TESTIMONIO
VocTEO
 

Es la traducción de la palabra griego martyría (de donde procede la palabra mártir); indica la capacidad de entrar en una relación interpersonal sobre la base de la narración de un hecho. El testimonio es ante todo lenguaje; pertenece al modo de expresarse del hombre y en algunos aspectos, es la expresión privilegiada del lenguaje humano, ya que crea actos concretos que la palabra hablada por sí sola no es capaz de indicar.

El testimonio surge en primer lugar en un contexto jurídico; es decir, se convierte en un acto mediante el cual se refiere lo que ha sido objeto de experiencia. Hay dos elementos que caracterizan a esta posición: el comunicar y el contenido de la comunicación; para que, además, la comunicación sea completa, se necesita la presencia de quien recibe el testimonio. Así pues, se puede pensar en él como en una relación que, en virtud de un contenido, se crea entre un sujeto que se expresa y otro sujeto que recibe. En este horizonte, la relación interpersonal entre los dos pertenece a la esfera más alta y profunda de la relación, ya que, en el terreno del contenido, los dos sujetos arriesgan la credibilidad de su propio ser.

El testigo, según su fidelidad o no fidelidad al proponer el hecho, manifiesta la veracidad o la falsía de su propio ser; el receptor del testimonio, al juzgar el grado de sinceridad del testigo, expresa su voluntad de salir de sí mismo para fiarse de la persona que le habla. En cada uno de los dos casos, los sujetos revelan su personalidad y su intimidad.

Esto explica por qué el testimonio no puede limitarse a ser una simple narración de hechos; se convierte más bien en compromiso, en empeño, en lenguaje performativo que, por su naturaleza, exige al sujeto que llegue hasta las últimas consecuencias: dar la propia vida por atestiguar la verdad de lo que atestigua. En este caso, el testimonio alcanza, incluso semánticamente, la expresividad total y coherente, ya que se convierte en martirio.

La Escritura recurre también de un modo privilegiado a la categoría de testimonio; su uso es rico y pluriforme.

En algunos momentos, sirve para definir a la misma revelación; en otros, su transmisión; y en otros, su credibilidad. Es sobre todo la teología de Juan la que hace del testimonio un contenido privilegiado de su evangelio. Atestiguar es sinónimo de revelar, ya que se recibe el testimonio como el atestado solemne de una experiencia realizada por el Hijo junto al Padre (cf Jn 3,1 1; 8,38; 8,40; 18,37).

Cristo Jesús es el testigo perfecto y fiel de Dios; por eso, no tiene necesidad que nadie le dé testimonio sobre la verdad de su persona y de su mensaje, ya que el Padre mismo atestigua la verdad que le manifiesta (Jn 8,7). En ese mismo acto, Jesús de Nazaret es testigo y testimonio, como consecuencia del hecho de ser al mismo tiempo revelador y revelación del Padre.

Por la intimidad de vida que habían disfrutado con Jesús (1 Jn 1,1 -3), sus discípulos son los primeros testigos de la resurrección del crucificado (1 Cor 15,3) y, en virtud de esta experiencia, son enviados al mundo para ser testigos acreditados de todo lo que él hizo (Hch 1,8; 10,41).

De la perspectiva bíblica se deducen algunas notas esenciales que constituyen el concepto teológico de testimonio; se pueden sintetizar de este modo:

a} El testigo es depositario de una llamada que lo habilita para ser tal; por consiguiente, recibe una misión inderogable para el testimonio.

b} El testimonio no se detiene en unos hechos esporádicos o contingentes; al contrario, afecta al sentido definitivo de la existencia personal.

c} El testimonio no se da para uno mismo, sino que se ofrece al otro para provocarlo a la fe o a la reflexión; en este sentido se convierte en una "proclamación".

d} El testimonio es un compromiso concreto de vida; se realiza a través de las modalidades comunes de la existencia personal, por lo que puede decirse que es la vida la que atestigua.

e} El testimonio cristiano es fruto de la gracia; por tanto, es primariamente iniciativa de Dios, que escoge y delega para esta misión.

Los creyentes, en virtud del bautismo, se insertan en la fe de la Iglesia y se convierten a su vez en testigos que transmiten y continúan el testimonio original de Jesucristo y de sus discípulos. Se debe particularmente a la acción del concilio Vaticano II la recuperación de la categoría del testimonio en términos nuevos y actuales. Este término aparece más de 100 veces en los documentos del concilio (cf. LG 12. 31. 35; AA 13; AG 6. 11. 15.21...), pero sobre todo es interesante ver que se le describe como la forma y la expresión unitaria del ser y del obrar cristiano.

Al ser lenguaje, es necesario que el testimonio se concrete plenamente en la condición histórica y en el contexto en que debe expresarse, so pena de resultar incomprensible e ineficaz. Esto significa que existe una dialéctica entre las diversas formas de testimonio que se presentan en cada ocasión. Su tarea será "convencer" al otro de la bondad y verdad de su contenido, para hacerle participar de la propia felicidad. La expresión de Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi es un índice de esta condición: "El hombre de hoy escucha de mejor grado a los testigos que a los maestros; si escucha a los maestros, es porque son testigos" (EN 40).

El testimonio no puede ser sólo personal; posee esencialmente el elemento eclesial que lo califica siempre y en todas partes cuando, al ser testimonio, es la fe de toda la Iglesia.

El cumplimiento del testimonio se lleva a cabo en el momento en que quienes lo reciben se convierten a su vez en testigos; aquí es, por consiguiente, donde se juzga de la veracidad y de la convicción del propio testimonio.

R. Fisichella

Bibl.: C. Floristán, Testimonio, en CFP, 989-1000: R, Latourelle, Testimonio, en DTF 1523-1542; Íd., Ei testimonio de la vida, en Cristo y la Iglesia, signos de salvación, Sígueme, salamanca 1971; 329-369; M, Rossi, Testimonio, en DTEM, 1070-1075.