EL RINCÓN DE LA MEDITACIÓN

 
¿PERSEGUIDO?, TUYO ES EL REINO
“El Espíritu del Señor está sobre
mí, porque él me ha ungido para
que dé la buena noticia a los
pobres. Me ha enviado para
anunciar la libertad a los cautivos y
la vista a los ciegos, para poner en
libertad a los oprimidos, para
proclamar el año de gracia del
Señor” (Lc 4, 18-21)

“Hay cosas que valen más que la propia
vida; pero sólo lo percibimos en la últimas
encrucijadas o cuando todo se derrumba y
nos vemos arrimados a nosotros mismos.
Es entonces cuando un ser humano, solo,
se pone en pie, mira de frente y no cede.
No cede.
"Al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará.
Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará" (Mt 24, 12-13). En
estas palabras de Jesús aparece una de las características del amor de
Dios, dificultado y entorpecido por las riquezas y seducciones del mundo,
pero también por los ataques y persecuciones, los desprecios y
sufrimientos que pueden sobrevenir a los discípulos (cf. Mt 10, 17 ss.; 5, 10
ss.). Situaciones así son la prueba decisiva para demostrar su fidelidad a
Dios, su ardiente pasión por Dios, la pasión dolorosa de los que aguantan
fiel e inconmoviblemente todas las dificultades, poderes y amenazas hasta
la obstinación, hasta que se revele Aquél a quien aman... Ellos son la tierra
buena en la que la palabra produce fruto, la tierra buena del que no se
arredra ante las dificultades (cf. Mt 13, 20-21. 23):
"no amaron tanto su
vida que temieran su muerte" (Ap 12, 11).

(Martín Gelabert, Revista CR, Nº 437, Enero-Febrero 2001)

“Cristo nos invita a no tenerle miedo a la persecución porque... el que se
compromete con los pobres tiene que correr el mismo destino de los
pobres...: ser desaparecidos, ser torturados, ser capturados, aparecer
cadáveres... Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño. Se lo digo
sin ninguna jactancia, con la más grande humildad... Como pastor estoy
obligado a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños,
aún aquellos que vayan a asesinarme... El martirio es una gracia que no
creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre
sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una
realidad”

(Palabras de Mons. Óscar ARNULFO ROMERO, tomadas de J. JIMÉNEZ
LIMON, “Sufrimiento, muerte, cruz y martirio”, en “Mysterium Liberationis.
Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación”, Madrid, 1990, t. II,
p. 492)

“Venid a mí, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis
de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui extranjero y me
recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis,
estuve en la cárcel y fuisteis a verme” (Mt 25, 31-46)

Hay ideales, hay personas por las que alguien ofrece la vida, aún con
todo el miedo apretado en el cuerpo... La experiencia humana nos enseña
que vivir es más que vivir, es jugárselo todo por aquello que identifica la
vida."

(Juan A. Tudela, Revista CR, Nº 437, Enero-Febrero 2001)

 
Es de noche en tu corazón. Las tinieblas parece que lo recubren todo. Es el
momento de la prueba: querías ser testigo de la verdad, y todo son
obstáculos, dificultades, desconfianzas y persecuciones; querías buscar la
paz, y te ves coaccionado, desprestigiado, encarcelado o condenado a
muerte.

Nada parece ya tener razón de ser, y te abruma el sentimiento de que nada
tienes que esperar. ¡Cuántas veces te ves reducido a querer creer, a querer
"esperar contra toda esperanza" , a caminar a tientas, a avanzar entre
gemidos, sin comprender apenas nada!.

A tu alrededor también hay quienes no tienen nada, lo esperan todo, y son
felices. Son aquellos que atisban en el silencio de la cruz la imborrable
presencia de Dios. Son hombres y mujeres que han experimentado a Dios en
el desierto de sus vidas, han sentido en lo más hondo la llamada a despojarse
de toda seguridad personal para vivir suspendidos de una loca esperanza: la
confianza en Dios y en el hombre que fue creado a su imagen y semejanza.

Son hombres y mujeres que habiendo conocido la riqueza que se esconde tras
la cruz levantada sobre el Gólgota, saben leer en la oscuridad los signos de
los tiempos, y están dispuestos a comprometerse y dar sus vidas en favor de
los más necesitados, para ir construyendo así un mundo más fraterno.

Y tú, ¿por qué sigues dudando? Mira más allá del desierto de tu vida y
discierne el fuego que arde en ti cuando intuyes a tu lado, aunque a veces de
forma desconocida, la presencia de Aquel que contigo camina. porque, ¿de
dónde sino de Él viene este fuego que te devora?

Sé valiente. Arriesga tu vida al todo o nada. Vive cerca de los hombres
sencillos, los que son humillados, oprimidos y perseguidos, y todos aquellos
que son olvidados... ellos te abrirán las puertas de la alegría. Y tú serás, en
medio de ellos, un destello del amor del Padre.

Abre las puertas de tu corazón a las necesidades del mundo, y a cada
momento descubrirás el asombro de lo inesperado. Deja que en tus desiertos
florezca un amor que no juzgue, un amor que desconcierte toda conveniencia,
rompa toda estructura y desarme toda violencia... y aunque tras tus contínuos
fracasos experimentes la rebeldía y la impotencia, sé fiel hasta la muerte y
osa morir perdonando.

Y si un día te ves sentado en el banco de los acusados, o te meten en una
celda, o eres colocado contra el muro de ejecución, recuerda que no estarás
solo: Alguien te ha precedido en la persecución y el aparente fracaso;
Alguien está junto a ti y, en silencio, comparte tu dolor e incluso tu amargura.
Y por encima de todo, nunca olvides que, ya desde ahora, tuyo es el Reino de
los cielos.

Y mira, llega la aurora y un canto acompaña el despertar del alba: es tu
alabanza al Dios que te salva. "La tiniebla ya no es tiniebla ante ti, la
noche tiene luz como el día"
.

Mikel Pereira