II. El significado de diablo
Una vía válida para entender la naturaleza de la mente humana es analizar los mitos que ella crea. La imagen de Satanás que ha prevalecido a lo largo de la mayor parte de la historia judeocristiana, contiene lo que se considera mal y pecaminoso. David Bakan afirma que presenta huellas de la naturaleza de la mente humana y que su análisis permite revelar constelaciones psicológicas precisas. Bakau, profesor de psicología en la universidad de Chicago, estima que Satanás es una proyección en la que están personificadas las fuerzas guía de la psique humana. Las características atribuidas a Satanás son universales en el hombre y, a través de su valoración, podemos llegar a comprender mejor las fuerzas impulsoras existentes en el hombre mismo. Aunque no parece que el profesor Bakan crea en la existencia independiente del diablo y de los diablos como inteligencias (seres espirituales), su estudio sobre el significado del diablo corrobora el significado que la teología cristiana tradicional le atribuye como ser existente en forma personal. Este significado corresponde a los efectos del ¡nflujo espiritual que él ejerce en las vidas humanas; con esto Bakan nos ayuda a profundizar y renovar nuestra teología de lo demoníaco.
Según Bakan, la proyección de la figura de Satanás como ser "diverso" y distinto de la persona que concibe la imaginación, se debe al esfuerzo del individuo por conseguir la experiencia del mal personal, proyectándolo fuera de sí. Cuando san Ignacio de Loyola dice a propósito de Satanás como "enemigo de la raza humana", implica el carácter extraño del mal: es hostil a la naturaleza humana y a su bienestar y no "pertenece" a la experiencia humana. El exorcismo supone la "diversidad" del demonio: es un mal ajeno, hostil y opresivo, al que por lo mismo se arroja fuera.
1.
SEPARACIÓN DE DIOS (ALIENACIÓN) Y CONFLICTO CON CUALQUIER OTRA EXISTENCIA
La "alteridad" de Satanás está ligada a la separación del hombre de
Dios. Esta separación constituye el rasgo esencial del pecado. He aquí cómo
parafrasea Merton, en su introducción a la Ciudad de Dios, de Agustín,
la visión agustiniana de la naturaleza de la caída del hombre: "El pecado
original, acto de apostasía espiritual de la visión contemplativa y del
amor de Dios, interrumpió la unión con Dios, que dependía de la sumisión de
la voluntad de Adán a la voluntad divina. Dado que Dios es verdad, la
apostasía de Adán fue una caída en la falsedad, en la irrealidad. Dado que
Dios es unidad, la caída de Adán fue una caída en la división y en la falta
de armonía. Toda la humanidad se alejó de Dios en Adán. Y así como el alma
de éste se dividió en sí misma por el pecado, lo mismo todos los hombres
quedaron divididos entre sí por el egoísmo. La envidia de Caín, que hubiera
sido imposible en el Edén, llevó al asesinato en un mundo en que todo
individuo centrado en sí mismo se había convertido en su propio pequeño Dios,
en el propio juez y en el modelo propio del bien y del mal, de la falsedad y de
la verdad".
La paráfrasis pone de relieve una variedad de separaciones: Dios y Adán, creación material y creación inmaterial, el alma de Adán dividida dentro de sí misma por el pecado, Dios y el mismo "pequeño dios", el juicio del hombre y el juicio de Dios. El pensamiento de Agustín incluía también la separación del espíritu y la carne y de la autoridad y la obedencia. El "egotismo", que representa la separación extrema entre el yo consciente y el resto de la creación, es atribuido característicamente a Satanás, cuya naturaleza nihilista anula cuantas cosas quedan fuera de su voluntad.
Satanás simboliza la existencia personal absolutamente separada, alienada y en conflicto con toda otra existencia. La afirmación clave para comprender su caráctel podría ser muy bien la de Sartre: `L'enfer c'est l'autre", porque dondequiera que se encuentre en la creación no puede realmente sustraerse nunca a aquel contexto (el infierno) a que su pecado primordial le ha condenado eternamente.
2.
DOMINIO DEL MUNDO SECULAR
Además de la separación, a Satanás se le ha atribuido tradicionalmente el
dominio del mundo secular. Es descrito como "el príncipe de este
mundo" (Jn 12,31; 14,30; 16,11).
Pablo le llama "el dios de este mundo" (2 Cor 4,4).
Cuando el diablo tienta a Jesús, le conduce a una alta montaña y le muestra
"todos los reinos del mundo y la gloria de los mismos" y luego le
dice: "Te daré todo esto si, postrándote, me adoras" (Mt
4,8ss).
En Lucas, el relato de esta escena añade la noción de poder (Lc 4,5-7): "Lo condujo luego el diablo a lo alto, le mostró todos los reinos del mundo en un instante y le dijo: Te daré todo este imperio y la gloria de estos reinos, porque me han sido entregados, y los doy a quien quiero. Si, pues, te postras ante mi, todo será tuyo".
3.
EL PODER DE MANIPULAR LAS MENTES DE LOS HOMBRES
Uno de los aspectos del dominio de Satanás es su poder de manipular (y
de tentar) las mentes de los hombres. Semejante poder supone en él una profunda
comprensión de la psique humana, ya sea porque sabe qué estímulo lleva a dar
tal respuesta, ya porque conoce los secretos íntimos de los contenidos y el
funcionamiento de la mente humana. Satanás es un tentador (Mt
4,3), el padre de la mentira (Jn 8,44), un engañador
profesional (2 Cor 11,14).
Nathaniel Hawthorne presenta y describe a Satanás como manipulador de la mente en la persona de Roger Chillingworth, en La carta escarlata: "Resumiendo el caso, digamos que se difundió la idea de que el reverendo Arthur Dimmesdale, a semejanza de otros muchos personajes particularmente santos de todas las épocas del mundo cristiano, estaba obsesionado o por el mismo Satanás o bien por algún emisario suyo en la figura del viejo Roger Chilligworth. Este agente diabólico tuvo permiso divino para penetrar durante una temporada en la intimidad de aquel hombre de iglesia y de tramar contra su alma".
4.
OBLIGACIÓN CONTRACTUAL
La obligación contractual es otro aspecto del poder asociado a la imagen de
Satanás, aspecto ejemplificado en el Doctor Fausto, de Chriatopher Marlowe.
Tiene profundas raíces en la tradición cristiana, en la que el diablo está en
favor de la obligación contractual rígida, en contraste con Jesús, que
representa la mitigación de esa obligación con sus manifestaciones de
misericordia, bondad, amor y perdón. En este contexto, el diablo simboliza los
efectos aparentemente inexorables del mal; por otro lado, Jesús representa una
misericordiosa "cláusula de salvación" de los males que están
expresados en la noción de pacto con el diablo. El pacto con el diablo es lo
contrario de las obligaciones contractuales de la alianza con el Dios vivo, y
recuerda las palabras de Jesús: "Nadie puede ser esclavo de dos señores,
porque aborrecerá al uno y amará al otro, o bien despreciará al uno y se
apegará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt
6,24).
El estado del alma humana se interpreta, en base a la lógica de las obligaciones contractuales, partiendo del supuesto de que todo hombre ha escogido inevitablemente aliarse con el verdadero Dios o con su adversario; que se ha colocado bajo la protección de una potencia superior para obtener lo que considera lo mejor de la vida, y que está contractualmente obligado hacia tal potencia. El hombre reconoce implícitamente que no existe forma alguna de existencia independiente que sea del todo libre y capaz de vivir así.
5.
EL RECHAZO
El rechazo es otro elemento asociado a la imagen de Satanás. El rechazo de la
verdad de las cosas conduce fuera del camino. La verdad que se niega no deja de
serlo, sino que permanece como expresión activa de uno mismo, con gran
sufrimiento por parte del que ha renegado de ella. Satanás simboliza la
negativa a reconocer y aceptar la verdad de la propia realidad en particular y
de la realidad en general. Este rechazo va acompañado del deseo de dominar
la realidad, intentando destruir la verdad que no resulta grata. El hecho de
tener que admitir la verdad que se ha rechazado constituye la raíz de la
evasión y de la violencia.
6.
LA EXPULSIÓN
La expulsión es otro aspecto de la historia de Satanás. El comenzó a existir
como ángel entre los demás ángeles; después de su desafío fue expulsado del
paraíso y abandonado a sí mismo. Su expulsión del paraíso es paralela a la
de Adán y Eva del paraíso terrestre. En las Escrituras, Satanás aparece como
el arquetipo de la rebelión, y su irreligión va acompañada de las posiciones
de izquierda, desde el espíritu iconoclasta de Voltaire a la "religión
opio del pueblo" de Marx y al "non serviam" de Las moscas,
de Sartre. Es como si Satanás hubiera sido expulsado a causa de su orgullo
rebelde, que se afirmaba a sí mismo en oposición al orden cósmico fijado
sobrenaturalmente.
Por otra parte, Donald Nugent, en su articulo Satan is a Fascist (The Month, abril 1972), sostiene que el Satanás del NT, el Satanás de loa "principados y potestades", tiene más que ver con la opresión y con la inhumanidad de un poder constituido que con las luchas de los revolucionarios que buscan la liberación. Nugent afirma que Satanás fue un rebelde, pero que su rebelión ha tenido éxito y que el mundo ha sido puesto en sus manos en un sentido muy real. En consecuencia, se ve ahora obligado a ser conservador, y el "nuevo orden" es un desorden enmascarado, una perversión de los valores y de las prioridades. No obstante, algo divino aletea sobre el mundo, dispuesto siempre a rebelarse contra el régimen de Satanás.
III. Origen del concepto y funciones del diablo
Los complejos orígenes de la visión cristiana del diablo combinan conceptos hebreos (Satanás, Lucifer, la serpiente tentadora), conceptos griegos (daimon y diabolos) e ideas egipcias (el n'ter, espíritus malos, fantasmas y apariciones, que no son otra cosa que las antiguas divinidades paganas de Egipto). Este ser aparece en la literatura del desierto y va a tentar a los ascetas; aparece como un daimon, un espíritu que infesta las regiones bajas de la atmósfera que rodean la tierra; un satanás, a sea, un adversario que compendia todas las fuerzas que se oponen al poder de Dios, y como un n'ter, un fantasma torturador y aterrador.
1.
CAUSA SEDUCTORA DEL PECADO (TENTADOR)
Demonio, adversario, espectro; estas características explican las múltiples
funciones del diablo: una criatura que seduce y tienta, que representa todos los
hechizos del mundo y de su belleza, pero también un ser monstruoso, que aterra
y ataca al monje; un espíritu repugnante y asqueroso. Las tentaciones y las
luchas de los Padres del desierto oscilan entre estas dos representaciones del
poder diabólico, visto como belleza y como horror.
En el primer caso, el tentador es presentado en forma humana e incluso superhumana; como una persona de una belleza maravillosa o como ángel de luz. Los primeros cristianos griegos lo pintaron como un joven o una muchacha bellísima y encantadora; reconocieron que el mal es tan atractivo y tan poderosamente seductor, que los hombres "ceden" o "asienten" a su tentación. El símbolo apropiado del mal debía ser personal y fascinante, y también aparentemente bueno (bonum apparens).
2.
EL HORRIBLE RESULTADO DEL PECADO
El arte medieval prefirió representar al diablo como un monstruo feo y
horrible. Su simbolismo del mal subraya los efectos más que la causa del mal.
La figura horrible y subhumana del mal, en parte hombre y en parte animal,
simboliza personalmente el mal que altera y deforma la integridad natural,
corpórea y espiritual del hombre.
La culpa, el sufrimiento moral, las psicosis y neurosis privan al espíritu del hombre de su equilibrio y su integridad natural; por consiguiente, el mal es propiamente simbolizado en una figura personal deformada, casi bestial o nada humana; por consiguiente, el rostro de Satanás puede revelar algo de la bestia, de sí mismo o del ángel. Por debajo de una u otra de estas posibles manifestaciones hay una experiencia humana correlativa y genuina del mal.
3.
EL DIABLO COMO ANGEL DISFUNCIONANTE
La Iglesia pone en guardia contra las exageraciones y las distorsiones de la fe
en el diablo, en los diablos y en los ángeles. No contempla al diablo según un
dualismo absoluto, como si se tratase de un antagonista independiente de Dios.
Su condición es la de una criatura finita, de un ángel imperfecto y
disfuncionante. La influencia diabólica no se limita al campo de lo extraño y
lo curioso, sino que se ejerce en una medida igualmente grande en el de lo
"respetable", lo "razonable" y lo "inteligente"1.
Sin embargo, no es posible tener la certeza de que en un caso particular se
trata de un influjo de este estilo; a lo sumo, se puede tratar de una
posibilidad.
IV. La fenomenología de lo demoníaco
1.
EL FENÓMENO PREBÍBLICO Y POSBÍBLICO
- La Biblia no ha "inventado" la noción de espíritus benévolos y
malignos. La Iglesia, al hablar de los ángeles, de los demonios y del diablo,
representa la interpretación desde la fe de la experiencia natural de una
variedad de principados y de potestades sobrenaturales. Los datos de la historia
comparada de las religiones muestran que esta experiencia natural no se
restringe a la tradición judeocristiana. La enseñanza de la Escritura y de la
revelación sobre este punto parece basarse más bien en el supuesto natural de
la experiencia humana, que la Escritura incorpora y corrige críticamente en el
marco de la doctrina de la liberación del hombre de todos los "principados
y potestades", llevada a cabo por Cristo.
2.
INTERPRETACIONES DIVERSAS DEL FENÓMENO
El reciente redescubrimiento del mundo de los espíritus por el mundo secular ha
forzado a los teólogos a salir de su silencio posconciliar sobre esta materia.
La manía del ocultismo, los progresos de la parapsicología, las discusiones a
propósito de una forma de vida inteligente existente en otros planetas, las
experiencias psíquicas de la cultura de la droga, la reviviscencia de la
astrología, la fascinación de las religiones, de la meditación y del
misticismo oriental han revitalizado la cuestión de los espíritus, de los
ángeles y de los diablos.
La gente puede pensar en muchas cosas cuando dice "Satanás"; cosas dispares y opuestas entre sí. Se piense lo que se quiera sobre la posibilidad de la posesión diabólica, la afirmación de la madre de la víctima en El exorcista es memorable: No creo en Dios, pero creo en Satanás. Induce a pensar que para muchos es más fácil creer en Satanás que en Dios.
Para la tradición judeocristiana, Dios es el Señor de la historia, pero la historia es tal que, para quienes no tienen fe ni esperanza, el "Dios" que ella revela puede ser Satanás. En lugar de ser historia de la salvación, es para ellos historia de condenación. Las guerras, las enfermedades, las carestías, los cataclismos y la muerte les revelan una deidad cruel y satánica y les convencen de que no existe ningún Dios. Bajo este aspecto, Satanás puede ser su "Dios", el absurdo último y absoluto, que se esconde tras el universo.
Para los que desesperan de encontrar un sentido, un amor y una bondad últimos en lo que se presenta como una existencia repleta de pesadillas y absurda, Satanás es el amo lógico de este mundo. En este caso el mal puede aparecer no sólo como la falta de algo, sino como un agente efectivo, como un ser vivo y espiritual, pervertido y pervertidor, como una realidad terrorífica y misteriosa, contraria a todo lo que se ha encarnado y revelado en el Logos de la creación, en Cristo Jesús.
Para otros, Satanás puede ser una deidad con la que se pueden hacer buenos negocios sobre la base de mi-alma-por-algo-mejor. Existe también el Satanás "compañero de juego" para el que va en busca de lo sensacional, criaturas aburridas en una cultura de la diversión. Ninguno de estos "Satanás" corresponde a la realidad afirmada en la tradición de la Iglesia y de la Escritura.
3.
INTERPRETACIONES DIVERSAS POR PARTE DE Los CRISTIANOS
Aunque la Iglesia ha expresado su fe en la existencia del diablo, de los diablos
y de los ángeles, los biblistas no han resuelto todavía plenamente el problema
de lo que quieren decir todos los textos bíblicos que mencionan a esos seres.
Ni tampoco los teólogos han conseguido algo que pueda llamarse un consenso a
propósito de las dimensiones poliédricas de lo satánico y lo demoníaco.
Por ejemplo, el libro El diablo: su existencia corno problema, de H. Haag, es un desafío a las creencias tradicionales en la existencia del diablo y de los demonios. Haag admite que su postura contrasta con la del magisterio, pero estima que, al fin, será universalmente aceptada. Haag sostiene que para Jesús y para sus contemporáneos no existe conexión alguna entre Satanás y los demonios de la enfermedad; por consiguiente, que Jesús expulse los demonios de la enfermedad no implica ningún enfrentamiento entre él y el poder de Satanás.
En cambio, Josef Schmid, en su comentario a la expulsión de los demonios de la enfermedad por parte de Cristo, afirma que el contexto básico para entenderla de modo justo es la lucha entre Satanás y el reino de Dios. Los demonios no son solamente una multitud de espíritus siniestros que operan el mal en el mundo, sino que en la enseñanza de esús representan un reino compacto, cuya cabeza es Satanás (Mc 3,23: Lc 10,17-20; 13.11-17).
S. V. McCasland, en su libro By the Finger of God (MacMillan, Nueva York 1951), afirma que la diferencia entre la concepción antigua de la posesión demoníaca y la concepción moderna de la enfermedad mental es en gran parte sólo una diferencia de terminología. Aunque hoy a la posesión diabólica se la llama neurosis o psicosis, la curación sigue siendo la misma: sugestión. El endemoniado de la región de Gerasa es lo que la psicología llama un maníaco depresivo. En casos semejantes, según McCasland, la sugestión procura un alivio temporal, pero trata más bien los síntomas que la causa.
Adolf Redewyk, SJ, polemiza contra quienes estiman que los exorcismos de Jesús son simplemente una adaptación a las creencias comunes del tiempo y no realmente expulsiones de espíritus malos, y sostiene que existe una gran diferencia entre el hecho de haberse Cristo adaptado a una concepción errónea en el campo de las ciencias naturales y entre el de haberlo hecho en el campo religioso. Jesús no consideró tarea suya instruir a los hombres sobre temas puramente naturales de las ciencias de la naturaleza... El vino a amaestrarlos en el campo de la religión. Vino a destruir las obras del diablo. Satanás ha tenido éxito porque ha trabajado verdaderamente de manera subterránea y fraudulenta... Sobre este punto, afirma Rodewyk, Cristo no podía dejar a los hombres en la confusión y la ignorancia. Era oportuno que hablase y obrase de manera clara.
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(1) Elites intelectuales "respetables" han orquestado ideologías que han reducido a esclavitud a millares de personas en los campos de concentración; han favorecido el terrorismo para conseguir sus propios fines.