EL RINCÓN DE LA MEDITACIÓN

 
DIOS NACE DONDE SE VIVE
EL EVANGELIO CON RADICALIDAD


La frágil vida del ser humano sobre la tierra es don
de Dios:
"Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó el
cielo, que asentó la tierra y su vegetación, que
concede aliento a sus habitantes, y vida a los que se
mueven en ella: yo, el Señor, te llamé según mi plan
salvador; te tomé de la mano, te fornmé e hice de ti
alianza del pueblo y luz de las naciones, para abrir
los ojos de los ciegos, sacar de la cárcel a los
cautivos, y del calabozo a los que habitan las
tinieblas" (Isaías 42, 5-7)



 
DIOS NACE DONDE SE VIVE EL EVANGELIO
CON RADICALIDAD



Navidad.
Nace un niño.
Enmanuel, "Dios-con-nosotros".
Dios nace discretamente
en medio de la noche.

Dios nace cuando el nombre "Libertad"
es el trágico grito
lanzado por el sufrimiento
de tantos hombres que son torturados,
oprimidos o reducidos al silencio.

Dios nace cuando el silencio
de las calles y plazas,
de los niños y los ancianos,
de las mujeres y los jóvenes,
grita más que las propias palabras.

Dios nace cuando el viento de la justicia
atraviesa los cuerpos desnudos
de los exilados, los hambrientos,
los que no tienen trabajo ni nacionalidad.

Dios nace cuando apenas se murmuran las palabras;
cuando ellas no hacen sino expresar
la silenciosa espera de los prisioneros de...
cuando el silencio de la pesada noche
es desgarrado por tantos "gulags".

Dios nace cuando las miradas son atravesadas
por las frías palabras
y se aclaran por un instante,
o cuando se esconden detrás de la inquieta
paciencia de no poder pronunciarlas.

Pero, Dios nace también
allí donde dos personas se aman,
allí donde alguien
intenta vivir el Evangelio con radicalidad.

Dios nace sin descanso,
acostado en un pesebre,
en medio de la noche,
para resplandecer como una estrella:
la estrella de la aurora
que espera con impaciencia
el despertar de la alborada.



Mikel Pereira


 
Jesús es el modelo al que mirar e imitar:
"Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan
y a los pobres se les anuncia la buena noticia; y dichoso el que no encuentre
en mí motivo de tropiezo" (Lucas 7, 22-23).