INFALIBILIDAD
VocTEO
 

La infalibilidad es una cualidad espiritual de la Iglesia y en determinadas condiciones, del papa y del colegio episcopal en el ejercicio de su magisterio auténtico, en virtud de la cual no es posible que caigan en el error cuando se trata de la fe y de la moral. Etimológicamente, el término latino infallibilis dice lo contrario de fallere y expresa al mismo tiempo la idea de la inerrancia y de la ausencia de engaño respecto a uno mismo y respecto a los demás ( «nec falli nec fallere potest ». DS 3008). En teología la infalibilidad se coloca dentro de la indefectibilidad de la Iglesia. Efectivamente, la Iglesia dejaría de ser el sacramento universal de la salvación, si pudiera errar en materia de fe, engañarse o engañar a los hombres en su enseñanza. Ella es más bien "la columna de la verdad» (1 Tim 3,15). Su fundamento es la autoridad misma de Dios que se revela y la presencia en la Iglesia del Espíritu de Cristo, que la guía hacia la verdad entera (cf. Jn 16,13). El Paráclito adoctrina a la Iglesia, le enseña todo y le recuerda continuamente todo lo que el Señor dijo (cf. Jn 14,26). Reconduce en cada momento a la Iglesia a aquella Palabra, en la que todo se dijo una vez para siempre, pero en la que hay que entrar cada día para una comprensión más profunda. Dócil a la guía del Espíritu, su Maestro interior, la Iglesia está segura de poder reconocer siempre al Señor Jesús, de "saber" quién es Aquel en quien ella permanece y de poder "decir" la verdad sobre él. La Iglesia ha tenido siempre conciencia de poder reconocer infaliblemente su propia fe y de poder expresarla en proposiciones que, a pesar de los límites del lenguaje humano, son y seguirán siendo verdaderas y exentas de error.

En este sentido el concilio Vaticano II enseña que "la universalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo, no puede engañarse al creer (" in credendo falli nequit». LG 12). El pueblo de Dios ha recibido la unción del Espíritu, que suscita y sostiene en los fieles el «sentido de la fe». Se trata de una facultad activa sobrenatural, mediante la cual la totalidad de los fieles reconoce en la fe la revelación transmitida, discerniendo entre lo verdadero y lo falso en cuestiones de fe, se adhieré indefectiblemente a ella y penetra en ella con juicio recto, aplicándola al mismo tiempo a la vida. Este sentido de la fe actúa interiormente en todos los miembros del pueblo de Dios, tanto en los obispos como en los demás fieles, llevándolos juntamente hacia el consentimiento universal en la fe que hay que creer y aplicar en la vida. Esta permanencia en la verdad de toda la Iglesia va unida a un órgano específico de anuncio, de enseñanza y de interpretación de la Palabra de Dios, que es el magisterio de aquellos que han recibido de Cristo un mandato específico para ello. Los obispos, sucesores de los apóstoles, son para todos los bautizados los maestros y los intérpretes auténticos del Evangelio. De aquí se deriva que la permanencia en la verdad de toda la Iglesia va ligada a la comunión de todos los fieles con aquellos que han recibido el "carisma cierto de la verdad», mediante la sucesión apostólica. La fe de la Iglesia reconoce el carácter de la infalibilidad al magisterio del romano pontífice, cuando habla ex cathedra (cf. el dogma del concilio Vaticano I). También es infalible el magisterio del colegio episcopal: " Aunque cada uno de los prelados por sí no posea la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, si todos ellos, aun estando dispersos por el mundo, pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el sucesor de Pedro, convienen en un mismo parecer como maestros auténticos que exponen como definitiva una doctrina en las cosas de fe y de costumbres, en ese caso anuncian infaliblemente la doctrina de Cristo. Pero esto se ve todavía más claramente cuando, reunidos en el concilio ecuménico, son los maestros y jueces de la fe y de las costumbres para la Iglesia universal, y sus definiciones de fe deben aceptarse con sumisión" (LG 25). Para explicar el sentido de esta infalibilidad se añadirá ante todo que es de carácter dogmático, es decir, que consiste en una gracia en virtud de la cual la fe y la doctrina de la Iglesia está exenta de error. Por eso mismo, en cuanto tal, no se refiere al carácter de plenitud y de perfección expresiva de una proposición de fe, sino más bien a su carácter de "verdad" y de no-error. El que una definición magisterial sea infalible significa que las fórmulas dogmáticas del Magisterio de la Iglesia fueron aptas desde el comienzo para comunicar la verdad revelada, y - que siguen siendo adecuadas para comunicarla a quienes las comprenden rectamente, En otras palabras, el hecho de que un acto magisterial sea infalible significa que ese acto, en el sentido con que ha sido enunciado, no es erróneo y que su significado sigue siendo vérdadero y coherente (irreformable), incluso después de que haya sido aclarado y comprendido ulteriormente.

M. Semeraro

Bibl.: Sagrada Congregación para la doctrina de la fe, Mysterium Ecclesiae. 24 de junio de 1973; K. Rahner, El Magisterio de la Iglesia, en Curso fundamental sobre la fe. Barcelona 1979 436-448; M. LOhrer, El Magisterio especial de la Iglesia. en MS, 1. 618-650; G. B. Sala, ¿Infalible? Una respuesta. San Pablo, Madrid 1971; H. KUng, Respuestas a propósito del debate sobre «¿Infalible? Una pregunta». San Pablo, Madrid 1971; Íd., Infalible, una interpelación, Herder. Barcelona 1972.