EL AÑO LITÚRGICO
ADVIENTO

P. Rufino María Grández, ofmcap.

 

 Himnos de Adviento

Días feriales
- 3


A la puerta llaman
(Lc 12, 35-38)


El fondo de este himno lo ha inspirado el texto evangélico de Lc 12,35-38: “Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!”

El cristiano que lee el Evangelio sabe que quien bien de la boda ¡es el Señor! Sí, es Jesús que se ciñe (Jn 13,4-5) para servirnos a nosotros, a quienes nos ha hecho sentar a la mesa. He aquí el homenaje que él tributa a su santa Iglesia.


Ese Adviento de Jesús, que esperamos, nos introduce en el banquete definitivo, el suyo y el nuestro. Cuando la Cena, cuando nos dio el pan y el vino, nos dijo que en el momento esperado él bebería con nosotros el vino nuevo (cf. Mt 26,29 par.).

En la doxología contemplamos al Jesús glorioso de la Pascua, a Jesús ceñido de estrellas. El Apocalipsis lo vio en medio de siete candeleros de oro, y en la mano derecha tenía siete estrellas… cf. Ap 1,13-16).

Vendrá el Señor y viene: A la puerta llaman…


A la puerta llaman,
que de boda llega.
Cerró ya la noche,
pero alguien le espera;
con lámparas vivas
estaban en vela.

La voz conocida
se siente de fuera:
«Abridme, yo soy»,
anuncia y golpea;
mas una vez solo,
que el sueño no era.

Con su claro rostro
venía de fiesta,
con ojos amables,
con palmas abiertas.
¡Qué bello el Señor
en la noche aquella!

Llegará el amor
la noche que él venga;
se atará el vestido,
sirviendo a la mesa,
hará el homenaje
a su santa Iglesia.

Llegará del Padre,
de su Pascua eterna,
con el vino nuevo
para aquella cena.
Jesús es su nombre,
festín su presencia.

¡Oh Siervo glorioso,
ceñido de estrellas,
vendrás y ya vienes,
te sentimos cerca;
a ti te alabamos,
esperanza nuestra! Amén.


Jerusalén, 1986