Fundamentos Antropológicos de la Sexualidad Humana
Lic. Carlos Eduardo Beltramo Alvarez
B
1. Atracción
Hemos visto que cuando consideramos el DINAMISMO BIOLÓGICO descubrimos los VALORES CORPORALES. De la relación de una persona con estos valores de otra persona la emoción que surge es lo que comúnmente llamamos ATRACCIÓN.
Cuando
se presenta a una persona bella se dice de ella que es atractiva, pero para
notar la profunda materialidad de este valor sólo basta recordar que «atractivos»
también pueden ser una manzana, un auto, una obra de arte y así infinidad de
«cosas».
La
palabra atracción es una traspolación desde el mundo de la física. Por
magnetismo un cuerpo atrae a otro (el caso del imán que atrae a los hierros es
el más patente). De aquí podemos sacar una interesante conclusión: un imán
no atrae «cuando quiere», lo hace siempre, solamente necesita que lo atraído
tenga unas características muy precisas para caer en su influjo. Del mismo modo
el hierro tampoco opta por ser atraído: tiene las características, «pasa
cerca» y es atraído sin remedio.
En el
caso del hombre la emoción de atracción que una persona ejerce sobre otra,
especialmente en el campo sexual, depende de la materialidad (en nuestro caso
corporalidad) y de «la cercanía» (de cualquier tipo). Al igual que en la física,
la atracción es una fuerza muy grande que «llama» a unirse a dos personas, o
para ser precisos, a dos «cuerpos». La motivación de esta reacción es el yo,
no el otro: el otro es un medio para satisfacer al yo (aunque esta actitud no
sea consciente).
Así
las características de la atracción son:
·
Fuerza original primaria. Es lo primero
que surge cuando nos enfrentamos a otro de sexo complementario que nos gusta.
Por provenir del nivel corpóreo puede tener una intensidad variable.
·
Poca persistencia en el tiempo. Por su
relación con condiciones materiales no puede durar más allá del impacto físico:
la ausencia prolongada del otro, la pérdida de alguna de las cualidades que
motivaron la atracción, la aparición de otro que atrae más e incluso el «aburrimiento»,
son desencadenantes de la pérdida de la atracción.
·
Ninguna capacidad de consolidación de vínculos estables.
Así como un hierro pasa a otro imán si su fuerza atractiva es más fuerte, una
persona «atada» a otra por la atracción cambia cada vez que percibe a alguien
más atractivo que el que «tiene» en ese momento.
·
Ninguna racionalidad. Impera el impacto
hormonal.
Como
el hombre no se agota en su cuerpo, la atracción librada a sí misma es una
reacción superficial. Puede ser suficiente en el animal, que con la simple
atracción del «celo» asegura la descendencia. Pero no se puede aplicar al
hombre por la simple razón de que la persona humana tiene voluntad y piensa, o
sea, es libre.
Surge
entonces la pregunta acerca de si esta atracción es mala, y si lo es, qué hace
en nosotros. La respuesta es clara: no es mala e incluso es necesaria, pero para
una función y en una medida muy precisas. La atracción es el primer chispazo
que hace que dos personas se acerquen. Entenderlo así muestra la unidad de la
persona en la que el cuerpo jamás está excluido. Pero si allí se estanca la
relación pierde toda su fuerza. Esta emoción no nos acerca al conocimiento del
otro ya que se secciona el conocimiento: el cuerpo es sólo la «parte» más
externa de la persona, no su mismidad.
Resumiendo: la atracción es, por lo general, el primer paso en el camino de la integración de dos personas y está llamada a superarse a sí misma. Es el primer escalón del verdadero amor siempre y cuando apunte y avance hacia los valores de la persona.
B
2.- Enamoramiento
"Si
sólo se tienen en cuenta las características corporales o las cualidades psíquicas,
no hay actitud amorosa, sino enamorada."
De la
relación del DINAMISMO PSICOLÓGICO con los VALORES DE COMPLEMENTARIEDAD surge
el ENAMORAMIENTO.
Este
es el segundo momento en el proceso de acercamiento en el amor entre dos
personas.
Ya no depende simplemente de la cercanía física de una persona atrayente por
sus valores corporales: lo que se capta es el mundo de la afectividad.
Estamos
considerando el terreno de los sentimientos, las emociones, la afectividad.
Cuando alguien experimenta un sentimiento profundo de satisfacción al estar con
otra persona, soñando que él o ella "lo harán el ser más feliz del
mundo"… solemos decir que está enamorado.
Debemos
considerar las características de esta emoción:
¨ Está centrada en el «yo». El juicio acerca del otro parte de este egocentrismo: "Qué bien me siento contigo".
¨ Es fuerte por su carga afectiva. Cierta vez una alumna la definió como el "estado de idiotez total en el que una se siente en la nebulosa de Andrómeda".
¨
Es inestable y variable como los propios estados de ánimo.
"Hoy no quiero verla, ¿será que no la quiero?" "En este momento
Roberto me hace sentir contenta, ¿será que ya no quiero a Juan?"
¨
No se centra en el valor de la persona, por
lo tanto le da igual cualquiera de sexo distinto, a condición de que cubra las
expectativas y necesidades.
Como
nota aparte pero muy importante debemos destacar que muchas veces, especialmente
durante la adolescencia, se suele confundir entre el estar enamorado "de
alguien" y estar enamorado "de la sensación", lo que se conoce
comúnmente "estar enamorado del amor". El estado es tan intenso y
frecuente que a veces resulta sumamente difícil establecer la diferencia.
Con
el enamoramiento lo que se busca es "algo que tiene la otra persona" y
no necesariamente a esa otra persona. Pensar que el enamoramiento es amar
verdaderamente es como si basáramos nuestra amistad con alguien en su profesión
de arquitecto (por ejemplo): el día que se equivoque en un plano dejará de
tener valor para nosotros.
Podemos
llevarnos así con la gente, pero no podemos decir que eso sea amistad (y mucho
menos amor). Del mismo modo podemos estar con alguien del otro sexo porque nos
hace sentir bien pero "todavía" eso no es amor (por más que tenga a
los chicos "colgados de una nube").
Como
el enamoramiento confunde a la persona con lo que ella hace o lo que «hace
sentir», se vuelve exigente: si no hay total satisfacción se acaba la sensación
y se pone en peligro el sentimiento. Por tanto hay que exigir «calidad total»
en las sensaciones o atenerse a las consecuencias.
Pero
también se puede volver miedoso: como uno mismo exige del otro «perfección
sin el más mínimo defecto», sufre constantemente miedo de ser abandonado,
porque todos tenemos defectos y todos tenemos días buenos y días malos.
Pero
el enamoramiento es un paso importante en esta maduración. Momento mágico de
conocimiento que toda pareja recuerda con alegría, o al menos eso es lo más
recomendable.
Así
como la atracción, el enamoramiento debe estar abierto a trascenderse así
mismo. Debe propiciar una cercanía con la suficiente libertad y madurez para
que las partes de la pareja puedan cultivar a través del conocimiento mutuo, el
verdadero amor que les permita entregarse al otro sin reserva. Por eso el
verdadero y auténtico amor no reemplaza la función de esta etapa (vale decir,
no hace "innecesario" el enamoramiento), sino que la contextualiza: de
algún modo la mayoría de los vínculos de pareja en base al amor dependieron
de un pasaje por el enamoramiento y una proyección hacia un amor profundo de
donación.
Y en
este contexto vale una aclaración que se deriva de esta breve descripción:
Un
ADOLESCENTE en pleno ENAMORAMIENTO no está todavía capacitado para asumir una
relación sexual. De acuerdo al proceso por el que atraviesa difícilmente lo
que perciba frente a la persona de sexo diferente sea otra cosa que
enamoramiento y el enamoramiento nunca puede sustentar una entrega tan
importante, como vimos.
Por ello es importante diferenciar las cosas: enamoramiento no es amor. Es lo mismo que decir que el amor no es un sentimiento, es una opción (opción que no deja de lado los sentimientos).
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3. Amor
Quien
llega al amor es que ha descubierto en el otro un valor tan importante en sí
mismo que busca siempre el bien de ese «otro». Supera (y asume en el caso de
la vida de pareja) tanto la atracción física como el enamoramiento
sentimiental.
Por
eso el AMOR es del DINAMISMO ESPIRITUAL y apunta directamente el VALOR PERSONAL.
El amor es un movimiento positivo de toda la persona que apunta a descubrir la totalidad del otro y buscar su bienestar, su felicidad y la posibilidad de formar entre ambos un vínculo, una relación muy profunda. Se sirve de la atracción y del enamoramiento pero los supera.
De
hecho les da sentido porque lo más importante de la persona es «lo que es» no
la belleza de su cuerpo o lo intenso de sus sentimientos.
No se
ama a alguien porque es bello o hace sentir bien. Digamos que es todo lo
contrario: la gente es auténticamente bella y hace sentir de verdad bien a
otros si realmente ama. Por eso atracción y enamoramiento son partes del amor
porque son caminos para llegar a lo más íntimo de la persona, a lo más real.
Esta
es una de las paradojas del amor: se desinteresa del placer y del encanto y los
asume haciéndolos permanentes. Tanto atracción como enamoramiento dependen del
amor, de lo contrario pierden su sentido.
El
amor es paciente, sacrificado y nunca víctima (si alguna vez alguien se siente
víctima por «amor» no debe dudarlo: no es amado). Es firme en la verdad y por
eso dura. El amor nunca lastima, por el contrario, venda las heridas. Es perdón
y es construir un presente mejor.
El verdadero amor no es búsqueda de mí placer. No es «dulzón» y cómodo
todo el tiempo. Tampoco es un martirio siempre incómodo. Es comprometido y
exigente. Sabe construir comunidad, dejando de lado los detalles tontos y
concentrándose en lo más importante. Por eso el amor no habla de un tú y un
yo, habla siempre de un nosotros.
Muchas
veces me han preguntado: "¿Cómo sabemos si estamos enamorados?"
"¿Cómo es el verdadero amor?"
Esto
solamente lo puede saber cada uno en su propia experiencia. Lo que podemos decir
es que tanto atracción como enamoramiento son pasos, son señales en el camino,
pero no el final de este.
Cuando después de que las hormonas se calman y dejan de sonar los violines mágicos sigas sabiendo con quién estás. Cuando le descubras los defectos y las virtudes y puedas construir una imagen realista de él o de ella. Cuando sepas que quieres su bien más allá de lo que tenga para darte. Cuando puedas imaginarte junto a él en el momento más feliz de la vida familiar y también en el más duro o triste. Cuando puedas pronunciar en todo momento la palabra "nosotros", sin egoísmo, sin dudas ni titubeos. Entonces probablemente estés muy cerca del amor. Pero como dije antes, sólo uno mismo, en su experiencia, podrá descubrirlo.
C.-
Producto en el hombre de las emociones en relación con los valores (Reacciones)
Esta
última etapa del esquema nos pone en contacto con aquellas reacciones que se
producen cuando se busca cultivar cada una de las emociones.
Así
completamos los esquemas que nos han venido iluminando en la tarea
La:
Da lugar a la reacción:
Atracción
Placer
Enamoramiento Encanto
Amor Felicidad
C
1. Placer
Alguien
dijo alguna vez que el placer es la gota de aceite que Dios o la Naturaleza
pusieron para hacer que la «maquinaria» de relación profunda entre dos
personas y de procreación funcionara adecuadamente. Esto es cierto. Pero dijo
gota, no barril.
En
nuestro caso particular tomamos el término placer como clásicamente se lo ha
considerado: emoción intensa relativa a los sentidos.
En
realidad no es fácil definir el placer de una manera tajante ya que como todas
las experiencias vitales, no es posible encasillarla en términos (lo
existencial no es definible). De todos modos no es difícil mostrar a qué nos
referimos.
En último
término, como el placer depende tanto el cuerpo y el cuerpo es algo limitado y
cambiante, el placer es pasajero, de un instante, a lo mejor de horas, pero difícilmente
de más. Podemos traerlo a la memoria y sabremos que un día sentimos placer en
alguna cosa, pero no lo volvemos a sentir igual.
Por otro lado el placer satura y finalmente aburre (las cosas, aunque parezca que nos van a divertir siempre, pueden llegar a aburrirnos). Por tanto para mantenerse exige más intensidad del estímulo que lo produjo, nuevas sensaciones. Esto tiene su peligro pues genera descontrol en las personas que sólo buscan el placer más refinado o más intenso.
En lugar de ayudar a ser más dueños de nosotros mismos, nos empuja caprichosamente por cualquier camino y finalmente nos quita la libertad: no mandamos nosotros, manda él.
Esto
no es aceptable porque no hemos nacido para el placer.
Dicen los especialistas: "Si el placer es buscado como satisfacción de las
necesidades del individuo, el acto sexual pierde su valor esencialmente
humano".
Sin embargo el placer allí está, es parte del hombre y la mujer y de todas sus relaciones, por lo que no puede ser malo. La insistencia del anterior desarrollo fue para mostrar las características del placer fuera del contexto de la persona, de modo que nos demos cuenta que no estamos llamados únicamente al placer, sino a la verdadera felicidad, fruto del amor.
"El
amor otorga un sentido a la sexualidad, no así el placer".
Pretender llegar a la felicidad partiendo del placer sexual y esperando profundizar la relación es una ilusión que hoy nos vende la televisión y los medios, en los que se ven parejas que lo primero que hacen al conocerse es tratar de experimentar placer y luego comienzan el conocimiento o incluso plantean una presunta felicidad basada en el placer. Ante esto sólo recordemos que ellos actúan al compás de un libreto; la vida diaria es distinta, más intensa, más profunda.
C
2. Encanto
El
encanto es un estado en el que requerimientos y necesidades psicológicas son
satisfechas por lo que cada persona tiene sensaciones intensas que incluso
llegan a nublar la visión realista frente al otro.
Por
eso la palabra encanto suena a magia, a intenso y casi irreal. Es que en el
fondo es un estado que surge y no necesariamente se construye. Pero como todo
encanto llega un momento que se rompe. En este caso con el contacto con la
realidad buena y «no tan buena» del enamorado.
Finalmente
hay que decir que este estado suele ser tan intenso que, a una con el placer,
confunden, llevando a decir que el amor es un sentimiento que «te toca». Pero
pensemos un segundo: si la felicidad, y especialmente la de la vida de pareja,
dependiera únicamente de que «nos toque» el príncipe azul perfecto o la
mujer sin defectos, que haga perdurar el sentimiento por siempre, incluso a
pesar de nuestros cambios y variaciones, entonces el azar podría jugar
caprichosamente con nosotros y esto nos estaría privando de la fuente del amor,
esto es, la libertad.
Por lo tanto este estado de encantamiento, muy propio de la adolescencia, no debe ser pauta de la relación de dos personas y no debe nunca precipitar una unión, sino que debe esperar pacientemente que se dé ese progresivo y gratificante conocimiento del otro que conduce al amor verdadero y por lo tanto la felicidad. Esta felicidad es la que viven las parejas ya grandes que han logrado que ese encanto dure siempre y el placer sea cada vez de mayor «claridad».
C
3. Felicidad
Cuando
se ama «yo» soy tan importante para el otro y el «otro» para mí de modo que
juntos logramos construir un «nosotros» en el que somos únicos y no
intercambiables. Esta es la verdadera felicidad: al tener el propio lugar y ser
alguien especial para otro independientemente de lo que tenga para dar o lo bien
que lo haga pasar.
El
amor otorga sentido a todo, y también, muy especialmente, a la sexualidad. Por
eso felicidad me hace sentir comprendido y comprender al otro. Y esta felicidad
se constituye no sin esfuerzo y dedicación, porque lo que vale en la vida,
cuesta; y esta felicidad es lo que más vale para el hombre, lo que más anhela.
Es poder tener un hogar en el que se sea valorado profundamente por lo que se
es, con defectos y virtudes.
Tal
como dice una canción moderna: "Estoy enamorado, y tu amor me hace
grande". El amor siempre hace crecer verdaderamente a la otra persona.
"Creo
que también se puede decir que en la medida en que la persona pueda alcanzar
los niveles superiores del amor, el placer aumenta. Quien ama experimenta un
placer tres veces mayor ya que tiene el de la atracción sexual, el placer del
encanto del enamoramiento y el placer de la felicidad del amor".
Incluso este especialista, el Dr. Segú, llega a decir: "En lo educativo si se escamotea el amor, dejamos atrás no solamente un elemento de nuestra dimensión sexual, sino también una fuente inagotable de felicidad".
Cortesía
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