PERSECUCIÓN
VocTEO
 

La persecución es una acción violenta que se lleva a cabo contra la Iglesia cristiana y sus miembros. En la historia son conocidas las persecuciones romanas (siglos 1-1V), las de los bárbaros que comienzan con el paso del Rin por parte de los vándalos (406) que se dirigieron a la península ibérica y al África, las persas (370-379) con Sapor 11, las vejaciones de los regímenes comunistas a partir de la revolución de 1917 las persecuciones durante la guerra de España (1936-1939), Y toda una serie de situaciones persecutorias que sigue registrando la 1glesia en varias regiones de la tierra.

De todas formas, el término, en su apelación general, se suele referir a las persecuciones que experimentó la lglesia en los tres primeros siglos de su existencia, en contacto con la realidad del lmperio romano, por lo que se habla de persecuciones romanas. Éstas, como las posteriores, se justificaron por motivos legislativos, por lo que se plantea el problema de su fundamentación jurídica: a los ojos de los paganos el cristianismo era una «superstitio nova", y sus seguidores unos "molitores rerum novarum", ya que vivían de un modo totalmente distinto, a veces antitético al suyo, y por tanto como enemigos del género humano, identificado con la organización socio-cultural y religiosa de Roma y del lmperio. Si se prescinde del episodio que tuvo lugar bajo el emperador Claudio, que el año 49 expulsó de Roma a los judíos y a los cristianos debido a sus disputas en torno a la persona de Cristo, todos los antiguos autores cristianos están de acuerdo en designar a Nerón como el primer perseguidor, empezando por el incendio del 64 que devastó a diez de los catorce barrios de Roma, El segundo perseguidor es Domiciano, que amplió las vejaciones a todo el lmperio; entre sus víctimas figuran Flavio Clemente, con su esposa Domitila y el cónsul Acilio Glabrión. A Trajano (198-117) se debe el conocido rescripto a Plinio el Joven que, a pesar de prohibir la caza a los cristianos, afirmaba su punibilidad tras una acusación pública: esta norma de Trajano siguió vigente bajo Adriano (117-138) y Antonino pío (138-161), sin que faltaran las víctimas. El reinado de Marco Aurelio (161-180) señaló un recrudecimiento de la persecución: se multiplicaron las invectivas de los intelectuales y las agitaciones populares de sabor anticristiano. En Roma murió Justino, en Esmirna Policarpo, en Galia los mártires de Lyón: esta misma situación prosiguió bajo Cómodo y se cuentan nuevos mártires en África, en Roma y en Oriente, especialmente por obra de algunos gobernadores locales. El siglo III marca un paso cualitativo en el sistema persecutorio: de ocasional y geográficamente diferenciado se convierte en intencional y generalizado. El lmperio se da cuenta de la importancia y de la organización de la Iglesia y la ataca abiertamente. Septimio Severo (193-211) prohibió las conversiones al cristianismo y en consecuencia se cerró el Didaskaleion de Alejandría: en África hubo mártires como Perpetua y Felicidad y sus compañeros. Maximino Tracio (235-238) se ensañó con la jerarquía eclesiástica. Pero la persecución más violenta fue la de Decio (249251), continuada por Galo (251-253), mientras que la regencia de Valeriano se abría con un período de paz (253257). La persecución volvió a encenderse en el 257. en este período padecieron el martino Cipriano de Cartago, el papa Sixto II, Fructuoso de Tarragona y otros muchos. Con Galieno (260268) se tuvo un largo período de paz, tras el cual estalló la más sangrienta y sistemática de las persecuciones: por obra de Galerio, en el 297 los cristianos fueron depurados del ejército y en el 303 se publicó un primer verdadero edicto con el que se ordenaba la destrucción de las iglesias y la entrega de los libros sagrados. Con la abdicación de Diocleciano y Maximiano en el 305 y el gobierno sucesivo de Constancio Cloro, Majencio y Constantino, cesó la persecución en occidente. En Oriente, sin embargo, tan sólo en el año 311 Galerio, poco antes de morir concedió a los cristianos el derecho a existir aunque su decreto quedó sin ejecutar todavía algunos años, debido a Maximino Daya. El 313, tras las victorias de Constantino y de Licinio, se promulgó definitivamente la paz con el edicto de Milán.

G. Bove

Bibl.: w H. c. Frend, Persecuciones, en DPAC, 11, 1759-1766; W Post, Persecuciones contra los cristianos, en SM, Y 439-444. P Allard, El martirio, FAX, Madrid 1943;' C: Gallino, Los mártires de los primeros siglos, Lumen, Barcelona 1945; A, Montero Moreno, Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939, BAC, Madrid 1961.