24. MUJER DEL SÍ
Palabra
de Dios
Lc
1, 26-38: Hágase en mí según tu palabra.
2
Cor 1, 18-22: En él no hubo más que sí.
Texto
antológico
"María
es la 'Virgen oyente' que acoge con fe la palabra de Dios; fe que para ella fue
premisa y camino hacia la maternidad divina, porque, como intuyó san Agustín,
'la bienaventurada Virgen María concibió creyendo al (Jesús) que dio a luz
creyendo'; en efecto, cuando recibió del ángel la respuesta a su duda (cf Lc
1,34-37) 'ella, llena de fe y concibiendo a Cristo en su mente antes que en su
seno', dijo: 'he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra'
(Lc 1,38); fe que fue para ella causa de bienaventuranza y seguridad en el
cumplimiento de la palabra del Señor (Lc 1,45); fe con la que ella,
protagonista y testigo singular de la Encarnación, volvía sobre los
acontecimientos de la infancia de Cristo, confrontándolos entre sí en lo hondo
de su corazón (cf Lc 2,19.5 l). Esto mismo hace la Iglesia, la cual, sobre todo
en la Sagrada Escritura, escucha con fe, acoge, proclama, venera la palabra de
Dios, la distribuye a los fieles como pan de vida y escudriña a su luz los
signos de los tiempos, interpreta y vive los acontecimientos de la historia.
Ante
todo, la Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación
de los fieles no precisamente por el tipo de vida que ella llevó y tanto menos
por el ambiente sociocultural en que se desarrolló, hoy día superado casi en
todas partes, sino porque en sus condiciones concretas de vida ella se adhirió
total y responsablemente a la voluntad de Dios (cf Lc 1,38); porque acogió la
palabra y la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad
y por el espíritu de servicio; porque, es decir, fue la primera y la más
perfecta discípula de Cristo: lo cual tiene valor universal y permanente".
Pablo
VI, Marialis cultus
Reflexión
Ya
lo insinuó claramente Jesús: María es más bienaventurada por haber escuchado
la palabra de Dios y haberla puesto en práctica que por haber sido madre física
de Jesús.
Decir
"sí". escuchar, acoger y cumplir la palabra de Dios es lo que da la
talla de un verdadero creyente. El sí de María en la anunciación no es más
que la síntesis del sí que pronunció dilatadamente a lo largo de toda su
vida.
Nuestra
verdadera devoción debe pasar por una auténtica imitación de lo que María
tiene de más bienaventurada. Imitarla es prolongar su sí en nuestra vida:
"Hágase en mí según tu palabra".
Examen
-¿Es
nuestra vida un sí para Dios? ¿Qué zonas tenemos reservadas al no en nuestras
profundidades?
-¿Estoy
atento para escuchar las propuestas que Dios me hace a través de sus
desconocidos mensajeros?
-¿Qué
sí me es más difícil de pronunciar?
-¿Es
nuestra comunidad cristiana un lugar que nos ayuda a escuchar mejor la palabra
de Dios y a cumplirla más eficazmente?
Conversión
*Tomar
decisiones para desterrar toda sombra de no en nuestra vida.
*Apoyar
que en la comunidad cristiana escuchemos atentamente la palabra de Dios.
*Ser
también para los hermanos de mi comunidad cristiana mensajero de Dios, ayudándoles,
desde mi fe, a descubrir las exigencias de Dios sobre sus vidas.
Invocación
-Madre
de Jesús, madre del sí...
-
...que se cumpla en nosotros la palabra del Señor.
Oración
Dios,
Padre nuestro, que en Jesús nos has pronunciado tu "sí" definitivo.
En él has sido todo un sí. Ayúdanos a responder también nosotros como María:
"Que se haga en nosotros según tu palabra".
Cantos
sugeridos
"Alégrate,
hija de Sión", de M. González, en La gloria de Jerusalén.
"Santa
María del Amén", de J. A. Espinosa, en El Señor es mi fuerza.
25.
FELIZ PORQUE HAS CREÍDO
Palabra
de Dios
Lc
1, 39-45: Feliz porque has creído.
Heb
11; 12,1-5: Fijos los ojos en Jesús, que inicia y consuma nuestra fe.
Texto
antológico
"María
aparece como la primera que, en el nuevo orden de Cristo, cumple el auténtico
movimiento de la fe. Zacarías había sido escéptico, y había pedido una señal,
después de su visión en el templo: 'Y ¿qué me asegurará de ello?, porque
soy un anciano y mi esposa tiene muchos años' (Lc 1,18). A pesar de la visión
y de la palabra evangélica, Zacarías duda, en tanto que María acepta con toda
confianza, proponiendo sólo la pregunta del 'cómo', mas sin pedir una señal.
La similitud entre estas dos anunciaciones revela mucho y bien la pureza de la
fe de María. Zacarías enmudecerá, por su incredulidad: '¡Bien! Vas a
quedarte mudo y en el silencio, hasta el día en que esto se cumpla, por no
haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo' (Lc 1,20). Isabel,
la esposa de Zacarías, que ha sido el testigo directo de la mudez de su incrédulo
esposo, reconoce con más admiración, a causa de esto, la resoluta fe de María:
"Bienaventurada la que ha creído'... (Lc 1,45). Zacarías pertenece aún
al Antiguo Testamento, de corazón reacio a la fe, objeto de un milagro divino
que se cumple pese a su poca fe. María es, en verdad, la primera cristiana, la
verdadera creyente que, predestinada por la gracia divina, entra en su plan por
la total ofrenda de su ser, por la obediencia alegre y la apacible confianza en
la palabra de Dios. Dios no obra a pesar de María y su pobreza, sino en ella y
con ella, dándole por una gracia la posibilidad de unirse y de asentir con una
fe pura a la verdad de la Buena Nueva.
En
esto María es la bienaventurada creyente (que ha creído), la primera
cristiana, la madre de los creyentes, en el sentido por el cual es llamado
'padre de los creyentes' Abraham. Este inauguró la Antigua Alianza por un acto
de fe que no puede menos de compararse con el de María en el albor de la
Alianza Nueva".
Max
Thurian
Reflexión
María
es ante todo una creyente, una discípula de Jesús su hijo, la primera
creyente. Por eso María es modelo para nosotros. No es una "diosa",
es una mujer. Es de nuestra raza. Es miembro de la Iglesia. Es una creyente,
como nosotros, que nos sirve de modelo.
Que
ella sea también madre de Dios no niega todo esto, sino que lo complementa,
fundamenta y enriquece.
El
motivo de su bienaventuranza, de su felicidad, es, como dice Isabel, su fe. Y
por eso es alabada. María entra en esa amplia muchedumbre de testigos de la fe
de la que habla la carta a los hebreos. Abraham es el padre de los creyentes del
Antiguo Testamento. María encabeza la lista de los creyentes del Nuevo
Testamento. Y Jesús sigue siendo el que lo hace posible todo: el iniciador y
consumador de nuestra fe.
Examen
-¿Cómo
contemplamos a María: alejándola de nosotros o considerándola verdaderamente
nuestra?
-¿Contemplamos
de vez en cuando, en la oración, la amplia muchedumbre de testigos que nos
preceden en la historia de nuestra fe?
-¿Vemos
a María realmente como un ejemplo de fe comprometida?
-¿Tenemos
"los ojos puestos en Jesús", iniciador y consumador de nuestra fe?
Conversión
*Aprovechar
la ocasión y hacer una revisión de nuestra vida de fe.
*Revisar
nuestras ideas sobre María y ponerla en su sitio, como madre de los creyentes.
*Revisar
comunitariamente cómo va la vida de fe de nuestra comunidad cristiana.
Invocación
-Madre
de los creyentes...
-
...feliz porque has creído.
Oración
Dios,
Padre nuestro, que nos has dado en María un ejemplo de mujer creyente, discípula
de Jesús, tu Hijo, Señor nuestro. Concédenos caminar en fe, como ella en el
seguimiento de Jesús.
Cantos
sugeridos
"Madre
del Salvador", de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
"Magnificat",
de F. Palazón, en Madre de los creyentes.
26.
MARIA, MUJER NUEVA
Palabra
de Dios
Lc
1, 39-45: Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Gén
3, 14-16: El linaje de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente.
Ef
4, 17-24: Despojaos del ser humano viejo y revestíos del ser humano nuevo.
2
Cor 5, 17ss: El que está en Cristo es nueva creación.
Texto
antológico
"En
el culto a la Virgen merecen también atenta consideración las adquisiciones
seguras y comprobadas de las ciencias humanas; esto ayudará, efectivamente, a
eliminar una de las causas de la inquietud que se advierte en el campo del culto
a la madre del Señor, es decir, la diversidad entre algunas cosas de su
contenido y las actuales concepciones antropológicas y la realidad psicosociológica,
profundamente cambiada, en que viven y actúan los hombres de nuestro tiempo. Se
observa, en efecto, que es difícil encuadrar la imagen de la Virgen, tal como
es presentada por cierta literatura devocional, en las condiciones de vida de la
sociedad contemporánea y, en particular, de las condiciones de la mujer, bien
sea en el ambiente doméstico, donde las leyes y la evolución de las costumbres
tienden justamente a reconocerle la igualdad y la corresponsabilidad con el
hombre en la dirección de la vida familiar; bien sea en el campo político,
donde ella ha conquistado en muchos países un poder de intervención en la
sociedad igual al hombre; bien sea en el campo social, donde desarrolla su
actividad en los más distintos sectores operativos, dejando cada día más el
estrecho ambiente del hogar; lo mismo que en el campo cultural, donde se le
ofrecen nuevas posibilidades de investigación científica y de éxito
intelectual.
La
Iglesia católica, basándose en su experiencia secular, reconoce en la devoción
a la Virgen una poderosa ayuda para el hombre hacia la conquista de su plenitud.
Ella, la Mujer nueva, está junto a Cristo, el Hombre nuevo, en cuyo misterio
solamente encuentra verdadera luz el misterio del hombre, como prenda y garantía
de que en una simple creatura -es decir, en ella- se ha realizado ya el proyecto
de Dios en Cristo para la salvación de todo hombre. Al hombre contemporáneo,
frecuentemente atormentado entre la angustia y la esperanza, postrado por la
sensación de su limitación y asaltado por aspiraciones sin confín, turbado en
el ánimo y dividido en el corazón, la mente suspendida por el enigma de la
muerte, oprimido por la soledad mientras tiende hacia la comunión, presa de
sentimientos de náuseas y hastío, la Virgen, contemplada en su vicisitud evangélica
y en la realidad ya conseguida en la Ciudad de Dios, ofrece una visión serena y
una palabra tranquilizadora: la victoria de la esperanza sobre la angustia, de
la comunión sobre la soledad, de la paz sobre la turbación, de la alegría y
de la belleza sobre el tedio y la náusea, de las perspectivas eternas sobre las
temporales, de la vida sobre la muerte".
Pablo
VI, Marialis cultus
Reflexión
Dios
ha sembrado su Palabra en todos los hombres y en todos los pueblos, y por eso éstos
han acariciado en sus sueños colectivos los anhelos utópicos del corazón
humano. La utopía de un Hombre Nuevo y un Mundo Nuevo figura, con nombres y
lenguajes diferentes, en el catálogo de utopías de todos los pueblos. San
Pablo compartiría esa designación con otros muchos hombres, pueblos y
movimientos de la historia.
Los
cristianos creemos que Dios nos ha revelado en Jesús no sólo a sí mismo, sino
también a nosotros mismos. En Jesús no sólo nos ha dicho quién es él, sino
quiénes somos verdaderamente nosotros, quiénes podemos llegar a ser, qué
participación y qué potencialidades divinas tenemos en nosotros mismos. Jesús
no es sólo la revelación de Dios, sino la revelación del Hombre Nuevo y del
Mundo Nuevo.
Y
no se trata de una revelación para satisfacer la posible curiosidad de la
inteligencia humana, Dios nos revela el futuro, la clave de la historia, el
imperativo del ser, la meta del único camino válido. El Hombre Nuevo es la
llegada convergente de todos los caminos de la historia. Es la palabra de Dios
en los diferentes lenguajes de las utopías de todos los pueblos.
La
lucha por el Hombre Nuevo y por el Mundo Nuevo definen el compromiso, el
quehacer cristiano en la historia. Una lucha que hay que realizar tanto en los
corazones individuales, en la intimidad, en el interior..., como en las
estructuras sociales, la sociedad global.
En
María, la madre de Jesús, como primera creyente y más cercana seguidora de
Jesús, vemos los cristianos la realización más lograda del Hombre Nuevo, que
es Jesús. María es una cristiana, una Mujer Nueva.
Examen
-¿Valoramos
la presencia de la palabra de Dios que se da en los diferentes pueblos y sus
utopías? ¿O creemos que los cristianos tenemos la exclusiva y el monopolio de
la salvación?
-¿Cuánto
hay en nosotros de hombres viejos todavía?
-¿Estamos
haciendo algo por el Mundo Nuevo, por la transformación social, o todo lo
fiamos al cambio interior de los corazones?
-¿Tratamos
de convertir nuestro corazón, o todo lo fiamos al cambio social de las
estructuras?
-¿Qué
presencia tienen en nuestra vida personal y comunitaria las dimensiones utópicas?
¿Acaso todo se reduce a lo que se pesa, se mide, se cuenta y se ingresa en el
banco?
Conversión
Meditar
Ef 4,17-24 y tratar de asimilar las actitudes del Hombre Nuevo.
Renovar
nuestra voluntad radical de entregarnos al proyecto del evangelio: el Hombre
Nuevo.
Desechar
la levadura vieja de las actitudes paganas que aún se dan en nuestra vida.
Invocación
-María,
Mujer Nueva, madre de Jesús...
-...Haznos
cada día más semejantes a tu hijo, el Ser Humano Nuevo.
Oración
Dios,
Padre nuestro, que en Jesús, el hijo de María, nos has revelado tu proyecto
original y escatológico sobre el mundo y sobre el hombre: un Hombre Nuevo para
un Mundo Nuevo, confirmando e iluminando así los buenos deseos utópicos de
todos los pueblos. Haz que, uniendo nuestro esfuerzo al de todos los hombres de
buena voluntad, consigamos construir con tu favor un Hombre Nuevo en un Mundo
Nuevo.
Cantos
sugeridos
"Los
cielos y la tierra", de C. Gabaráin, en Eres tú, María.
"María
es esa mujer", de C. Gabaráin, en Eres tú, María.
27.
FIEL HASTA LA MUERTE
Palabra
de Dios
Jn
19, 25-27: Estaba su madre al pie de la cruz.
Mt
16, 24-28: El que quiera seguirme, cargue con su cruz.
Jn
15, 9-13: No hay mayor amor que dar la vida.
Texto
antológico
"Aunque
no siempre entendiese todo lo que Jesús enseñaba y hacía, ella le apoyó
siempre. Por eso tuvo problemas con los parientes. ¿Quién no los tiene? Los
parientes andaban preocupados por Jesús, creyendo que estaba yendo demasiado
lejos, que había perdido el juicio (cf Mc 3,1 l). Querían llevárselo por la
fuerza a casa (cf Mc 3,2 1) y habían logrado que María estuviese allí para
mandarle ese recado (cf Mc 3,31-32). Pero Jesús no picó, y dio a entender a
sus parientes que no tenían autoridad ninguna sobre él. Sólo Dios la tenía,
y lo importante era hacer su voluntad (cf Mc 3,33-35). En otra ocasión los
parientes querían que Jesús fuera un poco más osado y se presentase en
seguida en Jerusalén para ganarse mayor fama (cf Jn 7,2-4).
Al
fin y al cabo, los parientes no creían en Jesús (cf Jn 7,5). Eran
oportunistas. Querían sólo aprovecharse de su famoso primo. Lo que Jesús había
dicho: 'Los enemigos de uno serán los de casa' (Mt 10,36), estaba aconteciendo
con él mismo, dentro de su propia familia. ¡Mucho debió sufrir María por
ello!
Pero
cuando al final Jesús fue apresado como subversivo (cf Lc 23,2) y condenado
como hereje (cf Mt 26,65-66), los parientes desaparecieron todos y ninguno daba
la cara, a no ser algunas mujeres. Pero María aguantó. No huyó, no tuvo
miedo. Incluso los apóstoles, excepto Juan, se eclipsaron (cf Mt 26,56). Ella
no. Se quedó con Jesús y le apoyaba. Estuvo con él hasta en el Calvario y allí
permaneció, asistiéndole en su agonía (cf Jn 19,25). Eso formaba parte de su
misión, asumida ante el ángel: 'Soy la esclava del Señor; que se haga en mí
lo que has dicho' (Lc 1,38). Las autoridades condenaron a Jesús como anti-Dios
y anti-pueblo. A María no le importó; fue la única de la familia que no
retrocedió. Ella no abandona a las personas en la hora del aprieto. ¡Va con
ellas hasta el final!
Lo
mismo hizo con los apóstoles. Aunque había sido abandonada por ellos, no les
dejó. Se quedó con ellos, perseverando en la oración por nueve días para que
la fuerza de Dios les ayudase a superar el miedo que les acoquinaba y les hacía
huir (cf He 1,14)".
Carlos
Mesters
Reflexión
La
fidelidad es una de las formas de que se reviste la fe. Y la fe es creer, es
confiar, entregar, poner la propia vida en manos de aquel en quien creemos, a
quien nos confiamos. Creer es darle intervención en nuestra vida, apoyar
nuestra vida en su palabra, en su testimonio, en su amor.
En
la evolución de la fe, en el crecimiento espiritual, también se suele dar una
primera etapa de ilusión, de colorido y atractivo. Después vienen las
dificultades, las contradicciones, las implicaciones dolorosas.
Si
en un primer momento la fe es entrega y confianza, en un momento posterior ha de
convertirse en fidelidad, que es constancia, perseverancia, a pesar de todas las
dificultades, a pesar del cansancio, a pesar de toda aparente evidencia
contraria.
Y
el toque final de consumación de toda vivencia humana es la muerte: ser fiel
hasta la muerte es el broche de oro de toda fidelidad. Aceptar la muerte por
fidelidad a Dios. Si no es ésta una situación que nos sea dada a todos, sí
que todos debemos estar dispuestos a afrontarla:
"Si
bien el martirio, suprema prueba de amor, es don concedido a pocos, sin embargo,
todos deben estar dispuestos a confesar a Cristo delante de los hombres y a
seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca
faltan a la Iglesia" (LG 42).
Examen
-¿Cómo
va nuestra perseverancia, nuestra constancia?
-¿Se
mantiene o se tambalea nuestra fidelidad en los momentos difíciles?
-¿Seguimos
teniendo una idea sensiblero o romántica respecto a la fidelidad a Jesús?
-¿Estaríamos
dispuestos a dar, con la ayuda de Dios, la suprema prueba del amor?
Conversión
*Tomar
decisiones para acrecentar nuestra propia fidelidad a Jesús.
*Apoyar
la fidelidad de todos los que en la propia comunidad cristiana se sienten
defraudados, desanimados, cansados.
Invocación
-Madre
de Jesús, fiel hasta su muerte, al pie de la cruz...
-
...danos fidelidad para seguir a Jesús.
Oración
Padre
nuestro, que en la madre de Jesús nos has dado un ejemplo acabado de fidelidad
a toda prueba. Danos la fuerza que ella tuvo para estar al pie de la cruz y ser
fiel hasta la muerte, afrontando todos los riesgos y las consecuencias de ser
madre y seguidora de Jesús.
Cantos
sugeridos
"Dolorosa".
de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
"En
el trabajo", de C. Gabaráin, en Eres tú, María.
28.
MADRE DE LA COMUNIDAD CRISTIANA
Palabra
de Dios
He
1, 12-14: Perseveraban en la oración en un mismo espíritu con la madre de Jesús.
Jn
19, 25-27: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Jn 17,20-23: Que sean uno como tú y yo
somos uno.
Texto
antológico
"Bajo
la figura de María madre del discípulo, esta maternidad de la Iglesia es la
fuente de la unidad de los discípulos, de los hermanos, de los fieles de
Cristo. En su oración sacerdotal (Jn 17), Jesús rezó por la unidad de los
suyos: 'Les he dado la gloria que tú me diste para que sean uno como nosotros
somos uno: yo en ellos y tú en mí, a fin de que sean consumados en la unidad y
conozca el mundo que tú me has enviado y que los he amado como a mí me amaste'
(Jn 17,22-23). La unidad del Padre y del Hijo es la fuente y el modelo de la
unidad de los hermanos, y es posible gracias a la habitación de Cristo en su
Cuerpo, la Iglesia, por el Espíritu Santo. La Iglesia, como madre de los
fieles, suscita y conserva la unidad de los hermanos de Cristo. Como una madre,
la Iglesia se preocupa constantemente por la unidad de sus hijos, los hijos del
Padre y hermanos de Cristo.
María,
figura de la Iglesia-madre, acoge al discípulo fiel como hijo suyo, y éste le
recibe en su casa; simbolizan la unidad de la Iglesia. Esta escena contrasta con
la que inmediatamente le precede. Los soldados se reparten las vestiduras del
Crucificado, sortean su túnica inconsútil. Cristo, para los que carecen de fe,
es objeto de división y de separación; realizan la profecía sobre la separación
de los hombres: 'Se repartieron mis vestiduras y acerca de mi túnica echaron
suerte' (Sal 22,19). Al contrario, el grupo de mujeres fieles al pie de la cruz,
y sobre todo las palabras del Crucificado a su madre y al discípulo, significan
la unidad de los creyentes en la única Iglesia. Desgraciadamente, los
cristianos se asemejan demasiado a los soldados que se reparten los despojos de
Cristo, en vez de parecerse a María y al discípulo unidos por el Crucificado
en la misma comunidad espiritual y material.
Nosotros,
unidos a la Iglesia-madre, somos los verdaderos discípulos bienamados y fieles,
los auténticos hermanos de Jesús, como el discípulo bienamado que es el hijo
de María. Como él, que acoge a María en su casa, y porque somos verdaderos
hijos del Padre, verdaderos hermanos de Cristo, debemos también acoger en
nuestra vida a la Iglesia, nuestra madre".
Max
Thurian
Reflexión
El
Nuevo Testamento lo dice claramente a través de sus páginas: el cristianismo
no surgió como consuelo para intimidades individuales, sino mensaje de
transformación histórica y trascendente llevada adelante por los discípulos
de Jesús en comunidad cristiana. El mensaje del Reino hizo surgir en seguida
una red de comunidades por todo el mundo mediterráneo. Comunidades. No tiene
sentido, es inconcebible en el Nuevo Testamento un cristiano solitario y
aislado, fuera de una comunidad cristiana.
María,
viuda y con su hijo muerto ajusticiado, podría haber aducido motivos para
quedarse en casa, en su soledad, apartada de toda iniciativa comunitaria. Pero
la vemos reunida con los discípulos, entre ellos, atrayendo al Espíritu de su
Hijo con la potencia de su corazón, en la oración de la comunidad cristiana...
María
no aparece en el evangelio en primera fila de cara a la galería, en puestos
brillantes. Su puesto es humilde, silencioso, callado, pero activo...
María
nos enseñó, con su compromiso comunitario, la importancia de la comunidad
eclesial y su permanente acción en la Iglesia.
Examen
¿Creemos
que tenemos motivos para participar en la comunidad cristiana? ¿Somos todavía
de los que viven su cristianismo aisladamente, individualmente, s compartir la
fe, sin formar comunidad cristiana?
¿Somos
de los que ponemos nuestra participación en la comunidad cristiana en función
de que nos aprecien, nos estimen, nos correspondan, nos guste..., o somos
miembros de la comunidad incondicionales? ¿Nos esforzamos por dar participación
todos en la comunidad? ¿Sabemos valorar a los miembros de la comunidad que
trabajan por ella en silencio, en la oración, desde la enfermedad?...
Conversión
Renovar
nuestro propósito de vida comunitaria.
Orar
por la comunidad, apoyar su vida y d cisiones, no ser freno ni rémora para
misma.
Tratar
de educarnos para un cristianismo vivido en comunidad, más allá de
individualismos.
Invocación
Madre
de Jesús, madre de la Iglesia. Ayúdanos a vivir en comunidad cristiana.
Oración
Dios,
Padre nuestro: tú has suscitado en la historia del pueblo de Dios como
comunidad creyente y comprometida en la esperanza del reino. Envía sobre
nosotros tu espíritu, como lo enviaste sobre la primera comunidad cristiana
reunida en oración con la madre de Jesús.
Cantos
sugeridos
"Santa
María del Camino", de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
"Salve
Regina", canto gregoriano, en Cantoral litúrgico nacional, 302.
29.
MUJER DEL DIFÍCIL TODO
Palabra
de Dios
Lc
10, 38-42: Marta y María. La mejor "parte".
Lc
2, 50-52: María daba vueltas a todo esto meditándolo en su corazón.
Texto
antológico
"El
difícil todo
Tan
sólo mejor
que
la mejor parte
que
escogió María,
el
difícil todo.
Acoger
al Verbo,
dándose
al servicio.
Vigilar
su Ausencia,
gritando
su Nombre.
Descubrir
su Rostro
en
todos los rostros.
Hacer
del silencio
la
mayor escucha.
Traducir
en actos
las
Sagradas Letras.
Combatir
amando.
Morir
por la vida,
luchando
en la paz.
Derribar
los tronos
con
las viejas armas
quebradas
de ira,
forradas
de flores.
Plantar
la bandera,
la
justicia libre,
en
los gritos pobres.
Cantar
sobre el mundo
el
Advenimiento
que
el mundo reclama,
quizá
sin saberlo.
El
difícil todo
que
supo escoger
la
otra María".
Pedro
Casaldáliga
Reflexión
El
misterio de Dios es inefable, incomprensible, inabarcable. Nadie puede
comprender sus insondables riquezas. A cada uno le es dado participar
limitadamente en ese misterio, Por eso cada uno acentúa unos aspectos sobre
otros, según su capacidad, según la sintonía de su propia propia gracia, de
su carisma personal y comunitario. También ocurre que a lo largo de la historia
cada verdad o cada faceta del misterio tiene su propio kairós, su
momento más oportuno o el momento en que es más necesario que sea acentuada.
Por eso, a lo largo de la historia (diacrónicamente) y a lo ancho de la
comunidad cristiana, en un determinado momento de la historia (sincrónicamente)
cabe el pluralismo, las diversas espiritualidades, los distintos acentos, las
corrientes eclesiales.
Esto,
que siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, es hoy más visible que en
otras épocas. Las distintas corrientes no se conllevan sin dificultad. No se
encuentran siempre como complementarias, sino a veces como contrapuestas o
incompatibles. Verticalismo-horizontalismo, ortopraxis-ortodoxia, cielo-tierra,
oración-acción, escatología-historia, institución-profetismo,
idealismo-materialismo, etc., son, en el fondo, otros tantos polos de
dimensiones del cristianismo que se deben articular sin demasiadas tensiones,
disyuntivas, oposiciones, alternativas rígidas. La virtud, al margen de lo que
pensara la tradición, no está necesariamente "en el medio", sino
donde diga el evangelio, donde la puso Jesús, porque nos referimos a la virtud
cristiana, no a la de Sócrates o Aristóteles.
El
problema consiste en obedecer realmente a las exigencias del evangelio; en
dialogar, para iluminarnos no con nuestras propias filosofías, sino con la luz
que viene del seguimiento de Jesús.
El
evangelio, a pesar de los escasos textos en que se refiere a ello, nos da pie
para ver en María una experiencia espiritual de síntesis, de
complementariedad, de integración, conjugándolo todo con la máxima
radicalidad en el seguimiento de Jesús por la causa del reino.
Examen
-¿Qué
polos o dimensiones de la vida cristiana tengo yo más abandonados?
-¿Tengo
tendencias monocolores, parciales, unilaterales en lo que se refiere a la vida
cristiana?
-¿Trato
de aprovechar lo bueno que los hermanos que están en otra espiritualidad
diversa de la mía pueden aportarme?
-¿Qué
medios ponemos en mi comunidad cristiana para tratar de dialogar y enriquecernos
mutuamente?
¿Me
escudo en la prudencia, el equilibrio, la madurez, la ponderación... para
quedarme en posturas eclécticas y moderadas que renuncian al radicalismo en el
seguimiento de Jesús?
Conversión
Hacer
un esfuerzo para encontrar la síntesis cristiana. Apoyar en mi vida aquellas
facetas para las que soy sensible, aquello que tiendo a descuidar.
Tratar
de alcanzar una visión integradora, buscando también lo positivo, sin querer
buscar siempre las oposiciones, tratando de ayudar pedagógicamente al
interlocutor.
Invocación
-María,
madre del Cristo total...
-
...haz nuestro corazón semejante al suyo.
Oración
Dios,
Padre nuestro: en María nos has dado un modelo de síntesis total, de
complementación perfecta, de lucha y contemplación, de decir y hacer, de
escuchar y responder, de hablar y callar, de profecía y compromiso, de orar y
actuar, de denuncia y anuncio. Ayúdanos a acercarnos más a ese modelo, para
situamos más y más en el camino de Jesús, tu Hijo.
Cantos
sugeridos
"Canto
a María" ("Magnificat"), de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
"Madre
del Salvador", de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
30.
MADRE DE TODOS LOS CRISTIANOS
Palabra
de Dios
Jn
19, 25-27: Ahí tienes a tu hijo.
He
1, 14; 2, 44-47: María oraba con la comunidad cristiana. Esta tenía un solo
corazón y una sola alma.
Jn
17, 20-23: Que sean uno, como tú y yo somos uno.
Texto
antológico
"Por
su carácter eclesial, en el culto a la Virgen se reflejan las preocupaciones de
la Iglesia misma, entre las cuales sobresale en nuestros días el anhelo por el
restablecimiento de la unidad de los cristianos. La piedad hacia la madre del Señor
se hace así sensible a las inquietudes y a las finalidades del movimiento ecuménico,
es decir, adquiere ella misma una impronta ecuménico. Y esto por varios
motivos.
En
primer lugar, porque los fieles católicos se unen a los hermanos de las
Iglesias ortodoxas, entre las cuales la devoción a la Virgen reviste formas de
alto lirismo y de profunda doctrina al venerar con particular amor a la gloriosa
Theotocos y al aclamarla 'Esperanza de los cristianos'; se unen a los
anglicanos, cuyos teólogos clásicos pusieron ya de relieve la sólida base
escriturística del culto a la madre de nuestro Señor, y cuyos teólogos
contemporáneos subrayan mayormente la importancia del puesto que ocupa María
en la vida cristiana; se unen también a los hermanos de las Iglesias de la
Reforma, dentro de las cuales florece vigorosamente el amor por las Sagradas
Escrituras, glorificando a Dios con las mismas palabras de la Virgen (cf Lc
1,46-55).
En
segundo lugar, porque la piedad hacia la madre de Cristo y de los cristianos es
para los católicos ocasión natural y frecuente para pedirle que interceda ante
su hijo por la unión de todos los bautizados en un solo pueblo de Dios. Más aún,
porque es voluntad de la Iglesia católica que en dicho culto, sin que por ello
sea atenuado su carácter singular, se evite con cuidado toda clase de
exageraciones que puedan inducir a error a los demás hermanos cristianos acerca
de la verdadera doctrina de la Iglesia católica y se haga desaparecer toda
manifestación cultual contraria a la recta práctica católica".
Pablo
VI, Marialis cultus
Reflexión
Es
el mismo Pablo VI quien nos recuerda que en el culto mariano se han de reflejar
las preocupaciones de la Iglesia, entre las que sobresale la del ecumenismo.
Muchas comunidades cristianas no tienen tal preocupación, ni en el culto
mariano ni fuera de él...
Aunque
pueda tener un sentido correcto aquello de que de María nunquam satis (nunca
se podrá decir suficiente), también es cierto que en el culto mariano se han
producido exageraciones, supersticiones, vana credulidad, falta de coherencia y
compromiso... y otras cosas que perturban las relaciones entre las confesiones
cristianas, según dice Pablo VI en la Marialis cultus.
Una
comunidad cristiana consecuente y responsable ha de tener en cuenta esos
aspectos. Ha de examinar hasta qué punto su espiritualidad mariana debe verse
afectada por esa preocupación ecuménico.
Hace
falta volver al evangelio y a la palabra de Dios, ser rigurosos en la
fundamentación de toda espiritualidad, actuales en su aplicación, coherentes y
comprometidos en evitar toda alienación o evasión...
Y
hace falta, sobre todo, tener una visión amplia, ecuménico. Saber y creer que
no tenemos la exclusiva de la Verdad completa, ni el monopolio de la salvación.
Aceptar en la fe que el Espíritu de Jesús está vivo y actúa eficazmente en
muchos hombres, grupos y pueblos. Y vivir en una práctica coherente con estas
convicciones ecuménicas. Colaborar fraternalmente con todos los que luchan
realmente por el Reino, sea cual fuere su bandera.
Examen
-¿Qué
correctivos impondría la preocupación ecuménico a nuestra devoción mariana,
tanto como comunidad cristiana cuanto como personas individuales?
-¿Podemos
estar siendo piedras de escándalo para los hermanos separados?
-¿Qué
preocupación ecuménico vivimos en nuestra comunidad cristiana?
-¿Tenemos
actitudes de sincera cooperación fraterna?
Conversión
*Orar
por la unión de los cristianos. Reflejar en nuestra vida la preocupación ecuménico.
*Apoyar
las iniciativas ecuménicas que se tomen cerca de nosotros. Tomar decisiones
para aproximar las comunidades cristianas.
*Encontrar
una actitud correcta, respetuosa y adecuada ante el proselitismo de las
"sectas".
Invocación
-María,
madre de todos los seres humanos...
-
...ayúdanos a crear la unidad del mundo para que llegue el reino.
Oración
Dios,
Padre nuestro, que sufres al ver dividido al pueblo de Dios en diversas
confesiones cristianas. Haz que llegue pronto el día en que nos unamos todos
los seguidores de Jesús en una sola gran comunidad, para que seamos fermento de
unidad entre todos los hombres de buena voluntad.
Cantos
sugeridos
"Santa
María del Amén", de J. A. Espinosa, en El Señor es mi fuerza.
"Alégrate,
hija de Sión", de M. González, en La gloria de Jerusalén.
31.
MARIA EN LA ALEGRÍA ETERNA
Palabra
de Dios
Sof
3, 14-18: Lanza gritos de gozo. No temerás ya ningún mal.
Lc
1, 39-45: Dichosa tú, que has creído.
Ap
21, 1-5: Cielos nuevos y tierra nueva.
Texto
antológico
"Así
como Cristo realiza su resurrección en medio de nosotros por su presencia
poderosa y eficaz en la vida del mundo, otro tanto podemos decir de la gloria de
María y su 'asunción a los cielos'. Ello quiere decir que está más presente
en el mundo que ninguna otra mujer. En Cleopatra se piensa a lo sumo; a María
se le invoca. Es la mujer que está más presente y cercana de nosotros. No
debemos imaginar lejos de nosotros a Cristo resucitado y a María asunta en el
cielo, al nuevo Adán y a la nueva Eva de la humanidad, como si el cielo fuera
un inmenso salón por el que flotan almas innúmeras y sólo dos puestos están
ocupados físicamente. No; nada de esto podemos ni debemos imaginar con categorías
de tiempo y de espacio. Aquí, sobre la tierra, podemos sentir la presencia de
Cristo y de María si llevamos una vida conforme al espíritu de Cristo y nos
dirigimos a ellos en nuestra oración".
Nuevo
Catecismo para Adultos
Reflexión
La
asunción de María no es una carrera espacial, no es una traslación física,
porque el cielo no es un lugar, sino un estado. Ir al cielo no es emprender un
viaje sideral.
Hemos
de reconocer que muchos cristianos, en su representación imaginativa del futuro
escatológico, todavía están demasiado pendientes de representaciones plásticas
muy deficientes, provenientes de nuestra primera educación cristiana, en
nuestra infancia. Son representaciones que dejan mucho que desear, a las que
muchos cristianos se adhieren vergonzantemente. No se atreverían a expresarías
porque les parece un mundo de representaciones infantiles. En ese sentido, son
un obstáculo para la fe, incluso piedra de escándalo para personas cultas y críticas.
Los
muertos no se nos van, sino que se nos vienen adentro del todo. Se instalan
definitivamente en Dios. El cielo es Dios. Y esa resurrección ya no tiene reloj
ni calendario. Los muertos no están esperando. Y en María todo ello ha tenido
que darse de un modo eminente. Es lo que significa su asunción. En cualquier
caso, hay que esforzarse por comprenderlo.
Examen
-¿Qué
pensamos del cielo? ¿Cómo lo "imaginamos"?
-¿Sabemos
dar razón de nuestra esperanza en la vida eterna? ¿Podemos hacerlo con
expresiones y formulaciones aceptables?
-¿Cuánto
hemos leído o estudiado -en grupo o individualmente- sobre el cielo después de
nuestra primera formación religiosa en la infancia?
-¿Tenemos
verdadera esperanza en la vida eterna?
Conversión
*Tomar
medidas para reformular los temas de los novísimos (muerte, juicio, infierno,
cielo y purgatorio) y poderlos creer y expresar sin dificultades especiales.
*Sentir
verdaderamente la vida eterna, el reino de Dios, como objeto de nuestra
esperanza, inmanente y trascendente a la vez.
*Desear
ardientemente: ¡Ven, Señor, Jesús!
*Confortar
la esperanza de los desalentados.
*Compartir
nuestra esperanza especialmente con los que se acercan a la muerte.
Invocación
María,
madre nuestra, tú que te has adelantado definitivamente en Dios.
Haz
participar a todo el mundo en tu alegría eterna.
Oración
Dios,
Padre nuestro: en María has podido llevar a consumación plena tu plan de
salvación. Haz que también nosotros un día podamos compartir su alegría
contigo en el reino definitivo.
Cantos
sugeridos
"Santa
María del Camino", de J. A. Espinosa, en Madre nuestra.
"Salve
Regina", canto gregoriano, en Cantoral litúrgico nacional, 302.
"Antes
que el mundo hiciera", de C. Gabaráin, en Eres tú, María.
"Los
cielos y la tierra", de C. Gabaráin, en Eres tú, María.
"Estrella
y camino", de C. Gabaráin, en María siempre.