SATANÁS
VocTEO
 

Del verbo hebreo satan (en griego diábolos), quiere decir adversario, acusador. Para la revelación judeocristiana, Satanás es el espíritu malo que induce al hombre al mal y que ejerce cierto dominio sobre el mundo hasta el día del juicio final.

El Antiguo Testamento habla raras veces de Satanás. Inicialmente no aparece como adversario de Dios, sino como voluntad hostil al hombre (Job 1 3), que está bajo el dominio de Dios (Zac 3,1-5). En Gn 3,1 aparece la serpiente como el más astuto de los animales que induce al hombre al pecadc) (3,1 -5): el libro de la Sabiduría señala que la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Sab 2,23-24).

En el Nuevo Testamento Cristo es el que destruye el poder de Satanás. La frase: « He visto a Satanás cayendo como un rayo del cielo» (Lc l0,18) indica la acción salvífica de Jesús como una lucha contra el poder de las «tinieblas'" (Hch 28,18). Sin embargo, el «príncipe de este mundo», que ya ha sido juzgado (Jn 16,11), no tiene ningún poder sobre Cristo (Jn 14,30). Los cristianos tienen que vestirse de la armadura de Cristo para estar firmes contra los ataques de Satanás (Ef6,11-13). Su obra de seducción proseguirá hasta el fin de los tiempos, cuando será arrojado al estanque de fuego (Ap 20,10).

Los Padres y los teólogos medievales elaboraron teorías sobre el origen de Satanás y de los demás espíritus malos, sobre su caída, sobre el lugar donde reside, sobre su autoridad y su influencia en los hombres.

El Magisterio ha definido que Satanás fue creado por Dios como ángel bueno (concilio de Praga, 561: DS457) y que, junto con los demás demonios, se hizo malo por su culpa (concilio 1V de Letrán, 1215: DS 800). El Vaticano II habla de Satanás con mucha sobriedad, refiriéndose al hombre (GS 13; 37) y a la obra salvífica de Cristo (LG 5), continuada por la Iglesia (GS 9).

Algunos teólogos contemporáneos se preguntan si la figura de Satanás nc) pertenecerá a un contexto semítico actualmente insuficiente; se interesan más bien por el poder colectivo del mal y tienden a reducir la posesión diabólica a casos de enfermedades nerviosas o mentales. Pablo VI y Juan Pablo II han reafirmado la fe católica en la existencia de Satanás y de espíritus malos, que inducen al hombre a la realización del mal.

E. C Ravó

Bibl.: A, Marranzini, Ángeles y demonios, en DTI, 1, 413-430; D, Zaehringer Los demonios, en MS, 11, 736-768; F Schierse - Michl, Satán, en CFT 1V, 207-224; H. Haag, El diablo: su existencia como problema, Herder Barcelona 1978; AA, VV , número monográfico de Concilium 103 (1975).