25 HOMILÍAS PARA LA FIESTA DE
SAN JUAN BAUTISTA
(12-22)

 

12. 2002. COMENTARIO 1

ALBRICIAS POR EL NACIMIENTO DE UN NIÑO NO ESPERADO

«A Isabel se le cumplió el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes se enteraron de lo generoso que había sido el Señor con ella y compartían su alegría» (1,57-58). A pesar de lo lacónico de la noticia, ésta se esparció todo alrede­dor por el círculo familiar y el vecindario. Hasta ese momento no se habían enterado de que Dios ya había librado a Isabel de su «vergüenza», de la esterilidad de la religión judía, «ante los hombres». María, en cambio, se había enterado por los canales del Espíritu. El nacimiento del fruto de su vientre llenará a «muchos» de alegría (cf. 1,14), como en el caso del nacimiento de Isaac (Gn 25,5-7). Ambos hijos fueron concebidos en la «ve­jez».

FRACASA EL INTENTO DE ENCUADRAR A JUAN EN LA TRADICION PATRIA

«A los ocho días fueron a circuncidar al niño y empezaron a llamarlo Zacarías, por el nombre de su padre» (1,59). Con el rito de la circuncisión, el hijo varón llevará en su cuerpo la señal indeleble de la alianza establecida por Dios con su pueblo (Gn 17,10-13). Según la tradición patria, el primogénito debía llevar el nombre de su padre, como heredero de la tradición de que éste es portador. Por eso se dice que «empezaron a llamarlo Zacarías». Pero los planes de Dios no coinciden con los de su pueblo.

«Pero la madre intervino diciendo: "¡No!, se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tu parentela se llama así." Y por señas le preguntaban al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Su nombre es Juan", y todos quedaron sorprendidos. En el acto se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios» (1,60-64).

Se ha consumado la ruptura que había profetizado el ángel (1,13). La «sordomudez» (le preguntaban «por señas», escribió «en una tablilla») de Zacarías cesa en el preciso instante en que se cumple la promesa. Dar nombre equivale a reconocer de hecho que el proyecto de Dios sobre Juan se ha hecho realidad. El «castigo» de Zacarías no era un castigo físico. Fue consecuen­cia de su incredulidad y oposición al proyecto de Dios. Ahora ya puede hablar, pues está en sintonía con el plan de Dios. La bendición aquí enunciada se explicitará en el cántico que vere­mos a continuación.

«Toda la vecindad quedó sobrecogida de temor; corrió la noticia de estos hechos por la entera sierra de Judea, y todos los que lo oían los conservaban en la memoria, preguntándose:

"¿Qué irá a ser este niño?" Porque la fuerza del Señor lo acom­pañaba» (1,65-66). A pesar de su vecindad, nadie comprende lo que está ocurriendo. Pero tampoco se cierran a cal y canto a lo que será de él, como fue el caso de Zacarías. Simplemente, como no lo entienden, pero no lo rechazan de plano, guardan en su memoria (lit. «ponían en su corazón») la pregunta sobre cuál va a ser la misión que llevará a cabo en Israel, misión realmente extraordinaria, pues tienen conciencia de que «la mano/fuerza del Señor está con él», igual que se ha predicado de María (1,28).

Tenemos una capacidad inmensa para almacenar en la memo­ria las experiencias que nos sacan de quicio, pero que borramos al instante queriendo encontrar soluciones sin movernos de nues­tros parámetros religiosos. Guardándolas en la memoria, y por acumulación de experiencias sin respuesta, podremos un día darnos cuenta de que nuestras preguntas son fruto muchas veces de planteamientos equivocados, que nunca hemos cuestionado por miedo a perder nuestras propias seguridades.


13. COMENTARIO 2

Los padres siempre tienden a ver a los hijos como una prolongación de sí mismos. Les quieren dar por eso lo que ellos nunca tuvieron. Les quieren ver realizando los sueños a los que ellos tuvieron que renunciar. Les quieren ver haciendo las cosas que ellos nunca pudieron hacer.

Pero la realidad nunca suele ser así. Lo cierto es que la vida obliga a los hijos a tomar diferentes caminos. La vida les obliga a ser ellos mismos. Los vecinos se hacían la pregunta justa: “¿Qué va a ser este niño?”. No era fruto de la discusión en torno al nombre que se le iba a imponer al niño o del hecho de que su padre recuperase la palabra. Era y es la pregunta que todos nos hacemos ante un recién nacido. ¿Qué mundo le tocará? ¿Qué profesión tendrá? ¿Será feliz? Un niño recién nacido es siempre un libro abierto y en blanco. Todo está por hacer. Todas las páginas están por llenar. Cada niño que nace tiene siempre algo de profecía, de ruptura con el pasado y comienzo de algo nuevo. Es siempre un misterio.

A los padres les gustaría llevar al hijo por sus propios caminos, enseñarle, orientarle, que sea feliz. Pero el hijo tendrá que hacer sus propios caminos, tomar sus decisiones. Y también, por qué no, asumir sus propios errores. En esta fiesta celebramos el nacimiento de Juan Bautista. Su futuro será sorprendente: anunciar la presencia de Jesús, el Salvador, y preparar sus caminos. Nunca los padres imaginaron así el futuro de su hijo.

1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)


14. 2003

Is 49, 1-6: El me guardó bajo su manto
Sal 138, 1-3.13-14ab.14c-15
Hch 13, 22-26 :Fragmento sobre Juan en el discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia
Lc 1, 57-66.80 :El poder de Dios estaba con él.

Los padres siempre tienden a ver a los hijos como una prolongación de sí mismos. Les quieren dar por eso lo que ellos nunca tuvieron. Les quieren ver realizando los sueños a los que ellos tuvieron que renunciar. Les quieren ver haciendo las cosas que ellos nunca pudieron hacer.

Pero la realidad nunca suele ser así. Lo cierto es que la vida obliga a los hijos a tomar diferentes caminos. La vida les obliga a ser ellos mismos. Los vecinos se hacían la pregunta justa: “¿Qué va a ser este niño?”. No era fruto de la discusión en torno al nombre que se le iba a imponer al niño o del hecho de que su padre recuperase la palabra. Era y es la pregunta que todos nos hacemos ante un recién nacido. ¿Qué mundo le tocará? ¿Qué profesión tendrá? ¿Será feliz? Un niño recién nacido es siempre un libro abierto y en blanco. Todo está por hacer. Todas las páginas están por llenar. Cada niño que nace tiene siempre algo de profecía, de ruptura con el pasado y comienzo de algo nuevo. Es siempre un misterio.

A los padres les gustaría llevar al hijo por sus propios caminos, enseñarle, orientarle, que sea feliz. Pero el hijo tendrá que hacer sus propios caminos, tomar sus decisiones. Y también, por qué no, asumir sus propios errores. En esta fiesta celebramos el nacimiento de Juan Bautista. Su futuro será sorprendente: anunciar la presencia de Jesús, el Salvador, y preparar sus caminos. Nunca los padres imaginaron así el futuro de su hijo.

SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO


15. EL AMIGO DEL ESPOSO

"Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan, para dar testimonio de la luz y preparar un pueblo bien dispuesto para el Señor" Juan 1,6.

1. El aire de Jerusalén y el de toda Judea estaba encendido de esperanza. Herodes envejecía aislado en su palacio de Jericó que su mano ensangrentada había dejado vacío. Las almas se agitaban inquietas, y en todas partes se esperaba el cumplimiento de las profecías. De repente, en el templo resuena la voz de un ángel. El sacerdote Zacarías, de la familía de Abías, vivía en en Yuttah, una villa sacerdotal cerca de Hebrón, en las montañas de Judea, con su esposa Isabel, los dos ya mayores, que han pasado la vida soñando un hijo. Pero Isabel era estéril y ahora, ya infértil. Al sacerdote Zacarías le tocó el turno de oficiar en el templo. Al acercarse a quemar el incienso ante el altar del Señor, que brillaba de oro, y ardía de lámparas, permaneció con el incienso en las manos, hasta que sonó una trompeta. Cuando sonó, vació el incienso de la caja de oro y le detuvo una aparición misteriosa.

2. El pueblo que esperaba, vio a Zacarías con el rostro demudado. Había oído al ángel que le decía: "Tranquilízate, Zacarías, que tu oración ha sido escuchada; tu mujer, Isabel, te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Será grande a los ojos del Señor, y se llenará de Espíritu Santo ya en el seno de su madre". Era una noticia demasiado grande y demasiado hermosa y venturosa: "¿Cómo conoceré esto?". El ángel se descubrió: "Yo soy Gabriel, uno de los espíritus que asisten delante de Dios. Pues, mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto se cumpla” (Lc 1,13). Y Zacarías quedó mudo por su falta de fe: "por no haber creido estas palabras, que se cumplirán a su tiempo". El no creer no impide la realización del mensaje, pero el que no cree, se queda sin el gozo de la promesa creída y esperada.

3. Isabel dió a luz a un niño, que fue circuncidado con e1 nombre de Juan, que significa "Yave se ha compadecido". Zacarías volvió a hablar, y bendijo a1 Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo con una fuewrza de salvación, como lo habían anunciado los profetas; por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos vistará el sol que nace de lo alto. Los vecinos y parientes hicieron grandes regocijos, porque el Señor había manifestado su misericordia, y en todas las montañas de Judea, la gente se decía: "¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él".

4. Ya se desvanecieron los rumores, y no se volvió a hablar del sacerdote de Yuttah, ni de Isabel, ni del niño. Cuando se desató la persecución de Herodes, el pequeño tenía un año y medio. Se cree que Isabel huyó a las montañas más escondidas y allí vivió cuarenta días en una cueva, mientras Zacarías perdía la vida por no querer descubrir el sitio a los sicarios de Herodes.

5. "El niño iba creciendo y su carácter se afianzaba; vivió el el desierto hasta que se presentó a Israel". Nosotros tantas veces comenzamos nuestra misión profética sin haber crecido…Un director espiritual de seminario mostraba su extrañeza por lo pronto que se desinflaban los nuevos sacerdotes recién ordenados. No advertía que se cosecha lo que se siembra. Ambiente competencial de estudio, ansia de salir cuanto antes al mundo sin la preparación adecuada. Prisa por la exigencia de cubrir los puestos canónicos. En resumen, soldados sin instrucción, no digo teórica, sino de transformación personal. Escaso adiestramiento en las virtudes de humildad profunda, de caridad verdadera, de castidad sin represión, de desprendimiento de la vanidad, y todo lo que se supone y que no se tiene, no presagian otra cosa que lo que ocurre que, por decirlo con brevedad, no es sino enviar a ejercer la cirugía a internos que nunca practicaron. Urge la preparación personal sin prisas si se busca el progreso del evangelio.

6. Ni sacerdotes ni laicos podemos salir a evangelizar con nuestro espíritu a medio cocer, y quiera Dios que a ello llegue nuestro estado y no nos encontremos en grados inferiores. Porque podemos hacer ruido pero no dar al Señor. Y encima, perder el mérito junto con el fruto. Ya recibieron su paga. Cataloga San Juan de la Cruz los defectos de los principiantes.-Los novicios parecen santos...y no lo son…(dice un refrán). Los padres jóvenes, ni lo parecen ni lo son. Soberbia oculta: El demonio les aumenta el deseo de hacer cosas porque sabe que no les sirven de nada, sino que se convierten en vicio. Tienen satisfacción de sus obras y de si mismos. Hablan cosas espirituales delante de otros. Las enseñan y no las aprenden. Cuando les enseñan algo hacen los enterados. Condenan en su coraz6n cuando no ven a los otros devotos como ellos querrían y lo dicen como el fariseo, despreciando al publicano. Quisieran ser ellos solos tenidos por buenos. Y condenan y murmuran mirando la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el suyo. Cuando sus confesores y superiores no les aprueban el espíritu dicen que no son comprendidos. Buscan quien les apruebe porque desean alabanza y estima. Huyen como de la muerte de los que les deshace sus planes para ponerlos en camino más seguro, y les toman manía. Por su presunción: hacen muchas promesas y cumplen pocas. Desean de que los demás comprendan su espíritu y para esto hacen muestras de movimientos, gestos, suspiros y otras ceremonias. Se complacen en que se enteren de esto y tienen verdadera codicia de que se sepa. Llenos de envidias e inquietudes. Disimulan sus pecados en el confesonario. Tienen en poco sus faltas. Se entristecen por ellos, pensando que ya habían de ser santos. Se enfadan consigo mismos con impaciencia, con deseos de que Dios les quite sus pecados no por Dios, sino para estar tranquilos. Con lo que se harían más soberbios y presuntuosos. Son enemigos de alabar a los demás, y muy amigos de que los alaben a ellos, buscando óleo por defuera...

7. En cambio los que van en perfección. Tienen sus cosas en nada. No están satisfechos de sí mismos. Tienen a todos por mejores y los cobran santa emulación. Preocupados de amar a Dios no miran si los otros hacen o no hacen. Ven a todos mejores que ellos. Como se tienen en poco también quieren que los demás los tengan en poco y que los deshagan y desestimen sus cosas. Y si los alaban no lo ven merecido. Desean que se les enseñe. Prontos a caminar por otro camino si se le mandan. Se alegran de que alaben a los otros. No tienen ganas de decir sus cosas. En cambio tienen gana de decir sus faltas y necados y no sus virtudes y así se inclinan mas a tratar su alma con quien en menos tiene sus cosas y su espíritu.

8. Nosotros vemos y comprobamos la eficacia de un potente motor de coche, de un ordenador, o cualquier otro aparato mecánico, aunque no conozcamos su mecanismo; el poder de un discurso pronunciado por una inteligencia penetrante; la persuasión de una persona persuasiva; la pintura de una figura creada por un artista total, Rafael, Boticelli, Giotto, El Greco, Velázquez, Zurbarán…; la maravilla permanente de Wagner, Beethoven…; pero carecemos de antena para detectar el misterio de la gracia y de la operación de Dios a través de un hombre santo. No lo distinguimos. Es misterioso, pero existe. Y de él depende la extensión mayor o menor del Reino de Dios. Extensión que no es algo abstracto sino muy concreto y apreciable en nuestra acción o en nuestro silencio: una palabra ungida que pega fortaleza; un párrofo leído que hace pensar y decidir; una actitud silenciosa que pacifica. El reino va creciendo así como la semilla enterrada, como el grano que se pudre en el surco y germina lentamente pero inevitablemente; como el rocío que vivifica y alegra el despertar de la mañana. ¡Qué hermosura de misión la que nos ha encargado Jesús y fecunda con su Espíritu Santo!

9. Las investigaciones modernas autorizan a creer que Juan vivió con los esenios, una secta del desierto de Judá, que ya practicaban el bautismo con agua, por eso Juan lo administró como símbolo de la purificación del espíritu. Empezó a resonar la voz en el desierto, en el valle de Jericó junto al Jordán. Alto, maduro, quemado el cuerpo por el sol del desierto, abrasada el alma por el deseo del Reino, sus ojos penetrantes relampagueaban, sus cabellos hirsutos flotaban al aire, la espesa barba le cubría el rostro, y de sus labios brotaban palabras encendidas, llenas de esperanzas y de anatemas, de consuelos y de terrores. Su ademán avasallaba, su presencia y austeridad impresionaban, y su mirada ejercía una fuerza magnética. Ante aquella voz, Israel se conmueve, renace una aurora de salvación, se aviva la fe en Yavé Salvador, y las gentes llegan a escuchar sus palabras. Y comienza a cumplir su misión de precursor. Anuncia e1 cumplimiento de las profecías y predice la próxima venida de Cristo. Es un formidable predicador. Los israelitas piadosos empiezan a ver en él esperanza, y los doctores del Templo discuten acerca de sus anuncios misteriosos. Aturdidos por aquella palabra de fuego, sus oyentes le preguntaban: "¿Qué debemos hacer para salvarnos?". "Que el que tiene dos túnicas dé una a quien anda desnudo, y que el que tiene pan lo reparta con el que tiene hambre” Lc 3,10. Bill Gates, con su 10 billones de fortuna, quedaría impresionado al lado de los niños hambrientos y moribundos, devorados por las moscas y por las cucarachas en el tercer mundo, y en los suburbios del cuarto. Y con él, todos los magnates del mundo, epulones despiadados, empeñados en catalogarse entre los más ricos del cementerio, que se adjudican la parte leonina de la tarta, aunque Lázaro se muera esperando las migajas de sus despilfarros.

10. Con los fariseos, llegan los publicanos, los soldados y las prostitutas,: "No exijáis más de lo justo". "No sigáis las concupiscencias de la carne". "No calumniéis; contentaos con vuestra paga". Un día aparece entre la multitud un joven que llega de las montañas de Galilea. Juan le mira y se turba: es El. El Salvador presentido y anunciado, el Esposo que iluminaba su alma en el desierto; el beldador que lanza al viento el trigo y la paja, para congregar la mies escogida; el amigo deseado, en quien pensaba cuando decía al pueblo: "Yo os bautizo en agua, pero en medio de vosotros hay uno más poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Juan ha presentido su venida. Es pariente suyo, pero no le conoce; no le conoce, pero en el fondo de su ser ha oído una voz que le dice: “Aquél sobre cuya cabeza vieras descender al Espíritu Santo, es el Deseado de las naciones.” Y al ver ahora cómo se acerca en la cola de los pecadores a la orilla, se siente humillado, y sobrecogido de admiración le dice -: "Yo soy quien debe ser bautizado por ti". El Galileo insiste; inclina su cabeza, porque hay que cumplir toda justicia; el agua resbala sobre el cuerpo virginal de Cristo, la mano del Bautista toca su frente, se abre el cielo, baja el Espíritu y resuena la voz del Padre: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias". Al arrodillarse delante de Juan, Jesús le califica: "Entre los nacidos de mujer, no ha nacido otro más grande que Juan el Bautista".

11. Juan Bautista, Profeta al estilo de los del Antiguo Testamento, lazo de unión entre aquél y el Nuevo, con el espíritu de Elías y la palabra irresistible de Pablo. Con el mismo valor que el uno y el otro será mártir de su deber y pregonero del reino; y rodará su cabeza, y su cuerpo disminuirá, para que Aquél a quien ha bautizado, crezca al ser elevado en la cruz, y morirá sin haber visto el triunfo del reino que anuncia: "A El le toca crecer; a mí menguar" .

12. Después de su primer encuentro con Jesús, le vió otra vez caminando por la orilla del Jordán. Su cuerpo se estremeció con un amor apasionado, su mirada se llenó de compasión y de ternura, y dijo a sus discípulos: "Este es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo". Discierne bien, él valeroso, pero apasionado, Jesús Cordero lleno de mansedumbre. Dos hermanas de la misma Congregación con caracteres opuestos siempre en conflicto. Acuden a la Superiora. Acusan: -La más áspera: Es que no se le puede decir nada. Parece de papel de seda. La Superiora, acertada: Y usted, papel de lija. Llegó una embajada del Sanedrín de Jerusalén. Se dice que es el Profeta anunciado por Moisés; se murmura que es Elías: Y le preguntan: "¿Eres Elías? - No. ¿Eres el Profeta? -No -¿Eres el Cristo?. -No". Esa es la grandeza de su carácter. No es nada. Es la voz que clama en el desierto. La voz recibe la consistencia de la palabra. Sin Palabra, la voz no dice nada. Y, sin embargo, Jesús le llamará profeta, el mayor de los profetas, un nuevo Elías por su espíritu y por su virtud. A sus ojos, no es nada; indigno de desatar su sandalia.

13. Y explica el sentido de su misión, en la imagen del Esposo utilizada por los profetas Oseas, Jeremías, Isaías, y por el Cantar de los Cantares. Jesús será, lo que ha sido Yavé para el pueblo escogido. Juan sólo es el amigo; pero la gloria de Aquel en quien ha puesto su amor, le hace plenamente feliz: "E1 amigo ve a su amigo y se goza al oír la voz del Esposo, y por esto mi alegría es perfecta". Es así como Juan, el asceta austero en vestidos y en comida., nos descubre el más tierno y dulce de los atributos de Cristo, el de Esposo. Pero, para recibir al Esposo, hay que vestirse con el traje de boda y por eso proclama la conversión. El prepara el camino del Señor y exige a los hombres que cambien el rumbo de sus vidas, que acepten el misterio de Dios que se acerca, que den frutos dignos de penitencia, pues el Esposo no puede desposarse con los hombres sin la metanoia. Ese es el carisma de Juan, y la necesidad de su mensaje, que la Iglesia ha conservado y perpetuado. Juan empezó asceta y terminó místico. Esto no se hace sin la gracia. La gracia que nos llega por el sacramento de la eucaristía, porque "cuantas veces se renueva sobre al altar el sacrificio de la cruz, en que nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolada, se efectúa la obra de nuestra redención" (LG 3).

14. Juan Bautista, "tejido en el seno materno por el Señor y Creador, y escogido portentosamente" Salmo138; "el que saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres", "el mártir que dio su sangre por la Verdad", nos acompañe en esta celebración, y el que anunció al Cordero que quita el pecado del mundo, nos alcance la gracia de que también nosotros nos veamos limpios de todo pecado y seamos fieles a la Verdad que nos hará libres. Amén.

JESUS MARTI BALLESTER
 


16. DOMINICOS 2004

Solemnidad de San Juan Bautista

Natividad de san Juan.
Habitualmente, cuando la liturgia y el santoral cristiano hablan del “dies natalis”, día del nacimiento, se refieren al momento final de la vida terrena, al feliz viaje de regreso al corazón de Dios Padre, por medio de Cristo, animados por el Espíritu.

Hoy, sin embargo, al celebrar el “dies natalis” de Juan Bautista, nos referimos al día en que su madre lo trajo a este mundo.

Y ¿por qué esta fiesta? Porque Juan Bautista es el predestinado por Dios para que cumpliera el papel de precursor, anunciador, presentador del Hijo de Dios en el misterio de su encarnación, predicación, mesianismo... Recordemos que Jesús, joven, estuvo próximo al discipulado de Juan, y nos dijo de él: entre todas las criaturas alabadas en el Testamento antiguo (carpinteros, sacerdotes, profetas, políticos, religiosos) ningún nacido de mujer fue más grande que Juan; aunque luego añadió: pero, por obra de la gracia y filiación divina en Cristo, cualquiera está llamado a ser tan santo como él, por fidelidad y amor.

La Iglesia en su liturgia dedica a san Juan Bautista una Misa Vespertina (que nosotros podemos asociar culturalmente a las fiestas y ritos populares de la “noche de san Juan”), y otra matutina o del día. Ésta es la que presentamos con sus tres lecturas.


La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura del profeta Isaías 49, 1-6:
“Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: estaba yo en el vientre de mi madre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre..., y me dijo: tú eres mi esclavo (Israel), de quien estoy orgulloso...

A ti te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”

Hechos de los apóstoles 13, 22-26:
“En aquellos días, habló Pablo diciendo: Dios suscitó a David por rey... De su descendencia, según lo prometido, sacó Dios un Salvador para Israel: Jesús.

Y un hombre, Juan, antes de que Jesús llegara, predicó a todo el pueblo de Israel un bautismo de conversión; y cuando estaba para acabar su vida, decía: yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias...”

Evangelio según san Lucas 1, 57- 66. 80:
“A Isabel se le cumplió el tiempo, y dio a luz un hijo...

A los ocho días fueron a circuncidarlo, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.

Pero la madre intervino: ¡No!. Se va a llamar Juan... Preguntaban por señas a su padre, Zacarías, cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados.

Inmediatamente a Zacarías se le soltó la lengua (pues estaba mudo) y empezó a bendecir a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos... y reflexionaban diciendo: ¿Qué va a ser este niño? La mano de Dios estaba con él.

Después, el niño fue creciendo y su carácter se afianzaba; y vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel”.


Reflexión para este día
El mensaje espiritual de las tres lecturas subraya y encomia el papel de precursor que Dios otorgó a san Juan.

Aparece, primeramente, en calidad de elegido de Dios –como Isaías- desde el vientre de su madre, porque así lo requiere su misión profética.

En segundo lugar, nos da ejemplo de sinceridad, verdad y humildad, confesando paladinamente que él no sueña con ser Mesías en Israel sino con cumplir la misión de precursor de un Señor cuya grandeza es tanta que no se considera digno ni de atar los cordones de sus sandalias. Su vocación y pasión no es prosperar sino servir, denunciar, preparar caminos.

Finalmente, en el Evangelio, junto a una bella narración de la mudez de Zacarías, su padre, y de la imposición del nombre, tenemos el realismo de una infancia y juventud en carne mortal: Juan, el precursor, es hombre de carne y hueso que al correr de los días va creciendo, como los demás, en edad, sabiduría, gracia, caracter. Tanto creció, y tal madurez adquirió, que eligió “vivir en el desierto” hasta que le llegara el día de “presentarse a Israel” como profeta y vocero de Dios encarnado.
 


17. CLARETIANOS 2004

Queridos amigos y amigas:

Hoy es obligado evocar a San Juan Bautista, un santo tan querido por el pueblo cristiano a lo largo de los siglos y en los ambientes y culturas más diversos.

Siempre que llega esta fiesta me acuerdo de mi anterior Parroquia dedicada a este gran santo en la Villa Cerro Corá de Lambaré, Paraguay.

De hecho, esta Parroquia, situada en un municipio de la periferia de Asunción, nació alrededor de las fiestas del “Señor San Juan”, fiestas populares si las hay, llenas de colorido y de fantasía.

Celebrar “el San Juan” es hablar de comidas típicas como el “chicharó trenzado”, juegos, sobre todo relacionados con el fuego como el “pelota tatá” y el “Judaskái”, bailes, adivinanzas y presagios como “San Juan dice sí, San Juan dice que no” para conseguir pareja de tus sueños...

Es difícil imaginar otro santo que haya motivado más la imaginación y creatividad de la gente sencilla, sobre todo en Paraguay.

Pero lo más bello de toda esta tradición popular es que San Juan ha hecho pueblo, ha unido a la gente para trabajar por el futuro de su comunidad hasta el día de hoy. Y todo ello en un ambiente de alegría que no consigue mermar el frío del invierno austral.

De Juan Bautista aprende el cristiano de todos los tiempos, la fidelidad a la vocación, la austeridad de vida, la defensa de la verdad por encima de las conveniencias y caprichos de los hombres. Y sobre todo su actitud ante Jesús que le lleva a decir: “Conviene que él crezca y que yo disminuya” (Jn 3, 30), cumpliendo hasta las últimas consecuencias su misión de preparar caminos al Salvador.

Jesús dirá de él: “Os aseguro que entre los hijos de mujer no ha habido uno mayor que Juan el Bautista” (Mt 11, 11)

Vuestro hermano en la fe,
Carlos Latorre (carlos.latorre@claretianos.ch)
 


18.

Por Jesús Martí Ballester

El aire de Jerusalén y el de toda Judea estaba encendido de esperanza. Herodes envejecía aislado en su palacio de Jericó. Las almas se agitaban inquietas, y en todas partes se esperaba el cumplimiento de las profecías. De repente, en el templo resuena la voz de un ángel. El sacerdote Zacarías, de la familia de Abías, vivía en Yuttah, cerca de Hebrón, en las montañas de Judea, con su esposa Isabel, los dos ya mayores, que han pasado la vida soñando un hijo. Pero Isabel era estéril y a estas alturas, ya infértil. Le tocó el turno a Zacarías de oficiar en el templo. Al acercarse a quemar el incienso ante el altar del Señor, resplandeciente de oro y de lámparas ardientes, permaneció con el incienso en las manos, hasta que sonó una trompeta. Cuando sonó, vació el incienso de la caja de oro y le detuvo una aparición misteriosa.

SOBRESALTO DE ZACARIAS

Al salir del altar, los fieles le vieron con el rostro demudado. Había oído al ángel: "No temas, Zacarías, que tu oración ha sido escuchada; tu mujer, Isabel, te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Será grande a los ojos del Señor, y se llenará de Espíritu Santo ya en el seno de su madre". Era una noticia demasiado grande y demasiado hermosa y venturosa: "¿Cómo conoceré esto?". El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, uno de los espíritus que asisten delante de Dios. Pues, mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto se cumpla” (Lc 1,13). Y Zacarías quedó mudo por su falta de fe: "por no haber creído estas palabras, que se cumplirán a su tiempo". El no creer no impide la realización del mensaje, pero el que no cree, se queda sin el gozo de la promesa creída y esperada.

EN EL SENO DE SUS MADRES LOS NIÑOS SON PERSONAS

He aquí a dos Niños sin nacer, que ríen, cantan, santifican y son santificados en el seno de sus madres respectivas. El niño saltó de alegría y de gozo incontenible cuando sintió la presencia del Salvador en el seno de María. El júbilo del niño inspiró a Guido d`Arezzo a dar el nombre de las notas musicales según la primera sílaba de los siete versos de la primera estrofa del himno compuesto por él para la fiesta de San Juan: “Ut (cambiado por Do) queant laxis – Resonare fibris - Mira gestorum - Famuli tuorum - Solve polluti - Labii reatum, - Sancte Joannes”. “Para que tus maravillosas obras puedan ser cantadas – por los labios manchados – limpia sus manchas – San Juan”. ¡Horror!, que la alegría de Juan dando brincos en el seno de su madre ante la presencia de otro Niño seis meses más pequeño, se convierta en dolor, lágrimas y cánticos fúnebres en millones de niños muertos en el seno materno, hoy mismo!

NACIMIENTO DE JUAN

Isabel dio a luz a un niño, que fue circuncidado con el nombre de Juan, que significa "Yahvé se ha compadecido". Zacarías volvió a hablar, y bendijo al Señor Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo con una fuerza de salvación, como lo habían anunciado los profetas; por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto. Los vecinos y parientes hicieron grandes regocijos, porque el Señor había manifestado su misericordia, y en todas las montañas de Judea, la gente se decía: "¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él". Estas palabras eran el eco del Salmo 138, “Pones tu mano sobre mí. Tu has formado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.¡Te doy gracias por tamaño prodigio y me maravillo con tus maravillas!”. Y las de Isaías: “Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó en las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mí una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba”.

Se desvanecieron los rumores, y no se volvió a hablar del sacerdote de Yuttah, ni de Isabel, ni del niño. Cuando se desató la persecución de Herodes contra los niños menores de dos años, el pequeño tenía un año y medio. Según una tradición, Isabel huyó a las montañas más escondidas donde vivió cuarenta días en una cueva, y Zacarías fue asesinado por no querer descubrir el sitio a los sicarios de Herodes.

LA VOCACION Y LOS MODOS DIFERENTES DE CUMPLIRLA

"El niño iba creciendo y su carácter se afianzaba; vivió el el desierto hasta que se presentó a Israel". Nosotros tantas veces comenzamos nuestra misión profética sin haber crecido… Un director espiritual de seminario mostraba su extrañeza por lo pronto que se desinflaban los nuevos sacerdotes recién ordenados. No advertía que se cosecha lo que se siembra. Ambiente competitivo de estudio, ansia de salir cuanto antes al mundo sin la preparación adecuada. Prisa por la exigencia de cubrir los puestos canónicos. En resumen, soldados sin instrucción, no digo teórica, sino de transformación personal. Escaso adiestramiento en las virtudes de humildad profunda, de caridad verdadera, de castidad luminosa y sin represión , de desprendimiento de la vanidad, y todo lo que se supone y que no se tiene, no presagian otra cosa que lo que ocurre que, por decirlo con brevedad, no es sino enviar a ejercer la cirugía a internos que nunca practicaron. Urge la preparación personal sin prisas si se busca el progreso del evangelio.

NO SE PUEDE EVANGELIZAR SIN ESTAR EVANGELIZADO

Ni sacerdotes ni laicos podemos salir a evangelizar con nuestro espíritu a medio cocer, y quiera Dios que a ello llegue nuestro estado y no nos encontremos en grados inferiores. Porque podemos hacer ruido pero no dar al Señor. Y encima, perder el mérito junto con el fruto. Ya recibieron su paga. Cataloga San Juan de la Cruz los defectos de los principiantes.— Los novicios parecen santos... y no lo son… Los padres jóvenes, ni lo parecen ni lo so,. (dice un refrán citado por el gran teólogo Garrigou Lagrange). Y añade San Juan: Soberbia oculta: El demonio les aumenta el deseo de hacer cosas porque sabe que no les sirven de nada, sino que se convierten en vicio. Tienen satisfacción de sus obras y de si mismos. Hablan cosas espirituales delante de otros. Las enseñan y no las aprenden. Cuando les enseñan algo se hacen los enterados. Condenan en su corazón cuando no ven a los otros devotos como ellos querrían y lo dicen como el fariseo, despreciando al publicano. Quisieran ser ellos solos tenidos por buenos. Y condenan y murmuran mirando la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el suyo. Cuando sus confesores y superiores no les aprueban el espíritu dicen que no son comprendidos. Buscan quien les apruebe porque desean alabanza y estima. Huyen como de la muerte de los que les deshace sus planes para ponerlos en camino más seguro, y les toman manía. Por su presunción: hacen muchas promesas y cumplen pocas. Desean de que los demás comprendan su espíritu y para esto hacen muestras de movimientos, gestos, suspiros y otras ceremonias. Se complacen en que se enteren de esto y tienen verdadera codicia de que se sepa. Llenos de envidias e inquietudes. Disimulan sus pecados en el confesionario. Tienen en poco sus faltas. Se entristecen por ellos, pensando que ya habían de ser santos. Se enfadan consigo mismos con impaciencia, con deseos de que Dios les quite sus pecados no por Dios, sino para estar tranquilos. Con lo que se harían más soberbios y presuntuosos. Son enemigos de alabar a los demás, y muy amigos de que los alaben a ellos, buscando óleo por defuera...

LOS QUE VAN EN PERFECCIÓN

En cambio los que van en perfección. Tienen sus cosas en nada. No están satisfechos de sí mismos. Tienen a todos por mejores y los cobran santa emulación. Preocupados de amar a Dios no miran si los otros hacen o no hacen. Ven a todos mejores que ellos. Como se tienen en poco también quieren que los demás los tengan en poco y que los deshagan y desestimen sus cosas. Y si los alaban no lo ven merecido. Desean que se les enseñe. Prontos a caminar por otro camino si se le mandan. Se alegran de que alaben a los otros. No tienen ganas de decir sus cosas. En cambio tienen gana de decir sus faltas y pecados y no sus virtudes y así se inclinan mas a tratar su alma con quien en menos tiene sus cosas y su espíritu. Nosotros vemos y comprobamos la eficacia de un potente motor de coche, de un ordenador, o cualquier otro aparato mecánico, aunque no conozcamos su mecanismo; el poder de un discurso pronunciado por una inteligencia penetrante; la persuasión de una persona elocuente; la pintura de una figura creada por un artista total, Rafael, Boticelli, Giotto, El Greco, Velázquez, Zurbarán…; la maravilla permanente de Wagner, Beethoven…; pero carecemos de antena para detectar el misterio de la gracia y de la operación de Dios a través de un hombre santo. No lo distinguimos. Es misterioso, pero existe. Y de él depende la extensión mayor o menor del Reino de Dios. Extensión que no es algo abstracto sino muy concreto y apreciable en nuestra acción o en nuestro silencio: una palabra ungida que pega fortaleza; un párrafo leído que hace pensar y decidir; una actitud silenciosa que pacifica. El reino va creciendo así como la semilla enterrada, como el grano que se pudre en el surco y germina lentamente pero inevitablemente; como el rocío que vivifica y alegra el despertar de la mañana. ¡Qué hermosura de misión la que nos ha encargado Jesús y fecunda con su Espíritu Santo!

JUAN SE PREPARA Y EVANGELIZA

Las investigaciones modernas autorizan a creer que Juan vivió con los esenios, una secta del desierto de Judá, que ya practicaban el bautismo con agua, por eso Juan lo administró como símbolo de la purificación del espíritu. Empezó a resonar la voz en el desierto, en el valle de Jericó junto al Jordán. Alto, maduro, quemado el cuerpo por el sol del desierto, abrasada el alma por el deseo del Reino, sus ojos penetrantes relampagueaban, sus cabellos hirsutos flotaban al aire, la espesa barba le cubría el rostro, y de sus labios brotaban palabras encendidas, llenas de esperanzas y de anatemas, de consuelos y de terrores. Su ademán avasallaba, su presencia y austeridad impresionaban, y su mirada ejercía una fuerza magnética. Ante aquella voz, Israel se conmueve, renace una aurora de salvación, se aviva la fe en Yavé Salvador, y las gentes llegan a escuchar sus palabras. Y comienza a cumplir su misión de precursor. Anuncia el cumplimiento de las profecías y predice la próxima venida de Cristo. Es un formidable predicador. Los israelitas piadosos empiezan a ver en él esperanza, y los doctores del Templo discuten acerca de sus anuncios misteriosos. Aturdidos por aquella palabra de fuego, sus oyentes le preguntaban: "¿Qué debemos hacer para salvarnos?". "Que el que tiene dos túnicas dé una a quien anda desnudo, y que el que tiene pan lo reparta con el que tiene hambre” Lc 3,10. Bill Gates, con su 10 billones de fortuna, quedaría impresionado al lado de los niños hambrientos y moribundos, devorados por las moscas y por las cucarachas en el tercer mundo, y en los suburbios del cuarto. Y con él, todos los magnates del mundo, epulones despiadados, empeñados en catalogarse entre los más ricos del cementerio, que se adjudican la parte leonina de la tarta, aunque Lázaro se muera esperando las migajas de sus despilfarros.

PREDICA CON AUTORIDAD

Con los fariseos, llegan los publicanos, los soldados y las prostitutas: "No exijáis más de lo justo". "No sigáis las concupiscencias de la carne". "No calumniéis; contentaos con vuestra paga". Un día aparece entre la multitud un joven que llega de las montañas de Galilea. Juan le mira y se turba: es El. El Salvador presentido y anunciado, el Esposo que iluminaba su alma en el desierto; el beldador que lanza al viento el trigo y la paja, para congregar la mies escogida; el amigo deseado, en quien pensaba cuando decía al pueblo: "Yo os bautizo en agua, pero en medio de vosotros hay uno más poderoso que yo; El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Juan ha presentido su venida. Es pariente suyo, pero no le conoce; no le conoce, pero en el fondo de su ser ha oído una voz: “Aquél sobre cuya cabeza vieras descender al Espíritu Santo, es el Deseado de las naciones.” Y al ver ahora cómo se acerca en la cola de los pecadores a la orilla, se siente humillado, y sobrecogido de admiración le dice con ternura transfigurada, con el corazón estremecido de amor -: "Soy yo quien debe ser bautizado por ti". El Galileo insiste; inclina su cabeza, porque hay que cumplir toda justicia; el agua resbala sobre el cuerpo virginal de Cristo, la mano del Bautista toca su frente, se abre el cielo, baja el Espíritu y resuena la voz del Padre: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias". Al arrodillarse delante de Juan, Jesús le califica: "Entre los nacidos de mujer, no ha nacido otro más grande que Juan el Bautista".

LAZO DEL ANTIGUO CON EL NUEVO TESTAMENTO

Juan Bautista, Profeta al estilo de los del Antiguo Testamento, lazo de unión entre aquél y el Nuevo, con el espíritu de Elías y la palabra irresistible de Pablo. Con el mismo valor que el uno y el otro será mártir de su deber y pregonero del reino; y rodará su cabeza, y su cuerpo disminuirá, para que Aquél a quien ha bautizado, crezca al ser elevado en la cruz, y morirá sin haber visto el triunfo del reino que anuncia: "A El le toca crecer; a mí menguar".

Después de su primer encuentro con Jesús, le vio otra vez caminando por la orilla del Jordán. Su cuerpo se estremeció con un amor apasionado, sus ojos se llenaron de compasión y de ternura, y dijo a sus discípulos: "Este es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo". Discierne bien, él valeroso, pero apasionado, Jesús Cordero lleno de mansedumbre. Dos hermanas de la misma Congregación con caracteres opuestos siempre en conflicto. Acuden a la Superiora. Acusan: -La más áspera: Es que no se le puede decir nada. Parece de papel de seda. La Superiora, acertada: Y usted, papel de lija. Llegó una embajada del Sanedrín de Jerusalén. Se dice que es el Profeta anunciado por Moisés; se murmura que es Elías: Y le preguntan: "¿Eres Elías? - No. ¿Eres el Profeta? -No -¿Eres el Cristo?. -No". Esa es la grandeza de su carácter. No es nada. Es la voz que clama en el desierto. La voz recibe la consistencia de la palabra. Sin Palabra, la voz no dice nada. Y, sin embargo, Jesús le llamará profeta, el mayor de los profetas, un nuevo Elías por su espíritu y por su virtud. A sus ojos, no es nada; indigno de desatar su sandalia.

LA VOZ DEL ESPOSO

Y explica el sentido de su misión, en la imagen del Esposo utilizada por los profetas Oseas, Jeremías, Isaías, y por el Cantar de los Cantares. Jesús será, lo que ha sido Yahvé para el pueblo escogido. Juan sólo es el amigo; pero la gloria de Aquel en quien ha puesto su amor, le hace plenamente feliz: "El amigo ve a su amigo y se goza al oír la voz del Esposo, y por esto mi alegría es perfecta". Es así como Juan, el asceta austero en vestidos y en comida., nos descubre el más tierno y dulce de los atributos de Cristo, el de Esposo. Pero, para recibir al Esposo, hay que vestirse con el traje de boda y por eso proclama la conversión. El prepara el camino del Señor y exige a los hombres que cambien el rumbo de sus vidas, que acepten el misterio de Dios que se acerca, que den frutos dignos de penitencia, pues el Esposo no puede desposarse con los hombres sin la metanoia. Ese es el carisma de Juan, y la necesidad de su mensaje, que la Iglesia ha conservado y perpetuado. Juan empezó asceta y terminó místico. Esto no se hace sin la gracia. La gracia que nos llega por el sacramento de la eucaristía, porque "cuantas veces se renueva sobre al altar el sacrificio de la cruz, en que nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolada, se efectúa la obra de nuestra redención" (LG 3). Juan Bautista, el "tejido en el seno materno por el Señor y Creador, y escogido portentosamente" Salmo 138; "el que saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres", "el mártir que entregó su cabeza por la Verdad.
 


19. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Is 49, 1-6: Te hago luz de las naciones.

Sal 138, 1-3.13-14ab.14c-15.

Hech 13, 22-26: No merezco desatarle las sandalias.

Lc 1, 57-66.80: A Isabel se le cumplió el tiempo y dio a luz.


Estudio de los textos

El primer texto con el que hoy nos encontramos pertenece al libro del profeta Isaías. En la Biblia Judía forma parte de los llamados Nebiym (Profetas), que incluye Josué, Jueces, Samuel, Reyes, los tres profetas mayores y los doce profetas menores. Se trata de uno de los libros más extensos de todo el AT. Isaías vive en el siglo VIII a.C. Su vocación tiene lugar hacia el año 740 a.C. y desarrolló su ministerio hasta el año 701 a.C. Es oriundo de Jerusalén y desde la niñez estuvo familiarizado con el culto (7, 3; 8, 2; 22, 15s.). Era hijo de Amós (no el profeta) y estuvo casado con una “profetisa” (8, 3) de la que tuvo dos hijos (7, 3; 8, 3). Probablemente desempeñó el papel de “profeta de la corte” en el Templo de Jerusalén. Su actividad se desarrolló en medio de acontecimientos decisivos para Israel: abarca los reinados de Jotam (745-742 a.C.), Ajaz (741-726 a.C.) y Ezequías (725-697 a.C.), es testigo de la guerra siro-efraimita (734-733 a.C.), de la rebelión del reino del Norte contra Salmanasar V (tras la muerte de Tiglatpileser III, ca. 726 a.C.), de la caída de este reino (722 a.C.), de los intentos de independencia del reino de Judá (apoyado en Egipto), y de la amenaza a la que se vio sometida Jerusalén por parte de Senaquerib de Asiria (701 a.C.) bajo el reinado de Ezequías.


El texto del profeta Isaías no es uniforme en lenguaje, ni en contenido, ni tampoco es el mismo autor. Veámoslo brevemente:

- Primer Isaías (caps. 1-39): su autor y época corresponden a lo que acabamos de reseñar. Los investigadores encuentran un cuerpo de textos que se puede remontar a la época del autor y añadidos posteriores de diversas épocas (hasta llegar al siglo V o IV a.C.), como algunos oráculos contra las naciones (caps. 13-23), el “apocalipsis de Isaías” (caps. 24-27), liturgias proféticas y palabras de los últimos tiempos (caps. 33-35) y otros materiales. El libro comienza con una serie de oráculos contra Judá y Jerusalén (1-11), sigue con oráculos contra las naciones (12-23), oráculos contra Judá (28-35) y termina con un apéndice histórico (caps. 36-39) paralelo a 2Re, 18-20 que fue añadido posteriormente. Emplea un hebreo clásico y cuidado, y es rico en el uso de recursos literarios (oráculos, elegías, sátiras, antítesis, símbolos, lenguaje sapiencial, etc.). Su mensaje gira en torno a varios temas: el señorío absoluto de Yhwh, la crítica social, la política interna y externa, y la llamada a la penitencia y la conversión.

- Segundo Isaías (caps. 40-55): nada se sabe de su autor, algunos investigadores lo relacionan con una escuela isaiana. El texto supone la destrucción de Jerusalén y del Templo y la situación del pueblo en el destierro, aunque se atisba su liberación ya próxima. Podemos situarlo en torno a los años 550-538 a.C. La obra está integrada por diversas composiciones yuxtapuestas, sin que sea posible ni una estructuración clara, ni un orden cronológico evidente. No obstante, la mayoría de los oráculos que la forman pueden integrarse en torno a dos núcleos: el ciclo de Ciro (44, 24-48, 12) y los cánticos del siervo (42, 1-4.5-7; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13-53, 12). En términos generales, el estilo del Segundo Isaías es más unitario que su precedente. Su lenguaje más lírico, refinado, y en algunos momentos apasionado. Le gustan las repeticiones e imágenes de poder, usa un vocabulario muy variado para hablar de la alegría o del nombre de Dios (42, 5; 43, 15; 45, 18; 47, 3) y crea sus propias expresiones como “toda carne” (40, 5), “islas” (42, 4), o “los confines de la tierra” (45, 22). Los géneros literarios más utilizados por el profeta son los oráculos de salvación (41, 8-13.14-16), las controversias (40, 12-17.21-24.37-31), los pleitos (41, 1-5.21-29; 43, 8-13) y los himnos escatológicos. El mensaje del Segundo Isaías se dirige a los exiliados necesitados de consuelo y esperanza (anuncios de salud, himnos de acción de gracias a Yhwh por su liberación ya próxima, anuncios de castigos para las naciones que han oprimido al pueblo de Israel, etc.). Este mensaje se circunscribe en torno a estos núcleos teológicos básicos: omnipotencia de Dios, al castigo del pueblo en el exilio le seguirá la salvación, destrucción de Babilonia y regreso a Israel (donde el monte Sión se convertirá en el centro desde donde brotará la salvación para todos los pueblos).

- Tercer Isaías (caps. 56-66): el último libro que encontramos dentro de la obra de Isaías parece presuponer la reconstrucción del Templo tras la vuelta del destierro (ca. 515 a.C.). Sus materiales, en su origen inconexos, pudieron ser agrupados entre los siglos V y III a.C. Debido a que los caps. 60-62 tienen cierta relación con el Deuteroisaías, algunos investigadores han visto en esta obra la mano de la escuela isaiana. También del Tercer Isaías resulta imposible proponer una estructuración clara, se trata de una serie de oráculos centrados en torno a diversos temas: problemas religiosos de la comunidad postexílica, el retraso de la llegada de la salvación tras la vuelta del destierro, el consuelo de los que sufren y el nuevo anuncio de liberación para Isarel y todo el universo. Su estilo es más modesto que los anteriores y, en ocasiones, poco cuidado.

Los tres libros eran considerados una sola obra hacia el año 190 a.C., como lo atestigua una cita de Sirácida (48, 22-25). También confirman esta tesis los rollos de Qumrán (de la mitad del siglo II a.C.).

El texto de hoy pertenece al Deuteroisaías. Se trata del segundo cántico del Siervo. Sobre estas composiciones existen infinidad de opiniones (el profeta pudo haberlos tomado de otros lugares), aunque lo más común es aceptar que se trata de cánticos en los que el “siervo” es, en unos casos, Israel y en otros un personaje anónimo. Es distinto el comportamiento de ambos (Israel es la nación pecadora merecedora del exilio, mientras que del siervo anónimo se subraya su santidad e inocencia), también su misión (Israel hará comprender a los gentiles el poder liberador de Dios, y el siervo anónimo realizará su misión con el ofrecimiento voluntario de su propia vida) y, finalmente, es distinta su perspectiva escatológica (restauración en Jerusalen de la nación elegida o relación entre los sufrimientos del siervo anónimo y su misión universal). La narración de este segundo cántico sigue el esquema de vocación profética, presenta la llamada del siervo relacionada con la palabra, expone su fracaso ante el pueblo y recoge las palabras de consuelo que el Señor le ha dirigido y el destino universal de su misión. Entre los investigadores el principal problema del texto es la identificación del siervo, puesto que la mención de Israel se considera una glosa. De todas formas, el mensaje sigue teniendo sentido ya sea aplicándolo a un siervo individual o al pueblo de Israel. El punto de partida y de llegada del servidor son las “islas”, los “pueblos lejanos” (cfr. Is 49, 3) o las “naciones”, esto es, proclama un mensaje universal. A continuación detalla su vocación: el profeta ha sido llamado desde el vientre materno (Jer 1, 5; Sal 22, 10-11; 71, 6) y seguidamente se relaciona su ministerio con la palabra, aunque puede estar simplemente utilizando diversas imágenes (palabra, flecha) para hablar del carácter de su misión. Aquí es donde aparece la alusión a Israel que los investigadores consideran una glosa inspirada en Is 44, 21 que no concuerda con la distinción posterior (Jacob, Israel), sin embargo, dada la ambivalencia del término siervo, puede referirse, en el primer caso, al individuo que “dirige” la misión. A continuación se habla del fracaso de la misión. Probablemente aquí se aluda al tema tan común no solo de los profetas, sino también de la historia deuteronomista, del abandono de Dios en busca de una vana felicidad (Is 30, 7; 47, 12.15), de ahí la alusión al “salario” de Dios (Is 40, 10.28.30.31). El siguiente paso del discurso es el dejar hablar a Dios que encomienda al siervo primero una misión dirigida a Israel y después a todas las naciones. El sentido de los términos “tribus de Jacob” o “supervivientes de Israel” es difícil de precisar, tal vez aludan al pueblo desterrado. Y así llegamos al final donde se retoman las palabras del principio, aunque ahora no están reclamando la atención de los pueblos sino que se superponen a la misión primera del siervo.


Para continuar el estudio:

- ABREGO DE LACY, J.M., Los libros proféticos, Verbo Divino, Estella 1993, 97-127.217-227.233-237.

A lo ya comentado el domingo anterior acerca de este libro hay que añadir que la parte dedicada al Segundo Isaías ofrece pistas para trabajar los cánticos del Siervo. Puede resultar interesante para profundizar en la formación de los miembros de las comunidades.

SICRE, J.L., Profetismo en Israel, Verbo Divino, Estella 1992.

Véase el breve comentario que hacíamos acerca de esta obra el domingo anterior.

- WIENER, CL., El segundo Isaías. El profeta del nuevo éxodo, (Cuadernos Bíblicos 20) Verbo Divino, Estella 1980.

Además de lo que hemos comentado en otros momentos acerca de los cuadernos bíblicos, esta obra puede ser trabajada en grupos de reflexión en las comunidades, por su sencillez de exposición y porque abarca tanto la época como el pensamiento del profeta. Trata también dos temas interesantes, el vocabulario teológico del libro y el análisis de la figura del siervo.

A continuación la liturgia de hoy nos ofrece unos versículos de uno de los salmos más bellos de todo el salterio. Se trata del salmo 138 que corresponde al 139 de la Biblia Hebrea. Este salmo es la oración de quien se siente acusado injustamente, probablemente llamado a tribunal para ser juzgado. Invoca a Dios, juez justo e imparcial. Aunque también puede interpretarse como una composición poética que sobrepasa los límites de la situación que acabamos de describir. En todo caso se trata de una plegaria en forma de apelación a Dios juez (cfr. Sal 44, 21-22). La investigación encuentra dificultades en la relación de los versos 19-24 con el resto del salmo. Para su fecha de composición se suele proponer la época postexílica.

Estos versos pueden organizarse en tres partes. En la primera se trata el tema del conocimiento de Dios, en la segunda sus obras prodigiosas y en la tercera se retoma el tema del conocimiento circunscrito al ámbito del origen del orante. El salmo comienza con el nombre de Dios, sujeto de esta primera parte, donde el salmista desarrolla su invocación y su protesta, como hace el Sal 44, 22 donde la comunidad orante se reconoce inocente, o como hace Job cuando protesta contra sus amigos (Job 13, 9). Los verbos empleados hablan del profundo conocimiento de Dios que abarca los pensamientos y la actuación. El tema se desarrolla haciendo uso de términos polares (“me siento” y “me levanto”; “mi camino” y “mi descanso”) que recuerdan la respuesta de Dios al desafío de Senaquerib en el profeta Isaías (Is 37, 28.29). Toda esta primera parte está construida de lo íntimo a lo general. En la segunda parte se desarrolla el tema de la obra creadora de Dios desde lo concreto y personal a lo universal. Se parte de las entrañas, la sede de los afectos, continúa con la referencia al seno materno, tan frecuente en las descripciones de la vocación profética (Jer 1, 5; Is 44, 2.24) y termina corroborando las acciones de Dios, patentes en la breve descripción que ha hecho, si bien la expresión puede también tener un sentido universal. La última parte retoma el tema del conocimiento divino desarrollado en primer lugar con el paralelismo “alma” y “huesos”, y “conocías” y “no desconocías”, y en segundo lugar bajo la imagen también paralela del seno materno y seno de la tierra (cfr. Jer 20, 17; Job 1, 21; Sir 40, 1). El estilo del salmo, como hemos podido comprobar, se caracteriza por la abundancia de expresiones polares que desenvuelven la imaginación del salmista y abarcan realidades extremas, todo lo contrario a una composición rígida o temáticamente fría.

La segunda lectura recoge un texto del libro de los Hechos de los Apóstoles. Éste, como decíamos en el comentario al evangelio del domingo anterior, forma parte de toda la obra de Lucas. Si el evangelio presenta la persona y obras de Jesús anunciadas ya en el AT y culminadas en su resurrección, los Hechos continúan la acción de su Espíritu en la Iglesia, desde Jerusalén hasta los confines de la tierra (Roma). Se trata de una obra dirigida a cristianos de segunda generación provenientes del ámbito gentil (relacionados con el mundo grecorromano). El texto original de esta obra ha llegado hasta nosotros a través de los manuscritos de la familia alejandrina, aunque existe otra versión proveniente de manuscritos occidentales más amplia, que parece corregir y atenuar las dificultades de una versión más antigua. El contenido del libro está estructurado en dos partes, centradas en torno a los dos personajes principales. En la primera parte (caps. 1-12), donde se narran los primeros pasos de la Iglesia bajo la acción del Espíritu, el protagonista es Pedro, mientras que en la segunda (caps. 13-28), donde encontramos la expansión de las comunidades por el mundo gentil, está protagonizada por Pablo. La lengua utilizada por Lucas es un griego muy cuidado (junto con Hebreos, se trata de los escritos de mayor calidad literaria) y tanto su estilo como las fuentes empleadas están en función de la teología desarrollada. El autor hace uso de su propia experiencia, de fuentes orales y escritas (así lo parecen demostrar algunos pasajes como 3, 1-5, 6; 6, 1-8, 4; 9, 1-30; 11, 19-30; 12, 25-14, 28), diarios de viajes (16, 10-17; 20, 5-15; 21, 1-8; 27, 1-20, 16), contactos personales con los apóstoles, etc. Respecto al estilo, se mueve entre tres tipos de composiciones: las narraciones (para contar los primeros pasos de los cristianos), los discursos (para analizar los acontecimientos) y los sumarios (para que el lector no pierda de vista el hilo narrativo). El género literario empleado recuerda a la moda helenística de presentar los “hechos” de sus personajes célebres. La fecha de composición del libro de los Hechos hemos de situarla entre los años 80 y 90.

El texto de Hech 13, 22-26 pertenece a la segunda parte de la obra. Es el extracto de un discurso puesto en boca de Pablo en el que se hace un resumen de la historia sagrada. Se parte de David a quien Dios suscitó como rey, de cuya estirpe nació Jesús y se llega al testimonio del Bautista sobre aquel. La finalidad (el mensaje de salvación que se ha enviado) y los interlocutores del discurso (israelitas y los temerosos de Dios) aparecen al final. El largo discurso que tenemos en el texto bíblico (13, 16c-43) está compuesto de una primera parte (vv. 16c-25) en donde el apóstol se remonta hasta la época patriarcal, y una segunda parte (vv. 26-43) donde se testimonia la muerte y la resurrección de Jesús y se proclama que él es el Mesías. Todo el discurso está construido al modo de argumentar rabínico, con abundancia de citas del AT. El texto se inserta dentro del primer viaje apostólico de Pablo y Bernabé. Ambos habían partido de Antioquía de Siria hacia Chipre. De ahí se dirigieron a Antioquía de Pisidia, en cuya sinagoga fue pronunciado el discurso. De ahí salieron hacia Iconio, Listra y Derbe, y regresaron de nuevo a Antioquía de Siria. Este primer viaje está a su vez coloreado con otros discursos más breves, algún milagro y la narración de la asamblea de Jerusalén donde Pablo y Bernabé se reunieron con los demás apóstoles para tratar el asunto de si los gentiles debían guardar los preceptos de la Ley de Moisés. Tras el discurso de Pedro y Santiago la comunidad de Jerusalén envió una carta a los de Antioquía que provenían de la gentilidad, donde se detallaba el acuerdo al que se había llegado y la decisión de enviar junto a Pablo y Bernabé a Judas y Silas para que les expusiesen esto mismo.

Vamos a detenernos brevemente en algunos otros detalles interesantes del texto de hoy. El tema principal sobre el que gira es el mensaje de salvación que se cumple en la muerte y la resurrección de Jesús, de quien dan testimonio las escrituras y donde se engarza, como un elemento más, Juan Bautista. Se trata de una figura más del AT que testimonia este mensaje de salvación con el bautismo de conversión (Mt 3, 1-2, 5; Mc 1, 4-5; Lc 3, 3) y con sus palabras (Mt 3, 11; Mc 1, 7; Lc 3, 16; Jn 1, 20.27). Otro de los personajes importantes del texto es David. De él se recoge principalmente la historia de su ascensión al trono (1Sam 8, 5-19; 10, 20.21.24; 11, 15; 13; 14; 16, 12-13) y su obediencia a Dios (Sal 89, 20; Is 44, 28). Jesús es presentado como descendiente de aquél, la encarnación de la promesa divina (cfr. 2Sam 7, 12; Is 11, 1). El final se cierra con una distinción entre los descendientes de Abraham (judíos), de ahí la exposición de la historia de Israel, y los que “temen a Dios” (los gentiles).

- AGUIRRE, R., La Iglesia de los Hechos, (Curso Cómo leer el Nuevo Testamento 8) Fundación Santa María, Madrid 1989.

Es una obra breve, pero trata con profundidad las cuestiones más importantes del libro de los Hechos. Podría ser una oportunidad para ir familiarizándose con el lenguaje y el método científico a la hora de trabajar textos bíblicos.

- Los Hechos de los Apóstoles, (Cuadernos Bíblicos 21) Verbo Divino, Estella 61988.


Es una obra muy útil. Elaborada de manera clara y sencilla. Puede resultar muy interesante su trabajo en grupos de reflexión.

- RODRÍGUEZ CARMONA, A., La obra de Lucas (Lc-Hech), en R. AGUIRRE MONASTERIO-A. RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, (Introducción al Estudio de la Biblia 6) Verbo Divino, Estella 1992, 277-388.


Véase el breve comentario que hacíamos el domingo 12 del T.O.

(Algunas indicaciones generales sobre el evangelio de Lucas se ofrecen en el comentario del domingo 12 del T.O.)

El relato evangélico pertenece a la primera parte del evangelio de Lucas, donde se hace la presentación de Jesús (Lc 1, 5-4, 13), que es también la presentación del Bautista. El texto se encuentra arropado por dos cánticos, el Magníficat (1, 46-55) y el Benedictus (1, 67-79). Así pues, una vez que María visita a Isabel y exulta de alegría, encontramos el nacimiento milagroso del Bautista (en todo momento caminan unidos los acontecimientos primeros de la vida del precursor y de Jesús, así lo vamos viendo desde la anunciación hasta el nacimiento). El texto está efectuando en todo momento un juego literario entre el asombro e incomprensión de los vecinos y el prodigio divino que conocen Zacarías e Isabel. El lector, aunque conocedor también de la trama, fácilmente se deja envolver por la narración, de tal modo que, al final, queda también ante la pregunta misteriosa ¿qué va a ser de este niño?

Elementos interesantes a tener en cuenta son, por ejemplo, el ambiente de alegría que rodea las promesas de Dios cumplidas en Zacarías, signo de la llegada de los nuevos tiempos mesiánicos (cfr. Is 12, 6; 25, 9; Lc 1, 28.44.47; 2, 10). El nombre, ya anunciado en 1, 13, aparece como divinamente inspirado (por el acuerdo entre la madre y el padre) e indica la excepcional personalidad de Juan y su misión, de ahí que el auditorio se sorprenda, puesto que la costumbre era llamar al hijo como al padre (cfr. Tob 1, 9) y se extrañe aún más al recuperar Zacarías el habla (de nuevo, la corroboración divina). En este momento habría que haber colocado el himno de Zacarías, sin embargo, Lucas anticipa algunas noticias completando así la narración y añadirá el cántico a modo de “excursus” (así ocurre, por ejemplo, en 1, 56 donde se dice que María volvió a su casa, pero hay que tener en cuenta que lo hizo después del nacimiento de Juan, o en 3, 20 donde se dice que Juan fue encarcelado por Herodes, cosa que ocurre antes del bautismo de Jesús). Es interesante también la referencia al miedo, alusión al “temor” sagrado ante la presencia de lo sobrenatural (1, 12). La narración ha mantenido al auditorio en tensión, tal como ocurría en 1, 21. Tras ello viene la meditación “en el corazón”, que ya desde el AT es la sede de la inteligencia y la memoria y que en el NT aseguran también la unión entre Dios y su pueblo (Mc 7, 21). Estas noticias que nos transmite Lucas pueden ser un indicio del uso de fuentes directas o indirectas. El relato termina con el versículo que cierra el Benedictus y que se convierte en un estribillo que se va a aplicar a Jesús en este mismo evangelio (2, 40.52). Se trata de una fórmula que también encontramos en el AT aplicada a personajes que portaban la bendición divina (cfr. Jue 13, 24-25; 1Sam 2, 26). La mención del desierto prepara la próxima aparición de Juan en el evangelio (3, 1-3).

Para continuar el estudio: Puede consultarse la bibliografía que ofrecíamos el domingo 20 de junio.


Comentario teológico

Un siervo, Juan y Jesús son los protagonistas de su pueblo. Su vocación y su misión son el plan de salvación de Dios. Sus historias van desplegando con distintos matices los colores del cielo. Y desde el otro lado misterio y asombro. Vamos a acercarnos a cada uno de ellos.

El profeta Isaías se admira al contemplar la historia de Dios en la vida del siervo. Comienza ésta cuando aún no ha nacido y crece como si fuera expresión de Dios. Para comprobar su grandeza fue necesaria una mirada a sí mismo, a sus intereses propios, y comprender su soledad y debilidad. Pero de nuevo le habla quien con su presencia conformó su ser y cuya mano lo ha ido protegiendo y ha desvelado la grandeza de su misión. Ahora le muestra la inmensidad a la que lo llama: ser luz de las naciones. Su historia personal que antes se fundía con la de su pueblo transciende ahora hacia una historia universal. La mirada hacia sí mismo, que le hizo comprobar su falta de sentido, se ha convertido en una mirada hacia todos los pueblos y, lo que antes era dicha de sí o de un solo pueblo ahora es salvación que llega al confín de la tierra.

A la historia y misión del siervo se añaden nuevos matices cuando nos acercamos al evangelio. La figura del siervo se concreta: Juan Bautista. En torno al prodigio divino de su nacimiento aparecen la alegría y el asombro. A Isabel le llegan muestras de cariño por parte de sus vecinos y parientes dado que se trata de una obra de Dios. Recuerda a las matriarcas del AT cuando su dicha se veía colmada por Dios que infundía vida en sus cuerpos estériles. Así se nos lleva hasta la cuestión del nombre, que se convierte en la trama central. Las discrepancias, las faltas de acuerdo, refuerzan el sentido. Por último, una nueva obra extraordinaria de Dios: Zacarías escribe el nombre del niño y comienza a hablar de nuevo. En el nombre está el designio de Dios y la misión a la que se llama a su siervo. Entroncamos una vez más con los grandes personajes de Dios del AT. Como entonces, ahora ya no es su nombre Zacarías, sino Juan, porque pertenece a Dios. Hasta el final permanece el temor y el misterio pues la vida del niño crece de acuerdo a los planes divinos. Vive en el desierto donde prepara la nueva tierra de Dios, como ya lo hicieron los antiguos israelitas, y se presenta a su pueblo para dar razón de lo más inesperado: Dios en persona se hace presente en la tierra.

Así es como recogen los Hechos de los Apóstoles la figura del siervo Juan para dirigirlo al otro gran siervo, Jesús. En la lectura teológica que estamos desarrollando, podemos ir viendo la progresiva concreción de detalles. Si el evangelio contiene veladas referencias a la historia del pueblo elegido, aquí son explícitas, el pueblo de Dios, Abraham, David, Juan, etc., forman parte de la cadena de siervos. Si el misterio y el temor envuelven la narración evangélica, ahora se descubre la identidad del Bautista, el testimonio más próximo del Hijo de Dios.

La salvación universal y la luz de las gentes del siervo de Isaías toman carne en Jesús. La historia latente en este nombre desplegará nuevos significados de la presencia del cielo en la tierra con su muerte y su resurrección. Y a este lado, el creyente, con su propia historia que Dios conoce y sondea, como recuerda el salmo, y también con una misión para su pueblo: dar testimonio de la luz.


Para la revisión de vida

- ¿Cómo entiendo la llamada de Dios en mi vida? ¿En qué se diferencia de mis “llamadas” personales?

- ¿Qué características son las que me acercan o me alejan del siervo de Dios?

- ¿Me cuesta ver las actitudes de “siervos” que otros tienen o reconozco su presencia como un don de Dios? ¿Cuáles son las características que creo deben tener? ¿Cómo les manifiesto mi apoyo?

- ¿Es realmente importante para mí estar al servicio del Reino o más bien es un pretexto que alimenta mi egoísmo? ¿Soy consciente de que no hay otro modo de conocer a Dios si no es desde este servicio?

- En el entorno donde vivo, ¿qué acciones concretas debo emprender para ser un servidor de Dios?


Para la reunión de grupo

- La figura clave de las lecturas de hoy es el siervo, ¿cuáles son las características que lo definen? ¿Cuáles deben ser las que definan al siervo de Dios en la actualidad?

- El siervo del que habla el profeta Isaías comprende su misión desde la llamada de Dios antes, incluso, de su nacimiento, ¿qué relación existe entre esta llamada, reconocer su presencia en nuestras vidas y la misión a llevar a cabo?

- El salmo de hoy es uno de los más bellos del salterio. Presenta la elección divina desde la acción de gracias que brota cuando se reconoce la presencia de Dios en la vida. ¿Qué tipo de lenguaje se emplea? ¿A qué campo semántico hacen referencia? ¿Qué imagen de Dios es la que transmite? ¿Cuál puede ser la enseñanza que extraemos de aquí?

- En la lectura de los Hechos de los apóstoles el autor recorre brevemente la historia de Israel para mostrar a su auditorio el significado de la figura de Jesús, ¿por qué se utiliza esta forma de argumentar? ¿a la hora de llevarlo a nuestras vidas, tiene algo que enseñarnos?

- El evangelio presenta el nacimiento de Juan Bautista envuelto en un halo de misterio y temor de Dios, realzando así el prodigio, ¿podemos seguir manteniendo esta forma de hacer “teología”? ¿Qué tipo de lenguaje es el que deberíamos utilizar?


Para la oración de los fieles

- Te pedimos, Señor, por todas las comunidades cristianas de nuestro mundo. Que la lección del Bautista, que vino para dar testimonio de Jesús, nos mueva a transparentar y a llevar a cabo el Reino de Dios.

- Por nuestro mundo, por las situaciones de egoísmo que lo envuelven y por nosotros, para que luchemos por cultivar actitudes de servicio y de entrega generosa.

- Señor, que sepamos alegrarnos por las cosas que cada día nos regalas, por nuestra vida, por tu presencia que nos conoce totalmente y por tu apoyo.

- También te presentamos, Señor, a todos los que de forma callada son tus siervos. A los que dan incluso su vida por tu causa.

- Señor, danos ojos claros para reconocer y valorar a los verdaderos siervos de nuestra comunidad.


Oración comunitaria

Señor, en la fiesta de Juan Bautista queremos agradecerte la presencia de las personas que con sus vidas dan testimonio de Jesús, de su amor, de su entrega a los más necesitados, de su lucha desinteresada por la justicia. Y también te pedimos que cada día nos concedas la fuerza y la ilusión que necesitamos para ponernos a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor.
 


20. FLUVIUM 2004

Gracia divina y correspondencia humana

Juan el Bautista, cuyo nacimiento hoy celebramos, es un ejemplo, entre tantos, de correspondencia a las gracias de Dios, fiel a su vocación: a lo que, incluso antes de nacer, esperaba de él la Trinidad Beatísima. Recordemos, como afirma san Pablo, que Dios nos ha escogido, antes de la constitución del mundo, para que seamos santos y sin mancha en su presencia, por el amor.

El designio divino de la Redención del hombre preveía un precursor que anunciase la llegada del Hijo de Dios encarnado. El evangelista San Marcos recoge la profecía: conforme está escrito en Isaías el profeta: "Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino".
"Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas".

La aparición de Juan, el "Precursor", era señal inequívoca de la inminente llegada del Mesías. Tenían, en efecto, razón los paisanos de Zacarías e Isabel, padres de Juan cuando decían:
—¿Qué va a ser, entonces, este niño?
Porque la mano del Señor estaba con él.

Y es que nuestro Dios siempre asiste con su Gracia poderosa a sus elegidos, para que puedan cumplir lo que de ellos espera. Su nacimiento había sido anunciado proféticamente desde antiguo y al propio Zacarías, su padre, un ángel le advirtió de su nacimiento. Y esto, a pesar de su incredulidad, pues no era razonable –pensaba Zacarías– que tuvieran un hijo con edad tan avanzada, será para ti gozo –le dijo el ángel–; y muchos se alegrarán con su nacimiento, porque será grande ante el Señor. No beberá vino ni licor, estará lleno del Espíritu Santo ya desde el vientre de su madre y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios; e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo perfecto.

No le faltarían a Juan la luz ni la energía necesaria para cumplir su misión. Dios mismo se hacía garante de su capacidad: quedaría lleno del Espíritu Santo desde antes de nacer, y así sería poderoso e infalible como Elías, que –bien lo sabían todos los judíos–, unido Dios, había salido siempre victorioso y de modo espectacular, incluso, frente a los mayores poderes de su tiempo que se oponían al único verdadero Dios.

En su Providencia, Dios había cubierto de gracias muy singulares, a quien habría de cumplir una misión única y decisiva en orden a la Redención humana. El nacimiento de Juan fue acompañado de fenómenos del todo extraordinarios. El Bautista venía, así, al mundo –lleno del Espíritu Santo– con el importante bagaje sobrenatural que lo capacitada para una gran misión. Pero consideremos, en todo caso, que, guardando la debida proporción, así actúa siempre Dios con todos los hombres. Lo que espera de cada uno depende de las circunstancias personales, de la capacidad nuestra, que tenemos como todo lo demás, recibida de Dios. No es injusto, pues, Dios ni arbitrario, y el amor con obras que le debemos no debe ser sino el desarrollo de los talentos que nos ha concedido. Esas parábolas del señor de la casa que se marcha y distribuye sus bienes entre unos criados y reclama a su regreso el fruto correspondiente, deben estar habitualmente presentes en nuestra mente.

No se trata, sin embargo, de vivir como atemorizados, con el pensamiento de que nos pedirán cuentas y que hay que exigirse, no nos vayan a castigar. Nos pedirán cuentas, por supuesto; pero no es Dios, Nuestro Padre, una autoridad amenazante, como si sólo le importara el resultado fáctico de nuestra conducta. Imaginémonos, más bien, a un padre que, con toda ilusión, concede a su hijo lo necesario para el trabajo que le encomienda, y que sólo espera ponerse contento viendo el progreso del hijo; que logra las metas que se propone y se propone lo que es su verdadero bien, lo que el padre le ha sugerido –porque lo quiere, porque lo conoce–, de acuerdo con su capacidad, pensando sólo en el bien del hijo y sabiendo sus gustos, sus aficiones, su carácter y lo que en definitiva le producirá más alegría.

Contemplando a Juan el Bautista, resalta de inmediato la idea de vocación: la llamada de Dios a cada persona, que cada uno debemos responder. No ha surgido entre el los nacidos de mujer nadie mayor que Juan el Bautista, declaró Jesús. Son las palabras que, aparte de poder resaltar las cualidades objetivas concedidas al "Precursor", ponen de manifiesto sin duda, su libre y fiel correspondencia al designio divino. No parece que Jesús pudiera alabar, y menos de modo tan solemne, a quien únicamente hubiera recibido muchos talentos, sin mérito alguno de su parte, a menos que hubiera respondido a ellos con libre generosidad, dando el fruto que Dios esperaba, correspondiendo de modo heroico a su vocación.

Encomendemos nuestros buenos deseos de correspondencia a lo que el Señor nos pide en nuestra vida y cada mañana y cada tarde, a la Madre de Dios, Madre nuestra del Cielo, como quiso Jesucristo. Responder a la vocación es entrega, servicio, docilidad y, como es respuesta a Dios, grandeza, plenitud de vida. Así, María es la esclava del Señor y la Reina del mundo.


21.

Reflexión

De la misma manera que Dios había destinado a san Juan para una misión, así ocurre en la vida de cada uno de nosotros. Para ello, es importante el tener, como lo tuvo el Precursor. una sólida formación no solo humana, sino espiritual. Muchas veces la misión propuesta de Dios para nosotros no llega a dar fruto, o al menos el fruto esperado, por la falta de formación… de preparación. Juan, a fin de estar preparado para su misión, nos dice la Escritura que vivió en el desierto (lugar bíblico en donde el pueblo de Dios crece y se fortalece espiritualmente mediante una comunión profunda con Dios). Si, queremos que nuestra vida dé fruto y sea capaz de realizar el proyecto pensado por Dios para cada uno de nosotros, debemos darnos tiempo para la lectura espiritual, para nuestra oración y para la meditación de la Palabra de Dios, elementos fundamentales para el crecimiento y la madurez espiritual. Piensa hoy un poco en cómo te estás preparando para la misión que Dios tiene para ti.

Que pases un día lleno del amor de Dios.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro
 


22.

El evangelio de hoy me muestra a Dios rompiendo esquemas. Isabel y Zacarías, una pareja de edad avanzada que engendran y llegan un embarazo a feliz término. Una tradición de nombres que se rompe. Una mujer que convoca enérgicamente la decisión de Dios. Una boca y una lengua que se desatan para proclamar su palabra. Ese es Dios, no hay otro igual. Llega a nuestras vidas rompiendo esquema, desprogramando, desinstalando. Si creemos que porque le seguimos viviremos una vida de color de rosa, estamos equivocados, no le conocemos realmente. Abrir nuestras vidas a Dios significa transcender a lo humano. Eso espera de nosotros. ¿Estamos dispuestos?

Señor, como el Salmista, tu me conoces. De lejos penetras mis pensamientos. Nada quiero ocultar a tí. Ven y sondéame en este momento y comienza a romper todos mis esquemas para que pueda ser completamente tuya.

Dios nos bendice,

Miosotis