LIBRO DE LA ALIANZA
Exodo 19-24
Carlos Mesters oc
Contenido:
Introducción: EL LIBRO DE LA ALIANZA
- UNA VENTANA ABIERTA SOBRE LA BIBLIA
Capítulo 1: EL LIBRO DE LA ALIANZA
- GUIA DE UNA GRAN CELEBRACIÓN
Celebrar para recordar y renovar
Una guía que orienta la celebración de la alianza
Los cinco pasos de la celebración de la alianza
Capítulo 2: PASO 1·
- INICIO DE LA CELEBRACIÓN
RECORDAR LA HISTORIA DEL PEREGRINAJE
"¡También soy tu pueblo, Señor...!"
La secuencia del primer paso de la celebración de la alianza
Para esclarecer y profundizar
Capítulo 3: PASO 2· - LOS DIEZ MANDAMIENTOS -
OÍR LO QUE DIOS NOS QUIERE DECIR
La llave que nos abre el sentido de los Diez Mandamientos
Tres pensamientos que nos ayudan a entender mejor los Mandamientos
Primer Mandamiento
Segundo Mandamiento
Tercer Mandamiento
Cuarto Mandamiento
Quinto Mandamiento
Sexto Mandamiento
Séptimo Mandamiento
Octavo Mandamiento
Noveno y Décimo Mandamientos
Un resumen del ideal de los Diez Mandamientos
Breve información final
Capítulo 4: PASO 3·
- EL CODIGO DE LA ALIANZA
1a PARTE - CONOCER AL PUEBLO QUE RECIBE LA LEY DE DIOS
Una historia de hoy como telón de fondo para entender el Código de la Alianza
La situación del pueblo para el cual fue hecho el Código de la Alianza
La época en que fue hecho el Código de la Alianza
La historia del pueblo que dio origen al Código de la Alianza
Capítulo 5: PASO 3·
- EL CODIGO DE LA ALIANZA
2ª. PARTE - APLICAR LA LEY DE DIOS EN LA VIDA DEL PUEBLO
Primera Clave: El Código de la Alianza retoma el ideal del los Diez
Mandamientos
Segunda Clave: El Código de la Alianza toma partido dentro de los
conflictos
Tercera Clave: El Código de la Alianza no da todo; falta completar la
justicia
Cuarta Clave: La división del Código de la Alianza nos esclarece su
objetivo
Observación final con relación al estudio del Código de la Alianza
Capítulo 6: PASO 4·
- ¡VOZ DE DIOS, LEY DEL PUEBLO!
PAZ EN LA TIERRA, TIEMPO NUEVO
La vida nueva del pueblo, garantizada por la promesa de Dios
El ángel del Señor
La condición para que la promesa de Dios se realice
La memoria del pueblo: el telón de fondo de la promesa de Dios
Capítulo 7: PASO 5·
- RENOVAR LA ALIANZA CON DIOS
La solemnidad y la seriedad del ambiente de la celebración
La ceremonia de la renovación de la alianza
Nace la esperanza de una nueva alianza
Conclusión: JESUS
- EL LIBRO DE LA NUEVA ALIANZA
La antigua alianza estaba rota
La nueva alianza en marcha
"Este cáliz es la Nueva Alianza de mi Señor"
Apéndice: SIETE CONSEJOS DE COMO LEER LA BIBLIA
**********
Introducción
EL LIBRO DE LA ALIANZA
UNA VENTANA ABIERTA SOBRE LA BIBLIA
El Libro de la Alianza del que vamos a hablar, ocupa los capítulos
19 a 24 del Libro del Exodo. Estos capítulos hablan de la Alianza que
Dios hizo con su pueblo. El momento solemne de la Alianza es
descrito así: "Moisés tomó el Libro de la Alianza y lo leyó en presencia
del pueblo, que respondió: 'Obedeceremos y haremos todo lo que
pide Yavé'. Entonces Moisés tomó la sangre y la derramó sobre el
pueblo, diciendo: 'Esta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho
con ustedes, conforme a todos estos compromisos'" (Ex 24,7-8).
En el momento exacto de derramar la sangre se hizo la alianza: el
grupo de esclavos liberados de Egipto comenzó a ser el Pueblo de
Dios y Dios comenzó a cumplir su promesa: "A ustedes los tomaré
para pueblo mío y seré Dios para ustedes" (Ex 6,7).
La Alianza es el corazón que mueve al pueblo y la semilla de la
Biblia. Plantada en el suelo de la vida de aquel pequeño grupo que
salió de Egipto, la alianza fue echando raíces bien profundas, fue
produciendo tronco y ramas, hojas y frutos. Nació y creció el pueblo. Y
junto con el pueblo, en el transcurso del camino, nació y creció la
Biblia que hasta hoy, ilumina y alienta al pueblo en su compromiso y
va recordándole las exigencias de la alianza.
El Libro de la Alianza está en el origen de la organización del
Pueblo de Dios. Contiene su Constitución. En él están los Diez
Mandamientos y el Código de la Alianza. Aquel grupo de esclavos
conducidos por Moisés fue el constituyente del pueblo de Dios.
Dentro de la Biblia, el Libro de la Alianza es como una montaña
bien alta en medio de una planicie. Quien llega allá a la cima, tiene
una visión de conjunto. Muchos asuntos de la Biblia se esclarecen por
el estudio del Libro de la Alianza. El Libro de la Alianza es, por así
decir, una llave de lectura para toda la Biblia. Por eso, vamos a subir
la montaña.
CAPITULO 1
EL LIBRO DE LA ALIANZA GUIA DE UNA GRAN CELEBRACION
Ex 19-24
CELEBRAR PARA RECORDAR Y RENOVAR
Todos los años, en la Semana Santa, los cristianos se reúnen en
sus comunidades para celebrar la memoria de la muerte y
resurrección de Jesús. Todos los años el día 16 de septiembre, el
pueblo mexicano se reúne en las plazas de las ciudades para celebrar
su independencia.
Del mismo modo, todos los años el pueblo de la Biblia peregrinaba
y se reunía en el santuario para celebrar su independencia, la
liberación del yugo de los egipcios. Juntos, los peregrinos recordaban
los grandes hechos del pasado. Era como si ellos mismos estuviesen
saliendo de Egipto, andando por el desierto, llegando al pie del Monte
Sinaí, para renovar la alianza. Era como si ellos fuesen parte del
grupo de Moisés que, siglos atrás, hiciera, por primera vez, la alianza
con Yavé, el Dios del pueblo.
Esta celebración anual de la alianza ya era muy antigua. Nació
poco a poco. A lo largo de los años, el grupo de Moisés fue creciendo.
Gente nueva se fue agregando, queriendo hacer el mismo peregrinar.
Gente nueva que no había participado del éxodo; que no conocía el
comienzo de la historia del pueblo. Por eso mismo, la celebración
anual nació precisamente para que las nuevas generaciones tuviesen
una oportunidad para conocer y asumir la alianza codeándose con las
generaciones más antiguas. ¡Y el Libro de la Alianza (Ex 19-24) fue
hecho para servir de guía en esta celebración!
UNA GUIA QUE ORIENTA LA CELEBRACION DE LA ALIANZA
Una celebración en la que participa mucha gente no puede ser
improvisada. Debe ser preparada; necesita una guía. Una guía es
como una colcha de retazos. Tiene de todo. Así es el Libro de la
Alianza! En él hay historias y leyes, promesas y amenazas; tiene
trozos de varias épocas y lugares y trozos de otras guías; tiene
normas para la liturgia de la penitencia y avisos para la procesión;
tiene reglas para la renovación de la alianza.
A pesar de esta gran variedad, todas las partes de la guía tienen
una misma finalidad: animar al pueblo de Dios, orientarlo en su
caminar, ayudarlo en la revisión de sus errores y mantenerlo en la
fidelidad a la alianza con Dios.
La guía de una celebración tiene de todo, pero no dice todo, ni
informa todo. En la hora misma de la celebración, se hacen muchas
cosas que no están escritas en la guía: gestos, avisos, silencio,
cantos, homilías, etc... O ¿no es así? Lo mismo vale para la guía de la
celebración de la alianza. Ella solamente da el esqueleto de aquella
celebración. La carne, el corazón y la vida eran dadas por el
entusiasmo del pueblo que participaba y por la animación de quien
presidía.
El Libro de la Alianza parece una pared nueva hecha con ladrillos
viejos. Propiamente son cinco ladrillos, de tamaños y épocas
diferentes, puestos en esta pared de la guía por un maestro de obras
de gran categoría:
1) Historia: Ex 19, 1-25
2) Ley: Ex 20,1-21
3) Código: Ex 20,22-23,19
4) Promesa: Ex 23,20-33
5) Rito e Historia: Ex 24,1-18
Estas cinco partes indican los cinco pasos de la celebración anual
de la alianza.
LOS CINCO PASOS DE LA CELEBRACION DE LA ALIANZA
Primer paso: Recordar la historia y traerla para hoy (Ex 19,1-25)
La celebración comienza recordando a los peregrinos la historia del
peregrinaje del pueblo por el desierto, desde la salida de Egipto hasta
la manifestación de Dios en el Monte Sinaí. Oyendo la historia de su
propio pasado, los peregrinos se unían al pueblo del desierto y se
preparaban con ellos para oír la palabra de Dios.
Segundo paso: Oír la palabra que Dios va a pronunciar (Ex
20,1-21)
La segunda parte trae la ley de los Diez Mandamientos, el ideal a
ser realizado y muestra las exigencias de Dios para que el pueblo
llegue a ser Pueblo de Dios. Recuerda también cómo fue la reacción
del pueblo: quedó con miedo y pidió que Moisés fuera el
intermediario. Moisés aceptó y oyó de Dios cómo aplicar la Ley en la
vida del pueblo.
Tercer paso: Aplicar la ley de Dios en la vida del pueblo (Ex
20,22-23,19)
La tercera parte es la más larga de todas. Se llama Código de la
Alianza. Enseña cómo los Diez Mandamientos deben ser aplicados en
las situaciones concretas de la vida. Aquí es donde aparecen los
conflictos y las tensiones. El Código se pone del lado de los débiles.
El indica el camino a través del terreno accidentado de la historia, en
busca de la promesa.
Cuarto paso: Oír la promesa que incita a fidelidad (Ex 23,20-33)
La cuarta parte trae las promesas de Dios para los que fueron
fieles. Son promesas muy concretas que tienen que ver con el día a
día de la vida del pueblo: salud, tierra, producción, familia, religión.
Las promesas revelan la certeza del compromiso de Dios para con su
pueblo. En la base, en la raíz de la alianza, está la gratuidad de Dios.
Quinto paso: Renovar la alianza con Dios y hacer fiesta (Ex
24,1-18)
La quinta parte es el punto alto de la celebración. Describe cómo se
hizo la conclusión de la alianza de Dios con su pueblo al pie del Monte
Sinaí y así enseña cómo la alianza debe ser renovada entre Dios y los
peregrinos, durante la propia celebración. Finalmente, todo termina
en una gran fiesta: "Comieron y bebieron" (Ex 24,11). A continuación,
en un apéndice, se da el fundamento de la autoridad de Moisés en
medio del pueblo (Ex 24,12-18).
Lo que nos enseña la historia
1. ¿Qué es lo que más te llamó la atención en la celebración anual
de la Alianza? ¿Por qué?
2. ¿Qué podemos nosotros aprender de ellos?
3. ¿Qué podrían ellos aprender de nosotros?
4. Ellos celebraban la historia de ese peregrinaje. ¿Ustedes ya
intentaron alguna vez celebrar la historia del peregrinaje de su
comunidad? ¿Cómo fue?
Ahora vamos a estudiar la guía más de cerca. Vamos a ver uno por
uno, los cinco pasos de la celebración anual de la alianza.
CAPITULO 2
Paso 1·
INICIO DE LA CELEBRACION
RECORDAR LA HISTORIA DEL PEREGRINAJE
Ex 19,1-25
"¡TAMBIEN SOY TU PUEBLO, SEÑOR...!"
"El pueblo de Dios en el desierto andaba", así se llama un canto
que gusta mucho al pueblo en Brasil y cantan mucho las
comunidades. Cada estrofa recuerda un hecho de la historia del
peregrinar del pueblo de la Biblia:
1) "el pueblo de Dios en el desierto andaba"
2) "el pueblo de Dios también vacilaba"
3) "el pueblo de Dios también tuvo hambre"
4) "el pueblo de Dios vislumbró a lo lejos..."
En seguida, el refrán canta y repite:
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino".
Canto especial. En las estrofas, él hace al pueblo de hoy volver la
vista al pasado. Y en el refrán él trae al pasado hacia dentro de
nuestro hoy. Une al pueblo de hoy con el pueblo del pasado. Todo se
vuelve un solo pueblo que anda por el desierto, vacila, siente hambre
y a lo lejos vislumbra "la tierra querida que el amor preparó".
Lo mismo acontecía con el pueblo de la Biblia. Cada año en la
celebración de la alianza, al oir la historia, los peregrinos volvían su
corazón al pasado: andaban por el desierto (Ex 19,1), se reunían al
pie del Monte Sinaí (Ex 19,2) y se preparaban para renovar la alianza
(Ex 19,8). Y al mismo tiempo, traían el pasado hacia el hoy que ellos
vivían (Ex 19,5; Sal. 95,7). Ellos decían: "Yavé no hizo alianza
solamente con nuestros padres, sino también con nosotros que hoy
estamos aquí, todos vivos: (Deut 5,3). ¡Eran todos un solo pueblo, los
del pasado y los del presente!
Por eso, la Biblia no tuvo miedo de aumentar el número del
pequeño grupo que salió de Egipto. Ella dice que sólo de hombres,
aptos para la guerra, de veinte años para arriba, el grupo tenía más
de 600.000 (Núm 1, 45-46; Ex 12,37;38,26). Ahora bien, si sumamos
las mujeres, los niños, los jóvenes menores de veinte años, los viejos
y los que no eran aptos para la guerra, ¿cuántos más serían? ¡Por lo
menos unos tres millones! ¡Es mucha gente! Ni cabría en aquel
desierto del Monte Sinaí. Pero esa era la manera con la que ellos
expresaban que el pueblo de ayer y el de hoy era un solo pueblo.
¿Quiénes son los seiscientos mil? Son los peregrinos de todos los
tiempos, nosotros también, andando por el desierto de la vida en
busca de la tierra prometida, cantando: "También soy tu pueblo,
Señor, y estoy en este camino. Cada día más cerca de la tierra
esperada".
Sugerencias para el estudio de la primera parte de la guía
1. Ahora vamos a ver de cerca el primer paso de la celebración de
la alianza (Ex 19,1-25). Por eso, conviene abrir la Biblia y cotejar las
cosas directamente en el texto bíblico, conforme las indicaciones que
se irán dando. 2. Durante el estudio de la guía, conviene recordar lo
que ya fue dicho: una guía tiene de todo, pero no dice todo. Por
ejemplo, la guía de la celebración de la alianza usa apenas dos
versículos para recordar toda la historia de los tres meses de
peregrinación en el desierto (Ex 19,1-2). En la hora de la celebración,
el narrador tenía que completar y actualizar la historia. La guía
apenas si indicaba el rumbo. Dejaba mucha libertad; despertaba la
creatividad. Ellos no repetían el pasado, sino que lo rodeaban como si
fuera nuevo; como si fuera hoy, ahora.
3. Un canto sólo se entiende cantándolo. Una celebración sólo se
entiende celebrándola. Por eso no basta solamente el estudio.
Durante el estudio los grupos deben saber inventar alguna forma de
celebración: celebrar aquello que están leyendo, estudiando,
viviendo.
LA SECUENCIA DEL PRIMER PASO DE LA CELEBRACION DE LA
ALIANZA
1. El pueblo está llegando (Ex 19,1-2)
Los peregrinos vinieron de lejos, de todos los lugares de Palestina.
Vinieron sobre todo los representantes de las comunidades, de los
clanes familiares, los "ancianos" (Ex 19, 7). Muchos tuvieron que
andar varios días hasta llegar al santuario, punto final de la
peregrinación. La celebración comienza recordando a los peregrinos
el peregrinar del pueblo, desde la salida de Egipto hasta la llegada al
desierto del Sinaí (Ex 19,1). Al mismo tiempo, en cuanto recuerda este
pasado del pueblo, cada uno recuerda su propio peregrinar.
Y ahora, todos ellos, tanto los que vinieron de Egipto como los
peregrinos que vinieron de sus casas, todos unidos, están allí
acampados al pie de la montaña, a la espera de la llegada de Dios:
"Israel acampó allí delante de la montaña" (Ex 19,2).
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino, al pie de la
montaña para tu llegada"
Y nosotros, ¿cuál fue el peregrinar que hicimos para llegar hasta
aquí al pie de la montaña?
2. Dios hace la propuesta de la alianza (Ex 19,3-6)
Por medio de Moisés, Dios recuerda lo que El hizo por el pueblo:
"Ustedes vieron lo que hice a los egipcios y que a ustedes los he
llevado sobre las alas del águila y los he traído hacia Mí" (Ex 19,4).
¡La iniciativa partió de Dios! La alianza no es mérito del pueblo. Es
gracia de Dios, puro don de su amor. Su objetivo es hacer que el
pueblo llegue hasta Dios:
"Yo los traje hasta Mí" (Ex 19,4). En seguida Dios esclarece su
propuesta y dice: "Ahora pues, si ustedes me escuchan atentamente y
respetan mi alianza, los tendré por mi pueblo entre todos los pueblos,
serán para Mí una propiedad personal entre todos los pueblos, pues
toda la tierra es mía. Serán para Mí un reino de sacerdotes y una
nación santa" (Ex 19,5-6).
¡Propiedad personal de Dios! ¡Reino de sacerdotes! ¡Nación santa!
El sentido de estas tres palabras tan importantes va a aparecer poco
a poco, a lo largo de la celebración, como flor que se va abriendo en
su botón. La condición para que esto suceda es: "Oir Mi voz y guardar
Mi alianza" (Ex 19,5). Así desde el inicio de la celebración, los
peregrinos son convidados a estar bien atentos a lo que Dios va a
hablar.
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino, atento a la
Palabra por Ti proclamada".
Y nosotros, ¿qué hace Dios por nosotros? ¿Cómo fue que El nos
llevó sobre alas de águila hasta El?
3. El pueblo acepta la propuesta de Dios (Ex 19,7-8)
Moisés relata las palabras de Dios al pueblo a través de sus
representantes, los ancianos (Ex 19,7). El pueblo acepta la propuesta
y promete fidelidad: "Todo lo que Yavé dijo, nosotros lo haremos" (Ex
19,8).
Los peregrinos, al oir estas palabras del pueblo del pasado, deben
crear dentro de sí la misma disposición de fidelidad a la palabra de
Dios y decir: "Todo lo que Yavé dijo, nosotros lo haremos". Así, el
pasado da luz a lo que debe suceder en el presente.
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino, acepto la
propuesta del largo peregrinar".
Y nosotros, ¿cuál es nuestra disposición delante de aquello que
Dios y el pueblo hoy nos están pidiendo?
4. El pueblo se prepara y se purifica (Ex 19,9-15)
Moisés es el intermediario (Ex 19,9). A través de él Dios decreta dos
días de preparación, hoy y mañana (Ex 19,10), para que el pueblo se
purifique. (La celebración anual de la alianza no es una celebración
de pocas horas, sino una fiesta popular de varios días). En estos
días, los peregrinos se preparan para el encuentro con Dios. La
preparación consiste en lavar la ropa (Ex 19,10), marcar bien los
límites de la aparición de Dios (Ex 19,12), no aproximarse ni tocar la
montaña sagrada (Ex 19,12-13), abstenerse de relaciones sexuales
(Ex 19,15), estar atento al toque de la trompeta (Ex 19,13). Así, poco
a poco, los peregrinos van entrando en el espíritu de la alianza que
Dios va a hacer con ellos.
En el tercer día, "después de la mañana" (Ex 19,11), los peregrinos
deben estar listos para asistir a la manifestación de Yavé sobre la
montaña (Ex 19,11) y para participar de la gran procesión que va al
encuentro de Dios (Ex 19,13).
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino. Ya estoy
preparado, no tengo otra cosa".
Y nosotros, ¿cómo preparamos la renovación de la alianza con
Dios, con el pueblo, entre nosotros?
5. Dios se hace presente en medio del pueblo (Ex 19,16-25)
Llega el tercer día (Ex 19,16). El día del gran encuentro. El pueblo
está preparado, de ropa lavada. Ambiente de fiesta. ¡Todo es
solemne! La propia naturaleza se reviste de solemnidad: truenos,
relámpagos, nubes obscuras (Ex 19,16), con humo, fuego y temblor
de tierra (Ex 19,18). ¡Señales de la presencia de Dios! ¡Testigos de la
alianza que va a realizarse entre Dios y el pueblo!
Un toque prolongado de trompeta se hace oir (Ex 19,16) y va
aumentando en volumen, poco a poco (Ex 19,19). Era la señal. Todos
juntos, en procesión, Moisés al frente, salen del campamento al
encuentro de Dios (Ex 19,17). Dios desciende, el pueblo sube (Ex
19,20). El lugar del encuentro es la montaña, la montaña de Dios (I
Rey. 19,8).
En cuanto la procesión va avanzando, una voz repite sin cesar:
"Nadie rebase los límites, bajo pena de muerte" (Ex
19,12.13.21.23.24). El clima de la celebración es de gran seriedad.
Así, a través de esos ritos solemnes, los peregrinos van abriendo
dentro de sí, en su interior, un espacio para escuchar la palabra de
Dios que va a ser proclamada.
"También soy tu pueblo, Señor, y estoy en este camino. Tu palabra
será escuchada".
Y hoy, ¿nuestras celebraciones consiguen crear en nosotros una
actitud de escucha de la palabra de Dios presente en la vida? Ellos
tenían los signos propios de su cultura: trueno, relámpagos,
terremoto. ¿Cuáles son los signos propios de nuestra cultura que nos
hablan de Dios?
PARA ESCLARECER Y PROFUNDIZAR
1. Dios hace sentir su presencia: presencia amorosa, que carga al
pueblo sobre alas de águila para llevarlo junto a El (Ex 19,4);
presencia exigente, que quema con fuego (Ex 19,18) y provoca la
muerte de quien no sabe respetarla (Ex 19,12.13.21.24). Lidiar con
Dios es cosa muy seria. Por eso, la vida de los que creen en Yavé,
Dios amoroso y exigente, no puede ser una vida mediocre y
superficial, sino que deberá ser organizada conforme a las exigencias
que van a aparecer en los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.
2. Fijar los límites de la montaña y declararla sagrada (Ex 19,12.23);
pena de muerte para quien tocase la montaña sagrada (Ex
19,12.13.21.24); prohibición de tener relaciones sexuales entre
marido y mujer en la víspera del encuentro con Dios (Ex 19,15); lavar
ropa como condición para poder encontrarse con Dios (Ex 19,10-14).
Estas normas y prescripciones pertenecen a una cultura que ya pasó.
No nos obligan más. Pero transmiten un mensaje que vale hasta el día
de hoy: un respeto profundo debe marcar toda relación del ser
humano con Dios. ¡Con Dios no se juega! (Gál. 6,7). (Sobre este
tema, ver el Quinto Paso).
3. Propiedad personal de Dios, Reino de Sacerdotes, Nación Santa,
Alas de Aguila, Nube obscura, Montaña de Dios, Alianza. Esta
imágenes están regadas por toda la Biblia. Su fuente, sin embargo,
está aquí, en la celebración anual de la alianza. Son imágenes con
una carga de vivencia muy grande. Es difícil definir todo su sentido
sólo con la inteligencia. Su sentido se nos abre y aparece más claro
en la participación de la celebración y en la observancia de la alianza.
Sólo así se comunica su sentido, tanto a la inteligencia como al
corazón.
Conviene comparar la manera como ellos celebraban la alianza, con
nuestra manera de celebrar las grandes fechas de nuestro
peregrinar: 1. ¿Qué hay de semejante entre estas dos celebraciones?
2. ¿Qué hay de diferente entre estas dos celebraciones?
CAPITULO 3
Paso 2·
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
OIR LO QUE DIOS NOS QUIERE DECIR
Ex 20,1-21
Preparados y purificados, damos vuelta a una página de la guía y
pasamos a una segunda parte de la celebración. Entramos en el
corazón del Libro de la Alianza. Vamos a oir la solemne proclamación
de los Diez Mandamientos, expresión de la voluntad de Dios para su
pueblo.
LA LLAVE QUE NOS ABRE EL SENTIDO DE LOS DIEZ
MANDAMIENTOS
MDTS/ALIANZA: Los Diez Mandamientos son como un gran cuadro
colgado en la pared de la vida. El clavo que lo sustenta, es la
afirmación de Dios que dice: "Yo soy Yavé, tu Dios, que te hizo salir
de la tierra de Egipto, de la 'casa de la esclavitud'" (Ex 20,2). (Nuestro
catecismo muchas veces olvida esta frase inicial de los Diez
Mandamientos). Sin el clavo, el cuadro cae al piso y se quiebra. Sin
esta afirmación de Dios, los Diez Mandamientos caen en el vacío y
pierden su sentido. Esta frase inicial es como el título, la llave. En ella,
Dios declara la autoridad y el motivo de la nueva ley.
1. La autoridad de los Diez Mandamientos
No cualquiera puede decretar una ley, sino solamente aquel que
tiene autoridad para eso. Dios tiene autoridad para decretar leyes
para todos los hombres, pues El es el Creador de todos. Al decretar
los Diez Mandamientos, sin embargo, El no invocó su autoridad como
Creador. El no dijo: "Yo soy el Creador que te dio existencia y vida",
sino más bien dijo: "Yo soy Yavé, tu Dios, que te hizo salir de la tierra
de Egipto, de la casa de la esclavitud" (Ex 20,2). Invocó su autoridad
como libertador. El Creador, viendo a su pueblo oprimido, decidió ser
libertador. Liberando al pueblo de Egipto, Dios conquistó un título de
"propiedad personal" sobre él (Ex 19,5). Conquistó el derecho de
poder declarar su voluntad al pueblo liberado. Este derecho divino es
la fuente permanente de la autoridad que emana de la ley de los Diez
Mandamientos.
2. El motivo de los Diez Mandamientos
Dios oyó el clamor del pueblo (Ex 2,24;3,7), vio su miseria, conoció
de cerca sus angustias (Ex 3,7), descendió para liberarlo (Ex 3,8) y le
entregó los Diez Mandamientos. Los Diez Mandamientos indican el
camino que el pueblo debe recorrer desde la "casa de la esclavitud",
hasta la plena libertad junto a Dios (Ex 19,4). Son una ayuda para el
peregrinar, una herramienta para el trabajo. Pues la libertad no se
conquista en un día. Es un largo proceso, una lucha penosa. Por la
ley de los Diez Mandamientos, Dios ofrece el camino cierto para:
1) que el pueblo nunca más vuelva a vivir en la esclavitud;
2) que el pueblo conserve la libertad que conquistó saliendo de
Egipto;
3) que el pueblo viva en la justicia y la fraternidad;
4) que el pueblo sea un pueblo organizado, signo de Dios en el
mundo;
5) que el pueblo organizado en comunidad, sea una respuesta al
clamor de toda la humanidad;
6) que el pueblo sea una muestra y una respuesta de aquello que
Dios quiere para todos;
7) que el pueblo llegue a la práctica perfecta del amor a Dios y al
prójimo.
TRES PENSAMIENTOS QUE NOS AYUDAN A ENTENDER MEJOR
LOS MANDAMIENTOS
1. Oir el clamor del pueblo, conocer sus causas
Con relación a cada Mandamiento, la gente puede preguntarse:
¿qué mal quiere combatir y qué bien quiere realizar? El mal que tiene
que ser combatido, va a tener que ver con el clamor del pueblo que
brota desde "la casa de la esclavitud". Dios escuchó el clamor y
descubrió en él sus angustias (Ex 3,7); en cada angustia descubrió
una causa; para cada causa colocó un Mandamiento. Así, cada
Mandamiento combate una de las muchas causas que hacían al
pueblo llorar y gritar en Egipto. La observancia fiel de los
Mandamientos impide al pueblo volver a la "casa de la esclavitud". En
otras palabras, quien no escucha el clamor, ni ve la situación del
pueblo en la "casa de la esclavitud", no es capaz de entender el
verdadero sentido de los Diez Mandamientos.
2. Los malos fariseos vaciaban la Ley, Jesús le devuelve el sentido
Los malos fariseos y algunos doctores de la Ley enseñaban los
Diez Mandamientos al pueblo, pero ellos mismos no los observaban
(Mt. 23,4; Mc. 7,8-13; Jn. 7,19). Repetían solamente la letra y
mataban el espíritu de la ley (Lc. 11,39-44). Olvidaron que la ley
había sido dada para liberar y educar (Gál. 3,24). Transformaron la
ley en un instrumento de opresión (II Cor. 3,6; Lc. 11,46; Mt. 11,28).
Jesús conocía los Diez Mandamientos (Mc. 10,19). El criticó la
interpretación de los fariseos y de los doctores (Mt. 5,20;23,1-35) y
trajo una nueva explicación de la ley (Mt. 5,17). Por eso, para poder
entender todo el sentido de los Diez Mandamientos, es necesario ver
cómo Jesús observó y explicó la ley.
3. Los Diez Mandamientos se dirigen en primer lugar al pueblo
A primera vista, los Diez Mandamientos se dirigen a cada individuo
en particular: "No matarás", "No robarás", etc. En realidad, ellos se
destinan en primer lugar, al pueblo. Es el pueblo como un todo, el que
debe observar los Diez Mandamientos. Y por ser miembro del pueblo,
cada uno está obligado a observarlos. El catecismo acostumbraba
explicar los Diez Mandamientos como destinados solamente a los
individuos. Contemplaba la mejora del comportamiento individual. Y
está en lo cierto. Pero olvidaba mirar la situación del pueblo como un
todo. Olvidaba mirar la importancia de los Diez Mandamientos para las
instituciones, para las organizaciones, para la Constitución y para el
propio sistema económico, social y político del país.
Siete preguntas para orientar el estudio de cada Mandamiento.
Siguen siete preguntas para cada Mandamiento. Son una ayuda
para poder conocer más de cerca los Diez Mandamientos (Ex 34-28) y
percibir toda su importancia para nuestra vida. A continuación, para
ayudar en este estudio, presentamos un breve pensamiento para
cada Mandamiento.
1. ¿Cuál es el clamor o la opresión que este Mandamiento quiere
combatir?
2. ¿Cuál es el bien o el valor que este Mandamiento quiere
introducir en la vida del pueblo?
3. ¿Cómo los malos fariseos del tiempo de Jesús observaban este
Mandamiento?
4. ¿Cómo observó Jesús y completó este Mandamiento?
5. ¿Cómo es observado este Mandamiento por cada uno de
nosotros?
6. ¿Cómo está siendo observado este Mandamiento en nuestro
país?
7. ¿Cómo puede iluminar este Mandamiento el caminar de la
población?
1· ¡Sólo Yavé es Dios! /Ex/20/03-06
MDT-01
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", la religión de los dioses
era usada para reforzar el sistema y el poder del faraón. El faraón
hacía grandes imágenes, estatuas y templos para dar al pueblo la
impresión de majestad. Llevaba al pueblo a doblar las rodillas delante
de su poder, como si fuese un poder divino. El se consideraba hijo de
Dios.
2. El Primer Mandamiento pide tres cosas: "No tener otros dioses
además de Yavé. No hacer imágenes. No doblar la rodilla delante de
estos dioses e imágenes" (20,3-5). O sea, el Primer Mandamiento
manda escoger entre Yavé y otros dioses, esto es, entre la libertad y
la opresión, entre la vida y la muerte. Quien quiera ser de la
comunidad del pueblo de Dios, debe aceptar a Yavé como único Dios
y dedicar a El todo su amor (Deut 6,4-5), pues Yavé es un Dios
apasionado por el pueblo (20,5-6). Quien quiera ser del pueblo de
Dios, debe romper con el sistema del faraón y de los reyes, que usa la
religión para oprimir y explotar.
3. Jesús y sus seguidores Jesús cumplió el Primer Mandamiento:
dejó a Dios reinar en su vida, haciendo siempre la voluntad del Padre
(Jn. 4,34; 5,19-20; 6,38). El pide romper con el sistema de los dioses
falsos: "Nadie puede servir a dos señores. Ustedes no pueden servir a
Dios y al dinero" (Mt. 6,24). Jesús combatió la imagen falsa de Dios,
divulgada por los malos fariseos. Imagen pesada, que oprimía al
pueblo (Mt. 23,4; 11,28-29). Jesús rescató la única imagen verdadera
de Dios, que el propio ser humano, el prójimo, creado a imagen y
semejanza de Dios (Gen. 1,27). El mandó amar al prójimo (Mt. 22,39)
y dar la vida por el hermano (Jn. 15,13). Jesús no dobló la rodilla
delante de los poderes ni delante de las imágenes del poder (Mt.
4,10; Lc. 13,31-32; 23,8-9; Jn. 19,10-11). El sirvió sólo al Padre y
solamente a El adoró (Mt. 4,10).
2· ¡No usar el nombre de Dios en vano! /Ex/20/07
MDT-02
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", el faraón y los reyes
hacían todo en nombre de sus dioses. La invocación en nombre de
los dioses encubría el robo, la injusticia, las extorsiones, las mentiras.
Decían que era "el derecho de los reyes" (I Sam 8,11-18).
2. El Segundo Mandamiento dice: el nombre de Dios es Yavé. Dios
lo reveló en el momento en que comenzó a liberar a su pueblo de
Egipto (3,13). Yavé quiere decir Emmanuel, Dios con nosotros,
presencia liberadora. Es el resumen de la garantía dada a Moisés en
su misión de liberar al pueblo: "Yo estaré contigo" (3,12). Ahora bien,
la peor cosa que se puede hacer es invocar el nombre libertador de
Yavé para justificar y reforzar la opresión y la explotación del pueblo.
Quien hace eso invierte el orden de las cosas. Usa el nombre de Dios
para lo que es vano.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros
(Mt. 1,23). El es la nueva manera como Dios está presente en medio
de nosotros, para realizar la liberación (Lc. 4,18). Después de su
resurrección, Jesús recibió un nuevo nombre que está por encima de
todo nombre (Fil. 2,11; He. 2,36). Señor es la manera como los
seguidores de Jesús, los primeros cristianos, a ejemplo de la Biblia
griega, traducían el nombre de Yavé. Es invocando el nombre de
Jesús, como seremos salvados (He. 4,10). Pero no basta decir
"Señor, Señor", es necesario practicar la voluntad del Padre (Mt.
7-21).
3· ¡Santificar el día de sábado! /Ex/20/08-11
MDT-03
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", el faraón no daba
descanso al pueblo (5,7). No dejaba al pueblo hacer fiesta, ni
procesiones (5,1-5). Sólo quería producción (5,18). El pueblo era
continuamente atropellado y golpeado (5,14.17). No era respetado
como gente. Sólo valía en cuanto producía para el faraón y para los
reyes, pagando el tributo y haciendo trabajo pesado de esclavo.
2. El tercer mandamiento establece un día de descanso o de
vacación por semana (20,8-11). El motivo es doble:
a) imitar al Dios Creador que trabajó seis días y descansó al
séptimo día (20,11);
b) recordar las maravillas que Dios hizo para liberar a su pueblo de
Egipto (Deut 5,15).
En otras palabras, el descanso semanal es para recordar lo que
Dios hizo en el pasado y continúa haciendo hasta hoy para liberar a
su pueblo. Es para pensar en el proyecto que Dios quiere realizar en
el futuro, el proyecto de la creación. Es para recordar nuestra misión
de ser creativos como Dios es creativo y creador y de ser libertadores
como Dios fue y continúa siendo libertador. Es para pensar en el valor
del trabajo humano.
El descanso y el placer de la vacación, consagrados a Dios,
deberían ser una muestra del futuro que esperamos y preparamos:
vivir y experimentar ya desde ahora, la alegría de la convivencia
humana, la presencia creadora y libertadora de Yavé en medio de su
pueblo.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús fue acusado de ser un ateo, un
hombre sin Dios, por no observar el sábado (Jn. 9,6). Es que en el
tiempo de Jesús, los malos escribas y fariseos transformaron la ley
faraónica, esto es, en una ley opresora, pues en vez de servir a la
vida, la ley del sábado servía a la muerte (Mc. 3,4). Jesús denuncia el
desvío de la ley y pone el sábado nuevamente al servicio de la vida y
del ser humano (Mc. 2,27). Las necesidades del pueblo están por
encima de la ley del sábado (Mt. 12,1-8; Lc. 13,10-17; Jn. 5,1-11).
Jesús imita a Dios creador (Jn. 5,17) y a Dios libertador (Lc. 13,12) al
enfrentar la doctrina de aquellos escribas y fariseos sobre la
observancia del sábado. El defiende la vida contra la muerte.
4· ¡Honrar Padre y Madre! /Ex/20/12
MDT-04
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud" todo el poder venía del
faraón. El faraón comunicaba su poder a los capataces (1,11). Estos
se imponían al pueblo por la fuerza (5,6-14). Era un sistema
autoritario, no fraterno, hecho desde arriba para los de abajo. Gracias
a este sistema, el faraón y los reyes podían mandar y mantener al
pueblo en la esclavitud.
2. El Cuarto Mandamiento quiere lo contrario. El dice: "Honra a tu
padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra que
Yavé, tu Dios, te dará" (20,12). La autoridad básica no está en el rey,
sino en nuestros padres, en la familia.
La familia era la pequeña familia y también era la gran familia
patriarcal, la comunidad. Los padres eran papá y mamá y también los
patriarcas de la gran familia, los coordinadores de la comunidad.
Varias familias formaban un clan. El jefe del clan se llamaba "anciano".
Varios clanes formaban una tribu. El jefe de la tribu se llamaba
príncipe o jefe. Pues bien, el cuarto Mandamiento no manda honrar a
los ancianos, ni a los príncipes, ni a los reyes, sino solamente a los
padres.
El poder está descentralizado (18,13-22), fundamentado en la
menor unidad de la convivencia social, que es la gran familia, la
comunidad. Los príncipes, esto es, los jefes de las tribus, se imponían
no por la fuerza, sino por el testimonio (Jos 24,14-15) y daban cuenta
al pueblo (I Sam 12,1-5). Los representantes de los clanes y de las
tribus hacían sus asambleas para discutir y decidir los rumbos y la
organización del pueblo. El libro de Josué trae una relación más
detallada de una de estas asambleas (Jos 24,1-25).
3. Jesús y sus seguidores. Jesús observó el cuarto Mandamiento.
Fue obediente a sus padres (Lc. 2,51) y, durante treinta años,
participó de la vida de la comunidad local de Nazaret. Criticó a los
malos fariseos y a los escribas que quitaban la autoridad de los
padres en favor de la autoridad del templo (Mc. 7,9-13). Jesús reforzó
el poder de la comunidad en la solución de los problemas, pues dijo
que aquello que la comunidad decide, queda como siendo decidido
por el propio Dios (Mt. 18,15-18). Confirió el mismo poder a los
apóstoles que iban a coordinar las comunidades (Jn. 20,21-23) y a
Pedro que iba a ser el fundamento de la Iglesia, de la Comunidad (Mt.
16,18; Jn. 21,15-17).
5· ¡No matar! /Ex/20/13
MDT-05
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", el sistema del faraón no
respetaba la vida de los otros: decretaba la muerte de los recién
nacidos (1,15), esclavizaba al pueblo (1,11;5-6), mantenía grandes
ejércitos para aplastar las revueltas y mantener a los pueblos en
sumisión (14,9). El sistema del faraón servía a la muerte y no a la vida
del pueblo.
2. El Quinto Mandamiento dice "No matarás" (20,13). Defiende el
derecho que todos tienen a la vida. Este derecho es tan sagrado que
quien lo pisotee matando a otro, ya no merece vivir (21,12). La vida
del otro debe ser respetada como se respeta al propio Dios:
"Cualquiera que derrame sangre humana, su sangre será derramada,
porque Dios creó al hombre a imagen suya" (Gen. 9,6).
En cuanto salió de Egipto, el pueblo comenzó a organizarse de tal
manera que la vida fuese respetada y ya no se matasen. Pero ellos
violaron muchas veces esta disposición. Identificaban muchas veces
la voluntad de Dios con sus propios intereses y mataron a mucha
gente en nombre de Dios (Jos 6,17-21;8,24).
Sin mentir, la Biblia cuenta los errores y los engaños del pueblo, y
así, nos enseña a no fallar donde ellos fallaron (I Cor. 10,6). Hasta
hoy, los cristianos matan en nombre de Dios, en nombre de la así
llamada "civilización cristiana". Fallamos mucho, como fallaron
nuestros antepasados en el Antiguo Testamento.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús vino a completar el sentido del
quinto Mandamiento (Mt. 5,21-22). El señala un ideal más alto: pide
combatir la venganza con el perdón (Mt. 18,22); pide imitar al Padre
que hace llover sobre buenos y malos (Mt. 5,45); en vez de "ojo por
ojo y diente por diente" (21,24), El pide amar al enemigo (Mt. 5,38-
44).
Jesús define su misión: "Yo vine para que todos tengan vida y la
tengan en abundancia" (Jn. 10,10). El mismo observó el quinto
Mandamiento, el respeto por la vida, poniéndose de lado de aquellos
que eran privados de los derechos más elementales que la vida
ofrece a todos: pobres, enfermos, prostitutas, pecadores, publicanos,
leprosos, mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, poseídos, etc.
Criticaba a los que causaban la marginación de este pueblo. Jesús
muere asesinado por el sistema de muerte, perdonando a sus propios
asesinos (Lc. 23,34).
6· ¡No cometer adulterio! /Ex/20/14
MDT-09
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", una de las causas que
alimentaban el sistema del faraón y de los reyes, era la dominación de
la mujer por el hombre. Cada familia era una pequeña pirámide: el
hombre, el jefe absoluto, como pequeño faraón, gobernando
autoritariamente a la mujer y a los hijos. La mujer era explotada,
privada de sus derechos más elementales y de su identidad propia
como mujer.
2. El Sexto Mandamiento procura ir a la raíz de la opresión. Quiere
que la libertad y la igualdad lleguen hasta el núcleo más íntimo de la
vida humana, que es la relación de amor entre el hombre y la mujer.
Un paso concreto en esta dirección es el Mandamiento: "No
cometerás adulterio". Este Mandamiento no hace distinción entre el
hombre y la mujer. Vale de la misma manera para los dos. Quita el
eterno privilegio del hombre frente a la mujer. La ley de Dios muestra
aquí toda su profundidad.
Mandamiento difícil, que nunca llegó a ser observado plenamente.
Pero el ideal de igualdad y complementariedad entre el hombre y la
mujer continuaba vivo y renacía siempre. Pues es el ideal del
Creador: "Dios creó al ser humano a su imagen. A la imagen de Dios
lo creó: hombre y mujer los creó" (Gen. 1,27).
3. Jesús y sus seguidores. Jesús retoma el ideal del Creador (Mt.
19,4.8). Retira todos los privilegios del hombre frente a la mujer: no
permite al hombre usar o desear a la mujer como si fuese un objeto a
su disposición (Mt. 5,27); no permite que él despida a su mujer y se
case con otra (Mt. 19,9).
La exigencia de Jesús fue tan grande, que los discípulos mismos
quedaron con miedo del casamiento: "Si es así la condición del
hombre frente a la mujer, entonces no vale la pena casarse" (Mt.
19,10). San Pablo retoma el ideal de igualdad entre hombre y mujer
(Gál. 3,28); pero su práctica quedó muy por abajo del ideal (I Cor.
11,6). Realmente se trata de una raíz muy profunda, difícil de ser
arrancada.
7· ¡No robar! /Ex/20/15
MDT-07
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", el sistema del faraón y
de los reyes estaba basado en el robo. Era un derecho del rey ser
propietario del robo (I Sam 8,11-18). Así, después que fue introducida
la monarquía en Israel, el rey Salomón recibía anualmente a través de
los impuestos, más de 666 talentos de oro (I Re. 10,14). Son más de
22 toneladas. Nunca nadie lo llamó de ladrón, pues era un derecho
que el sistema le daba como rey.
2. El Séptimo Mandamiento dice: "No robarás". No es solamente el
individuo quien no puede robar. Es el sistema que no puede robar al
pueblo. El Séptimo Mandamiento exige una organización diferente del
sistema de los reyes. Su observancia produjo leyes que impedían los
grandes robos, como la acumulación de bienes y de tierras (Lev.
25,8- 34; Ex 16,16-20), y leyes que impedían los robos menores
(22,1-14). Los profetas denunciaban las muchas formas de robar
practicadas por los reyes (Jer 22,13.17).
El Séptimo Mandamiento quiere una sociedad donde la seguridad
sea total; donde cada uno sea respetado en sus medios de vida. La
providencia divina está y pide la organización justa y fraterna del
pueblo.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús condena la acumulación de bienes
(Lc. 12,13-21) y dice que no es posible servir a Dios y al dinero (Mt.
6,24). Tira las mesas de los que cambiaban dinero en el templo y los
llama de ladrones (Mc. 11,17). Critica a los fariseos que son amigos
del dinero (Lc. 16,14) y a los doctores de la ley que roban a las viudas
(Mc. 12,38). El dice: "Ay de ustedes, ricos" (Lc. 6,24). El mismo es
pobre, no posee nada (Lc. 9,58) y vive de la caja común y del
compartir con sus discípulos, que es el ideal antiguo del pueblo de
Dios (Jn. 12,6; 13,29).
8· ¡No levantar falso testimonio! /Ex/20/16
MDT-08
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", el sistema del faraón y
de los reyes estaba basado en una gran mentira: ellos decían que
eran hijos de Dios y pedían la adoración y la obediencia del pueblo.
La mentira y la deshonestidad penetraban las instituciones. Los
responsables por la justicia transformaban las leyes en instrumentos
de mentira (Jer 8,8). Nadie defendía el derecho de los pobres en los
tribunales (Is. 1,23; Jer 2,8; Am. 2,6; 5,7;6,12; Mi. 3,1-4;7,1-3). El
sistema jurídico estaba podrido. Desapareció el amor a la verdad.
2. El Octavo Mandamiento dice: "No dirás falso testimonio contra tu
hermano". Este Mandamiento se fija en dos cosas:
a) no imitar a los corruptos y tener la valentía de defender al
hermano pobre en el tribunal;
b) luchar para crear una nueva manera de administrar la justicia,
que pueda garantizar todos sus derechos e impida el falso
testimonio.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús vino a completar el Octavo
Mandamiento (Mt. 5,33-37). El pide que toda relación sea basada en
el amor a la verdad: "Que tu sí, sea sí, y el no, no" (Mt. 5,37).
Condena la mentalidad mentirosa de algunos escribas y llega a decir:
"Ustedes tienen al diablo por padre, que es mentiroso y padre de la
mentira" (Jn. 8,44). Jesús vivió en la total honestidad, reconocida
hasta por sus propios enemigos (Mt. 22,16). Definió su misión así: "Yo
vine al mundo para dar testimonio de la verdad. Quien está a favor de
la verdad, escuchará mi voz" (Jn. 18,37). Llamado para ser juez, El no
condenó a la mujer, más bien dijo: "¿Nadie te condenó? Yo tampoco
te condeno. Vete en paz y no peques más" (Jn. 8,11).
9· y 10· ¡No codiciar nada de lo que pertenece al prójimo!
/Ex/20/17
MDT-09-10
1. En Egipto, en la "casa de la esclavitud", en la raíz del sistema del
faraón y de los reyes, estaba la ganancia. En los grandes, ella se
manifiesta en la acumulación de bienes y de tierras (Is. 5,8; I Re.
21,1-16), en el gran número de mujeres (I Re. 11,1-8). (Eran en su
mayor parte casamientos políticos con hijas de reyes y de otras
personalidades influyentes, para poder ampliar el dominio y la
riqueza). En los pequeños, la ganancia se manifestaba en el deseo de
poseer, en la envidia, en la ambición. Eran "pobres con cabeza de
rico". A la hora de luchar, ellos se acobardaban, se quejaban y
volvían atrás (5,21; 14,11;16,3). La ganancia, alimentada por el
sistema, impedía al pueblo tener una visión más clara de la vida.
2. Los últimos Mandamientos procuran ir a la raíz. Piden que nadie
codicie nada de lo que pertenece al prójimo. O sea, piden expulsar de
dentro de sí la mentalidad del sistema del faraón. Quieren librar del
vicio de la posesión; de la ideología que sustentan el faraón y los
reyes. Combaten el "derecho de los reyes" (I Sam 8,11-18), que
defendía exactamente lo contrario.
Estos Mandamientos no pueden ser invocados para defender la
propiedad privada de los grandes contra la legítima aspiración de los
pobres que, a lo largo de los siglos, fueron privados de todo por la
ganancia de los grandes. esto sería transformar la ley en instrumento
de mentira (Jer 8,8). Sería lo mismo que mantener la letra y negar el
espíritu de la ley. El sistema del faraón no puede ser defendido por
una ley que quiere exactamente lo contrario.
3. Jesús y sus seguidores. Jesús condena la ganancia de los
grandes que sólo quieren acumular bienes (Lc. 12,16-21). Vivió libre
de la posesión y, en vez de poseer, se volvió El mismo posesión de
Dios. Se vuelve El, Reino de Dios, a través de su obediencia radical al
Padre (Fil. 2,8; Heb. 5,8). Jesús propone el ejemplo de las flores y de
los pajaritos (Lc. 12,22-31). Dondequiera que haya una organización
fraterna de compartir de acuerdo con los Diez Mandamientos, esto es,
donde se busca primero el Reino de Dios y su justicia, allí, todas las
otras cosas vendrán por añadidura (Mt. 6,33) y las personas podrán
vivir como las flores del campo y los pájaros del cielo. Los primeros
cristianos realizaron este ideal durante algún tiempo: dividían sus
bienes con alegría y no había necesitados entre ellos (He. 4,32). Pero
la ganancia renació y Santiago tuvo palabras duras de condenación
(Stgo. 5,1-6).
UN RESUMEN DEL IDEAL DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Los Diez Mandamientos revelan los grandes valores de la vida
humana; defienden los derechos y los deberes básicos de las
personas, de los grupos y de los pueblos:
1· Sólo Yavé como Dios
Religión y fe como fuerza liberadora
2· No usar el nombre de Dios en vano
No manipular la fe a favor de la explotación
3· Observar el sábado
El descanso semanal y el valor del trabajo
4· Honrar padre y madre
El uso correcto de la autoridad y del poder
5· No matar
El valor de la vida y el respeto que le es debido
6· No cometer adulterio
El amor como fuente de libertad y no de opresión
7· No robar
El derecho a los bienes necesarios para la vida
8· No levantar falso testimonio
La verdad como fundamento de las relaciones humanas
9· y 10· No desear nada del otro
El combate a la ideología del sistema opresor
¿Cómo hacer para realizar hoy en nuestras comunidades el ideal
de los Diez Mandamientos?
BREVE INFORMACION FINAL
Al inicio, los Diez Mandamientos eran más bien cortos. Eran, por así
decir, apenas "Diez Palabras" (Ex 34,28; Deut 4,13; 10,4) fáciles para
repetir y memorizar. Con el tiempo, de acuerdo con las necesidades
del peregrinar del pueblo, algunos Mandamientos fueron recibiendo
formulaciones más largas, sobre todo el primero (Ex 20,3- 6) y el
tercero (Ex 20,8-11). Ahora bien, fueron exactamente estos dos
Mandamientos los que tuvieron gran importancia para la vida del
pueblo en la época que sigue al cautiverio, cuando fue hecha la
redacción final del Libro de la Alianza. Modificaciones menores
ocurrieron en el segundo (Ex 20,7) y en el cuarto Mandamiento (Ex
20,12).
NOTA: Los capítulos 4 y 5 que siguen a continuación tratan del
tercer paso de la celebración de la alianza. Son capítulos un poco
más difíciles y más complicados. Por eso, cada grupo juzgue si es
oportuno saltarse hasta el capítulo 6, en que se trata del cuarto paso
de la celebración de la alianza. Sin embargo, recomendamos que
alguien del grupo lea y estudie los dos capítulos y los resuma para
sus compañeros, sobre todo el capítulo 4.