Synodus Episcoporum 19 - 13.10.1999

DÉCIMO QUINTA CONGREGACIÓN GENERAL
(MIÉRCOLES, 13 DE OCTUBRE DE 1999 -POR LA TARDE)

 

HOMENAJE DE LOS PRESIDENTES DELEGADOS AL SANTO PADRE

RELACIONES DE LOS CÍRCULOS MENORES

A las 17.05 horas de hoy, ante la presencia del Santo Padre, con la recitación del Adsumus tuvo lugar la Décimo Quinta Congregación General para la lectura en el Aula de las Relaciones de los Círculos Menores. Presidente Delegado de turno S. Em. Card. Joachim MEISNER, Arzobispo de Colonia.

En la apertura de esta Congregación General, el Presidente Delegado S. Em. Card. Paul POUPARD, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, ha leído en nombre de los Presidentes delegados, un homenaje con ocasión del 21 aniversario de la elección de Juan Pablo II, el sábado 16 de octubre de 1999.

En esta Congregación General, que se concluyó a las 20.15 horas con la oración del Angelus Domini estuvieron presentes 153 Padres.

HOMENAJE DE LOS PRESIDENTES DELEGADOS AL SANTO PADRE

Publicamos a continuación el homenaje que los Presidentes delegados han dirigido al Santo Padre, con ocasión del 21 aniversario de Su elección, el sábado 16 de octubre de 1999:

EN EL XXI ANIVERSARIO DE LA ELECCIÓN
DE JUAN PABLO II A LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO

FELICIDADES DE LOS PRESIDENTES DELEGADOS AL SANTO PADRE

En este veintiún aniversario de Su elección como Sucesor del Beato Pedro, los Presidentes Delegados, en nombre de los Hermanos en el Episcopado y de todos los Padres Sinodales, así como del Secretario General, del Relator General, de los Secretarios Especiales, de las Colaboradoras y de los Colaboradores, de los Oyentes, y también en nombre de los Delegados Fraternos, profundamente agradecidos por la Segunda Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos, convocado por Su Santidad sobre el tema "Jesucristo, viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa", dan gracias a Dios Omnipotente por la extraordinaria fecundidad de Su ministerio como sucesor de Pedro desde hace dos decenios, sobre todo en Europa que, hace pocos días, Usted ha puesto bajo la protección de tres nuevas Co-patronas, Santa Brígida de Suecia, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, y en la cual la Iglesia, bajo Su poderoso impulso, inflamada por Su inagotable Magisterio y por Sus peregrinajes apostólicos, ha comenzado a recuperar a pleno pulmón un nuevo espíritu, bajo el soplo del Espíritu Santo, Señor y Vivificador.

Con nuestras fervientes oraciones a María, Madre de la esperanza y Madre intercesora de Europa, para la prosecución de Su Ministerio, tan necesaria a la Iglesia y al mundo, expresamos nuestras felicitaciones más sinceras, deferentes y llenas de buena voluntad: ¡Le deseamos muchos años felices!

Cardenal Franciszek Macharski
Cardenal Joachim Meisner
Cardenal Paul Poupard
Presidentes Delegados


 

RELACIONES DE LOS CÍRCULOS MENORES

Fruto de la discusión de los Círculos Menores han sido las Relaciones redactadas como recopilación de las opiniones de la mayoría y de la minoría, que expresan con transparencia las opiniones convergentes y las eventualmente contrarias. Estas Relaciones son sometidas a la aprobación de los Círculos Menores, recogiendo todas las sugerencias y las reflexiones de los Miembros de cada Círculo, constituyendo, de esta manera, una proyección fiel de las opiniones tanto de la mayoría como de la eventual minoría. Las relaciones revisten la máxima importancia desde el momento en que son la expresión más evidente y elaborada del pensamiento de los Padres sinodales involucrados en la discusión de los Círculos y contienen de manera embrionaria los elementos para el consenso general del mismo Sínodo. Todas las relaciones consideradas en su conjunto representan, de alguna manera, la primera síntesis del trabajo sinodal.

Fueron presentadas en la Décimo Quinta Congregación General de esta tarde, siguiendo el orden de presentación de las peticiones de la palabra, las Relaciones de los Círculos Menores, preparadas por los Relatores de los Círculos Menores:

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS A:
S.E.R. Mons. Benigno Luigi PAPA, Arzobispo de Taranto.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GALLICUS B:
S. Em. Card. Godfried DANNEELS, Arzobispo de Mechelen-Bruselas.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS C:
Rev. P. Aldo GIORDANO, Secretario General del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (C.C.E.E.).

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GALLICUS A:
S.E.R. Mons. Bellino GHIRARD, Obispo de Rodez.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS B:
S.E.R. Mons. Angelo MASSAFRA, O.F.M., Arzobispo de Shkodrë.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR HISPANICUS-LUSITANUS:
S.E.R. Mons. Juan María URIARTE GOIRICELAYA, Arzobispo de Zamora.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GERMANICUS:
Rev. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ANGLICUS A:
Revmo. Mons. Noël TREANOR, Secretario General de la Comisión Episcopal de la Comunidad Europea (COM.E.C.E.).

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ANGLICUS B:
S.E.R. Mons. Donal Brendan MURRAY, Obispo de Limerick.

Publicamos a continuación los resúmenes de las Relaciones de los Círculos Menores:

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS A: S.E.R. Mons. Benigno Luigi PAPA, Arzobispo de Taranto.

El Círculo Itálico A ha respondido a las siguientes preguntas: 1º) ¿Qué entendemos exactamente cuando decimos Europa?, 2º) ¿Cuál es el fundamento cristológico y trinitario de nuestra esperanza y, como consecuencia, ante qué condiciones la Iglesia puede ser signo transparente de Cristo y comunicar esperanza a los europeos?, 3º) ¿De qué manera, en la actividad de la Iglesia, Cristo es fuente de esperanza?

1. Europa, primer continente evangelizado, más que ser un lugar geográfico, es un concepto predominantemente cultural e histórico. Ella nació con la cristianización de los pueblos germánicos y eslavos y su fusión con los pueblos del Mediterráneo. En la historia de Europa debemos recordar las tres divisiones que se efectuaron y de las cuales aún conservamos las heridas: la de 1054, que resolvió la dualidad existente en la única fe entre cultura bizantina y cultura latina con una primera separación; el movimiento de la Reforma, que perjudicó a la Iglesia de Occidente; y el Iluminismo, que separó la razón de la Revelación y puso en abierta contradicción ciencia y fe. A estas divisiones hay que agregar la autolaceración de Europa con las dos Guerras mundiales. Europa, que nació y creció con una fe común, hoy sufre la división de los cristianos. Nosotros estamos llamados a superar estas divisiones sin olvidarnos de buscar relaciones amigables con el Judaísmo y el Islam.

2. Jesucristo, viviente en su Iglesia, es signo de esperanza para Europa porque Él revela y hace posible la verdadera identidad del hombre, y revela y hace posible la comunión del hombre con el verdadero rostro de Dios. La concepción del hombre revelada por Jesús es la respuesta más autorizada a la búsqueda y al reconocimiento de la dignidad de la persona humana que está presente en la cultura europea, mientras la revelación del rostro auténtico de Dios que es Uno y Trino ofrece a la cultura europea la perspectiva concreta de buscar la propia identidad en la sabia conjunción de la unidad de la comunidad de los hombres con la diversidad de las culturas.

La esperanza que Cristo nos dona no es algo vago o sentimental sino que es una realidad muy concreta que el Espíritu de Cristo hace posible y que se puede expresar en las siguientes afirmaciones: la verdad es alcanzable para el hombre, la diversidad puede convertirse en riqueza, en la historia actúa la fuerza fermentadora del Reino que ayuda a edificar la ciudad del hombre según Dios, la caridad da un valor perenne a cada gesto hecho con humanidad, el dolor es libremente asumido y convertido en instrumento de redención, la vida vence a la muerte, lo creado participa de la gloria de los hijos de Dios y será nuevamente entregado por Jesús Nuestro Señor al Padre.

3. En el ejercicio del ministerio de la Palabra, de la liturgia y de la caridad nos ha parecido decisiva la figura del ministro y de su comunión con Cristo Nuestro Señor. Estamos convencidos, de hecho, de que sólo una persona evangelizada puede evangelizar, una persona santificada puede ser instrumento dócil de santificación, una persona modelada por la caridad de Dios puede ser reflejo de su amor misericordioso por los hombres.

En la actual situación europea, caracterizada por un pluralismo no sólo cultural sino también religioso, es útil recordar que el objetivo de las múltiples actividades pastorales de la Iglesia es el de formar personas adultas en la fe y comunidades cristianas misioneras que se relacionen con el territorio con una solidaridad vivificada por el amor evangélico.

El primer servicio de caridad de los cónyuges cristianos es el don de la vida.. Aquella pareja de esposos abierta a la vida que ejerce con valor la propia paternidad responsable, está claramente manifestando esperanza. A través de la asociación de las familias debemos insistir ante los Estados para que favorezcan aquellas políticas familiares que permiten a los progenitores seguir siendo los colaboradores de Dios en la creación de la vida y educadores cristianos de la vida.

Otro servicio de caridad es la pastoral de la salud. Consideramos que debe ser promovida en todas las Iglesias particulares. Es un lugar privilegiado para anunciar la esperanza escatológica y promover las intervenciones concretas de esperanza para la vida humana sobre esta tierra.

En lo que concierte a la caridad pública de la Iglesia nos urge subrayar lo siguiente: en las relaciones de la Iglesia católica con los Estados y con la Unión Europea creemos que se debe superar con decisión tanto el confesionalismo como el laicismo hostil. Apoyemos el punto de vista de un sano laicismo, lo cual significa que hay que reconocer que la sociedad necesita de la aportación de las confesiones religiosas para asegurar sus propios fundamentos ético-culturales y que hay que garantizar unos espacios de libre expresión a todas las confesiones y unas formas de correcta colaboración con las instituciones por parte de aquellas que lo deseen.

[00219-04.06] [nnnnn] [Texto original: italiano]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GALLICUS B: S. Em. Card. Godfried DANNEELS, Arzobispo de Mechelen-Bruselas.

Veer Boletín n° 20

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS C: Rev. P. Aldo GIORDANO, Secretario General del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (C.C.E.E.).

I. Prioridades y perspectivas a tener en cuenta.

1. La prioridad por excelencia que debe guiar todos los trabajos del Sínodo es la inspiración teológica expresada con el título: Jesucristo, viviente en su Iglesia. Sólo así las propuestas pastorales no se manifestarán sin alma o moralistas, o con una evolución puramente sociológica.

2. El Sínodo debe tener presente el punto de vista europeo y los organismos eclesiales europeos: la CCEE y el ComECE.

3. El Sínodo tiene que recordar que las Iglesias Orientales Católicas son siempre Iglesia Católica.

II. La transmisión de la fe y la cristología (nos. 1 y 3).

Un problema crucial actualmente es el de la transmisión de la fe. Por ello, los siguientes pasos son decisivos:

1. En el primer momento de la comunicación de la fe hay una relación. Los jóvenes, especialmente, no buscan una doctrina abstracta, sino una compañía y ser escuchados. Antes de la palabra se necesita el testimonio a nivel de individuos y de comunidad.

2. No se puede dar por descontado el conocimiento de las verdades fundamentales del cristianismo: hace falta un anuncio y una catequesis sistemáticos y permanentes.

3. La infancia es una época privilegiada para recibir el Evangelio.

4. La tradición oriental, sobre todo, testimonia que la experiencia de la fe culmina en la Sagrada Liturgia.

5. Una nueva evangelización necesita nuevos apóstoles que puedan narrar la historia de Jesucristo de forma transparente.

6. En realidad, la gran novedad que aprendemos del pasaje de Emaus es que la evangelización es Jesucristo mismo resucitado, presente donde se vive una experiencia de unidad. Él será quien arrastre tras de sí las nuevas generaciones.

III. Los nuevos movimientos y las nuevas comunidades eclesiales (nº 11).

1. La nueva evangelización nos remite a la realidad de los nuevos movimientos. Éstos, en su variedad, son una novedad, fruto claro del Espíritu. El Sínodo que estamos viviendo es el primero que los ha llevado a escena.

2. Son diversas las contribuciones ofrecidas por los nuevos carismas. Todos ellos comportan el radicalismo de la vida evangélica; responden al derecho de Cristo de estar presente también en la vida pública; son levadura, sobre todo, para quien no encuentra ya de otra forma la Iglesia; son cuna de vocaciones; son una medicina contra la sed; dan nuevos impulsos y un espíritu de fiesta a la Iglesia.

3. Como todo nuevo injerto en una planta secular, los nuevos movimientos de vez en cuando sufren de unilateralidad , creando interrogantes. Una tentación es la de la autosuficiencia.

4. Una exigencia primordial es la realidad del discernimiento por parte del Papa y del obispo diocesano.

IV. Lugar de la mujer (nº 16).

1. La mujer está llamada, de forma especial, a vivir el carisma de los carismas, el del amor.

2. En la historia de la Iglesia, las mujeres han estado siempre en primera línea para la catequesis, la solidaridad, la familia y han dado origen a grandes movimientos. No hemos reconocido suficientemente esta contribución.

3. La comprensión de la Iglesia es muy fecunda cuando hay una relación mutua entre la dimensión de Pedro y la de María, entre la dimensión paterna y la materna.

4. Proponemos que se favorezca de todos los modos posibles el acceso de la mujer a las funciones públicas de la Iglesia, considerando que la potestas vínculada al ministerio ordenado no es la única, aunque sea constitutiva de la Iglesia.

V. El ecumenismo (nº 7).

1. El camino ecuménico tiene su alma en la dimensión teológico-espiritual: ésta libera el espacio de tantos obstáculos históricos, culturales, jurisdiccionales, psicológicos, prácticos, que son la complicación real también del diálogo teológico.

2. La experiencia enseña que si no todos los creyentes están comprometidos, se estancan también los diálogos teológicos y jerárquicos.

3. Los miembros del grupo apoyan estas propuestas:

- Incluir en la agenda de la vida de las Iglesias la jornada hebreo-cristiana.

- Crear organismos de diálogo y centros de formación adecuados.

- Que el Sínodo formule un mensaje de apoyo a la firma histórica de la Declaración Común Luterano-Católica sobre la Justificación (Augsburgo, 31 de octubre de 1999).

- Apoyar el proceso ya iniciado para la redacción de una Charta Oecumenica para Europa, lanzado por la CCEE y la KEK.

VI. Las comunicaciones y la relación con la cultura (nº 17).

Somos conscientes del peso de los medios de comunicación social en nuestra sociedad y cultura. La crítica no es suficiente, hace falta estar presentes, aprovechando las nuevas posibilidades ofrecidas por los nuevos medios para llegar a la multitudes actuales: son el nuevo púlpito. Estos pueden hacer crecer la Iglesia como comunión.

VII. La doctrina y la pastoral social (nos. 12-13).

1. Se comprueba la importancia del proceso de la Unión Europea.

2. Se apoya la propuesta de un catecismo de la doctrina social.

3. Se subraya la necesidad de educar, de modo constante y orgánico, a la solidaridad.

[00221-04.04] [NNNNN] [Texto original: italiano]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GALLICUS A: S.E.R. Mons. Bellino GHIRARD, Obispo de Rodez.

Son ocho conjuntos de cuestiones que se han desarrollado y discutido en este Círculo Menor.

Introducción

Hemos manifestado dos perspectivas transversales que deben aclarar todos los temas tratados.

Hemos seguido para todos nuestros textos un lenguaje positivo de llamada y Esperanza, que renueve que Jesucristo es nuestra alegría.

A continuación hemos subrayado que se trata de un Sínodo para Europa y, por lo tanto, hemos insistido para que aparecieran las responsabilidades propias de la Iglesia que está en Europa.

1. Jesús resucitado, único Salvador (preguntas 1 y 3 de la Relación posterior a la Discusión)

La revitalización de las comunidades eclesiales es necesaria para que la Iglesia sea fuente de Esperanza en Europa. Dicha revitalización pasa actualmente por ser una suerte de "despertador espiritual": la toma de consciencia renueva el Señorío de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Importa que sus miembros confiesen con convicción plena, que no se debe confundir con un sentimiento religioso vago y poco apremiante, que "Jesucristo es el Señor de la historia; el contenido y el centro vital del mensaje de salvación; el camino, la verdad y la vida que se confirma como la única esperanza válida para cada generación; el punto de partida de la nueva evangelización" (Instrumentum laboris nº 29).

2. El intercambio de dones entre la Iglesia Oriental y Occidental (pregunta 6)

Muchos Padres han retomado la imagen de los dos pulmones de la Iglesia. Incluso varios han hablado también de "intercambio de dones". Este intercambio de dones entre la Iglesia de Oriente y Occidente debe todavía crecer. El Círculo Menor se ha puesto la pregunta de las condiciones para una auténtica reciprocidad en el intercambio de dones.

El Círculo también ha escuchado el llamado de las Iglesias orientales católicas que piden que nos preocupemos de su diáspora en Occidente y que desean, además, participar en el diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia Ortodoxa.

3. El ecumenismo (pregunta 7)

Nuestro Círculo no ha descuidado la importancia del diálogo ecuménico con nuestros hermanos de las Iglesias y Comunidades cristianas nacidas de la Reforma, a nivel local, nacional, europeo e universal.

4. La Iglesia en Europa y el Judaísmo (pregunta agregada)

De acuerdo al Nostra Aetate, condenamos las graves injusticias contra los Judíos en la historia de Oriente y Occidente cristiano.

La shoah ha provocado un examen de consciencia en la Iglesia, de la cual el Vaticano II ha sido etapa principal, prolongado por la acción decisiva de Juan Pablo II, cuya señal más reciente es la proclamación de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, como co-patrona de Europa.

Pensamos que una reflexión profunda sobre nuestra raíces, en la gratuidad a la elección del Pueblo de Dios, sea una parte inseparable del esfuerzo ecumnico.

5. El Islamismo en Europa (pregunta 9)

El diálogo con las otra religiones forma parte del modo general de proceder para la evangelización y la proclamación de Jesucristo. La Encíclica Redemptoris Missio dedica los 55, 56 y 57 a este problema, subrayando que el diálogo es, algunas veces, el "único modo de testimoniar sinceramente a Jesucristo".

Frente a la realidad del Islam en Europa, la Iglesia no tiene siempre otra posibilidad que la propuesta de un diálogo sincero y debe hacer lo posible por instaurarlo y hacerlo progresar, sin ingenuidad ni prejuicios. Ella debe reclamar el respeto de la libertad de las comunidades cristianas que viven en los países con mayorías musulmanas.

6. La mujer en la sociedad y en la Iglesia, en el contexto europeo (pregunta 16)

En las diversas comunidades eclesiales han sido ya dados grandes pasos hacia adelante para dar nuevas y más amplias responsabilidades a las mujeres. Ya les han sido confiados cargos muy importantes. Este esfuerzo debe continuarse con constancia, siempre atentos a no considerar que el hombre y la mujer son intercambiables en todas las cosas. Sin embargo, a fin de que sean atenuadas las incomprensiones o dificultades que persisten y afectan todavía hoz las relaciones entre la Iglesia y las mujeres, parece indispensable que la Iglesia se adecue a los cambios sociales acelerados, provocados en los últimos treinta años por las mujeres jóvenes y adultas.

Así también, en la Iglesia, las mujeres sienten la necesidad de una reflexión al plan humano y espiritual. Con el fin de enfrentar mejor las situaciones nuevas que ellas afrontan.

7. La doctrina social de la Iglesia (preguntas 12, 13, 14 y 15).

Encontrar Jesucristo, quiere decir servirlo en sus hermanos, a cada uno personalmente y en la vida dentro social: doctrina y acción en la Iglesia van al mismo paso. De esto depende su credibilidad.

La palabra de la Iglesia es legítima en este campo, a pesar de que muchas veces su discurso es rechazado. No podemos callarnos ante ciertas situaciones de injusticia y error del hombre, ya que el Evangelio no llama a humanizar la sociedad.

Conviene que la doctrina social de la Iglesia tome en consideración las formas nuevas de la pobreza. La Iglesia debe despertar la opinión pública a la importancia de dichas áreas de acción y contribuir también a la difusión y valorización de su doctrina social.

8. Las vocaciones sacerdotales en Europa (pregunta agregada)

A pesar de las resistencias encontradas en los diferentes países europeos y de cuyo análisis ha sido hecho veces, mantenemos nuestra intención de llamar al ministerio de los sacerdotes diocesanos con insistencia perseverante.

Podemos preguntarnos si tenemos suficiente coraje para lanzar un llamado y hacer objeto de preocupación de las vocaciones el alma de toda pastoral. Se trata evidentemente de dar la mejor visibilidad posible las instancias del despertar de las vocaciones y la preparación al ministerio sacerdotal: propedeuticos y seminarios.

[00220-04.04] [nnnnn] [Texto original: francés]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ITALICUS B: S.E.R. Mons. Angelo MASSAFRA, O.F.M., Arzobispo de Shkodrë.

1 (Número 1).

1.a. El mundo moderno y posmoderno, a pesar de la negatividad, tiene una gran demanda de fe, por lo que se pone el acento sobre la calidad y los métodos de transmisión, basada en una renovada pública Confessio Fidei en Jesucristo, mandado por el Padre, en el Espíritu Santo, como Único Salvador del mundo.

b. Es necesario evitar una visión pesimista de la situación de Europa presentando, en cambio, una fe que genera esperanza duradera, ayudando a los hombres de nuestro tiempo - que ponen sus esperanzas en las cosas, en el dinero, en el poder, en los bienes fútiles - a orientarse hacia Cristo, esperanza verdadera que no defrauda. Debemos presentar a Jesucristo, el Dios Hombre, que ha venido a la historia para recoger todas las esperanzas del hombre, purificarlas y canalizarlas en la Esperanza, que es Jesucristo mismo. No hay que subestimar la situación histórica, el contexto socio-religioso de la Europa de hoy, que deben ser vistos según el Cristo centro de todo, con sus aspectos Cristológicos, Soteriológicos y Escatológicos, vividos en la liturgia y anunciados en la catequesis con una nueva Parresía. Presentado de este modo, el Cristianismo no tiene miedo a la agresión del secularismo.

c. El centrismo corresponde al Misterio de Cristo, fuente de esperanza, que es el Núcleo Central del Sínodo. Es importante no separar a Cristo de su Iglesia, para evitar hacer referencia a un Cristo sin Iglesia. Es importante leer la situación de "crisis" que estamos viviendo como una llamada, un signo, una invitación para reunir las energías que hagan renacer la esperanza.

d. Se subrayan algunas respuestas que, como hombres y mujeres de esperanza, estamos llamados a dar a nuestros contemporáneos:

- el testimonio de vida, que es en sí mismo una escuela de cómo se puede vivir hoy la fe;

- la compasión hacia los otros, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano que, viendo a su hermano en la necesidad, se acercó a él y le cuidó;

- la voluntad de entrar "dentro" de las situaciones, dentro de los problemas de la gente, como ha hecho Cristo en el camino de Emaús: caminó, escuchó, respondió, partió el pan.

¿Por qué no ver en la crisis de fe una presencia del enemigo de Cristo que, en Europa, combate la fe y el cristianismo? No debemos tener miedo de hablar del espíritu del mal, de la cizaña que dificulta el crecimiento de la buena semilla.

e. Se establece, entonces, una comparación entre el concepto y la realidad de la secularización, según sus aspectos positivos y negativos, individuales y socio-culturales, en el presente y con perspectiva de futuro, como fenómeno irreversible y como realidad que crea espacio a la vitalidad religiosa.

A diferencia del secularismo, que es la actitud del hombre que se considera autónomo ante Dios, la secularización tiene algunos aspectos positivos como el carácter laico del Estado, la libertad, la participación, la responsabilidad compartida. Secularización quiere decir, también, dar autonomía a los laicos.

La transmisión de la fe debe tener en cuenta este proceso de secularización teórico y práctico, que delimita el horizonte del hombre a todo lo que es concreto y visible, excluyendo de este modo a Dios, el Invisible.

No hay que tener miedo de la propia identidad católica. Debemos proponer nuestra cultura con coraje y educar para no seguir, sin criterios, la cultura imperante.

A pesar de la secularización, no se debe olvidar que Cristo está vivo. No debemos olvidarnos de los jóvenes que se comprometen en la fe, en los grupos, en lo social y en el voluntariado. La Iglesia tiene que ser como la lámpara sobre el celemín. La Iglesia es siempre, como Jesús, signo de contradicción.

2. (nos. 2 y 3).

Teniendo presente el centrismo de Jesucristo, es necesario anunciar su misterio por entero para dar la esperanza, es decir, Cristo, Hijo de Dios, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Único Salvador del mundo y el Único que da verdadero sentido a la vida y a la muerte, al presente y al futuro. ¡Sin una visión completa de Jesús y sin una justa visión escatológica, no se pueden explicar los grandes interrogantes de la humanidad: el nacimiento, la muerte, las enfermedades, el dolor, etc.!

Por todo ello, es necesario que la Predicación presente los temas escatológicos, no de forma negativa, sino como una etapa natural y significativa del camino humano.

El hombre necesita esperanza y certezas también en esta vida (¿por qué muchos recurren a los magos?, ¿por qué se refugian en movimientos que se presentan como soteriológicos?).

Hoy día, se observa un despertar difundido de lo Sacro, que no está orientado hacia un sentido cristiano. Jesucristo es nuestra certeza en la tierra y en el Escaton.

Es necesario descubrir de nuevo el aspecto misionero de todo cristiano; es urgente el anuncio del Kerigma, con fuerza y con métodos nuevos, y con la fuerza del Espíritu.

3. (nos. 4, 5, 10).

a. Durante años, la Iglesia del silencio ha resistido en la fe con la fuerza de la Liturgia y la Oración. La Santa Misa, celebrada en la clandestinidad, ha sido el único medio de fidelidad a Cristo, a la Iglesia y al Papa, con el riesgo de la cárcel y la muerte.

b. Es evidente el riesgo de la celebración de la Misa sólo ritual por parte de los sacerdotes y de los cristianos.

c. La Eucaristía es un momento importante para la unificación de Europa. Estamos todos juntos, cada uno con su singularidad, ante el Señor. La unificación inicia con este acudir alrededor de Él, entre nosotros y con toda la historia cristiana que nos ha precedido (los mártires y los santos).

d. Sacramento de la Penitencia.

- Hoy, no sólo está en crisis el Sacramento de la reconciliación, sino también el sentido del pecado, el concepto del bien y del mal... El cristiano se cura él solo sus culpas; no siente la necesidad de la misericordia de Dios. De aquí, la necesidad de formar la conciencia.

Al sacerdote se le pide celebrar el Sacramento, como Penitente y como Confesor; además, se le pide gran disponibilidad cuando escucha las confesiones.

e. En la familia se lleva a cabo la llamada a la santidad, a la fidelidad, al perdón y a la reconciliación.

La Familia: iglesia doméstica, es escuela de fe, de oración y de virtudes sociales, de la reconciliación y del perdón ofrecido y recibido. Fundamental es la educación de los niños, adolescentes y jóvenes. Se debería intensificar la pastoral juvenil, que es siempre una pastoral vocacional.

Necesidad para los jóvenes de la preparación lejana, próxima e inmediata al matrimonio.

La iglesias deben ocuparse del cuidado de las familias católicas emigradas. Formación de los laicos, también por medio del estudio de la teología.

4. (preguntas 6, 11).

El intercambio de dones debe realizarse, siempre, en el respeto de la cultura local, en el conocimiento de la historia del positivismo y de las problemáticas de las diversas Iglesias. Para que este intercambio dé frutos, es necesario que se concentre en torno a las Iglesias locales con sus Obispos.

Por ejemplo, el oriente puede ofrecer al occidente el tesoro de la dimensión contemplativa, de la atención al Espíritu Santo, de su fe vivida en el heroísmo y en el martirio, de la teología del sufrimiento de la cruz, de la liturgia, etc.

El occidente puede ofrecer al oriente la experiencia de su tradición pastoral y de catequesis, su impulso misionero, los testimonios del martirio blanco, la teología mística y racional, etc.

Hay que valorizar el intercambio de las experiencias rituales, por ejemplo entre los grupos juveniles de los diversos países. Las experiencias de hermanamiento bien preparadas, apoyadas y acompañadas (entre parroquias, escuelas, hospitales) son interesantes y útiles. Estos hermanamientos enriquecen las dos realidades eclesiales.

Hablando del intercambio de dones, hay que tener presente la vida consagrada y la vida religiosa.

Se valoran los movimientos eclesiales, primero como dones del Espíritu de la Iglesia, y también como medios para despertar la fe y la caridad con la oración y la catequesis, y para evangelizar a los alejados. Al mismo tiempo, se les pide introducirse de forma más completa en la comunidad y en las estructuras diocesanas y parroquiales.

5. (números 7, 8 y 9).

En lo relativo al diálogo ecuménico e interreligioso, se subraya que éste tiene que ser realizado en la verdad y la caridad, con amor y misericordia.

El diálogo ecuménico se realiza a nivel teológico (encuentro de comisiones con miembros de ambas partes: por ejemplo, profesores ortodoxos en seminarios católicos) y a nivel práctico (obras caritativas, educación), en especial a través de las escuelas.

El diálogo con el Islam exige por parte de la Iglesia una actitud evangélica de caridad y gratuidad y, por parte de los Estados, sobre la base de los derechos de la persona humana, sobre todo en lo relativo a la libertad religiosa, la reciprocidad en los derechos humanos fundamentales.

Relación con el mundo de la cultura.

A propósito del diálogo con el mundo de la cultura, se considera importante concretizar la reciprocidad de los dones, entre fe y ciencia, a través del compromiso para estimular a los intelectuales católicos al diálogo con la cultura laica; el nivel académico de las Universidades católicas; el apoyo de la escuela y de su labor educativa; la contribución de la antropología cristiana al estudio de los grandes problemas relativos al destino de la persona humana (como la bioética); la labor para la continua actualización en el campo teológico y de las ciencias humanas con el fin de adquirir un lenguaje adecuado para el diálogo con la cultura laica; el compromiso para dar vida a un proyecto cultural orientado en sentido cristiano, que incluya también la propuesta de modelos de vida personal, familiar y social concretos y atractivos, inspirados en el cristianismo.

[00226-04.04] [NNNNN] [Texto original: italiano]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR HISPANICUS-LUSITANUS: S.E.R. Mons. Juan María URIARTE GOIRICELAYA, Arzobispo de Zamora.

I. Evangelizar en el actual contexto cultural europeo

La Evangelización de la Iglesia acaece en una situación cultural nueva y poderosa que supone para la fe y el comportamiento cristiano un inmenso desafío. Su poder modelador, configurador de tal envergadura que dificulta gravemente la emergencia y el despliegue de la actitud creyente y favorece la amoralidad en terrenos importantes de la conciencia. Algunos elementos que caracterizan esta cultura europea son: un concepto de libertad que tiende a ser casi absoluta, privada de su relación esencial con la verdad; una distorsión del concepto de tolerancia que conduce al relativismo moral y al agnosticismo religioso; una sobrevaloración de la categoría de lo útil que se antepone a lo bueno y una hipertrofia de lo placentero que se sobrepone a aquello que produce auténtica y profunda alegría; una democracia animada por este caldo vital revela cada día su propia enfermedad.

Este contexto contiene también algunos aspectos positivos a través de los cuales el sujeto europeo puede abrirse a la fe y, si es creyente, purificarla de adherencias inauténticas. En algunos sectores de esta cultura europea parece asimismo apuntarse hoy un interés mayor por la ética.

II. Evangelizar en este contexto

1. Nuestras carencias evangelizadoras.

Algunas derivan de la situación real de muchas de nuestras comunidades eclesiales: niveles de fe rebajados por un coeficiente demasiado elevado de creencias de origen y signo diverso; conducta de fe basada más en la costumbre que en la convicción; práctica religiosa rutinaria; falta de asunción de los desafíos culturales del presente...

Otras carencias afectan a los agentes de la evangelización: sobrevaloración de los aspectos racionales de la fe, desatendiendo los aspectos experienciales y práxicos; acomodamiento en el horizontalismo ambiental a la hora de presentar la persona de Cristo; Dios mismo es aducido en la actividad evangelizadora no tanto como el principio y el fin de la misma, sino como la palanca útil para mover a los cristianos al compromiso moral y social.

2. Las condiciones necesarias para evangelizar

Para colaborar con el Espíritu Santo en la transmisión de la fe es preciso ser personas y comunidades auténticamente creyentes, capaces de suscitar sorpresa, admiración e interpelación en esta Europa que tiende a considerar el Evangelio como algo ya conocido.

El testimonio de las personas es algo de primera necesidad. El anuncio del Evangelio de Jesucristo reclama de nosotros una doble atención: a los interrogantes existenciales y necesidades fundamentales e invariantes del hombre y de la mujer de todos los tiempos, y a los flancos de la cultura presente que la hacen capaz de entrever la saludable necesidad de un Amor personal que salve.

La conciencia simultánea de las dificultades y posibilidades ofrecidas por la cultura europea ha de suscitar en nosotros una doble disposición que sólo en apariencia puede parecernos contradictoria: una mayor audacia en la propuesta y una modestia realista a la hora de marcar los objetivos que nos proponemos en la acción evangelizadora.

3. Los objetivos principales de la evangelización.

La Iglesia no tiene otro tesoro que anunciar sino a Jesucristo muerto y resucitado. Éste es el kerigma que hoy proclama en el corazón de Europa una Iglesia persuadida de que la salvación de Jesús sigue siendo necesaria para estos tiempos y para esta cultura. He aquí la tarea evangelizadora capital: fortalecer la fe de bautizados y no bautizados preparando a los creyentes a vivirla, testificarla y suscitar la conversión.

El anuncio del kerigma está estructuralmente ligado, cuando es aceptado en la fe por quien lo recibe, a un cambio moral progresivo de toda la existencia y a una celebración litúrgica.

4. Las actitudes evangelizadoras

Desde una actitud de diálogo, el evangelizador habrá de insistir más en cuestionar que en denunciar. Además, el evangelizador es hoy en Europa un profeta que, al tiempo que acoge los signos positivos de esta cultura, debe también denunciar y confrontar, desde una actitud servicial, constante y abnegada.

5. Las acciones evangelizadoras

La importancia vital del Bautismo y la situación generalizada de la fe en Europa deberían orientar de una manera claramente preferente nuestra acción evangelizadora en torno a este Sacramento básico. Es necesario un itinerario que constituya una verdadera iniciación cristiana. Ha llegado el tiempo de que las diócesis asuman, disciernan y enriquezcan diversas iniciativas e instituciones eclesiales nacidas con este propósito noble, preparando procesos y capacitando a evangelizadores.

III. La Iglesia, misterio de Comunión

La acción evangelizadora ha sido encomendada por el Señor a una comunidad que es misterio de comunión, reflejo de la comunión trinitaria. Cualquier fragmentación u oscurecimiento de la comunión de la Iglesia es preocupante.

La común vocación de todos los miembros de la Iglesia a la santidad es reflejo de esta comunidad eclesial y consecuencia de su carácter sacramental. Lamentablemente, una gran parte del pueblo cristiano no tiene clara conciencia de esta llamada universal a la santidad.

La santidad de los miembros de la Iglesia es alimentada por los sacramentos y restaurada por el sacramento de la Reconciliación. La concreta práctica sacramental no deja de ofrecer aspectos preocupantes.

La comunión eclesial encuentra su centro y polo próximo en la Iglesia particular, presidida por el obispo, íntimamente vinculada a la Iglesia Universal y a su Pastor. La diócesis y su obispo están llamados a jugar un papel aglutinador muy importante en las relaciones entre la parroquia y las comunidades y movimientos eclesiales. Es preciso seguir afirmando la vigencia eclesial y pastoral de la parroquia. De ella ha de recibir la gran mayoría de los cristianos los servicios básicos para vivir su fe. Las comunidades y movimientos son complementarios, no alternativos, a la vida y acción parroquiales.

IV. La Iglesia, Sujeto de Evangelización

1. La presencia de los laicos en la vida eclesial y en la vida cívica pública

a) Los laicos están llamados por su propia condición a ser miembros activos y responsables en la vida de la comunidad cristiana. La razón de esta participación activa no es, pues, en modo alguno, la penuria de sacerdotes. Es necesaria una formación que capacite básica y específicamente a los laicos para cumplir sus responsabilidades eclesiales. Los sacerdotes, por su parte, deberían evitar un doble riesgo: no deben retener responsabilidades asumibles por los laicos ni deben abdicar de sus responsabilidades propias en aras de un democraticismo que desdibuje la función diferente que unos y otros tienen en la Iglesia.

b) Todos los laicos, por propia vocación, son llamados a participar activamente en la vida pública. Para responder correctamente a tal vocación se hace necesaria una formación cristiana, en la que debe ocupar un lugar destacado la Doctrina Social de la Iglesia. Requieren una más intensa atención aquellos laicos que asumen responsabilidades importantes en ámbitos como la cultura, la economía o la política, que suelen estar con frecuencia sometidos a mayores presiones y tentaciones que el común de los ciudadanos.

2. La presencia cristiana de la mujer en la sociedad y en la Iglesia

a) En la sociedad

Los obispos estamos llamados a adoptar ante la mujer y su mundo, ante sus legítimos derechos al trabajo profesional y las responsabilidades sociales y ante su esfuerzo por conquistarlos, una actitud igualmente positiva. Las palabras, los gestos y las acciones que muestren el aprecio sincero de la Iglesia a la mujer deben prodigarse en nuestro ministerio.

Nuestra actitud ante la mujer, lejos de empobrecerse, se enriquece extraordinariamente cuando valoramos de manera muy intensa su función de esposa y de madre, tan denostada hoy. Nuestra tarea educativa debe asimismo estar atenta a evitar que la complementariedad de los sexos derive hacia el antagonismo entre los mismos. Para lograr este objetivo habremos de criticar desde el Evangelio la secular actitud machista, aun persistente.

b) En la Iglesia

Los servicios que presta la mujer en la Iglesia y su disponibilidad para asumirlos son innegables e inmensos. La vida consagrada activa y contemplativa, que convoca a tantas mujeres en Europa, es, en sí misma, un servicio eclesial inestimable. La responsabilidades que la mujer va asumiendo son cada vez mayores y se extienden a la catequesis, a la colaboración en órganos de corresponsabilidad de la Iglesia, en organizaciones de servicio a los pobres y a las mismas ciencias eclesiásticas.

Sería deseable que, como tantas mujeres en la historia de la Iglesia, la mujer cristiana de hoy aportara su sensibilidad creyente para seguir enriqueciendo el patrimonio de la espiritualidad cristiana. Y en el ancho mundo de las tareas y responsabilidades de la Iglesia existe, más allá del ámbito del ministerio ordenado, un campo muy vasto, que es y será para las mujeres cristianas estímulo de realización humana, cantera de crecimiento espiritual y fuente de inestimable servicio eclesial y social.

3. La evangelización de la familia

Por su puesto central en la sociedad, por su delicada situación actual y por la misma envergadura teológica de la familia cristiana, ésta debe ser objeto de una muy cuidada atención de la Iglesia. Tal atención debería traducirse en una valoración teórica y práctica de la pastoral familiar como uno de nuestros objetivos centrales y prioritarios.

La familia en su integridad (no sólo alguno de sus miembros) ha de ser la destinataria de tal preocupación. No deben ser ajenos a la tarea eclesial los problemas humanos de la familia de nuestros días, injustamente equiparada a otras formas espúreas.

[00225-04.02] [nnnnn] [Texto original: castellano]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR GERMANICUS: Rev. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

El grupo lingüístico alemán está formado por miembros del este y del oeste, presentes en número casi igual. Ello ha enriquecido nuestro debate, cuyo tema principal ha sido la esperanza. Ésta se concretiza en Cristo, crucificado y resucitado, y puede ser comunicada en la Iglesia como verdad sacramental. De esta esperanza han vivido y viven los testimonios de la fe, que durante años muy duros, transcurridos en prisión durante el comunismo, han experimentado personalmente que sólo Cristo te da apoyo.

Nuestro debate puede ser resumido en cuatro temas principales.

1. La cuestión de Dios.

Todos estamos motivados por la cuestión de una vida lograda y plena, compartida con las personas que amamos; estamos motivados por los interrogantes sobre lo que pasará cuando muramos y sobre las perspectivas después de la muerte. Compartimos con todas las religiones la convicción de que, a la pregunta sobre el significado, se puede responder sólo en un horizonte que trasciende los confines de este mundo. Con todo, hoy muchas personas no consiguen individuar lo que caracteriza al cristianismo. Puesto que Dios asume la iniciativa en el evento de Cristo, el mensaje de Cristo no es una respuesta elaborada por el hombre a la pregunta sobre el significado y sobre el objetivo de nuestra vida.

La imagen de la Iglesia está relacionada con la imagen de Dios. Ésta es para nosotros la comunidad de creyentes, creada a imagen de Dios Uno y Trino, visible en el mundo. No es una organización creada por los hombres para ocuparse de las experiencias religiosas y de los programas éticos.

La Iglesia no ha encontrado todavía su plena unidad visible. El movimiento ecuménico es un signo de esperanza. Somos felices por la próxima firma, en Augsburgo, de la declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación. Deseamos que todos los creyentes hagan suyas todas las cuestiones ecuménicas.

2. Nueva evangelización.

Cristo afirma: "He venido para que tengan la vida y la tengan en abundancia". Según nuestro modo de entenderla, la nueva evangelización incluye tanto una profundización espiritual como una apertura diaconal. La evangelización no tiene nada que ver con el proselitismo; es un anuncio pastoral. A menudo, las Iglesias son llamadas a enriquecerse recíprocamente con sus valiosas tradiciones. Los numerosos seguidores y mártires representan una ayuda para la fe vivida. En los últimos decenios ha habido un rico tesoro de testimonios de la fe, que debemos todavía descubrir y dar a conocer.

Un ámbito importante de la evangelización es la obra de reconciliación. La reconciliación sirve para curar los recuerdos y, al mismo tiempo, indica el futuro. Esto presupone que los errores son reconocidos y admitidos. No se debe mirar hacia otro lado, como ha sucedido durante los trágicos eventos en Bosnia y Herzegovina, y en Kosovo.

La cultura de los medios de comunicación social de nuestro tiempo representa una buena oportunidad y, al mismo tiempo, un peligro para la fe. Aunque los medios de comunicación social no siempre transmiten valores compatibles con el Evangelio, ofrecen de todas formas una ayuda para hacer conocer la fe de Cristo. Las condiciones de vida actual exigen para el anuncio del Evangelio un lenguaje que se adapte a los medios de comunicación social.

3. Pastoral vocacional.

Cada cristiano posee una vocación, enraizada en el Bautismo y en la Confirmación. A través de ella, Dios llama a los laicos a los diversos servicios en la Iglesia y en el mundo. Sobre todo, la Iglesia debería abrir nuevos espacios a la participación de las mujeres. Las nuevas copatronas de Europa podrían servir de inspiración; ellas han sido un ejemplo por su significativa influencia, por su contribución científica, incluso por su crítica a lo que no funcionaba bien en la Iglesia.

En lo relativo a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, en muchos países europeos se está atravesando una crisis muy grave, relacionada con la crisis del cristianismo que se observa, en general, en los mismos países. Es importante desarrollar una pastoral vocacional que comience en el momento justo. Los jóvenes deben conocer pronto las comunidades religiosas, donde reina una atmósfera que ayuda a vivir la fe cristiana.

4. La unidad europea.

Este mismo Sínodo es expresión de nuestra preocupación por la unidad espiritual de Europa. Deseamos transmitir de nuevo, en nuestro continente, la esperanza que nos es dada en Jesucristo. Desde los efectos del dominio de ideologías totalitarias, pasando por las consecuencias de las guerras y de las luchas civiles, hasta el fracaso de las instituciones europeas frente al horror de las llamadas limpiezas étnicas ofuscan, todavía hoy, la esperanza de las personas en Europa. Estos eventos representan una llamada apremiante a la Iglesia, para que promueva una nueva cultura del encuentro.

Aun hoy, los pueblos de Europa sufren por las consecuencias del colectivismo del este y por el pensamiento paternalista de los Estados asistenciales del oeste. Por ellos, pedimos nuevas

formas de solidaridad y de participación.

Ante estas importantes tareas, las tres grandes tradiciones cristianas europeas: la católica, la ortodoxa y la de la reforma, son llamadas a tener un solo espíritu y una sola voz.

[00223-04.04] [NNNNN] [Texto original: alemán]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ANGLICUS A: Revmo. Mons. Noël TREANOR, Secretario General de la Comisión Episcopal de la Comunidad Europea (COM.E.C.E.).

La Relatio Post Disceptationem ha sido recibida positivamente. Al principio de la discusión se llegó al acuerdo de que la proclamación del mensaje evangélico y la comunicación de la vida y obra de la Iglesia, utilizando todos los medios de comunicación social posibles, es un principio organizador de la misión de la Iglesia en el mundo y en Europa.

Encontrar los caminos para que la dimensión carismática de la vida de la Iglesia brille a través de su carácter institucional constituye el desafío central de nuestro tiempo. Se necesita reforzar, con el tiempo, la imagen de la Iglesia como símbolo, de la que Jesús dijo: "He venido para llamar a los pecadores, no a los justos".

2. El contexto de la misión de la Iglesia: la crisis de la Fe (p. 1).

Por una parte, se ha tenido en cuenta que la sociedad europea ha experimentado una profunda secularización y las ideologías absolutistas y la religión se han considerado como algo sospechoso y motivo de divisiones. Sin embargo, un punto de vista alternativo nos advierte para que no hagamos de ello una lectura totalmente exacta de la condición humana actual y de la sociedad europea: es una realidad compleja que requiere un profundo discernimiento.

Se ha llegado al acuerdo de que la crisis de fe es una expresión, en cuanto fe religiosa, de la condición humana contemporánea. Como miembros de la Iglesia somos parte y parcela de esta crisis. Un elemento clave para responder a esta situación consiste en ver - en la Iglesia - cómo la libertad puede reconciliarse con la dirección hacia el amor.

Se han recomendado dos modos de presentar la fe en nuestro tiempo: primero, el desarrollo de un catecumenado y la promoción del proceso del Rito para la Iniciación Cristiana de los Adultos (RCIA) y, segundo, la formación y educación de jóvenes católicos convencidos para que asuman una presentación creativa y activa de la fe y de la Iglesia a sus contemporáneos y a la sociedad.

3. Recuperar la celebración del Sacramento de la Reconciliación (p. 5).

Es necesario abrir nuevos caminos para que los fieles puedan asistir, animándose los unos a los otros, sobre todo los jóvenes, a la preparación de la celebración de la Reconciliación.

El sacramento de la Reconciliación es un encuentro profundo, en el autoconocimiento y la libertad, entre el creyente y la gracia salvadora de Cristo. Confirma al creyente en el ejercicio de la libertad personal, habilitándolo para que sea confesor de la fe en la totalidad de su vida, incluido su compromiso en la vida pública.

4. Matrimonio y Familia (p. 10).

Se ha reconocido la crisis y fragilidad de la vida familiar en Europa. La ruptura de la vida familiar en ambas sociedades, oriental y occidental, ha significado un gran sufrimiento. Se han sugerido varias respuestas a esta situación. Se ha puesto un especial énfasis en la importancia de los cursos de preparación al matrimonio y en los programas de catequesis familiar.

5. Ecumenismo.

La oración del Señor Ut unum sint es la base del ecumenismo. En el umbral de este nuevo milenio, se espera que todas las Iglesias Cristianas elijan una oración común para que sea recitada por todos los Cristianos con este fin.

Se ha progresado en las relaciones ecuménicas desde el Concilio Vaticano II.

A nivel parroquial y de comunidad, las relaciones sobre los países y los continentes representados en el grupo han indicado que la cooperación ecuménica en actividades caritativas y en la oración es rica y está muy difundida.

En el ámbito del diálogo interreligioso, es importante que los Católicos tengan una fe bien enraizada y que descubran de nuevo la riqueza de sus propias tradiciones de oración y contemplación. La fe cristiana es un don, no algo hecho por nosotros.

6. Diaconato y Servicio.

Punto 14, Instrumentum laboris (71-81).

Se ha reconocido la riqueza y diversidad de la actividad del diaconato de la Iglesia. Se ha recordado que el primer Sínodo para Europa subrayó que la diakonia era un modo para anunciar el Evangelio en Europa, y que sigue siéndolo. Se ha expresado la preocupación de una falta de formación a nivel de conciencia social de la generación actual, cada vez más individualista en su actitud. Para que haya un compromiso continuo por parte del laicado católico en los problemas político-sociales se requieren programas de preparación y formación.

Se ha prestado una especial atención al problema de la emigración y de los emigrantes ilegales. A menudo, la Iglesia y sus organismos son la única fuente de asistencia y apoyo. Se ha cuestionado la diferencia que se hace a menudo entre emigrantes por motivos económicos y los refugiados que huyen para salvar sus vidas. Se ha sugerido que las Conferencias Episcopales, el COMECE y demás organizaciones eclesiales que trabajan en el ámbito de la emigración, inicien una crítica de la política Europea en este campo. Hay que prestar una especial atención a cualquier elemento de la política de la Unión Europea que surja de la Cumbre de Tampere, que tratará sobre la política migratoria.

Se ha advertido el peligro que hay de crear una "mentalidad del bienestar" en las iglesias orientales. La Iglesia, a través de su misión y de las organizaciones de caridad, debe tener un cuidado especial a la hora de implicar a los pobres en la repartición de los dones.

La dimensión del diaconato en la vida de la Iglesia realizada a través de las obras de caridad de numerosos cristianos es una parte necesaria de la misión totalizadora de la Iglesia, y necesita ser apoyada. Se debe apoyar y ampliar su extensión en una diakonia política adecuada, asegurada por organizaciones como el COMECE y los servicios de las Conferencias Nacionales Episcopales, que enlace con las autoridades políticas tanto a nivel de la Unión Europea como de los gobiernos nacionales.

[00222-04.05] [NNNNN] [Texto original: inglés]

RELACIÓN DEL CÍRCULO MENOR ANGLICUS B: S.E.R. Mons. Donal Brendan MURRAY, Obispo de Limerick.

El grupo ha discutido las cuestiones planteadas bajo tres encabezamientos: Anunciar el Evangelio de la Esperanza; Celebrar el Evangelio de la Esperanza; Servir al Evangelio de la Esperanza.

Anunciar.

La persona que anuncia el Evangelio necesita reconocer que la fe es un don para el cual el anunciante debe ser también receptivo. La Buena Nueva debe anunciarse a aquellos que parecen no tener esperanza, a aquellos que están buscando y a los cristianos que necesitan reafirmar su fe. El testimonio es la forma más importante del anuncio, pero la proclamación es tan esencial como el diálogo con aquellos a los que intentamos transmitir el mensaje.

Aunque hay una evidente crisis de fe en Europa, no debemos identificar nuestras esperanzas con el plan divino. La fe cristiana es más fuerte cuando parece que no hay motivos para la esperanza. En décadas recientes, situaciones que parecían sin esperanza han cambiado de forma repentina. Debemos agradecer todas las cosas positivas que han sucedido y que siguen sucediendo en Europa. La sangre de los mártires dará frutos en el tiempo de Dios.

Anunciar el Evangelio es un deber para todos los cristianos. Hay que convencer a mucha gente de la importancia, para la misión totalizadora de la Iglesia, del testimonio de sus vidas, que quizás ellos consideran insignificantes.

Celebrar.

La poca frecuencia de la celebración del Sacramento de la Penitencia es un fenómeno muy inquietante. Uno de los problemas fundamentales es que no hay una suficiente conciencia de que lo primero, en el proceso de reconciliación, es el perdón misericordioso de Dios. El rito de la Penitencia ha sido revisado de forma que no eliminara su riqueza. Es ante todo, como toda liturgia, alabanza y agradecimiento a Dios. La gran cantidad de gente que recibe el sacramento en los lugares de peregrinación está relacionado con la atmósfera de culto y alabanza que estos sitios inspiran. Esta es la atmósfera que el Rito 1 del sacramento, celebrado de modo adecuado, quiere fomentar. La pérdida del sentido del pecado, al cual muchos apuntan puede, paradójicamente, estar relacionado con el "remordimiento gigantesco", tal como se lee en Dives in Misericordia. El problema puede ser que la gente está abrumada por el sentido de una culpa impotente que no entienden y no pueden expresar.

Una buena liturgia debe llevar "de estanques de silencio a estanques de silencio". Este "silencio intenso" abre el camino a una conciencia del misterio trascendental. Tenemos mucho que aprender de la liturgia bizantina sobre cómo favorecer el sentido de la esperanza, de la alegría y del misterio.

El compromiso visible de la comunidad en la iniciación de nuevos cristianos en la Vigilia Pascual muestra una nueva profundidad y alegría en la celebración. También demuestra que estos sacramentos de iniciación son un acto en el que la comunidad se compromete a proporcionar ese contexto en el cual los nuevos miembros serán acogidos para vivir y desarrollar su fe.

Servir.

El Sínodo debe hablar, con firmeza y de forma realista, de la acogida que debe darse a los emigrantes, consciente de las dificultades y de los compromisos económicos que pueden ser necesarios.

No es ninguna vergüenza ser un "emigrante económico". Muchos europeos occidentales han sido emigrantes económicos en los Estados Unidos y en otros lugares. Hay problemas muy serios de explotación de los emigrantes y de ilegalidad de los mismos. A menudo, ellos sienten que la Iglesia es ese lugar al cual pueden dirigirse buscando ayuda. La expansión de la Unión Europea aumentará la emigración interna.

La Iglesia tiene, también, una función en el intento de mejorar las condiciones que llevan a la gente, desesperada, a abandonar sus propios países. Se les debe ayudar para que estas personas puedan salir adelante, colaborando con la Iglesia local, en el mundo desarrollado.

La invitación a comprometerse en la vida pública está basada en el Evangelio. La gente comprometida en los diversos ámbitos de la vida pública, siguiendo el Evangelio, necesita ayuda para su función. La idea de que el mejor demócrata es la persona que no tiene ninguna convicción fuerte es fundamentalmente errónea. Los valores sobre los cuales una sociedad sana debe construirse vienen sólo de las convicciones de los individuos. El verdadero pluralismo no se basa en la idea de que las convicciones religiosas y morales no son importantes, sino en el reconocimiento de que merecen respeto precisamente porque son muy importantes.

El grupo ha discutido sobre las implicaciones de un diaconato permanente y ha revisado las diversas experiencias de los distintos países. Se ha discutido sobre la relación entre la función litúrgica del diácono y su función como expresión de la preocupación social de la Iglesia.

[00227-04.04] [NNNNN] [Texto original: inglés]