MONOFISISMO
VocTEO
 

Del griego mónos physis (una naturaleza), este término indica la doctrina por la cual Cristo es el resultado de la composición de dos naturalezas (humana y divina) que no subsisten como distintos. Según los monofisitas, después de la encarnación existía una sola naturaleza. Consiguientemente, el cuerpo de Cristo no era como el nuestro, sino que estaba divinizado.

Esta doctrina, presente germinalmente en la enseñanza de la escuela teológica de Alejandría, que ponía absolutamente de relieve la iniciativa divina respecto a la aportación del hombre (el Verbo se hace carne), fue divulgada por Eutiques. Nacido en el 378 y monje de Constantinopla, había favorecido a Cirilo de Alejandría contra Nestorio. Según Eutiques, la unión de la naturaleza divina con la naturaleza humana en Cristo suponía la absorción de ésta en la primera, hasta el punto de que no se podía hablar más que de una sola naturaleza, es decir, la divina ( « Confieso que nuestro Señor era "de dos naturalezas" antes de la unión, pero después de la unión confieso "una sola naturaleza"»). Evidentemente, el monofisismo de Eutiques depreciaba la humanidad de Cristo. Basándose en el apoyo del patriarca Dióscoro de Alejandría y teniendo que acallar todos sus adversarios, Eutiques y su enseñanza prevalecieron en el concilio convocado en el 449 en Éfeso, conocido como latrocinium ephesinum.

De nada valieron las quejas y las invitaciones del papa León al emperador Teodosio para la convocatoria de un nuevo concilio. La muerte imprevista del emperador (450) cambió la situación. Pulqueria y Marciano, que sucedieron a Teodosio, convocaron un sínodo en Éfeso, pero debido a una guerra en curso la sede se trasladó a Calcedonia, cerca de Constantinopla.

En el concilio que aquí se celebró (451) fue condenada la doctrina de Eutiques, no sin la resistencia de algunos obispos. En esta asamblea prevaleció la enseñanza expuesta anteriormente por el papa León en una carta dogmática al obispo Flaviano de Constantinopla (Tomus ad Flavianum, 449). En este escrito León precisaba que las dos naturalezas en Cristo, dejando a salvo sus propiedades respectivas, se unen con la encarnación en una sola persona. Así pues, Cristo es perfecto tanto en la naturaleza humana como en la divina.

Incluso después del concilio, el monofisismo no dejó de encontrar partidarios. De todas formas, hay que precisar que no todos los que rechazaron la fórmula calcedonense fueron monofisitas (coptos, jacobitas, armenios, etc.).

L. Padovese

Bibl.: M. Simonetti, Monofisismo, en DPAC, 11, 1470-1474: L. Perrone, De Éfeso (341) a Calcedonia (451). La cuestión cristológica, G. Alberigo (ed.), Historia de los concilios ecuménicos, Sígueme, Salamanca 1993, 70-103.