Obediencia y alegría

 

 Victoria Cardona i Romeu
Educadora Familiar

 

Me parece que la obediencia siempre está impulsada por el amor. Por eso es por lo que, padres y madres, tenemos que hacerla agradable y entendedora a través de la confianza. Esta confianza está basada en el afecto, que facilita al niño obedecer. Destacaremos unos puntos para reflexionar, viviéndolos también nosotros mismos, que no nos pase como aquella pequeña que, preocupada porque su madre le decía que regalara un juguete, le preguntó: ¿y tú que das?, así la madre aprendió a pensar y preocuparse por ser un modelo para su hija, entregando ella también algo.

  1. Actitud positiva: La alegría y el buen humor juegan un papel muy importante en los sentimientos de los pequeños, incluso en los de las personas grandes. Nada de desaliento ni de órdenes negativas. Quienes tenemos el deber de educar, debemos dar las instrucciones necesarias y claras para hacernos obedecer, con la comprensión de que los niños o jóvenes tienen que hacer un esfuerzo y con la paciencia de que los resultados nunca son inmediatos. Cuando hablamos de obediencia nunca podemos pensar en formas violentas de autoritarismo, que seria fruto de querer dominar, ni de sobreproteccionismo o de imposición que anularían la voluntad del niño. No es buena una obediencia de esclavo.

     

  2. Influencia del ambiente: Actualmente se confunde la comodidad y el egoísmo con la realización personal, cuando precisamente el espíritu de generosidad hacia los demás es lo que comporta más gozo. Se vive la verdadera libertad cuándo, dejando el amor propio, escuchamos lo que nos proponen y cambiamos de opinión y de forma de actuar. Seguro que cuando nos lo dicen con prudencia y con aprecio, no se hace ningún rechazo. No son los hijos y hijas los únicos que han de obedecer, sino también la mujer al marido y el marido a la mujer, y también ponderar consejos que nos lleguen de otros entornos. La convivencia se hace agradable cuando sabemos ceder en las preferencias personales y sabemos entregar el propio juicio. Dice el pedagogo Otto Dür: "La persona imbuida del propio "yo", encuentra una gran dificultad en obedecer". Por esto, es recomendable en el ámbito familiar habituarse a utilizar en el lenguaje el "nosotros."

     

  3. Comunicación: Quien debe obedecer ha de amoldarse al criterio del otro, pero para hacerlo, necesita ejercitar su libertad, preguntar, pedir más información, tener iniciativas. Si hay una comunicación real entre quien dirige y quien debe obedecer todo es más efectivo. La palabra obediencia proviene etimológicamente de ob-audire: "escuchar con atención". Esto es aplicable, además de las relaciones familiares, a las laborales y a las sociales, para hacer el trabajo más productivo y para saber convivir con armonía. Sobre todo se trata de no formar personas rebeldes y contestatarias, que sólo saben ver la parte negativa de la vida, quejándose y no buscando nunca soluciones, limitándose a criticarlo todo y a querer hacer valer sólo sus ideas, sin respeto hacia la opinión de los demás. Se trata de comprender el mensaje dado y asimilarlo e integrarlo como propio.

Se acerca la Navidad, el Niño nos da ejemplo de obediencia a su Padre Dios, y está sujeto a José y Maria, se hace un Niño, para demostrarnos la humildad, la docilidad y el desprendimiento total. Que estas fiestas nos hagan reflexionar en el Misterio, aplicando las enseñanzas del pesebre a nuestra vida personal y familiar con el espíritu de servicio de la Navidad.

Nos volveremos a reencontrar en estas páginas después de este periodo navideño Os deseo de todo corazón una Santa Navidad para todos y todas, con el propósito de vivir estos días con fe, esperanza, que comporta alegría, y amor hacia los demás. Una contemplación sobre la familia de Natzareth nos puede hacer entender el valor de la obediencia y la alegría para vivirlas en nuestros hogares, dónde el capricho y los impulsos inmediatos sean dominados, para amar generosamente a quienes conviven con nosotros.