Synodus Episcoporum 15 - 8.10.1999

DÉCIMO SEGUNDA CONGREGACIÓN GENERAL
(VIERNES, 8 DE OCTUBRE DE 1999, POR LA TARDE)

 

INTERVENCIÓN DEL DELEGADO FRATERNO AUDITIO AUDITORUM II INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Esta tarde, viernes 8 de octubre de 1999, en presencia del Santo Padre, en el Aula del Sínodo en el Vaticano, a las 17:05 horas, con la oración del Pro Felici Synodi Exitu, ha iniciado la Décimo Segunda Congregación General de la Segunda Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos, para la intervención de un Delegado fraterno, para la Segunda Auditio Auditorum y para la continuación de las intervenciones en el Aula. Presidente Delegado de turno S. Em. el Cardenal Franciszek MACHARSKI, Arzobispo de Cracovia (Kraków).

En esta Congregación General, que se ha concluido a las 19:00 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 153 Padres.

INTERVENCIÓN DEL DELEGADO FRATERNO

En la apertura de la Décimo Segunda Congregación General ha intervenido el siguiente Delegado fraterno: Rev. Mons. Keith CLEMENTS, Secretario General de la Conferencia de las Iglesias Europeas "World Baptist Alliance" (Suiza).

Publicamos a continuación el resumen de la intervención del Delegado fraterno:

Rev. Mons. Keith CLEMENTS, Secretario General de la Conferencia de las Iglesias Europeas "World Baptist Alliance" (Suiza).

Traigo cordiales saludos a esta Asamblea en nombre de la Conferencia de las Iglesias Europeas. Esta confraternidad ecuménica regional en Europa incluye iglesias de todas las confesiones que comprende también la Iglesia Católica Romana, y que trabaja en estrecha cooperación con el Consejo de las Conferencias Episcopales Católicas de Europa (CCEE).

La Conferencia de las Iglesias Europeas (CEC) valora mucho esta Asamblea Especial, a la luz de la Segunda Asamblea Ecuménica Europea que tuvo lugar en Graz, en 1997, con el tema "Reconciliación - Don de Dios y Fuente de una Nueva Vida". El futuro del ecumenismo en Europa, y el futuro de Europa, son dos lados del mismo desafío. El Instrumentum Laboris es muy bienvenido, pues muchas iglesias reconocerán en él muchas de sus propias preocupaciones y problemas. Al mismo tiempo, muchos desearían también una proclamación más relevante y explícita de la dimensión ecuménica.

La CEC y el CCEE promocionan juntos, como parte del seguimiento a la Asamblea de Graz, la Charta Ecumenica de Europa, un grupo de líneas de acción y compromiso para las iglesias Europeas en su relación entre ellas y en su común misión en Europa. Ésta Charta se espera que esté lista para presentar a las Iglesias antes de Pascua del 2001. Se recomienda este proyecto a la atención de la Asamblea, con la esperanza y las oraciones de los cristianos de Europa.

[00154-04.04] [DF002] [Texto original: inglés]


AUDITIO AUDITORUM II

Han intervenidos los siguientes Oyentes para la Segunda Auditio Auditorum:

Rev. P. Pavol BRZY, Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad "Komensky" de Bratislava (Eslovaquia)

Rev. Hna. Judith FREI, O.S.B., Abadesa del Monasterio de Monjas Benedictinas de Rietberg (República Federal de Alemania)

Sra. Sanja HORVAT, Enfermera y alumna de Teología del Instituto Teológico de Sarajevo (Bosnia y Herzegovina)

Rev. Hna. Kornelia ZORIÃ, S.F.I.C., Superiora General de las Hermanas Franciscanas de la Immaculada Concepción de Dubrovnik (Croacia)

Rev. Hna. Irina - M. Ioana BOTA, O.S.B.M., Superiora Provincial en Rumania de la Orden de las Hermanas Basilianas y Presidente de la Conferencia Rumana de las Superioras Mayores (Rumania)

Sra. Paola BIGNARDI, Presidente Nacional de la "Acción Católica Italiana" (Italia)

Sra. Irina ILOVAÏSKY GIORGI-ALBERTI, Editora de "La Pensée Russe" (Francia)

Rev. Hno. LUC de Taizé, Sociedad Comunitaria Taizé (Francia)

Rev. Hna. Rita BURLEY, A.C.I., Superiora General de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y Presidente de la Unión Internacional de las Superioras Generales U.I.S.G. (Gran Bretaña)

Sr. Jan ZICHA, Miembro del Pontificio Consejo para los Laicos (República Checa)

Rev. Hno. Jacques SCHOLTE, F.M.S., Presidente de la Unión de las Conferencias Europeas de los Superiores Mayores (Países Bajos)

Rev. P. Josef BISIG, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (República Federal de Alemania)

Rev. P. Ludwig SCHWARZ, S.D.B., Responsable Nacional para las Obras Misioneras Pontificias (Austria)

Rev. P. Tadeusz WINNICKI, Superior General de la Sociedad de Cristo para los Emigrantes Polacos (Polonia)

Sra. Maria Johanna Theodora MARTENS, Miembro del Parlamento Europeo (Países Bajos)

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones de los Oyentes:

Rev. P. Pavol BRZY, Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad "Komensky" de Bratislava (Eslovaquia).

Todos deseamos que aquello que preocupa esencialmente al Sínodo lleve al cambio en la aceptación de la autenticidad y de la vitalidad de la fe y que llegue al destinatario deseado. Pero, ¿lo encontrará en esa gran parte de la población de Europa para la cual Dios, la Iglesia, la vida sacramental, eterna, sobrenatural son expresiones del todo vacías? ¿Lo encontrará, por lo menos, en esos bautizados que, como ha dicho el Cardenal Tettamanzi, hay que convertir?

El anuncio de la Palabra de Dios, el crecimiento en la fe se aplican por todas partes a través de un proceso de comunicación.

Para que este proceso tenga éxito, hay que hablar técnicamente de un transmisor y de un receptor. Pero la mayor parte de la población de Europa ha perdido el receptor para las cuestiones de fe o lo está perdiendo rápidamente. O si queremos usar las palabras de Jesucristo con la parábola del sembrador, todo el esfuerzo de la Iglesia cae cada vez más a lo largo del camino, sobre la piedra o en medio de las espinas donde, y esto hay que subrayarlo, no puede germinar, crecer y dar frutos, a pesar de la cualidad de la semilla y del trabajo del sembrador.

La prioridad de las prioridades está en cultivar la buena tierra. Hay que ir a las raíces del cultivo de la tierra. Las raíces son la familia. Hoy más que nunca es importante que en cada parroquia esté presente una pastoral de la familia responsable y sistemática y, con ésta, una pastoral de los jóvenes. Si no hay auténticas familias cristianas, el número de los cristianos seguirá disminuyendo; los jóvenes cristianos estarán cada vez menos dispuestos a vivir la vida de fe, de sacrificio, de responsabilidad; disminuirá el número de familias que están dispuestas a respetar los valores de la fe; la llamada del Señor a los jóvenes para que lo sigan no encontrará la respuesta adecuada y todo ello a pesar del esfuerzo de la Iglesia y de este Sínodo.

Si Jesucristo tiene que ser la esperanza para Europa, tiene que vivir en su Iglesia. Sí, Él vive en ella de diferentes modos. Pero es absolutamente necesario que viva en el corazón del hombre. Sin la tierra buena esto no es posible.

Por ello, el documento conclusivo de este Sínodo debería subrayar la importancia, la urgencia y la prioridad de una paciente pastoral parroquial de la familia a todos los niveles, como punto principal y definitivo, para que Cristo esté verdaderamente vivo en su Iglesia y para que Él sea la esperanza de Europa.

Para favorecer esta pastoral prioritaria sería oportuno proponer la convocación de un Sínodo extraordinario que examinara las experiencias concretas de la pastoral de las familias que ya han dado frutos en el crecimiento a la vida de fe de sus miembros, de las comunidades parroquiales, de la diócesis y así consolidar los cimientos necesarios para el cambio deseado.


[00152-04.04] [UD016] [Texto original: italiano]

Rev. Hna. Judith FREI, O.S.B., Abadesa del Monasterio de Monjas Benedictinas de Rietberg (República Federal de Alemania).

San Benito fue el primer Patrono de Europa. El monaquismo benedictino ha contribuido de manera determinante a la formación de las bases espirituales y culturales de Europa. En el curso de los siglos, el monaquismo ha sufrido altibajos. Hubo momentos de prosperidad y momentos de declino. Basta con citar a tal propósito el monasterio de Montecasino, destruido siete veces. El dicho de este Monasterio, "succisa virescit" testimonia una esperanza que jamás se pierde.

Hoy, frente a la falta de esperanza de muchas personas, sobre todo, los monasterios deberían tener la misión de llevar el testimonio de Cristo, centro de nuestra vida y fuente de nuestra esperanza. Es posible distinguir tres aspectos del compromiso por la esperanza:

1. Celebrar la esperanza. La Iglesia debe proclamar el "Evangelio de la Esperanza" a través de la celebración de la Liturgia (Instrumentum laboris, nº 67). En la celebración Eucarística y en la Liturgia de las horas, encontramos al Señor resucitado y festejamos el Misterio pascual. Celebramos nuestra fe y nuestra esperanza. Las palabras de la secuencia pascual "Surrexit Christus spes mea" expresan profundamente nuestra comunión con Cristo resucitado, fuente de nuestra esperanza.

2.Vivir la esperanza. Debemos vivir también aquello que queremos celebrar. Aún en la vida diaria debemos ser personas pascuales, cuya esperanza es el Señor resucitado. Una indicación para la vida práctica nos es ofrecida por San Pablo: " ...con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación, perseverantes en la oración" (Rm. 12, 12).

3. Transmitir la esperanza. La actitud de esperanza es propia de la vida consagrada (Vita consecrata, n.26). Debemos testimoniar la esperanza de manera creíble, solos o todos juntos; estamos "en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza" (1 P 3, 15). Si la esperanza es vivida de manera creíble, los otros dejan contagiar y se encaminan, juntos hacia la Iglesia, en el peregrinaje hacia la casa del Padre.

[00153-04.04] [ud017] [Texto original: alemán]


Sra. Sanja HORVAT, Enfermera y alumna de Teología del Instituto Teológico de Sarajevo (Bosnia y Herzegovina).

Instrumentum Laboris n. 5. Hoy, Bosnia y Herzegovina siguen siendo un país que presenta desafíos. El dolor del cuerpo sangrante ha sido reemplazado por el dolor más fuerte y duro del alma.

Nosotros, los jóvenes de Bosnia y Herzegovina, tenemos varios problemas graves. Demasiado tiempo libre, desempleo, tasas de escolarización muy altas. Necesitamos un nueva vida de tolerancia, de amor.

¿Qué ha pasado con la Convención sobre los Derechos Humanos? ¿Qué ha pasado con los derechos de las mujeres y los niños, o del derecho al trabajo? En mi país hay una "tabula rasa".

El problema mayor y más insoluble para los jóvenes católicos es el del regreso. Muy pocos han vuelto. ¿Cómo podemos? ¡No tenemos casa! ¡No nos quieren! ¿Cómo podemos volver a un vecindario donde no hay buenos vecinos? No hay desarrollo económico, trabajo, dinero. Y además, ¡somos católicos!

Y entonces soñamos con despertarnos un bonito día en la tierra prometida, en la que haya todo lo que necesitamos y gente deseosa de ayudar: casa, asistencia social, trabajo y permiso de residencia. En casa hay sólo un dura cruz y el rechazo; somos tratados como cosas, no como seres humanos.

¿Qué pasa con la iglesia si la gente joven se va? Ningún sacramento de bautismo y de matrimonio, ninguna vocación. La Iglesia tiene cada vez menos poder, con enemigos poderosos que no saben nada de la reconciliación o el perdón.

Nosotros, los jóvenes que nos hemos quedado, que esperamos y vivimos, seguimos aquí para dar testimonio de Cristo y de la Iglesia Católica. Necesitamos sacerdotes valientes y comprometidos para reconstruir las almas destruidas. En nuestras oraciones tenemos el apoyo de nuestro amigo más querido, Usted, Santo Padre. Gracias en nombre de todos los jóvenes de mi país.

[00175-04.04] [UD018] [Texto original: inglés]


Rev. Hna. Kornelia ZORIÃ, S.F.I.C., Superiora General de las Hermanas Franciscanas de la Immaculada Concepción de Dubrovnik (Croacia).

Quisiera expresar mi gratitud al Santo Padre por la posibilidad que me ha dado de participar en la Asamblea Especial para Europa de los Obispos, que tiene como finalidad ofrecer su valiosa contribución para la "construcción" de una nueva Europa.

Pero, ¿cómo construir la nueva Europa, cómo darle de nuevo la esperanza, marcada como está por la apatía, el vacío de los verdaderos valores, por la incapacidad de entender el significado de la Cruz de Jesucristo?

Mi reflexión se refiere al texto n. 37 del Instrumentum laboris, y quiere ser simplemente un testimonio de fe y de esperanza, pues un mundo nuevo puede surgir sólo de la fe profunda en Jesucristo resucitado y que "aparece" vivo a través de nuestra vida.

De hecho, la Iglesia, compañera del hombre en los caminos de la historia, debe "mostrar" y anunciar con alegría el Resucitado para:

- despertar en el alma del hombre de hoy la fe, la esperanza y la caridad;

- dar de nuevo sentido a la vida del hombre europeo contemporáneo;

- crear las condiciones para que la Iglesia pueda dar vida al anuncio de Jesús como esperanza para Europa;

- regenerar la fidelidad al Señor y hallar en su resurrección la fuente y el apoyo de la esperanza;

- predicar la Palabra de Dios con un lenguaje comprensible para la gente de hoy, y especialmente para los jóvenes.

Las Comunidades de Vida Consagrada, ¿qué función deben desarrollar en la Europa de hoy?

Desde luego, la vida consagrada, nacida en la iglesia e integrada en el mundo, es un don para la Iglesia y el mundo. Pero no es suficiente serlo con un compromiso para ayudar al hombre a través de nuestras obras sociales, caritativas, asistenciales, educativas, etc. Hoy se necesita un suplemento de generosidad, es decir: ser testimonios de la alegría que se nos ha dado, de la esperanza que hemos heredado de nuestros carismas.

La solidaridad verdadera y profunda que la vida consagrada debe tejer con el mundo y con la Iglesia es la que mana de la espiritualidad, una espiritualidad vinculada a la identidad de la vida consagrada, sobre todo fundada en la Cruz de Cristo, símbolo del amor de Dios hacia los hombres y, por lo tanto, fuente de esperanza.

En esta lectura "sapiencial" de la propia historia y de la historia de los otros, la vida consagrada debe encontrar siempre nuevas vías de compromiso para

- proclamar con la palabra, pero sobre todo con la vida, a Cristo, única fuente de esperanza;

- evangelizar de nuevo Europa y promover las vocaciones a la vida consagrada con una auténtica pastoral vivificada por la oración;

- compartir la vida de los que sufren, de los necesitados, de los marginados y de los "sin voz";

- estar en las nuevas fronteras y responder con fantasía y creatividad a los desafíos del mundo de hoy;

- testimoniar con alegría y transparencia la belleza de pertenecer totalmente a Dios y a los hermanos.

Jesucristo, Crucificado y Resucitado, nos conceda encontrarlo en los caminos de los hombres y de las mujeres de nuestra Europa, reconociéndolo en la comunión de los corazones y la participación de la fe, anunciándolo sin parar al hombre de hoy. Y que así sea por intercesión de María, Madre de la Iglesia.

[00176-04.04] [UD019] [Texto original: italiano]


Rev. Hna. Irina - M. Ioana BOTA, O.S.B.M., Superiora Provincial en Rumania de la Orden de las Hermanas Basilianas y Presidente de la Conferencia Rumana de las Superioras Mayores (Rumania)

Leamos este Sínodo, en este ambiente, como una expresión de la plena comunión con y en la Iglesia Universal, y con el Romano Pontífice Su Santidad Juan Pablo II "el dulce Cristo en la tierra".

Le agradezco, Beatísimo Padre, el nombramiento como oyente del Sínodo, que es para mí una preciosa ocasión para encontrarme con numerosos representantes de la Iglesia. Les presento el saludo de la Conferencia de las Superioras Mayores de Rumania, como también de la Iglesia Greco-Católica, unida con Roma. Pertenezco a la Iglesia del silencio, una Iglesia que durante más de 40 años ha sido oprimida y desde hace 10 vive en una situación de tolerancia. Nuestro primer objetivo sigue siendo la formación tanto de las religiosas jóvenes como de las mayores, pero el ritmo es muy lento, hace falta tiempo y paciencia para poder llegar a vivir verdaderamente las exigencias de la vida consagrada. Arrastramos todavía las consecuencias de la vida clandestina en la que tener miedo del otro, incluso de la propia familia, era obligado si se quería sobrevivir. Durante más de 40 años cualquier experiencia estuvo encerrada en el silencio. Aprovecho la ocasión para extender nuestra gratitud a todos aquellos que nos han ayudado tanto espiritual como económicamente.

Haciendo referencia al Instrumentum laboris n. 45, asistimos a una valorización de la diversidad de carismas que dan la posibilidad de hacer resplandecer el verdadero rostro de Cristo. Antes de la libertad religiosa, existían en Rumania 15 congregaciones religiosas; ahora, asistimos a un florecimiento de la vida religiosa pues, tras los eventos de diciembre de 1989, se han introducido en Rumania más de 50 congregaciones religiosas, además de las que no se han adherido a la FCRSM. Y ello ha sido posible gracias a la invitación del Santo Padre Juan Pablo II, en relación a la Vida Consagrada: "Estas Iglesias necesitan una presencia de Congregaciones Religiosas como testimonio de los valores del Espíritu".

La caída del comunismo es un signo de los tiempos, que nos interroga y nos llama a nosotras, religiosas del Este, a dar nuestra contribución. Hoy nos estamos percatando de que el mundo es más pequeño de lo que pensamos; todos los problemas que nacen son problemas planetarios. El incidente nuclear del jueves 30 de septiembre en Japón pudo tener consecuencias para áreas mucho más amplias. Como el mundo es pequeño, los problemas de uno son los problemas de todos; nos damos cuenta de que, o los superamos estando unidos, o moriremos todos. Ello hace emerger de nuevo la primacía del ser y de la cultura de la solidaridad. En este tiempo es fundamental subrayar la dimensión integral de la persona humana, dando prioridad a la dimensión espiritual. Además de la dimensión política y económica, la persona tiene su conciencia, su dignidad, su libertad interior; tiene necesidad de Dios, de una vida para siempre, de un amor infinito y esto no se lo pueden dar ni un salario, ni el código civil, ni un partido.

Tomar conciencia de todo esto es nuestro deber, aunque es bastante difícil porque el régimen, al reducir al hombre a una sola dimensión, le ha impedido pensar. Ahora es necesaria la formación de personas consagradas, empezar a evangelizarnos a nosotras mismas, evangelizarnos para evangelizar, para poder educar a nuestros fieles y poderlos ayudar. Nuestra visión cristiana debe recordar que la vida vale más que la producción, que el producto debe servir al hombre, que el trabajador no debe ir a buscar el trabajo donde lo haya (el problema de la emigración, del abandono de la propia casa, de la propia lengua, de la propia familia), sino que debe ser el trabajo el que busque al trabajador allí donde esté.

Tras la caída del comunismo, nosotros los pueblos liberados corremos el riesgo de convertirnos en esclavos de occidente. La democracia y la justicia pueden matar si faltan la ética, la solidaridad y la civilización del amor. La evangelización es, en mi opinión, dar un alma ética a la política, hacer comprender que el verdadero progreso de un pueblo está en poner en el primer lugar del crecimiento democrático las necesidades de los pobres.

La visión integral del hombre es la que Jesucristo nos ha traído: somos todos hermanos y tenemos todos la misma dignidad fundamental, somos todos hijos del Padre, somos "familia divina". Debemos tener el valor profético de gritar en este tiempo, y de recordar, que para Europa se necesita un suplemento de alma; hay que dar un alma ética a la política, al derecho; una alma fraterna a las relaciones entre los pueblos, porque sólo así nacerá la civilización del amor y se podrán eliminar los errores cometidos.

[00177-04.05] [UD020] [Texto original: italiano]


Sra. Paola BIGNARDI, Presidente Nacional de la "Acción Católica Italiana" (Italia).

En mi intervención quisiera llamar la atención sobre el tema de la crisis de fe que creo que le afecta a una gran parte de Europa, a aquella que se declara aún creyente, sobre todo en el Oeste, y a aquella que está volviendo a encontrar la libertad para expresar la fe, sobre todo en el Este.

Hay un aspecto radical de esta crisis de fe que es la fatiga de reconocer aquello que es esencial en la experiencia cristiana, de vivirlo como significativo para la existencia de cada día y, por lo tanto de anunciarlo y testimoniarlo como personas creyentes y como comunidad cristiana.

Parece haber disminuido entre las personas de hoy y la Iglesia ese terreno común que es la vida misma que interpela, interroga con sus contradicciones y sus dramas y que espera la luz, el sabor del evangelio.

Se habla de lejanía, de un enrarecimiento de las dimensiones de la vida, de un empobrecimiento de nuestro testimonio, de temor, frente a una complejidad fugaz que no acepta certezas alejadas de la problemática del vivir, pero a la Iglesia se le siguen pidiendo los bienes esenciales: la Palabra, la Eucaristía, la Caridad como criterios de humanización y de verdad.

La conciencia de esta crisis de fe no nos induce, por lo tanto, al repliegue pesimista, sino que, más bien, queremos verla como nuestro "tiempo favorable" en el cual somos llamados a la creatividad, a renovar e inventar formas de vida cristiana que hagan legible lo esencial del misterio en la frescura de una existencia que se hace más plena y más intensa por el encuentro con Cristo resucitado en nuestras Iglesias particulares, como para los discípulos de Emaús que anunciaron su alegría a la comunidad de los apóstoles y discípulos.

El problema de la relación entre las formas de vivir de hoy y la experiencia creyente no es, por lo tanto, un problema de palabras más o menos actualizadas o de técnicas de comunicación, sino de testimonios creíbles con palabras y con gestos llenos de significado, adherentes a nuestra vida, capaces de narrar la novedad de una existencia cristiana que es la novedad de Cristo que se encarna también en nuestro tiempo, también a través de nuestra encarnación.

Se habla de la intensidad de una humanidad que en el Evangelio y en la Pascua de Cristo alcanza su realización, hasta el punto de que nuestra comunicación pueda hacerse a través del silencio.

A esta evangelización "nueva" están llamados a dar una contribución irrenunciable principalmente los laicos cuya experiencia cotidiana, de participación en las vicisitudes humanas de todos, puede hacer a toda la Iglesia más "experta en humanidad".

A la Iglesia, de hecho, los "christifideles laici" pueden ofrecer la comprensión y la participación a la vida de cada día, a la demanda de compañía, de misericordia, de amor, las provocaciones y la urgencia de la solidaridad y de la fraternidad universal.

Ellos son, con su misma humanidad en primer lugar, aquellos que hacen que la Iglesia esté más cerca de las mujeres y de los hombres de su tiempo ... transformándose en el rostro del Señor que se hizo hombre, nuestro hermano y signo de la comunidad que camina hacia el reino.

Con su estilo de vida, sus elecciones, sus palabras a través de la calidad humana de su vivir expresan el valor de la humanidad, tan grande, que el Padre ha dado su Hijo unigénito para nuestra salvación.

Entre los laicos, las mujeres llevan su contribución a la evangelización, en el umbral del tercer milenio.

La condición femenina vive hoy una nueva e inédita fase: se agranda la distancia entre mujeres con grandes posibilidades culturales y materiales y altos niveles de autoconciencia y mujeres con mínimas oportunidades (más explotadas, más humilladas; ahora también más solas y silenciosas), en nuestro contexto europeo y en el contexto del mundo entero. La Iglesia, atenta a estas nuevas formas de expresión de la condición femenina sabrá escuchar, valorizar, recibir recursos y pobreza de las mujeres, con la ayuda y el ejemplo de las nuevas co-patronas de Europa, mujeres fuertes en la fe y en las obras, testimonios de la radicalidad del amor y peregrinas en los caminos de la humanidad de nuestro continente.

[00178-04.04] [ud021] [Texto original: italiano]


Sra. Irina ILOVAÏSKY GIORGI-ALBERTI, Editora de "La Pensée Russe" (Francia).

Ante todo permitid que me presente, ya que esto explicará las razones de mi intervención: yo dirijo una publicación semanal que sale contemporáneamente en París y desde hace algunos años en Moscú y una radio cristiana que desde hace cuatro años transmite directamente desde Moscú. Los dos medios de comunicación son de inspiración por su contenido cristiano y ecuménico. Transcurro mitad de mi vida en Rusia, donde me detengo cada mes durante un par de semanas aproximadamente. Quisiera a continuación afrontar estos dos argumentos: Rusia desde un punto de vista cristiano y el ecumenismo, del cual ya se ha hablado durante las reuniones del Sínodo, aunque de un modo más general.

En primer lugar quisiera expresar la inmensa gratitud que muchos en Rusia sienten hacia el Santo Padre por su interés tan generoso por este país, por su visión de una Rusia que pueda encontrar su lugar en Europa y su apoyo a la realización de la esperanza de una Rusia europea, pacífica y cristiana. Su confianza en esta posibilidad, el aliento que Usted nos ha dado en este sentido y Sus bendiciones representan para nosotros las únicas verdaderas bases sobre las cuales se funda nuestra esperanza y yo no soy, por supuesto, la única que lo comprende pero soy la que tiene la suerte de poder decirlo.

Los discípulos de luto reconocieron a su Maestro en Emaús porque Él les donó el pan de la Eucaristía. Aquellos que en Rusia ya encontraron a Cristo saben que para ser verdaderamente cristianos debemos estar unidos a la Eucaristía. El número de personas que han encontrado a Cristo, sin embargo, es muy reducido: el desierto del ateísmo impuesto por setenta años desaparece con lentitud. ¿Quién es este Dios de quien nos habláis? -Es una pregunta que con frecuencia se nos hace. Otra pregunta frecuente es: ¿Por qué os llamáis cristianos si, aún adorando al mismo Dios, estáis separados entre vosotros?

La evangelización de Rusia representa un compromiso de una dificultad que supera lo imaginable. Tal vez es suficiente mencionar el hecho de que el número de creyentes que practican su fe (comprendidas todas las confesiones cristianas) se eleva al 2 - 3 % de la población aproximadamente. La Iglesia ortodoxa rusa no esperaba la caída del comunismo y no estaba lista para responder a las preguntas y a las exigencias que la estaban esperando; aún no lo está y sobre todo se encuentra presa de una terrible tentación -especialmente en lo que concierne a sus vértices jerárquicos- de dejarse usar como una ideología que sustituya al marxismo-leninismo, y esto la lleva a aislarse del mundo cristiano occidental y sobre todo a mostrarse hostil a él, abiertamente o con coartadas. Una de estas coartadas es la acusación de proselitismo. Yo puedo testimoniar que esto no existe.

Este rechazo de la unidad depende de la política y no de la religión, del rechazo a abrir las puertas a los hermanos cristianos de Occidente y, en primer lugar, al Santo Padre. Muchos en Rusia me han encargado que os pida perdón por esto. Muchos en Rusia, entre los que han encontrado a Cristo o lo están buscando sinceramente, me han suplicado que os diga que no hay que aceptar los juegos políticos de los vértices jerárquicos como la verdadera expresión de sus sentimientos. Sobre todo os suplican que perdonéis, que no los abandonéis y que no los olvidéis: que no caigáis en las trampas que frecuentemente se os tienden para hacer que os alejéis de ellos. Si esto ocurriera, sería verdaderamente el fin para Rusia. Si el final no ha llegado es, y yo lo repito una vez más, en gran parte gracias a Su Santidad, y en nombre de aquellos que lo saben, yo fui encomendada para decirLe, Santo Padre: que Dios os lo devuelva con creces.

[00184-04.04] [ud022] [Texto original: francés]


Rev. Hno. LUC de Taizé, Sociedad Comunitaria Taizé (Francia).

La juventud es un periodo expuesto y vulnerable. Los sufrimientos de los jóvenes reflejan las enfermedades de la sociedad: la violencia en las periferias y la delincuencia de los menores aumentan; el suicidio es la primera causa de mortalidad entre los jóvenes entre 25 y 34 años; la aparición del vagabundeo ve actualmente en Francia a 100.000 menores sin domicilio fijo... Sabemos bien que estos problemas son otras tantas llamadas de auxilio por parte de cuantos piden ser considerados, y de tener razones para vivir y esperar.

En lo relativo a la religión, son muchos los pobres, pero son también los más humildes y disponibles. Estos demuestran que el sentido de la vida no puede ser decretado; buscan autenticidad y coherencia. Tienen miedo de entrar en un sistema en el que todo está previsto y preparado para ellos, pero están dispuestos a vivir la experiencia si se los invita y se les ofrece apoyo y acompañamiento. Cuando los jóvenes encuentran a Cristo, se convierten en portadores de esperanza para el mundo y para la Iglesia.

Basándome en la experiencia de la hospitalidad vivida en Taizé y que desde hace 22 años, cada invierno, lleva la comunidad a una gran ciudad europea, desearía subrayar dos puntos privilegiados de esta experiencia, donde los jóvenes pueden reconocer a Cristo, luz en su camino.

Ante todo, la oración común y, especialmente, el silencio en la oración. Como proceden de un ambiente diario saturado de información, de imágenes o de ruido, entonces los jóvenes se sorprenden al descubrir que la oración les abre un espacio de reposo y de libertad. Ayudados por aquellos otros que se detienen ante Dios, descubren que una paz más profunda que todas sus dudas ya está dentro de ellos. ¡Entonces comprenden, con estupor, que la fe no exige una respuesta para todo, sino que es la fuerza para ir adelante, aunque permanezcan los interrogantes!

Esta disponibilidad puede abrirse inmediatamente a una palabra viva, el "ven y sígueme" con el que Cristo es el primero en comprometerse.

Esta experiencia personal permitirá a los distintos elementos de una vida, percibida como fragmentada y aplastada, que se recompongan alrededor de un único hecho. Este centro de gravedad podrá unificar a toda la persona.

Un segundo punto está representado por el encuentro fraterno con los demás. En la época de la globalización, los jóvenes se hallan, por un lado, presos de un universo virtual, representado por los medios de comunicación social, las nuevas tecnologías de comunicación, por referencias y modos de vivir uniformes en todo el planeta, y, por otra, por una realidad diaria a menudo caracterizada por al anonimato de las grandes ciudades, las presiones del estudio o del mercado del trabajo, donde se encuentran solos. El descubrimiento de Dios invita y dona los instrumentos para el encuentro con el prójimo, da un sentido a sus expectativas.

Posar sobre el otro la misma mirada de Cristo hace posible que nos dirijamos a él no con desconfianza, sino con un espíritu receptivo y de escucha. Entonces el otro ya no es un extraño, un peso, un competidor, sino un don, un hermano, aquel que viene a ampliar mi horizonte. No existe ninguna contradicción entre acoger al otro y el propio crecimiento, entre comunión y libertad.

Tras haber descubierto y vivido la Iglesia como una comunidad fraterna, donde poder donar y recibir, es posible comprometerse en ella, hacerla vivir para los otros.

Existe una solidaridad, una continuidad orgánica viva en la esperanza, que hace que los jóvenes no puedan esperar si ven por encima de ellos adultos desencantados, resignados e inútiles.

Esperan jardineros o profetas de confianza que sepan sacar su esperanza del Espíritu del Resucitado, permitiéndoles buscar y tener el valor de vivir una comunión, el sentido de toda la existencia, incluso en las pruebas.

[00185-04.05] [UD023] [Texto original: francés]


Rev. Hna. Rita BURLEY, A.C.I., Superiora General de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y Presidente de la Unión Internacional de las Superioras Generales U.I.S.G. (Gran Bretaña).

1. La estructura UISG

La UISG (Unión Internacional de Superioras Generales) es un agente de comunión de la Iglesia, con 1.983 superioras generales -de las cuales 1.140 son residentes en Europa-, que representan una gran diversidad de estilos y culturas. Ello favorece "un mutuo intercambio de dones", sobre todo entre los miembros de Europa occidental y oriental.

Nuestras hermanas de Europa oriental nos donan su historia de "vida religiosa clandestina" que proclama la fidelidad de Dios. También en Occidente la historia de los últimos treinta años es una historia de fidelidad de Dios. Para ser exactos, nos hallamos a la búsqueda de medios para sostener a nuestras hermanas del Este y ofrecer recursos para su formación espiritual, religiosa y apostólica.

2. La consagración - Un medio para construir la comunión

La maternidad y la virginidad representan las dos dimensiones de la vocación femenina y también las mujeres consagradas a Dios, con su voto de castidad están invitadas a vivirlas.

La maternidad según el Espíritu está asociada al amor virginal, liberado para amar plenamente a Dios y a los demás respondiendo con el amor exclusivo a Cristo y encontrándoLo en los necesitados.

Otra dimensión está representada por la creación de un espacio interior en el corazón; los votos ayudan a crear este espacio interior, que permite a las mujeres consagradas caminar con los demás, escuchar su historia, ayudarlos a crecer como personas.

El amor virginal y la maternidad según el Espíritu contribuyen a construir la comunión, tanto entre las mismas religiosas de la comunidad, como con las personas que encuentran, en una maternidad afectiva, cultural y espiritual.

Las religiosas ofrecen su propia contribución a la Iglesia como comunión por lo que son, no sólo por lo que hacen.

[00196-04.05] [ud024] [Texto original: inglés]


Sr. Jan ZICHA, Miembro del Pontificio Consejo para los Laicos (República Checa).

Quisiera compartir con vosotros la experiencia del ministerio de los jóvenes en la República Checa. Es la experiencia de mi trabajo entre los jóvenes católicos pero también la experiencia que me ha ayudado a conservar la fe cuando era un muchacho.

He escuchado atentamente y con gran comprensión a todos los que han hablado de indiferencia, relativismo, agnosticismo y consumismo, tan presentes en la sociedad europea actual. No pretendo subestimar estos peligros. Frecuentemente he sentido tristeza al constatar que estos errores filosóficos y antropológicos pueden deteriorar los frutos de la evangelización. Indudablemente las persecuciones que hemos tenido que afrontar durante el período comunista han sido muy duras pero también han tenido un efecto colateral positivo: han purificado y hecho más profunda nuestra fe y nuestra confianza en Dios y han reforzado la unidad de la Iglesia. Por eso a veces considero que la indiferencia del consumismo, en algunos aspectos, puede ser peor que la persecución de los años de la dictadura comunista.

Por otra parte, también he podido comprobar lo fácil que es para el corazón humano, sobre todo para el corazón de un joven, renunciar a todas las herejías modernas recién mencionadas cuando es tocado por Cristo, que logra satisfacer su deseo de verdad, libertad y amor. Hablo de la misma experiencia que Su Excelencia Frantisek Radkovsky ha descrito el sábado en su discurso, la experiencia de Cristo presente allí donde dos o tres se reúnen en Su nombre.

Esta experiencia comenzó en la época comunista, cuando en muchas parroquias de todo el país nacieron espontáneamente pequeñas comunidades cristianas compuestas principalmente por jóvenes. Compartir nuestra experiencia cristiana en el interior de esta red de comunidades nos ha permitido sobrevivir a la persecución. Más tarde (después de 1989) ésta se convirtió en la base del ministerio de los jóvenes en la República Checa y estoy seguro de que jugará un papel fundamental también en el futuro. Es imposible pensar que la situación en la Iglesia pueda mejorar sin una buena formación en el interior de estas pequeñas comunidades de base. Quisiera exponer cuatro principios de esta formación:

1) Debemos ser lo suficientemente abiertos para compartir todas las dimensiones de nuestra vida.

2) Debemos ser conscientes de que Cristo mismo es quien debe tocar el corazón humano y no nosotros.

3) Es más importante hablar con Dios acerca de las personas que con las personas acerca de Dios.

4) No debemos tener miedo de dedicar tanto tiempo a instaurar relaciones personales concretas y a profundizar en ellas. Cristo nos ha ofrecido un gran ejemplo de esta actitud dedicándole tanto tiempo a los discípulos desconocidos en el camino de Emaús, a fin de sanar su corazón.

Creo además que este tiempo de libertad en ambas partes de Europa nos desafía a hacer que esta red de comunidades sea más internacional. Me he dado cuenta de ello cuando leí el número 2 del Instrumentum laboris, que trata del problema del muro que permanece en el corazón de los europeos. Soy miembro de una asociación juvenil cristiana que cada año organiza encuentros internacionales y peregrinajes a diversos países europeos. Sé que no siempre es fácil "construir puentes" entre las comunidades de diversas naciones, pero también he comprobado que la universalidad de la Iglesia es más fuerte que cualquier prejuicio. Sugiero que se dé el mayor apoyo posible a las nuevas iniciativas de este tipo. Éstas representan una contribución importante para el futuro de Europa, unida no sólo económica y políticamente, sino también espiritualmente.

[00197-04.04] [ud025] [Texto original: inglés]


Rev. Hno. Jacques SCHOLTE, F.M.S., Presidente de la Unión de las Conferencias Europeas de los Superiores Mayores (Países Bajos).

La Unión de las Conferencias de los Superiores Mayores de Europa es de derecho pontificio. Esta Unión comprende treinta y ocho conferencias de veintiún países diferentes y dispone de una base de alrededor de cuatrocientos cincuenta mil religiosos.

La UCESM postula y fomenta la formación de un espíritu europeo. En estos últimos años se produjo, y se sigue desarrollando, una apertura recíproca entre los Institutos de Europa central y oriental y los de Europa occidental.

Desde Islandia a Siberia y desde Escandinavia a Montenegro, los religiosos viven en comunidades que constituyen núcleos de esperanza para las comunidades de creyentes y para toda la sociedad de la cual forman parte.

La esperanza a la cual remiten estas comunidades se encarna en las diversas acciones, como, por ejemplo:

Ofrecer hospitalidad a los extranjeros, acercarse a los jóvenes como mensajeros de una nueva era, ver a los detenidos como personas que nos reflejan nuestra sociedad, ocuparse de los débiles, de los marginados ofreciéndoles una cierta seguridad.

Estos gestos y actitudes de esperanza son la expresión concreta de los votos pronunciados por los religiosos, cuyo origen se encuentra en el mensaje de esperanza por excelencia: el del Cristo viviente.

"Partir y compartir": son éstos los gestos que Jesús realizó en Nazareth en el momento culminante de su adiós, al preparar a sus discípulos para la separación. Estos mismos gestos constituyen la base y el modelo para las comunidades religiosas de la vida que ellas quieren vivir y también para la sociedad de todos los hombres de la "grande" Europa. Significa fortalecer el alma de Europa.

A nivel europeo, la UCESM querría colaborar con las Conferencias Episcopales, con el Consejo de los Sacerdotes, con el Foro de los Laicos y con muchas Organizaciones Internacionales Católicas.

Por medio de nosotros los religiosos, la evolución de Europa, en todos los ámbitos, debería hacer crecer en nosotros la convicción de que, a partir de nuestra identidad de consagrados, tenemos una nueva misión, suscitada por las perspectivas actuales en la Iglesia y en la sociedad.

[00198-04.04] [ud026] [Texto original: francés]


Rev. P. Josef BISIG, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (República Federal de Alemania).

Ante todo tengo que agradecer sinceramente a Su Santidad Su benevolencia hacia los católicos ligados a la tradición litúrgica y espiritual latina. Me siento honrado y feliz de poder representar a todos estos numerosos católicos, sacerdotes y laicos, en este Sínodo de los Obispos. Permitidme también que exprese personalmente mi gratitud a los Obispos que nos han abierto los brazos aceptándonos en sus Diócesis.

He aquí una breve presentación de nuestra Fraternidad sacerdotal de San Pedro, de la que soy el superior: fue creada en 1988 por la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Actualmente contamos con ciento cinco sacerdotes y nuestros dos seminarios internacionales hospedan a ciento cuarenta seminaristas, veintinueve de los cuales entraron este año. Estamos construyendo dos nuevas casas para estos lugares de formación, una en Alemania, otra en los Estados Unidos. Con gran alegría, el mismo Santo Padre ha bendecido, aquí en Roma, las primeras piedras para los nuevos seminarios. Estamos, por lo tanto, al servicio de nuestros fieles unidos a la tradición litúrgica latina; la cantidad de seminarios en los países europeos es conspicua y está creciendo: una parte considerable queda, lamentablemente, ligada a la Fraternidad de San Pío X que no siempre se ha incorporado a la comunión con el Sucesor de Pedro. Este Sínodo está bajo el signo de la esperanza: dejadme manifestar ante vosotros la esperanza que tengo de ver también a estos hermanos en la fe entrar en la unidad de la Iglesia católica. Nuestra fraternidad trabaja y se esfuerza -en estrecha cooperación con los Obispos- para alcanzar este objetivo. Participa de buena gana, además, con su carisma específico, en esa gran tarea que es la evangelización. Se coloca al servicio de la transmisión de la fe mediante la enseñanza catequística, cuya importancia fue subrayada por el Santo Padre con ocasión de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. Muchos jóvenes tienen una gran sed de conocimiento; transmitirles la doctrina de la fe significa infundirles esperanza, abrir sus corazones a la gracia y enraizarlos en la caridad de Cristo.

Quisiera decir unas palabras sobre el número 69 del Instrumentum laboris. Nosotros no podemos identificarnos con la imagen que ofrece de los fieles tradicionales. Nuestra experiencia es diferente: esos fieles reciben de las formas litúrgicas tradicionales la ayuda necesaria para su espiritualidad y de esta forma se sienten más íntimamente unidos a los misterios de la Cruz y de la Resurrección, celebrados en la Santa Misa.

Nuestros sacerdotes se esfuerzan por colocar en el centro de su vida sacerdotal el santo Sacrificio de la Misa, ejerciendo, indudablemente, una atracción considerable entre los jóvenes que aspiran a servir a la Iglesia como futuros sacerdotes.

Como conclusión, me parece que, para una pastoral de la esperanza, nuestras Iglesias en Europa no pueden descuidar nada de aquello que constituye su patrimonio espiritual; la Fraternidad sacerdotal de San Pedro fue fundada en un acto de esperanza. Nuestra apego a la tradición litúrgica latina, lejos de ser una forma de nostalgia, constituye un humilde servicio de continuidad. El uso intenso de la liturgia latina tendrá como efecto no sólo que la lengua de la Iglesia no se reduzca a una forma literaria de los documentos oficiales, sino que además sea posible un "Cor unum" y una "anima una" de los fieles de Cristo.

[00199-04.04] [ud027] [Texto original: francés]


Rev. P. Ludwig SCHWARZ, S.D.B., Responsable Nacional para las Obras Misioneras Pontificias (Austria).

Ante todo deseo agradecer al Santo Padre la posibilidad que me ha dado de participar en este Sínodo.

Hago referencia a los números 16, 35, 36, 39 del Instrumentum laboris, que hablan de Europa y la misión.

Es verdad que la historia de la Iglesia en Europa es también la historia de la misión. La historia nos ilustra cómo la Iglesia comprendió su misión, cómo llevarla a cabo y cuáles fueron sus faltas y omisiones.

A partir del Concilio Vaticano II comienza una nueva y más difícil obra misionera, que trata de comprender, en el contexto de las estructuras religiosas y económicas del mundo actual, una nueva teología misionera y nuevos métodos misioneros. Pero es necesario subrayar siempre que la misión de la Iglesia no es otra que la misión de Jesús que fue enviado al mundo por el Padre, y que nos manda al Espíritu Santo para continuar y completar su obra de salvación.

El sínodo tiene que lanzar un llamamiento para una renovación misionera en la Iglesia, teniendo en cuenta los signos de los tiempos:

1. Importancia de un fundamento pneumatológico;

2. Favorecer el diálogo interreligioso;

3. Inculturación;

4. Examinar a fondo la espiritualidad misionera;

5. Ecumenismo y evangelización.

[00200-04.04] [UD028] [Texto original: italiano]


Rev. P. Tadeusz WINNICKI, Superior General de la Sociedad de Cristo para los Emigrantes Polacos (Polonia).

¡Cristo vive! Esta verdad ha sido transmitida por la Palabra inspirada de Dios, proclamada por los Apóstoles, recordada durante siglos en la historia de la Iglesia. Esta verdad está testimoniada también por la fe de los miembros de las comunidades religiosas y de los institutos de vida consagrada. Es necesario decir que estas comunidades son el entramado vivo de la Iglesia.

Gracias a la presencia purificadora de Nuestro Señor Resucitado y a la obra del Espíritu Santo, las órdenes religiosas y los institutos de vida consagrada están viviendo hoy un nuevo impulso. Están descubriendo nuevamente sus carismas, su identidad y el sentido de la misión. Están descubriendo una nueva necesidad del ministerio en el marco de los cambios políticos y sociales de los países de la Europa del Este y de la Europa Occidental.

En la actual situación de la Iglesia en Europa es fundamental dedicarle una cuidada atención a los ministros de la Iglesia. Un rejuvenecimiento de la fe resulta necesario para aquellos que han sido llamados a la obra de la evangelización, especialmente a través del don del sacerdocio y de la vida consagrada.

El arte de saber cómo encarnar el encuentro personal con el Señor en nuestro ministerio será el que determine la influencia de la fuerza del Evangelio. Una tarea importante será la de crear, junto a los lugares de formación teológica e intelectual, centros de espiritualidad católica para todos aquellos que participan en la proclamación del Dios vivo y del Evangelio de la esperanza..

La fuerza del testimonio personal de Cristo y la influencia pastoral dependen de la calidad de la "cultura de la fe", algo que nace del encuentro personal con Cristo, de la contemplación del Señor de la vida, que se halla vivo y presente en el misterio sacramental de la Iglesia.

Los dos discípulos en el camino que lleva de Jerusalén a Emaús pueden ser un símbolo de las masas de emigrantes que han dejado sus casas para dirigirse hacia los confines de este continente e incluso más lejos. Mientras este siglo está llegando a su fin, podemos observar como dos potentes sistemas, el nazismo y el comunismo, han ejercido una profunda influencia en las grandes migraciones de los pueblos. Ambos sistemas obligaron a millones de personas a abandonar sus casas y a vagar, las llevaron al martirio, pero también a una muerte cruel y trágica en los campos de concentración y a sufrimientos indecibles en las condiciones inhumanas de Siberia.

La división de Europa después de la II Guerra Mundial ha comportado una ulterior migración de pueblos. Ante las dificultades sociales, políticas y económicas provocadas por el totalitarismo comunista, miles de personas abandonaron su patria en busca de esperanza, de una vida y de un trabajo dignos, de la libertada para profesar su fe, de la libertad para elegir una nacionalidad. Además de estos problemas, los emigrantes llevaron a su nueva patria la riqueza de su cultura, de sus tradiciones y de su fe. De esta forma, no sólo han aportado una importante contribución al país en el que se establecieron, sino que también han enriquecido la Iglesia local.

A pesar del derrumbamiento del sistema, debido a las dificultades económicas de los países del Este, el proceso de emigración sigue en funcionamiento. Cuanto más se extiendan los confines de Europa de este a oeste, como consecuencia de la unificación europea, más grandes serán los efectos de esta migración, que de esta forma se convertiría en un nuevo reto para la Iglesia.

Los emigrantes necesitan de la presencia renovadora de Nuestro Señor Resucitado que les da la esperanza y una nueva perspectiva de vida, por medio del ministerio de la Iglesia. Lo estamos experimentando en el servicio de sus respectivos sacerdotes, en los países y en las comunidades en los que se han establecido. La migración crea nuevas oportunidades, pero también provoca desilusiones, problemas morales y, a veces, lleva a la desintegración de la familia y a las crisis de fe. Por tanto, los emigrantes son personas que necesitan una especial atención pastoral. Asimismo necesitan de la presencia consoladora de un Obispo de la Iglesia local, en el país en el que residen, pero también de los Obispos de la Iglesia que han dejado en su patria de origen.

[00203-04.04] [ud029] [Texto original: inglés]


Sra. Maria Johanna Theodora MARTENS, Miembro del Parlamento Europeo (Países Bajos).

Como presidente del Forum de los comités nacionales de laicos europeos y diputada del Parlamento europeo, quisiera examinar algunos aspectos desde la perspectiva laical. El Instrumentum laboris subraya que los laicos deben ser sujetos cada vez más activos y responsables de una historia que se debe hacer a la luz del Evangelio (n. 82). Muchos laicos ya ocupan puestos de responsabilidad y participan en la obra evangelizadora de la Iglesia. Desde el punto de vista laical, es importante promover una cultura del amor, de la humanidad y de la justicia tanto en el seno de la Iglesia como en la comunidad pública del mundo de hoy. Sólo en una cultura de este tipo, la Iglesia se podrá presentar como testimonio creíble del Evangelio. ¿Cómo fomentar esta cultura que puede modelar también el alma de Europa?

1. Cada ser humano debería poder esperar un tratamiento respetuoso por parte de los cristianos.

2. Con frecuencia, se pone el acento en ideales muy elevados como puntos de referencia de la espiritualidad cristiana. Estos hacen que el hombre corra el peligro de ser herido interiormente. Los creyentes necesitan además espiritualidad, en la cual se puedan comprender incluso las pasiones, las necesidades, las debilidades y las alegrías.

3. Es necesaria una cultura del diálogo abierto, importante en un contexto de individualismo y de pluralismo, ya que estos fenómenos no se deben ver de manera negativa sino también como una oportunidad para responder de forma personal y creativa a la llamada de Dios.

4. Por último, quisiera mencionar la necesidad de establecer una buena relación y una buena colaboración entre la jerarquía y los laicos. Los laicos poseen experiencias y competencias valiosas y pueden contribuir a la superación de la división entre vida y fe.

Al término de la Edad Media nace la "devotio moderna" (cf. Imitatio Christi, Tomas Kempis), que en sus orígenes era un movimiento laical. Tal vez una cultura común del amor, de la humanidad y de la justicia en la Iglesia podría ser una anticipación de una "devotio postmoderna".

[00202-04.04] [ud030] [Texto original: alemán]


INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Por último, han intervenido los siguientes Padres:

S. Em. Card. James Francis STAFFORD, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos

S.E.R. Mons. Raymond ROUSSIN, S.M., Obispo de Victoria (Canadá)

S.E.R. Mons. Szilárd KERESZTES, Obispo de Hajdúdorog para los Católicos de Rito Bizantino

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S. Em. Card. James Francis STAFFORD, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

El Nuevo Testamento define la identidad de los cristianos a través del Sacramento del Bautismo. "Porque si nos hemos injertado en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una resurrección semejante" (Rm 6, 5). Esta semejanza concreta con la muerte de Cristo es mucho más que una simple similitud o modelado moral. El Sacramento imprime en el bautizado, de manera evidente y concreta, la forma creativa y modeladora del Crucifijo.

El Concilio Vaticano II identifica la posición peculiar y particular de los fieles laicos como su "carácter secular" (Lumen gentium, n. 32). Los fieles laicos, a los que el Sacramento del Bautismo ha grabado la forma del Crucifijo, lo deben manifestar en el mundo.

Esta enseñanza no fue recibida en su totalidad. ¿Por qué? En el interior de la Iglesia se ha producido una crisis que se prolonga desde hace siglos. Se trata de la pérdida de identidad por parte del cristiano y está relacionada con la crisis en la iniciación cristiana. Los laicos tienen que examinar a fondo su comprensión del bautismo y del carácter secular de su espiritualidad. Para infundir esperanza a los pueblos europeos es necesario que la Iglesia se abra al exterior. Éste ha sido el camino indicado por la laica europea Catalina de Siena. La Iglesia, en su proclamación, debe abrirse al exterior para salvar al mundo, para evangelizar la cultura. Puede hacerlo a través de los laicos. En otras palabras, los laicos encontrarán la forma de la propia santidad en el mundo.

La Palabra encarnada ha dado la forma a la creación. "Todo se hizo por ella" (Jn. 1, 3). El Crucifijo es el distintivo de todo lo creado ya que, en el drama de sus libertades divinas y humanas, es la analogía concreta del ser. La respuesta de los bautizados no puede ser otra que la de recibir con maravilla y temor infantiles lo que otorga Aquél que se revela en el mundo y por el mundo como don eterno de sí mismo. Los bautizados laicos encuentran la santidad buscando la forma del amor del Crucifijo que forja la vida interior de la universidad, la política, la economía, el matrimonio, la sexualidad humana y la familia.

Las consecuencias de esta espiritualidad de los laicos son importantes para el mundo político, económico y académico.

[00191-04.04] [in146] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Raymond ROUSSIN, S.M., Obispo de Victoria (Canadá).

En la vida de todos los días estamos en comunión constante con muchas personas. Algunas ejercen sobre nosotros una influencia mayor que otras. Nos ayudan a modelar y a formar nuestra vida. Cristo, ahora resucitado y presente entre nosotros, puede ser una presencia que nos transforme a todos. Una relación personal con Él es necesaria para todo aquel que se proclame su discípulo. En esta relación está nuestra esperanza.

[00192-04.04] [in147] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Szilárd KERESZTES, Obispo de Hajdúdorog para los Católicos de Rito Bizantino.

En Hungría, antes del comunismo había 2.033 escuelas católicas, casi el 25% de todas las escuelas húngaras. Durante el período del comunismo han quedado sólo 8 escuelas secundarias, pertenecientes a cuatro órdenes religiosas, que han cumplido un papel providencial. Desde 1990 las escuelas católicas pueden funcionar nuevamente y cada año se abren nuevas escuelas religiosas. En setiembre de este año, 24 institutos abrieron sus puertas.

Actualmente en Hungría hay 280 institutos católicos de enseñanza (50 jardines de infancia, 97 escuelas primarias, 76 escuelas secundarias y 50 internados), es decir, un promedio de casi el 3% de todas las escuelas húngaras. 162 escuelas están bajo la gestión de las diócesis, 110 de las órdenes religiosas y 8 de otros organismos católicos. En estas escuelas tenemos un total de 48.759 alumnos. El personal pedagógico cuenta con 4.200 docentes con dedicación exclusiva, de los cuales 156 son religiosos y 55 son religiosas, 600 pedagogos con dedicación semi-exclusiva; además casi 2.000 personas trabajan en el servicio técnico y administrativo. Fue fundada también una Universidad Católica. Los seminarios están reconocidos y financiados por el Estado al igual que las escuelas superiores. El Instituto Católico Pedagógico es un gran soporte para nuestras escuelas ya que ayuda, coordina y controla la actividad escolar, gestiona la distribución de los medios financieros y se ocupa de las cuestiones administrativas y financieras con los organismos estatales.

Las escuelas eclesiásticas en Hungría reciben del Estado la misma financiación que las escuelas estatales. Esta disposición se basa en el principio de igualdad de servicios: las escuelas eclesiásticas cumplen una función religiosa pero al mismo tiempo asumen una parte de las obligaciones del Estado, es decir, la instrucción como servicio público que todos los ciudadanos tienen derecho de recibir sin distinción.

Las escuelas católicas hemos superado las dificultades iniciales. Quisiéramos contar con la solidaridad de las escuelas católicas de Europa. Cualquier ayuda, humana y pedagógica, contactos personales, visitas, intercambios, programas didácticos y subsidios, facilidades para aprender las lenguas europeas y también la caridad fraterna podrían contribuir enormemente a la vida y al desarrollo de nuestras escuelas.

Las escuelas eclesiásticas de Hungría, como cualquier iniciativa de este tipo en Europa Centro-Oriental, se encomiendan con confianza a las oraciones y a la fraterna benevolencia de las Iglesias de Europa.

[00193-04.04] [in148] [Texto original: italiano]