"No acumuléis tesoros en esta tierra, donde la polilla y la carcoma echan a
perder las cosas, y donde los ladrones socaban y roban... Porque donde está
tu tesoro, allí está también tu corazón"

(Mateo 6, 19. 21)


"Ningún criado puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará a otro, o
será fiel a uno y despreciará a otro. No podéis servir a Dios y al dinero"

(Lucas 16, 13)


"Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los
magnates las oprimen. No ha de ser así entre vosotros. El que quiera ser
importante, sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero, sea vuestro
esclavo"

(Mateo 20, 25-27)


"Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa, por eso
no me he atrevido a presentarme personalmente a ti; pero basta una palabra
tuya, para que mi criado quede curado"

(Lucas 7, 6-7)


"Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano...
El publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni siquiera a levantar
los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: 'Dios mío, ten
compasión de mí, que soy un pecador'"

(Lucas 18, 10. 13)



EL RINCÓN DE LA MEDITACIÓN

 
LOS HUMILDES POSEERÁN LA TIERRA
"Bienaventurados los humildes de
corazón, porque poseerán la tierra"

(Mateo 5, 5)


"Hijo mío, ama a tus hermanos, y no te
creas más que los hijos e hijas de tu
pueblo"

(Tobías 4, 13)





BIENAVENTURADOS LOS HUMILDES DE CORAZÓN,
PORQUE POSEERÁN LA TIERRA


Cuando te sientes atraído por el poder, la riqueza o la fama...; cuando surge el
orgullo que te hace pensar que vales más que los demás... Cristo, sin jamás
herirte, te recuerda: "Bienaventurados los humildes...".

No tengas miedo. Para empezar nunca es demasiado tarde. En la paciencia de
Dios nada se pierde. Déjate conducir, deja que Otro sea el que modele el barro de
tu humanidad, y te sentirás incomparablemente libre.

Pon tu confianza en Aquel que por amor a ti se hizo hombre y por acompañarte
hasta el fin dió su vida: en Él se afianzará tu añoranza infinita; en Él se fortalecerá
tu fragilidad y tu abismal pobreza; en Él el Dios verdadero te llenará de indecible
alegría, saciará tu infinita nostalgia, asumirá tu fragilidad, enriquecerá tu pobreza,
divinizará tu pequeñez e inmortalizará tu vida.

A ti te toca, con tu humildad, hacer realidad el Reino de Dios en este mundo
violento donde el amor no cuenta. A ti te toca renovar el corazón del hombre y
transformar la faz de la tierra con toda la fuerza de la humildad desarmante y
desarmada.

Tu no eres el dueño de tu vida, pero si sabes reconocer que todo lo que eres y
todo cuanto posees lo has recibido de Dios, también sabrás percibir al Dios que
dirige, sostiene y salva a los humildes de corazón, concediéndoles en herencia la
paz de "su tierra", la tierra que él comparte con los hombres; la tierra que no
conoce la muerte; la tierra donde el mal no tiene derecho de ciudadanía; la tierra
que nunca ha labrado el sembrador de la cizaña; la tierra donde resuenan las
fuentes del reposo y corre el agua de la Vida.


Mikel Pereira