Synodus Episcoporum 6 - 2.10.1999

TERCERA CONGREGACIÓN GENERAL
(SÁBADO 2 DE OCTUBRE 1999, POR LA TARDE)

 

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Esta tarde, sábado 2 de octubre de 1999, conmemoración de los SS. Angeles Custodios, en presencia del Santo Padre, en el Aula del Sínodo en el Vaticano, con la oración del Angelus Domini, a las 17:05 horas, ha iniciado la Tercera Congregación General de la Asamblea Especial para Europa del Sínodo de los Obispos, para la continuación de las intervenciones en el Aula. Presidente Delegado de turno S. Em. el Cardenal S.Em.R. Card. Joachim MEISNER, Arzobispo de Colonia..

A esta Congregación General, que se ha concluido a las 18:55 horas con la oración del Angelus Domini, estaban presentes 153 Padres.

INTERVENCIONES EN EL AULA (CONTINUACIÓN)

Por lo tanto, han intervenido los siguientes Padres:

S.E.R. Mons. Tadeusz KONDRUSIEWICZ, Arzobispo titular de Ippona Zárito y Administrador Apostólico de la Rusia Europea

S.E.R. Mons. Frantiðek RADKOVSKÝ, Obispo de Plze

S.E.R. Mons. Michel HRYNCHYSHYN, C.S.S.R., Obispo titular de Zigri y Exarca Apostólico para los Fieles Ucranianos de Rito Bizantino residentes en Francia

S.E.R. Mons. Józef MICHALIK, Arzobispo de Przemysl de los Latinos

S.E.R. Mons. Bernhard HASSLBERGER, Obispo titular de Ottaba y Auxiliar de Munich-Freising

S. Em. Card. Eduardo MARTÍNEZ SOMALO, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica

S.E.R. Mons. William KENNEY, C.P., Obispo titular de Midica y Auxilar de Estocolmo

S.E.R. Mons. Joannes Joachim DEGENHARDT, Arzobispo de Paderborn (República Federal de Alemania)

S.E.R. Mons. Roger Francis Crispian HOLLIS, Obispo de Portsmouth S.E. R. Mons. Desmond CONNELL, Arzobispo de Dublín

S.E.R. Mons. Joachim Friedrich REINELT, Obispo de Dresde-Meissen

S. Em. Card. Francis ARINZE, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso

S.E.R. Mons. François GARNIER, Obispo de Luçon

Damos a continuación los resúmenes de las intervenciones:

S.E.R. Mons. Tadeusz KONDRUSIEWICZ, Arzobispo titular de Ippona Zárito y Administrador Apostólico de la Rusia Europea

Son evidentes en Europa los progresos de integración en Occidente y la formación de nuevos estados independientes en Oriente, como también la solidaridad material y espiritual del Occidente hacia el Oriente, donde la Iglesia renace y se desarrolla según las necesidades pastorales.

Por otra parte, también la desilusión es evidente: Occidente está desembocando en una crisis espiritual y Oriente, en vez del esperado renacimiento espiritual, está enfangado por el consumismo - debido a la imitación de lo peor del Occidente -, los conflictos étnicos, inter-confesionales e inter-religiosos. Se agranda el abismo entre el desarrollo de la civilización y los valores del espíritu. Europa debe hacer una elección de la cual dependerá su futuro.

El Sínodo tiene que hacerse preguntas del tipo: "Europa, ¿ qué dices de ti misma?", "¿Está presente en tu camino Cristo, el único Salvador, Aquel que es, era y será eternamente?", "¿Tu fe es auténtica y activa?".

Al definir la identidad de Europa y la función de la Iglesia, es necesario subrayar el significado decisivo de la familia y de las vocaciones.

Hoy, la institución de la familia no está preparada para cumplir su misión de ser la célula fundamental de la sociedad, educando una generación futura sana moral y físicamente y colaborando a la construcción de la civilización del amor. Es necesario atenerse sin dudarlo a las enseñanzas de la Iglesia y apoyar el desarrollo de la pastoral de la familia: es una cuestión de ser o no ser.

En la obra de evangelización, la función fundamental pertenece al sacerdocio ministerial. El sacerdote es el instrumento de la salvación. La disminución de las vocaciones contribuye a la descristianización de Europa, corriendo el riesgo de llevar a una comprensión errada del sacerdocio al ver en él sólo una función que cumplir, con la consiguiente tentación de sustituirlo con laicos cualificados. El sacerdocio es la consagración de la persona, la unión ontológica con Cristo, que permite actuar en Su nombre.

El cuidado pastoral de las vocaciones debe tener en cuenta la responsabilidad de la familia y la función de los sacerdotes. Las vocaciones nacen y se forman en la familia. Los sacerdotes tienen que ser un ejemplo y ayudar a los jóvenes en el discernimiento de la vocación.

Durante las persecuciones, muchos han escuchado la voz de la vocación, llegando al sacerdocio gracias, precisamente, a las familias y al ejemplo de los sacerdotes más ancianos, que han permanecido fieles a su propia vocación.

El Sínodo, preocupado por el futuro del continente, al leer los signos de los tiempos y según los principios del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia, debe ayudar al renacimiento de una institución familiar fuerte en Dios y a un renovado cuidado de las vocaciones para que, "contra toda esperanza", Cristo sea fuente de esperanza para Europa y que ésta, que ha empezado a respirar con dos pulmones, pueda tener un sólo corazón.

[00030-04.04] [IN015] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Frantiðek RADKOVSKÝ, Obispo de Plze

En el documento que saldrá de este Sínodo sería oportuno subrayar la presencia de Jesús según su promesa "...Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 20). Se trata de la presencia de Cristo entre los suyos, pero no sólo en la comunidad en oración, sino también en las más variadas situaciones. Ya en la época patrística se había entendido este pasaje de Mt 18, 20 con este amplio significado: Cristo se hace presente allí donde los fieles estén de acuerdo en hacer la voluntad de Dios y vivir juntos el amor recíproco.

Como la intensidad de la presencia de Cristo depende de la cantidad de amor, entonces se explica el hecho de que pueda haber comunidades cristianas en las cuales esta presencia casi no se siente; en otras, en cambio, es "tangible".

Para la Iglesia de hoy, esta presencia de Cristo en la comunidad es de una actualidad muy especial:

- Da a los creyentes la certeza de la proximidad de Dios en todas las situaciones. Durante la persecución comunista Jesús estaba en medio de nosotros, dándonos la fuerza de amar al enemigo y ayudándonos a soportar juntos todas las adversidades con la alegría y la esperanza en la victoria de Jesús.

- Es la única forma de la presencia de Cristo de la cual pueden tener experiencia directa también los no creyentes. Al dar a las relaciones interpersonales una nueva cualidad, se incide de manera profunda en sus corazones, abriéndolos, a veces en poco tiempo, a la fe.

- Allí donde existe como base el compromiso de amarse los unos a los otros con el amor de Cristo, Él puede influir en los campos más diversos de la actividad humana: no sólo en la familia, que de este modo se transforma en verdadera iglesia doméstica, sino también en la investigación, en el trabajo empresarial, en la política, en la educación, en la sanidad, en el arte, en el deporte y en otros lugares. Es así como se renueva la sociedad.

[00031-04.04] [INO16] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Michel HRYNCHYSHYN, C.S.S.R., Obispo titular de Zigri y Exarca Apostólico para los Fieles Ucranianos de Rito Bizantino residentes en Francia

Como el martirio justifica 'quasi ex opere operato', entonces las tumbas de los mártires son un tesoro inestimable. La gran cantidad de mártires de nuestro tiempo son un desafío viviente para la Iglesia del próximo milenio, especialmente para los jóvenes. Todos los continente han sido bendecidos con la gracia del martirio. La Divina Providencia ha sido generosa asegurando su presencia en muchas iglesias y en muchos pueblos. La Comisión "Nuevos Mártires" ha reunido más de diez mil nuevos mártires de los rincones más remotos de la tierra que figurarán en los martirologios que se están preparando. Indudablemente la historia recordará el siglo XX como un período de persecuciones, una era de mártires. Para Europa, por lo menos, este período ha terminado. Estamos cada vez más cerca de la estación de la mies. La mies es una promesa de esperanza y alegría. "...y el que pierda su vida por mí, la encontrará" (Mt 10, 39).

La esperanza es fuente de inspiración y la promesa lo es de consuelo. "Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con constancia la carrera que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, ..." (Hb 12, 1-2).

[00032-04.04] [ino17] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Józef MICHALIK, Arzobispo de Przemysl de los Latinos

No estoy hoy lejos de los sentimientos de san Pablo, el cual confesaba a los Romanos: «Pues ansío veros (...) para sentir entre vosotros el mutuo consuelo de la común fe: la vuestra y la mía» (Rm 1, 11). Un consuelo recíproco de fe es la finalidad principal de este Sínodo, nuestro y "mío", sobre Europa.

«El mutuo consuelo de la común fe» quiere decir sentir en la propia carne cada éxito y cada fracaso del hermano, del mundo y de los hombres, haciéndolas propias en el camino hacia Cristo. La Iglesia no tiene miedo del mundo, está inmersa en él y lo debe consagrar. En la situación actual, mi tarea no es más difícil de lo que era antes. Hemos ya pasado la amarga experiencia de las persecuciones y de los miedos, de los espejismos de la teología de la liberación; ahora nos toca resistir a las presiones, tentaciones y vanas promesas de las nuevas ideologías para un diálogo falso con el relativismo moral, con la cultura de la muerte.

Estamos agradecidos al Señor por haber dado la fuerza al Santo Padre, que pasa a la historia como defensor de la vida del niño que no ha nacido todavía. De su primer libro editado hasta ahora en Polonia, L'amore e la responsabilità, se ve el fuego que ha animado a tantos laicos y sacerdotes a llevar la luz al mundo en esta materia. Hoy vemos de nuevo cuán importante y actual es la defensa de la vida ante el falso progreso de la eutanasia y de las manipulaciones genéticas, del progreso social sin principios morales.

La Europa de hoy día presenta muchos éxitos en el campo de la ciencia, junto a un gran bienestar en algunos países; un bienestar construido por la misma gente, capaz y trabajadora. Pero, por otro lado, Europa está muriendo debido a su declive demográfico, pues muchas familias no manifiestan deseos de vida. ¿Es este el fruto de una moda pasajera o de un plan estratégico de alguna ideología que, presionando sobre el egoísmo humano, ha diseminado ideales falsos que han paralizado también la evangelización?

Veo, además, otra área válida en nuestra labor como pastores. Es la unión entre cultura y fe, entre política y pastoral. Este es un campo importante pero delicado para alguien que tiene que vigilar todas las cosas en la casa del Señor.

No faltan los signos de esperanza. La Iglesia cree en su Fundador y anuncia su Nombre, los pastores se confiesan, los fieles se unen, cada día, en la oración en los distintos lugares. La Iglesia a menudo vuelve al desierto, sabiendo llevar la vida futura. Nacen vocaciones, se denuncia el pecado y se proclama la vida nueva. La Iglesia sigue invirtiendo más en las personas que en las estructuras, aunque sean las estructuras del bien las que nos enseñan los caminos hacia la caridad cristiana (es un gracias por nuestra parte a las iniciativas de Kirche in Not, Renovabis y tantos otros). La Iglesia defiende el derecho al culto divino y anuncia la salvación de todos los hombres, según la convicción que «Gloria Dei viven homo» (S. Ireneo). Quizás también el futuro de la nueva evangelización se manifestará en la unión entre Dios y el hombre.

[00033-04.04] [IN018] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Bernhard HASSLBERGER, Obispo titular de Ottaba y Auxiliar de Munich-Freising

Deseo hablar de dos asuntos:

1. Europa está viviendo un gran proceso de crecimiento común. Síntomas de ello son el EURO como moneda común y el gran número de países que quieren entrar a formar parte de la Unión Europea.

Muchos de nosotros somos escépticos respecto a todo esto. La crítica que a menudo se oye es que los valores cristianos en este contexto son aún poco visibles.

De todas formas, nos hemos comprometido demasiado poco hasta ahora. Como Iglesia no hemos hecho lo suficiente para introducir los valores cristianos fundamentales.

Podemos hacerlo sólo juntos. Debemos potenciar las estructuras y crear otras nuevas, que nos permitan crecer juntos, introduciendo de este modo lo que nos pertenece en cuanto Iglesia en la casa común de "Europa".

2. A menudo - también en los Lineamenta - nos lamentamos de la indiferencia religiosa y de la pérdida de valores. Esto, con frecuencia, se convierte en una acusación. En mi opinión, actuando de este modo no le hacemos justicia a las personas que participan en la historia espiritual europea, que ha asignado al individuo un lugar cada vez más central. El hombre es cada vez más libre, renunciando con ello a muchos vínculos que le daban soporte, seguridad y significado. No ha conseguido, sin embargo, aprender en la misma medida a gestionar esta libertad de manera sensata y responsable.

Todo ello repercute sobre nuestro anuncio. El mensaje de esperanza de Jesucristo para Europa no puede ser proclamado al hombre moderno desde el exterior o desde arriba; debemos caminar con él y apreciarlo tal como es. Esto exige un cambio en el estilo del anuncio, en el diálogo y en el comportamiento recíproco.

[00034-04.04] [IN019] [Texto original: alemán]


S. Em. Card. Eduardo MARTÍNEZ SOMALO, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica

1. Hablar de Europa en un contexto de evangelización, es referirse a una función muy especial ejercida por la vida consagrada en el primer y segundo milenio.

Europa y vida consagrada han vivido un simbiosis muy fecunda durante una gran parte de su historia.

2. La situación actual ha cambiado de forma notable. En este nuevo contexto surgen voces que ven de escasa importancia la contribución de la vida consagrada en el próximo milenio. Voces pesimistas que parten de su disminuida consistencia numérica; ¡pero en el día de hoy, tenemos aún el don de casi 450.000 religiosas y de 100.000 religiosos en diversas partes del continente!

La vida consagrada hay que considerarla sobre todo en su "calidad", no ofuscada por acontecimientos históricos. Su identidad no cambia ni busca vías de compromiso.

El hombre contemporáneo tiene la urgencia de tocar con la mano no sólo a las personas santas, sino también a las comunidades santas. Esta es la "calidad" de la vida consagrada capaz de reevangelizar la nueva Europa y de suscitar vocaciones con una auténtica pastoral, vivificada por la oración.

El fervor de renovación abre un futuro de esperanza. En muchos jóvenes se revela una intensa necesidad de oración, de formación seria. Ellos, sin ocultar las fatigas de una "novedad de vida" que exige un compromiso radical, creen en la grandeza de la vocación religiosa, ya sea para la vida consagrada en el mundo como para la silenciosa inmolación en la vida de clausura.

Las Conferencias nacionales de los Superiores y Superioras Mayores están confirmando la fecundidad de trabajar "juntos" entre Institutos y en la Iglesia local en comunión con los Pastores. La dificultad, por falta de personal, de mantener las obras provoca, de forma beneficiosa, una comunión de fuerzas, también con la colaboración de los laicos, en el campo de la educación, de la caridad, de la sanidad, de la defensa de la vida, de la catequesis, de la comunicación social, etc.

3. En la sociedad actual, tan concentrada en la producción y el consumo de los bienes materiales, es indispensable un testimonio fuerte de los bienes espirituales.

La Europa actual se está construyendo sobre la primacía del mercado.

También la ética, cada vez más laica, excluye de hecho la referencia a Dios.

En este contexto, la vida consagrada se plantea como realidad que "constitutivamente" se refiere a Dios, que retoma las grandes cuestiones de la persona humana y de la sociedad a la luz de Dios, que propone la respuesta a la difundida necesidad de espiritualidad en la secuela de Cristo. Justamente debido a su propia naturaleza, está en grado de dar todavía a Europa ese "suplemento de alma" que la hace capaz de una auténtica novedad. Ello puede ser "si la vida consagrada mantiene la fuerza profética que le es propia, convirtiéndose en el interior de una cultura en fermento evangélico capaz de purificarla y hacerla evolucionar" (cfr. VC, 80).

4. En referencia a las grandes tendencias de la sociedad europea, los consejos evangélicos son un correctivo elocuente, una propuesta de contracultura evangélica, una terapia espiritual que surge a ventaja de Europa que, en este momento, parece dirigirse hacia la aridez intelectual y moral.

El Santo Padre, en su Exhortación Apostólica Vita consacrata, ha ilustrado dicha función de la vida consagrada frente a los tres desafíos de siempre: el desafío de la cultura hedonística, el desafío de un materialismo ávido de poseer y el desafío de la libertad separada de su relación con la verdad (cfr. VC 87).

Son desafíos "que tocan directamente los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia", desafíos que piden a las personas consagradas "que se pongan de relieve y que testimonien el profundo significado antropológico. La elección de estos tres consejos, de hecho, lejos de constituir un empobrecimiento de los valores auténticamente humanos, se propone, más bien, como una transfiguración de los mismos".

5. La vida consagrada reclama, sobre todo hoy, como siempre, la cuestión verdaderamente decisiva: Cristo, único Salvador, debe proclamarse con las palabras pero, aún más, con la vida. Reclama la necesidad de que, para amar a Dios - y en Dios a los otros - se puedan y se deban hacer las más grandes renuncias.

Estos son los valores decisivos que ella proclama también a Europa hoy, como ayer, aunque con modalidades de presencia distintas, en los aerópagos modernos.

Por esto la vida consagrada, indispensable para la evangelización de la nueva Europa, debe conocerse mejor, apreciándola, cultivándola, promoviéndola, ayudándola a ser ella misma en la fidelidad a los respectivos carismas de fundación.

[00035-04.03] [IN020] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. William KENNEY, C.P., Obispo titular de Midica y Auxilar de Estocolmo

Los Obispos escandinavos están cada vez más preocupados por la situación de la gente que emigra a nuestro continente, o dentro de nuestro continente, sin una adecuada protección legal o de forma irregular. Creen que si el Evangelio de Esperanza debe ser predicado, entonces tiene que ser creíble, y así es como la gente lo entenderá si se traduce en la acción concreta de amor al prójimo. Para este fin, los Obispos piden al Sínodo tres cosas:

Primera, pedimos que el Sínodo anime a una acción concreta de ayuda hacia los pobres de Europa, sea cual sea la razón de su pobreza. Esto significa mayor solidaridad con los países más pobres de nuestro continente. Al mismo tiempo, no debemos olvidarnos de los pobres de otras partes del mundo. En otras palabras, debemos ser más generosos de lo que somos ahora.

Segundo, pedimos que la Iglesia saque de nuevo a la luz los problemas de los emigrantes irregulares en muchos de nuestros países - que llegan a ser millones actualmente en nuestro continente -, no permitiendo que estos hermanos y hermanas caigan en el olvido. Esto podría llevarse a cabo con una conferencia como la que celebró la Santa Sede en Munich en septiembre de 1994 y que en los países nórdicos creemos fue un gran éxito en su modo de centrar el problema.

Tercero, pedimos a las estructuras supranacionales de la Iglesia, como la CCEE y el COMECE, que tomen más iniciativas preventivas y que no se limiten a reaccionar ante estos problemas. Pedimos a las Iglesias que aseguren los recursos necesarios para que estas organizaciones lleven adelante este programa.

[00036-04.04] [IN021] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Joannes Joachim DEGENHARDT, Arzobispo de Paderborn (República Federal de Alemania)

En muchas partes del Instrumentum laboris se habla de la alegría (cfr. nn. 37, 42, 57). En muchos miembros de la Iglesia y entre la gente de Europa central se observa una actitud crítica. Como cristianos debemos cuestionar esta "actitud de base", pues la Iglesia, la comunidad de los fieles, es pueblo de Dios, Cuerpo y Esposa de Cristo. En esta relación entre Cristo y su Iglesia, en esta relación entre Esposo y Esposa, surge la pregunta: ¿Cristo se complace de su Iglesia? Sí, porque ama a su Iglesia hasta el punto de haber dado la propia vida por ella; ha sido Cristo mismo quien ha dicho que no hay amor más grande que dar la vida por los propios amigos. La actitud del Esposo no es la actitud de quien critica, sino de quien ama.

La Iglesia como Cuerpo de Cristo muestra, de forma evidente, que Jesucristo tiene una relación más bien "íntima" con su Iglesia y que, como su Cabeza, está ligado indisolublemente a ella, por encima de sus faltas. También nosotros hombres deberíamos aprender a ignorar las faltas y las debilidades, acogiendo de nuevo la alegría. La alegría para que, como hermanos y hermanas, podamos vivir más allá de la muerte, pues existen los sacramentos, las celebraciones y las fiestas litúrgicas.

Hoy, la alegría en la Iglesia, sobre todo su expresión a través de la risa, suele faltar a menudo. A la pregunta si la alegría es una virtud, santo Tomás de Aquino respondió que no es una virtud, pero que puede encontrarse allí donde hay amor. La alegría en la Iglesia presupone, por lo tanto, el amor por el Señor, la Iglesia y el prójimo.

El testimonio más eficaz de los cristianos en el próximo milenio no se hará con una actitud crítica, sino más bien con una actitud de alegre gratitud por el don de la vida divina. Los cristianos que sienten alegría en la Iglesia, que con esta alegría dicen "sí" a la Iglesia, conseguirán infundir también en las otras personas el entusiasmo por la Iglesia. El amor por la Iglesia, nuestro amor por la Iglesia, debe ser siempre claro y perceptible, también cuando formulamos una crítica, como la "crítica amorosa" en una familia. En el Antiguo Testamento está escrito que nuestra fuerza es la alegría en Dios. La acción de Cristo en nosotros testimonia su amor por nosotros. Él se ha hecho hombre, ha sufrido por nosotros, ha sido crucificado, pero ha resucitado al tercer día: este es el fundamento inquebrantable de nuestra alegría. Su Espíritu nos guía hacia la libertad de los hijos de Dios, serenos y alegres. Nosotros mismos podemos dar lo que hemos recibido; el amor de Cristo y la fe en Él nos sostienen: de hecho, la alegría en Dios es nuestra fuerza.

[00037-04.04] [IN022] [Texto original: alemán]


S.E.R. Mons. Roger Francis Crispian HOLLIS, Obispo de Portsmouth

Trabajando como sacerdote para la British Broadcasting Corporation (BBC) y, más tarde, como párroco y como Obispo, mi experiencia me ha convencido que, como Iglesia, tenemos miedo de los medios de comunicación social. Somos reacios a trabajar con periodistas y operadores radiotelevisivos, y huimos de las oportunidades que nos dan los medios de comunicación social para testimoniar y evangelizar.

Fingimos respeto a la importancia de las comunicaciones en la Iglesia y nos hemos comprometido, una vez tras otra, a formar nuestro clero, nuestros seminaristas y nuestra gente como expertos de los medios de comunicación social. Pero en la realidad, nada ha cambiado mucho y seguimos mirando a los medios de comunicación social como "el enemigo".

Lo mínimo que podríamos hacer es asegurar que en todos nuestros seminarios la teología y la práctica de las comunicaciones formen parte integral del curriculum principal.

Poner las comunicaciones al centro de la formación para el sacerdocio ha sido una de las preocupaciones principales que he tenido como Obispo diocesano y Presidente del Comité Episcopal para los Medios de Comunicación Social del CCEE.

Pertenecemos a un pueblo que, progresivamente, se ha secularizado a causa de una cultura que está ampliamente controlada por los medios de comunicación y, con todo, a menudo descuidamos esos mismos medios que podrían ayudarnos a evangelizar nuestra cultura de modo más amplio y efectivo. Los medios de comunicación social nos desafían, pero no tienen por qué ser una amenaza.

Se nos dan muchas oportunidades para emitir ad gentes pero temo que nos hemos olvidado como hablar de Dios. Lo hacemos con un lenguaje tan abstruso y abstracto que no somos ni escuchados ni entendidos. Nuestros oyentes se van a otra parte; están lejos del Evangelio de Cristo. Ciertamente estamos enfrentándonos a una crisis de fe en Europa, pero es aún más cierto que nos enfrentamos a una crisis de lenguaje.

Tenemos que aprender un lenguaje nuevo, que tenemos que utilizar para anunciar la Palabra, que es "nuestro tema". Esta Palabra, dirigida a muchos, encuentra su casa en el individuo y es una Palabra que llega "con una particularidad asombrosa... la Palabra de Jesús se burla de los medios de comunicación social o de cualquier otro medio... pues Él dijo: 'No predico para el mundo, predico para ellos' ".

[00038-04.04] [IN023] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Desmond CONNELL, Arzobispo de Dublín

Al comentar la creciente separación entre el progreso y los valores espirituales, el Intrumentum laboris (cfr. par. 16) declara que "la historia está perdiendo su significado". Este es un aspecto crucial del tema de la preocupación contemporánea sobre la libertad.

Somos responsables por modelar el futuro en libertad. Cómo lo hagamos está influido por la interpretación, libremente construida, de un pasado del cual somos, asimismo, responsables.

Debemos demostrar cómo la libertad se perfecciona con la caridad en el sentido bíblico de la participación a la vida de Dios. Debemos ser capaces de demostrar cómo la caridad puede cambiar y renovar el mundo.

Como toda experiencia, desde las revueltas juveniles hasta las revoluciones sociales, demuestra, la conformación histórica del futuro interpreta el pasado como un periodo más o menos oscuro que necesita una reforma o un rechazo. Irlanda está pasando ahora por un periodo de rechazo, que se encuentra en una situación intermedia entre una revuelta juvenil y una revolución social.

Una justa interpretación del pasado requiere tanto un reconocimiento de los errores y la necesidad de un cambio, como un generoso reconocimiento de los aspectos íntegros y de las conquistas. Un rechazo general del pasado priva a la gente de sus raíces, haciendo que se sientan a la deriva y confusos sobre su identidad.

Al centro del drama cristiano se halla la lucha contra el mal. Al mismo tiempo, creemos en la victoria de Cristo. Este es el fundamento de nuestra esperanza. Somos testigos de la lucha a lo largo de nuestra historia, donde el poder del mal en la vida de los Cristianos es superado por el arrepentimiento, el perdón y la restauración de la inocencia.

Como miembros del Cuerpo de Cristo, nos beneficiamos de la bondad presente en la vida de nuestros hermanos y hermanas, pero sufrimos también por sus pecados. La aceptación de dicho sufrimiento en unión con Cristo, que sufrió a causa de nuestros pecados, pertenece al misterio por medio del cual Cristo y su Cuerpo redimieron el tiempo. Éste es un motivo de esperanza para todos los que luchan contra el dolor causado por los escándalos ocurridos en el seno de la Iglesia.

[00039-04.05] [IN024] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Joachim Friedrich REINELT, Obispo de Dresde-Meissen

Las vías de la evangelización:

1. la Iglesia como imagen del Dios Uno y Trino (cristología trinitaria);

2. relación personal con el Crucificado;

3. nuevo estilo de vida en la Iglesia.

[00040-04.04] [in025] [Texto original: alemán]


S. Em. Card. Francis ARINZE, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso

Evangelizar una Europa que cada vez es más pluralista desde el punto de vista religioso.

1. El crecimiento del pluralismo religioso

Europa se está haciendo cada vez más pluralista desde el punto de vista religioso. El creciente flujo de personas de otras religiones de Europa del Este y de varios Países de África y de Asia, está creando en Europa Occidental un pluralismo étnico, cultural y ,sobre todo, religioso, como jamás se había visto antes. La presencia de los Musulmanes es particularmente evidente. Sin embargo hay también Hindúes, Budistas y personas de otras religiones. El cuadro se complica aún más con el surgir de sectas, de grupos religiosos esotéricos y de movimientos religiosos similares que ofrecen una espiritualidad vaga y prometen una auto-realización, o son simplemente formas de sincretismo de cultos y religiones existentes.

2. La Iglesia está preparada para el Diálogo

La Iglesia católica está preparada para encontrar a los seguidores de otras religiones con el fin de alcanzar una comprensión recíproca, armonía y colaboración para el bien de la humanidad. Ella aprecia todo aquello que es verdadero, noble, bueno o santo en otras religiones. Exhorta a los católicos a tratar de promover una justicia y una paz mayores y la defensa de valores como los de la familia y los derechos de la persona humana. El diálogo inter-religioso debería además conducir a las personas a buscar la voluntad de Dios y la verdad, sobre todo en las cuestiones religiosas. Habiendo hallado la verdad, estamos obligados a seguirla.

3. La Iglesia anuncia a Cristo, único

A la vez, la Iglesia en Europa como en otras partes, conforme al Concilio Vaticano II, siempre proclamará a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, como el único Salvador de toda la humanidad. De ninguna manera debe pensarse que la cordialidad inter-religiosa significa que los cristianos callan el hecho de que sólo en Jesucristo las personas encuentran la plenitud de la vida religiosa, la verdad y la salvación y que sólo en la Iglesia, instrumento común de salvación, se pueden encontrar los instrumentos de salvación en su plenitud (cf. Nostra Aetate, n. 2; Redemptoris Missio, n. 55).

4. Tareas para la Iglesia en Europa

Europa ha sido tradicionalmente cristiana. Actualmente se está volviendo más pluralista desde el punto de vista religioso. Las siguientes tareas se hacen, por lo tanto, necesarias:

a) Una mejor preparación doctrinal para todos los católicos. Muchos fieles laicos saben demasiado poco acerca de la fe católica. Como consecuencia es grande el riesgo que estos católicos encuentran a otros creyentes.

b) Formar personal católico especializado en el conocimiento de otras religiones, sobre todo del Islam, y en cómo acercarse a sus seguidores.

c) Involucrar a las instituciones religiosas, culturales y gubernamentales en la defensa del derecho humano a la libertad religiosa en otros Países donde otra religión es mayoritaria y donde la reciprocidad está ausente.

d) La Iglesia en cada País o Diócesis debería examinar el fenómeno de la difusión de las sectas en la propia área, las razones por las cuales algunas de ellas atraen a los católicos y qué acción pastoral aparece indicada por la Iglesia.

[00041-04.04] [in026] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. François GARNIER, Obispo de Luçon

La construcción de la Comunidad de pueblos europeos es, sin duda, el más grande éxito de la acción política del siglo XX.

Con algunos obispos en Francia, venimos de un encuentro con uno de los Comisarios y otros altos funcionarios europeos en Bruselas. Hemos hablado de las instituciones de la Europa social, del Euro, de la economía, de la defensa, y ellos nos dijeron "TENEMOS GRAN NECESIDAD DE VOSOTROS".

1/ ¿A qué condiciones?

2/ ¿Y sobre que campos no debemos defraudar su esperanza? 1/ ¿A que condiciones?

1.1/ Salir de una especie de complejo cristiano y creer que el Evangelio es una Buena Nueva para cada hombre, para todos los hombres y toda la humanidad.

1.2/ Perseguir con perseverancia el dialogo ecuménico para que los cristianos propongan en Europa el arte de vivir dignamente.

1.3/ Trabajar para despertar una "opinión cristiana", en un momento en el que la sociedad no espera que sea la religión la que defina las reglas de la vida común.

2/ ¿En qué campos nuestra experiencia de vida en la Iglesia puede contribuir a la construcción europea?

2.1/ en el campo de la repartición de la soberanía entre la región, nación, Europa.

2.2/ en el campo de la apertura de Europa al Este y a la ayuda a los países en vías de desarrollo.

2.3/ en el campo de la defensa de la dignidad de cada vida, y en el de la promoción de la familia.

2.4/ en el campo de la doctrina social.

Jesucristo no deja de ser fuente de esperanza para Europa. Es nuestra tarea hacerlas - con los otros y entre los otros - para estar cerca a aquellos y aquellas que aseguren la construcción política.

[00042-04.04] [ino27] [Texto original: francés]