MONOTEÍSMO
VocTEO
 

Con esta expresión se quiere indicar la existencia de un único Dios (mónos, único, theós, Dios). Al menos en primera aproximación se puede hablar de monoteísmo en la reflexión filosófica y en relación con las religiones, aunque, sobre todo en la antigüedad, estos dos terrenos no pueden considerarse como claramente distintos.

El léxico filosófico presenta el monoteísmo como afirmación de la existencia de un solo Dios, trascendente, primer principio, causa y fin último de la realidad, distinto del mundo pero en vinculación estrecha con él, ya que lo mantiene continuamente en el ser.

El mundo no puede concebirse ni existir sin Dios; al revés, Dios, no necesitado por el mundo, es libre respecto a él. El monoteísmo se opone así a otras concepciones filosóficas de la realidad, en primer lugar al monismo, que no comprende las diferencias y lo abarca todo en una sola substancia, identificando el espíritu y la materia, el ser y el obrar. Esta visión panlogista engendra el panteísmo (monismo panteísta), opuesto también al monoteísmo. Se encuentran huellas de panteísmo en algunas religiones asiáticas y en algunas filosofías antiguas, como el estoicismo y el propio platonismo; en la época moderna, aunque con algunas matizaciones, ciertas concepciones de la naturaleza presentes en Giordano Bruno, Spinoza, en el idealismo moderno y bajo algunos aspectos en los autores románticos, vuelven a proponer en el nivel metafísico el tema de la relación Dios-mundo, releída de hecho en estas filosofías en la categoría de Substancia que absorbe al ser en el pensamiento. Dios y la naturaleza dependen mutuamente, o de modo estático o bien dialécticamente como en Hegel, según el cual la síntesis de Espíritu y naturaleza-historia está siempre por hacerse y en movimiento, lo cual explicaría mejor la realidad omnicomprensiva del Uno que se nos manifiesta como Espíritu Absoluto.

Si consideramos el monoteísmo desde un punto de vista religioso, debemos distinguir, siempre a nivel lexicográfico, el monoteísmo del politeísmo (adoración de varias divinidades), del henoteísmo (se cree en una divinidad, aun admitiendo que existen otras), del dualismo , especialmente del dualismo herético, que veía como rectores del mundo los principios del bien y del mal en contraste entre sí. Además, son diversas las interpretaciones del origen del monoteísmo religioso, a saber, si se da un paso gradual desde el animismo fetichista hasta el politeísmo y luego al monoteísmo (que no debe entenderse ya como un hecho sobrenatural original entre los pueblos primitivos, como sostenía W Schmidt), o si estos esquemas no corresponden va a la investigación fenomenológica-del hecho religioso.

El monoteísmo como religión es profesado, de hecho, por las religiones de Abrahán, a saber el judaísmo, el islam y el cristianismo.

Considerando las cosas en orden al cristianismo hay que señalar otros dos niveles, es decir, el monoteísmo bíblico y el monoteísmo trinitario, o sea, en qué sentido es peculiar del cristianismo el ser monoteísmo de la Uni-Trinidad.

1 La interpretación de cómo nació el monoteísmo bíblico no es ciertamente fácil. La historia de la investigación ha puesto de relieve en nuestros días que no existe un desarrollo lineal hacia adelante en la investigación, sino que se da un entrecruzado dialéctico entre tesis y antítesis. No hay que extrañarse de que haya que retrasar más todavía la fecha de la veneración exclusiva de Yahveh. Pero en algunos puntos encontramos una convergencia substancial. Al comienzo de la entidad "Israel» enfrentada con la cultura cananea, se percibe que existe una sociedad independiente de campesinos libres e iguales comprometida en la veneración de Dios Yahveh, que había sido identificado va con el Dios creador El. A nivel familiar, tribal y local estaba el compromiso por la veneración exclusiva de Yahveh como grupo, como corte suya, sin nombre ni individualidad. No se trata aún de un monoteísmo en sentido estricto.

Pero al mismo tiempo es una concepción de Dios que ha abandonado ya el politeísmo típico. En efecto, allí cada uno de los dioses es un elemento de la constelación divina» 1N. Lohfink).

Otra adquisición en la que se da actualmente un consenso entre los especialistas del Antiguo Testamento es que sólo a partir del destierro, sobre todo con el Deutero-Isaías, comienza a afirmarse con mayor claridad la conciencia de un monoteísmo teórico, aun cuando Israel adoraba anteriormente a un solo Dios (monolatría o monoteísmo práctico), aunque a veces admitiera la presencia de otros dioses.

Por lo que se refiere a los períodos históricos que surgen en la evolución de la conciencia monoteísta en Israel, hay varias maneras de proceder. Como ejemplo, recordaremos tres datos.

a} Ante todo, en la experiencia de los patriarcas se registra una relación con Yahveh como con un Dios único y exclusivo. Lo afirma con claridad la visión elohísta del decálogo: "Yo soy Yahveh tu Dios, que te he hecho salir del país de Egipto, de la condición de esclavitud; no tendrás otros dioses frente a mí» (Éx 20,2-3), Pero también el decálogo de la tradición yahvista ve las cosas del mismo modo, va que se dice al israelita que no se postre ante otra divinidad fuera de Yahveh, porque él es un Dios celoso (Éx 34,14).

b} El profetismo, desde el más arcaico hasta el Deutero-Isaías, contribuyó a que el monoteísmo bíblico afirmase sin rodeos que Yahveh es el único Dios, no sólo para Israel, sino para todos los hombres. Los dioses de los demás pueblos son nada; sólo el Dios de Israel puede salvar (Jr 2,11; 1s 43,11-12; 45,21-22). La línea profética comienza en el siglo IX con Elías y la lucha despiadada contra el culto- de Baal, afirmando definitivamente su concepción monoteísta después del 586 (destierro en Babilonia). La justificación de la unicidad de Yahveh se explica particularmente en el DéuteroIsaías en sentido soteriológico: solo Yahveh puede rescatar y liberar (1s 44,8; 45,8.14.22).

c} Finalmente el monoteísmo bíblico absoluto se afirma en la tradición deuteronomista, que de hecho conserva el decálogo de la tradición elohísta : "No tendrás otros dioses delante de mí» (Dt 5,7. Éx 20,3), expresión que puede tener un sentido cultual, político-militar y teológico; a saber, el Señor no quiere que Israel siga a otros dioses de pueblos extranjeros, sino sólo a él, Se trata, por tanto, no de un monoteísmo a nivel teórico, sino del reconocimiento en la vida de que Yahveh representa lo absoluto para el hombre , para la historia de Israel. La literatura deuteronomista lo resume todo en el mandamiento: "Escucha, Israel: Yahveh es nuestro Dios, Yahveh es uno solo. Amarás a Yahveh tu Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas» (Dt 6,4-5). No solamente hay que reconocer la unicidad del Dios absoluto, sino que ésta llega a estructurar la existencia misma del creyente; por eso el monoteísmo bíblico forma parte del decálogo, resulta ser un mandamiento; y por eso la afirmación de la unicidad de Yahveh tiene consecuencias de carácter cultual (sábado), político (restauración de Israel) y ético (decálogo).

2. El Dios único y absoluto no es sólo el Dios de los Padres, del éxodo, de la alianza, de Israel que vuelve del destierro, sino que es también el Dios de Jesucristo. Jesús se refiere al Dios que habló y que actuó en favor de Israel su pueblo y en su Persona; en su causa está presente Dios. Aquel Dios que se manifiesta definitivamente en Jesús es el mismo Dios que Jesús proclama que es su Padre. La toma de conciencia de que Jesús forma parte del monoteísmo del único Dios abre el camino a una interpretación más profunda y radical del monoteísmo. El cristianismo impone al monoteísmo una profunda revisión: el atributo de la unicidad va en dirección a Jesucristo; en efecto, el Dios único se afirma en el Único Mediador absoluto y definitivo. Por tanto, el monoteísmo se conjuga y se basa de ahora en adelante en el Unigénito y en lo que él nos revela. Efectivamente, como el acontecimiento cristológico es a la vez acontecimiento pneumatológico, la paradoja cristiano-trinitaria da un sentido nuevo al monoteísmo bíblico. En las formulaciones del Credo, tanto binarias como ternarias, el atributo "uno' no se dice solamente de la esencia divina, sino también de las personas divinas, ya que se cree en un solo Dios Padre, en un solo Señor Jesucristo, en un único Espíritu. Por tanto, sería un error "poner una coma después de "Creo en un solo Dios". El "Dios" en cuestión es el Padre todopoderoso' (Manaranche). La fe de la Iglesia, sobre todo contra el arrianismo, insistió ciertamente en la unidad de la esencia divina, pero nunca escondió la diversidad de las tres Personas en Dios; llegó a la formulación dogmática después de haber explicado que Jesús pertenece al monoteísmo de Dios, y que el Espíritu Santo debe co-adorarse juntamente con el Padre y con el Hijo.

En nuestro siglo, sobre todo en Occidente, el monoteísmo cristiano se ve sometido a algunos retos que merecen especial atención; la teología trinitaria y la Iglesia tendrán que arrostrar las nuevas situaciones. Las principales están representadas por el neo-paganismo, por la seducción del islam, por la difusión de las sectas. La provocación que viene del neo-paganismo señala al cristianismo como el principal responsable de la homologación de los méritos y de las cualidades humanas; el cristianismo habría suprimido a los fuertes, alineándolos con los débiles; habría engendrado esclavos en rebeldía, paralizado las iniciativas espontáneas en nombre de la moral, practicado el autoritarismo y la intolerancia frente a concepciones religiosas y filosóficas distintas del cristianismo.

No menos atractiva resulta la seducción del monoteísmo islámico, visto como religión sin instituciones, que responde a la pregunta del Absoluto en una situación de sin-sentido típica de la sociedad occidental, con un rigor moral y una disciplina que acompañan a la sed de espiritualidad. Las sectas con su fundamentalismo amenazan al monoteísmo cristiano a nivel doctrinal y existencial: los que se adhieren a ellas se ven metidos en una comunidad esotérica e iniciática que se opone con intolerancia rabiosa al anuncio evangélico. La teología trinitaria tiene hoy una ocasión importante para presentar una nueva imagen del Dios cristiano trinitario y responder así, a través de una nueva evangelización tan deseada por la Iglesia y por sus pastores. Se trata de revisar los modos en que a veces se ha presentado el monoteísmo, más bajo el signo de la única substancia que como un auténtico monoteísmo trinitario.

Al hombre moderno, necesitado de dar un fuerte sentido a su existencia, de alcanzar una comunión intersujetiva y de armonía con la creación, el anuncio del monoteísmo de la Uni-Trinidad se presenta como el anuncio de la salvación absoluta y definitiva.

En efecto, hoy la teología trinitaria recupera de forma más dinámica el discurso relacional de las Personas en Dios como relaciones de amor (exigencia de una ontología trinitaria del Amor); evidentemente, el tema del monoteísmo se ve influido notablemente por este nuevo planteamiento. El Dios único se percibe en la Uni-Trinidad; pues bien, la peculiaridad del Dios cristiano está, por un lado, en la negación de la pluralidad de la divinidad, pero, por otro, en la afirmación de la paradoja de la pluralidad en Dios.

Dios es único, pero es Trinidad, o sea, efusión de amor. El modo de ser uno de Dios es ser Amor, un Amor que se hace Don y que es Don por esencia. Por eso el fondo del ser es comunión: el Uno, esto es, el absoluto, es un Nosotros. El uno es comunión entre los Tres. Es intercambio eterno de amor.

No es un entramado cualquiera; es amor. El fondo del ser es el amor entre las personas (Danielou). Por consiguiente, el monoteísmo cristiano es un monoteísmo de la Uni-Trinidad. La doctrina trinitaria no es un apaño que venga después de la afirmación de la unidad de Dios. Decir que Dios es Uno significa para los que creen en Cristo que Dios es Amor; en efecto, no hay otra manera para decir que Dios-Trinidad es Amor más que la de afirmar que es Uno. La Trinidad es la substancia misma del monoteísmo del Único Dios de Jesucristo.

N Ciola

Bibl.: J, M, Rovira Belloso, Monoteísmo, en DCDT 935-943; B, Lang, Sólo Yahvé. Origen y configuración del monoteísmo bíblico, en -Concilium 197 (1985) 57-66; H. Muhlen, El concepto de Dios, en Trinidad, ,¿mito o misterio?, Secretariado Trinitario, Salamanca 1973, 153-179; S. Bergés, Dios revelado por Cristo, BAC, Madrid 1969; L. Scheffczyk, Dios uno y trino, FAX, Madrid 1973.