TEMA III
JESÚS EN SU AMBIENTE

 

Palestina en tiempos de Jesús era una realidad bastante compleja en sus diversos aspectos religiosos y sociales. Es preciso hacer un análisis siquiera breve de esta situación para poder captar el significado de las opciones de Jesús y su mensaje.

1.- Situación económica

Los sectores productivos de palestina en aquella época eran la agricultura, la ganadería, la artesanía y las funciones públicas del Estado. Las grandes obras de construcción de Herodes el Grande dieron trabajo a muchos obreros.

Agricultura y ganadería eran lo más corriente. La artesanía florecía en las ciudades, Jerusalén particularmente. El terreno era comunal, pero lo trabajaban individualmente y estaba sometido al proceso de herencia; llevaba consigo la paga de un tributo al Estado. Pero existía también una gran propiedad difícilmente determinable, donde trabajaban obreros asalariados. En Galilea se practicaba la pesca.

El centro comercial y financiero más importante lo constituía el templo de Jerusalén, adonde afluían entradas inmensas: tasas personales, ofrendas, donaciones votivas, depósitos bancarios de particulares... Pero no eran menores los gastos de construcción y mantenimiento.

Buena parte del dinero iba a parar a Roma bajo la forma de impuestos: impuestos personales y reales, contribución anual en especies y en servicios a la guarnición romana, impuestos aduaneros, etc. Los recogían los agentes del fisco (publicanos). Entre el 30 y el 70 por cien de la renta de cada uno se iba en impuestos. Por este motivo, y otros, la pobreza iba en aumento. Existía el inmensamente rico y también el miserable, pero la mayoría pertenecía al segundo grupo.

2.- Situación social

Era una sociedad llena de discriminaciones.

La mujer era considerada inferior y subordinada al hombre. En el templo le estaba reservado un patio situado entre el de los hombres y el de los gentiles. En la sinagoga tenía también lugar a parte y no le estaba permitido hacer uso de la palabra. Si luego se piensa en la importancia religiosa y civil de la circuncisión para la pertenencia al pueblo elegido, se podrá imaginar el poco aprecio en que se tenía a la mujer.

Los samaritanos. Los judíos nunca quisieron reconocerlos como hermanos suyos, a causa del mestizaje étnico en que habían incurrido con la conquista asiria en el 722 a. C. Con la construcción del templo de Garizin, la división se convirtió en rabiosa hostilidad. Tenían en común los mismos orígenes, la misma fe, el mismo Pentateuco, la misma esperanza mesiánica.

Parece que la esclavitud existía todavía en tiempo de Jesús. Pero la condición social de los esclavos en Palestina era bien distinta que en el mundo grecorromano. Un judío varón podía ser hecho esclavo por decisión del tribunal que lo entregaba a su acreedor en caso de insolvencia, y también por voluntad propia en caso de extrema pobreza; pero al séptimo año recuperaba su libertad.

Dentro de la misma comunidad judía estaba en vigor la proscripción contra los pecadores (los que no observaban la ley). Los publicanos eran considerados traidores a la causa de Dios y de su pueblo, y por ello excomulgados.

Con los paganos, los no circuncidados, la actitud de desprecio llegaba hasta el odio.

Las raíces de esta múltiple discriminación deben buscarse en el tipo de sociedad sacral y teocrática que pedía vivir separados del mundo malvado e impío. El criterio de separación era la ley y su exacta observancia, interpretada por sacerdotes, escribas y fariseos según principios rígidos y cada vez más omniabarcantes.

3.- Situación política

Palestina estaba bajo dominación romana desde el año 63 a. C. (Pompeyo), y éste era el problema más crucial. Roma permitió que sobreviviese la autoridad local del etnarca. En el 40 a. C., el senado romano concedió el título de Rey de los judíos a Herodes el Grande.

De acuerdo con su discreta diplomacia, Roma había tenido una consideración especial con Judea (conoce sus tenaces convicciones religiosas y su fuerte espíritu nacionalista): deja sobrevivir el culto del templo, la autoridad del sumo sacerdote y el sanedrín, exime a los judíos del servicio militar y del culto a la imagen del emperador, prohíbe a los paganos entrar en el atrio interior del templo... Pero, en realidad, el procurador romano de turno controlaba la autoridad local, nombrando incluso a capricho al sumo sacerdote.

El sanedrín era el gran consejo de Judea, con poderes legislativos, judiciales y administrativos. Constaba de setenta miembros: el sumo sacerdote (presidente), los otros grandes sacerdotes, la nobleza laica de los ancianos y algunos escribas en calidad de doctores de la ley (del partido de los fariseos). Pero el sanedrín estaba dominado por los saduceos.

El sumo sacerdote y los sacerdotes. Habían sido beneméritos en la reconstrucción del Estado después del exilio babilónico, pero ya habían perdido su prestigio ante el pueblo a causa de su aburguesamiento y por motivos referentes a la legitimidad de sucesión. En tiempo de Jesús constituían una auténtica aristocracia, enormemente enriquecida, aliada del poder dominador... Una casta cerrada en sí misma y regulada de forma dinástica, especialmente el oficio de sumo sacerdote.

4.- Corrientes religioso-políticas

a) Saduceos

Sacerdotes y la rica burguesía de las familias aristocráticas de Jerusalén. Los saduceos, ateniéndose sólo al Pentateuco, rechazan las ideas religiosas que se habían formado después: la resurrección, la inmortalidad del alma, la tradición oral como fuente de interpretación de la ley, etc. En lo teológico eran conservadores, En lo político, sin embargo, estaban abiertos a colaborar con la autoridad ocupante. Tendían a acomodarse también a la cultura grecorromana. Su influencia religiosa no sobrepasaba los límites del templo. Destruido éste, su función en medio del judaísmo desaparecerá para siempre.

b) Fariseos

Eran para el pueblo maestros, guías indiscutidos y representantes. Religiosa y socialmente constituían el partido del pueblo. Eran numerosos (seis mil o mas). Herederos de la austeridad de los macabeos y contrarios a toda apertura a la cultura pagana, eran estrictos cumplidores de la ley escrita y de las tradiciones orales. Será su obsesión por la pureza ritual y sus minuciosas observancias la que los llevará a separarse de la masa que, ignorando la ley, se encuentra en permanente estado de impureza.

Pero representaban la viva aspiración popular a la independencia nacional, el Estado teocrático y la ardiente esperanza mesiánica; aunque aconsejaban una tolerante sumisión al poder pagano, en espera de una pronta intervención de Dios.

c) Celotas

Flavio Josefo denomina así a aquellos nacionalistas radicales que en el año 66 darán inicio a la revuelta armada contra Roma. Pero Josefo no dice que éstos hubieran estado en acción ya en tiempos de Jesús, como sostienen numerosos estudiosos que remontan la fundación de un partido celota a Judas el Galileo, en el año 6 d. C. Pero no parece que Judas el Galileo fuese un celota ni fundador de tal partido. En tiempos de Jesús no habría existido, pues, un verdadero partido celota, ni una resistencia armada.

d) Esenios

Era una corriente espiritualista que florecía, sobre todo, en el desierto, donde se organizaba en verdadero monaquismo (los descubrimientos de Qumrán, 1947, nos informan de ellos). Los animan dos motivos principales: abandonar la impiedad del mundo y del culto del templo, ya ilegítimo a causa de la interrupción dinástica de los sacerdotes, y preparar en el desierto el camino del Señor que está para llegar.

En el desierto vivían en comunidades cerradas, donde practicaban la comunidad de bienes, la obediencia voluntaria al superior (según ultimísimos descubrimientos, no parece que practicasen el celibato). Los de Qumrán se consideraban la comunidad de la nueva alianza, el resto santo hacia el cual el Mesías ()o los dos mesías?) Dirigiría sus pasos. Mediante una rigurosa ascesis de observancia de la ley y una praxis de purificación ritual y espiritual, tomaban parte en la lucha de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas. Políticamente eran pacifistas que se desinteresaban por lo que sucediera en el mundo. Pero )se unieron a la lucha de los celotas contra roma? La destrucción del monasterio por los romanos se remonta a aquella época; y no parece tener otra explicación.

5.- Jesús y su ambiente social

a) En una sociedad estructurada sobre el factor religioso

Jesús no asumió en su ambiente la función de reformador social ni revolucionario político, estando empeñado en un cambio radical de la situación, El anuncio del Reino de Dios es el centro de su interés; ante el Reino todo queda relativizado.

Respecto a las instituciones sociales y religiosas es inconformista y presenta una novedad doctrinal cuyo desarrollo, a la larga, se revelará como revolucionario. Puesto que en su sociedad los elementos determinantes eran de naturaleza religiosa, él actuó en sentido liberador sobre todo ese nivel: modo de considerar la ley, el templo, el sábado, etc.

b) Jesús y la ley

No quiere abolir la ley, sino llevarla a plenitud. Denuncia su pura ejecución externa, descuidando la raíz de toda observancia, que está en el corazón. Jesús exige primero la conversión del corazón -de donde sale todo tipo de maldad-, para que se pueda acoger la suprema realidad del Reino. Frente a esto, Jesús presenta como insignificantes las prescripciones referentes a la pureza ritual; anula la distinción entre alimentos puros e impuros; pone en tela de juicio todo el sistema cultual veterotestamentario.

Más documentada aún aparece en los evangelios su toma de postura en relación con el descanso sabático (altamente valorado por todos los grupos religiosos). Sorprendente hasta el escándalo es la declaración: El sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado (Mc 2, 27), que revela la fuerza y originalidad de su pensamiento: objetivo del sábado es el bien del hombre.

c) Jesús y los pecadores

Praxis constante de Jesús fue sentarse a la mesa con los pecadores, con lo que se ganó la reprobación de los que veían conculcada con ello la ley de la pureza. Jesús justifica su actuación apelando nada menos que al objetivo mismo de su misión: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mc 2, 17). En Lucas, la justificación está acompañada por las tres grandes parábolas de la misericordia divina y por una afirmación paradójica destinada a descomponer por completo el mundo del perfeccionismo fariseo: Dios hace más fiesta por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia (Lc 15, 7. 10).

¿Qué alcance tiene esta posición? El anuncio de que a los pecadores (marginados incluso socialmente) esté abierta no la cólera, sino la benevolencia de Dios debió aparecer como una subversión completa del orden legal. Jesús, pues, no se sitúa de parte de la ley, sino de parte del hombre, por pecador que sea. Detrás de esta solidaridad de Jesús con ellos, se manifiesta el verdadero rostro de Dios, el verdadero querer y obrar de Dios. Así reivindica la primacía absoluta para el Dios de la gracia, no para la ley. Así desvanece la jactancia de sus observancias (ver la parábola del fariseo y del publicano en Lc 18, 9 - 14).

d) Jesús y las clases marginadas

Jesús permaneció en los pueblos y ciudades -no se retiró al desierto-, participando de cerca de la vida de la gente. Enfermos, leprosos, samaritanos, mujeres y niños, recuperan con Jesús su dignidad personal y social y la alegría del corazón.

Jesús no es reformador social, pero penetra el corazón de todas las discriminaciones con una acción decidida, consciente de haber venido a traer no la paz, sino la espada, a pedir decisiones radicales que inciden en las relaciones del hombre con Dios y con sus hermanos. Con seguridad total se coloca del lado de los débiles y, sobre todo, de los pobres, mostrando que en su actitud es Dios mismo quien da a conocer sus predilecciones.

6.- Jesús y las corrientes políticas de su tiempo

a) Jesús y los saduceos

No se encuentra en los evangelios una explícita polémica antisaducea. Quizá sea porque, en su mayor parte, fueron escritos después de la destrucción de Jerusalén y la clase dominante había sido privada de todo su poder. Pero quedan muchos elementos dispersos, que en parte ya hemos recordado. El verdadero careo con la aristocracia lo sostuvo Jesús durante la pasión. Sus adversarios en la pasión no son los fariseos, sino los sacerdotes, ancianos y escribas del sanedrín.

b) Jesús y los fariseos

Ya hemos señalado la mayoría de los puntos fuertes en que Jesús se distancia de los fariseos. Pero en otros aspectos él está de acuerdo con ellos: frecuente huésped a su mesa; le advierten que Herodes Antipas trama su muerte; coincide con ellos en estar en contraste con la clase dirigente de Jerusalén que se han alejado del pueblo.

)Por qué entonces los evangelios conservan tanta polémica contra los fariseos? Posiblemente porque, en el momento de su composición, la única fuerza del judaísmo era el fariseísmo. Todo lo que la tradición había conservado de las palabras polémicas de Jesús fue comprendido como dirigido a los fariseos. Cuando se escriben los evangelios, el judaísmo está expulsando definitivamente a los cristianos de sus sinagogas por herejes. La polémica con el judaísmo (polémica con el fariseísmo) se convierte en cuestión vital para los cristianos en orden a no perder aquella cobertura política de "religión lícita" otorgada por el Estado romano, y que hasta ahora tenían.

c) Jesús y los esenios

¿Fue Jesús un monje esenio? Esta hipótesis, que se planteó con el descubrimiento de la literatura qumránica y algunos puntos de contacto en el mensaje, hoy ha desaparecido por completo debido a las enormes distancias existentes entre ambos.

Jesús no envía a los suyos a vivir en el desierto, sino a predicar al mundo; exige amor universal, incluso a los enemigos; abre las puertas del reino a todos; frecuenta el templo...

d) Jesús y los celotas

Aun cuando se diese por demostrado que el partido celota existía ya en tiempos de Jesús (lo que hoy comienza a ser negado decididamente por los historiadores), habría que negar rotundamente que Jesús y su grupo hayan formado parte de él. Sólo tergiversando totalmente los datos del evangelio se puede hacer tal afirmación. Jesús considera como tentación que hay que superar el mesianismo político que Satanás le propone.

No se puede excluir, sin embargo, que Jesús tenga alguna semejanza con los celotas: predicación del reino inminente; denuncia de los que, desde el poder, ejercen la tiranía para saciar la propia codicia; solidaridad con los pobres y oprimidos. Ni se puede negar que ciertas palabras y acciones parezcan asemejarse a ellos: He venido a traer la espada; la entrada triunfal en Jerusalén; la purificación del templo, etc. Pero el contexto de pensamiento y de acción de Jesús es radicalmente distinto.