HASIDISMO
VocTEO
 

El hasidismo representa el principal movimiento religioso, surgido en el siglo XVIII, dentro del judaísmo; el mismo término «hasidismo» se deriva del hebreo hasid, que significa «piadoso». La cuna del hasidismo parece ser Europa oriental, en especial Polonia y Lituania; luego, progresivamente, este movimiento se difundió también por Europa occidental.

Desde el punto de vista histórico, el hasidismo se distingue de los movimientos pietistas que se fueron alternando en la historia del judaísmo, como la corriente pietista «ashkenazi» presente en Alemania y en la Francia medieval (siglos XII y XIII). Por otra parte, si a este término se le confiere un significado amplio, el movimiento hasídico nace con la sublevación bíblica de los macabeos (siglo 1V a.C.).

En el mismo tratado talmúdico Abot se afirma que «un ignorante no puede ser hasid» (Abot 2, 5), por lo que algunos hablan también de un hasidismo «tannaítico». Sin embargo, aun sin ignorar estas expresiones históricas de la «piedad» judía, el hasidismo se configura como un movimiento nuevo, dentro del propio judaísmo, en el siglo XVIII.

Como fecha del nacimiento simbólico del hasidismo suele citarse el 1740 que constituye el comienzo de la predicación de Israel ben Eliezer Ba' al Shem Tov, conocido también como el «Besht», mientras que la Segunda Guerra Mundial, con el holocausto, constituye el acontecimiento final del hasidismo, aunque este movimiento sigue estando presente en la espiritualidad judía de nuestros días. En este período suelen distinguirse generalmente cuatro fases principales.

A) El período de Besht (1740-1760l.

Los primeros pasos del hasidismo están marcados por la figura carismática de Ba'al Shem Tov, el Besht, que con su predicación oral e itinerante llegó a las diversas comunidades judías del siglo XVIII. Su predicación se caracteriza como «mística», ya que proponía a todos sus oyentes ante todo la comunión con Dios. De todas formas, Besht dio un gran impulso al hasidismo, no sólo con su predicación, sino también con sus milagros; en efecto, se le atribuyeron algunas curaciones. Sus principales discípulos fueron Yacob Yosef y sobre todo Bar Dov de Mezhirich, con quien comienza la segunda fase del hasidismo.

B) El período de Mezhirich (17601772l. Con Bar Dov comienza la segunda fase del hasidismo, que se caracteriza no tanto como movimiento itinerante, sino más bien como fenómeno sedentario. Ahora el centro del movimiento se traslada a la ciudad de Mexhirch (hoy Miedzvrzecz, Polonia).

Debido a sus notable dotes oratorias, Bar Dov es llamado el maggid («predicador») por antonomasia; su propia casa se convirtió en el centro de su predicación, acudiendo a él no sólo los niveles populares de la sociedad judía sino también los intelectuales.

C) Las escuelas (1773-1812l. La tercera fase del hasidismo constituye quizás la cumbre de este movimiento místico, en el que se asiste a la constitución de auténticas escuelas hasídicas. Los discípulos del maggid ponen por escrito las narraciones y los dichos sapienciales de los dos principales fundadores del hasidismo, Besht y el maggid. Pero además, este período representa la época de mayor oposición por parte del judaísmo oficial contra el hasidismo. De hecho, este movimiento fue considerado como herético, en cuanto que minaba la mismas estructuras de la sociedad judía en donde se reconoce a los diversos rabinos como cabezas autorizadas de la comunidad.

D) Las «generaciones» (1812-1948). La última fase del hasidismo, la más larga, está marcada por su nueva es tructuración. A partir de 1812 se van consolidando verdaderas familias hasídicas en todas las ciudades europeas con presencia judía. Por ello se advierte la necesidad urgente de asegurar una continuidad histórica y cultural a todas las expresiones hasídicas; nacen así las sholashot , o «sucesiones hasídicas» de padres a hijos. En los períodos de grandes emigraciones, como las que se realizaron hacia el occidente europeo y hacia los Estados Unidos (fin del siglo XIX), las diversas tradiciones hasídicas no se mezclaron con las demás sino que se conservaron y protegieron frente a ellas. Finalmente, la Segunda Guerra Mundial, con el holocausto, no solamente señala el fin del judaísmo en muchos centros europeos, sino también el eclipse del hasidismo. Sin embargo, hay que reconocer que con el renacimiento contemporáneo del judaísmo, han sobrevivido también varios aspectos de la piedad hasídica, sobre todo en los escritos literarios y filosóficos de G. Sholem, M. Buber, A. J. Heschel y E. Wiesel.

El mensaje central del hasidismo se encuentra en la devequt, o sea, en la comunión con Dios, que se realiza mediante la mística personal de la kábala judía: cada número simboliza un aspecto de la trascendencia divina del que hay que apropiarse por medio de la ascesis. Por tanto, los caminos privilegiados de la devequt son la oración y la misma vida cotidiana, realizada en el amor al prójimo.

A comienzos del siglo xx, el hasidismo no mostró mucho interés en promover la constitución del Estado hebreo, realizada por medio de emigraciones en masa a la Tierra Santa, aunque tampoco se opuso a ellas. Esta postura neutral del hasidismo determinó una nueva oposición por parte del judaísmo oficial, sobre todo por parte del movimiento sionista.

Desde el punto de vista literario, la importancia del saddiq determina una amplia producción hagiográfica, comparable con las diversas historia hagiográficas de la religión cristiana. En definitiva, mediante el doble nivel de la devequt y de la propia conformidad con el saddiq, el hasidismo representa quizás la corriente religiosa judía más importante de los siglos XVII-XX, brutalmente interrumpida por el holocausto de la Segunda Guerra Mundial.


A. Pitta

Bibl.: A. M. Testemalle, ¿Silencio o ausencia de Dios? Ensayo sobre el problema de Dios en la obra de los pensadores judíos contemporáneos, Studium, Madrid 1975 H KUng, El judaísmo, Trotta, Madrid 1991