Madre de Dios, Madre nuestra

 

 Victoria Cardona i Romeu
Educadora Familiar

 

Tengo el gozo de finalizar esta etapa pensando en la Virgen María, Madre nuestra, a quien de bien pequeña me inculcaron tenerle una particular devoción. Por eso es por lo que abro mi corazón para hablaros de una anécdota personal, cosa que no había hecho hasta hoy.
 

Mi tercera nieta tiene cinco años, vive en Zaragoza y es la tercera de cuatro hermanos. Quiero explicar una conversación bonita de un rato pasado con su compañía. ¿La queréis conocer, verle los ojos, sentiros elevados por su alegría? Si es así, buscad la fotografía que ilustra el artículo Obediencia y alegría, de este curso de Formación ''para padres''. Si os parece, la veis y os servirá para integraros conmigo con lo que os explicaré.
 

¿No os pasa también a vosotros que con los nietos se establece una amistad muy especial, sobre todo cuando tienen esta edad? Clara siempre está contenta y con ganas de complacer y de hablar mucho. Tiene un temperamento muy abierto, al cual se añade una gran expresividad y una vocalización muy buena. A menudo lee cuentos en voz alta y yo la escucho medio emocionada, ¡pasión de abuela!, ya que lo hace muy bien. A veces, me pregunta: ''¿Que te duermes, abuela, como yo cuándo tú me explicas un cuento antes de ir a dormir?''...
 

Una mañana, me decía con mucha alegría y con una profunda convicción: ''¿Sabes abuela?, yo tengo dos madres: La madre de Dios y mi madre''. (La Clara, tiene su madre que es aragonesa y cuando dice ''madre'', alarga el sonido de la ''r'', de una forma muy peculiar y muy contundente). Ante esta confidencia y con la seguridad con que me lo decía, le contesté que siempre iría segura por la vida con la protección maternal de Santa María. Inmediatamente, me recitó la siguiente oración, que recuerda el Acordaos, atribuido a San Bernardo:
 

Virgen de todos los niños,
que estás en el cielo rogando por mí,
cuantas veces me vea en peligro
a Ti, Madre Santa, recurriré

 

Entonces desapareció de pronto de la sala de estar donde dialogábamos y, ''como un cohete'', me trajo un cuadro de la Virgen María de su habitación, que había descolgado de la pared para enseñármelo. Yo le aconsejé que siempre y cuando la veía le dijera: ''guapa'', ''te amo'', ''preciosa''...y que lo volviera a colocar en su lugar, en su dormitorio. Después se puso a pintar y me dio un dibujo. Le di las gracias y lo guardé. Al mirarlo al llegar a Barcelona vi que había dibujado una niña con corona. En el reverso de la hoja había escrito: ''María guapa''.
 

Os tengo que decir que me pareció que, por culpa de mi precipitación, perdí una oportunidad de seguir profundizando con la niña, sobre el amor a Maria.
 

Sencillez, amor demostrado con espontaneidad, se desprende de este relato de Clara. La devoción a la Virgen María ¿no os parece que la hemos de ir enseñando a nuestros niños y niñas, para que le demuestren su afecto con varias manifestaciones de piedad?:
 

¿Por qué no hablamos mucho a los niños y niñas de la generosidad de María que siempre estuvo pendiente de las necesidades de los demás?:

Antes de morir en el Calvario, Jesús nos dio a su Madre, ''Aquí tienes a tu Madre'', le dijo a su discípulo predilecto. Es propio de los buenos hijos amar a su madre. La Virgen María tiene que ser para los que queremos ser seguidores de Cristo refugio firme. Nos ponemos bajo el amparo de tan buena Madre. También nos acercamos a Ella con confianza rogando que interceda por nuestros jóvenes y niños. Podemos asegurar que el título de más alta dignidad es el de ser la Virgen María, Madre de Jesús, gracias a si SI, en el momento de la Anunciación.
 

Le pedimos a la Reina de las Familias y Reina de la Paz que se instale en nuestro hogar y nos mantenga siempre unidos. Que vele por nuestros familiares, por los amigos y por los conocidos. Con palabras recientes de Juan Pablo II: ''que la Virgen María sea una ayuda para todos los cristianos y para toda la humanidad''.