Edith Stein

ejemplo de libertad espiritual - 2

Licinia Faresin
[Traducción de Eloy José Santos]

3 - Escritos del período fenomenológico
4 - De la centralidad del yo-consciencia a la centralidad de Dios | 5 - "Ser finito y Ser eterno"

3 - Escritos del período fenomenológico

La Universitad de Breslau, ciudad natal de Edith Stein, donde inició sus estudios universitarios

Edith trabajó en su tesis de licenciatura sobre el "Problema de la empatía", concentrándose sobre este tema. Con el término "empatía" se traduce el alemán "Einfuhlung", y la misma Edith lo explica así: "Es una experiencia sui generis, la experiencia del estado de consciencia de los otros en general... la experiencia que un yo en general tiene de otro yo similar a éste".

Respecto a otro pensador que se ha ocupado del mismo problema, Theodor Lipps, que sostiene que, entre el yo original y el yo aferrado en la empatía, puede presentarse una perfecta coincidencia, Edith mantiene una posición diferente. Sostiene efectivamente que una empatía perfecta en este sentido es imposible. Si se puede producir una cierta participación en el estado de ánimo del otro, esto no significa que se pueda aferrar perfectamente su situación, sus impulsos y sus motivaciones.

Si el otro, con quien el sujeto realiza un contacto, es persona espiritual, comprenderlo significa para Edith penetrar en ese mundo de valores que constituye el fundamento más íntimo de su ser. Por eso puede bastar un solo gesto, un solo movimiento o una sola palabra, porque todo está caracterizado por la personalidad.

En su ensayo Causalidad psíquica, Edith Stein, que aprendió de su maestro Husserl la fenomenología como ciencia de la consciencia, sostiene la autonomía, y por ende el carácter personal de la fuerza vital espiritual de cada uno. Ésa es la causa por la que no todos se abren a determinados valores con el mismo ímpetu y la misma capacidad receptiva.

Existen también fenómenos únicos, como son los del santo y el místico. Este ensayo se remonta a la época de su conversión, y en él Edith, basándose en su propia experiencia, escribe una célebre página sobre el "estado de reposo en Dios", que regenera profundamente a la persona.

En dicha página se siente vibrar el acento de quien, percibiendo interiormente una presencia misteriosa, la actividad que procede de la fuerza superior de Dios, se abandona libremente a un sentimiento de íntima seguridad y experimenta un nuevo sentimiento de libertad, una fuerza, un renacimiento. Edith alcanza de este modo la unidad de vida entre el camino intelectual y el camino religioso:

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumó totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."

Edith Stein (arriba) en 1916, cuando leyó la tesis de filosofia sobre el "Problema de la Empatia"

4 - De la centralidad del yo-consciencia a la centralidad de Dios

Estudiando la filosofía de Santo Tomás de Aquino, Edith Stein realizó una comparación con la teoría fenomenológica de Husserl. Este estudio la llevó a desarrollar su pensamiento desde perspectivas e implicaciones de un carácter cada vez más religioso.

Descubrirá poco a poco que también para Santo Tomás el verdadero fundamento del conocimiento es el encuentro con la realidad creada, es decir, con el mundo de las cosas. Desde este fundamento, la inteligencia humana se eleva para comprender la necesidad del Dios creador, y el corazón se abre a la recepción de su misterio, que es el amor infinito.

En su camino apasionado de búsqueda de la Verdad, ya no le bastaba la teoría de la esencia de las cosas, por la cual Husserl ponía el ser de las cosas mismas como "entre paréntesis". Según Edith Stein, el ser es anterior al espíritu que se sitúa ante él. De Husserl no admitía la doctrina que propone una trascendencia sin Dios. Y tampoco estaba de acuerdo con Heidegger, que ponía todo el peso en la existencia, como si ésta pudiera "explicarse a sí misma" y construir un sistema de certezas, anulando de hecho la trascendencia.

Buscó entonces, y halló, la claridad para su construcción filosófica; situar en el punto de partida el ser que contiene la esencia en sí mismo, pero también el existir concreto.

5 - "Ser finito y Ser eterno"

Edith realizó este proyecto de síntesis en su obra máxima que, iniciada antes de entrar en el Carmelo de Colonia, completó después de su primera profesión religiosa, por obediencia a sus superiores. Se titula Ser finito y Ser eterno. Es una obra en la que se armonizan los problemas de la filosofía y los problemas de la teología.

Edith Stein en 1925, cuando enseñaba en el Instituto de las Domenicas de Spira

En la paz contemplativa de su celda de carmelita, Edith experimenta personalmente lo que puede significar asir a Dios en la fe, sin verlo ni poseerlo, en la medida en que ya hemos sido asidos por la gracia. Esta profunda "oscuridad de la fe" la lleva a intuir, más allá de los sentidos y de la razón, la claridad de Dios hacia la cual se ha encaminado.

Es la experiencia de la noche, de la que trata el doctor místico San Juan de la Cruz. "Pero puesto que el camino en las tinieblas se nos hace difícil, cualquier rayo de luz que descienda en la noche, como primer mensajero de la claridad futura, constituye una ayuda inestimable para no extraviarse. Y también la pequeña luz de la razón natural puede realizar servicios apreciables."

Aclarada la función de la filosofía, Edith Stein se interroga sobre el ser del yo, esto es, el ser finito, en relación con el Ser eterno:

"¿De dónde viene este ser que la persona experimenta como recibido? Mi ser, en lo que se refiere al modo en que lo encuentro ya dado y por cómo me hallo en él a mi mísmo, es un ser inconsistente. ¡Yo no soy por mí mismo! Por mí mismo no soy nada, cada instante me encuentro de frente a la nada y tengo que recibir como don, instante tras instante, de nuevo el ser. Y sin embargo este ser inconsistente es ser, y yo en cada instante estoy en contacto con la plenitud del ser.

El devenir y el pasar revelan la idea del ser verdadero, eternamente inmutable. [...] En este ser mío mutable percibo algo duradero. [...] Es la dulce y feliz seguridad del niño sostenido por un brazo robusto, seguridad que, considerada objetivamente no es menos razonable. ¿O sería razonable el niño que viviera en el temor continuo que la madre lo dejara caer?...

Dios, por boca de los profetas, me dice que me es más fiel que mi padre y que mi madre, que él es el mismo amor. Entonces reconozco lo razonable de mi confianza en el brazo que me sostiene, y la estupidez de mi temor de caer al vacío, a menos que yo mismo no me suelte del brazo que me sostiene."

Al tratar la imagen de la Trinidad en la creación, hacia el final de esta obra, Edith, ya carmelita profesa, habla del alma en la cual el yo personal se encuentra en su propia casa, como de un espacio en el centro de esa totalidad que se compone del cuerpo, la psique y el espíritu.

"El alma como ‘castillo interior’, como la ha denominado nuestra Santa Teresa de Ávila, no es puntiforme como el yo puro, sino que es un espacio, un castillo con muchas habitaciones, donde el yo se puede mover libremente, bien yendo hacia el exterior, bien retirándose cada vez más hacia el interior. [...] El alma no puede vivir sin recibir. Se nutre de los contenidos que acoge espiritualmente, viviéndolos."


1 - Quién es Edith Stein * 2 - Itinerario filosófico y religioso
3 - Escritos del período fenomenológico * 4 - De la centralidad del yo-consciencia a la centralidad de Dios * 5 - "Ser finito y Ser eterno"
6 - La vocación de la Mujer * 7 - Doctrina y experiencia mística * 8 - Un mensaje de libertad y resurrección