REFLEXIONES

 

1.

-CAMBIA EL AMBIENTE: EMPIEZA EL CAMINO CUARESMAL DE LA PASCUA

Todo debe apuntar hoy al inicio de la Cuaresma como camino hacia la Pascua. Los varios elementos clásicos en esta ambientación -que trataremos de nuevo el domingo próximo- deben estar ya presentes desde hoy: el color morado, la ausencia de las flores y del aleluya, el repertorio propio de cantos...

Al comienzo de la celebración se omite el acto penitencial: se reza o canta, por tanto, el Señor ten piedad, sin intenciones.

Y cosas que si siempre son importantes, lo son más todavía cuando se inicia un tiempo con significado más intenso: proclamar de un modo más expresivo y cuidado las lecturas del día, cantar el salmo responsorial, al menos su antífona entre las varias estrofas, y hacer una breve homilía, ayudando a entrar en el clima de la Cuaresma. La Plegaria puede ser una de las de Reconciliación.

-LA CENIZA, UN GESTO QUE PUEDE SER EXPRESIVO

El gesto simbólico propio de este día es uno de los que ha calado en la comunidad cristiana, y puede resultar muy pedagógico si se hace con autenticidad, sin precipitación; con sobriedad, pero expresivamente. Como ya ha resonado y se ha comentado la Palabra de Dios, la imposición de la ceniza comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversión.

El sacerdote se impone primero él mismo la ceniza en la cabeza -o se la impone el diácono u otro concelebrante, si lo hay- porque también él, hombre débil, necesita convertirse a la Pascua del Señor. Luego la impone sobre la cabeza de los fieles, tal vez en forma de una pequeña señal de la cruz. Si parece más fácil, se podría imponer en la frente, por ejemplo a las religiosas con velo. Es bueno que vaya diciendo en voz clara las dos fórmulas alternativamente, de modo que cada fiel oiga la que se le dice a él y también la del anterior o la del siguiente.

Si no va a resultar complicado, se podría introducir una manera nueva de realizar el gesto.

Una fórmula apunta a la conversión al Evangelio: «Convertíos y creed el Evangelio» (que parecería más propio que se dijera en singular, como la otra es más interpelante). Mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Ahora bien, parece que sería más educador acompañar estas palabras con dos gestos complementarios: el sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la fórmula de la ceniza y el polvo, y a continuación el fiel pasa a otro ministro que está al lado y que le ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre él la fórmula que habla del evangelio.

No creo que complique mucho el rito, y podría resultar más expresivo de la doble dimensión de la Cuaresma. Ya se ha experimentado con éxito en algunas comunidades, tanto parroquiales como más homogéneas y reducidas.

-LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS

Las tres lecturas de hoy expresan con claridad el programa de conversión que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertíos y creed el Evangelio; convertíos a mí de todo corazón; misericordia, Señor, porque hemos pecado; dejaos reconciliar con Dios; Dios es compasivo y misericordioso...

Cada uno de nosotros, y la comunidad, y la sociedad entera, necesita oír esta llamada urgente al cambio pascual, porque todos somos débiles y pecadores, y porque sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios de este mundo, que no son precisamente los de Cristo.

Es bueno que en la homilía se haga notar la triple dirección de esta conversión que apunta el evangelio:

a) la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad, comprensión, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o de lejos,

b) la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación, c) y el ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.

Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave pascual.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, 3


2.

¿Una ceniza sin sentido?

Hablando de la ceniza ¿qué queremos significar?

¿La caducidad de la vida? "Acuérdate, hombre, que eres polvo..." Será bueno decirle al hombre moderno, que tiende a disfrutar y a centrarse en el presente, que todo pasa y tiene fin. Pero digámoslo con un lenguaje más optimista y esperanzado. No vamos ahora a coger calaveras para los sermones. Vivimos en la temporalidad, pero estamos tocados de eternidad. Estamos amenazados no de muerte, sino de resurrección.

Miércoles de la solidaridad

La penitencia. Es otro significado de la ceniza. Solía acompañar a los ayunos y también se usaban vestidos de saco. Mortificar la carne y sus concupiscencias. Seguimos diciendo que hoy más que nunca es bueno predicar la austeridad, que gastamos y consumimos demasiado, que es injusticia y locura el tren de vida que llevamos. Pero hagámoslo en línea de «vivificaciones». Digamos que la austeridad es libertad y que el compartir es una fiesta. Digamos que los oídos de la justicia escucha los gemidos de los pobres. Digamos que la Iglesia ejerce el ministerio de la alegría, no el de la muerte. En línea de vivificación, además de «tomar la ceniza» abramos una cuenta corriente para la caridad.

Miércoles de la humildad 

La ceniza es humilde y nos humilla, desde luego. La ceniza no tiene el esplendor y la fuerza del fuego, ni la vitalidad o fecundidad del agua y la tierra. La ceniza no tiene la belleza de las piedras o la fragancia de los perfumes. La ceniza no sirve para nada. Y bueno es que sintamos nuestra incapacidad. A esta generación orgullosa y soberbia le hace falta una cura de humildad. Pero la ceniza no es lo nuestro.

La humildad debe ir de la mano de la verdad. Y la verdad no es que estemos destinados a ser pura ceniza. Sobre este polvo nuestro Dios ha soplado, y su soplo es Espíritu de vida. Sería mejor para ayudarnos a ser humildes, que, además de «tomar la ceniza» invitáramos a besar la tierra de donde procedemos, pero que fue también besada por el mismo Dios.

CARITAS
UN CAMINO MEJOR
CUARESMA 1987


3.

Los "signos" ¿Qué hacemos con la ceniza y el ayuno? En sí no son nada. Hay que mirar el signo y el significado. Las cosas, los ritos, los gestos, no valen tanto por sí mismos, sino por el signo y el significado, por el fin para lo que se hacen y por el espíritu con que se hacen. Es lo que bellamente nos enseña hoy Jesús en el evangelio. La limosna en sí no es nada. La limosna puede ser un ropaje del orgullo. La limosna sólo vale si procede de la misericordia y el amor. La oración en sí no es nada. La oración puede ser un acto de autocomplacencia o un afán por fabricarte tu aureola. La oración sólo es buena si es fruto del Espíritu y el amor. El ayuno en sí no es nada. El ayuno puede servir para alimentar tu vanidad. El ayuno que agrada al Padre es el que se hace desde la humildad y la caridad. Ayunos, oraciones y limosnas, pero no por la mera ley, ni siquiera buscando la recompensa, sino porque te salga del alma.

-Llamada a la austeridad: AYUNO/AUSTERIDAD

En cuanto a nuestro ayuno. Hoy es más necesario que nunca, por aquello del consumismo. Nuestro ayuno es una llamada a la austeridad y a la solidaridad. No ayunamos para mortificar el estómago, sino el egoísmo. Ayunamos para ser más libres, contra el dictado consumista. Ayunamos para compartir con los que ayunan forzosamente todos los días. Ayunamos desde el amor y para el amor.

-La condición humana

La ceniza nos habla de nuestra fragilidad, de nuestra condición humana: mortal y pecadora. Pero las palabras que acompañan iluminan el rito y elevan nuestra mirada: «Convertíos y creed en el evangelio». Así pues, la ceniza nos convence de la necesidad del evangelio, de la necesidad de aceptar y creer la Buena Noticia. Un evangelio que nos salva de la fragilidad y de la muerte; por eso es Buena Noticia. Un evangelio capaz de transformar nuestras cenizas en luz. Hoy nos imponemos la ceniza para propiciar nuestra conversión y para ayudarnos a creer más en el evangelio. Hoy nos imponemos la ceniza para convencernos de que nuestra propia ceniza puede ser redimida y resucitada, ceniza «enamorada», ceniza iluminada, ceniza consagrada.

CARITAS
RIOS DEL CORAZON
CUARESMA Y PASCUA 1993.Págs. 37 s.


4. SIGNOS

La Cuaresma, un atrio de entrada que nos ayuda a dar el paso desde la vida cotidiana (y más si el carnaval ha sido un tanto movido) hacia la conversión preparatoria de la Pascua. Siempre nos va bien aligerarnos de cosas superfluas y recapacitar sobre la dirección que lleva nuestra vida, para entrar así en la marcha hacia la Pascua.

Ceniza, camino de Pascua

El simbolismo de la ceniza es muy antiguo y muy popular. La ceniza, recordándonos que el hombre está hecho del polvo de la tierra y es caduco, nos hace humildes. Abrahán, al dialogar con Dios sobre la salvación de Sodoma y Gomorra, reconoce que no tiene derecho a nada, porque es «polvo y ceniza».

La humildad aumenta y se tiñe de sentido penitencial cuando recordamos que además somos pecadores. No es extraño que ya en el AT la penitencia se expresara con la ceniza. Al inicio de la Cuaresma, ya desde hace muchos siglos, la comunidad cristiana recibe en la frente el austero signo de la ceniza, después de que la lectura de la palabra nos ha invitado a la conversión.

El camino de la conversión pascual empieza con el símbolo de la ceniza y acaba en la Vigilia con el del fuego, el agua y la luz. Es una unidad dinámica, que quiere comprometer a cada cristiano en su seguimiento de Cristo y comunicarle la gracia pascual: a través de la renuncia y la cruz, hasta la nueva existencia de resucitados.

El destino es la Pascua, la vida. Pero el camino pasa también por la renuncia y la humildad. El «hombre viejo» tiene que dejar paso al «hombre nuevo». No está mal que el signo de la ceniza nos lo recuerde.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS
La Cuaresma día tras día
Barcelona 1997. Pág. 12


5.

* Hoy, debido a la imposición de la ceniza, se suprime el acto penitencial del comienzo. Por tanto, del saludo y las palabras introductorias, se pasa directamente al "Señor, ten piedad" (sin invocaciones) y luego a la oración colecta.

La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, estén con todos vosotros.

(- Hoy, Miércoles de Ceniza, todas las comunidades cristianas se reúnen para iniciar la Cuaresma. Nosotros, también. Y es que todos necesitamos una preparación para la Pascua. Necesitamos un tiempo de conversión. Un tiempo para abandonar todo lo que nos distrae de lo esencial. Un tiempo para darnos cuenta que ninguno de nosotros se encuentra a la altura de esta gran vocación que tenemos, la de cristianos.

- Todos necesitamos constantemente la gracia y el perdón de Dios. Hoy, todos juntos, como comunidad, lo expresamos en esta celebración: por la imposición de la ceniza, y pidiendo a Dios que nos sea provechoso este "tiempo de la gracia" que nos conducirá a la alegría de la Pascua de Jesucristo. Aclamémosle, a él, que es Señor de nuestras vidas.)

• Se canta directamente el "Señor, ten piedad", sin invocaciones.

Colecta: Oremos (silencio un poco más largo). 

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo...

Antes de las lecturas: 

Las lecturas que leeremos nos llaman a la conversión, al cambio radical de vida. Y nos dirán que hoy, ahora mismo, es el día de la salvación, el tiempo de la gracia. Y nos dejarán muy claro que lo que Dios quiere es la conversión que empieza en el corazón, no la que se queda en la apariencia. Escuchémoslo con toda nuestra atención.

-Rito de imposición de la ceniza. Después de la homilía tiene lugar el rito de la imposición de la ceniza, que podría hacerse de la manera siguiente: El que preside, después de bendecir la ceniza, se acerca a los fieles. A su lado se sitúa otro ministro o un laico sosteniendo el evangeliario (o el leccionario) abierto. El sacerdote impone la ceniza, pronunciando la formula primera del misal. Y el fiel pasa entonces al otro ministro, que le ofrece el libro para besar (o tocar con la mano y santiguarse, mientras dice la otra formula del misal referente al Evangelio. Mientras, se pueden entonar cantos de conversion cuaresmal.

Oración universal:

Animados por el Espíritu de Dios, que todo lo renueva, dirijamos nuestras invocaciones a Cristo, nuestro Redentor. Respondamos diciendo: ENVÍA, SEÑOR, TU ESPÍRITU DE VIDA.

1. Sobre los pastores de la santa Iglesia: ENVÍA, SEÑOR,...

2. Sobre los esposos consagrados en el amor:

3. Sobre las personas dedicadas al servicio de Dios:

4. Sobre los pobres y los que ocupan los últimos lugares:

5. Sobre los perseguidos y oprimidos:

6. Sobre los enfermos y los desesperados:

7. Sobre los niños y los ancianos abandonados:

8. Sobre las víctimas del hambre y del odio:

9. Sobre los que están solos y buscan quien les consuele:

10. Sobre los que se han descarriado y alejado de Dios:

11. Sobre los que empezamos el camino de preparación hacia la Pascua:

Envíanos tu Espíritu, Señor Jesús, que cree en nosotros un corazón puro. Danos tu perdón y tu paz. Tú, que vives y reinas, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Ofrendas:

Al ofrecerte este sacrificio que inaugura la Cuaresma te pedimos, Señor, que nuestras obras de caridad y nuestras penitencias nos ayuden al dominio de nosotros mismos. Para que, limpios de pecado, merezcamos celebrar piadosamente los misterios de la pasión de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Plegaria eucarística de la reconciliación.

Padrenuestro: Dispuestos a perdonar a los que nos ofenden, para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece, nos atrevemos a decir:

Poscomuníón: Oremos (pausa).

Señor, estos sacramentos que hemos recibido hagan nuestros ayunos agradables a tus ojos y obren como remedio saludable de todos nuestros males. Por...

Oración sobre el pueblo:

Hermanos: terminamos nuestra celebración. Pero que nuestra oración no cese nunca. Pidamos a Dios su fuerza y su gracia en este tiempo de Cuaresma. Inclinaos para recibir la bendición. (La oración se dice con las manos extendidas sobre la asamblea).

Haz que tu pueblo, Señor, se vuelva hacia ti de todo corazón; pues tú, que le sigues defendiendo aun cuando peca, le proteges con más amor cuando te sirve fielmente. Por Jesucristo nuestro Señor.

La bendición de Dios todopoderoso...

Para que se haga notar el inicio del tiempo cuaresmal, se puede terminar la celebración en silencio, sin canto ni música.

Entrada:

*Dame tu perdón, MD 343(943) / CLN 111; Escuchemos la voz, MD 336(936); Perdona a tu pueblo, MD339(939)/CLN 104y125.

Responsorial. 'Misericordia, Señor, MD 124(724) / CLN D 15.

Antes del evangelio: Señor, Dios nuestro, restáuranos, MD 111(711) / CLN D 2.

Imposición de la ceniza: Sí, me levantaré, MD 331(931) /CLN 107; Grande estu ternura, MD 341(941).

Comunión: 'Dios es fiel, MD 337(937) / CLN 117; Os doy un mandato nuevo, MD 350(950) / CLN 164; Andando por el camino, MD 178(778) / CLN O 25.


6. CLARETIANOS 2004

Ceniza y Evangelio

“Perfúmate, no desfigures tu cara, no estés cabizbajo”. No sé cuántos predicadores habrán presentado este mensaje, y es Palabra de Dios, que leen, desde siempre, en el Miércoles de Ceniza.

Es el pórtico de Cuaresma. Como en la obertura de algunas piezas musicales, en la que aparecen todos los motivos que se desarrollarán más tarde, el Miércoles de Ceniza junta todos los matices del camino cuaresmal. Cuaresma es subir al Monte, a Jerusalén, y allí tocar a Cristo muerto y resucitado. Cuaresma es preparación al Misterio Pascual. Históricamente, pedagógicamente y teológicamente todo se cumple en el vivir bien nuestra condición de bautizados. El catecúmeno que vive en tensión para ser bautizado en la Vigilia Pascual o el cristiano viejo que re-vive su morir al pecado y su resurrección a una vida más buena, los dos ponen al Bautismo en el centro de su proyecto cuaresmal.

Muerte y vida, ceniza y agua conviven en la Cuaresma. En el mismo rito de la imposición de la ceniza escuchamos alternativamente “Acuérdate de que eres polvo” y “Cree en la Buena Noticia”. Morimos al pecado. Nos vestimos de morado y enmudece el aleluya. Nos convertimos; no tanto porque abandonamos el pecado sino porque volvemos al Padre, aunque no seamos dignos de llamarnos hijos suyos. De otra manera lo dijo el poeta: “Hay que volver al pan, a Dios y al vino, son ellos mi destino “ (Miguel Hernández). Resucitar para Dios porque es tiempo de gracia y hora de salvación. La Cuaresma acaba en la Pascua de primavera, en vida renovada. “Como el sol que se esconde y revive en el alba, resucitó el Señor”. Todo nos convoca a la vida: el agua de la samaritana, la luz que recobra el ciego para sus ojos, la resurrección de Lázaro.

El Evangelio de hoy nos marca tres caminos cuaresmales: el ayuno, la oración, la limosna. Hay que dejar la rutina de nuestros ayunos. Si ayuno es para poder dar más y mejor. Recuento mis adicciones al consumismo loco, a la bebida, al juego, al internet; buen campo para el ayuno. La oración en Cuaresma es más intensa. Las páginas litúrgicas son particularmente ricas y sugerentes durante este tiempo fuerte. También la religiosidad popular tiene cabida con sus vía crucis, procesiones, misereres y peregrinaciones. La limosna queda actualizada. Propongo cosas como estas: hacerse voluntario en Cáritas, Proclade, etc; negarse a comprar productos que sean fruto de una explotación, no digamos si es infantil; algún día de cada semana de Cuaresma privarme de algo programado para dar a una persona o institución; hacer revisión comprometida de los gastos superfluos. Así, lo que comienza en cenizas desembocará en el agua de vida. Al fondo, siempre la Pascua.

Conrado Bueno Bueno (ciudadredonda@ciudadredonda.org)


7. Comentario: Rev. D.. Manel Valls i Serra (Barcelona, España)

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos»

Hoy iniciamos la Cuaresma: «He aquí el día de la salvación» (2Cor 6,2). La imposición de la ceniza —que debiéramos recibir— es acompañada por una de estas dos fórmulas. La antigua: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás» ; y la que ha introducido la liturgia renovada del Concilio: «Conviértete y cree en el Evangelio». Ambas fórmulas son una invitación a contemplar de manera diversa —normalmente tan superficial— nuestra vida. El papa san Clemente I nos recuerda que «el Señor quiere que todos los que ama se conviertan».

En el Evangelio, Jesús pide practicar la limosna, el ayuno y la oración alejados de toda hipocresía: «No lo vayas trompeteando por delante» (Mt 6,2). Los hipócritas, enérgicamente denunciados por Jesucristo, se caracterizan por la falsedad de su corazón. Pero, Jesús advierte hoy no sólo de la hipocresía subjetiva sino también de la objetiva: cumplir, incluso de buena fe, todo lo que manda la Ley de Dios y la Escritura Santa, pero realizándolo de manera que quede en la mera práctica exterior, sin la correspondiente conversión interior.

Entonces, la limosna —reducida a “propina”— deja de ser un acto fraternal y se reduce a un gesto tranquilizador que no cambia la mirada sobre el hermano ni hace sentir la caridad de prestarle la atención que se merece. El ayuno, por otra parte, queda limitado al cumplimiento formal, que ya no recuerda en ningún momento la necesidad de moderar nuestro consumismo compulsivo ni la necesidad que tenemos de ser curados de la “bulimia espiritual”. Finalmente, la oración —reducida a estéril monólogo— no llega a ser auténtica apertura espiritual, coloquio íntimo con el Padre y escucha atenta del Evangelio del Hijo.

La religión de los hipócritas es una religión triste, legalista, moralista, de una gran estrechez de espíritu. Por el contrario, la Cuaresma cristiana es la invitación que cada año nos hace la Iglesia a una profundización interior, a una conversión exigente, a una penitencia humilde, para que dando los frutos pertinentes que el Señor espera de nosotros, vivamos con la máxima plenitud de alegría y el gozo espiritual de la Pascua.


8.

Juan Pablo II: Audiencia general 16-02-1983
(Osservatore Romano 17-2-1983

“Volved a mí de todo corazón” (Jl 2,12)

Este tiempo privilegiado del año litúrgico está caracterizado por el mensaje bíblico que se puede resumir en una palabra: ....”Convertios!” La ceremonia sugestiva de la imposición de la ceniza eleva nuestro espíritu hacia la realidad eterna, hacia Dios que es el principio y el fin, el alfa y la omega de nuestra existencia. (Ap 21,6) En efecto, la conversión no es otra cosa que un retorno a Dios, valorando las realidades terrenas a la luz indefectible de la verdad divina. Es una estimación que nos empuja a ver cada vez con más claridad de conciencia que estamos aquí de paso, en medio de las vicisitudes penosas de esta tierra y nos anima a esforzarnos por instaurar el Reino de Dios dentro de nosotros mismos y para que la justicia se establezca en el mundo.

La palabra “penitencia” es también sinónimo de “conversión”. La Cuaresma nos invita a practicar el espíritu de la penitencia, no en un sentido negativo de tristeza y frustración, sino en el sentido de elevar nuestro espíritu, liberándolo del mal, d eshacernos del pecado y de todas las influencias que pueden entorpecer nuestro paso hacia la plenitud de la vida. Penitencia como remedio, como reparación, como cambio de mentalidad para disponernos a la fe y a la gracia, pero que supone voluntad, esfuerzo y perseverancia. Penitencia como expresión de un compromiso libre y generoso en el seguimiento de Cristo.


9. Miércoles de Ceniza. "El tiempo del desierto puede transformarse en ocasión de gracia" - Pedro Langa, 01 de marzo de 2017 a las 09:17