INTERVENCIONES SINODALES

Synodus Episcoporum 5 - 2.10.1999

SEGUNDA CONGREGACIÓN GENERAL
(SÁBADO, 2 DE OCTUBRE DE 1999 - ANTEMERIDIANO)

RELACIÓN ANTERIOR A LA DISCUSIÓN (CONCLUSIÓN)
COMUNICACIONES EN EL AULA (INICIO)

A las 09.00 horas de hoy, ante la presencia del Santo Padre, con el canto de la "Ora Terza" ha tenido lugar la Segunda Congregación General, para continuar la lectura de la Relación anterior a la discusión del Relator General S.Em.R. Card. Antonio María ROUCO VARELA, Arzobispo de Madrid y dar inicio a las comunicaciones de los Padres Sinodales en el Aula, sobre el tema sinodal. Presidente Delegado de turno S. Em. Card. Joachim MEISNER, Arzobispo de Colonia. En esta Congregación General que se concluyó a las 12.35 horas con la oración del Angelus Domini estaban presentes 164 Padres.

RELACIÓN ANTERIOR A LA DISCUSIÓN (CONCLUSIÓN)

En la apertura de la Segunda Congregación General el Relator General S.Em.R. Card. Antonio María ROUCO VARELA Arzobispo de Madrid ha concluido la lectura de la Relación antes de la discusión iniciada en la Primera Congregación General de ayer por la tarde.

COMUNICACIONES EN EL AULA (INICIO)

Han intervenido los siguientes Padres:

S.E.R. Mons. André FORT, Obispo de Perpignan-Elne (Francia)

 

S.E.R. Mons. John Patrick FOLEY, Arzobispo de Neapoli di Proconsolare y Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

 

S.E.R. Mons. Javier LOZANO BARRAGÁN, Arzobispo-Obispo emérito de Zacatecas y Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios

 

S. Em. Card. Paul POUPARD, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura

 

S. Em. Card. Pierre EYT, Arzobispo de Burdeos

 

S.E.R. Mons. Agostino CACCIAVILLAN, Arzobispo titular de Amiterno y Presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica

 

S.E.R. Mons. Francisco ALVAREZ MARTÍNEZ, Arzobispo de Toledo (España).

S.E.R. Mons. Paul SCHRUERS, Obispo de Hasselt

S.E.R. Mons. José SARAIVA MARTINS, C.M.F., Arzobispo titular de Tuburnica y Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos

S. Em. Card. Miloslav VLK, Arzobispo de Praga

S.E.R. Mons. Francesco MARCHISANO, Arzobispo titular de Populonia y Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia (Ciudad del Vaticano)

S.E.R. Mons. Donal Brendan MURRAY, Obispo de Limerick

S.E.R. Mons. Sofron MUDRY, O.S.B.M., Obispo de Ivano-Frankivsk, Stanislaviv de los Ucranianos

 

Rev. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada

 

Publicamos a continuación el resumen de lascomunicaciones:

 

S.E.R. Mons. André FORT, Obispo de Perpignan-Elne (Francia).

 

El deseo de inmortalidad vive en el corazón de los hombres de nuestro tiempo, inspirando sus investigaciones científicas y orientando sus proezas técnicas. Nuestra excesiva discreción para afirmar nuestra esperanza en la vida eterna y nuestro deseo de la «venida de Jesucristo que sólo puede destruir la muerte» tiene consecuencias graves. En la condición humana cercenada de su dimensión escatológica, el fracaso, el sufrimiento y la muerte se convierten en insoportables. La ocultación de las perspectivas escatológicas de la vida cristiana están íntimamente vinculada al desconocimiento de su profundidad mística. Jesucristo no es ni deseado ni esperado porque no es verdaderamente amado. El sentido cristiano del sacrificio se vuelve, de este modo, incomprensible y el sacerdocio parece inútil. En dicho contexto debemos ser testigos más explícitamente - gracias, en especial, a la belleza, al carácter sagrado y al fervor de nuestra liturgia - de nuestra espera en la vuelta gloriosa de Jesucristo y de nuestra esperanza de la vida eterna.

[00014-04.09] [in001] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. John Patrick FOLEY, Arzobispo de Neapoli di Proconsolare y Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

En mis visitas por toda Europa y en las visitas de algunos comunicadores europeos a nuestras oficinas, he observado hambre por Dios, así como confusión sobre Dios y sobre la religión. Déjenme citar tres casos. Antes de la visita del Santo Padre a los Países Bálticos, un número de comunicadores de estas naciones pidieron algún tipo de orientación a nuestros oficiales. Un correspondiente televisivo de Estonia hizo dos preguntas: "¿Qué es el Vaticano? ¿Quién es Dios?" Hace casi dos años, cuando estaba de visita en la República Checa para hablar sobre el documento 1997 sobre "Etica en la Publicidad" de nuestro Consejo, un joven ejecutivo publicitario vino hacia mí y me preguntó: "¿Me puede hablar sobre Dios y sobre Jesús?". El mes pasado, hablando con los representantes de la Conferencia Nacional de Sacerdotes de Inglaterra y Gales, hablé sobre la necesidad para nosotros de ser acogedores. ¿Tenemos acaso en cada una de nuestras iglesias un letrero que indique que esa es una iglesia Católica y que, al mismo tiempo, informe de las horas de los servicios y dé un mensaje de bienvenida? En una sociedad donde se estima que cada año cerca del veinte por ciento de la gente se muda a una nueva dirección, ¿les damos la bienvenida en nuestras iglesias?, ¿tenemos grupos de laicos que vigilan su llegada, dándoles la bienvenida en el barrio o en la parroquia, sin que importe la religión de pertenencia? ¿Ofrecemos en nuestras iglesias folletos que presenten no sólo la Iglesia que la gente está visitando sino que además expliquen, brevemente, el mismo magisterio de la Iglesia Católica? ¿Ofrecemos medios que estén anunciados de forma adecuada y que puedan responder a las preguntas de la gente? ¿Tenemos sacerdotes o consejeros especialmente preparados que aconsejen a las personas en sus angustias? Hace ocho años, en el primero de estos Sínodos de los Obispos para Europa, hablé sobre la necesidad de garantizar el acceso de programas religiosos a la radio y televisión; la necesidad de garantizar el derecho de la Iglesia a tener sus propios medios de comunicación social; la necesidad de formar sacerdotes, seminaristas y laicos al uso profesional de los medios de comunicación. Repito nuevamente que todo ello es importante. Pero son también importantes la necesidad de desarrollar un plan pastoral para las comunicaciones y que el aspecto comunicativo sea parte de todo plan pastoral a nivel nacional, diocesano y parroquial. Pero la necesidad es aún fundamental. Incluso en las comunicaciones, tenemos que empezar con cosas más simples y básicas. La difunta Madre Teresa dijo que la gente está hambrienta de amor. Si nos convencemos sobre la necesidad de comunicar este amor a cada persona que encontremos - en nuestra amabilidad, en nuestra disponibilidad, en nuestra acogida y, desde luego, en nuestro ir más allá compartiendo el tesoro de nuestra fe, entonces estaremos respondiendo al hambre más profunda del ser humano: el hambre de amor, el hambre de Dios. Los medios de comunicación que estamos usando se convertirán, por lo tanto, en una extensión de las personas que somos, y el mensaje que ofreceremos será creíble porque nosotros somos auténticos - creyentes sinceros de lo que decimos y practicantes fieles de lo que creemos. Entre muchos europeos y, en menor grado, entre muchos católicos de América del Norte, he encontrado discreción en hablar sobre la propia fe. Pero no la discreción de quien es personalmente humilde o de quien evita invadir la vida privada de otros, sino más bien una cierta dificultad, una actitud de que la fe religiosa está pasada de moda y que es mejor mantenerla privada. Deseo que vuelva a la práctica de la fe esa alegría y entusiasmo que atrae las almas y toca los corazones.

[00015-04.05] [IN002] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Javier LOZANO BARRAGÁN, Arzobispo-Obispo emérito de Zacatecas y Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios.

Según el anuario estadístico de la Iglesia, publicado por la Secretaría de Estado, en Europa, en la Iglesia católica, contamos con 34.397 institutos de ayuda y beneficencia distribuidos de la siguiente manera: 1.362 hospitales; 3.917 dispensarios; 6 leprosarios; 7.092 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos; 2.043 orfelinatos; 2.402 jardines de niños; 3.866 consultorios matrimoniales; 2.709 centros de educación o reeducación social; otros institutos, 11.000. Según datos publicados por la OMS este año de 1999, la Pandemia del SIDA en Europa occidental registra 530.000 casos y en Europa del Este, junto con Asia oriental de la región del Pacifico, cuenta con 440.000 enfermos. La incidencia mayor de enfermedades se ha desplazado de las infecciosas a las respiratorias, cardio-vasculares y tumorales, señalándose come una de las principales causas de muerte el alcoholismo y el tabaquismo. Ante estos y parecidos problemas el IL nos habla de la presencia especial de Cristo en los enfermos (n. 32) y de continuar, como prioridad, siendo signo de Dios, mediante "la promoción de una adecuada atención pastoral y social al complejo mundo de la salud, con todos los problemas que hoy lo atraviesan", acentuando este ámbito de presencia e intervención pastoral de las Iglesias particulares de Europa, "para que el Evangelio de la esperanza pueda ser servido más adecuada y realísticamente" (n. 75). El Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud pide a los Padres sinodales seguir atendiendo especialmente esta rama tan importante de la Nueva Evangelización, redefiniendo dicha Pastoral en los ámbitos parroquiales, diocesanos y de las Conferencias Episcopales de Europa. Se impone continuar en la Nueva Evangelización, como un mensaje lleno de esperanza, el ministerio sanante de Cristo que envió a sus apóstoles a predicar y a sanar a los enfermos (Mc 16, 15-18). Un punto básico es el de inculturar el Mensaje del Evangelio en los problemas actuales de la Bioética y formar así las conciencias en el mundo de la investigación, experimentación y práctica médica actual. Otro será el redefinir el concepto básico de Salud, para de allí partir a una renovada pastoral de la misma. En el Pontificio Consejo para la pastoral de la Salud entendemos ésta como una tensión dinámica hacia la armonía física, psíquica, social y espiritual y no sólo la ausencia de enfermedad, que capacita al hombre para llevar a cabo la misión que Dios le ha encomendado, según la etapa de la vida en la que se encuentre.

[00016-04.02] [in003] [Texto original: castellano]


S. Em. Card. Paul POUPARD, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura.

1. En el encuentro con los no-creyentes y sus culturas, la misión de la Iglesia no termina en el diálogo y el intercambio de palabras humanas. Ésta tiene como finalidad el anuncio explícito de la Palabra de Dios, la invitación a creer en Cristo, Buena Nueva también para las culturas en crisis de significado: agnosticismo intelectual, amnesia cultural, anomia ética, afasia religiosa, anemia espiritual. Con la gracia de Dios sabremos superarlas aportando una doble respuesta de orden intelectual y espiritual, con fe en la inteligencia e inteligencia en la fe, como supieron hacerlo los primeros apologistas y los Padres de la Iglesia, recurriendo a sus propios recursos para aportar la novedad creadora del Evangelio (Ireneo).

2. Cristo, donándose, nos ha donado todas las novedades. Es una gran labor para la Iglesia convencer de ello a filósofos y teólogos, a hombres de Iglesia y a hombres de Estado. No dejemos que Europa sucumba al provecho y al poder, a las técnicas y a la ciencia; recuperemos la audacia de la inteligencia y el fervor de la fe. La duda y la ironía, la contestación y la crítica, el escepticismo y el agnosticismo no han construido nunca nada, mas que un consenso débil. Cultivar la complementariedad evitando todo conflictualidad aplasta muy a menudo la originalidad, fuente de toda creatividad. Importa evangelizar para inculturar, dragar la fuente de agua viva antes de cambiar las canalizaciones, y no contentarnos leyendo los signos de los tiempos, sino tener la audacia creadora de proponer unos nuevos, en un proyecto portador de esperanza para el hombre en su misma humanidad. La evangelización de las culturas que han sido cristianas y han cesado de serlo, o lo son de forma inerte, son una tarea esencial.

3. Hoy como en tiempos del apóstol Pedro, sepamos rendir cuentas de la esperanza que nos habita, con dulzura y respeto, inteligencia y coraje, en todas las grandes discusiones de la sociedad sobre la fe y la razón, el Estado y la nación, la política y la religión, la Iglesia y el Estado, la ciencia y la fe, la libertad y la verdad, el pluralismo y el laicado, la naturaleza y la cultura, la persona y la comunidad, el hombre y la mujer, en la Iglesia y en la ciudad. Los medios modernos de comunicación social, desde las películas a las videocintas, de la radio a la televisión, de los periódicos a la edición, nos dan posibilidades inmensas que decuplica Internet, para dar un alma a la cultura, con hombres y mujeres competentes, apoyados por artistas de talento. Menos cristiana, la cultura europea se ha vuelto menos humana. Desde entonces, evangelizar la cultura europea es que ésta sea de nuevo una cultura plenamente humana facilitando, al mismo tiempo, a los más pobres e indefensos un acceso privilegiado a la fe y un apoyo para la vida de fe.

4. Son numerosos y decididos los hombres y mujeres de cultura de toda Europa que nos ayudan, como atestiguan los Actos del Simposio de cultura pre-sinodal "Cristo, fuente de una nueva cultura para Europa" (Il Nuovo Aeropago), con cuatro medios fundamentales: 1. Recobrar los fundamentos: filosofía y teología, antropología y ciencias. 2. Vuelta a la raíces de la familia y la educación, la escuela y la universidad. 3. Renovar las humanidades, las artes y la comunicación. 4. Pensar de nuevo la vida del hombre y de la mujer en la ciudad: naciones y culturas, ética, economía y política.

La cultura europea, entonces, no será sólo una gran cuestión y, a menudo, una gran desilusión, sino que será de nuevo, estoy seguro, una gran promesa. Pues "el porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar" (Gaudium et Spes, 31).

[00017-04.04] [IN004] [Texto original: francés]


S. Em. Card. Pierre EYT, Arzobispo de Burdeos

¡El objeto de esta intervención es la "nueva evangelización"! De 1991 a 1999 la necesidad y urgencia de la Nueva Evangelización han sido confirmadas. Pero los criterios y la práctica todavía llaman a la reflexión de los obispos y a la atención de todos a los "signos de los tiempos" sucedidos en Europa. La idea que el cristianismo habría fracasado en Europa es una idea difundida, que implica a menudo programas de alejamiento entre la Iglesia, el cristianismo, la cultura contemporánea. El resultado es una especie de "apostasía tranquila" de un gran número de Europeos, al menos del Oeste y, sobre todo, entre los adolescentes y jóvenes. "Anima europea naturaliter jam non christiana". Por lo tanto, se impone la "nueva evangelización" como obra de toda la Iglesia. No sólo de los "movimientos" o de los carismas especiales. Todos los Católicos, todos los discípulos de Cristo son llamados a unirse para favorecer una verdadera "inculturación" del Evangelio en la Europa de hoy y de mañana.

[00018-04.04] [IN005] [Texto original: francés]


S.E.R. Mons. Agostino CACCIAVILLAN, Arzobispo titular de Amiterno y Presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica

Cristo Jesús y su Iglesia son nuestra vida, nuestra pasión; en Él y en Ella queremos crecer nosotros mismos cada vez más y hacer crecer a los demás. Este crecimiento es el objetivo de la nueva evangelización y de la misión ad gentes. En primer lugar, con respecto a la doctrina social de la Iglesia, la que también "tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización", merece ante todo atención aquello que concierne a la caridad, la comunión y la solidaridad: conceptos-realidades muy importantes, que deben ser promovidos en el conocimiento y en la vivencia, mediante la enseñanza en sus varias formas y mediante la acción pastoral. Basta aquí recordar el Magisterio Pontificio en la Encíclica Sollicitud Rei Socialis, el texto fundamental en los nros. 38-40; en la Encíclica Centesimus Annus, n. 10, en donde se retoman las nociones de "caridad social" (Pío XI) y "civilización del amor" (Pablo VI); en la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Ecclesia in America, el rico capítulo "Camino para la Solidaridad" y en la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Ecclesia in Africa", nros.114, 138-139, 131-135; como, así también, el Catecismo de la Iglesia Católica, el vocablo "solidaridad", que está cargado de sentido, en el índice temático. En segundo lugar, se debe destacar la importancia de la doctrina social de la Iglesia con especial referencia a los "problemas que hoy en día parecen caracterizar en mayor medida nuestro continente", ejemplificados en el trabajo y la globalización, la inmigración, los estados y las naciones, la responsabilidad hacia los países más pobres con el problema de la deuda externa, la acción por la paz, los nacionalismos. A propósito del estudio de estos problemas, el Instrumentum laboris señala el modelo de la Encíclica Centesimus Annus, en la cual Su Santidad Juan Pablo II "ha elegido ligar una enseñanza universal a los eventos particulares europeos de 1989". En otras palabras, existe la tarea/método de interrogar y actualizar la doctrina social de la Iglesia a partir de la consideración" de tales problemas. Se trata también en las citadas Exhortaciones Apostólicas Post-Sinodales Ecclesia in Africa y Ecclesia in America, de correlaciones y coincidencias ciertamente naturales, dada la universalidad de la Iglesia y la solidaridad de toda la familia humana, las crecientes relaciones entre los varios países del mundo y los vínculos que unen Europa a los otros continentes. En esta perspectiva global, se puede recordar, además, lo que en Ecclesia in America, el Santo Padre escribe, acerca del Catecismo de la doctrina social católica, siendo obvio que ello tendrá significado e importancia para Europa y, así también, para África, Asia y Oceanía en el mismo y total sentido que tiene valor en todos los continentes el Catecismo de la Iglesia Católica. Para terminar, se debe señalar una iniciativa en el campo del estudio y de la actuación de la doctrina social de la Iglesia: la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, instituida por nuestro Santo Padre en 1993, con sede en el Vaticano, pero destinada a operar también y, sobre todo, fuera de él, a través del generoso y competente empeño de los laicos del mundo empresarial y académico.

[00019-04.05] [in006] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Francisco ALVAREZ MARTÍNEZ, Arzobispo de Toledo (España).

Este Sínodo es momento privilegiado para, fieles al Espíritu, discernir cuál ha de ser la renovada presencia y misión de la Iglesia. Vivimos dificultades y retos propios de la difusión de una vaga religiosidad e incluso de un ateísmo práctico. Tal descristianización debilita la vivencia y capacidad evangelizadora de la Iglesia, donde alarma la disminución de vocaciones sacerdotales, de vida consagrada, y militancia seglar. Ante esto, nuestras Diócesis han de ofrecer fundamentalmente espiritualidad contra el consumismo materialista, corresponsabilidad frente al individualismo, vida familiar, talante misionero y ecuménico, replanteando una eclesiología de comunión entre episcopado, vida consagrada y laicos, carismas y ministerios. La espiritualidad y santidad propias del Obispo han de responder a la gracia recibida del Orden, vivida en comunión esencial con los presbíteros, para la expresión de la comunión jerárquica Solo se puede Ilegar a la gran comunidad cristiana desde pequeños grupos construidos por la fe personal y el amor mutuo, para alcanzar todo el orden social, ya que el hombre, religado a Dios privada y públicamente en lo social/cultural/político/etc., se encuentra en una soberanía compartida que integra historia, religión, cultura e instituciones plurales. Vivimos un pluralismo ilimitado que, prescindiendo del bien común, lleva al pensamiento débil, a unos mínimos de ética civil sin alma y relativista. Desde aquí, permítanme recordar el Mensaje Final del Sínodo '85: "Todos nosotros, Obispos, con Pedro y bajo su guía, estamos comprometidos para comprender más profundamente el Vaticano II y llevarlo a la práctica... Hemos verificado el Concilio y nos hemos comprometido a promoverlo". Sólo así afrontaremos la actual fragmentación del saber teológico, los retos fundamentales de la fe desde la misma sacramentalidad de la Iglesia y las tácticas apostólicas, dentro del único designio de Jesucristo, apostando siempre por el gran desafio "ad gentes".

[00020-04.03] [in007] [Texto original: castellano]


S.E.R. Mons. Paul SCHRUERS, Obispo de Hasselt

La pregunta que muchos de nosotros nos hacemos es la siguiente: ¿dónde está la clave para la renovación de la Iglesia y la sociedad en Europa? A partir de la experiencia de un grupo de obispos amigos, así también, a partir de la vida de la Iglesia local a la que me está concedido servir, estoy profundamente convencido de que la clave en este ámbito es la comunión. Tal es la visión de la Biblia, tal es también la experiencia actual de tantos fieles en Europa. Vivir la comunión cristiana es para ellos un nuevo descubrimiento, una experiencia plena de esperanza. En efecto, ésta es la visión de la Biblia. En tantos períodos difíciles o decisivos de la historia cristiana, la Iglesia ha vuelto su mirada hacia la primera comunidad de los cristianos, tal como ella es descrita en los Hechos de los Apóstoles. Según la tradición, el ejemplo de esta primera comunidad se llama: 'vida apostólica'. ¿En la práctica qué significa esto para nosotros? Todos nutrimos la esperanza de que las estructuras eclesiásticas, justamente por su propia importancia, se transformen cada vez más en estructuras de comunión, en instrumentos de comunión. Esto comienza ya en nuestras conferencias episcopales, como también en nuestros grupos de obispos amigos. La experiencia de los nuevos movimientos o de las nuevas comunidades, don del Espíritu que no se debe descuidar, puede, ciertamente, irradiarse sobre todos los niveles de la vida eclesiástica o social. Concretamente, me parece esencial la promoción de la vida de comunidad a una dimensión discreta, en donde se lea el Evangelio como la Palabra de Vida, donde crezca un auténtico diálogo en la caridad y la verdad, donde la vida diaria sea considerada y proyectada bajo la luz del Evangelio. De igual modo, me parece importante que nosotros los obispos no seamos solamente los promotores de estas comunidades, sino también auténticos participantes en ellas. Así, juntos, descubriremos como Jesús se encuentra en medio de nosotros y nos da la fuerza y la alegría para dar testimonio de Él, sin temor, delante de todos los hombres de nuestro tiempo. Esto supone, sin embargo, que estemos listos para dar nuestra vida, es decir: para vivir y morir los unos por los otros. Una renovada espiritualidad del amor fraterno, nutrido de la fe y profundizado en la oración: esto me parece decisivo para la vitalidad de la Iglesia en Europa.

[00021-04.04] [in008] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. José SARAIVA MARTINS, C.M.F., Arzobispo titular de Tuburnica y Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

1. Muchos y significativos son los cambios ocurridos a nivel social, cultural y político que están dando al viejo continente un rostro nuevo. Esta transformación tuvo, sin embargo, algunas repercusiones nada indiferentes en el orden religioso, ético-moral. La fe que ha forjado, durante siglos, la historia de Europa, hoy parece incidir cada vez menos en la vida y en las diversas estructuras sociales. En la cultura o culturas europeas actuales se difunden progresivamente fenómenos de ateísmo práctico, agnosticismo e indiferencia religiosa. Se ha ido formando de este modo, otra mentalidad que lleva a pensar y a vivir 'como si Dios no existiese' (cf. IL, 23, 40) Ahora bien, esta situación interpela fuertemente a las Iglesias que están en Europa y hace que sea cada vez más urgente una nueva y vigorosa evangelización. Es necesario que Jesucristo adquiera el lugar central que, por mucho siglos, ha tenido en la historia de las naciones y los pueblos europeos; que éstos vuelvan a descubrir toda la fascinación de su figura y la importancia vital de su mensaje para un auténtico progreso integral del hombre y para una fraterna y ordenada convivencia social. Sólo de este modo podrán ser evitados en el futuro dramas como el que, recientemente, todavía ha ensangrentado el mismo corazón del continente.

2. Es aquí, justamente, donde se inserta la tarea esencial de la Iglesia: la de acercar los europeos a Cristo, la de favorecer y sostener su encuentro con Él, que aún ejerce una fuerte atracción para nuestros contemporáneos y, en particular, para los jóvenes. Para tal fin, es necesaria una renovada e incisiva acción pastoral y una catequesis siempre actualizada en el lenguaje, una continua referencia a la Palabra de Dios y una adecuada recuperación, en la predicación, del gran misterio de la Pascua del Señor como única fuente inagotable de esperanza para el hombre. Para que su acción sea eficaz, la Iglesia debe, además, presentarse al hombre de hoy como la Iglesia de las Bienaventuranzas, la Iglesia de la santidad, que sea la transparencia de Cristo. Ella, de hecho, nos lo recordaba ayer el Santo Padre, propone Cristo a los hombres "no sólo con las palabras, sino especialmente con el testimonio elocuente de la santidad. Los Santos y las Santas, de hecho, con su existencia marcada por las Bienaventuranzas evangélicas, constituyen la vanguardia más eficaz y creíble de la misión de la Iglesia." (Homilía del Papa en la S. Misa de inauguración del Sínodo) y, por lo tanto, también de la misión de la Iglesia del continente europeo.

[00025-04.04] [in009] [Texto original: italiano]


S. Em. Card. Miloslav VLK, Arzobispo de Praga.

1. Estudiando el Documento preparatorio, he notado con entusiasmo el desarrollo y profundización de la enseñanza del Concilio Vaticano II, rico en perspectivas. Es necesario, sin embargo, tener en cuenta más lúcidamente el re-descubrimiento de la dimensión carismática de la Iglesia a partir del Concilio, tema que el Santo Padre no se cansa de poner en relieve, desde el inicio de su pontificado.

2. El aspecto carismático de la Iglesia encuentra una expresión, por demás significativa, en los nuevos Movimientos eclesiales, cuyo florecimiento Juan Pablo II ha definido "uno de los dones del Espíritu Santo de nuestro tiempo ...una novedad segura que todavía espera ser adecuadamente comprendida en toda su positiva eficacia" (cf. O.R., 27-28.5.96), don que podrá provocar "un nuevo impulso apostólico de todo el complejo eclesial" (Juan Pablo II, Mensaje, 27.5.98).

3. Según la eclesiología del Concilio Vaticano II, el Espíritu unifica, instruye y dirige la Iglesia con "diversos dones jerárquicos y carismáticos" (cf. LG 4). Las dimensiones carismática e institucional de la Iglesia "son co-esenciales a la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque ambas concurren a hacer presente el misterio de Cristo y Su obra salvadora en el mundo" (Mensaje cit., 27.5.98). Estamos aquí en el corazón del tema de nuestro Sínodo.

4. "El Espíritu Santo... santifica el Pueblo de Dios ...'distribuyendo a cada uno sus dones, según Su voluntad' (1 Cor 12, 11)" (LG 12). Algunos de los Movimientos eclesiales, surgidos de carismas otorgados con frecuencia a los laicos, han hecho, a lo largo de los años de su existencia, una rica, profunda y genuina experiencia con la presencia de Jesucristo Resucitado. No es un deshonor para nosotros, que en la Iglesia somos maestros, ponernos a escuchar estas experiencias y hacer que puedan llevar su fruto para la vida de toda la Iglesia.

5. Provoca asombro el fuerte impacto de los Movimientos eclesiales en ambientes frecuentemente muy alejados de la vida eclesial. Es mas, antes de transmitir la verdad cristiana, ellos están empeñados en vivirla y, antes de proclamar en palabras la presencia del Resucitado, ellos la hacen perceptible con los hechos. También por esto los carismas reconocidos por la Iglesia "merecen ...atención por parte de cada miembro de la Comunidad eclesial, empezando por los Pastores" (Mensaje cit., 27.5.98).

6. Es innegable que se pueden verificar inmadurez, intemperancia y, a veces desviaciones pero lo que el Santo Padre ha señalado en la fiesta de Pentecostés de 1998 a toda la Iglesia, es la nueva etapa de "madurez eclesial" de estas fuerzas (cfr. Discurso 30.5.98). A través de ellas, el Espíritu Santo está imprimiendo en el Pueblo de Dios su rostro nuevo, un nuevo dinamismo, una nueva vitalidad. Urge acoger este don, dialogar, comulgar. Expreso el augurio de que, en el curso de nuestros trabajos, se subraye adecuadamente aquello que el Papa sin medias palabras ha definido: "La respuesta suscitada por el Espíritu Santo, a este dramático desafío de fin del milenio" (ibid.)

[00023-04050] [in010] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Francesco MARCHISANO, Arzobispo titular de Populonia y Presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia (Ciudad del Vaticano).

Hace once años el Santo Padre instituía la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, encargándole la valorización del ingente patrimonio artístico, arquitectónico, musical, teatral y literario que la Iglesia ha creado y sigue creando valiéndose del talento de los distintos pueblos y culturas. Arquitectura sacra, pintura y escultura, bibliotecas, museos y archivos revelan y custodian por todas partes la obra de inculturación de la fe en estos dos milenios de vida cristiana. El interés de la Iglesia por los Bienes Culturales nos retrotrae al inicio de la evangelización de cada tierra, especialmente de Europa, que está entre las más grandes y antiguas formas de cultura y de arte de la humanidad, empezando por las catacumbas cristianas. Como ya se sabe, en todas las naciones europeas, el patrimonio histórico-artístico creado en dos milenios por la Iglesia alcanza hasta el 80% del patrimonio total histórico-artístico nacional. También las Iglesias de reciente evangelización y las Iglesias más pobres pueden constituir -según sus posibilidades y tradiciones- un patrimonio de bienes culturales para la conservación de la memoria eclesial, la formación de una cultura de inspiración cristiana, la creación de obras de arte para expresar el culto divino y el servicio a los hermanos. En el actual pluralismo cultural y religioso los bienes culturales de inspiración cristiana pueden ser un instrumento de nuevo acercamiento y de diálogo entre los pueblos; son la base de un deseable renacimiento cultural y espiritual. En este momento propicio de vigilia jubilar, en el cual la Iglesia está pensando nuevamente en "la contribución dada por el Cristianismo a la cultura de los diversos pueblos, mediante la acción evangelizadora de sacerdotes religiosos y laicos comprometidos" (Cf. Juan Pablo II, Alocución del 28 de septiembre de 1997), también la Iglesia puede encontrar en las manifestaciones artísticas un instrumento privilegiado de encuentro y evangelización. Su Santidad me dijo en reiteradas ocasiones: "Cuando era arzobispo de Cracovia, si he podido establecer algún contacto con los que están lejos fue porque empecé siempre por el patrimonio histórico-artístico de la Iglesia, que tiene un lenguaje que todos conocen, un lenguaje que todos aceptan y, a partir de este lenguaje, he podido establecer un diálogo que por otra vía hubiera sido imposible". Por eso es justo lo que dice el número 50 del Instrumentum laboris: "Otro espacio valioso es ofrecido por el patrimonio artístico y cultural, que puede convertirse en el punto de encuentro para cuantos se alejaron de la Iglesia" (Cf. Instrumentum laboris nº 50) Los bienes culturales benefician la inculturación de la fe, son un estímulo para que los que están alejados entren en contacto con la religión cristiana, favorecen el intercambio entre los pueblos y constituyen uno de los más bellos testimonios de la gran fe de nuestros antepasados. Dada la explosión de interés por los bienes culturales en muchos países de Europa, ellos representan una frontera de la nueva evangelización. A través de los bienes culturales se puede volver a encontrar el alma de la civitas christiana europea con vistas a una renovada cultura de la memoria, se puede resaltar el humanismo cristiano con vistas a un deseable nuevo humanismo, se pueden indicar a través de la belleza los valores del espíritu con vistas a la liberación de cualquier tipo de materialismo, se puede favorecer una cultura del diálogo con vistas a las nuevas situaciones multi-étnicas y multi-religiosas, como ha escrito magistralmente el Santo Padre en la Carta a los artistas en el mes de abril del presente año. Hoy en día, cuando se da tanta importancia a la imagen visual, en una sociedad dominada por los medios audiovisuales, es necesario subrayar esta función catequística del patrimonio histórico-artístico-cultural de la Iglesia.

[00026-04.06] [in011] [Texto original: italiano]


S.E.R. Mons. Donal Brendan MURRAY, Obispo de Limerick.

La búsqueda de un nuevo lenguaje con el que comunicar la fe requiere, no sólo nuevas palabras, sino también una visión más profunda de la Iglesia. Si vemos la Iglesia sobre todo como una estructura, su mensaje no es escuchado, aunque las palabras estén bien escogidas. El desafío de comunicar hoy el Evangelio puede agotar la moral y las energías. Una sincera preocupación por las dificultades puede llevar a recriminar con aspereza a la Iglesia que se mueve de forma demasiado rápida o que, por el contrario, no se está moviendo con la debida rapidez. El desafío real yace más en profundidad. Exige que todos nosotros tomemos una mayor conciencia de que somos siervos de la misteriosa Palabra de Dios y que todos aquellos con los que tratamos, sean hostiles o apáticos, son llamados hermanos y hermanas en Cristo. El trabajo que nosotros realizamos es, ante todo, trabajo de Dios. El segundo desafío consiste en detectar y aprovechar los momentos en los que las personas pueden estar abiertas al Misterio. Pueden ser momentos trágicos, de impotencia, de asombro. Tenemos que encontrar un nuevo lenguaje de esperanza que sea un lenguaje artístico y de imagen. Lo que importa no son las palabras sino el modo en que las vivimos. La Iglesia necesita ser vista como lo que es, no una mera estructura sino una familia que siente y comparte la búsqueda, las esperanzas y las inquietudes de la humanidad. Si queremos ver a Jesús vivo en la Iglesia, entonces tenemos que ver a la Iglesia como un organismo vivo, que vive en el Espíritu que habla desde lo profundo del corazón humano con suspiros demasiado hondos para ser expresados con palabras.

[00027-04.04] [INO12] [Texto original: inglés]


S.E.R. Mons. Sofron MUDRY, O.S.B.M., Obispo de Ivano-Frankivsk, Stanislaviv de los Ucranianos.

Con ocasión del Jubileo del Año 2000 y del Sínodo de los Obispos de Europa, queremos agradecer, en nombre de todos los obispos de la Iglesia Católica Ucraniana, el amor fraterno y generoso ofrecido por todos. ¡Habéis hecho mucho! ¡Dios os compensará! Hablando de la nueva evangelización en todo el territorio post-comunista y especialmente en Ucrania, tenemos que subrayar que ésta tiene características específicas. Durante cincuenta-sesenta años, en Europa Occidental no ha existido ninguna evangelización. Por el contrario, el régimen comunista ha destruido, de todas las maneras posibles, toda actividad religiosa; ha perseguido con rigor las Iglesias, los sacerdotes y los fieles imponiendo el ateísmo y el neo-paganismo. Todas las Iglesias y especialmente la Iglesia Católica Ucraniana, han tenido que llevar adelante su misión en las difíciles circunstancias de la clandestinidad, bajo la continua amenaza de los arrestos. Tanto la jerarquía como la administración eclesiástica de la Iglesia Católica Ucraniana habían sido destruidas; se había robado su patrimonio eclesial, pero lo peor de todo ha sido la destrucción del alma del pueblo cristiano. Por esta razón, cuando se habla de evangelización, Ucrania tiene que ser considerada una principiante, sobre todo en las regiones del Sur y del Este. Durante diez años de independencia y libertad democrática se ha verificado un gran paso en la vida de la Iglesia. El análisis del presente estado de la evangelización en Ucrania no estaría completo si no se tomase en consideración la presencia de los misioneros, representados de forma especial por las nuevas sectas cristianas, cuyos métodos causan serios problemas tanto a las Iglesias Ucranianas tradicionales como a la Iglesia Católica. Como obispo ucraniano que trabaja en la Ucrania de hoy, creo que mi pueblo es capaz, en las difíciles circunstancias actuales de la realidad post-comunista, de renovar su identidad cristiana y de llevar a cabo la nueva evangelización en un pueblo medio pagano. Observo, por lo tanto, las siguiente condiciones:

1. La Iglesia cristiana en la Ucrania contemporánea debe salir más allá de los confines de la predicación en la iglesia y fuera de los muros de los monasterios, para entrar en la sociedad como tal. Tenemos necesidad de enseñar al pueblo en las iglesias y fuera de ellas. Tenemos que incluir las verdades evangélicas en la vida, destruir el pecado de la infidelidad y los vicios morales nacidos del pecado durante el sistema comunista.

2. Los católicos de ambos ritos - romano y bizantino - debemos unir nuestras fuerzas para dialogar ecuménicamente con nuestros hermanos ortodoxos. Según nuestras capacidades, debemos favorecer la unión de la ortodoxia ucraniana, ya que en una iglesia separada de Cristo es muy difícil, por no decir imposible, predicar la nueva evangelización.

3. Nosotros, cristianos de Ucrania, lanzamos una llamada a los cristianos occidentales y a los cristianos de toda Europa solicitando el fortalecimiento del apoyo moral y la ayuda material a la Iglesia Cristiana en Ucrania para una colaboración recíproca, la construcción de una aparato mejor y del instrumento espiritual para la nueva evangelización. En especial, nuestras escuelas superiores - seminarios y academias, necesitan mejorar su formación teológica y técnica para una difusión efectiva de la Palabra de Dios. La juventud ucraniana contemporánea tiene muchas vocaciones desde el punto de vista cuantitativo, pero no cualitativo. A mi breve relación sobre el estado actual de la evangelización en Ucrania, desearía añadir una breve estadística sobre el estado de la organizaciones religiosas en Ucrania. Los datos son del 1 de enero de 1999 y han sido presentados a la Oficina Estatal para los Asuntos Religiosos (Revista Uomo e mondo, nº 1. Enero de 1999, ed. "Pressa Ukrainy", Kiev).

[00028-04.04] [IN013] [Texto original: italiano]


Rev. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

Como miembro de una orden misionera, desearía decir algo sobre la primera evangelización en Europa. Las estadísticas indican que en algunos territorios de Europa occidental, el 80% de los habitantes no ha sido bautizado. ¿No vemos quizás en esto un desafío apremiante? Cuando aceptamos, de forma teórica, el hecho de que en cada parroquia y diócesis de Europa existe un gran número de no bautizados, surge una pregunta ulterior: ¿quién debe ocuparse de este compromiso misionero? La propuesta concreta que quisiera hacer es la siguiente: invitemos a venir aquí, a Europa, a especialistas de la misión ad gentes. Estos misioneros para Europa podrían ser europeos, pero ¿por qué no asiáticos, africanos, latinoamericanos, en una especie de reciprocidad misionera? Por supuesto, su tarea sería una efectiva primera evangelización de la fe, y no un apoyo en situaciones de dificultad, presentes en el normal cuidado de las almas. Éste sería un paso valiente. A este propósito hay que decir que somos responsables de la gran cantidad de hombres que no tienen ningún acceso a la fe. Por tanto, como afirma la Redemptoris Missio "la fe se fortalece dándola" (RM 2). Por último, dar la bienvenida a los mensajeros de la fe de otros continentes sería un saludable acto de humildad para nuestras Iglesias. Ello representaría una maravillosa oportunidad para entrar en comunión con la Iglesia universal.

[00029-04.04] [IN014] [Texto original: alemán]