TEOLOGÍA ORTODOXA RUSA
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De «teología rusa" sólo se puede hablar después del siglo xv. En efecto, desde comienzos del siglo x, cuando los príncipes rusos abrazaron el cristianismo, hasta la conquista de Rusia por parte de los mongoles (siglo XIII), más que de Iglesia rusa se puede hablar de Iglesia bizantina en territorio ruso. Constantinopla consideraba a Kiev como una especie de protectorado espiritual, y los patriarcas de la capital elegían a los metropolitas de Kiev que, además, eran con frecuencia bizantinos. De 1240 a 1470, bajo el dominio de los mongoles, aunque no se vio sofocada la vida espiritual, la cultura, incluida la teológica, sufrió un notable retraso por causa de las circunstancias. Sin embargo, precisamente en este período tenemos la espléndida creatividad iconográfica de Andrej Rublev (+ 1430), cuyas obras no son más que teología escrita con colores. Baste pensar en el famoso icono de la "Trinidad" que, por sí solo, constituye un tratado de teología trinitaria.

Con la caída de Constantinopla (1453) y la liberación gradual del poder de los mongoles, la Rusia cristiana fue adquiriendo cada vez más conciencia de su autenticidad ortodoxa, hasta el punto de desarrollar la teoría eclesiológico-política de Moscú como tercera Roma. Bajo el reinado de Iván el Terrible (1533-1584) el cesaropapismo bizantino se arraiga en tierras rusas consolidando la relación Iglesia-Estado.

En el siglo XVI actúa en Rusia Máximo el Griego, considerado el «Iluminador de los rusos». Entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII se creó en Kiev la primera escuela teológica rusa.

Su fundador fue el metropolita Pedro Mogila ( 1594- 1646); su nombre va ligado a la famosa Confesión de fe ortodoxa, que constituía la respuesta ortodoxa a la Confesión de inspiración calvinista del patriarca de Constantinopla Cirilo Laskaris. Durante mucho tiempo, la Confesión de Pedro Mogila representó uno de los libros más importantes de la Simbólica ortodoxa, a pesar de que recibió la influencia de la teología católica postridentina.

Puede decirse que la escuela teológica de Kiev tuvo siempre un tinte filolatino. Al contrario, la de Moscú, fundada en 1665 por Simeón Polockij, se caracterizó por su marcada tendencia filogriega.

El siglo XII destacó además por el cisma (Ralkol) de la Iglesia rusa, relacionado con la reforma de los libros litúrgicos que sostenía el patriarca Nikón. En esta ocasión los cismáticos desarrollaron un confuso milenarismo que creó una espasmódica espera del final de los tiempos, que indujo incluso a suicidios colectivos.

Los siglos XII y XIII se distinguen por la influencia masiva católica y protestante, no sólo en la teología sino incluso en la iconografía y en la música litúrgica. Todo esto creó una atmósfera confusa e híbrida en los ambientes eclesiásticos y más en general en la vida sobre todo de los moscovitas.

En el terreno teológico, se traducen al ruso las obras de Belarmino, de César Baronio, de Juan Cartagena... Hay teólogos que estudian en Roma, que escriben en latín y que mantienen estrechos contactos con la Congregación de Propaganda Fide, como Simeón de Polotsk ( 1629- 1680) y Paisij Ligarides, sobre el que Leone Allatio atestigua: « Era un hombre dispuesto a sacrificar su vida y a dar incluso su alma por la fe católica».

Era tan grande la influencia de la teología católica sobre la rusa que en sus cuatro Academias eclesiásticas (Kiev, Moscú, Petrogrado y Kazán) la enseñanza de la teología se hacía en latín, y los manuales de dogmática estuvieron escritos en esta lengua hasta la mitad del siglo XIX.

En el siglo XVIII destacaron en el terreno teológico, entre otros, Teófanes Procopovich (1681-1736), que intentó liberar a la teología rusa de la influencia de la escolástica católica, pero atándose en cambio al carro de la teología protestante; Stefan Javorskij (1658-1722), adversario de Procopovich y gran apologista del cristianismo; el metropolita Platón Levshin ( 1737 1811), considerado como el "Pedro Mogila de la Academia Teológica de Moscú », gran predicador, catequista y muy sensible a los problemas eclesiológicos. Este siglo se caracterizó, no sólo por la influencia protestante sino también por la difusión del pietismo en grandes capas del cristianismo ruso. En el siglo XIX vivieron algunos de los más grandes teólogos rusos. Asistimos a un despertar de la teología dentro del clima de un florecimiento general de la cultura. Recordemos a Puskin y a Gogol en la literatura y a Glinka en la música. El esfuerzo por liberar a la teología y en general a la cultura rusa de las influencias de Occidente comenzó con el zar Alejandro 1, que reformó la enseñanza eclesiástica e impuso el ruso como lengua de enseñanza. El antioccidentalismo llevó a una aguda eslavofilia alimentada por el pensamiento de grandes personalidades de filósofos-teólogos. La reacción comenzó con el metropolita Filaretes Drozdov de Moscú (1782-1867), considerado como el teólogo más importante de la primera mitad del siglo XIX. Él nos dejó el famosísimo Catecismo cristiano extenso que alimentó religiosamente a muchas generaciones de cristianos. Ante Roma se sintió inspirado de una gran apertura «ecuménica» ante litteram. Al contrario , su contemporáneo Aleksej S. Chomjakov (1804-1860), basó su pensamiento en una plataforma de antítesis con la Iglesia romana, considerada como la que había sacrificado la libertad cristiana en favor de la unidad centrada en el papa. Sin embargo, según él, la Iglesia se basa en la eclesiología de la sobornost. Sobornoja en ruso significa al mismo tiempo catolicidad y conciliaridad, elemento que constituye la base y el principio de la vida de la Iglesia. Iglesia «católica» o "sobornaja» es la Iglesia que es según todos o según la unidad de todos. «La sobornost' de Chomjakov se presenta como un inmanentismo espiritualista, como tradición eclesial interiorizada y vivida» (G. Cioffari).

El siglo XIX se caracteriza además por las obras de teología sistemática.

Siguen siendo famosos tres manuales de teología dogmática: el de Macario Bulgakov (1816-1879), profesor de teología en la Academia de Kiev y luego metropolita de Moscú, el de Silvestre Malevanskij (1828-1908) y el de Nicolás Malinovskij (t 1917). Especialmente la Dogmática del metropolita Macario se ha traducido a varias lenguas y ha alimentado a enteras generaciones de teólogos ortodoxos de las diversas Iglesias. Fue también ésta la primera Dogmática que se escribió en ruso y no en latín. Podría decirse que estos manuales de dogmática, demasiado escolásticos, se escribieron sobre la pauta de los manuales católicos de aquella época y que los santos Padres constituyen en ellos un elemento muy periférico.

A finales del siglo XIX vivieron también filósofos y escritores que trataron en sus escritos el problema religioso, o en cuanto pensamiento, como Vladimir Soloviev (1853-1900) con su interesante pensamiento cristológico y eclesiológico, o en cuanto descripciórl del alma religiosa rusa, como los grandes novelistas Fedor Dostoievski (1821-1881) y Lev Tolstoi (1828-1910).

La Revolución de Octubre interrumpió bruscamente la gran vitalidad teológica del siglo anterior y de comienzos del xx. Pero grandes filósofos y teólogos siguieron escribiendo y actuando fuera de la tierra rusa, especialmente en París. Esta «fuga de cerebros» a Francia contribuyó a dar a conocer el pensamiento teológico ruso en amplios ambientes occidentales. Muchos de estos teólogos prófugos de la primera y de la segunda generación encontraron un puesto de enseñanza en los dos grandes centros de teología rusa: el Institut de Théologie Orthodoxe St. Serge de París y St. Vladimir's Seminary de Nueva York, dos faros de indiscutible valor de la teología rusa en Occidente.

Recordemos a algunos de estos teólogos (entre los que la mayoría son más bien filósofo-teólogos) de la diáspora.

Nikolaj Berdjaev (1874- 1948), espíritu libre y gran pensador, un profeta de gran interés tras el derrumbamiento del sistema comunista que él había criticado duramente a partir de los principios cristianos y cuyo fin había previsto.

Pavel Florenskij (1882-1943), el único de los teólogos conocidos de este período que pasó toda su vida en Rusia y murió condenado a trabajos forzados. Su pensamiento teológico está inspirado en la sociología y el idealismo alemán: pero conoce bien a los santos Padres y los usa de forma muy inteligente.

Sergej Bulgakov (1871-1944). Se trata quizás del «mayor teólogo que ha producido la Ortodoxia en este milenio» (G. Cioffari). En sus numerosas obras teológicas intenta una interpretación sociológica de los dogmas del cristianismo con tal originalidad que deja al lector atónito, aunque no siempre esté de acuerdo con sus conclusiones.

Vladimir Losskij (1903-1958). Se trata del teólogo de origen ruso que más ha influido en la teología ortodoxa en general por su insistencia en el apofatismo, la recuperación de la doctrina palamita y la crítica exasperada del filioquismo latino.

Nikolaj Afanasev (1893-1966). Sus intereses teológicos se centraban sobre todo en la eclesiología. Su nombre va ligado a la llamada eclesiología "eucarística» : la Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía. La Iglesia centrada en la Eucaristía se identifica con la Iglesia local y ésta con la Iglesia católica.

Georgij Florovskij (1893-1979). Quizas nadie ha contribuido tanto como él a hacer salir a la teología ortodoxa de la ("cautividad de Babilonia» de la Escolástica y a recuperar la mentalidad patrística que había perdido.

Podríamos recordar todavía a otros teólogos rusos de la diáspora como Paul Evdokimov, que ha contribuido con sus obras a la difusión del pensamiento ortodoxo en Occidente, J Meyendorff, A. Schmemann, N. Arseniev, N. Koulomzine y otros. Sin embargo, más que a los teólogos de la diáspora, habrá que mirar en adelante a los teólogos que viven y crecieron en Rusia.

En efecto, tras el hundimiento del comunismo y la libertad recuperada de la Iglesia, la teología rusa volverá a actuar y a desarrollarse dentro de sus confines naturales con aquella vitalidad que la caracterizó en el último siglo, a pesar de la tragedia del comunismo. Ahora el cristianismo ruso, purificado por el sufrimiento, se prepara a ofrecernos los «nuevos caminos de la teología rusa.

Y Spiteris

Bibl.: G, Florovskij, Teología mística de la Iglesia de Oriente, Herder, Barcelona 1982: D. Barsotti, Cristianismo ruso, Sígueme, Salamanca 1966; R. Winling, Voces ortodoxas, en La teología del siglo xx, Sígueme, Salamanca 1987 46-49. L. Sertorius, Teología ortodoxa en el siglo xx, en H. Vorgrimler - R. van der Gucht, La teología en el siglo xx, 11, Ed, Católica. Madrid 1973, 133-170: M. M, Garijo GUembe, Bibliografía sobre la Trinidad en la teología ortodoxa. en Estudios Trinitarios 1 1 ( 1977) 369-441 : íd" Bibliografía ortodoxa sobre la Trinidad y la pneumatologia, en Estudios Trinitarios 25 (1991) 221-245.