Synodus Episcoporum 11 - 6.10.1999

OCTAVA CONGREGACIÓN GENERAL
(MIÉRCOLES, 6 DE OCTUBRE DE 1999 - POR LA TARDE)

 

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

A las 17:05 horas de hoy, en presencia del Santo Padre, con la recitación del Pro Felici Synodi Exitu, ha iniciado la Octava Congregación General, para la continuación de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal Jesucristo, viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa. Presidente Delegado de turno S. Em. el Card. Joachim MEISNER, Arzobispo de Colonia.

En la apertura de la Octava Congregación General, el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S.Em.R. Card. Jan Pieter SCHOTTE, C.I.C.M., ha dado lectura a la Lista de moderadores de los Círculos Menores, elegidos en la Primera Sesión de esta mañana. Incluimos la lista en este Boletín.

En esta Congregación General, que se ha concluido a las 19:00 horas con la oración del Angelus Domini, estuvieron presentes 162 Padres.

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Después, han intervenido los Padres siguientes:

S.E.R. Mons. Geraldo Majella AGNELO, Arzobispo de San Salvador de Bahia (Brasil) y Vicepresidente del "Consejo Episcopal Latinoamericano" (CELAM)

S.E.R. Mons. Angelo MASSAFRA, O.F.M., Arzobispo de Shkodrë

S. Em. Card. Ján Chryzostom KOREC, S.I., Obispo de Nitra (Eslovaquia)

S.E.R. Mons. Antonius L.M. HURKMANS, Obispo de ´s-Hertogenbosch.

S. Em. Card. Lucas MOREIRA NEVES, O.P., Prefecto de la Congregación para los Obispos

S. Em. Card. Kazimierz SWIATEK, Arzobispo de Minsk-Mohilev

S.E.R. Mons. Antons JUSTS, Obispo de Jelgava

S. Em. Card. Bernardin GANTIN, Decano del Colegio Cardenalicio

S.E.R. Mons. Nikolaos FÓSCOLOS, Arzobispo de Atenas

S.E.R. Mons. Tadeusz GOCLOWSKI, Arzobispo de Gdansk

S.E.R. Mons. Marin SRAKIC, Obispo de Djakovo

S.E.R. Mons. Amédée GRAB, O.S.B., Obispo de Chur

S.E.R. Mons. Viktor Josef DAMMERTZ, O.S.B., Obispo de Augsburgo

Publicamos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. Geraldo Majella AGNELO, Arzobispo de San Salvador de Bahia (Brasil) y Vicepresidente del "Consejo Episcopal Latinoamericano" (CELAM).

1. En el umbral del nuevo milenio tenemos la alegría de proclamar que la semilla lanzada por vosotros en la tierra, no ha perdido su vitalidad. En nuestro continente latinoamericano, ¡Jesucristo no ha perdido nada de su extraordinaria novedad! En nuestros países, tal vez de diversa manera con respecto a los otros, Cristo es deseado, amado, omnipresente:

- siendo jóvenes, nuestros pueblos creen en la belleza de la vida y gritan su alegría de existir, aún frente a una cultura de muerta que trata de sofocarlos.

- siendo practicantes, nuestros pueblos se maravillan delante de la llamada a la conversión cristiana, hecha a cada uno para liberarlo de su pecado.

- siendo pueblos que sufren, los nuestros abrazan la sin razón de la cruz, aceptada por Jesucristo y la promesa de nuestra resurrección.

- siendo pobres, nuestros pueblos experimentan con fuerza que la ayuda de Dios es gratuita, fiel y sobreabundante, baluarte de esperanza frente a un futuro humano incierto.

- siendo humildes, nuestros pueblos saborean la vida que germina de la Palabra de Dios y aman compartirla con simplicidad en sus casas.

- siendo solidarios, nuestros pueblos saben ponerse a trabajar para retomar, sin cansarse, la construcción de un mundo como el que Dios quiere darnos.

2. A la luz de la Iglesia - Comunión, nos preguntamos: ¿cuál es la piedra preciosa que podemos ofrecer a esta Iglesia de Europa, que nos ha generado? ¿cuál es la Palabra que podremos compartir con vosotros, como un pan hecho en casa, cocinado con el fuego de la vida? Se me ocurre un dicho popular conocido en el corazón de los hombres y mujeres en América Latina: "La gracia lo puede todo".

Y es esta, la experiencia fundamental de cada una de nuestras comunidades pequeñísimas o gigantescas, desparramadas en el continente:

- La Gracia está en primer lugar; ella pasa por delante de todos los proyectos y planes, aún de los pastorales.

- La Gracia es la más poderosa de todas las empresas, aún de las apostólicas.

- La Gracia nos hace adelantar más que cualquier tecnología, aún la más sofisticada.

- La Gracia doblega los corazones, indica los caminos, suscita las elecciones, refuerza la perseverancia, hace superar obstáculos, ¡es la santidad de los santos!

Erigir la Cruz de nuestra tierra, implantar la Iglesia, hacerla crecer y producir su fruto, hacer de manera que cada generación pueda experimentar la Victoria, "gracias a aquel que nos amó" (Rm. 8,37), no es fácil ni difícil, es divino! Es de Dios, en nuestra carne, en nuestra historia!

3. Hoy y mañana, la misión continua en América Latina. Los desafíos son inmensos en este continente que Pablo VI y Juan Pablo II han definido como "El depósito ??? la reserva ???? de la Iglesia católica", "El continente de la esperanza".

Agradecemos por vuestra fidelidad a la Iglesia primitiva que resplandece cada vez que vosotros "os ponéis de lado", teniendo como objetivo la misión, las ayudas y los hombres, aún a costa de un doloroso ayuno (Hch. 13, 2-3)

Tal vez, algunas voces se hacen escuchar en vuestros países asustándose por el hecho que la Iglesia latinoamericana manifiesta aún tanta vulnerabilidad, después de quinientos años del comienzo de su evangelización.

Deseo comunicaros sólo dos datos estadísticos para ilustrar nuestra situación:

- hoy en Brasil, el 70% de las celebraciones son realizadas en ausencia del sacerdote.

- en mi diócesis, desde hace cuarenta años, recibimos anualmente más de cincuenta mil personas que huyen del interior del país para sobrevivir en la metrópoli de San Salvador de Bahía.

4. En esta situación de crecimiento convulsionado y fragilidad, los misioneros llevan su gracia. Las generaciones de los misioneros pasan, cambian y no siempre se asemejan entre sí: después de la generación de los años cinquenta, cuando tuvo inicio la "aventura Fidei Donum", seguida por la de los años setenta, post-conciliar, recibimos hoy una nueva generación de misioneros: jóvenes laicos o consagrados, solteros o casados, de asociaciones de fieles o de Comunidades Nuevas.

Ellos nos revelan la fecundidad inagotable de la Iglesia en el continente europeo y nos llevan a la extraordinaria Gracia que lo atraviesa en este fin de siglo.

Personalmente, puedo dar testimonio de que, radicados en una vida de oración y de entrega total a Dios y a la Iglesia, les es dado abrazar de manera radical la vida de nuestros pueblos, con la Misericordia y la Verdad de Jesucristo.

5. En esta etapa tan importante en nuestro camino eclesial latinoamericano, retomamos con ellos el cántico de esperanza de todos los pueblos que sufren:

"Que el amor de Yahvé no ha acabado, que no se ha agotado su ternura; de mañana a mañana se renueva"! (Lm. 3, 22-23).

6. A través de la sucesión de esta generación, vuestra Iglesia de Europa continua revelándonos el rostro de este misterioso Compañero de Emaús que, liberándonos de cada desaliento, nos conduce a la Pascua Eterna.

Con Él es con quien deseamos encaminarnos al Tercer Milenio, éste es el motivo continuo de nuestra alabanza a Dios y de nuestra gratitud a vuestras Iglesias Diocesanas.

[00096-04.04] [in079] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Angelo MASSAFRA, O.F.M., Arzobispo de Shkodrë.

1. Antes que nada, le agradezco a Usted, Santo Padre, su amoroso interés por Albania y por las diversas iniciativas para evitar la guerra en los Balcanes.

Agradezco a todas las Iglesias de Europa la gran solidaridad demostrada hacia nuestra Iglesia y su reconstrucción; pero sobre todo agradezco la ayuda a los refugiados albano-kosovaros. Sin el apoyo de las diversas Caritas y de los varios estados, Albania no habría podrido acoger y enfrentarse a la "catástrofe humana" de los refugiados (más de 500 mil).

2. La evangelización es el primer deber de la Iglesia en Albania para poder, también, superar el "vacío antropológico y ético" producto del comunismo.

La fe en Albania no se ha perdido gracias al testimonio de los mártires y al servicio religioso encubierto de los sacerdotes y los consagrados, con el riesgo de la cárcel.

Con el anuncio del kerigma debemos promover el cambio de una fe tradicional a una fe adulta y más personal.

La evangelización es necesaria para reconstruir el tejido humano y cristiano. Nos servimos de todos los medios de comunicación: prensa, tv, radio. Tenemos urgencia de una adecuada formación de laicos comprometidos en el ámbito social y político.

3. La Iglesia Católica, aunque minoritaria, ha sido y quiere continuar a ser "signo de esperanza" para todos:

a. con el recuerdo y el culto de los mártires, ya sea los del tiempo de la dominación turca como los del régimen comunista,

b. con su presencia, también en estos años difíciles:

- con la presencia de sacerdotes y consagrados,

- con su compromiso en la formación,

- con el compromiso de promoción socio - humano - cultural, a través de la Caritas,

- con la reconstrucción de las Iglesias destruidas por el régimen comunista,

- con los varios ambulatorios médicos, centros educativos para la infancia, escuelas primarias, secundarias y de formación profesional abiertas a todos, católicos, ortodoxos y musulmanes y, para continuar con la universidad católica.

4. Emigración

La Europa del Este está viviendo el problema, grande y dramático, de la emigración, tal como lo vivió Europa Occidental a inicios de siglo y después de la Segunda Guerra Mundial.

Desgraciadamente, el mercado occidental está saturado y el problema del desempleo es grave. Con todo, de la emigración hay que evaluar no sólo los riesgos, sino también las ventajas y las muchas potencialidades. De todas formas, la emigración debe ser controlado y reglamentado.

5. Cultura de la Paz

El desarrollo espiritual y económico es la única vía para la paz en los Balcanes. Reconstruyamos los puentes, las casas destruidas pero, sobre todo, las conciencias, los corazones llenos de odio.

Las luchas raciales, mezcladas o disimuladas como luchas religiosas, han desencadenado los impulsos más primitivos del instinto destructor del hombre. Tiene que surgir la conciencia moral contra el abuso y la lógica de dominio del hombre sobre el hombre. No se puede tolerar más, tanta violencia contra la dignidad del hombre; en nombre de principio alguno: ni étnico, ni religioso, ni económico.

La pacificación en los Balcanes necesitará mucho tiempo y constancia en el compromiso, según la caridad evangélica y política.

Me permito proponer a los Padres Sinodales y la CEE (es una propuesta personal) la convocación de una Conferencia Ecuménica e Interreligiosa para la paz y el diálogo, la reconstrucción espiritual y moral de los Balcanes, paralela al compromiso de los gobiernos occidentales para la reconstrucción económica.

[00097-04.03] [IN080] [Texto original: italiano]


S. Em. Card. Ján Chryzostom KOREC, S.I., Obispo de Nitra (Eslovaquia).

En nuestro tiempo hemos leído aquí y allá los artículos críticos sobre algunos puntos acerca de la vida interna de la Iglesia - sobre su magisterio, las tareas de San Pedro, el celibato y la moral o sobre el permisivismo.

Mirando el pasado, quisiera expresar un testimonio breve y verdadero sobre estas cuestiones con respecto a aquella parte de la Iglesia local perseguida que se encuentra en Eslovaquia.

En la persecución era claro, para nosotros, y nos daba fuerza que la Iglesia, fue construida sobre los apóstoles, cuyos sucesores son los obispos: "Quien os escucha a vosotros, a mí me escucha ..." y que estaba construida sobre Pedro: " ...tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia ..." (Mt. 16, 18). Para nosotros, los perseguidos, no existía verdadera vida cristiana, sin una cierta medida de humildad y de amor al mismo tiempo. Si alguien quisiera destruir el sentido del sacrificio y difundir el permisivismo, inventaría otro evangelio, no el de Jesucristo. ¿Cómo sería posible vivir por la fe sin tener un espíritu de sacrificio, diez o veinte años de prisión, como hemos sido obligados nosotros bajo la persecución comunista atea?

Como obispo clandestino durante cuarenta años de persecución, he ordenado clandestinamente casi ciento veinte sacerdotes. Todos respetaban y viven el celibato. ¡Tuvimos y tenemos aún hoy entre los laicos personas que respetan el celibato y lo viven! La Iglesia tiene necesidad de hijos e hijas verdaderamente fieles y santos.

[00098-04.04] [in081] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Antonius L.M. HURKMANS, Obispo de ´s-Hertogenbosch.

Los Sacramentos y la naturaleza de la Iglesia presuponen una manera de pensar sacramental. Es muy importante promover esta manera de pensar. En la cultura, el pensamiento está dominado por la economía, las ciencias sociales y la técnica. Es característica una visión unidimensional de la realidad. Las cosas no contienen ya misterio alguno. Igualmente característica es la tendencia a controlar al hombre y la materia con fines bien precisos. Esta manera de pensar no tiene verdaderamente necesidad de Dios y da testimonio de un punto de partida deísta. En la práctica cotidiana la puerta hacia Dios está solamente "puesta de lado". Esta manera de pensar influencia también a la Iglesia, ciertamente cuando disminuye la conciencia de la trascendencia e inmanencia de Dios y ella espera ayuda sólo del "management". Justamente la Instrumentum laboris (n° 42) indica la supremacía de lo espiritual. El pensamiento sacramental muestra que nuestra realidad tiene más de una dimensión. Los acontecimientos de la vida están abiertos a una dimensión invisible en la que Dios nos sale al encuentro con su gracia y nos invita a participar de su misterio. Esta manera de pensar está abierta al don de aquello que da la vida. Es sensible y mistagógica. Dona a la Iglesia una mirada auténtica sobre Jesucristo, sobre la esencia y la construcción de la Iglesia y del ministerio y sobre la presencia del Señor en los Sacramentos. En su apertura, la Iglesia puede ser un Sacramento lleno de esperanza para Europa.

[00099-04.04] [in082] [Texto original: alemán]


S. Em. Card. Lucas MOREIRA NEVES, O.P., Prefecto de la Congregación para los Obispos.

Como fruto de dos milenios de historia, Europa vive hoy un viraje en su civilización jamás visto.

Uno de los principales desafíos de esta crisis es el empeño hacia la unidad europea por la cual han trabajado, desde el fin de la guerra, hombres notables como Jean Monnet, Giorgio La Pira y otros.

Es una lástima que hasta hoy la unidad sea buscada, sobre todo, por el lado económico (Euro), de la política (Parlamento europeo) y de la diplomacia (eliminación del pasaporte).

El punto de vista moral y espiritual es aún demasiado débil. Esta unidad debería ser una valiente solidaridad en el interior del continente y por parte de Europa hacia el resto del mundo. Nos espera una "globalización de la solidariedad".

Aquí se ubica el papel de los Obispos. No se trata de una sustitución de los laicos: el Obispo no es un político, un economista, un sociólogo, un agente de cultura. Mas bien, el Obispo es el iluminador de la conciencia cristiana de los laicos comprometidos profundamente en las estructuras e instituciones que construyen el mundo - que construyen Europa.

Es posible que la persona y la acción del Obispo no sean juzgadas "interesantes" sino más bien "alienadas". De todos modos lo que hacen los Obispos es fundamental: iluminan los caminos de Europa, individual y colectivamente, introducen los valores morales cristianos y evangélicos en el proceso de unidad europea, donan a Europa el "suplemento del alma" invocado antaño por Henri Bergson.

Esto ha hecho grandes y santos algunos Obispos tales como: Ambrosio de Milán, Metodio, Agustín de Canterbury, Bonifacio de Fulda, Patricio de Irlanda, Alberto de Cashel, Antonio de Florencia, Bartolomeo de los Mártires de Bruga. ¡Qué ellos sean nuestros inspiradores! ¡Qué intercedan por nosotros!

[00100-04.05] [in082] [Texto original: alemán]


S. Em. Card. Kazimierz SWIATEK, Arzobispo de Minsk-Mohilev.

Los caminos misteriosos de la Providencia Divina dispusieron que sesenta años de mi sacerdocio se desarrollase en el ministerio pastoral en Bielorrusia, en la zona del régimen soviético ateo-materialista. Continuamente padecí los efectos del sistema comunista, entre otras cosas transcurrí dos meses en la celda de la muerte y diez años en los campos de concentración comunistas.

Después de la caída del sistema totalitario fui testigo ocular y partícipe de la consecuente libertad religiosa. Comenzó a difundirse un aliento de fe. El renacimiento de la Iglesia ha sido valorado como una fuerza poderosa para el renacimiento espiritual de la nación.

Las consecuencias del comunismo: terrible vacío espiritual y la noción de "homo sovieticus". Desde el oeste, llegan amenazas de pluralismo (la libertad impropiamente entendida). Las diversas sectas representan un gran peligro.

Fundamental elemento de los debates debe ser la cuestión de la fe en el Cristo resucitado y vivo en su Iglesia. La liturgia debe tener un papel importante. Dar testimonio con la propia santidad es "condición de base para una evangelización auténtica".

La esperanza del Evangelio es una garantía que no debe agotarse jamás.

[00101-04.04] [in084] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Antons JUSTS, Obispo de Jelgava.

Centro mis comentarios en el punto 3 del Instrumentum laboris, deseo de manera particular subrayar que Cristo está vivo en mi País, en la Iglesia de Letonia.

El 15 de agosto, fiesta de la Asunción, nuestro santuario mariano de Aglona en Letonia atrae la décima parte de la población lituana. No están presentes sólo los católicos, sino también los luteranos y los ortodoxos, los bautistas y los seguidores de otras denominaciones. Todos tienen necesidad de ayuda, todos se dirigen a la Virgen María pidiendo su oración de intercesión. El santuario de Nuestra Señora de Aglona en Letonia atrae a muchos creyentes y no creyentes.

Un antiguo miembro del partido comunista, educado en la ideología soviética, preguntó: ¿"Es éste un lugar donde puedo rezar mi oración de intercesión?". Que se trate de "per Mariam ad Iesum" o sólo de una persona abrumada por las cargas cotidianas que se dirige a Jesús pidiéndole ayuda, su oración es la misma: "Señor ayúdame".

Una anciana "babushka", que ha transcurrido muchos años en un gulag siberiano, reza por sus nietos a fin de que perseveren en la fe y no caigan víctimas de las sectas que están invadiendo Letonia.

La esperanza para Europa está constituida por las oraciones de nuestro pueblo, oraciones con las cuales no sólo pedimos sino que nos convertimos en aquello que estamos pidiendo. Nuestros jóvenes en Letonia no sólo rezan a la Santísima Virgen María sino que se acercan en peregrinaje, caminando durante semanas, rezando, meditando y visitando juntos el santuario de Nuestra Señora de Aglona. Las personas pobres o carentes de recursos económicos son capaces de cuidar a los otros. Lo hacen por amor a Jesucristo. Ellas superan su proprio egoísmo para donarse a Cristo.

Europa del Este ha recuperado la libertad y la está ejercitando. No podemos sin embargo establecer cuántos años necesitaremos para alcanzar tal objetivo. Sería injusto pedirle a un niño de nueve años que sea un joven de dieciocho. Cada uno de nuestros Países de Europa del Este tiene su propia historia, su propia cultura y su propia situación económica. La corrupción no permite que nuestros Países avancen. Allí donde es necesario el coraje, hay desánimo. Allí donde es necesario tener proyectos, hay dudas y temores. Allí donde la tarea es clara, los intereses ofuscan las situaciones. La causa del desaliento proviene de nosotros mismos. No logramos ver como Dios ve.

Para alcanzar esto. Europa occidental ha necesitado cincuenta años o dos generaciones. La Europa cristiana unificada que soñamos está a sólo tres generaciones de nosotros. Sin embargo, el compromiso por esta Europa debe iniciar de inmediato. Nueve años de una Europa sin divisiones representan sólo un pequeño paso hacia la Europa cristiana unificada del mañana. Somos como los discípulos en el día de la Ascensión del Señor. Miramos los pies de Jesús que desaparecen detrás de la nube pero no miramos nuestros pies. Debemos seguir actuando.

Obviamente, no pensamos en sentarnos en las catedrales vacías sino en proclamar, celebrar y servir a la gente nuestros días. Cuando estoy en mi País, Letonia, con tantos no creyentes, me desaliento pero cuando estoy con los creyentes que rezan adquiero nuevamente la confianza en que la misión del Señor puede ser cumplida. Aquello que se me pide a mí y a mi pueblo es compartir unos pocos peces y algunos panes con los otros. En Letonia estamos agradecidos a las Iglesias de Europa occidental por su sostén espiritual y material. Sin vuestra ayuda no podemos lograrlo. Os agradecemos con una oración.

[00117-04.05] [in085] [Texto original: inglés]


S. Em. Card. Bernardin GANTIN, Decano del Colegio Cardenalicio.

El declinar de la práctica religiosa, seguido ahora también por el retroceso de la fe en las viejas comunidades cristianas de Europa, es, ante todo, una preocupación para los pastores y los fieles de este continente. Pero es también, como tiene que serlo para el pueblo de Dios que quiere ser una gran Familia, un anhelo e incluso una preocupación por la Iglesia universal. Europa, más allá de lo que se pudiera decir, en el ámbito de la historia ha recibido y dado mucho y no se le puede pedir más. A pesar de la disminución del sentido espiritual y de la dimensión metafísica en su visión de las cosas humanas, Europa sigue siendo, con su potencia económica, su creatividad intelectual y tecnológica y su preocupación por la protección y promoción de la libertad, un centro importante del despertar de las conciencias. Ella ocupa, por lo tanto, un lugar importante en el centro de la mundialización de la que tanto se habla en la actualidad y en el devenir de la fe cristiana. Diversos pastores que conocen mejor que nosotros las múltiples fuentes de los males que corroen este continente, tan generoso como dominador, las han indicado ya con maravillosa perspicacia. Queremos decir, simplemente, desde nuestra modesta posición, que, a pesar de que hoy se constata un desplazamiento demográfico de las comunidades cristianas de Europa hacia otros continentes, esta última tiene aún una gran responsabilidad misionera. Es necesario convencerse de ello. La fuerza del Espíritu de Dios se manifiesta siempre en nuestra debilidad, es decir, en nuestra pobreza, estimulando nuestra buena voluntad.

Sabemos el motivo por el que las antiguas Iglesias cristianas, como comunidades y como estructuras materiales, han sido consideradas y buscadas frecuentemente como un refugio y un sostén para tantos emigrantes víctimas del desconcierto. Sabemos también que han sabido organizar un contexto y una apertura para favorecer el servicio, la acogida y el diálogo. No ha sido siempre fácil a causa de la crisis que producía sospechas y fenómenos de rechazo y a veces, lamentablemente, de desprecio. Sentimos el deber de mostrar nuestro agradecimiento y de dar gracias en este lugar por cuanto se ha hecho y sigue haciéndose, aunque muchas veces no haya sido difundido.

Entre las preocupaciones de la Nueva Evangelización que quiere hacerse cargo, en las sociedades avanzadas, de los delicados problemas de la postmodernidad, se encuentra la de abrirse a las dificultades morales y espirituales de los intelectuales y de los estudiantes africanos que vienen a buscar el saber, la competencia y a completar sus conocimientos en Europa. Sus países de origen necesitan, sin duda, de su dominio en las cosas relativas al mundo moderno, pero de ellos se espera también un suplemento de alma. Es esto lo que necesita África para vencer su malestar actual.

Apoyar, respetando por supuesto la libertad de cada uno, la formación completa de las élites africanas será muy importante para el desarrollo de un continente que ha puesto muchas de sus expectativas en los grupos dirigentes. Consideramos que este apostolado es uno de los lugares de organización para una pastoral misionera solidaria, según la eclesiología inaugurada por el Concilio Vaticano II. Tal como había subrayado el Papa Juan Pablo II en su Carta Encíclica Redemptoris Missio (n. 82), quizás sería necesario revisar, en estos ámbitos, una cooperación misionera más dinámica y más abierta a nuestras riquezas complementarias para hacer frente a los nuevos desafíos que se nos presentan. Esta cooperación parece ser aún más necesaria porque es evidente que la cultura materialista y consumista, difundida por la Europa de la era tecnológica, y que ha eliminado casi completamente toda trascendencia, no puede ser propuesta como una alternativa a la pobreza que sigue empujando a África hacia la marginación. El don de la fe que se nos ha hecho y que es nuestra riqueza compartida, nos impulsa a abrir horizontes comunes para enriquecer nuestras diferencias específicas. Estas últimas no pueden estar por encima de nuestra Misión Común, en un momento en el cual el ascenso de los nacionalismos es inquietante. Se cuestiona el futuro del Hombre y de su salvación en Jesucristo. Los pueblos cristianos de África, aún en la pobreza actual, tienen mucho interés en poder compartir aquello que han recibido. El poder valerse de su vitalidad aún un poco borrosa pero llena de promesas, es una ocasión para la Iglesia universal. Es la gracia de la frescura. Es necesario saber sacarle provecho ya que las jóvenes comunidades cristianas también quieren ser, desde ahora, misioneras según la Tradición de dos mil años de la Iglesia.

¿Sería inoportuno, en este momento, pediros que colaborásemos juntos para así marchar unidos, iluminados por el Amor y por la Luz que une los pueblos procedentes del Norte y del Sur, del Oriente y del Occidente, hacia la Nueva Jerusalén? Por ello nos atrevemos a afirmar: he aquí el momento favorable para construir una auténtica civilización de lo Universal, según la esperanza que nutre la fe cristiana. Será, como le gustaba decir a uno de nuestros hombres de Estado más brillantes, el Presidente Senghor, un encuentro para dar y recibir.

[00118-04.04] [in086] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Nikolaos FÓSCOLOS, Arzobispo de Atenas.

Como San Pablo después del discurso en el Aerópago de Atenas (donde no tuvo un gran suceso) dirigiéndose luego a Corinto, predicó: "Jesucristo es el crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los griegos pero, para aquellos que han sido llamados, Cristo es potencia de Dios y sabiduría de Dios". También los nuevos predicadores de la Iglesia convirtiéndose en verdaderos imitadores de Pablo, deben, con la parresia del Espíritu, predicar la verdad misma sin medios términos.

Hoy Europa necesita una Iglesia más ágil que, dejando de lado ciertos residuos superfluos de los siglos pasados y conservada intacta su doctrina y moral, hable sobre todo a la juventud sin equívocos, sin imponerle al mundo moderno "más de lo necesario" como habían hecho los Apóstoles reunidos en Jerusalén. De esta manera, el viejo Continente podrá encontrar nuevamente la alegría y la esperanza en Jesucristo.

[00119-04.04] [in087] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Tadeusz GOCLOWSKI, Arzobispo de Gdansk.

1. Cristo, mediante el misterio de la Encarnación, ha compartido plenamente la vida del hombre, con excepción del pecado. Sobre todo compartía la vida del hombre del trabajo. Era el Hijo del Carpintero y ha llamados obreros a sus apóstoles. Las parábolas evangélicas han sido tomadas de la vida de los hombres del trabajo.

2. El Jubileo del 2000 que se aproxima, induce la Iglesia a la reflexión sobre el siglo que se acaba, en especial sobre los acontecimientos a caballo entre los siglos XIX y XX. Este siglo ha estado dominado por la "cuestión obrera". León XIII y Juan Pablo II son los papas que han suscitado la cuestión social en la vida de la Iglesia y del mundo. La advertencia, el diagnóstico que se encuentra en Rerum Novarum ha sido confirmado en la vida de Europa, especialmente cuando la reflexión teórica marxista tomó su forma práctica en el sistema comunista. Parecer ser que la enseñanza papal tenía, por desgracia, demasiada poca resonancia en la vida de la Iglesia Universal y, en particular, en el trabajo de los presbíteros.

3. Los problemas obreros de finales del siglo XIX y los de finales del siglo XX son casi los mismos: en ambos casos, el desarrollo técnico causa nuevos problemas, entre otros el del desempleo. A finales del siglo XX, no sólo hay que enfrentarse a los resultados de la revolución técnica (la electrónica sustituye a las personas, causa el desempleo y la necesidad de cambio en la especialización), sino que además hay que curar las heridas derivadas del sistema comunista.

4. El mundo del trabajo no es indiferente al sistema de los valores cristianos. En la base de Solidarnosc permanecía un fuerte vínculo con la Iglesia. Juan Pablo II hablaba de ello en Gdansk, la ciudad de Solidarnosc, dos años antes de los memorables acontecimientos de 1989.

5. El mundo del trabajo está abierto a la labor de la nueva evangelización, porque está abierto a las leyes del hombre defendidas por la Iglesia.

6. Necesitamos testimonios de Cristo - de apóstoles laicos, pero también de sacerdotes; no como sindicalistas, sino como anunciadores del Evangelio que respeten la autonomía y la independencia del estado y de la Iglesia, con la plena cooperación para el bien del hombre y de la sociedad.

7. Cristo es la esperanza para el mundo del trabajo: es el Camino, la Verdad y la Vida.

[00120-04.06] [IN088] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Marin SRAKIC, Obispo de Djakovo.

En el "Instrumentum laboris", n. 60 está escrito: "Entre los requisitos importantes para una obra evangelizadora real, hay que incluir desde luego el camino ecuménico... la unidad de los creyentes en Cristo sería una oportunidad fundamental para darle un nuevo impulso a la fe y a su incidencia en el entramado cultural y social" (Cfr. Instrumentum laboris, n. 60)..

Vengo de la República de Croacia, no de los Balcanes, como muchos prefieren decir. Vosotros, queridísimos hermanos, habéis sabido de la guerra contra mi país. Muchos hombres del mundo político, e incluso en alguna ocasión los hombres de la Iglesia, dijeron que el conflicto en Croacia era una "guerra de religiones". En realidad, no se trató de una guerra religiosa. Pero quienes dirigían la guerra saqueaban y destruían las iglesias y otros edificios religiosos, para borrar cualquier señal y raíz de un pueblo.

Querría decir algo de nuestra experiencia del ecumenismo. Cuando en 1991 surgieron las tensiones entre las Repúblicas yugoslavas, nosotros, los obispos de la Iglesia Católica de la Conferencia episcopal y los obispos de la Iglesia Ortodoxa Serbia, tuvimos dos encuentros con oraciones, entrevistas y declaraciones de carácter pacífico. Durante la guerra estos encuentros fueron difíciles, sobre todo porque los obispos y casi todos los sacerdotes ortodoxos que tienen su sedes en Croacia abandonaron a sus fieles, porque algunos obispos ortodoxos se declararon favorables a esta agresión y porque algunos párrocos ortodoxos colaboraron activamente con el agresor. Pero a través de las CCEE y KEK, hemos llevado a cabo algunos encuentros fuera de los confines de Croacia y de Bosnia y Herzegovina. Después de la guerra una Comisión mixta de las dos Iglesias (católica y ortodoxa) organiza los encuentros...

El diálogo ecuménico no se hace sólo entre los obispos, sino también a nivel parroquial. Durante la guerra en las parroquias católicas se organizaron algunas actividades caritativas para ayudar a los prófugos y a los exiliados, y no se miró si eran católicos, ortodoxos o musulmanes. Por desgracia no se puede decir lo mismo de la parte ortodoxa. Después de la guerra los sacerdotes de ambas Iglesias pueden encontrarse en las escuelas durante la enseñanza de la religión.

Nuestra Iglesia procura sensibilizar también a los fieles en el espíritu ecuménico. Pero sentimos que ésta es una tarea difícil, ya que la gente ha sufrido tanto con los serbios que los ha echado de sus casas. Se necesita tiempo para curar las heridas de guerra. Por ello se están organizando seminarios y encuentros de estudio para los representantes de las diversas instituciones humanitarias y caritativas, como Cáritas, Cruz Roja, Institutos para exiliados, también para los párrocos que regresan a las parroquias destruidas, con el objeto de ayudar a la gente a superar el espíritu de venganza y odio. En este sentido estamos construyendo un Centro ecuménico para los jóvenes.

Somos conscientes de que el proceso de la reconciliación, del perdón mutuo es un proceso duro y largo, pero necesario. Hasta ahora hemos dado algunos pequeños-grandes pasos hacia adelante. Para nosotros la sensibilidad ecuménica no es fácil, pero tampoco imposible. Es más, se necesita como la más importante condición para la credibilidad de nuestra evangelización. Pertenece al mandamiento recibido por Jesucristo viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa. Esto es lo que intentamos llevar a cabo "spe et labore", y como dijo un caballero nuestro de la Edad Media: "dum spiro, spero", lo que para nosotros, en la Iglesia, equivale a: "dum spiramus - speramus". Dixi.

[00121-04.04] [in089] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Amédée GRAB, O.S.B., Obispo de Chur.

A pesar de la diversidad de las situaciones nacionales y, en el interior de un país como Suiza, de las diócesis, todos necesitamos ser tranquilizados en la esperanza.

La única esperanza es Cristo. Pero el Sínodo nos invita a verlo vivo en su Iglesia. Por lo tanto, también la Iglesia debe convertirse, en este mundo, en signo y fuente de esperanza.

Para ello, el Sínodo debe impulsar

- la formación cristiana a todos los niveles;

- la celebración de la liturgia;

- la apertura real, hecha de cercanía y de simpatía hacia todos, especialmente los más pobres. Tenemos que apartarnos de la preocupación casi exclusiva de los problemas internos, para hacernos instrumentos humildes de la unidad deseada por el Señor. Escuchar mejor, hablar menos.

El Sínodo sabrá dar las gracias a los colaboradores presbíteros y diáconos. Que anime verdaderamente a los operadores pastorales laicos, hombres y mujeres; que estudie el porvenir de los servicios eclesiásticos y que recuerde con cuanta insistencia el Santo Padre ha subrayado la dignidad y la función de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

[00122-04.04] [IN090] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Viktor Josef DAMMERTZ, O.S.B., Obispo de Augsburgo.

El éxito de la nueva evangelización de Europa depende de forma considerable de las personas que deben poner en práctica dicho programa. Que son, además de los laicos y otros agentes de pastoral, sobre todo los sacerdotes. De aquí surge la pregunta: ¿Qué tipo de exigencias plantea la nueva evangelización de Europa a la vida y al servicio de los sacerdotes, a su preparación y a la formación permanente? Con este objeto desearía hacer algunas observaciones:

1. Los sacerdotes deben tener clara conciencia de su identidad y también necesitan de un nuevo entusiasmo para su misión.

2. Frente a tareas que se han vuelto más difíciles y vastas, muchos sacerdotes consideran que se les exige demasiado; se desaniman y se resignan. Necesitan compañeros de viaje que los ayuden e infundan valor y también necesitan estar acompañados.

1. Saber que aquel que obra verdaderamente en la pastoral es Cristo libera de la preocupación.

2. Es necesario encontrar nuevamente la unidad de la vida interior (cf. Pastores dabo vobis, n. 23) recuperando las Sagradas Escrituras y celebrando dignamente la liturgia.

3. El sacerdote, sobre todo el párroco, está llamado, hoy más que nunca, al servicio de la unidad.

4. La nueva evangelización exige un nuevo celo misionero y un profundo interés hacia las dudas y los dramas de tantas personas en dificultad.

5. Los sacerdotes dependen del apoyo de la fe, de la vida cristiana y de las oraciones de sus comunidades.