Synodus Episcoporum 7 - 4.10.1999

CUARTA CONGREGACIÓN GENERAL
(LUNES 4 DE OCTUBRE DE 1999 - POR LA MAÑANA)

 

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DELEGADO

INTERVENCIÓN DEL SECRETARIO GENERAL

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

A las 09:00 horas de hoy, lunes 4 de octubre de 1999, festividad de San Francisco de Asís, Fundador de la Orden Franciscana, Patrón de Italia, en presencia del Santo Padre, con el canto de la Hora Tercera, ha tenido lugar la Cuarta Congregación General para la continuación de las intervenciones de los Padres Sinodales en el Aula sobre el tema sinodal Jesucristo, Viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa. Presidente Delegado de turno S. Em. el Cardenal. Paul POUPARD, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.

En la apertura de esta Congregación General han intervenido respectivamente el Presidente Delegado de turno y el Secretario General, con ocasión de la fiesta de hoy.

A esta Congregación General, que se ha concluido a las 12:30 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 168 Padres.

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DELEGADO

En la apertura de la Cuarta Congregación General el Presidente Delegado de turno ha felicitado a los Padres sinodales cuyo onomástico coincidía con la festividad del día:

Hoy, en la fiesta de San Francisco, hacemos nuestros augurios más gratos a quienes llevan ese nombre, en primer lugar al Presidente Delegado S.E.R. Cardenal Francisco Macharski.

Por ello, a los Eminentísimos, Excelentísimos, Reverendos y Señores:

S. Em. Card. Francis ARINZE, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso

S. Em. Card. James Francis STAFFORD, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

S.E.R. Franc PERKO, Arzobispo de Belgrado

S.E.R. Mons. Franc RODÉ, C.M., Arzobispo de Ljubljana

S.E.R. Mons. Roger Francis Crispian HOLLIS, Obispo de Portsmouth

S.E.R. Mons. Franc KRAMBERGER, Obispo de Maribor

S.E.R. Mons. Francesco MARCHISANO, Arzobispo titular de Populonia y Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia (Ciudad del Vaticano)

S.E.R. Mons. Francisco ALVAREZ MARTÍNEZ, Arzobispo de Toledo (España)

Rev. P. Gianfranco Agostino GARDIN, O.F.M. Conv., Ministro General de la Orden de los Frailes Menores Conventuales

Sr. Francisco José GOMEZ ARGÜELLO WIRTZ, Co-fundador del "Camino Neo-Catecumenal" (España)

y a todos los franciscanos aquí presentes, "paz y bien" por parte de todos nosotros.

[00052-04.02] [nnnnn] [Texto original: latino]


INTERVENCIÓN DEL SECRETARIO GENERAL

A continuación, el Secretario General del Sínodo de los Obispos, S. Em. el Cardenal Jan Pieter SCHOTTE, C.I.C.M. ha pronunciado el siguiente saludo:

Hoy, en la Fiesta de San Francisco, es oportuno recordar un acontecimiento especial. Con ocasión de la Novena Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en 1994, en donde se habló de la vida consagrada, en la Ciudad del Vaticano fue inaugurado, por la solícita voluntad de nuestro Papa Juan Pablo II, un monasterio de monjas, concedido finalmente a las monjas locales de diversas órdenes contemplativas que desde hace cinco años viven allí.

Hace cinco años, por lo tanto, llegaron ocho monjas de Santa Clara de Asís, Clarisas, que, gracias a este instituto, han vivido continuamente hasta ahora junto a nuestro lado, no lejos de este Aula. Ellas han rezado y continúan rezando por nosotros, y siguen nuestros trabajos con atención. Su misma superiora ha participado en la Novena Asamblea General Ordinaria sobre la vida consagrada.

En este mes de octubre, vencido el plazo, volverán a sus monasterios, repartidos en seis diferentes naciones del mundo. Después de las Clarisas, el día 11 de este mes de octubre, vendrán las monjas Carmelitas.

Nosotros compartimos la alegría de la solemnidad de hoy tan cercana a ellas y renovamos nuestra bendición y las gracias más abundantes para el testimonio de su vocación y para las fraternas y perseverantes oraciones ofrecidas copiosamente también por el Sínodo.

[00053-04.05] [nnnnn] [Texto original: latino]


INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Después, han intervenido los siguientes Padres:

S.E.R. Mons. István SEREGÉLY, Arzobispo de Eger

S.E.R. Mons. Javier ECHEVARRÍA RODRÍGUEZ, Obispo titular de Cilibia y Prelado de la Prelatura Personal del Opus Dei

S.E.R. Mons. Fernand FRANCK, Arzobispo de Luxemburgo (Luxemburgo)

S.E.R. Mons. Josef HOMEYER, Obispo de Hildesheim

S. Em. Card. Adrianus Johannes SIMONIS, Arzobispo de Utrecht

S.E.R. Mons. Adam LEPA, Obispo titular de Regiana y Auxiliar de ód

S.E.R. Christo PROYKOV, Obispo titular de Briula, Exarca Apostólico de los Católicos de Rito Bizantino-Eslavo en Bulgaria

S.E.R. Mons. Emile MARCUS, P.S.S., Arzobispo de Toulouse (Francia)

S.E.R. Mons. Lucien DALOZ, Arzobispo de Besançon

S.E.R. Mons. Keith Michael Patrick O'BRIEN, Arzobispo de Saint Andrews y Edimburgo

S. Em. Card. Thomas Joseph WINNING, Arzobispo de Glasgow

S. Em. Card. Dionigi TETTAMANZI, Arzobispo de Génova.

S.E.R. Mons. Patrick Joseph WALSH, Obispo de Down and Connor

S.E.R. Mons. Józef Mirosùaw ÝYCIÑSKI, Arzobispo de Lublin (Polonia)

S.E.R. Mons. György-Miklós JAKUBÍNYI, Arzobispo de Alba Julia (Rumania)

Rev. P. Merino Aquilino BOCOS, C.M.F., Superior General de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María

Rev. P. Maciej ZIEBA, O.P., Superior Provincial de la Orden de los Frailes Predicadores en Polonia (Polonia)

S.E.R. Mons. Bellino GHIRARD, Obispo de Rodez

Damos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. István SEREGÉLY, Arzobispo de Eger.

Después del ocaso del comunismo, en la euforia de la liberación, toda la sociedad hacía votos para la realización del paraíso terrestre prometido por la ideología marxista. Naturalmente, esta espera se mostró inútil, por lo tanto la Iglesia, con su empeñada minoría, permaneció nuevamente sola. Será necesario mucho esfuerzo para lograr una renovación en una sociedad oprimida por falsas cogniciones religiosas, no obstante la libertad religiosa haya sido plenamente garantizada por la ley,

Quisiera subrayar tres aspectos.

1. Cuando observamos situaciones favorables, siempre está presente una liturgia católica permanente, regular y al alcance de todos, con un creciente número de participantes. Por esta razón, os quiero pedir que la liturgia sea una tarea substancial en razón de la anhelada nueva evangelización. La razón: la Iglesia es un organismo comunitario, no sólo de hombres, sino que es una comunidad junto a Dios. Y esto se comprende ante todo en la liturgia aprobada por la Iglesia.

2. Existe, en nuestra sociedad en vías de transformación, una gran ignorancia en materia religiosa. En una sociedad que se formó predominantemente en base a las ciencias naturales, debemos encontrar una terminología flexible para dar a conocer el Evangelio.

Ya que el mundo alcanzará su realización en Cristo, en el tiempo del nuevo cielo y de la nueva tierra, debemos dar luces a la gente acerca de la conocida y actual teoría de la evolución del mundo a fin de que, en beneficio proprio, se pueda buscar la propia realización personal en Cristo.

3. Vivimos en el orden de la salvación. Después de la caída del hombre, no podemos alcanzar realización alguna a través de leyes físicas, biológicas o morales, sino sólo a través de la misericordia de Dios, que ha donado su Hijo al mundo para nuestra salvación. Ésta es la auténtica Buena Nueva. La condición de la misericordia del hombre, sin embargo, hoy exige también una seria conversión, que es posible aún en el último instante de vida. Sería una verdadera tragedia si alguno de nosotros no pudiese escuchar el anuncio de la buena nueva. Jesucristo Salvador sigue siendo nuestra esperanza.

[00043-04050] [in028] [Texto original: alemán]


S.E.R. Mons. Javier ECHEVARRÍA RODRÍGUEZ, Obispo titular de Cilibia y Prelado de la Prelatura Personal del Opus Dei.

"Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios" (Jn 6,68). Este gran mensaje de fe y esperanza hemos de hacerlo presente hoy dia, con renovada fuerza, ante todos los hombres y todas las mujeres que habitan las tierras de Europa. Para eso, la Iglesia debe ofrecer ante todo un nítido ejemplo de comunión plena en la fe, en el culto y en la disciplina.

Como ha subrayado con fuerza y claridad la Relatio Generalis, sólo desde una fe y una moral. aceptadas sin reservas, se puede emprender la nueva evangelización que está esperando nuestro continente. En consecuencia, se hace cada vez mayor nuestra responsabilidad pastoral en relación a la credibilidad de la Iglesia, en la que han de brillar aquellas cualidades teológicas innatas e inamisibles, que expresan su íntima condición sacramental: la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad.

La unidad de la Iglesia requiere que sean manifiestos los vínculos de comunión; es decir, la profesión de una misma fe, la celebración común de los sacramentos, y la sucesión apostólica por medio del sacramento del Orden. La evidencia de unidad sin sombras en cada Iglesia local, de las Iglesias locales entre sí, y de todas ellas con la Iglesia de Roma, atrae a las personas de buena voluntad y promueve una unidad aún más intensa. Es también cierto, por desgracia, lo contrario, y eso debe estimular nuestro sentido de responsabilidad.

La santidad de la Iglesia debe manifestarse en su decidido combate contra el pecado personal y sus consecuencias individuales y sociales. Tiene una gran importancia pastoral ayudar a los fieles en esa lucha, pues si se debilita en su conciencia el sentido del pecado queda debilitado también el entero testimonio evangelizador de la Iglesia ante la sociedad. Debe darse, pues, un relieve especial a la pastoral del sacramento de la Penitencia.

La catolicidad y la apostolicidad de la Iglesia, que dicen evidente referencia a la extensión de la misión de la Iglesia y a su radicación en la sucesión apostólica, deben manifestarse también como "romanidad" -si me es permitido expresarlo así-, entendida ésta como un profundo sentido re orientación y de respetuosa atención hacia la Sede de Pedro. Cuanto más se advierta esa "romanidad" en la existencia cotidiana de los Pastores y de los demás fieles, tanto más eficaz será nuestra contribución a la edificación de la Iglesia en Europa y, desde Europa, en el mundo entero.

[00044-04.04] [in029] [Texto original: castellano]


S.E.R. Mons. Fernand FRANCK, Arzobispo de Luxemburgo (Luxemburgo).

1. La emigración en el contexto de la globalización

Por efecto de la globalización, E en nuestro planeta, Europa constituye uno de los polos de atracción. Ella debe resistir la tentación de cerrarse en sí misma y asumir la responsabilidad de su historia, proponiendo una real colaboración con los países menos favorecidos.

La Iglesia católica ha marcado profundamente a Europa. Es necesario ofrecer una contribución particular al desarrollo de nuestras sociedades multiculturales y multireligiosas junto a las Iglesias hermanas y a los representantes de otras religiones.

2. La presencia de los emigrantes como ocasión para la catolicidad:

Los inmigrantes nos piden el reconocimiento del otro, creado a imagen de Dios, como hermanos y hermanas, similares y a la vez diferentes, como así también la defensa de la dignidad y de los derechos inalienables de todas las personas.

Los creyentes están llamados por la palabra del Dios viviente a vivir la catolicidad, a imagen de Dios, Uno y Trino. La pluralidad representa la esencia misma de la catolicidad: unidad en la diversidad, unidas por un profundo vínculo de amor.

Los emigrantes son miembros plenos de la Iglesia del país que los acoge. Manejar la diversidad de lenguas y tradiciones de los creyentes y agentes pastorales es el desafío que se le presenta continuamente para superar la Babel y vivir el Pentecostés.

La unidad se construye sobre la identificación de bases comunes, con el fin de que la diversidad pueda desarrollarse como complementariedad entre creyentes de una misma fe y entre creyentes de religiones diferentes.

3. Camino y meta

Debemos estar abiertos a la obra del Espíritu Santo en su Iglesia, en las comunidades y en los movimientos para poder discernir y valorizar estos carismas, reforzarlos y darlos a conocer. Esto nos permitirá vivir la unidad en la diversidad y aportar nuestra piedra a la construcción de Europa y por el bien de toda la humanidad.

[00045-04.04] [in030] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Josef HOMEYER, Obispo de Hildesheim.

Debemos liberarnos de una praxis de fe objetivamente individualista, que no toma en consideración el hecho que nosotros somos una comunidad (communio) fundada en el Bautismo y la Eucaristía. Debemos liberarnos de una praxis de fe objetivamente apolítica, que no se da cuenta que el Espíritu Santo de Dios renovará el rostro de la tierra, así como las estructuras de la sociedad, de la economía y de la política. Espero que este Sínodo pueda comenzar, a partir de nosotros mismos y de las Iglesias locales confiadas a nosotros, una adecuada conversión e indicar las formas concretas para alcanzarlos.

[00046-04.03] [ino31] [Texto original: alemán]


S. Em. Card. Adrianus Johannes SIMONIS, Arzobispo de Utrecht.

La Iglesia en Europa vive el desafío de volver a descubrir y encontrar de nuevo a Jesucristo. André Malraux dijo una vez: "ya no hay algún ideal por el que podremos sacrificarnos, a causa de nuestra incapacidad para conocer la verdad". Este autor describió el clima de desilusión actual. La humanidad está viviendo contemporáneamente con muchas "verdades", como resultado de la arrogancia para dominar la realidad de manera absoluta, aunque no conozca más esa verdad. Se pretende ser capaz de decidir qué es posible y qué no lo es. La relación con el Misterio como fundamento de la realidad ha sido cercenada. Por lo tanto, ya que la realidad y la naturaleza del hombre son incomprensibles, el mundo se ha vuelto un "juego" y el estado parecer ser la única, aunque sofocante, defensa para la sociedad.

Actualmente la Iglesia es una minoría. Sólo pocos saben quién es Jesucristo y cómo encontrarlo. También la Iglesia está influenciada por la mentalidad dominante, corriendo el riesgo de reducir el Evangelio a una repetición de palabras o a un llamamiento moral, que, sin embargo, no da las respuestas necesarias para el mundo que vive en confusión. La fe cristiana consiste esencialmente en un encuentro con Jesucristo viviente. La Iglesia está invitada a encontrarlo con la misma alegría del principio. Su presencia sale al encuentro de los deseos de nuestro corazón y de nuestros pensamientos y transformará nuestras conciencias y nuestra ética.

Quisiera poner el acento en el significado de los nuevos movimientos eclesiales. En comunión con la jerarquía, tales movimientos comparten una experiencia positiva del amor Cristiano, alcanzando espacios en los cuales el conocimiento de la fe está ausente y dando testimonio de una nueva civilización en una sociedad desorientada, a través de sus actividades.

[00047-04.05] [in032] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Adam LEPA, Obispo titular de Regiana y Auxiliar de ód.

El Instrumentum Laboris subraya, entre otras cosas, (especialmente en el art. 79) que la eficacia de la acción evangelizadora en el continente europeo es, en gran medida, el resultado de los medios de comunicación social. Parece ser, por lo tanto, que sería necesario satisfacer tres postulados importantes para multiplicar la fuerza evangelizadora de tales medios:

1. Como consecuencia, los laicos comprometidos deben realizar primeramente la tarea de evangelización, a través de esos medios de comunicación.

2. Los medios de comunicación católicos deben convertirse en una ocasión de evangelización y no sólo en el medio de la evangelización (entre otras cosas para testimoniar la fe).

3. Los mismos periodistas de los medios de comunicación católicos deben estar convencidos de que la acción sobre la opinión pública en el ámbito de la Iglesia, su doctrina, su misión y su verdadera imagen en la sociedad, constituye el medio más importante de la evangelización.

Todos los fieles laicos están llamados a actuar sobre la opinión pública en todas sus relaciones sociales. Pueden satisfacer este deber haciendo fructificar el "método de la levadura" del cual habla el Instrumentum laboris. Este método se hace aún más eficaz considerando que los numerosos mitos, que obstaculizan la evangelización en el continente europeo, son elaborados sobre la base de la "propaganda exagerada", sobre todo en los países ex-comunistas. El conocimiento profesional acerca de la opinión pública debe ser aplicado a los fieles laicos, en el cuadro de la educación para los medios de comunicación y en todos los niveles de catequización (cf. IL, 58).

Todas estas actitudes y medios de acción pueden ayudar a la Iglesia a proclamar el Evangelio de la esperanza en el continente europeo.

[00048-04.04] [in033] [Texto original: francés]


S.E.R. Christo PROYKOV, Obispo titular de Briula, Exarca Apostólico de los Católicos de Rito Bizantino-Eslavo en Bulgaria.

La situación actual de la Iglesia Católica en Bulgaria

En base a la gran experiencia del martirio de nuestros predecesores, guardamos el futuro con esperanza.

Hago presente nuestra gratitud hacia las otras iglesias de Europa que han contribuido a la recuperación de la vida espiritual.

Es Bulgaria un factor de estabilidad en la región de los Balcanes, por cuanto no ha sido contagiada del bacilo del nacionalismo.

En la zona de los Balcanes, en particular en Bulgaria, se encuentran el Oriente y el Occidente, los Ortodoxos y los Católicos.

En la actualidad, nos damos cuenta que las cosas que nos unen son más que las que nos dividen porque es la misma la raíz cristiana de nuestra fe. La raíz que está en la base de la historia europea.

En Emaús los dos discípulos vuelven con una nueva fe y esperanza. También nosotros, de Oriente y Occidente, estamos llamados a descubrir cuál es la esperanza para el nuevo milenio.

[00049-04.03] [ino34] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Emile MARCUS, P.S.S., Arzobispo de Toulouse (Francia).

Se propone a la Asamblea sinodal, poner la misión de la Iglesia en Europa en relación con su misión en el mundo entero. Si la Iglesia en Europa se preocupa solamente de su vitalidad, como si solo se tratase de su propia vitalidad espiritual, tendrá dificultades para ser creativa. Por lo tanto, se necesita que lo sea, tanto para vivir más intensamente la fe como para poderla proponer; y más aún, "para asegurar los fundamentos espirituales y éticos, en vista de la unificación económica y política del Continente". Un Sínodo que buscase solamente ser espejo de Europa sería desastroso.

La Iglesia debe hacer conocer a Jesucristo en Europa como Él que salva el mundo entero.

Desde este punto de vista, el Sínodo que llevamos adelante, se beneficia por ser el último de la serie de sínodos continentales. Prestarle atención a lo que, sucesivamente, los Obispos han vivido en los últimos diez años en Europa (ya en 1991), Africa, las dos Américas, Asia y Oceanía, es la mejor garantía para trabajar en la perspectiva de una Europa abierta a la solidaridad universal.

[00050-04.02] [ino35] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Lucien DALOZ, Arzobispo de Besançon.

1. Una mirada de fe y esperanza:

Actualmente muchos hombres y mujeres trabajan para el progreso de una Europa en la cual las estructuras económicas, las relaciones sociales, los valores culturales y espirituales sean garantes de la paz en la justicia por los pueblos, las minorías, las personas. Es necesario que nuestro Sínodo exprese su estima y su aliento hacia todos aquellos, cristianos o no, comprometidos con mucho ánimo en la construcción de una Europa de este tipo. Es un reconocimiento de la acción del Espíritu del Señor que impregna el universo, una mirada de fe y una palabra de esperanza de la Iglesia sobre este "signo de nuestro tiempo". Este reconocimiento por parte del Sínodo constituirá también un estímulo para la opinión pública y para todos los católicos, que dará una mirada positiva y ofrecerá una efectiva cooperación en la construcción de Europa.

2. Un servicio específico:

En la misma óptica, en lo que concierne al futuro de Europa, es importante afirmar nuevamente y con fuerza, la voluntad de la Iglesia católica de ofrecer su contribución, en un espíritu de servicio, en un esfuerzo común a todos los Europeos. Muchos no comparten nuestra fe. Otros sospechan una voluntad de poder, por parte de la Iglesia. Hay quienes piensan que ésta no tenga ya nada que ofrecer al mundo de hoy, encerrada en un pasado definitivamente obsoleto. Numerosos son aún, quienes esperan de la Iglesia y de los cristianos una palabra y un compromiso. ¡Nosotros compartimos los problemas de todos y no tenemos una respuesta a todo! Si estamos convencidos de que Jesucristo es el único Salvador y la esperanza de todos, sabemos que no vino ni para dominar ni para condenar sino para servir. El mejor servicio que pueden hacer los cristianos es su fidelidad a Jesucristo, el testimonio, con su vida y su palabra, de la fecundidad del Evangelio. Sin querer imponerlo a nadie, ¿el papel de las Iglesias y de las religiones no es quizás el de garantizar los puntos de referencia y los valores de una sociedad, como "base de trascendencia" sobre la cual apoyarse?

[00051-04.04] [in036] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Keith Michael Patrick O'BRIEN, Arzobispo de Saint Andrews y Edimburgo.

Parece haber un cierto pesimismo en relación a esta segunda Asamblea de Europa. En 1990 Su Santidad declaró: "Ha nacido una gran esperanza de libertad, responsabilidad, solidaridad y espiritualidad". Algunos años después, agregó: "No podríamos quizás decir que, después de la caída de un muro, el visible, hemos descubierto otro invisible: el que existe en los corazones de la gente": En el Instrumentum Laboris está escrito que "la situación en Europa puede describirse como una unidad en peligro".

En este Sínodo, tenemos que estudiar de qué forma podemos reunir Europa del Oeste y del Este y cómo ayudar a la Iglesia en el Oeste y el Este a trabajar juntas de un modo más eficiente.

Ha habido a menudo un "intercambio de dones" efectivo a nivel sacerdotal. En mi Diócesis hemos recibido el don de muchos sacerdotes de Irlanda, al mismo tiempo que enviábamos sacerdotes diocesanos como sacerdotes "Fidei Donum" a Nigeria. En este momento, estamos enviando sacerdotes a El Salvador y México, mientras recibimos sacerdotes de Gozo y Polonia.

Con un laicado más preparado, quizás este "intercambio de dones" pueda ser extendido ulteriormente. Nuestro fieles laicos están mejor educados en los caminos de la Fe que en las generaciones anteriores. Muchos países valoran sus sistemas escolares católicos, mientras aumentan las redes que permiten continuar la Educación y Formación de los Adultos con Programas Pastorales diocesanos efectivos.

Debe aumentar la cooperación entre los Obispos, los sacerdotes, los religiosas/as y fieles laicos a través de las fronteras nacionales y en el interior de Europa. Como declaró el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium, nº 33: "Los laicos, sin embargo, están llamados, particularmente, a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra, si no es a través de ellos". En la reciente beatificación de un laico, Joseph Tovini, Juan Pablo II declaró que Tovini "tuvo el coraje de traducir la inspiración del Espíritu Santo en trabajo, iniciativas e instituciones ... haciéndolo en un tiempo durante el cual los católicos estaban presionados a limitar su fe dentro de los muros de las Iglesias".

Cuando hablamos de intercambio de dones, esto debería también significar el don de nuestros Fieles Laicos, tanto aquellos que trabajan en el ámbito secular de su empleo ordinario y los que están comprometidos por la Iglesia en un apostolado específico. Ello tiene que servir de mutuo beneficio para todos en la construcción de la Iglesia en Europa.

[00054-04.04] [ino37] [Texto original: inglés]


S. Em. Card. Thomas Joseph WINNING, Arzobispo de Glasgow.

El desafío que la Iglesia tiene que afrontar es el de hacer renacer la esperanza que había florecido en Europa hace diez años. En la Evangelii nuntiandi, Pablo VI ha escrito: "La ruptura entre evangelio y cultura es, sin duda, el drama de nuestra época, como lo fue también de otras" (Cf. nº 20). Debemos trabajar con lo que ha quedado de la cultura cristiana en Europa para construir un futuro mejor. Una transformación espiritual de Europa podrá alcanzarse solamente renovando la familia, la cual es definida por las estadísticas como el bien más preciado para el 96% de los europeos. Como obispos debemos tener una opción preferencial por la familia. El bautismo representa sólo el inicio de un proceso de construcción de la fe que perdura a lo largo de toda la vida y los sacramentos se deben convertir en una oportunidad evangelizadora para los hogares, las parroquias y las escuelas. Ello exige un nuevo descubrimiento de las raíces religiosas en aquellas celebraciones que a veces son más sociales que religiosas. Cualquier proyecto de nueva evangelización debe fundarse en una auténtica espiritualidad, es decir, en la espiritualidad comunitaria del Vaticano II: la herencia bautismal de cada creyente, llamado a participar en la misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Concentrando nuestra atención en la renovación de la familia a través de la llamada universal a la santidad, podemos hacer muchos progresos para salvar la brecha entre fe y vida.

[00055-04.04] [in038] [Texto original: inglés]


S. Em. Card. Dionigi TETTAMANZI, Arzobispo de Génova.

Hay que individuar algunas líneas de fondo o directrices de marcha que puedan orientar el camino y la reflexión de nuestro Sínodo.

En este sentido, quiero indicar: a) el espíritu que nos debe animar; b) el corazón del problema europeo y c) algunas líneas de aplicación.

1. Llamados a hablar de esperanza y a dar de nuevo esperanza a una Europa que parece haberla perdida, nosotros debemos ser los primeros en hablar con esperanza. Es esta una condición esencial para estar en grado de decir una palabra de esperanza a la Europa de hoy, comunicando esperanza y confianza a los sacerdotes y a los fieles de nuestras Iglesias.

Esta actitud no nos debe cerrar los ojos ante las desilusiones, los riesgos y las preocupaciones. La esperanza, de hecho, implica también un profundo realismo, que nos debe dar la libertad y el valor de denunciar todo aspecto crítico o negativo, buscando sus causas. Pero este realismo, si es verdaderamente evangélico, no puede abandonarse a lamentos estériles o al pesimismo; frente a un panorama a veces desolador no es lícito decir - como le ocurrió al pueblo de Israel frente a los hueso áridos de los cuales habla el profeta Ezequiel - «se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros» (Ez 37, 11). No es lícito nutrir esta actitud porque el Señor - hoy como ayer - manda su Espíritu desde los cuatro vientos para soplar sobre lo que está muerto y árido para que reviva (cfr. Ez. 37, 9).

En otras palabras, el realismo cristiano que debe animar nuestro discernimiento no puede no estar abierto a un optimismo radical.

Es el optimismo que nace de la fe en presencia de Jesucristo, que no ha abandonado a la Iglesia y al hombre y que sigue mandando su Espíritu desde los cuatro vientos para que llegue y transforme a Europa en todos sus rincones. Es lo que ha ocurrido de forma continua durante estos dos mil años de historia. Y, también hoy, son muchos los signos de esta presencia operante y vivificante del Espíritu.

Es un optimismo que nace de la memoria: la historia de nuestro continente, de hecho, ha sido a menudo una historia atormentada a lo largo de los siglos, como también en este último siglo nuestro: el tormento que estamos atravesando no es ciertamente el primero y, quizás mirándolo bien, no es ni siquiera el más trágico. Bastaría pensar en la tragedia de los decenios de opresión totalitaria que una parte del continente ha tenido en este siglo: parecía ser algo sin ninguna salida y, en cambio, hace diez años se dio ese viraje extraordinario que ha cambiado la faz de Europa y del mundo.

La nuestra es y debe ser una actitud optimista porque sabemos que los grandes problemas que atraviesa la Europa de hoy son profundamente "ambivalentes": junto a aspectos muy críticos y negativos, que no pueden no preocuparnos, también hay potencialidades o verdaderos y propios elementos positivos que piden ser reconocidos, purificados, valorizados y desarrollados. Basta pensar, por ejemplo, en los procesos introducidos por los medios de comunicación social junto a la revolución "antropológica" que ello implica y al desarrollo tanto de una legislación y de un planteamiento "comunitario" de la vida social debido a la acción de las Instituciones europeas como al de la ciencia y de la técnica, sobre todo en campo biogenético.

En una palabra, nosotros podemos hablar "con" esperanza y hablar "de" esperanza, porque sabemos que el Señor está presente, también hoy, en la historia de Europa y en la Iglesia porque creemos que Él es el único salvador de cada hombre, también del hombre europeo de todos los tiempos. Nuestro hablar "con" esperanza y "de" esperanza es signo y fruto de esta fe. Y es justamente esta "confessio fidei" en el Señor de la historia lo que podemos y debemos ofrecer a la Europa de hoy.

2. En segundo lugar, desearía volver a recordar cuál es el corazón del problema pastoral en la Europa de hoy. El "desafío de los desafíos" para nosotros hoy en día - como está escrito con extrema claridad y fuerza en el Instrumentum laboris y como ya muchos han corroborado - es la fe en Jesucristo.

El problema primero y fundamental se refiere a nosotros cristianos y a nuestra fe: ¿hasta dónde somos "cristianos", es decir, hasta donde creemos en Jesucristo presente entre nosotros y para nosotros? El problema misionero más serio que tenemos no se refiere principalmente a los no cristianos y a los no bautizados; los mismos cristianos deben ser ayudados a creer más en el Señor Jesús. En la Europa de hoy, la prioridad no consiste tanto en el "bautizar a los convertidos" como en el "convertir a los bautizados".

De hecho, también entre muchos cristianos es grande la tentación de vivir "etsi Christus non daretur". Este es el escándalo del que a menudo somos responsables, porque este es el tropiezo más serio que nosotros le ponemos a la esperanza, a la confianza, a la juventud de Europa.

Vivir así se manifiesta a nivel cultural: la mentalidad y los juicios de muchos cristianos, efectivamente, no son de forma específica cristianos y evangélicos, si no que resultan más o menos "homologados" a la mentalidad y al juicio del "mundo". De aquí el desafío de una fe que lleve a la novedad y a la originalidad del pensar y del evaluar: se trata de pensar y juzgar "como Jesús" y según su Evangelio.

El vivir "etsi Christus non daretur" se manifiesta a nivel moral: el modo de actuar de los cristianos a menudo no es el de las bienaventuranzas y el de aquellos que viven el discipulado y la secuela de Jesús; mas bien aparece como "absorbido" por la costumbre dominante. De aquí el desafío de una fe que se manifiesta en la novedad y en la originalidad del vivir del cristiano. Pero ello es posible cuando el cristiano - animado de "fuerza" evangélica - sabe resistir y reaccionar a toda seducción, dejando de vivir como "gregario" en una sociedad que aplasta y mina la verdadera libertad.

El desafío de la fe en Jesucristo consiste, por lo tanto, en rehacer el tejido cristiano de las mismas comunidades cristianas. De aquí la importancia de la formación cristiana, una formación que sepa transmitir la novedad, la originalidad y la belleza del pensar y del actuar "como Jesús".

3. Algunas líneas de aplicación que nacen de la "confessio fidei" en Jesucristo.

Confesar nuestra fe en Jesús comporta la posibilidad y la urgencia de contemplar el rostro del Padre, porque Jesús es su revelador último y definitivo. Siguen: la primacía de la espiritualidad, como parte integrante y central de toda acción pastoral y no sólo como su condición de eficacia; la primacía de la santidad, vivida también como "normalidad" de la vida de tantas personas simples y humildes, de tantos hombre y mujeres, de tantas familias, en el tejido vivo de los diversos movimientos y grupos eclesiales y de tantas parroquias; el carácter secundario y subordinado de cada organización eclesial, aunque importante, de modo tal que dan un rostro concreto a una Iglesia más ligera, menos preocupada de sí misma y de su eficiencia pastoral y más preocupada en narrar a Jesús y su Evangelio, dispuesta a reformar sus estructuras y a vivir como semilla y levadura en el mundo para que resplandezca siempre la primacía del Evangelio.

Confesar la fe en Jesús comporta también, de forma inseparable, la posibilidad y la urgencia de inclinarse con amor y simpatía hacia el hombre y la sociedad, con la convicción de que en el misterio del Verbo encarnado nos es revelada la plenitud del misterio del hombre, y al hombre le es revelada su verdadera identidad (cf. Gaudium et spes, n. 22). Este inclinarse hacia el hombre y la sociedad no puede no comprender el coraje de enfrentarse a algunos desafíos que hoy nos llaman de forma profunda. Entre otros: el desafío de la inmigración, al que hay que enfrentarse desde una perspectiva de igualdad y solidaridad; el drama del resurgir de los nacionalismos, con la necesidad de perdón y de reconciliación que comporta con objeto de una superación real; la problemática de los jóvenes, para los cuales y con los cuales hay que vivir una pastoral que pueda hacerlos verdaderos protagonistas de la evangelización y de la edificación de la sociedad.

[00060-04.04] [IN039] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Patrick Joseph WALSH, Obispo de Down and Connor.

En la situación de conflicto violento en Irlanda del Norte, las enseñanzas de la Iglesia sobre la violencia han sido claras e inequívocas, pero, al mismo tiempo, la situación ha planteado un enorme desafío pastoral a los obispos y a los sacerdotes. Que es la de llevar la misericordia de Jesucristo a las familias golpeadas por la persecución y el hostigamiento, desmembradas por muertes violentas; la de realizar con respeto los funerales de las víctimas de la violencia y, con mayor sensibilidad aún, los funerales de aquellos que fueron muertos mientras tomaban parte en actividades paramilitares; la de estar junto a quienes mueren en prisión en huelga de hambre.

En esta situación, muchas personas han perdido el sentido de su dignidad y de su autoestima, sufriendo en lo más profundo por las injusticias padecidas, sintiendo que ya no cuentan en absoluto para la sociedad.

La Iglesia debe emplear una atención especial al cuidado de quienes están desilusionados y alienados. Éstos deben ser invitados a hacer volver su esperanza en Jesucristo.

Una invitación apasionada al perdón y a la reconciliación por parte de este Sínodo hará sonar, ciertamente, una cuerda en los corazones de tantas personas que, destruidas y aplastadas por la asesinato de miembros de la familia, han dado un testimonio valiente de amor y de perdón.

[00056-04.04] [in040] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Józef Mirosùaw ÝYCIÑSKI, Arzobispo de Lublin (Polonia).

El drama específico de nuestro continente se manifiesta en el hecho de que en la Europa de nuestro siglo surgieron dos sistemas totalitarios. En mi opinión, esta tragedia es el resultado de dos factores fundamentales:

1. En los principios ideológicos de dichos sistemas, los valores relativos a los mismos, tales como la comunidad étnica o la sociedad sin clases, fueron llevados a la categoría de absolutos. Como consecuencia de ello, en la sociedad europea fueron creados nuevos ídolos que exigieron víctimas de un genocidio sin precedentes.

2. Los sistemas totalitarios se basaron en principios patológicos. Ni la lucha de clases, ni el odio racial pueden ofrecer unas bases sólidas para una sociedad justa y humana. Una falsa antropología llevó a consecuencias totalitarias.

Hoy en día la unidad europea no puede fundarse solamente en principios comerciales o reglamentos burocráticos. Necesitamos un sistema de valores en los cuales la persona humana, redimida por Jesucristo sea mucho más importante que cualquier otro valor político o económico. Para que exista una unidad estable y coherente en la Europa del futuro, debemos definir los fundamentos antropológicos, los principios éticos, la jerarquía de los valores espirituales. Sin esta base no habrá unidad. Durante dos mil años el cristianismo ha configurado la herencia espiritual de nuestro continente, compartiendo sus esperanzas y sus dramas. Es nuestro deber continuar con esta misión buscando una antropología personalista y predicando el mismo Evangelio de esperanza en el contexto radicalmente nuevo de la nueva evangelización.

Es verdad que algunos datos estadísticos actuales podrían intensificar nuestro pesimismo. ¿Qué tipo de estadísticas podríamos, sin embargo, sacar del Viernes Santo? En un referendum público Barrabás, un criminal, resultó ser más popular que Jesús. Los apóstoles dormían en el huerto del Getsemaní y más tarde huyeron, abandonando a Cristo en el momento crucial. Sólo uno de los doce estaba presente en el Gólgota en el momento de la crucifixión. Esto, traducido en cifras, ofrece un dato empírico del 8% sobre la solidaridad de los apóstoles con el Cristo moribundo. Al mismo tiempo revela también que el poder redentor de la cruz de Cristo y la resurrección son más importantes que nuestro análisis sociológico o nuestros proyectos pragmáticos. Si los primeros cristianos hubiesen sido sólo lógicos y pragmáticos, probablemente no hubieran llegado nunca a Roma para sufrir las persecuciones de Nerón. Habrían practicado más bien una versión nostálgica del cristianismo en el territorio comprendido entre Jerusalén y Nazaret. Desde luego se habrían quejado del hecho de que la situación político-social no les permitía ir a predicar el mensaje de esperanza donde Cristo los había enviado.

Es nuestro deber favorecer el coraje espiritual demostrado por la Iglesia de los orígenes. Como los discípulos de Emaús, debemos superar el desaliento para construir la Comunidad Europea sobre valores humanos.

[00057-04.06] [in041] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. György-Miklós JAKUBÍNYI, Arzobispo de Alba Julia (Rumania).

Querría dar un ejemplo concreto para la "nueva evangelización" (cf. Instr. Lab. nºs 51-61). Para ser testigos de Cristo, tenemos que vivir la unidad, ante todo, dentro de nuestra propia comunidad. Solamente así puede ser auténtico nuestro testimonio hacia aquellos que se encuentran "fuera".

Nuestra conferencia es tri-ritual (5 eparquías greco-católica, 6 diócesis latinas y el Ordinariado armenio). Los diocesanos con voto son 7 rumanos, 3 húngaros y 1 alemán. La mitad de dos millones de católicos habla el rumano, la otra mitad húngaro. El Presidente tiene que ser elegido según el turno de los ritos. No querría idealizar nuestra colaboración porque hay problemas por todas partes. Pero la experiencia de la unidad adquirida en la fe común ya es también europea.

Como solución del problema lingüístico (cf. nº 86) propuse ya en 1991 el Esperanto para su uso internacional dentro de la Iglesia. Estoy en contra de la lengua litúrgica materna como medio de asimilación u homogeneización de las minorías nacionales.

[00058-04.04] [in042] [Texto original: italiano]


Rev. P. Merino Aquilino BOCOS, C.M.F., Superior General de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María

La vida religiosa, don del Espíritu a su Iglesia, a través de todas sus formas, durante 16 siglos ha sido para Europa memoria de Jesús y de su Evangelio. Los religiosos/as han sido creadores y transmisores de cultura, signos indicadores de la presencia de Dios en el mundo, misioneros universales y fuerzas vivas para los más variados servicios eclesiales y sociales.

Las actuales generaciones se sienten miembros de la Iglesia misterio, comunión y misión. Han visto agraciado su compromiso de "missio ad gentes" y de inserción en los submundos de la pobreza, con numerosas vocaciones en países de otros continentes y en jóvenes iglesias. Se están empeñando en la nueva evangelización, intentado responder a los desafíos que experimenta la Iglesia en Europa sobre el valor de la vida y la dignidad de la persona, la relación entre fe y razón, la espiritualidad de comunión, el diálogo intercultural e interreligioso, el ecumenismo, etc.

Más que valorar los números y las edades, pues "nada importa a Yahvé dar la victoria con pocos o con muchos" (1 S 14, 6), lo que hay que verificar es si los religiosos y religiosas viven en plenitud su vocación, si están animados por el Espíritu de Jesús, transparentan su evangelio y sienten su pasión por los pobres y marginados; si, en estos momentos en los que la imagen de Dios en e1 hombre se halla tan deteriorada y deformada, continúan siendo bendición para la vida humana y para la vida eclesial ( cf. VC 87). Lo más valioso de la vida religiosa son sus personas, sin adjetivos. En muchas de ellas hay una riqueza inmensa de sabiduría, de experiencia eclesial, de generosa entrega para misiones difíciles y de resistencia heroica en la persecución. La vida consagrada europea sigue incrementando en la Iglesia la corona de los mártires. Los ancianos y los enfermos son un don de Dios para la Iglesia, pues en ellos se revela la sobreabundancia de la gracia en la fragilidad humana. La mayor debilidad de la vida religiosa seria la ausencia de profecía en su estilo de vida y en su actividad apostólica.

Los religiosos y religiosas "frecuentan el futuro " de Europa discerniendo, a una con los Pastores y demás miembros del Pueblo de Dios, los signos de los tiempos y de los lugares. Saben que el Espíritu acude cada día a reponer en todos el aceite para la vigilancia y para sostener y testimoniar la esperanza.

[00061-04.03] [in043] [Texto original: castellano]


Rev. P. Maciej ZIEBA, O.P., Superior Provincial de la Orden de los Frailes Predicadores en Polonia (Polonia)

Cuando hablamos de examen de conciencia de la Iglesia, encontramos frecuentemente dos tipos de objeciones contradictorias. Por una parte se sostiene que proponer este argumento es dudoso desde un punto de vista teológico, incongruente y hasta imprudente desde el punto de vista pastoral. Por otra parte se pueden escuchar opiniones según las cuales la Iglesia carece de sentido crítico con respecto a su propia historia y las faltas del pasado representan un obstáculo para la misión de la Iglesia de hoy. Aunque haya verdades en estas objeciones, existen sin embargo dos motivos por los cuales parece necesario proceder a dicho examen. Ante todo, la Iglesia es una comunidad que trasciende los límites del tiempo y del espacio, los cristianos de hoy participan no sólo de los méritos y de la santidad, sino también, en cierto sentido, de las infidelidades de los hermanos y las hermanas que los han precedido. Las faltas del pasado crean una suerte de trasfondo para el anuncio del Evangelio de hoy y nosotros debemos tomar conciencia plenamente de ello. En segundo lugar, sería ingenuo pensar que los pecados cometidos en el pasado ya no son posibles en la época actual. De diversas formas, seguimos corriendo el riesgo de comprometer la fe con la ideologización, la falta de tolerancia o la insensibilidad hacia el prójimo.

Otro aspecto nos invita a realizar un examen de conciencia de nuestro pasado, a conocer la herencia del siglo de las Luces y del positivismo. El pensamiento moderno ha justamente criticado sus ideas sociales o científicas, pero, curiosamente, se sirve aún de la imagen de la Iglesia producida por los Enciclopedistas y por otros sabios de los siglos XVII y XIX. Desde la escuela primaria hasta la universidad, se perpetúan los mitos sobre el "oscuro medioevo", la inquisición, en pocas palabras, sobre el oscurantismo de los cristianos. La imagen de la Iglesia está formada por una literatura y un arte frecuentemente tendenciosos y muy alejados de la verdad histórica. El empeño por la verdad, es decir, el reconocimiento de las faltas de la Iglesia en su auténtica dimensión, pero al mismo tiempo el reconocimiento de su papel insustituible en la formación de la cultura espiritual de Europa, podrían contribuir al cambio de esta imagen errónea.

De este modo la Iglesia tendría la oportunidad de dar un nuevo impulso a la sociedad de nuestro continente que ha visto, en el curso del último siglo, el fracaso y la desaparición de muchos de sus proyectos sociales o culturales.

[00062-04.04] [in044] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Bellino GHIRARD, Obispo de Rodez.

Me baso en el n. 79 del Instrumentum laboris, donde se nos pide que le dediquemos una especial atención al mundo complejo y variado de los medios de comunicación social.

Somos conscientes de que el mundo de la comunicación es el primer areópago de los tiempos modernos, desde el cual debería resonar la Buena Nueva, fuente de esperanza para la Europa de mañana.

En este número 79 se espera que la Iglesia se familiarice más con sus medios para expresar su fe, su mensaje, su vida.

Se le pide, además, que "se oriente hacia una estrategia más concreta a nivel de todas las Iglesias particulares de Europa", para dar nueva "esperanza evangelizando, para promover una cultura ... más respetuosa de la verdad en la información y de la dignidad de la persona humana" (Cf. Instrumentum laboris).

Para responder a estos desafíos, en el espíritu de esta parte del documento de trabajo, propongo que se examine con determinación una proyecto de televisión católica a dimensión europea: una especie de eurovisión permanente que apoye la construcción de Europa, en el respeto de sus valores fundadores.

Por otra parte, ante la explosión de medios de comunicación social y la rapidez de los progresos de las novedades tecnológicas, ¿no sería urgente constituir un grupo de expertos en este campo, procedentes de diversos países, para que nos ayuden a preparar un recorrido de evangelización y de servicio del hombre, que tenga en cuenta estos nuevos lenguajes y tecnologías?

[00063-04.04] [IN045] [Texto original: francés]