo que de El tendrían después
que se marchase, eran suficientes para invitarlos a que creyesen en
El. Respecto de lo que dijo: "Voy a Aquel que me envió", manifiesta
que no sufriría daño alguno por las asechanzas de sus enemigos, y que
la pasión la sufría porque quería. Estas palabras del Salvador
produjeron alguna sensación en los judíos, y se preguntaban entre sí a
dónde iría, lo cual no era propio de aquellos que deseaban ser
redimidos por El. Prosigue: "Dijeron los judíos entre sí mismos:
¿Adónde se ha de ir éste que no le hallaremos? ¿Querrá ir a las gentes
que están dispersas y enseñar a los gentiles?" Los judíos llamaban
gentiles a las otras naciones, gloriándose de sí mismos en gran
manera, pues los gentiles se hallaban dispersos por todas partes y
mezclados entre sí. Pero los judíos sufrieron después esta misma
afrenta y fueron dispersados por todo el mundo. Antiguamente todo su
pueblo se encontraba reunido, pero después los judíos se dispersaron
por toda la tierra y se mezclaron con los gentiles. Así pues, el Señor
no hubiera dicho: "Adonde yo voy vosotros no podéis venir", si se
hubiese estado refiriendo a los gentiles.
San Agustín,
ut sup
Mas el Señor había dicho: "a donde yo voy"
refiriéndose al seno del Padre. Pero ellos no entendieron esto en
manera alguna. Y, sin embargo, vaticinaron con este motivo nuestra
salvación, anunciando que el Salvador habría de ir a estar entre los
gentiles, no con la presencia de su cuerpo, sino con sus pies. Porque
nos envió sus miembros, y nos convirtió en miembros suyos.
Crisóstomo,
ut sup
Y no dijeron que iría a los gentiles para
hacerles daño, sino para enseñarles. Ya habían domeñado su ira y
habían creído. Si no hubiesen creído, en vano le hubiesen buscado para
sí mismos: "¿Y qué quiere decir con aquellas palabras que dijo:: me
buscaréis y no me encontraréis; y en donde yo estoy, vosotros no
podéis venir?".
Notas
1. Se
refiere a Jeusalén, destruida por el ejército romano en el año 70 d.C.
|
37-39 |
Y en el último grande día
de la fiesta, estaba allí Jesús, y decía en alta voz:" Si alguno tiene
sed, venga a mí, y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de
su vientre correrán ríos de agua viva". Esto dijo del Espíritu, que
habían de recibir los que creyesen en El; porque aún no había sido
dado el Espíritu, por cuanto Jesús no había sido aún glorificado. (vv.
37-39)
Crisóstomo,
In Ioannem, hom. 50
Y para cuando volviesen a sus casas,
después de celebradas las fiestas, el Señor les da para el camino el
alimento de la salvación. Por esto dice: "Y en el último grande día de
la fiesta", etc.
San Agustín,
in Ioanem tract. 32
Entonces se celebraba la fiesta que se
llamaba scenopegia, esto es, la construcción
de las tiendas.
Crisóstomo,
ut sup
La cual se celebraba por siete días; pero
el primero y el último se celebraban con gran pompa, conforme a la
Ley; y a esto se refería el evangelista cuando dice: "En el último día
grande de la fiesta", porque los días intermedios los dedicaban a los
placeres. Y por esto no habló el Salvador a los judíos en esta forma,
ni en el próximo día, ni en el segundo, ni en el tercero, para que no
fuesen perdidas sus enseñanzas, sumidos como estaban en la
voluptuosidad. Levantaba la voz porque era mucha la gente que había.
Teofiactus
También lo hacía así para hacerse oír y
para inspirar confianza, porque a nadie temía.
Crisóstomo,
ut sup
Y dice el Salvador: "Si alguno tiene sed",
como si dijese: a nadie atraigo por violencia; únicamente llamo al que
tenga un gran deseo.
San Agustín,
ut sup
Habla de la sed que es interior, porque él
es hombre interior, y consta también que estima más al hombre interior
que al exterior. Por tanto, si tenemos sed, vengamos, no con los pies,
sino con los afectos; no andando, sino amando.
Crisóstomo,
ut sup
Que habla de bebida intelectual, lo
demuestra por esto que aduce después: "El que cree en mí, como dicen
las Escrituras, de su vientre correrán ríos". Pero ¿dónde dice esto la
Escritura? En ninguna parte. ¿Cómo entenderlo, pues? Separando: "El
que cree en mí, como dice la Escritura", para añadir después: "De su
vientre correrán ríos de agua viva", manifestando que se debe tener un
conocimiento recto, y así por los milagros y las Escrituras creer en
El. Por eso dijo antes "Escudriñad las Escrituras".
San Jerónimo,
in prologo genes
Este testimonio se tomó de los Proverbios
( Pv 5,16), donde se dice: "Salgan fuera tus
fuentes, y distribuye tus aguas por las plazas".
San Agustín,
ut sup
El vientre del hombre interior es la
conciencia de su corazón. Bebida esta agua, reanímase la conciencia
purificada, y el que bebe tendrá la fuente, y él mismo será la fuente.
¿Cuál es esta fuente, o mejor, cuál es este río que mana del vientre
del hombre interior? La benevolencia, por la cual busca el bien del
prójimo. Beben, pues, los que creen en el Señor. Mas si el que bebe
cree que sólo debe saciarse él, no correrá de su vientre el agua viva;
si, por el contrario, se apresura a hacer bien a su prójimo, no se
seca, porque mana.
San Gregorio,
super Ez. hom. 10
Cuando las palabras de la santa
predicación descienden de la mente de los fieles, son como ríos de
agua viva que de allí corren. ¿Qué otra cosa son los órganos del
vientre sino las interioridades del alma? Esto es la recta intención,
el santo deseo, y la voluntad humilde para con Dios y piadosa para con
el prójimo.
Crisóstomo,
ut sup
Dijo ríos, y no río, para denotar la
abundancia copiosa de sus aguas. Llama agua viva a la que obra
siempre, porque la gracia del Espíritu Santo, cuando entra en un alma
y allí se detiene, brota más que cualquier fuente, y no disminuye, ni
se seca, ni aun se detiene. Esto podrá verlo cualquiera que examine la
sabiduría de Esteban, la predicación de Pedro y la prodigalidad de
Pablo, porque nada les detenía, sino que a manera de ríos se
desbordaban con gran fuerza, y todo lo atraían hacia sí.
San Agustín,
in Ioanem tract. 32
El evangelista manifiesta a qué clase de
bebidas invita el Señor, cuando dice: "Esto dijo del Espíritu que
habían de recibir los que creyesen en El". ¿De qué espíritu habla sino
del Espíritu Santo? Porque cada hombre tiene en sí su propio espíritu.
Alcuino
Ofreció a sus apóstoles el Espíritu Santo,
antes de su ascensión, y después de la ascensión se lo dio en lenguas
de fuego. Por esto dice: "Que habían de recibir los que creyesen en
El".
San Agustín,
ut sup
Era, pues, el Espíritu de Dios, pero aún
no habitaba en aquellos que creyeron en Jesús. Así dispuso no
concederles este Espíritu sino después de su resurrección. Por esto
sigue: "Porque aún no había sido dado el Espíritu", etc.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 50
Los apóstoles, en verdad, al principio no
arrojaban los demonios en virtud del Espíritu, sino por el poder que
Jesucristo les concedía. Y cuando les enviaba, no se dice "les dio el
Espíritu Santo", sino "les dio poder". Mas respecto de los profetas,
es sabido por todos que se les concedía el Espíritu Santo: mas esta
gracia se había retirado del mundo.
San Agustín,
De Trin 4,20
¿Y cómo se dice de San Juan Bautista que
estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre? Y de
Zacarías también se dice que, lleno del Espíritu Santo, dijo aquellas
palabras tan sublimes ( Lc 1,15). María
también estuvo llena del Espíritu Santo, para profetizar maravillas
tan grandes del Señor. Simón y Ana, ¿si no hubiesen estado inspirados
por el Espíritu Santo, cómo hubiesen conocido la majestad de
Jesucristo, cuando aun era un niño? ¿Cómo, pues, se comprende, sino
porque después de la glorificación de Jesucristo, se había de dar una
posesión del Espíritu Santo tal que nunca antes se había conocido?
Habría de tener, pues, ciertas propiedades en su venida, que antes no
había tenido, porque en ningún sitio leemos que los hombres hayan
hablado en lenguas que no conocían, aun descendiendo el Espíritu Santo
a ellos, como entonces sucedió, puesto que debía demostrar su venida
por medio de señales sensibles.
San Agustín,
in Ioanem tract. 33
Y siendo así que ahora se recibe el
Espíritu Santo, ¿cómo es que nadie habla en las lenguas de todas las
gentes? Porque ya la Iglesia habla en todos los idiomas y el que no
pertenece a ella ahora tampoco recibe el Espíritu Santo. Si amas la
unidad también tiene para ti, el Espíritu Santo, porque cada uno tiene
en ella algo. Despójate de la envidia y es tuyo lo que tengo. El
aborrecimiento separa, la caridad une; ten caridad y todo lo tendrás,
porque sin ella nada podrá aprovechar cuanto pudieres tener. Mas la
caridad de Dios se encuentra difundida en nuestras almas por medio del
Espíritu Santo que se nos ha concedido ( Rom
5,5). Pero, ¿qué motivo tuvo el Señor para dar el Espíritu Santo
después de su resurrección? El de que en el día de nuestra
resurrección, brille nuestra caridad, nos separemos del afecto de las
cosas terrenas y corramos derechamente hacia Dios. Cuando dijo: "El
que crea en mí, venga y beba, y ríos de agua viva correrán de su
vientre", prometió la vida eterna, donde nada debemos temer, y donde
no podemos morir. Y como todo esto es lo que ofreció a los que
ardiesen en la caridad del Espíritu Santo, por esto no quiso dárselo
sino después que El fue glorificado, para prefigurar en su cuerpo
aquella vida que ahora no tenemos, pero que esperamos después de la
resurrección.
San Agustín,
contra faustum 32,17
Y si ésta era la causa por que aún no les
daba el Espíritu Santo, a saber, porque aún no había sido glorificado
Jesucristo, cuando Jesús fuese glorificado debía dárseles al punto sin
duda alguna. Los catafrigas
1
dijeron que ellos habían recibido el Espíritu Santo prometido, y por
esto se separaron de la fe católica. También los maniqueos atribuyen a
Maniqueo todo esto de la promesa del Espíritu Santo, como si antes el
Espíritu Santo no hubiese sido concedido a otros.
Crisóstomo,
ut sup
De otro modo: la glorificación de Jesús
era la cruz, porque como éramos enemigos, la gracia no se concede a
los enemigos, sino a los amigos, y convenía antes que todo ofrecer el
sacrificio, para que, destruida la enemistad en la humanidad, los que
se habían hecho amigos de Dios recibieran aquella gracia.
Notas
1.
También llamados "catafrigios". Es un modo de denominar a los
montanistas, a causa de ser principalmente de Frigia.
|
40-53 |
Muchas, pues, de aquellas
gentes, habiendo oído estas palabras, decían: "Este verdaderamente es
el Profeta". Otros decían: "Este es el Cristo". Mas algunos decían:
"¿Pues qué, de la Galilea ha de venir el Cristo?" Así, que había
disensión en el pueblo acerca de El. Y algunos de ellos le querían
prender: mas ninguno puso la mano sobre El. Volvieron los ministros a
los príncipes de los sacerdotes, y a los fariseos. Y éstos le dijeron:
"¿Por qué no le habéis traído?" Respondieron los ministros: "Nunca así
habló hombre como este hombre". Los fariseos les replicaron: "¿Pues
qué, vosotros habéis sido también seducidos? ¿Por ventura ha creído en
El alguno de los príncipes o de los fariseos?" Sino esas gentes del
vulgo que no saben la Ley, malditas son. Nicodemo, aquel que vino a
Jesús de noche, que era uno de ellos, les dijo: "¿Por ventura nuestra
Ley juzga a un hombre, sin haberle oído primero, y sin informarse de
lo que ha hecho?" Le respondieron y le dijeron: "¿Eres tú también
galileo? Escudriña las Escrituras, y entiende, que de la Galilea no se
levantó jamás profeta". Y se volvieron cada uno a su casa. (vv. 40-53)
San Agustín,
in Ioanem tract. 33
Habiendo invitado el Señor a los que
creyesen en El a que participasen de la gracia del Espíritu Santo, se
suscitó una cuestión acerca de ello entre la turba. Por esto dice:
"Muchas, pues, de aquellas gentes, habiendo oído estas palabras,
decían: éste verdaderamente es el profeta".
Teofiactus
Esto es, el que se esperaba. Mas otros (a
saber, el pueblo) decían: "Este es el Cristo".
Alcuino
Estos ya habían empezado a beber
espiritualmente de aquella agua, y ya habían dejado la sed de la
infidelidad. Mas otros aún permanecían en lo árido de su infidelidad,
de quienes añade el evangelista: "Mas algunos decían: ¿pues qué, de la
Galilea ha de venir el Cristo?" ¿No dice la Escritura que del linaje
de David, y de la aldea de Belén en donde estaba David, ha de venir
Cristo? Conocían, pues, lo que habían anunciado los profetas acerca de
Jesucristo, pero ignoraban que todo se había cumplido en El; y aun los
que sabían que se había criado en Nazaret, ignoraban en dónde había
nacido, ni creían que la profecía que se leía estaba cumplida en El.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 51
Concedido que ignorasen el lugar de su
nacimiento, ¿ignoraban acaso su familia? Porque en realidad había
nacido de la casa y de la familia de David. Cómo es que decían: ¿no ha
de venir el Cristo del linaje de David? Pero querían ocultar esto,
diciendo todas las cosas con malicia porque Jesús se había criado en
Nazaret. Por esto no se acercan al Salvador preguntándole: ¿cómo es
que las Escrituras dicen que el Cristo ha de venir de Belén y tú has
venido de Galilea? Pero todos lo decían capciosamente. Y porque no se
fijaban bien en lo que se les decía, ni tenían ánimo de aprender,
Jesucristo nada les contestó. Pero alabó a Natanael, cuando dijo: "De
Nazaret puede salir algo bueno" ( Jn 1,46), y
le alabó como a verdadero israelita que buscaba la verdad, instruido
profundamente en las cosas antiguas.
Prosigue: "Así que había disensión en el
pueblo por causa de El".
Teofiactus
No entre los príncipes, porque éstos
tenían un solo pensamiento, a saber: no considerarlo como el Cristo. Y
los que eran más moderados en la malicia, únicamente se oponían a la
gloria de Jesucristo con las palabras. Pero los peores eran los que
deseaban poner sus manos sobre El. Con relación a éstos añade el
evangelista: "Y algunos de ellos le querían prender".
Crisóstomo,
ut sup
El evangelista hace mención de esto,
manifestando que hablaban no por conocer la verdad, ni aun queriéndola
decir. Prosigue: "Mas ninguno puso las manos sobre El".
Alcuino
Esto es, porque El no lo permitió, porque
tenía bajo su dominio los esfuerzos de aquéllos.
Crisóstomo,
ut sup
Y esto era suficiente para que se
arrepintieran, pero no se arrepintieron. De tal condición es la
maldad: no quiere confiar en nadie y se fija sólo en realizar la
muerte de aquél a quien puso asechanza.
San Agustín,
ut sup
Mas los guardias que habían sido enviados
a prenderle volvieron sin cometer el crimen que se les había ordenado,
y llenos de admiración. Respecto de los cuales añade: "Volvieron los
ministros a los príncipes de los sacerdotes y a los fariseos y éstos
les dijeron: ¿por qué no le habéis traído?".
Alcuino
Los que no habían podido detener al
Salvador cuando le quisieron apedrear, reprenden a los guardias porque
no le habían traído preso.
Crisóstomo,
ut sup
Y he aquí cómo los fariseos y los
escribas, viendo los milagros y leyendo las Escrituras, nada
adelantaron, mientras que sus enviados, careciendo de todo esto,
quedaron convencidos con sola una entrevista. Y cuando habían ido con
el fin de atarle, volvieron atados de un modo milagroso. Y no dijeron:
no hemos podido porque nos lo han estorbado las gentes, sino que se
convirtieron en predicadores de la sabiduría de Jesucristo, pues sigue
el evangelista: "Respondieron los guardias: nunca así habló hombre
como este hombre".
San Agustín,
ut supra
Habló de esa manera porque era Dios y
hombre.
Crisóstomo,
ut sup
Y no sólo debe admirarse su buen sentido,
ya que no necesitaron de milagros, y quedaron cautivos por la sola
doctrina, pues no dijeron ningún hombre ha hecho jamás tales milagros,
sino que "nunca así habló hombre"; sino también debe admirarse la
firmeza de ellos, porque volvieron a los fariseos, que tanto odiaban a
Jesucristo, y les hablaron de aquella manera. Y no habían oído ningún
sermón largo, sino uno corto. Porque cuando el alma no tiene malicia
no necesita de largos razonamientos.
San Agustín,
ut sup
Mas los fariseos rechazaron el testimonio
de ellos. Porque sigue el evangelista: "Los fariseos les replicaron:
¿Pues qué, vosotros habéis sido también seducidos?". Como diciendo:
Vemos que os habéis complacido en sus palabras.
Alcuino
Y en realidad habían sido seducidos de un
modo laudable, porque abandonando su infidelidad habían abrazado la
fe.
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 51
Y aún les argüían como si la razón que
habían dado no hubiera sido suficiente, porque sigue: "¿Por ventura ha
creído en El alguno de los príncipes o de los fariseos? Pero esas
gentes del vulgo que no saben la Ley, malditas son". Y esta era la
acusación que hacían, que la turba había creído, pero no ellos.
San Agustín,
ut sup
Los que no conocían la Ley creían en Dios,
que era el que había dictado la Ley, y aquellos que enseñaban la Ley
eran los que lo condenaban, de modo que se cumpliese lo que el Señor
había dicho por medio de San Juan: "Y viene a este mundo para juicio:
para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos" (
Jn 9,39).
Crisóstomo,
in Ioanem hom. 51
¿Y cómo es que son maldecidos aquellos que
creen en la Ley, o que la obedecen? Pero quería decir: vosotros sois
más malditos, porque no observáis la Ley.
Teofiactus
Por cuya razón los fariseos hablan a los
guardias con suavidad y dulzura, para que no se separen de ellos y se
adhieran a Jesucristo.
Crisóstomo,
ut sup
Como habían dicho que ninguno de los
príncipes había creído en El, para evitar que esto fuese creído, añade
el evangelista: "Nicodemo (aquél que vino a Jesús de noche, y que era
uno de ellos) les dijo".
San Agustín,
ut sup
Este no era incrédulo, sino pusilánime, y
por esto venía de noche a buscar la luz, porque quería ser iluminado,
pero temía que se supiese: "Pues éste respondió a los judíos: ¿Por
ventura vuestra Ley juzga a un hombre sin haberle oído primero, y sin
informarse de lo que hace?". Y creía, pues, que si quisiesen oírle,
aunque fuera poco tiempo, sin impaciencia, acaso les sucediera lo
mismo que a aquellos que habían mandado para detenerle, o mejor para
prenderle, y habían optado por creer. Pero más querían, aquellos
malvados, condenarlo que oírlo.
San Agustín,
De civ. Dei. 22,1
Mas dice: "nuestra Ley", refiriéndose a la
Ley que procede de Dios, porque Dios la ha dado a los hombres.
Crisóstomo,
ut sup
Y así manifiesta Nicodemo que los fariseos
ni conocían la Ley ni obraban conforme a ella. Cuando hubiera sido lo
más juicioso el que demostrasen que no habían obrado injustamente al
mandar prenderle, le contradicen muy ruda y ásperamente con estas
palabras: "Le respondieron y dijeron: ¿Tú también eres galileo?"
San Agustín,
, in Ioanem tract. 33
Esto es: ha sido seducido por el galileo.
El Señor era llamado galileo, porque sus padres eran de la ciudad de
Nazaret; digo sus padres refiriéndome sólo a María y no al linaje
paterno.
Crisóstomo,
ut sup
Después, en tono insultante, como si
desconociese las Escrituras, le dijeron: "Escudriña las Escrituras, y
entiende que de la Galilea no se levanta profeta". Como diciendo: "ve
y aprende".
Alcuino
No se fijaban en el lugar donde había
nacido, sino en donde predicaba. Por esto, no sólo no lo consideraban
como el Mesías, sino que ni aun como profeta.
San Agustín,
ut sup
Es verdad que no sale ningún profeta de
Galilea, pero sale de allí el Señor de los Profetas.
Prosigue: "Y se volvieron cada uno a su
casa".
Alcuino
Sin haber realizado nada (esto es, vacíos
de fe, y privados por ende de toda utilidad). Se volvieron a la casa
de su impiedad y de su infidelidad.
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