VERDAD
VocTEO
 

Teológicamente, se entiende por verdad la revelación de Dios que culmina en Jesucristo y que se transmite hasta nuestros días. En el Antiguo Testamento, la verdad se expresa como emet , pero este mismo término es el resultado de un progresivo desarrollo semántico; en efecto, en los textos más antiguos emet indica "ser sólido», "estable», "fiel»; después del destierro, sin embargo, asume una connotación más gnoseológica indicando el "plan de Dios» su «sabiduría», la «doctrina» que Yahveh da a los hombres. En el Nuevo Testamento se lleva a cabo el paso de la verdad de la «ley» a la verdad del «evangelio» (cf. Gál 2,5.14).

Las teologías neotestamentarias expresan, cada una con su peculiaridad, un aspecto esencial de la verdad; para Pablo seguirá estando presente el influjo de la concepción apocalíptica judía, mientras que para Juan se explicita la dimensión histórico-personal. Para el cuarto evangelista, la verdad se identifica con la persona misma de Jesús de Nazaret (Jn 14,6), va que en él se cumple el misterio dé la encarnación de Dios; él está «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). La novedad radical que representa la concepción de Juan no deja de tener consecuencias en la formación del pensamiento cristiano.

Respecto a la verdad llegan a enfrentarse dos concepciones fundamentales: la griega-filosófica y la cristiana-teológica. Para ambas concepciones, la verdad está en el ser mismo y, por tanto, en su manifestación; pero en el concepto de manifestación-revelación, las dos perspectivas difieren radicalmente. En efecto, en el primer caso la verdad en cuanto propiedad del ser puede darse en la contemplación del entendimiento; para los cristianos, por el contrario, es la revelación de Dios en un acontecimiento histórico y lleva consigo las características de la tensión escatológica. Por consiguiente, la verdad no es sólo aletheia como «desvelamiento», sino más bien como auténtica «revelación» dada en la dialéctica histórica que, al mismo tiempo, revela y esconde hasta la plenitud de la revelación última. En la concepción cristiana la verdad, por primera vez. llega a estar unida a las categorías histórico-personales: esto implica inevitablemente su dimensión como de un conocimiento siempre progresivo y nunca exhaustivo, hasta la plenitud escatológica.

La inserción de la verdad en la historia permite mantener en pie un principio teológico ulterior: la presencia del Espíritu de Cristo resucitado que en la fatiga de esta historia, pero dentro de la fidelidad a la misma, conduce dinámicamente a su Iglesia «hasta la verdad completa" (Jn 16,13). Los creyentes, por tanto, viven en una verdad que es la de la revelación de Dios dada en Jesucristo y confiada a la Iglesia, pero en camino hacia un descubrimiento y una formulación que permita un conocimiento cada vez más adecuado de la misma y única verdad.

El concilio Vaticano II, superando una concepción típicamente gnoseológica de verdad mantenida en diversos niveles por la teología escolástica, recupera fuertemente el fundamento y la densidad bíblica de verdad. Quizás el texto más importante en este sentido sea el del n. 11 de la Constitución Dei Verbum, donde el concilio afirma que la verdad de la Escritura, antes de ser una verdad contra el error, consiste en su valor revelativo y salvífico: «Los libros de la Escritura afirman con certeza, fielmente y sin error, la verdad que Dios quiso que se entregara a las sagradas Escrituras para nuestra salvación».

R, Fisichella

Bibl.: H. K. Link, Verdad, en DTNT, 1V 332344: 1. de la Potterie, Verdad, en DTF, 16091616: Íd., Historia y verdad, en R. Latourelle - G. O' Collins, Problemas y perspectivas de teología fundamental, Sígueme, Salamanca 1982, 130-159: P.Ricoeur, Historia y verdad, Ed. Encuentro. Madrid 1990.