DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 14, 20-40

Los carismas en las asambleas

Hermanos: No tengáis actitud de niños; sed niños para lo malo, pero vuestra actitud sea de hombres hechos. En la ley está escrito: «Con gente de otras lenguas, por boca de extranjeros hablaré a este pueblo: pero ni así me escucharán».

Eso dice el Señor, de modo que esas lenguas no son una señal destinada a los que creen, sino a los incrédulos. En cambio, el mensaje inspirado no está destinado a los incrédulos, sino a los que creen. Supongamos ahora que la comunidad entera tiene una reunión y que todos van hablando en esas lenguas; si entra gente no creyente o simpatizantes, ¿no dirán que estáis locos? En cambio, si todos hablan inspirados y entra un no creyente o un simpatizante, lo que dicen unos y otros le demuestra sus fallos, lo escruta, formula lo que lleva secreto en el corazón; entonces se postrará y rendirá homenaje a Dios, reconociendo que Dios está realmente con vosotros.

¿Qué concluimos, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporte algo: un canto, una enseñanza, una revelación, hablar en lenguas o traducirlas; pues que todo resulte instructivo. Si se habla en lenguas extrañas, que sean dos cada vez o a lo más tres, por turno, y que traduzca uno sólo. Si no hay quien traduzca, que guarden silencio en la asamblea y hable cada uno con Dios por su cuenta.

De los profetas, que hablen dos o tres, los demás den su opinión. Pero en caso de que otro, mientras está sentado, reciba una revelación, que se calle el de antes, porque hablar inspirados podéis todos, pero uno a uno, para que aprendan todos y se animen todos. Ademas, los que hablan inspirados pueden controlar su inspiración, porque Dios no quiere desorden, sino paz, como en todas las demás comunidades de consagrados.

Las mujeres guarden silencio en la asamblea, no les está permitido hablar; en vez de eso, que se muestren sumisas, como lo dice también la ley. Si quieren alguna explicación, que les pregunten a sus maridos en casa, porque está feo que hablen las mujeres en las asambleas.

¿Acaso empezó en Corinto la palabra de Dios, o sois quizá los únicos a quienes ha llegado? El que se tiene por profeta o por hombre de espíritu comprenderá que esto que os escribo es ordenanza del Señor, y si alguno no lo sabe, peor para él.

En una palabra, hermanos: sea vuestra ambición predicar inspirados, aunque sin impedir que se hable en lenguas; pero hágase todo con dignidad y orden.

 

RESPONSORIO                    1 Tes 5, 19-21; 1 Cor 14, 1
 
R./ No extingáis el Espíritu, no despreciéis las profecías; * examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
V./ Aspirad a los dones del Espíritu, especialmente a la profecía.
R./ Examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
 


SEGUNDA LECTURA

San Juan Crisóstomo, Homilía 25 sobre el evangelio de san Mateo (3-4: PG 57, 331)

Los misterios, tan pletóricos de gracia de salvación que celebramos
en cada reunión, reciben el nombre de Eucaristía

Demos en todo momento gracias a Dios. Sería realmente absurdo que, gozando a diario de los beneficios de Dios ni siquiera de palabra reconociéramos sus bondades, máxime cuando este reconocimiento es para nosotros fuente de nuevas gracias. Y no es que él tenga necesidad de nuestras cosas: somos nosotros quienes necesitamos de sus dones. Pues nuestras acciones de gracias en realidad nada le añaden, pero nos familiarizan a nosotros más con él. Y si al recordar los beneficios recibidos de los hombres, crece nuestro afecto hacia ellos, mucho más nos veremos impulsados a guardar fielmente sus mandamientos, si traemos asiduamente a la memoria los beneficios que del Señor hemos recibido.

La mejor custodia del beneficio es el mismo recuerdo del beneficio y la asidua acción de gracias. Justamente por eso, los tremendos misterios, tan pletóricos de gracia de salvación, que celebramos en cada reunión, reciben el nombre de Eucaristía, por ser el memorial de un sinfín de beneficios, ponernos frente a la manifestación capital de la divina providencia, y disponernos a una continua acción de gracias.

Si ya el nacer de la Virgen es un gran milagro, tanto que el evangelista, lleno de estupor decía: Todo esto sucedió, ¿cómo valoraremos, pregunto, el haberse inmolado por nosotros? Si llama todo al haber nacido, ¿qué denominación dar al hecho de haber sido crucificado, haber derramado su sangre por nosotros y el haberse dado a sí mismo como alimento y banquete espiritual? Démosle, pues, asiduas gracias y que esta manifestación de gratitud preceda a nuestras palabras y obras. Y démosle gracias, no sólo por los bienes que nosotros hemos recibido, sino también por los que otros han recibido. Así podremos eliminar la envidia, fomentar la caridad y hacerla más sincera. Imposible envidiar en función de unos bienes, por los que has dado gracias al Señor.

Por eso el sacerdote, al presentar las ofrendas, nos invita a dar gracias por todo el mundo, por los que nos precedieron, por los presentes, por los recién nacidos y por aquellos que aún están por nacer. Esto nos libera de la tierra y nos transporta al cielo, haciendo ángeles de los hombres. Pues los mismos ángeles dan, a coro, gracias a Dios por los beneficios que nos ha otorgado, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Pero me dirás: ¿qué nos va a nosotros con unos seres que ni están en la tierra ni son hombres? Tenemos que ver y mucho: pues se nos ha ordenado amar a nuestros compañeros de servicio, hasta el punto de considerar como nuestros sus propios bienes. Por eso, en sus cartas, Pablo eleva acciones de gracias por los beneficios derramados en todo el mundo. Demos también nosotros, a imitación suya continuas acciones de gracias por los beneficios que hemos recibido, por los beneficios recibidos por los demás, por los grandes y pequeños beneficios.

 

RESPONSORIO                    Sal 102, 2.4; Gal 2, 20
 
R./ Bendice alma mía, al Señor, * no olvides sus amores. Él saca tu vida de la muerte, te colma de gracia y amor.
V./ Me ha amado y se ha entregado por mí.
R./ No olvides sus amores. Él saca tu vida de la muerte, te colma de gracia y amor.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 


EVANGELIOS PARA LOS TRES CICLOS



LUNES


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 15, 1-19

La resurrección de Cristo, esperanza de los creyentes

Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.

Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo habéis recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien: tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo.

Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y, si Cristo no ha resucitado vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.

 

RESPONSORIO                    Rom 6, 9-10; 4, 25
 
R./ Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, * mas su vida es un vivir para Dios.
V./ Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.
R./ Mas su vida es un vivir para Dios.
 


SEGUNDA LECTURA

Orígenes, Comentario sobre la carta a los Romanos (Lib 5, 8: PG 14, 1041-1042)

Qué significa resucitar con Cristo

Lo que se colige de las palabras del Apóstol a través de un conocimiento más elevado, es esto: que así como ningún vivo puede ser enterrado con un muerto, así ninguno que todavía vive para el pecado puede ser sepultado, en el bautismo, con Cristo que murió al pecado. Por eso, los que se preparan para el bautismo, deben procurar morir antes al pecado, para poder así ser sepultados con Cristo por el bautismo, de modo que también ellos puedan decir: Continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

Cómo la vida de Jesucristo pueda manifestarse en nuestra carne, nos lo aclara Pablo cuando dice: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Es lo mismo que el apóstol Juan escribe en su carta, diciendo: Todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios. Naturalmente que no es quien se limita a pronunciar estas sílabas con sus labios y a hacer pública confesión el que dará muestras de ser conducido por el Espíritu de Dios, sino el que de tal manera ha conformado su vida y ha dado en la práctica tales frutos, que manifiesta con la misma santidad de sus acciones y sentimientos que Cristo ha venido en carne y que él está muerto al pecado y vive para Dios.

Veamos nuevamente qué es lo que dice: Para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos sido sepultados con Cristo, tal como arriba dijimos, esto es, en cuanto que hemos muerto al pecado, es lógico que al resucitar Cristo de entre los muertos, resucitemos también nosotros con él; y al subir él a los cielos subamos también nosotros con él; y al sentarse él a la derecha del Padre, sabemos que también nosotros nos sentaremos con él en los cielos, según lo que el Apóstol dice en otro lugar: Nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Resucitó Cristo por la gloria del Padre; y si nosotros estamos muertos al pecado, hemos sido sepultados con Cristo, y todo el que viere nuestras buenas obras da gloria a nuestro Padre que está en el cielo, con razón se dirá de nosotros que hemos resucitado con Cristo, para que andemos en una vida nueva.

Andemos en una vida nueva, mostrándonos al que nos resucitó con Cristo, nuevos cada día y como quien dice más hermosos, reflejando en Cristo, como en un espejo, el esplendor de nuestro rostro, y proyectando en él la gloria del Señor, nos vayamos transformando en su imagen, como Cristo, resucitado de entre los muertos, subió de la humildad de nuestra tierra a la gloria de la majestad paterna.

 

RESPONSORIO                    Col 2, 12.13
 
R./ Sepultados con él en el bautismo, con él habéis también resucitado, * por la fe en el poder de Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos.
V./ Con él Dios os ha dado vida también a vosotros, que estabais muertos en vuestros pecados, perdonándoos en todo.
R./ Por la fe en el poder de Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



MARTES


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 15, 20-34

La resurrección de los muertos

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies. Pero, al decir que lo ha sometido todo, es evidente que excluye al que le ha sometido todo. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

De no ser así, ¿qué van a sacar los que se bautizan por los muertos? Si decididamente los muertos no resucitan, ¿a qué viene bautizarse por ellos? ¿A qué viene que nosotros estemos en peligro a todas horas? No hay día que no esté yo al borde de la muerte, tan verdad como el orgullo que siento por vosotros, hermanos, en Cristo Jesús, Señor nuestro. Si hubiera tenido que luchar con fieras en Efeso por motivos humanos, ¿de qué me habría servido? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.

Dejad de engañaros: malas compañías estragan buenas costumbres. Sacudíos la modorra, como es razón, y dejad de pecar. Ignorancia de Dios es lo que algunos tienen; os lo digo para vuestra vergüenza.

 

RESPONSORIO                    1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14
 
R./ Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies. * El último enemigo aniquilado será la muerte.
V./ Entonces la muerte y el abismo devolverán los muertos, y la muerte y el abismo serán arrojados al lago de fuego.
R./ El último enemigo aniquilado será la muerte.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ambrosio de Milán, Libro sobre la muerte de su hermano Sátiro (Lib 2, 89-93: CSEL 73, 298-300)

Como Adán es la primicia de la muerte, así Cristo
es la primicia de la resurrección

Esta es la voluntad de mi Padre, que me envió: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. ¿Quién es el que esto dice? Precisamente el que, habiendo muerto, resucitó los cuerpos de muchos difuntos. Si no creemos en Dios, ¿no daremos fe a los hechos? No creemos lo que prometió, ¿cuándo realizó incluso lo que no había prometido? Y por lo que a él se refiere, ¿habría tenido razón de morir, si no hubiera tenido un motivo para resucitar?

Y como Dios no podía morir –pues la sabiduría no puede morir–, y no podía resucitar lo que no había muerto, asumió una carne capaz de morir, para que muriendo según la ley común, resucitara lo que había muerto. No es posible la resurrección sino mediante el hombre, pues, si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección de los muertos. Así pues, resucitó el hombre, porque era el hombre el que había muerto; resucita el hombre, pero resucitándolo Dios, entonces hombre según la carne, ahora Dios en plenitud; ahora ya no conocemos a Cristo según la carne, pero tenemos la gracia de la carne y así podemos afirmar que conocemos al que es las primicias de los que duermen, al primogénito de entre los muertos.

Y pensemos que las primicias son del mismo género y de igual naturaleza que el resto de la cosecha; se ofrecen a Dios los primeros productos en la esperanza de obtener una cosecha más abundante: don sacro en representación del conjunto y cual libación de una naturaleza renovada. Pues bien: Cristo es la primicia de los que duermen.

Pero ¿de todos los muertos o sólo de sus muertos, es decir, de aquellos que, exentos en cierto modo de la muerte, descansan en un dulce sopor? Si en Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Por tanto, como Adán es la primicia de la muerte, así Cristo es la primicia de la resurrección.

Todos resucitan, pero que nadie se inquiete, ni le duela al justo esta copartición global en la resurrección, pues cada cual recibirá el premio correspondiente a su virtud. Todos resucitan, pero cada uno —como dice el Apóstol— en su puesto. Es común el fruto de la divina clemencia, pero distinta la jerarquía de los méritos. El día amanece para todos, el sol caldea a todos los pueblos, todos los campos son regados y fecundados por la lluvia benéfica. Todos nacemos, todos resucitamos, pero diversa es para cada uno la gracia de vivir y de revivir, distinta la condición. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, los muertos despertarán incorruptibles, y nosotros nos veremos transformados. Incluso en la misma muerte unos descansan, otros viven. Bueno es el descanso, pero mejor es la vida. Por eso, Pablo despierta para la vida a los que descansan, diciendo: Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.

 

RESPONSORIO                    1 Cor 15, 20.22.21
 
R./ Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron. * Pues, como todos mueren en Adán, así también todos  revivirán en Cristo.
V./ Porque si la muerte vino por un hombre, también por un hombre viene la resurrección de los muertos.
R./ Pues, como todos mueren en Adán, así también todos  revivirán en Cristo.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



MIÉRCOLES


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 15, 35-58

La resurrección en el último día

Hermanos: Alguno preguntará. «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?» ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Es Dios quien da la forma que a él le pareció, a cada semilla la suya propia. Todas las carnes no son lo mismo; una cosa es la carne del hombre, otra la del ganado, otra la de las aves y otra la de los peces. Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres, y una cosa es el resplandor de los celestes y otra el de los terrestres. Hay diferencia entre el resplandor del sol, el de la luna y el de las estrellas; y tampoco las estrellas brillan todas lo mismo.

Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue un ser animado». El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.

El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales.

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Quiero decir, hermanos, que esta carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni lo ya corrompido, heredar la incorrupción.

Os voy a declarar un misterio: No todos moriremos, pero todos nos veremos transformados. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta; porque resonará, y los muertos despertarán incorruptibles, y nosotros nos veremos transformados. Porque esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

Así pues, hermanos míos queridos, manteneos firmes y constantes. Trabajad siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin recompensa vuestra fatiga.

 

RESPONSORIO              Dn 12, 2; 1Co 15, 52
 
R./ Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, * unos para la vida eterna, otros para el horror eterno.
V./ En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, los muertos despertarán incorruptibles.
R./ Unos para la vida eterna, otros para el horror eterno.
 


SEGUNDA LECTURA

San Pedro Crisólogo, Sermón 117 (PL 52, 520-521) El Verbo, sabiduría de Dios, se hizo hombre

El apóstol san Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo. Dos hombres semejantes en su cuerpo, pero muy diversos en su obrar; totalmente iguales por el número y orden de sus miembros, pero totalmente distintos por su respectivo origen. Dice, en efecto, la Escritura: El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida.

Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir; el último Adán, en cambio, se configuró a sí mismo y fue su propio autor, pues no recibió la vida de nadie, sino que fue el único de quien procede la vida de todos. Aquel primer Adán fue plasmado del barro deleznable; el último Adán se formó en las entrañas preciosas de la Virgen. En aquél, la tierra se convierte en carne; en éste, la carne llega a ser Dios.

Y ¿qué más podemos añadir? Este es aquel Adán que, cuando creó al primer Adán, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, también el primero, como él mismo afirma: Yo soy el primero y yo soy el último.

«Yo soy el primero, es decir, no tengo principio. Yo soy el último, porque, ciertamente, no tengo fin. No es primero lo espiritual –dice–, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El espíritu no fue lo primero –dice–, primero vino la vida y después el espíritu». Antes, sin duda, es la tierra que el fruto, pero la tierra no es tan preciosa como el fruto; aquélla exige lágrimas y trabajo, éste, en cambio, nos proporciona alimento y vida. Con razón el profeta se gloría de tal fruto, cuando dice: Nuestra tierra ha dado su fruto. ¿Qué fruto? Aquel que se afirma en otro lugar: A un fruto de tus entrañas lo pondré sobre tu trono. Y también: El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.

Igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. ¿Cómo, pues, los que no nacieron con tal naturaleza celestial llegaron a ser de esta naturaleza y no permanecieron tal cual habían nacido, sino que perseveraron en la condición en que habían renacido? Esto se debe, hermanos, a la acción misteriosa del Espíritu, el cual fecunda con su luz el seno materno de la fuente virginal, para que aquellos a quienes el origen terreno dé su raza da a luz en condición terrena y miserable vuelvan a nacer en condición celestial, y lleguen a ser semejantes a su mismo Creador. Por tanto, renacidos ya, recreados según la imagen de nuestro Creador, realicemos lo que nos dice el Apóstol: Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seamos también imagen del hombre celestial.

Renacidos ya, como hemos dicho, a semejanza de nuestro Señor, adoptados como verdaderos hijos de Dios, llevemos íntegra y con plena semejanza la imagen de nuestro Creador: no imitándolo en su soberanía, que sólo a él corresponde, sino siendo su imagen por nuestra inocencia, simplicidad, mansedumbre, paciencia, humildad, misericordia y concordia, virtudes todas por las que el Señor se ha dignado hacerse uno de nosotros y ser semejante a nosotros.

 

RESPONSORIO                    Rom 5, 18.12
 
R./ El delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación; * la obra de justicia de uno solo procura a todos los hombres la justificación que da la vida.
V./ Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte.
R./ La obra de justicia de uno solo procura a todos los hombres la justificación que da la vida.
 
 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



JUEVES


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 16, 1-24

Recomendaciones y saludos

Hermanos: Acerca de la colecta para los consagrados: las instrucciones que di a las comunidades de Galacia seguidlas también vosotros. Los domingos poned aparte cada uno por vuestra cuenta lo que consigáis ahorrar, para que, cuando yo vaya, no haya que andar entonces con colectas. Cuando yo llegue daré cartas de presentación a los que vosotros deis por buenos y los enviaré a Jerusalén con vuestro presente; y si merece la pena que vaya yo también, iremos juntos.

Llegaré ahí después de haber pasado por Macedonia, pues el viaje lo haré por Macedonia. En cambio, con vosotros es posible que me detenga, y tal vez todo el invierno, para que vosotros me ayudéis a continuar para donde sea. Porque esta vez no querría veros sólo de paso, es decir, espero quedarme algún tiempo junto á vosotros, Si el Señor lo permite; pero me quedaré en Efeso hasta Pentecostés porque se presenta una gran ocasión de trabajo eficaz y muchos hacen la contra.

Si llegase Timoteo, procurad que no se sienta cohibido, pues trabaja en la obra del Señor lo mismo que yo; portanto, que nadie lo desprecie. Además, ayudadle cordialmente a que vuelva aquí, pues lo estoy esperando con los hermanos.

Acerca del hermano Apolo: le insistí mucho en que fuera a veros con los hermanos; no tenía absolutamente ninguna gana de ir ahora, pero irá cuando llegue la ocasión.

Estad alerta, manteneos en la fe, sed hombres, sed robustos; todo lo que hagáis, que sea con amor.

Un favor os pido, hermanos: sabéis que la familia de Esteban es de lo mejor de Grecia y que se ha dedicado a servir a los consagrados; querría que también vosotros estéis a disposición de gente como ellos y de todo el que colabora en la tarea.

Me alegro de la llegada de Esteban, Fortunato y Acaico; ellos han compensado por vuestra ausencia, tranquilizándome a mí y a vosotros. Por eso estad reconocidos a hombres como ellos.

Os mandan recuerdos las comunidades de Asia. Un caluroso saludo cristiano de parte de Aquila, Prisca y la comunidad que se reúne en su casa. Recuerdos de todos los hermanos. Saludaos mutuamente con el beso santo.

La despedida, de mi mano: Pablo. El que no quiera al Señor, fuera con él. Ven, Señor.

El favor del Señor Jesús os acompañe. Mi amor cristiano os acompañe a todos.

 

RESPONSORIO                    1Co 16, 13-14; Col 4, 5. 6
 
R./ Estad en vela y manteneos firmes en la fe, portaos varonilmente y con toda fortaleza. * Hacedlo todo con espíritu de caridad.
V./ Proceded con toda discreción; vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con gracia.
R./ Hacedlo todo con espíritu de caridad.
 


SEGUNDA LECTURA

Balduino de Cantorbery, Tratado sobre el santísimo sacramento de la Eucaristía (PL 204, 405-406)

¡ Ved cuánto nos ama Jesús!

Vino, pues, el que tenía que venir, vino el Santo de Israel, apareció en la tierra hecho hombre. Enseñó al mundo el sendero de la vida y, cumplida la misión por la que había venido, subió al cielo, donde ahora está sentado a la derecha de Dios.

Antes de subir al cielo y para que los discípulos y los demás fieles que vendrían después, privados de su presencia corporal, no desconfiasen y desesperasen de su ayuda, los consoló diciendo: Y sabed que yo estoy con vosotros, hasta el fin del mundo. Luego nuestro Jesús está con nosotros. ¿Por qué no habría de llamarle nuestro si está con nosotros? Un hijo se nos ha dado. No sin razón reivindicaba a Jesús como suyo, el que dijo: Yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios, mi Jesús.

Este nuestro Jesús, con el cual Dios nos lo dio todo, no sabe estar lejos de nosotros. Y nos ama tanto que él mismo, que es la sabiduría del Padre, dice: Me gozaba con los hijos de los hombres. Estuvo con nosotros en la carne, antes de morir por nosotros; estuvo con nosotros también en la muerte, con la presencia del cuerpo todavía no retirado de la tierra; estuvo con nosotros después de la muerte apareciéndose a los discípulos de muchas maneras; está con nosotros también ahora, hasta el fin del mundo, hasta que nosotros estemos con él: y así estaremos siempre con el Señor.

¡Ved cuánto nos ama Jesús! Ni la muerte ni la vida pueden separarle de nosotros: ¡tanto es el amor con que nos ama! Por lo tanto, ni la muerte ni la vida deben separarnos de su amor. ¿Qué criatura es digna de ser amada, si él no lo es? Más aún: ¿quién puede sernos tan amable como él? Pues a menos de ser ingratos y perversos, debería bastarnos para amarlo —aparte de otras razones—, que él nos ama. Al que ama, lo menos que puede dársele es una respuesta de amor, pues el que ama desea ser amado. Lo cual es perfectamente justo. Ahora bien: quien desea ser amado, sin amar, dudo que pueda justificarse ni ante su propia conciencia de la acusación de inicuo. En un juicio justo quien no devuelve amor por amor, es indigno de ser amado.

Por tanto, quien no ama a Jesús, corre un grandísimo riesgo, pues se hace acreedor de la execración y maldición del Apóstol, que dice: El que no quiere al Señor, fuera con él. Ven, Señor.

 

RESPONSORIO                    Jn 3, 16; Hab 3, 13
 
R./ Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, * para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
V./ Sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido.
R./ Para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



VIERNES


PRIMERA LECTURA

Comienza la carta del apóstol Santiago 1, 1-18

Dicha perfecta en toda clase de pruebas

Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas.

Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de acierto, que se lo pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se lo dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, que quien titubea, se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo.

El cristiano de condición humilde, esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.

Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.

Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y lo seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra la muerte.

Queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del padre dedos astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos la primicia de sus criaturas.

 

RESPONSORIO                    Sant 1, 12; 2 Tim 4, 7-8
 
R./ Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de la vida, * que el Señor prometió a los que lo aman.
V./ He combatido el buen combate, he llegado a la meta, he conservado la fe. Ahora me ha sido preparada una corona de justicia.
R./ Que el Señor prometió a los que lo aman.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Comienza la carta a san Policarpo (1-2: Funck 1, 247-249)

Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a Policarpo, obispo de la Iglesia de Esmirna, o más bien, puesto él mismo bajo la vigilancia o episcopado de Dios Padre y del Señor Jesucristo: mi más cordial saludo.

Al comprobar que tu sentir está de acuerdo con Dios y asentado como sobre roca inconmovible, yo glorifico en gran manera al Señor por haberme hecho la gracia de ver tu rostro intachable, del que ojalá me fuese dado gozar siempre en Dios. Yo te exhorto, por la gracia de que estás revestido, a que aceleres el paso en tu carrera, y a que exhortes a todos para que se salven. Desempeña el cargo que ocupas con toda diligencia corporal y espiritual. Preocúpate de que se conserve la concordia, que es lo mejor que puede existir. Llévalos a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Sopórtalos a todos con espíritu de caridad, como siempre lo haces. Dedícate continuamente a la oración. Pide mayor sabiduría de la que tienes. Mantén alerta tu espíritu, pues el espíritu desconoce el sueño. Háblales a todos al estilo de Dios. Carga sobre ti, como perfecto atleta, las enfermedades de todos. Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia.

Si sólo amas a los buenos discípulos, ningún mérito tienes en ello. El mérito está en que sometas con mansedumbre a los más perniciosos. No toda herida se cura con el mismo emplasto. Los accesos de fiebre cálmalos con aplicaciones húmedas. Sé en todas las cosas sagaz como la serpiente, pero sencillo en toda ocasión, como la paloma. Por eso, justamente eres a la vez corporal y espiritual, para que aquellas cosas que saltan a la vista las desempeñes buenamente, y las que no alcanzas a ver ruegues que te sean manifestadas. De este modo, nada te faltará, sino que abundarás en todo don de la gracia. Los tiempos requieren de ti que aspires a alcanzar a Dios, juntamente con los que tienes encomendados, como el piloto anhela prósperos vientos, y el navegante, sorprendido por la tormenta, suspira por el puerto.

Sé sobrio, como un atleta de Dios. El premio es la incorrupción y la vida eterna, de cuya existencia también tú estás convencido. En todo y por todo soy una víctima de expiación por ti, así como mis cadenas, que tú mismo has besado.

 

RESPONSORIO                    1 Tim 6, 11-12; 2 Tim 2, 10
 
R./ Corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura; * combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna.
V./ Todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación.
R./ Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



SÁBADO


PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol Santiago 1, 19-27

Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla

Tened esto presente, mis queridos hermanos: sed todos prontos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Porque la ira del hombre no produce la justicia que Dios quiere. Por lo tanto, eliminad toda suciedad y esa maldad que os sobra y aceptad dócilmente la Palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros.

Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos, pues quien escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a aquel que se miraba la cara en el espejo, y apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla en obra, éste será dichoso al practicarla.

Hay quien se cree religioso y no tiene a raya su lengua; pero se engaña, su religión es vacía. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.

 

RESPONSORIO                    Sant 1, 21; Fil 1, 27; 2, 15.16
 
R./ Desechada toda impureza y todo resto de maldad, recibid con docilidad la palabra sembrada en vosotros, * que es capaz de salvar vuestras almas.
V./ Llevad una conducta digna del evangelio de Cristo, para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios, llevando bien en alto la palabra de vida.
R./ Que es capaz de salvar vuestras almas.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a san Policarpo (3-5: Funck 1, 249-251)

Que todo se haga para gloria de Dios

Que no te amedrenten los que se dan aires de nombres de todo crédito y enseñan doctrinas extrañas a la fe. Por tu parte, mantente firme como un yunque golpeado por el martillo. Es propio de un gran atleta el ser desollado y, sin embargo, vencer. Pues, ¡cuánto más hemos de soportarlo todo nosotros por Dios, a fin de que también él nos soporte a nosotros! Sé todavía más diligente de lo que eres. Date cabal cuenta de los tiempos. Aguarda al que está por encima del tiempo, al intemporal, al invisible, que por nosotros se hizo visible; al impalpable, al impasible, que por nosotros se hizo pasible; al que en todas las formas posibles sufrió por nosotros.

Las viudas no han de ser desatendidas. Después del Señor, tú has de ser quien cuide de ellas. Nada se haga sin tu conocimiento, y tú, por tu parte, hazlo todo contando con Dios, como efectivamente lo haces. Manténte firme. Celébrense reuniones con más frecuencia. Búscalos a todos por su nombre. No trates altivamente a esclavos y esclavas mas tampoco dejes que se engrían, sino que traten, para gloria de Dios, de mostrarse mejores servidores, a fin de que alcancen de él una libertad más excelente.

Huye de la intriga y del fraude; más aún, habla a los fieles para precaverlos contra ello. Recomienda a mis hermanas que amen al Señor y que vivan contentas con sus maridos, tanto en cuanto a la carne, como en cuanto al espíritu. Igualmente predica a mis hermanos, en nombre de Jesucristo, que amen a sus esposas como el Señor ama a la Iglesia. Si alguno se siente capaz de permanecer en castidad para honrar la carne del Señor, permanezca en ella, pero sin ensoberbecerse. Pues, si se engríe, está perdido; y, si por ello se estimare más que el obispo, está corrompido.

Respecto a los que se casan, esposos y esposas, conviene que celebren el enlace con conocimiento del obispo, a fin de que el casamiento sea conforme al Señor y no por sólo deseo. Que todo se haga para gloria de Dios.

 

RESPONSORIO                    1 Cor 15, 58; 2 Tes 3, 13
 
R./ Manteneos firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor: * conscientes de que vuestro trabajo no es vano en el Señor.
V./ No os canséis de hacer el bien
R./ Conscientes de que vuestro trabajo no es vano en el Señor.


 
ORACIÓN
 
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.