EL EVANGELIO DE HOY
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

 

  


Domingo
XIX ciclo C
Lc 12,32-48


Pequeño rebaño


¿Quién sabe lo que pasa en el corazón? Corazón…, corazón…, tan grande, tan diminuto, tan lleno de amor.

El amor…, el amor, si es el que piensa san Pablo, el que irrumpe del cielo como don escatológico (1Co 13), no el que surge como conquista humana; el amor que san Pablo llama no un carisma sino “un camino más excelente” (1Co 12,31); ese amor tiene destello. El amor quisiera ser Amor Conquistador: llevarse el mundo de calle para el Señor. Otras - ¡ojalá! - quisiera ser el secreto guardado sólo para él… El amor, por ser pura intimidad, es silencioso y anónimo; anónimo para el mundo, no para él, mi Dios, mi Jesús.

El rebaño de Jesús ¿será la Iglesia imperial en el mundo…? o será el círculo confidente e íntimo, atado a su Señor en la pura debilidad…?

Jesús se dirige no a un ejército para meterles fuego; se dirige a un rebañito que necesita solo ternura… Por eso, les habla del Padre.

Este himno es un balido de una oveja del rebañito, ¡ojalá…!


1
Pequeño rebaño
de grande Pastor,
me siento dichoso
sintiendo su amor;
feliz…, consentido
en brazos de Dios,
no quiero ser fuerte,
no soy luchador.

2
Pequeño y humilde
sin más pretensión,
que ser un discípulo
y ser de quien soy.
No anhelo la fama
de un gran campeón,
yo busco un cobijo
en su corazón.

3
Las voces son otros,
les cedo el honor;
yo soy su silencio,
que habla sin voz.
Yo soy el aroma
Jesús es la flor;
yo soy la frescura,
la sombra del sol.

4
Yo soy la violeta,
- no soy girasol -,
sembrada en el suelo
donde él me arrojó.
Yo soy caminito
por donde pasó
el santo Evangelio,
Jesús Sembrador.

5
Yo soy la palabra
que él se guardó,
yo soy un balido
que en él resonó.
Yo soy confidencia,
soy eco y rumor,
hilito de agua
de aquel Surtidor.

6
Yo soy esperanza,
mirando al Señor,
yo soy un deseo,
pues soy pecador.
Y vivo en la paz,
que él fue mi perdón;
yo soy una cosa:
no soy más que amor.


Puebla de los Ángeles, 2 agosto 2010.

Nota. Sobre este mismo Evangelio puede verse entre los himnos de Adviento: “A la puerta llaman (Sobre Lc 12,35-38)”.