1.
El periodista Marcos tira aquí dos fotos: Jesús con sus discípulos y Jesús con la gente. Jesús, formador de hombres, escucha a sus elegidos que vuelven de su primera misión. Es la única vez que Marcos los llama apóstoles, sin duda para subrayar su nueva relación con Jesús. Ellos cuentan y cuentan; Jesús les escucha con una atención llena de amistad; se han convertido en sus colaboradores, que pronto atraerán a él a la gente. Y esto nos orienta hacia la segunda foto, la más importante: Jesús está rodeado de gente y él la mira. Su mirada me remite a mis propias miradas: ¿es así como miro yo a la gente? Marcos dice: "Le dio lástima de ellos". En el evangelio esta expresión nos revela siempre una verdadera conmoción llena de cariño. Y Marcos nos da la razón de esta actitud: Jesús los ve "como ovejas sin pastor". Diríamos, para la gente de hoy de la que formamos parte nosotros mismos: hombres desorientados que no saben por qué sufren y por qué viven.
He aquí por qué, a pesar de su enorme fatiga y de su necesidad de descanso en medio del pequeño grupo de los discípulos, Jesús se entrega a aquella gente y se pone a "enseñarla con calma". Vendrá más tarde el milagro de la multiplicación de los panes, pero no es por el pan material por lo que ha venido Jesús. Sí, él les dará de comer, y más tarde incluso será su pan de vida en la eucaristía.
Pero para que comprendan lo que él es y lo que les trae, en primer lugar es preciso que les hable.
¿Hablar es tener lástima de la gente? Ciertamente cuando uno se dirige a la gente para revelar la profundidad de sus esperanzas y el valor de lo que se le propone. Sólo Jesús puede hacer esto, y nosotros cuando hacemos eco a su palabra: si no, no somos más que predicadores impotentes.
Ser Jesús para la gente es mirarla como él, con un corazón lleno de cariño, y hablarle del sentido de la vida. ¡Impulsando la vida! El hecho de que haya en nuestra civilización tan avanzada tantos hombres que mueren de hambre o que se ven azotados por la guerra, demuestra que los jefes que dirigen actualmente el mundo no miran a la gente, sino que cuentan una y mil veces sus misiles.
-¿Entonces? ¡No podemos nada! Meditar sobre "Jesús y la gente" no cambiará al mundo. Más vale que mire a mi alrededor a las pocas personas que puedo ayudar y quizás instruir.
-Eso hay que hacerlo, desde luego; mirar a lo lejos es a veces una evasión, pero cuando nos encerramos en la única preocupación por los que están cerca, dejamos que el mundo vaya errando sin pastores. ¿Quién puede gritar el evangelio sobre los techos sino los cristianos? ¿Quién sabrá que Jesús está ahí, entre nosotros, para salvar al mundo, si los cristianos se callan? "¿Dónde están los cristianos?, me decía una muchacha de dieciséis años; ¿no saben que los están esperando por todas partes?".
El bienestar de la gente se juega en las elecciones, en las asambleas, en las discusiones sobre las leyes y los presupuestos, en los combates por los indefensos, en los medios de comunicación que crean la opinión pública. Mantenerse lejos de todo eso para ir a refugiarse junto a Cristo es engañarse sobre Cristo. Cuando él miraba a la gente, se sentía lleno de cariño, pero de un cariño que lo comprometía. Habló con calma a la gente y murió por ella.
Ser discípulos suyos es intentar hablar a la gente por todos los medios. Y son muchos. Es entrar en las grandes acciones contra la ignorancia, el hambre, la injusticia. Sólo el amor que se compromete habla de Cristo.
ANDRE
SEVE
EL EVANG. DE LOS DOMINGOS
EDIT. VERBO DIVINO ESTELLA 1984.
Pág. 90
2.
Una oveja sin pastor no es una oveja libre, aunque lo parezca, sino que es una oveja descarriada: va errando por los montes sin saber adónde ir, y está expuesta al asalto de cualquier alimaña.
También los hombres, para ser verdaderamente libres, necesitamos un pastor que oriente nuestros pasos, que ilumine nuestras opciones, pues la libertad humana es responsabilidad y sólo puede actualizarse cuando el hombre escucha y responde a una llamada.
Por lo tanto, necesitamos un pastor que nos llame. Pero ¿quién será ese pastor? ¿acaso otro hombre? No, porque sólo Dios puede ponerse delante del hombre. Por eso dice el Señor después de condenar a los falsos pastores de Israel: "Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas". Y si todo hombre, para ser libre, ha de responder, es claro que sólo Dios puede llamar al hombre. Jesús es para todos los creyentes la misma Palabra que Dios pronuncia dentro del mundo, la Palabra de Dios hecha carne.
Jesús es Dios con nosotros y delante de nosotros, el único Pastor, el Buena Pastor que reúne a las ovejas descarriadas: "Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma". También hoy anda la gente desorientada, también hoy caminamos por el mundo como ovejas sin pastor... Cada vez tenemos más problemas y menos soluciones: ¿Qué debemos creer?; ¿qué debemos hacer?; ¿a qué debemos atenernos y a quién podemos hacerle caso? El contraste de pareceres nos confunde, y vemos que ni tan siquiera los curas se ponen de acuerdo; ellos, en otros tiempos, ¡tan seguros! Pero ahora vivimos desamparados, y la pregunta nos acosa por todas partes. Antes las estrellas eran fijas, como tachones clavados en el firmamento, y las verdades parecían inmutables en el cielo de nuestras conciencias; pero ahora todo se mueve. Y esto nos da vértigo y nos produce angustia y desasosiego, porque no estamos acostumbrados a a vivir a la intemperie de tantas opiniones y tan contradictorias. En esa situación es comprensible que algunos, quizás demasiados, sientan nostalgia de las viejas seguridades. Y esto es altamente peligroso para la verdadera libertad, porque el miedo y la angustia es el mejor caldo de cultivo de la demagogia y la dictadura. ¡Ay del pueblo que para huir de la desorientación se adhiere incondicionalmente al caudillo de turno!; pues no hay peor desorientación para el hombre que la de ser oveja... de otro hombre.
Conviene distinguir claramente entre la "libertad de" y la "libertad para". Porque hay una libertad de los prejuicios, los convencionalismos, los intereses egoístas, las ideologías, los demagogos, los dictadores..., los falsos pastores. Y otra libertad para buscar la verdad, venga de donde venga, para amar al prójimo, para hacer la justicia, para seguir en suma al Buen Pastor. La primera es la libertad del no; la segunda es la del sí; pero sólo es verdaderamente libre el que es libre para decir sí. O, de otra manera, el hombre sólo es libre en absoluto cuando es libre para el Absoluto: para el "Señor-nuestra-justicia".
El paso de la simple libertad de los falsos pastores a la libertad para seguir al buen pastor es lo que llamamos fe. Un paso difícil, arriesgado. Tanto que muchos, no pudiendo aguantar por más tiempo la desorientación y la duda y no atreviéndose a buscar la verdadera seguridad en Dios, vuelven a las andadas y se pierden adhiriéndose de nuevo a cualquier pastor. Tengamos calma y escuchemos atentos al Señor que nos habla con calma. Cuando todas las verdades parecen cuestionables, cuando no hay quien encuentre el camino, cuando la vida se convierte en problema..., Jesús nos dice: "Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida".
EUCARISTÍA 1976, 43
3.
-Jesús, el pastor que abre nuevos caminos
Hoy, a nadie nos gusta que nos digan que somos COMO UN REBAÑO... Un rebaño da la sensación de un grupo de gente sin personalidad, que va donde va todo el mundo, que se deja arrastrar sin saber por qué.
Por eso, según como se mire, esas imágenes que aparecen tan a menudo en la palabra de Dios y que nos presentan al Señor como nuestro pastor y a nosotros como el rebaño que él conduce, pueden sonarnos como algo raro y sorprendente.
Sin embargo, si lo pensamos un poco, ya nos damos cuenta de que Dios, de que Jesús, NO QUIERE HACER DE NOSOTROS UN REBAÑO SIN PERSONALIDAD, que le sigue sin saber por qué. Cuando en la primera lectura Dios nos promete un pastor que reunirá a las ovejas dispersadas, cuando en el salmo hemos cantado que el Señor es nuestro pastor, cuando en el evangelio hemos escuchado que Jesús se compadece de la gente "porque andaban como ovejas sin pastor", no nos está invitando a ser como un rebaño sin voluntad y sin personalidad, sino todo lo contrario: nos está diciendo que RECONOCERLO A EL COMO PASTOR ES RECONOCER, MUY CONSCIENTEMENTE, QUE EN EL TENEMOS LA VIDA. Es reconocer que sólo él puede liberar plenamente nuestra vida, sólo siguiéndolo a él podemos llegar a ser plenamente personas.
Aquellos hombres y mujeres del tiempo de Jesús, lo habían visto, lo habían escuchado, y habían hallado en él algo que les cambiaba la vida, que les daba sentido a las cosas, que les descubría posibilidades y caminos inesperados, las posibilidades y los caminos de Dios. Aquellos hombres y mujeres SE HABÍAN SENTIDO A MENUDO DESANIMADOS y como perdidos, se habían sentido, según dice el evangelio, "como ovejas sin pastor". Por eso, AHORA, AL ENCONTRAR A JESÚS, NO QUIEREN DEJARLO POR NADA DEL MUNDO. Y no le permiten siquiera retirarse un momento a descansar. Quieren ser su rebaño, y lo quieren muy convencidamente, muy de verdad.
¿Y NOSOTROS? ante este evangelio, podríamos hacernos esta pregunta: nosotros, ¿queremos ser el rebaño de Jesús? ¿tenemos ganas de serlo? Aquella gente quería serlo porque sentían una necesidad profunda: andaban solos y sin guía, y no querían seguir así; eran muy conscientes de lo mucho que les faltaba, y creían que Jesús les podía abrir nuevas posibilidades. ¿Y nosotros?
-Tres tipos de personas que no pueden seguir a Jesús
Yo creo que hay tres tipos de personas (o quizá más, pero yo quisiera ahora señalar tres) que NO SON CAPACES DE BUSCAR A JESÚS, que no son capaces de ir al encuentro de Jesús como pastor, como guía. Son tres modos de ser y de actuar, y los tres impiden desear formar parte del rebaño de Jesús. A los tres se les puede aplicar, aunque de modo distinto, el nombre de "materialistas".
-El primero es el de LA GENTE QUE TIENE MUCHO DINERO. Jesús los critica con mucha dureza, y dice muy claramente que quien va tras el dinero no puede ir con él, con Jesús. ¿Por qué? Es muy simple: porque si uno tiene mucho dinero y muchas ganas de tener más, significa que cree que eso es lo que da verdadero sentido a su vida, y no necesita a nadie que lo guíe. Se siente satisfecho con su riqueza y su prestigio (aunque diga que lo pasa muy mal) y no anhela las nuevas posibilidades, la nueva vida que Jesús ofrece. Ese es el materialismo peor.
-El segundo tipo es el de LOS QUE ANDAN POR LA VIDA SIN PREOCUPARSE DE NADA, que no desean mejorar nada, que no se preocupan por lo que les pueda ocurrir a los que están a su alrededor. Son la gente que no hace daño a nadie, pero tampoco hace bien, porque no hace nada. Son la gente que, por ejemplo, si pueden tener el vídeo funcionando las veinticuatro horas del día, para ellos y para sus hijos, pues ya lo tiene todo resuelto. Estos, claro está, tampoco sienten ninguna necesidad de seguir a Jesús, de abrirse a nuevos caminos, de buscar salvación y vida. No se sienten "como ovejas sin pastor". Simplemente, no se sienten nada.
-Y el tercer tipo es el de los que sí sienten que el mundo y los hombres vivimos a menudo en el desconcierto, y que se deben buscar nuevos caminos y nuevas posibilidades. Pero CREEN QUE ESTO DEBEMOS HACERLO LOS HOMBRES SOLOS, y que no necesitamos a nadie que nos guíe, y nos transforme por dentro, y nos dé fuerza, e impulso, y plenitud. Esos, que con frecuencia trabajan muy en serio y con verdadera dedicación al servicio de los demás y de un mundo más digno, son muchas veces personas admirables. Pero les falta esa esperanza que va más allá de nuestras obras, esa esperanza que nos ha abierto Jesús, nuestro pastor, nuestro Señor muerto y resucitado.
Ahora, preguntémonoslo de nuevo: ¿y nosotros? ¿DESEAMOS ABRIR NUEVOS CAMINOS y nuevas posibilidades en nosotros y en nuestro mundo? ¿sentimos esa necesidad de salvación y de vida que Jesús nos ofrece? ¿ESTAMOS DISPUESTOS, DE VERDAD, A ESCUCHARLO Y A DEJARNOS GUIAR Y SALVAR POR EL? Que nuestra Eucaristía sea hoy un acto de fe y de confianza en Jesús, nuestro pastor. Y sea también un estímulo para dar a conocer a los demás la vida nueva que Jesús nos ofrece y nos da.
JOSEP
LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1985, 15
4.
-UNA IGLESIA PARA LOS HOMBRES (1ª lectura y Evangelio)
El fragmento evangélico de hoy explícita lo que, de modo más denso y concentrado, dirá el propio Marcos en otro pasaje de su evangelio: "Y designó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc 3, 14). En efecto, vemos en nuestro texto reflejados los dos momentos de lo que podríamos llamar "ritmo del apostolado": estar con Jesús ("Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco"), predicar la buena noticia a los hombres ("Le contaron todo lo que habían hecho y enseñado"). Es interesante, sin embargo, notar que el fin último de la misión apostólica se halla totalmente orientado hacia los hombres. Siguiendo el ejemplo de Jesús, que no duda en sacrificar su deseo de descanso y contemplación a las necesidades del pueblo, los apóstoles deben preocuparse más de actuar y predicar que de asegurarse unos momentos de pura contemplación.
Todo ello puede aplicarse a los cristianos actuales, tanto a nivel personal como en el aspecto comunitario. A menudo se presentan las finalidades de la vida cristiana de modo excesivamente dicotómico: el cristiano debe amar a Dios, y luego a los hermanos; la Iglesia tiene la finalidad de alabar al Padre, y luego de servir a los hombres. La perspectiva correcta es, por el contrario, perfectamente unitaria. La verdadera acción cristiana no puede prescindir, en ningún momento, de su radical orientación hacia Dios. La verdadera oración cristiana no puede olvidar, en ningún momento, el amor al hermano. Para el cristiano, no se trata de encontrar a Dios primero en la oración, y luego intentar buscarlo a través de la acción. Ni se trata de encontrar a los hombres en la acción, y luego intentar una vinculación por medio de la plegaria. El cristiano encuentra a Dios y a los hombres, de modo inseparable, tanto en la acción como en la oración. Ni siquiera podría decirse que el lugar más adecuado para encontrar a Dios fuera la plegaria y el más apropiado para amar a los hombres fuera la actividad. No existen espacios y momentos privilegiados: toda acción verdaderamente cristiana está compuesta de amor a Dios y a los hombres; toda oración verdaderamente cristiana expresa amor al Padre y a los hermanos.
Si se estableciere una separación entre ambas realidades, nos apartaríamos del sentido evangélico, puesto que la médula del cristianismo es la aceptación sin reticencias de la total manifestación de Dios en el hombre. Y si tenemos en cuenta esta última afirmación, deberemos aceptar que, en la práctica, el primado lo ostenta la orientación hacia los hombres: para amar a Dios, es necesario amar al hermano; para servir a Dios, es necesario servir a los hombres.
JOAN
LLOPIS
MISA DOMINICAL 1973, 2B
5.
NOTA: Este proyecto está pensando para lugares donde asista una mayoría de fieles que hacen o harán vacaciones.
VACACION/DESCANSO: Siguiendo la lectura del evangelio de Marcos, hemos escuchado hoy unas palabras que empalman con un hecho actual: el de las vacaciones que muchos hacen o harán (o que, por lo menos, influyen de algún modo en nuestra vida). La preocupación de JC por el descanso de sus apóstoles podría ayudarnos a encontrar sentido a nuestro descanso.
-Las vacaciones son de Dios
JC se preocupa por el descanso de sus amigos, los apóstoles. El descanso no es un lujo, no es capricho; es una necesidad del hombre. No es tampoco una invención moderna: la antigua historia del pueblo judío (como también de otros pueblos antiguos) nos ofrece muestras de una preocupación social por conseguir un descanso para todos. Son las civilizaciones esclavistas, feudales, burguesas, las que imaginan que el descanso sólo es un derecho de los ricos. Que la lucha obrera haya conseguido reivindicar el derecho al descanso, a las vacaciones, empalma con lo que el pueblo judío (en el AT) creía voluntad de Dios. Y lo que hemos de lamentar actualmente es que aún hay quienes no participan de este derecho al descanso, que aún existan injustas diferencias entre el descanso de unos y otros.
Este podría ser el primer punto de nuestra reflexión de hoy: según la Escritura Sagrada, si Dios encomienda al hombre la responsabilidad de trabajar, también quiere para él descanso, el reposo, la fiesta. Para que nunca el trabajo esclavice al hombre; para que éste halle espacios para vivir más libremente, para reencontrarse con lo que es más fundamental en su vida.
-"Venid a descansar"
Hemos escuchado en la 2. lectura que Jesucristo "trajo la noticia de la paz". ¿No podríamos decir que el tiempo de vacaciones está especialmente abierto a un encuentro con esta buena noticia de paz para cada uno de nosotros? Porque el engranaje de nuestra vida normal, del trabajo y de las preocupaciones de cada día, muchas veces nos impide el ir a fondo en la realidad de la vida. A menudo quedamos como aprisionados en este tejido de ocupaciones y preocupaciones, de relaciones y necesidades que constituyen el afán cotidiano. No se trata de que debamos buscar la Buena Noticia de JC fuera de nuestra vida, prescindiendo de este tejido de realidades cotidianas. Pero sí que es preciso profundizar en esta realidad, saber descubrir su auténtico sentido, distinguir aquello que es verdaderamente importante de lo que es únicamente espuma.
Por eso todos podríamos oír, como dirigidas a nosotros, las palabras de Jesús a los apóstoles: "Venid a descansar un poco".
Porque el tiempo de vacaciones es a menudo como un alejamiento (aunque sea provisional) de esta realidad cotidiana que nos aprisiona, permite un margen más amplio de libertad, permite mirarnos nuestra vida con mayor perspectiva. Quizá hallemos en estos días un espacio de silencio, de silencio interior sobre todo, que nos ayude a ir más a lo hondo en el ver y juzgar nuestra vida. ¿Qué hacemos, qué somos, donde vamos? ¿Hay realmente verdad y amor en nuestra vida? ¿Qué calificación, que nota, merecen nuestra relaciones?
-Escuchemos la Buena Noticia de nuestro Pastor JC
Y es posible que más de uno de nosotros, si es suficientemente libre y valiente para realizar este examen personal, halle que también de sí mismo podría decirse lo que hemos leído en el evangelio: "andaban como ovejas sin pastor".
Quizá más de uno, entre nosotros, sabrá reconocer que detrás del tejido de las ocupaciones cotidianas, se esconde un vacío, o un desconcierto, o un miedo, o una huida, o una desesperanza...
Feliz el que tenga suficiente dosis de verdad para emprender un camino de paz. La gente que, nos dice el evangelio, "andaban como ovejas sin pastor", buscaban la Buena Noticia de Jesucristo. Por eso Jesús, dice también el evangelio, se pone "a enseñarles con calma". No hubiera sido esto posible sin aquel paso previo, no lo hubiera podido hacer si ellos no le hubieran buscado. Quizá, a muchos de nosotros, lo que nos falte sea esto: reconocer esta pobreza interior, personal y reconocer que no sabemos dónde vamos. Y así ponernos a buscar la Buena Noticia de Jesucristo. Hallar la necesaria calma para escuchar su Noticia de paz, de amor, de verdad, de libertad, de justicia. De alegría y de vida. Hermanas y hermanos: que así sea.
JOAQUÍN
GOMIS
MISA DOMINICAL 1988, 15
6. LAS OVEJAS REUNIDAS
-Ovejas sin pastor (Mc 6,30-34)
El relato es muy breve. Los discípulos vuelven de una gira apostólica. Jesús les lleva a un lugar apartado para que descansen, pero la multitud da con ellos. Jesús ve a la multitud y le embarga una inmensa piedad hacia ella: están como ovejas sin pastor. Entonces se pone a darles largas instrucciones. Con esta frase termina el texto escogido para hoy: ovejas sin pastor a las que Cristo quiere dar la Buena Noticia.
Lo importante pues de este relato es la angustia de Jesús ante aquellas multitudes cuyo contacto con Cristo tanto gustan de subrayar los Evangelistas. En numerosos pasajes señalan que la multitud sigue a Jesús (Mt 4, 25; 8, 1.18; 12, 15 y paralelos; 13, 2 y paralelos; 19, 2- 20, 29; Mc 1, 33; 1, 45; 2, 2; 3, 20; 3, 32; 4, 36; 5, 21- 5, 24; 9, 14- Lc 7, 11; 8, 45; 11, 29; 12, 1; 14, 25; 19, 3- 23, 48; Jn 12, 18). Jesús se conmueve al ver a la multitud (Mc 9 36; 25, 32). La multitud está admirada ante Jesús (Mt 12, 23; 21, 9; Mc 12, 37; Jn 7, 12; 7, 40). Tiene grandes deseos de oír sus enseñanzas (Mc 11, 18; 12, 37; Lc 5, 1; 5, 15). Se reúne tanto para oírle como para pedirle curaciones y ver milagros. En cuanto a Jesús su función es la de enseñar. Lo hace en las sinagogas (Mt 4, 23; Mc 1, 39; Lc 4, 44). Va predicando por las aldeas (Mt 11,1). El mismo Jesús dirá: "Todos los días estaba en el Templo enseñando...".
¿Cuál es la enseñanza de Jesús? Enseña con autoridad (Mt 7, 29). El mismo dice que el Padre le ha prescrito lo que debe enseñar (Jn 12, 49). Todos los que tengan buena fe deben reconocer que enseña las cosas de Dios con toda verdad (Mt 22, 16; Mc 12, 13-14; Lc 20, 21). A veces enseña en parábolas (Mt 13, 3.35; Mc 4, 2; Lc 8, 4). Es una enseñanza nueva que confirma con sus actos: manda a los espíritus malos y le obedecen (Mc 1, 27). Las gentes se preguntan de dónde le viene esa sabiduría y esa penetración que posee, y esa capacidad de hacer milagros (Mc 6, 2).
S. Marcos da muchos detalles sobre la enseñanza de Jesús porque su Evangelio hacía las funciones de catequesis, quizá incluso en las reuniones para la fracción del pan celebradas por las comunidades judeo-cristianas. Por esta razón podemos observar a lo largo de su Evangelio la preocupación por hacer que la enseñanza de Jesús se continúe con los milagros que la confirman.
En el momento en que Jesús se conmueve ante la multitud sin pastor. su primera reacción es enseñar. Para El es la función principal del pastor: enseñar las cosas del Padre. Esto nos da materia de reflexión. En nuestra época tenemos la tentación de atribuir a los pastores de la Iglesia tantas funciones que, muchas veces no les dejan tiempo para enseñar o para prepararse para hacerlo. Según S. Marcos esta es la primera preocupación de Jesús. Lo que enseña se lo había confiado su Padre. Se trataba de enseñar la paternidad de Dios, su amor y su voluntad de salvar a los hombres. Además, sabemos por este mismo relato, que Jesús enseñaba de un modo particular a sus discípulos que tendrían a su vez que enseñar a otros. Les explica las parábolas porque ellos las han sabido recibir en fe.
Enseñando, Jesús reúne a las ovejas. Hay que subrayar esta característica de la enseñanza de Jesús. No se trata de una enseñanza religiosa conceptual que desemboque en discusión. Jesús enseña con autoridad y confirma con milagros que su enseñanza proviene de Dios. Es una enseñanza dinámica que crea un Pueblo nuevo. Las multitudes se reúnen alrededor de El y unos a otros se participan lo aprendido comunicándose sus impresiones; lentamente van reuniéndose en un rebaño unido al que Jesús ama y para el que va preparando pastores que les cuiden.
-El pastor reúne al resto de las ovejas (Jer 23, 1-6)
El tema del pastor es frecuente en la Biblia y muy normal si pensamos en el género de vida de los autores y lectores de estos libros. Los Patriarcas fueron pastores; también el mismo rey David. El texto que hoy se nos propone fue escrito contra los reyes que gobernaban mal al Pueblo de Dios. Hay que entender el término "pastor" por tanto, en sentido amplio; designa a reyes y a profetas; en nuestro caso a todos los que usan mal su autoridad. Jeremías no es el único que escribió contra los malos "pastores" También lo hicieron Isaías (56. 10 v ss.) y Ezequiel (24, 2-10), emprendiéndola contra ellos vehementemente. El reproche fundamental que les hace el Señor es el de negligencia en la conducción de su Pueblo y el de no ocuparse de él con diligencia. Isaías les tacha de ciegos (56. 10): y con mayor dureza todavía. Ezequiel les acusa de egoísmo y de abuso de poder: son pastores de sí mismos (Ez 24, 2).
Dios mismo quiere hacerse Pastor de su Pueblo y ocuparse de él. Su trabajo consistirá sobre todo en reunir a las ovejas dispersas y conducirlas a los pastos donde serán fecundas y se multiplicarán. Esta intervención de Dios para reunir a las ovejas dispersas es también el tema de Isaías 31, 8-10; 40, 11 y de Ez 34, 11-16.
Para realizarlo, Dios dará pastores a su Pueblo. Encontramos aquí el anuncio del Mesías cuyo nombre será "El Señor es nuestra justicia". En Ezequiel se encuentra el mismo tema expresado casi con las mismas palabras (34, 23 ss). La expresión "un vástago justo" que designa al Mesías es empleada también por Jeremías en 33, 15. Y se vuelve a encontrar el término en Zac 3 8; 6, 12 y en el Nuevo Testamento (Hech 7, 10; 1 Jn 3, 9).
La figura "tipo" del pastor, ya descrita ampliamente en el Antiguo Testamento, vuelve a tomarse en el Nuevo y halla su realización en Cristo. Muy particularmente S. Juan en el cap. 10 de su Evangelio, utiliza y desarrolla el tema. También la carta a los Hebreos retoma el tema en el contexto majestuoso de Cristo y de su sacerdocio (13, 20). La primera carta de S. Pedro considera a Cristo como el pastor que continúa guiando a su Pueblo (2, 25) y bajo esta misma figura ve a Cristo volviendo al final de los tiempos (5, 4). En el Apocalipsis encontramos el tema, un poco extraño, del Cordero Pastor: "El Cordero será su Pastor" (7, 17); "el Cordero les llevará a las fuentes de aguas vivas" (7, 17) y vemos al Cordero en funciones de Pastor que es seguido allá por donde va (14, 4).
La primera carta de S. Pedro nos describe como ovejas dispersas reunidas por el Pastor: "Erais como ovejas errantes, pero ahora habéis vuelto al Pastor y guía de vuestras almas" (2, 25). El tema del pastor evoca el de la reunión. El Pastor hace oír su voz y las ovejas le siguen (Jn 10, 3). Así ve Zacarías la reunión de las naciones: "Lanzaré mis silbidos convocando a reunión" (10, 8).
-Unidos por la sangre de Cristo (Ef 2, 13-18)
Podemos relacionar esta segunda lectura con las otras dos. En efecto: el Señor es el Pastor y reúne a los paganos y a Israel en un solo Pueblo; mediante su sangre ha hecho caer los muros que les separaban.
El contexto de esta carta es bautismal. Un poco antes San Pablo (2, 10) presenta a los bautizados como resucitados con Cristo y aunque alejados de Dios en otros tiempos, ahora aproximados por la sangre de Cristo. Cristo, el Pastor, ha unido dos pueblos en uno solo y este único Pueblo se ha transformado en un solo Hombre Nuevo. La paz es ahora una realidad tanto para el pueblo de Israel como para el pueblo de los convertidos del paganismo. Estos dos pueblos convertidos en un solo Hombre Nuevo, pueden aproximarse al Padre en un único Espíritu. Andábamos errantes y ahora nos conduce el Pastor que da su sangre por nosotros; transformados en un único Pueblo tenemos acceso al Padre en un único Espíritu.
La celebración de hoy tiene una particular unidad. El Señor está delante de nosotros, extraviados que necesitábamos un guía; está ante los pueblos que viven hoy en nuestro mundo y que buscan cómo unificarse. Todos desean tener unidad interior; las diversas agrupaciones intentan unirse entre ellas; los pueblos intentan lograr una comunidad de vida y de pensamiento. Pero sólo tienen una posibilidad: La unidad en Cristo que da su sangre, como Buen Pastor, para reunir a los pueblos en la unidad y en la paz.
No hay que hacerse ilusiones; sin fe en este Pastor único no hay posibilidades ni de unión ni de paz. Lo demás son ilusiones. Hay que tomar conciencia de ello y cada cristiano debe persuadirse de que así es. Ante este mundo extraviado y en búsqueda, cada cristiano tiene que convertirse, de algún modo, en pastor y asumir las responsabilidades que le incumben. Cada cristiano tiene que mostrar el camino. Pero hay que tomar precauciones: no son nuestras teorías lo que el mundo espera, tampoco desea una "religión fácil", sino el verdadero camino. Y sólo hay un camino verdadero: el de la cruz de Cristo que es la ruta hacia la vida definitiva. Sólo la sangre de Cristo puede dar la paz y guiar por una ruta común. El problema de la unidad de los cristianos, el problema de la unidad entre los pueblos, no tienen otra fuente de donde pueda beber más que la sangre de Cristo en la que hay que participar activamente. No podemos dispensarnos de ella: el verdadero desarrollo de la vida de los hombres sólo puede realizarse pasando por el crisol de la prueba con alegría y amor. Cada cristiano, convertido a su vez en pastor, no tiene más solución que aportar al mundo que ésta. Mostrar otro camino que fuera humanamente más aceptable, no sería más que un espejismo que pagaríamos caro. Tenemos ya bastantes ejemplos.
Cuando esos "pastores", malos inconscientemente, intentan indicar otros caminos, vamos viendo que siempre conducen al fracaso; llevan a falsas alegrías y a falsas unidades. La única paz y la única alegría posibles son las que se encuentran en el Espíritu de Cristo.
ADRIEN
NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979.
Pág. 73-78