JEREMÍAS
VocTEO
El libro de Jeremías figura en el canon entre los profetas posteriores. Jeremías, llamado en su juventud por Dios el año 626, decimotercero del reinado de Josías, vivió el período trágico de preparación y cumplimiento de la ruina del reino de Judá. Josías, después del derrumbamiento de Asiria, había comenzado un movimiento de resurgir nacional. Pero el año 609, debido a la política ambivalente de su sucesor Joaquín, Jerusalén fue atacada por los babilonios y sufrió una primera deportación en él 597. Con Sedecías se produjo una nueva rebelión en el 587 con la consiguiente toma de Jerusalén y la segunda deportación. En los primeros años de su ministerio, en cooperación con el rey Josías, Jeremías no debió encontrar grandes dificultades, pero bajo el régimen de Joaquín y de Sedecías y la reaparición de los cultos idolátricos se encontró aislado y enfrentado con todos. Obligado por Dios a denunciar y a amenazar castigos inminentes, tuvo que sufrir un auténtico martirio en su espíritu y en su cuerpo.
Se puede dividir su libro en tres partes. En los capítulos 1-25 se encuentran los oráculos y discursos contra Judá y Jerusalén: la tonalidad es negativa: en los capítulos 11-20 y luego en las confesiones del profeta en 25,13 y siguientes, se introduce el tema de las naciones. Los capítulos 30-31 son llamados también « el libro de la consolación» o de las promesas. Desde el capítulo 37 al 45 se nos ofrece una narración continua de las vicisitudes de los últimos días de Jerusalén: es uno de los pocos casos de notable prosa narrativa en los profetas. En los capítulos 46-51 se recoge la narrativa de las naciones extranjeras. El capítulo 52 es un apéndice histórico y habla de la caída de Jerusalén y del comienzo del destierro. El concepto fundamental es el de la eficacia de la palabra divina, que le hace merecer el título de «teólogo de la palabra de Dios». Estrechamente relacionado con el anterior está el tema de la identidad del verdadero profeta y la necesidad del retorno interior al Dios de los padres: no ya un simple retorno al culto yahvista y a la observancia de normas jurídicas, sino el cambio de la propia intimidad hacia el Dios de Israel. Otro tema es el de la intervención divina contra la infidelidad y la dureza de sus connacionales: el crisol del dolor y de la humillación unido a una intervención sobrehumana dentro de los corazones. Además, la visión de la restauración mesiánica y universal: la ley de la alianza escrita no como al princípio, en tablas de piedra, sino en la disposición de las almas. Finalmente, la necesidad de abandonarse confiadamente en las manos de la acción divina.
G. Lorusso
Bibl.: L. Alonso Schokel - J L. Sicre, Los profetas, 1, Cristiandad, Madrid 1980; J, Briend, El libro de JeremíaS, Verbo Divino, Estella 51993; J F. Hernández Martín. El mensaje religioso de JeremíaS. Casa de la Biblia. Madrid 1971; C. Westermann, Comentario al profeta JeremíaS, FAX, Madrid 1972; J. L. Sicre, Profetismo en Israel, Verbo Divino, Estella 1993.