Proemio
1. Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar día en
día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo
las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir
a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos
los hombres al seno de la Iglesia. Por eso cree que le corresponde de un modo particular
proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia.
La Liturgia en el misterio de la Iglesia
2. En efecto, la Liturgia, por cuyo medio "se ejerce
la obra de nuestra Redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía,
contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, y manifiesten a los demás,
el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia. Es
característico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de
elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el
mundo y, sin embargo, peregrina; y todo esto de suerte que en ella lo humano esté
ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la
contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos. Por eso, al edificar día a
día a los que están dentro para ser templo santo en el Señor y morada de Dios en el
Espíritu, hasta llegar a la medida de la plenitud de la edad de Cristo, la Liturgia
robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta así la
Iglesia, a los que están fuera, como signo levantado en medio de las naciones, para que,
bajo de él, se congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos, hasta que
haya un solo rebaño y un solo pastor.
Liturgia y ritos
3. Por lo cual el sacrosanto concilio estima que han de
tenerse en cuenta los principios siguientes, y que se deben establecer algunas normas
prácticas en orden al fomento y reforma de la Liturgia.
Entre estos principios y normas hay algunos que pueden y
deben aplicarse lo mismo al rito romano que a los demás ritos. Sin embargo, se ha de
entender que las normas prácticas que siguen se refieren sólo al rito romano, cuando no
se trata de cosas que, por su misma naturaleza, afectan también a los demás ritos.
4. Por último, el sacrosanto Concilio, ateniéndose
fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y
honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven
y fomenten por todos los medios. Desea, además, que, si fuere necesario, sean
íntegramente revisados con prudencia, de acuerdo con la sana tradición, y reciban nuevo
vigor, teniendo en cuenta las circunstancias y necesidades de hoy.
CAPITULO I
PRINCIPIOS GENERALES PARA LA REFORMA Y FOMENTO DE LA
SAGRADA LITURGIA
I
NATURALEZA DE LA SAGRADA LITURGIA Y SU IMPORTANCIA EN LA
VIDA DE LA IGLESIA
La obra de la salvación se realiza en Cristo
5. Dios, que "quiere que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim., 2,4), "habiendo hablado
antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los
profetas" (Hebr., 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos envió a su Hijo, el
Verbo hecho carne, ungido por el Espíritu Santo, para evangelizar a los pobres y curar a
los contritos de corazón, como "médico corporal y espiritual", mediador entre
Dios y los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento
de nuestra salvación. Por esto en Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y
se nos dio la plenitud del culto divino.
Esta obra de redención humana y de la perfecta
glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la
Antigua Alianza, Cristo la realizó principalmente por el misterio pascual de su
bienaventurada pasión. Resurrección de entre los muertos y gloriosa Ascensión. Por este
misterio, "con su Muerte destruyó nuestra muerte y con su Resurrección restauró
nuestra vida. Pues el costado de Cristo dormido en la cruz nació "el sacramento
admirable de la Iglesia entera".
En la Iglesia se realiza por la Liturgia
6. Por esta razón, así como Cristo fue enviado por el
Padre, El, a su vez, envió a los Apóstoles llenos del Espíritu Santo. No sólo los
envió a predicar el Evangelio a toda criatura y a anunciar que el Hijo de Dios, con su
Muerte y Resurrección, nos libró del poder de Satanás y de la muerte, y nos condujo al
reino del Padre, sino también a realizar la obra de salvación que proclamaban, mediante
el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica.
Y así, por el bautismo, los hombres son injertados en el
misterio pascual de Jesucristo: mueren con El, son sepultados con El y resucitan con El;
reciben el espíritu de adopción de hijos "por el que clamamos: Abba, Padre"
(Rom., 8,15) y se convierten así en los verdaderos adoradores que busca el Padre.
Asimismo, cuantas veces comen la cena del Señor, proclaman su Muerte hasta que vuelva.
Por eso, el día mismo de Pentecostés, en que la Iglesia se manifestó al mundo "los
que recibieron la palabra de Pedro "fueron bautizados".
Y con perseverancia escuchaban la enseñanza de los
Apóstoles, se reunían en la fracción del pan y en la oración, alabando a Dios, gozando
de la estima general del pueblo" (Act., 2,14-47). Desde entonces, la Iglesia nunca ha
dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual: leyendo "cuanto a él se
refieren en toda la Escritura" (Lc., 24,27), celebrando la Eucaristía, en la cual
"se hace de nuevo presente la victoria y el triunfo de su Muerte", y dando
gracias al mismo tiempo " a Dios por el don inefable" (2 Cor., 9,15) en Cristo
Jesús, "para alabar su gloria" (Ef., 1,12), por la fuerza del Espíritu Santo.
Presencia de Cristo en la Liturgia
7. Para realizar una obra tan grande, cristo está
siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el
sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, "ofreciéndose ahora por
ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz", sea sobre
todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de
modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra,
pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente,
por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió :
"Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de
ellos" (Mt., 18,20).
Realmente, en esta obra tan grande por la que Dios es
perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su
amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre
Eterno.
Con razón, entonces, se considera la Liturgia como el
ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan y, cada
uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de
Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.
En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser
obra de Cristo sacerdotes y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por
excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna
otra acción de la Iglesia.
Liturgia terrena y Liturgia celeste
8. En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en
aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual
nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como
ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria
con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte
con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo,
hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos
con El.
La Liturgia no es la única actividad de la Iglesia
9. La sagrada Liturgia no agota toda la actividad de la
Iglesia, pues para que los hombres puedan llegar a la Liturgia es necesario que antes sean
llamados a la fe y a la conversión: "¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han
creído? ¿O cómo creerán en El sin haber oído de El? ¿Y como oirán si nadie les
predica? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?" (Rom., 10,14-15).
Por eso, a los no creyentes la Iglesia proclama el
mensaje de salvación para que todos los hombres conozcan al único Dios verdadero y a su
enviado Jesucristo, y se conviertan de su caminos haciendo penitencia. Y a los creyentes
les debe predicar continuamente la fe y la penitencia, y debe prepararlos, además, para
los Sacramentos, enseñarles a cumplir todo cuanto mandó Cristo y estimularlos a toda
clase de obras de caridad, piedad y apostolado, para que se ponga de manifiesto que los
fieles, sin ser de este mundo, son la luz del mundo y dan gloria al Padre delante de los
hombres.
Liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial
10. No obstante, la Liturgia es la cumbre a la cual
tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su
fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por
la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia,
participen en el sacrificio y coman la cena del Señor.
Por su parte, la Liturgia misma impulsa a los fieles a
que, saciados "con los sacramentos pascuales", sean "concordes en la
piedad"; ruega a Dios que "conserven en su vida lo que recibieron en la
fe", y la renovación de la Alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía
enciende y arrastra a los fieles a la apremiante caridad de Cristo. Por tanto, de la
Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y
se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y
aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su
fin.
Necesidad de las disposiciones personales
11. Mas, para asegurar esta plena eficacia es necesario
que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan
su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en
vano. Por esta razón, los pastores de almas deben vigilar para que en la acción
litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita,
sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente.
Liturgia y ejercicios piadosos
12. Con todo, la participación en la sagrada Liturgia no
abarca toda la vida espiritual. En efecto, el cristiano, llamado a orar en común, debe,
no obstante, entrar también en su cuarto para orar al Padre en secreto; más aún, debe
orar sin tregua, según enseña el Apóstol. Y el mismo Apóstol nos exhorta a llevar
siempre la mortificación de Jesús en nuestro cuerpo, para que también su vida se
manifieste en nuestra carne mortal. Por esta causa pedimos al Señor en el sacrificio de
la Misa que, "recibida la ofrenda de la víctima espiritual", haga de nosotros
mismos una "ofrenda eterna" para Sí.
Se recomiendan las prácticas piadosas aprobadas
13. Se recomiendan encarecidamente los ejercicios
piadosos del pueblo cristiano, con tal que sean conformes a las leyes y a las normas de la
Iglesia, en particular si se hacen por mandato de la Sede Apostólica.
Gozan también de una dignidad especial las prácticas
religiosas de las Iglesias particulares que se celebran por mandato de los Obispos, a
tenor de las costumbres o de los libros legítimamente aprobados.
Ahora bien, es preciso que estos mismos ejercicios se
organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la
sagrada Liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que la
liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos.
II
NECESIDAD DE PROMOVER LA EDUCACION LITURGICA
Y LA PARTICIPACION ACTIVA
14. La santa madre Iglesia desea ardientemente que se
lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las
celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma y a la cual tiene
derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano, "linaje escogido
sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido" (1 Pe., 2,9; cf. 2,4-5).
Al reformar y fomentar la sagrada Liturgia hay que tener
muy en cuenta esta plena y activa participación de todo el pueblo, porque es la fuente
primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente
cristiano, y por lo mismo, los pastores de almas deben aspirar a ella con diligencia en
toda su actuación pastoral, por medio de una educación adecuada.
Y como no se puede esperar que esto ocurra, si antes los
mismos pastores de almas no se impregnan totalmente del espíritu y de la fuerza de la
Liturgia y llegan a ser maestros de la misma, es indispensable que se provea antes que
nada a la educación litúrgica del clero. Por tanto, el sacrosanto Concilio ha decretado
establecer lo que sigue:
Formación de profesores de Liturgia
15. Los profesores que se elijan para enseñar la
asignatura de sagrada Liturgia en los seminarios, casas de estudios de los religiosos y
facultades teológicas, deben formarse a conciencia para su misión en institutos
destinados especialmente a ello.
Formación litúrgica del clero
16. La asignatura de sagrada Liturgia se debe considerar
entre las materias necesarias y más importantes en los seminarios y casas de estudio de
los religiosos, y entre las asignaturas principales en las facultades teológicas. Se
explicará tanto bajo el aspecto teológico e histórico como bajo el aspecto espiritual,
pastoral y jurídico. Además, los profesores de las otras asignaturas, sobre todo de
Teología dogmática, Sagrada Escritura, Teología espiritual y pastoral, procurarán
exponer el misterio de Cristo y la historia de la salvación, partiendo de las exigencias
intrínsecas del objeto propio de cada asignatura, de modo que quede bien clara su
conexión con la Liturgia y la unidad de la formación sacerdotal.
Vida litúrgica en los seminarios e institutos religiosos
17. En los seminarios y casas religiosas, los clérigos
deben adquirir una formación litúrgica de la vida espiritual, por medio de una adecuada
iniciación que les permita comprender los sagrados ritos y participar en ellos con toda
el alma, sea celebrando los sagrados misterios, sea con otros ejercicios de piedad
penetrados del espíritu de la sagrada Liturgia; aprendan al mismo tiempo a observar las
leyes litúrgicas, de modo que en los seminarios e institutos religiosos la vida esté
totalmente informada de espíritu litúrgico.
Vida litúrgica de los sacerdotes
18. A los sacerdotes, tanto seculares como religiosos,
que ya trabajan en la viña del Señor, se les ha de ayudar con todos los medios
apropiados a comprender cada vez más plenamente lo que realizan en las funciones
sagradas, a vivir la vida litúrgica y comunicarla a los fieles a ellos encomendados.
Formación litúrgica del pueblo fiel
19. Los pastores de almas fomenten con diligencia y
paciencia la educación litúrgica y la participación activa de los fieles, interna y
externa, conforme a su edad, condición, género de vida y grado de cultura religiosa,
cumpliendo así una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de
Dios y, en este punto, guíen a su rebaño no sólo de palabra, sino también con el
ejemplo.
Transmisiones de acciones litúrgicas
20. Las transmisiones radiofónicas y televisivas de
acciones sagradas, sobre todo si se trata de la celebración de la Misa, se harán
discreta y decorosamente, bajo la dirección y responsabilidad de una persona idónea a
quien los Obispos hayan destinado a este menester.
III
REFORMA DE LA SAGRADA LITURGIA
21. Para que en la sagrada Liturgia el pueblo cristiano
obtenga con mayor seguridad gracias abundantes, la santa madre Iglesia desea proveer con
solicitud a una reforma general de la misma Liturgia. Porque la Liturgia consta de una
parte que es inmutable por ser la institución divina, y de otras partes sujetas a cambio,
que en el decurso del tiempo pueden y aun deben variar, si es que en ellas se han
introducido elementos que no responden bien a la naturaleza íntima de la misma Liturgia o
han llegado a ser menos apropiados.
En esta reforma, los textos y los ritos se han de ordenar
de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan y, en lo
posible, el pueblo cristiano pueda comprenderlas fácilmente y participar en ellas por
medio de una celebración plena, activa y comunitaria.
Por esta razón, el sacrosanto Concilio ha establecido
estas normas generales:
A) Normas generales
Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la
Liturgia
1. La reglamentación de la sagrada Liturgia es de
competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica; ésta reside en la Sede Apostólica
y, en la medida que determine la ley, en el Obispo.
2. En virtud del poder concedido por el derecho la
reglamentación de las cuestiones litúrgicas corresponde también, dentro de los límites
establecidos, a las competentes asambleas territoriales de Obispos de distintas clases,
legítimamente constituidos.
3. Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada,
quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia.
Conservar la tradición y apertura al legítimo progreso
23. Para conservar la sana tradición y abrir, con todo,
el camino a un progreso legítimo, debe preceder siempre una concienzuda investigación
teológica, histórica y pastoral, acerca de cada una de las partes que se han de revisar.
Téngase en cuenta, además, no sólo las leyes generales de la estructura y mentalidad
litúrgicas, sino también la experiencia adquirida con la reforma litúrgica y con los
indultos concedidos en diversos lugares. Por último, no se introduzcan innovaciones si no
lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido
la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a
partir de las ya existentes.
En cuanto sea posible evítense las diferencias notables
de ritos entre territorios contiguos.
Biblia y Liturgia
24. En la celebración litúrgica la importancia de la
Sagrada Escritura es sumamente grande. Pues de ella se toman las lecturas que luego se
explican en la homilía, y los salmos que se cantan, las preces, oraciones e himnos
litúrgicos están penetrados de su espíritu y de ella reciben su significado las
acciones y los signos.
Por tanto, para procurar la reforma, el progreso y la
adaptación de la sagrada Liturgia, hay que fomentar aquel amor suave y vivo hacia la
Sagrada Escritura que atestigua la venerable tradición de los ritos, tanto orientales
como occidentales.
Revisión de los libros litúrgicos
25. Revísense cuanto antes los libros litúrgicos,
valiéndose de peritos y consultando a Obispos de diversas regiones del mundo.
B) Normas derivadas de la índole de la liturgia como
acción jerárquica y comunitaria.
26. Las acciones litúrgicas no son acciones privadas,
sino celebraciones de la Iglesia, que es "sacramento de unidad", es decir,
pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los Obispos.
Por eso pertenecen a todo el cuerpo de la Iglesia,
influyen en él y lo manifiestan; pero cada uno de los miembros de este cuerpo recibe un
influjo diverso, según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual.
Primacía de las celebraciones comunitarias
27. Siempre que los ritos, cada cual según su naturaleza
propia, admitan una celebración comunitaria, con asistencia y participación activa de
los fieles, incúlquese que hay que preferirla, en cuanto sea posible, a una celebración
individual y casi privada.
Esto vale, sobre todo, para la celebración de la Misa,
quedando siempre a salvo la naturaleza pública y social de toda Misa, y para la
administración de los Sacramentos.
Cada cual desempeñe su oficio
28. En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro
o simple fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde por
la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas.
Auténtico ministerio litúrgico
29. Los acólitos, lectores, comentadores y cuantos
pertenecen a la Schola Cantorum, desempeñan un auténtico ministerio litúrgico. Ejerzan,
por tanto, su oficio con la sincera piedad y orden que convienen a tan gran ministerio y
les exige con razón el Pueblo de Dios.
Con ese fin es preciso que cada uno, a su manera, esté
profundamente penetrado del espíritu de la Liturgia y sea instruido para cumplir su
función debida y ordenadamente.
Participación activa de los fieles
30. Para promover la participación activa se fomentarán
las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y
también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido
tiempo, un silencio sagrado.
Normas para la revisión de las rúbricas
31. En la revisión de los libros litúrgicos, téngase
muy en cuenta que en las rúbricas esté prevista también la participación de los
fieles.
No se hará acepción alguna de personas
32. Fuera de la distinción que deriva de la función
litúrgica y del orden sagrado, y exceptuados los honores debidos a las autoridades
civiles a tenor de las leyes litúrgicas, no se hará acepción de personas o de clases
sociales ni en las ceremonias ni en el ornato externo.
C) Normas derivadas del carácter didáctico y pastoral
de la Liturgia.
33. Aunque la sagrada Liturgia sea principalmente culto
de la divina Majestad, contiene también una gran instrucción para el pueblo fiel. En
efecto, en la liturgia, Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el
pueblo responde a Dios con el canto y la oración.
Más aún : las oraciones que dirige a DIos el sacerdote
-que preside la asamblea representando a Cristo-, se dicen en nombre de todo el pueblo
santo y de todos los circunstantes. Los mismos signos visibles que usa la sagrada Liturgia
han sido escogidos por Cristo o por la Iglesia para significar realidades divinas
invisibles. Por tanto, no sólo cuando se lee "lo que se ha escrito para nuestra
enseñanza" (Rom., 15,4), sino también cuando la Iglesia ora, canta o actúa, la fe
de los participantes se alimenta y sus almas se elevan a Dios a fin de tributarle un culto
racional y recibir su gracia con mayor abundancia.
Por eso, al realizar la reforma hay que observar las
normas generales siguientes:
Estructura de los ritos
34. Los ritos deben resplandecer con noble sencillez;
deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, adaptados a la capacidad de
los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones.
Biblia, predicación y catequesis litúrgica
35. Para que aparezca con claridad la íntima conexión
entre la palabra y el rito en la Liturgia:
1. En las celebraciones sagradas debe haber lectura de la
Sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada.
2. Por ser el sermón parte de la acción litúrgica, se
indicará también en las rúbricas el lugar más apto, en cuanto lo permite la naturaleza
del rito; cúmplase con la mayor fidelidad y exactitud el ministerio de la predicación.
las fuentes principales de la predicación serán la Sagrada Escritura y la Liturgia, ya
que es una proclamación de las maravillas obradas por Dios en la historia de la
salvación o misterio de Cristo, que está siempre presente y obra en nosotros,
particularmente en la celebración de la Liturgia.
3. Incúlquese también por todos los medios la
catequesis más directamente litúrgica, y si es preciso, téngase previstas en los ritos
mismos breves moniciones, que dirá el sacerdote u otro ministro competente, pero solo en
los momentos más oportunos, con palabras prescritas u otras semejantes.
4. Foméntense las celebraciones sagradas de la palabra
de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de Adviento y
Cuaresma y los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya
sacerdotes, en cuyo caso debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el
Obispo.
Lengua litúrgica
36. 1. Se conservará el uso de la lengua latina en los
ritos latinos, salvo derecho particular.
2. Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy
útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de
los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se le podrá dar mayor cabida, ante
todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos, conforme a las normas
que acerca de esta materia se establecen para cada caso en los capítulos siguientes.
3. Supuesto el cumplimiento de estas normas, será de
incumbencia de la competente autoridad eclesiástica territorial, de la que se habla en el
artículo 22, 2, determinar si ha de usarse la lengua vernácula y en qué extensión; si
hiciera falta se consultará a los Obispos de las regiones limítrofes de la misma lengua.
Estas decisiones tienen que ser aceptadas, es decir, confirmadas por la Sede Apostólica.
4. La traducción del texto latino a la lengua
vernácula, que ha de usarse en la Liturgia, debe ser aprobada por la competente autoridad
eclesiástica territorial antes mencionada.
D) Normas para adaptar la Liturgia a la mentalidad y
tradiciones de los pueblos.
37. La Iglesia no pretende imponer una rígida
uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera
en la Liturgia: por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares
de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva integro lo
que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a
supersticiones y errores, y aun a veces lo acepta en la misma Liturgia, con tal que se
pueda armonizar con su verdadero y auténtico espíritu.
38. Al revisar los libros litúrgicos, salvada la unidad
sustancial del rito romano, se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los
diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se tendrá esto en
cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las rúbricas.
39. Corresponderá a la competente autoridad
eclesiástica territorial, de la que se habla en el artículo 22, párrafo 2, determinar
estas adaptaciones dentro de los límites establecidos, en las ediciones típicas de los
libros litúrgicos, sobre todo en lo tocante a la administración de los Sacramentos, de
los sacramentales, procesiones, lengua litúrgica, música y arte sagrados, siempre de
conformidad con las normas fundamentales contenidas en esta Constitución.
40. Sin embargo, en ciertos lugares y circunstancias,
urge una adaptación más profunda de la Liturgia, lo cual implica mayores dificultades.
Por tanto:
1. La competente autoridad eclesiástica territorial, de
que se habla en el artículo 22, párrafo 2, considerará con solicitud y prudencia los
elementos que se pueden tomar de las tradiciones y genio de cada pueblos para
incorporarlos al culto divino. Las adaptaciones que se consideren útiles o necesarias se
propondrán a la Sede Apostólica para introducirlas con su consentimiento.
2. Para que la adaptación se realice con la necesaria
cautela, si es preciso, la Sede Apostólica concederá a la misma autoridad eclesiástica
territorial la facultad de permitir y dirigir las experiencias previas necesarias en
algunos grupos preparados para ello y por un tiempo determinado.
3. Como las leyes litúrgicas suelen presentar
dificultades especiales en cuanto a la adaptación, sobre todo en las misiones, al
elaborarlas se empleará la colaboración de hombres peritos en la cuestión de que se
trata.
IV
FOMENTO DE LA VIDA LITURGICA EN LA DIOCESIS
Y EN LA PARROQUIA
Vida litúrgica diocesana
41. El Obispo debe ser considerado como el gran sacerdote
de su grey, de quien deriva y depende, en cierto modo, la vida en Cristo de sus fieles.
Por eso, conviene que todos tengan en gran aprecio la
vida litúrgica de la diócesis en torno al Obispo, sobre todo en la Iglesia catedral;
persuadidos de que la principal manifestación de la Iglesia se realiza en la
participación plena y activa de todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones
litúrgicas, particularmente en la misma Eucaristía, en una misma oración, junto al
único altar donde preside el Obispo, rodeado de su presbiterio y ministros.
Vida litúrgica parroquial
42. Como no lo es posible al Obispo, siempre y en todas
partes, presidir personalmente en su Iglesia a toda su grey, debe por necesidad erigir
diversas comunidades de fieles. Entre ellas sobresalen las parroquias, distribuidas
localmente bajo un pastor que hace las veces del Obispo, ya que de alguna manera
representan a la Iglesia visible establecida por todo el orbe.
De aquí la necesidad de fomentar teórica y
prácticamente entre los fieles y el clero la vida litúrgica parroquial y su relación
con el Obispo. Hay que trabajar para que florezca el sentido comunitario parroquial, sobre
todo en la celebración común de la Misa dominical.
V
FOMENTO DE LA ACCION PASTORAL LITURGICA
Signo de Dios sobre nuestro tiempo
43. El celo por promover y reformar la sagrada Liturgia
se considera, con razón, como un signo de las disposiciones providenciales de Dios en
nuestro tiempo, como el paso del Espíritu Santo por su Iglesia, y da un sello
característico a su vida, e inclusive a todo el pensamiento y a la acción religiosa de
nuestra época.
En consecuencia, para fomentar todavía más esta acción
pastoral litúrgica en la Iglesia, el sacrosanto Concilio decreta:
Comisión litúrgica nacional
44. Conviene que la competente autoridad eclesiástica
territorial, de que se habla en el artículo 22, párrafo 2, instituya una comisión
Litúrgica con la que colaborarán especialistas en la ciencia litúrgica, música, arte
sagrado y pastoral. A esta Comisión ayudará en lo posible un instituto de Liturgia
Pastoral compuesto por miembros eminentes en estas materias, sin excluir los seglares,
según las circunstancias. La Comisión tendrá como tarea encauzar dentro de su
territorio la acción pastoral litúrgica bajo la dirección de la autoridad territorial
eclesiástica arriba mencionada, y promover los estudios y experiencias necesarias cuando
se trate de adaptaciones que deben proponerse a la Sede Apostólica.
Comisión litúrgica diocesana
45. Asimismo, cada diócesis contará con una Comisión
de Liturgia para promover la acción litúrgica bajo la autoridad del Obispo.
A veces, puede resultar conveniente que varias diócesis
formen una sola Comisión, la cual aunando esfuerzos promueva el apostolado litúrgico.
Comisiones de música sagrada y arte sacro
46. Además de la Comisión de Sagrada Liturgia se
establecerán también en cada diócesis, dentro de lo posible, comisiones de música y de
arte sacro.
Es necesario que estas tres comisiones trabajen en
estrecha colaboración, y aun muchas veces convendrá que se fundan en una sola.
CAPITULO II
EL SACROSANTO MISTERIO DE LA EUCARISTIA
Misterio pascual
47. Nuestro Salvador, en la Ultima Cena, la noche que le
traicionaban, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con lo cual iba
a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el Sacrificio de la Cruz y a confiar a su
Esposa, la Iglesia, el Memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo
de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se
llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera.
Participación activa de los fieles
48. Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura
que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores,
sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen conscientes,
piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se
fortalezcan en la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a
sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino
juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios
y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos.
49. Por consiguiente, para que el sacrificio de la Misa,
aun por la forma de los ritos alcance plena eficacia pastoral, el sacrosanto Concilio,
teniendo en cuanta las Misas que se celebran con asistencia del pueblo, especialmente los
domingos y fiestas de precepto, decreta lo siguiente:
Revisión del Ordinario de la Misa
50. Revísese el ordinario de la misa, de modo que se
manifieste con mayor claridad el sentido propio de cada una de las partes y su mutua
conexión y se haga más fácil la piadosa y activa participación de los fieles.
En consecuencia, simplifíquense los ritos, conservando
con cuidado la sustancia; suprímanse aquellas cosas menos útiles que, con el correr del
tiempo, se han duplicado o añadido; restablézcanse, en cambio, de acuerdo con la
primitiva norma de los Santos Padres, algunas cosas que han desaparecido con el tiempo,
según se estime conveniente o necesario.
Mayor riqueza bíblica en el misal
51. A fin de que la mesa de la palabra de Dios se prepare
con más abundancia para los fieles ábranse con mayor amplitud los tesoros de la Biblia,
de modo que, en un período determinado de años, se lean al pueblo las partes más
significativas de la Sagrada Escritura.
Se recomienda la homilía
52. Se recomienda encarecidamente, como parte de la misma
Liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a
partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana.
Más aún : en las Misas que se celebran los domingos y fiestas de precepto, con
asistencia del pueblo, nunca se omita si no es por causa grave.
"Oración de los fieles" 53. Restablézcase la
"oración común" o de los fieles después del Evangelio y la homilía,
principalmente los domingos y fiestas de precepto, para que con la participación del
pueblo se hagan súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren
cualquier necesidad, por todos los hombres y por la salvación del mundo entero.
Lengua vernácula y latín
54. En las Misas celebradas con asistencia del pueblo
puede darse el lugar debido a la lengua vernácula, principalmente en las lecturas y en la
"oración común" y, según las circunstancias del lugar, también en las partes
que corresponden al pueblo, a tenor del artículo 36 de esta Constitución.
Procúrese, sin embargo, que los fieles sean capaces
también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les
corresponde.
Si en algún sitio parece oportuno el uso más amplio de
la lengua vernácula, cúmplase lo prescrito en el artículo 40 de esta Constitución.
Comunión bajo ambas especies
55. Se recomienda especialmente la participación más
perfecta en la misa, la cual consiste en que los fieles, después de la comunión del
sacerdote, reciban del mismo sacrificio el Cuerpo del Señor.
Manteniendo firmes los principios dogmáticos declarados
por el Concilio de Trento, la comunión bajo ambas especies puede concederse en los casos
que la Sede Apostólica determine, tanto a los clérigos y religiosos como a los laicos, a
juicio de los Obispos, como, por ejemplo, a los ordenados en la Misa de su sagrada
ordenación, a los profesos en la Misa de su profesión religiosa, a los neófitos en la
Misa que sigue al bautismo.
Unidad de la Misa
56. Las dos partes de que costa la Misa, a saber: la
Liturgia de la palabra y la Eucaristía, están tan íntimamente unidas que constituyen un
solo acto de culto. Por esto el Sagrado Sínodo exhorta vehemente a los pastores de almas
para que en la catequesis instruyan cuidadosamente a los fieles acerca de la
participación en toda la misa, sobre todo los domingos y fiestas de precepto.
Concelebración
57. 1. La concelebración, en la cual se manifiesta
apropiadamente la unidad del sacerdocio, se ha practicado hasta ahora en la Iglesia, tanto
en Oriente como en Occidente. En consecuencia, el Concilio decidió ampliar la facultad de
concelebrar en los casos siguientes:
1º a) El Jueves Santo, tanto en la Misa crismal como en
la Misa vespertina.
b) En la misa de la bendición de un abad
2) Además, con permiso del ordinario, al cual pertenece
juzgar de la oportunidad de la concelebración.
a) En las Misa conventual y en la Misa principal de las
iglesias, cuando la utilidad de los fieles no exija que todos los sacerdotes presentes
celebren por separado.
b) En las Misas celebradas con ocasión de cualquier
clase de reuniones de sacerdotes, lo mismo seculares que religiosos.
2. 1º Con todo, corresponde al Obispo reglamentar la
disciplina de la concelebración en la diócesis.
2º Sin embargo, quede siempre a salvo para cada
sacerdote la facultad de celebrar la Misa individualmente, pero no al mismo tiempo ni en
la misma Iglesia, ni el Jueves de la Cena del Señor.
58. Elabórese el nuevo rito de la concelebración e
inclúyase en el Pontifical y en el Misal romano.
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